51 años del Asalto al Cuartel Madera. Entre el martirologio y el olvido

51 years of the Assault Wood Barracks. Among the martyrology and oblivion

51 anos Assalto Madeira quartel. Entre os Martirológio e do esquecimento

Yllich Escamilla Santiago[1]

Recibido: 01-09-2016 Aprobado: 20-09-2016

 

Quien actúa con prudencia y
 espera a un adversario que no lo es,
será el triunfador.
Sun Tzu

 

Punto de partida

Para quienes estudiamos la guerrilla mexicana es común tomar como fecha fundacional del movimiento armado socialista el 23 de septiembre de 1965,  se trata de un punto de partida más simbólico que real, ya que, ningún proceso histórico armado arranca con una fecha en concreto, se trata de procesos coyunturales específicos que pueden llegar a tener largas duraciones. En ocasiones la utilización simbólica de la memoria de los hechos de Madera puede nublar la comprensión de los orígenes estructurales del movimiento e inclusive justificar sin quererlo la acción represiva del Estado. Hablar del 23 de septiembre es evocar la memoria del agravio, de la violencia simbólica  de la clase dominante: “Puesto que era tierra lo que peleaban, denles tierra hasta que se harten”, fueron las palabras sepulcrales del gobernador Práxedes Giner Durán que operaron como una orden para enterrar a los guerrilleros en una fosa común. 

Reducir la complejidad social y política de aquellos años a un acontecimiento puntual lleva necesariamente al reduccionismo pues los acontecimientos de Madera quedarían grabados sólo como la marca de una acción fallida seguida de purulentas declaraciones gubernamentales, dejando al margen el complejo origen de esta lucha y contribuyendo a enaltecer la lectura martirológica de la historia de la izquierda en México. Reducir de esta manera es equivalente a reducir el pensamiento del Che Guevara a un poster, una taza o una camiseta, sin detenernos en la verdadera profundidad revolucionara del guevarismo; en este sentido, considero que Regis Debray no se equivocó cuando escribió que: “hemos reducido a Cuba a una leyenda dorada, la de los doce hombres que desembarcan y que se multiplican no se sabe cómo en un abrir y cerrar de ojos” (1971: 163). En ese mismo sentido, hemos reducido el análisis  del  inicio de la guerrilla moderna en México a un acontecimiento anecdótico. Una efeméride más en el poblado calendario de las derrotas.

El asalto al cuartel Madera comparte con el guevarismo, aunque en muy distinta proporción,  el hecho de que se les ha sometido a una memoria mariológica y heroica. En el caso del guevarismo las consecuencias han sido graves para la propia izquierda socialista, pues  el fracaso de la estrategia del foco guerrillero no ha sido evaluado aún con suficiente detenimiento; debemos entender que el foco no triunfó en ningún lado del planeta, ni siquiera en Cuba. Lo que hizo el gobierno cubano fue incorporar esta naciente mitología de historia de bronce guevarista, es decir, también fue parte de su mito fundacional, de ahí las malas lecturas de dicha estrategia hechas por muchos grupos armados en América Latina, entre ellos el Grupo Popular Guerrillero que intentó tomar por asalto el Cuartel de Madera.

 

La Revolución Socialista contra la Revolución Institucional

La aparición de la guerrilla en la sierra de Chihuahua fue resultado del fracaso de la Revolución Mexicana, es de llamar la atención que a mitad de la década de los 60 aparecieron grupos armados revolucionarios rurales en estados donde el problema agrario fue un reclamo de la revolución mexicana: Guerrero y Chihuahua, geografías de gran influencia de Emiliano Zapata y Pancho Villa. En esos lugares en donde se clamaba por la tierra, el régimen nacido de la revolución perfeccionó las herramientas para ejercer el poder a través de una democracia de forma y no de fondo, sustentado en grupos de poder de dominación local llamados caciques que no satisficieron las demandas de la población.  

