ngresamos al año 2011 con serias preocupaciones sobre el curso de los procesos de rebelión y protesta popular en los países con significativa presencia islámica. Egipto y Túnez son dos botones de un pliego mayor: el eventual cuestionamiento sobre el injerencismo de Estados Unidos en el Medio Oriente. Venezuela e Irán se espejean mutuamente. Israel incrementa sus presiones no sólo en los procesos de su entorno inmediato, sino también en América Latina, al ser conocedor de que Argentina, Brasil, Bolivia y Ecuador han reconocido al Estado Palestino, dejando abierta la posibilidad de que otros países sigan el mismo derrotero.

El Medio Oriente es una zona geoestratégica de primer orden en la estabilidad planetaria, por sus vías interoceánicas y sus recursos energéticos. Es rica en bienes culturales y sitios arqueológicos de primer rango. Mientras los fantasmas neocoloniales de la destrucción y el saqueo de los museos iraquíes  han sido evocados con inquietud, tras los intentos culturales depredatorios en Egipto, en América Latina, la privatización del patrimonio cultural --en clave neoliberal-- sigue avanzando.

La unidad del mundo aproxima a las regiones distantes mucho más que en otros tiempos. No es accidental que Obama haya reclamado al gobierno de Lugo, en nombre de los intereses norteamericanos, investigue la presencia de terroristas islámicos en la triple frontera entre Argentina, Brasil y Paraguay, velando sus reales intereses geoestratégicos en torno al agua.

El líquido elemento calienta tanto el panorama mundial como el combustible,  convergiendo en la redefinición geopolítica de los corredores biocéanicos. Como consecuencia del cambio climático, originado fundamentalmente por las industrias de los países desarrollados y ricos, se está agudizando un déficit de agua dulce y de alimentos incompatible con el crecimiento de la población mundial. Las movilizaciones ciudadanas por el agua en Bolivia en 2001 frenaron una iniciativa del Banco Mundial que favorecía a la transnacional Bechtel, mientras que en el Uruguay, las movilizaciones y  la reforma constitucional lograron revertir la maniobra del FMI de privatizar el agua. En el continente casi un diez por ciento de la población carece de acceso a una fuente de agua potable mejorada.

La corrupción en las altas esferas políticas, el narcotráfico y el crimen organizado se van incrementando en América Latina. Las elites gobernantes no solo hacen muy poco por controlarlo, sino que más bien son responsables de su expansión, al formar parte del mismo en muchas de sus ramificaciones. Son cómplices de la construcción política y mediática del miedo y de la expansión del mercado de la seguridad. La clase política gobernante se ha visto desnudada por la información del banco de datos del WikiLeaks --que ha ventilado Julian Paul Assange-- demostrando palmariamente que las redes del poder global tienen sello neocolonial.

Que la celebración del centenario del nacimiento de José María Arguedas, antropólogo y escritor latinoamericano propicie reflexión y esperanza en que los nuevos tiempos están por llegar.

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