El mar, el desierto y la vida
Alejandra Ruiz Trujillo
El artículo describe los recorridos por la costa de Chile, en el desierto de Atacama, en el que buscan las formas de adaptación de los grupos humanos que conviven en un paisaje rodeado de mar y desierto.
Palabras clave: desierto, mar, Chile, naturaleza, etnografía
Durante diferentes recorridos por la costa de Chile, a la altura del Desierto de Atacama, pude cerciorarme de las formas en que diversas sociedades enclavadas en un estado nacional pueden concebir su vida alrededor de formas que la naturaleza demarca en el mar y en el desierto. Una frágil línea separa ambas partes de un sistema irrumpido por los procesos civilizatorios. Sin embargo, al mantener cierto orden al interior de esta delgada línea, se puede ser partícipe de la organización social que se produce.
En esta descripción desde una perspectiva etnográfica que realice durante varios meses del 2010 encontré, no sólo la rutina de la posible inmovilidad que te produce el desierto, pocos colores en el paisaje, poca vida animal y vegetal, precipitando el choque de las capas tectónicas durante miles millones de años para sacar del fondo del mar, la arena, las rocas y toda la vida que alguna vez existió ahora convertida en fósiles, desde los más ínfimos moluscos hasta la mega fauna de los megalodones, pingüinos, cocodrilos, aves del pleistoceno o de miles de años atrás.
La tierra cuenta sus diferentes historias, acerca de todo lo que existió en el pasado y hoy encontramos sus vestigios en estas tierras, además de ver y de vivir lo que en este presente vivido nos ofrecen estas tierras. De esta forma, mis recorridos por el desierto, no fue únicamente encontrar la evidencia del pasado, sino lo que hoy mueve a esta región ante un estado nacional, cuya atención mayor se manifiesta en la extracción de minerales en decremento de la naturaleza y de quienes en este momento habitan estos parajes.[1]
En este sentido, nos encontramos ante un espacio poco poblado con una larguísima franja costera que colinda con el mar, y las fracturas denotan en la arquitectura de la naturaleza y en su geografía las formas en que la tierra ha ido saliendo del mar, para dar cuenta de grandes cataclismos producidos en el pasado remoto, que aun hoy nos mantienen en la estructura de la tierra su huella milenaria.
En Bahía Inglesa, parte de la costa que nos muestra parte de la orilla y el desierto.
Foto: Rafael Pérez-Taylor
De cualquier forma, la historia de la tierra entre el desierto y el mar nos muestran en la memoria las cicatrices de luchas titánicas para sacar del fondo del océano todo lo que ahí habitaba y hoy esos vestigios son vividos en el desanimo de la cultura, como una carga que debe por una parte ser conservada por una minoría, que podríamos llamar ilustrada con arraigo hacia la tierra, mientras que por otra parte, otras formas de ver el mundo desde una perspectiva capitalista que van extrayendo y explotando todo lo que encuentran a su paso, sin importar el costo cultural, social, patrimonial o natural que esto conlleve.
Ante este mundo polarizado, donde el capital con creces triunfa en el presente, el pasado se pervierte para convertirse en su base de explotación, si bien, algunos sectores sociales intentan dar protección, la legislación chilena sobre todos los tipos de patrimonio,[2] de cualquier forma, en la práctica el resultado no es el mejor hasta el momento.
La escritura etnográfica intenta dar cuenta de esos pormenores que aun están presentes, de su gente, de la naturaleza y del escaso interés gubernamental por salvaguardar toda esa riqueza que forma parte del patrimonio del Desierto de Atacama en la delimitación costera.
A pesar de que es el desierto más árido del mundo de todas maneras los asentamientos urbanos existen y esto es gracias a los valles transversales que son alimentados por las aguas que bajan desde la cordillera de los andes, y es por esto que la gente puede vivir en una zona tan árida como es la región de atacama.
Las localidades están rodeadas de cerros áridos con escasa vegetación que se reduce a solo cactus que son alimentados por la camanchaca, esto hace el paisaje muy inhóspito y ya que tenemos pocas precipitaciones al año solamente cuando las condiciones atmosféricas lo permiten, esta da paso a una maravilla una en el mundo que es el desierto florido y muchos turistas disfrutan de ella.