Los vencedores de la Revolución Mexicana fueron los miembros del grupo Sonora encabezado por Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles, sin embargo, la inestabilidad social tuvo como consecuencia el asesinato de Obregón[2]. Para lograr pacificar el país y no volver al conflicto armado, en 1928 Calles aglutinó a la mayoría de las fuerzas políticas en un sólo partido,  el Partido Nacional Revolucionario (PNR), el cual consolidó su hegemonía debido al mecanismo de rotación de élites en el poder dentro del partido único, la fuerza centrípeta de control se sostuvo gracias a las alianzas con los poderes locales y caciquiles, los cuales ejercieron una forma de poder similar a la de pequeños señores feudales.

Toda participación política debía estar dentro de la órbita del PNR, que en 1938 se transformó en el Partido de Revolución Mexicana (PRM), y que con la consolidación del régimen de partido único  cambió su nombre Partido Revolucionario Institucional (PRI) en 1946. El corporativismo, que es “una relación institucional entre los sistemas autoritarios de toma de decisiones y de representación de intereses” (Schmitter, 1992:18), fue la base de la dominación del PRI; en esas décadas,  la única forma de participación política era dentro de los canales del partido único y sus organizaciones gremiales, de no ser así, la respuesta del gobierno era la represión. Así, este régimen autoritario naturalizó la cooptación y la violencia, transformándolas en parte de la cultura política local. Por ende, en el México priísta cualquier tipo de organización política al margen del partido y sus redes, tenía como desenlace un choque represivo muchas veces extremadamente violento.

Con la llegada de Lázaro Cárdenas al poder en 1934, la prioridad del gobierno fue la educación y el reparto agrario, entre otras políticas de desarrollo. A pesar de ello, la demanda de tierra siguió persistente, y con la llegada de Miguel Alemán en 1946, quien aplicó una contrareforma y el despojo agrario, se fortalecieron en cacicazgos locales; la corrupción del régimen alemanista difuminó los límites entre empresarios y caciques locales. En la década de los sesenta, en la sierra de Chihuahua se expandió la tala inmoderada de árboles en manos de empresas vinculadas que actuaban en contubernio con el gobernador Práxedes Giner Durán, dicho agravio se sumó al de la lucha magisterial, por lo que conllevó al choque directo con los capataces de la zona, luego con la policía y finalmente con el ejército.

Con la llegada del maestro normalista y con estudios politécnicos, Arturo Gámiz, a la Ciudad de Madera en Chihuahua, a mediados de la década de los años cincuenta, se desarrolló una organización política con los campesinos de la Unión General de Obreros y Campesinos de México (UGOCM), quienes pronto se vincularon con los hermanos Gaytán: Salvador y Salomón. Mientras tanto, un decreto presidencial de Adolfo López Mateos, que supuestamente protegía la tala inmoderada en la región, en realidad operó como un artilugio legaloide para que la empresa Bosques Chihuahua siguiera con la depredación de la sierra y el despojo campesino.

El contexto internacional influyó en la determinación de usar las armas, sobre todo el triunfo de la Revolución Cubana en 1959 y la defensa heroica del Gobierno Revolucionarios frente a la invasión mercenaria a la isla, financiada por EEUU en 1963. Ante un panorama local complejo y autoritario  aunado a un ambiente internacional marcado por el triunfo de una revolución en el continente,  los maestros y campesinos radicalizaron sus posturas; el doctor Pablo Gómez[3], junto con el maestro Gámiz y los hermanos Gaytán, decidieron iniciar la lucha armada. Es por ello que, con campesinos, obreros y estudiantes de Chihuahua, Durango, Sonora, Zacatecas y Coahuila se reunieron en El Primer Encuentro de la Sierra, en dónde la discusión fue entorno al método y la estrategia de la sublevación . Estuvieron presentes dos posturas, la del doctor Pablo Gómez, que pugnaba por hacer consultar a las bases antes de empezar las hostilidades y la de Arturo Gámiz, quien sostenía que era urgente pasar a la lucha armada de inmediato y sin previa consulta (Esteve, 2013: 52).