Nos causa poco interés el viajar por la carretera largas distancias, muchas horas ya que no es nada alentador tener que soportar el paisaje seco ya que solo podemos ver cerros, dunas y planicies a todo esto hay que agregarle el calor y el aburrimiento por eso es que generalmente las personas viajan de noche La falta de agua en este territorio es principalmente por la falta de lluvias, también por las empresas mineras que extraen grandes cantidades de agua para la explotación de diversos minerales.
De todas maneras las personas han aprendido a sobrevivir en este árido desierto, sabiendo aprovechar las planicies para el cultivo de viñedos que son muy bien aprovechados en la región. Una de las características principales de nuestro territorio árido y seco es que en las noches baja la camanchaca, que produce bajas temperaturas esta alivia el calor del día para las personas y la escasa vegetación.[3]
El conocimiento y la sobrevivencia se convierten en la vertiente de la vida en el desierto, para poder reconocer donde se habita, de esta forma vida y muerte van de la mano en el desierto al quedar atrapado, por decirlo de alguna manera entre el mar y la cordillera y en medio la frange enorme de desierto. Cuyas evidencias marcan en la vida social el lugar del hábitat, pero al mismo tiempo para tener formas de sobrevivencia, alimento y cierto confort en el presente vivido.
El desierto y el mar denotan soledad y sólo el ruido de las olas y del viento nos hace presente el espacio en el cual nos encontramos, ubicación pormenorizada, que se convierte en reflejo antes el vínculo que se produce, su inmensidad solo puede ser irrumpida por nuestra pisada. Esta sensación solo se presenta al estar presente, al sentir el frio viento de invierno que recorre el litoral, sin más gente que mis dos acompañantes, durante varias horas recorrimos la costa, sin encontrar ningún poblado hasta llegar a Caldera, en este pueblo que se ubica en una bahía el mar entra con tranquilidad, aquí encontramos la estación de tren más antigua de Sudamérica, que tiene la ruta Caldera-Copiapó, inaugurados los trabajos de construcción el 4 de julio de 1851, bajo la dirección de la compañía Ferro y a partir de 1881 conto con una línea telegráfica, el largo de la vía fue de 81 kilómetros (50 millas).[4]
En la actualidad la estación del ferrocarril es un museo, cuyas piezas dan cuenta de la vida en la región en la segunda mitad del siglo XIX, fotografías y algunas carretas que servían de transporte, al final del museo se encuentra un espacio paleontológico, cuya pieza más impresionante es el maxilar completo de un megalodón, de una antigüedad aproximada entre 30 y 10 millones.
El museo se convierte en la vertiente que une el pasado lejano hasta llegar al tiempo de la inauguración del ferrocarril, para concatenar en el tiempo los pliegues de la tierra, desde el fósil marino encontrado en tierra firme en la zona paleontológica de Playa Inglesa, hoy parte del desierto de Atacama, hasta la llegada del hombre hace más de 150 años, recorrido que nos ubica al interior del mismo, como el deseo común de entretejer entre la gente de Caldera la unión de dos tiempos que generen principios de identidad local, para dar sentido de pertenencia a la comunidad.
El hallazgo fortuito de fósiles permite a los lugareños tener un patrimonio que a duras penas pervive ante el poco interés del estado para la investigación y preservación de las osamentas. De cualquier forma, se debe considerar que esta región tiene una riqueza invaluable de fósiles marinos y tal vez sea unos de los sitios paleontológicos más importantes de América del sur.
En el museo hice el intento de hablar con el encargado de la sala, pero no se encontraba, en la oficina administrativa nos dieron su número celular y Dante (bajo su guía fui conociendo la costa), le llamo, le dijo que no iba ir ese día al museo, que se encontraba a unos kilómetros intentado hacer un rescate de unos fósil es, pero que al parecer era tarde para hacerlo, las palas mecánicas, las grúas y los trabajadores estaban por arrasar todo, así que el preguntamos si podíamos ir, nos dijo que sí y nos trasladamos al sitio.
Pude constatar en el sitio a la salida de Caldera donde se esta trabajando para ampliar la carretera que une con Copiapó, que en efecto había varias osamentas en la superficie de ballenas, en una esquina estaba un pingüino y en una de las laderas estaban otras dos ballenas casi encimadas y en la parte de enfrente había un cocodrilo con boca de punta. A mi paso estaban otras tres, dos de ellas encaladas para poder sacarlas y llevarlas al museo; caminamos un poco por toda la zona y se notó con cierta claridad que había más fósiles marinos.
El trabajo de ampliación de la carretera corre contra reloj en sus gastos y a pesar de las buenas intenciones que pudiera tener el jefe de la obra, esta debe proseguir, debido a que ninguna institución gubernamental intentará parar desviar o para la obrar para poder realizar un rescate completo de la zona. En este sentido, no se llevo a cabo un recorrido de superficie lo suficientemente escrupuloso para poder levantar un inventario, además de realizar el rescate de todas las osamentas encontradas.
La falta de un procedimiento claro al respecto por parte de las autoridades, produjo un rescate al vapor, únicamente se pudo trabajar de la manera más rápida posible y sin hacer un trabajo serio de prospección. En las siguientes fotos se muestra de forma somera el trabajo realizado, debemos ver que es lo mejor que se pudo hacer dadas las condiciones reales de las políticas administrativas, de trabajo y empresariales, la parte de rescate de patrimonio paleontológico queda muy en desventaja ante la operatividad empresarial.
Una de las osamentas de ballena
Foto: Rafael Pérez-Taylor
En la foto se ve la distribución de la osamenta con cierto desorden debido al devenir del tiempo y en buena medida al trabajo de la carretera, en la parte superior izquierda se ven las huellas de los tractores y una pala, es de poderse considerar que la obra de construcción de la carretera esta destruyendo una gran cantidad de osamentas que posiblemente sean de diferentes especies.
A partir de este reconocimiento de superficie podemos ver que las osamentas son de mega fauna mamífera y pueden ser fechadas a priori en más de 10 millones de años de antigüedad, por lo que se podría considerar como el hallazgo más importante de fósiles marinos en América del Sur.Como puede observarse en la foto anterior esta una parte encalada para solidificar la osamenta, más abajo se encuentra otro montículo que presenta la extensión de otra ballena, se ven algunas partículas blancas que son parte de los huesos semi destruidos. Mezclados en cierta medida con cemento.
Aquí sobran las palabras, me parece de gran importancia que el Gobierno de Chile realice las gestiones institucionales necesarias para que este tipo de yacimientos que son Patrimonio de la Humanidad no sean destruidos por ningún tipo de obras.
Es necesario que se haga conciencia de la importancia de este tipo de sitios paleontológicos, que van más allá de posturas políticas y financieras de un estado. Aquí, se encuentran los vestigios de lo que fue la vida en el pasado profundo de la historia de nuestro planeta.[5]
El recorrido realizado nos ubica en el camino de unión entre ese pasado lejano y lo que hoy vivimos, millones de años de historia de las diferentes especies marinas, además de dejar ver todos los movimientos que han tenido las capas tectónicas para sacar del fondo del mar lo que ahí habitaba, hoy convertido en esqueletos fosilizados que marcan con su presencia la evidencia de aquellos seres vivos pobladores antiguos del sur del continente americano, su existencia nos hace reflexionar sobre las diferentes escalas del tiempo que van más allá de la presencia humana.
Estas líneas del tiempo se entrecruzan con nuestro presente vivido para decirnos la riqueza acumulada desde los espacios temporales más tempranos a nuestros días. En el reflujo de larga duración la historia de la tierra deja su evidencia enmarcado en esta franja desierto-mar, como un movimiento enraizado en un continuum que ha organizado desde el pasado lo que hoy tenemos.
La vida en el desierto comienza con un despertar cubierto con un manto de camanchaca, que alimenta a parte de la flora existente en el desierto. Al llegar el medio día se desplaza este manto de neblina espesa para dar paso a un radiante sol, un sol que día a día se muestra reluciente, en un despejado cielo azul, ausente casi siempre de nubes. El sol de Atacama no se oculta en todo el año, ni siquiera en invierno. Al caer la tarde y la noche nuevamente nos enfrentamos al frío característico del clima desértico. Es por eso que la tradición dice que en esta región vives las cuatro estaciones del año en un día.
La vida en el desierto se da en los valles. El valle de Copiapó en su pasado fue llamado por los conquistadores españoles “San Francisco de la Selva” lo que inmediatamente nos lleva a pensar lo diferente que sería el paisaje del valle durante el siglo XVI.