La semilla de la guerrilla estaba germinando, este grupo armado comenzó a operar desde  febrero de 1964, la voladura de un puente propiedad de la compañía Bosques de Chihuahua fue el inicio de su lucha armada; en marzo “ajusticiaron” al cacique Florentino Ibarra. En junio hicieron pública la existencia del Grupo Popular Guerrillero (GPG) por medio de un comunicado; en julio el GPG atacó la casa de un cacique local, la cual era utilizada como cuartel por la policía judicial, el 23 de mayo de 1965 el GPG emboscó a un pelotón del ejército federal, con el éxito esperado para los guerrilleros (Bellingueri,2003: 84-86, 97).

En febrero de 1965 se llevó acabo el Segundo Encuentro de la Sierra, en cuyos resolutivos se estableció que el “foco guerrillero” sería la estrategia militar del grupo, el cual se encargaría de la instauración del socialismo en México, además se creó el estado Mayor del Grupo Popular Guerrillero, encabezado por el maestro Arturo Gámíz, el doctor Pablo Gómez y Salomón Gaytán quienes durante meses se entrenaron en la ciudad de México al mando del ex capitán del ejército mexicano, Lorenzo Cárdenas Barajas. Cinco décadas después aún prevalecen las dudas de si este militar traicionó o no al grupo de guerrilleros.

 

El 23 de septiembre y el “denles tierra hasta que se harten”

El mismo Arturo Gámiz sabía que la acción armada directa era prematura: “Sabemos que no han madurado todas las condiciones ni vamos a sentarnos a esperarlas”, sentenció en el documento “Condiciones subjetivas”, expuesto en el Segundo Encuentro de la Sierra (Editorial Huasipungo, 2003: 159). El asalto que se pretendió realizar al cuartel militar de Ciudad Madera derivó en un conjunto de errores que terminaron en una verdadera catástrofe. El objetivo era hacerse de armamento y víveres para replegarse a la sierra y ahí instaurar el foco guerrillero, para ello, se contaba con más de una treintena de combatientes, la cual se dividió en tres grupos: El grupo dirigido por Saúl Ornelas y Pedro Uranga, cuyo grueso de la columna eran estudiantes normalistas, este grupo se perdió en la serranía; por otra parte, el grupo dirigido por Salvador Gaytán  no pudo llegar a su objetivo debido a la creciente de los ríos y las torrenciales lluvias; finalmente, el grupo base, dirigido por Arturo Gámiz y Pablo Gómez, fue el único en llegar al punto acordado (FEMOSPP, 2008: 285).


Imagen 1. Tomada de: http://elhumanista.net/

Antes del amanecer del 23 de septiembre, el GPG inició el combate, diferentes crónicas cuentan que al producirse las primeras bajas entre los militares, éstos se reorganizaron dentro del cuartel para contener el ataque, las vías del tren que sirvieron inicialmente de trinchera se convirtieron en un paredón, ya que, en ese mismo momento un tren se puso en marcha con los faros encendidos, los guerrilleros fueron visibles y expuestos a las balas provenientes del cuartel; conforme fueron apareciendo los primeros rayos del sol y se fue prolongando el combate, el GPG perdió la iniciativa. La retirada ya era imposible, al tratar de replegarse fueron alcanzados por una columna militar que llegó por la retaguardia, en total hubo 125 soldados enfrentando a 15 mal armados y desorganizados guerrilleros.

La columna fue aniquilada, el saldo fue de ocho bajas guerrilleras: Arturo Gámiz, Pablo Gómez, Salomón Gaytán, Rafael Martínez Valdivia, Miguel Quiñones, Emilio Gámiz, Antonio Escobel Gaytán y Óscar Sandoval.  Sus cuerpos fueron expuestos en la plaza del pueblo, como escarnio público y  posteriormente enterrados en una fosa común. En una acción repugnante, el gobernador Práxedis acuñó la deleznable frase: “era tierra lo que peleaban, denles tierra hasta que se harten”, a los familiares de los caídos se les obligó a rendirle honores fúnebres a las bajas del Ejército Federal, negándoles el derecho de hacer lo propio con sus difuntos.


Imagen 2. Tomada de: http://elpuntero.com.mx/n/475

Los sobrevivientes lejos de claudicar reafirmaron su convicción de lucha, pero también de heroicidad y martirio. La lucha del GPG siguió a través  del Grupo 23 de Septiembre, que años después se fusionó con el Movimiento de Acción Revolucionaria (MAR) para dar nacimiento al MAR-23 de Septiembre, grupo armado que se integró a una organización político-militar más amplia, y que también recogió la herencia simbólica mariológica  de Madera, la Liga Comunista 23 de Septiembre.

 

Trozos de historia rescatada del movimiento armado socialista en México a través de seis libros

Al fragor de la guerra interna en México, el régimen priista negó sistemáticamente la existencia de la guerrilla, los grupos armados eran definidos como delincuentes, robavacas, abigeos, mariguaneros, terroristas y desquiciados. Las acciones de las distintas guerrillas, así como los enfrentamientos y asesinatos fueron reseñadas fundamentalmente en los diarios y secciones de nota roja que no ofrecían mayor explicación de lo sucedido. Tras una atípica amnistía otorgada por el gobierno en favor de los guerrilleros presos, parecía no haber sucedido nada en el ámbito público, se pintó un  país en plena tranquilidad, en dónde no podía haber habido guerra, ni desaparecidos, ni asesinados. Muchos exmilitantes guardaron silencio, no había condiciones para hablar de lo sucedido. Las preguntas salieron a flote cuando el 1 de enero de 1994 el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) declaró la guerra al Ejército Nacional para deponer al presidente Carlos Salinas de Gortari.

En ese momento no se tuvo mucha información de quiénes eran estos guerrilleros con los rostros cubiertos, su irrupción inesperada  avivó el  interés público por explicar qué era la guerrilla. Las primeras publicaciones sobre la guerrilla en Chiapas fueron hechas por personajes vinculados a la derecha y solían estar cargadas de prejuicios y opiniones al aire. Poco a poco comenzaron a publicar periodistas, investigadores y sobre todo los ex guerrilleros de la década de los sesenta y setenta que buscaban aclarar la larga historia de luchas armadas socialistas que había tenido el país.  Gracias a estos trabajos pioneros se sentaron las bases para rescatar publicaciones editadas 30 años antes, comenzaba a redactarse de manera más amplia y diversa la historia silencia de estas organizaciones. Entre 1997 y 2000 se produjo la alternancia en el poder que culminó con el triunfo del PAN en la presidencia,  esta transformación coyuntural permitió tocar y profundizar en temas antes prohibidos, aparecieron nuevos libros con información sobre la masacre del 2 de octubre de 1968 y pronto circularon  incluso en semanarios nacionales nuevas informaciones sobre las guerrillas mexicanas que habían existido en México décadas atrás. 

El gobierno del panista  Vicente Fox, inició con una crisis política consecuencia de sus propios actos; la Caravana Zapatista confrontaba al gobierno y al país. El presidente había dicho en varias ocasiones que el problema de Chiapas lo resolvería en 10 minutos. La comandancia zapatista le tomó la palabra y emprendió un viaje rumbo a la capital del país, el objetivo fue el cumplimiento de los Acuerdos de San Andrés. Todo este ambiente favoreció las condiciones para que miembros del Comité del 68 exigieran castigo a los culpables de delitos de lesa humanidad del pasado reciente, principalmente se pidió castigo para el ex presidente Luis Echeverría y toda la cadena de mando que tuvo que ver en episodios de Guerra sucia, desaparición forzada, tortura, y homicidio; se creó así la Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado (FEMOSPP), y cuyo informe entregado en 2006 detallaba, en sus distintas versiones, la existencia de distintas organizaciones armadas de corte socialista así como la brutal represión de la que fueron víctimas.