Encalado de una de las ballenas para ser transportadas en su rescate al museo de Caldera.
Foto: Rafael Pérez-Taylor.
Los que vivimos hace ya varios años en Copiapó, podemos recordar que hasta hace 20 años atrás, corría con un gran caudal, por el valle el río Copiapó, el que hoy ha desaparecido en gran parte de su recorrido, pudiendo llegar a su desembocadura en el mar sólo gracias a napas subterráneas que nutren su cauce. En la entrada sur de Copiapó, se encuentra el puente de acceso a la ciudad que hoy en día sólo es testigo de antaño cuando las aguas del río recorrían su cauce, actualmente podemos ver un terreno baldío solo con algunos pastizales.
Vivir en el desierto significa recorrer una ciudad en donde sus árboles no brillan en su verdor debido al constante polvo que cubre sus hojas. Viajar por su avenida principal Copayapu “que en voz indígena significa copa de oro” nos da los indicios de que vivimos rodeados de desierto, sobre todo cuando nos alejamos del centro de la ciudad y nos dirigimos al valle. Al parecer hemos perdido en los sectores que rodean a la ciudad, lo que los antiguos copiapinos llaman “el pueblo” donde en el pasado habían cultivos de hortalizas y una gran cantidad de árboles frutales, mucho de esto, hoy en día ha desaparecido principalmente porque en la gran avenida Copayapu se ha dado patente comercial, cambiando las plantaciones de hortalizas por terrenos estériles cerrados con rejas metálicas que en algunas épocas del año sirven para montar algún evento comercial, es decir cambiamos un bello paisaje agrícola por fríos recintos cerrados.
Nuestro Valle, ha sido intervenido por el hombre transformando su paisaje natural en grandes viñedos. Lo que nos ofrece una hermosa vista del valle hacia la cordillera, pero un paisaje sin acceso, ya que todo el recorrido del cauce del río ha sido cerrado por las empresas frutícolas productoras de uva de exportación. Igualmente sucede en la carretera hacia la costa en donde han proliferado los viñedos.
En los calurosos días de verano se agradece la presencia de los pimientos, árboles típicos de esta zona y resistentes a la falta de agua del entorno, con su gran follaje da la sombra tan anhelada cuando los termómetros superan los 30 grados de temperatura ambiental.
Los que alguna vez vivimos más al sur de nuestro país añoramos el verde paisaje que acá escasea. Me recuerdo en el sur de Chile contemplando el sorprendente brillo de las hojas de los árboles y su hermoso follaje, tan armonioso y variado y tan en contraste con nuestros añosos y rudos pimientos del norte.
Sin embargo el desierto tiene el encanto de sorprendernos con el colorido de sus cerros, que debido a los minerales que contienen, nos entregan una gama de tonalidades abarcando desde el color violeta, verde, café, rojo, anaranjado y otros.
Lo que me trae a la mente a mis estudiantes candidatos a maestros realizando una clase de artes mostrando a niños pequeños como pintar los cerros, sacándolos del estereotipo de que los cerros se pintan de color café.
Pala mecánica trabajando en el sitio paleontológico para abrir camino a la carretera.
Foto: Rafael Pérez-Taylor.
Vivir en una ciudad rodeada por el desierto nos permite en un par de minutos estar en un paisaje diferente con grandes planicies y dunas sorprendentes. Un lugar donde puedes sentir la inmensidad del paisaje en parajes que no te encuentras con nadie más. En un paseo, visitando el lugar en que encuentras cerca de la costa dientes de tiburón.
Vivir en el desierto de Atacama, significa que cada un par de años éste puede sorprenderte con su maravilloso desierto florido, fenómeno único en el mundo. Cuando llega a llover en esta zona, que es muy poco probable, todos sus habitantes esperan ansiosos la floración del desierto, para disfrutar de esos hermosos manchones de tonos violetas, blancos, amarillos y otros compuestos por hermosas flores, cuyas semillas estuvieron aguardando durante un largo tiempo por la anhelada lluvia que les permitiera germinar.
Es un orgullo de todo habitante de esta zona la magia del desierto florido, por lo mismo hemos aprendido a cuidarlo.