No hablaré sobre los alcances, las disputas, ni la posibilidad de justicia efectiva que representó el trabajo de la FEMOSPP.  Sin duda se trató de un estudio inédito que, acaso por primera vez, daba cuenta de la magnitud del conflicto armado  y la brutalidad del estado, por ello es un documento imprescindible para entender la historia del movimiento armado socialista en el país.  Desde ese año a la fecha aparecieron una serie de publicaciones fundamentales que abrieron todo un nuevo campo de estudio y reflexión en torno a las organizaciones armadas socialistas en México en general y en particular sobre el asalto al Cuartel Madera, sus orígenes y sus largas consecuencias o efectos en los imaginarios de rebelión en el país. A continuación enlisto cuatro de los que me parecen más relevantes:

  • México Armado, 1943-1981 de Laura Castellanos, Editorial Era: Este libro se ha vuelto un clásico fundamental para quienes se inician en el estudio de la guerrilla y la violencia de Estado. Es posible decir con seguridad que es un trabajo nacido a consecuencia del alzamiento del EZLN, ya que, la misma autora menciona que fue producto de una investigación de 10 años, ese mismo 1994 comenzó la investigación hemerográfica, para darle paso a la entrevista de muchos familiares de guerrilleros y también ex guerrilleros. Resalto que el trabajo de Laura apareció casi a la par de la entrega del Informe de la FEMOSPP, en 2006, y del cual se puede hacer un ejercicio comparativo. Y en ambos casos se incluye una lectura más o menos compleja del Asalto al Cuartel Madera.
  • Amargo lugar sin nombre. Crónica del movimiento armado socialista en México (1960-1990) de Hugo Esteve Díaz y publicado en 2013 por el Taller editorial: La Casa del mago. El autor presenta una investigación histórica extensa, y muy bien ordenada, que nos remonta desde la lucha del Grupo Popular Guerrillero de 1965, hasta el umbral del EZLN en su organización de origen, las Fuerzas de Liberación Nacional.
  • La Liga Comunista 23 de Septiembre. Cuatro décadas a debate: historia, memoria, testimonio y literatura, coordinado por Rodolfo Gamiño, Yllich Escamilla, Rigoberto Reyes y Fabián Campos, editado por el Programa de Estudios Latinoamericanos de la UNAM y la Universidad de Tlaxcala. Considero que este libro que publicamos en el 2014, tiene alguna trascendencia ya que hasta ese momento no existía un libro colectivo de corte académico dedicado exclusivamente a la LC23S, en este trabajo se trató de emprender un ejercicio dialógico entre ex militantes, académicos consolidados e investigadores jóvenes. En él se muestran los efectos de mediano plazo de aquél asalto al cuartel de Madera. La Liga Comunista de 23 de septiembre fue, sin duda, una organización que contribuyó de manera definitiva a la preservación de cierta memoria de aquél asalto fallido de 1965.
  • Antología de testimonios y textos sobre la participación de las mujeres en los movimientos armados socialistas en México, segunda mitad del siglo XX, una compilación de María de la Luz Aguilar Terrés. Desde mi punto de vista, se trata de uno de los más importantes trabajos publicados recientemente sobre el tema (2014). El trabajo de Luz Aguilar es sui generis, debido a su formato y a que se ocupa de exponer el rol de las mujeres guerrilleras en México, situación que ha sido un poco acallada, este trabajo visibiliza lo que otras historias han omitido o minimizado, este libro podría ser el inicio a la entrada de estudios de género con respecto a la lucha armada en el país.

 

Todos estos trabajos comparten algunos puntos en común, de entre los que destaca su pretensión abarcadora y de largo aliento. En ese sentido permiten tener una visión amplia de la complejidad de las historias del movimiento armado socialista en México. Sus continuidades, rupturas y disputas, pero sobre todo la manera en que lentamente se fermentan y transmiten las memorias al interior mismo de los grupos clandestinos. Al leerlos se puede comprender el enorme efecto que tuvo en muchas organizaciones el estandarte de los acontecimientos del 23 de septiembre de 1965.

 

Los ecos de Madera

La historiografía guerrillera ha señalado al ataque al cuartel de Madera en Chihuahua, como el acontecimiento inaugural de la lucha armada socialista en México, sin embargo se trata sólo de un punto simbólico ya  que una lectura un poco más cuidadosa muestra que las acciones guerrilleras comenzaron antes de este fallido ataque. El mismo Carlos Montemayor enfatizó que el amanecer del EZLN estaba en el amanecer de ese 23 de septiembre. Desde la izquierda existe una constante exaltación simbólica de la muerte y el martirio, pensamientos que quizá forman parte de los imaginarios fuertes de los propios militantes. No sería descabellado pensar que estos referentes de martirologio y muerte, han contribuido a romantizar la derrota y con ello, a enaltecerla. Los efectos de esta memoria cargada de sentidos románticos del héroe caído contrastan con el olvido social que existe en torno a esta parte de la historia del país. Entre estos dos extremos, la memoria de la derrota persistente y el olvido indiferente, puede erigirse otro tipo de memoria colectiva, quizá aquella de los aprendizajes y los largos procesos intergeneracionales de aprendizajes, transformaciones y lentas gestaciones.

 

Notas:

[1] Licenciado en Ciencia Política por la Universidad Autónoma Metropolitana- Iztapala, cursó estudios de Maestría en el Posgrado de Estudios Latinoamericanos de la UNAM. Actualmente es candidato a doctor del mismo posgrado. Ha participado como coordinador de los libros: La Liga Comunista 23 de Septiembre. Cuatro décadas a debate: historia, memoria, testimonio y literatura, editado por la UNAM y la Universidad Autónoma de Tlaxcala (2014); y Cartografías del horror. Memoria y violencia política en América Latina, publicado por Taller editorial  La casa del mago (2015).

[2] El principio que dio inicio a la Revolución Mexicana fue la crítica al reeleccionismo que mantuvo 30 años en el poder a Porfirio Díaz. Después de 10 años de luchas intestinas y de facciones, Obregón llegó al poder venciendo y dando muerte a Venustiano Carranza en 1920, quien entre diciembre de ese año y hasta 1924 fue presidente de los Estados Unidos Mexicanos. Las ansias de poder llevaron al General Obregón a lanzar su candidatura para 1928; en esos años México vivía un posconflicto armado de tipo religioso, la Guerra Cristera y la lucha de facciones dentro de los sonorenses, problemáticas que dejaron campo abierto para que Obregón fuera asesinado el 17 de julio.

[3] Militante del Partido Popular Socialista (PPS) y del Movimiento de Liberación Nacional (MLN), organización solidaria con la revolución cubana.

 

Bibliografía:

Aguilar Terrés, María de la Luz (2014) Guerrilleas. Antología de testimonios y textos sobre la participación de las mujeres en los movimientos armados socialistas en México, segunda mitad del siglo XX. Edición independiente, México.

Bellingueri, M; (2003). Del agrarismo armado a la guerra de los pobres, 1940-1974. Ediciones Casa Juan Pablos y Secretaría de Cultura de la Ciudad de México, México.

Castellanos, L; (2016). México armado, 1943-1981. Editorial Era, México.

Comité 68 (2008). Informe histórico presentado a la sociedad mexicana. Comité 68, México.

Debray, R; (1971). Ensayo sobre América Latina. Editorial Era, México.

Esteve, H; (2013). Amargo lugar sin nombre. Crónica del movimiento armado socialista en México (1960-1990). La Casa del Mago, México.

Schmitter, P. y Lehmbruch, G; (1992). Neocorporativismo I. Más allá del Estado y el Mercado. Alianza Editorial, México.

VV.AA. (2014). La Liga Comunista 23 de Septiembre, cuatro décadas a debate: historia, memoria, testimonio y literatura.  PPELA-UNAM y UAT, México.

 

Cómo citar este artículo:

ESCAMILLA SANTIAGO, Yllich, (2016) “51 años del Asalto al Cuartel Madera. Entre el martirologio y el olvido”, Pacarina del Sur [En línea], año 8, núm. 29, octubre-diciembre, 2016. Dossier 19: Herencias y exigencias. Usos de la memoria en los proyectos políticos de América Latina y el Caribe (1959-2010). De Chihuahua a los Andes. Huellas y caminos de las rebeliones en la sierra. ISSN: 2007-2309.

Consultado el Viernes, 29 de Marzo de 2024.

Disponible en Internet: www.pacarinadelsur.com/index.php?option=com_content&view=article&id=1375&catid=59