Vivir el Atacama, significa a veces sentirte alejado de todo, fenómeno que se produce por la geografía de nuestro territorio, en donde la distancia entre una ciudad y otra es muy grande, ciudades inmersas en este gran paisaje árido, pero lleno de vida.[6]
Notas:
[1] “El Atacama tiene importantes, raros y valiosos minerales, principalmente salitre (nitratos de potasio y sodio), formados por la reacción química del agua salda y los residuos volcánicos. Todos ellos extraídos en numerosos sitios. El clima seco del desierto, que pocas bacterias saprofitas pueden resistir, ha preservado muchos vestigios de interés arqueológico, incluidas herramientas incas (hace 500 años, éste era el límite sur del imperio) y momias de la civilización paleo india, miles de años más antigua”; Fuhr, James F.; Tierra; Editorial Altea; México; 2010; p.290. debemos señalar que la explotación de cobre es una de las más importantes del mundo.
[2] Ver: Ley N 17.288 de Monumentos Nacionales y Normas Relacionadas; Ministerio de Educación, Consejo de Monumentos Nacionales; República de Chile; 2004. Decreto n 484, de 1990, del Ministerio de Educación: Reglamento sobre Excavaciones Arqueológicas, Antropológicas y Paleontológicas, pp.27-35. Debe considerarse, que esta legislación es pertinente a nivel institucional, aunque esto no quiere decir, que en la práctica se cumpla cabalmente.
[3] Pérez-Taylor, Rafael; Entrevista de tradición oral-escrita con Dominique González; Copiapó; agosto; 2010.
[4] Ver: www.geovirtual2.cl/Museovirtual/FFCC/tur190sectorCopiapoCaldera.htm#Historia
[5] lunes 20 de septiembre, 07:59 AM: MÉXICO, D.F., septiembre 20 (EL UNIVERSAL).- Paleontólogos de Inglaterra y Chile lograron la reconstrucción de un fósil de ave prehistórica de más de 5 metros de envergadura El Pelagornis chilensis era una ave marina que vivió hace entre 5 y 10 millones de años en Chile, así lo pública el portal español El Mundo.es Los restos fósiles del enorme animal fueron descubiertos en el desierto de Atacama, cerca del pueblo chileno de Bahía Inglesa. El coordinador de análisis del Museo Nacional de Historia Natural de Chile, David Rubilar, asegura que estos restos demuestran que existieron aves con alas gigantes durante la prehistoria. La investigación y descubrimiento de este fósil que surcó los cielos sudamericanos aparecerá en la edición de esta semana de la revista Journal of Vertebrate Paleontology. El Fósil con alas de 5.2 metros mantiene 70% de sus huesos intactos, lo que la convierte uno de los más grandes hallazgos de aves voladoras.
[6] Pérez-Taylor, Rafael; Entrevista de tradición oral-escritura de Ximena Sapiains González; Copiapó; 2010; inédita.
Bibliografía:
Araos Leíva, Francisco & Rojas Cannel, Oscar; Marero. Un recorrido por el bordemar de Cardenal Caro; Publicaciones Centro de Desarrollo Sustentable Pichilemu; Pichilemu; 2007.
Fuhr, James F.; Tierra; Editorial Altea; México;2010;
Ley N 17.288 de Monumentos Nacionales y Normas Relacionadas; Ministerio de Educación, Consejo de Monumentos Nacionales; República de Chile; 2004. Decreto n 484, de 1990.
Philippi, Rodulfo Amando; Viaje al Desierto de Atacama; Cámara Chilena de la Construcción, Pontificia Universidad Católica de Chile, Biblioteca Nacional; Chile; 2008.
Pérez-Taylor, Rafael; Diario de campo de Chile: Desierto de Atacama; Antofagasta, San Pedro de Atacama; Copiapó; Arica; 2010; inédito.
__________, Entrevista de tradición oral-escrita con Dominique González; Copiapó; agosto; 2010; inédita.
__________, Entrevista de tradición oral-escritura de Ximena Sapiains González; Copiapó; 2010; inédita.
-Sagredo Baeza, Rafael, González Leiva, José Ignacio; La expedición Malaspina en la frontera austral del imperio español; Centro de Investigaciones Diego Barros Arana, Editorial Universitaria; Santiago de Chile; 2004.
Página de internet:
www.geovirtual2.cl/Museovirtual/FFCC/tur190sectorCopiapoCaldera.htm#Historia