Las olas en el mar nunca se detienen: las mujeres en el Movimiento de Acción Revolucionaria

The waves at sea never stop: women in the Movimiento de Acción Revolucionaria

As ondas no mar nunca param: mulheres no Movimento de Ação Revolucionária

Nithia Castorena-Sáenz

Universidad Autónoma de Nuevo León, México

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Recibido: 16-05-2019
Aceptado: 15-07-2019

 

 

En general, las mujeres involucradas en los grupos armados en México, en la segunda mitad del siglo XX; habían permanecido en los márgenes de la narrativa histórica de la época. Se plantea abordar a continuación el análisis de estas formas de participación diferenciadas por razón de género, en sólo uno de los grupos que operaron en este periodo en Chihuahua, el Movimiento de Acción Revolucionaria. Como podrá presumirse, este artículo es parte de una investigación más amplia que analiza la participación de las mujeres en los grupos armados de Chihuahua desde 1965 hasta 1973, entre los que se incluyen el Grupo Popular Guerrillero (GPG), el Grupo Popular Guerrillero Arturo Gámiz (GPGAG), el Movimiento 23 de Septiembre, el propio Movimiento de Acción Revolucionaria (MAR) y el Grupo N (o Los Guajiros).

El análisis parte de la perspectiva de género, lo que lleva a responder de forma reiterada las preguntas ¿qué papel desarrollaron las mujeres en este Grupo? ¿qué formas de participación tuvieron? ¿qué consecuencias diferenciadas vivieron por esta participación? ¿cómo se involucraron en estos procesos? ¿cómo se relacionaron las mujeres con los hombres del MAR? ¿cómo fueron las relaciones de pareja de un hombre integrante del MAR con una mujer no integrada al mismo?

Varias veces me enfrenté a cuestionamientos relacionados con el anacronismo que implicaría la búsqueda de feministas en el pasado de las décadas de 1960 y 1970. Se agradecen siempre los cuestionamientos que ayuden a reforzar la postura que se busca establecer. Esa no fue, ni es mi búsqueda. Los feminismos, lo que va del siglo XXI lo ha dejado claro, son precisamente eso: “los” (diversos, múltiples). Y obviamente, tienen una historicidad, e implican un proceso, arduo y complejo, para cada mujer que se va sumando y problematizando al respecto.

Ahora bien, es oportuno anotar que el movimiento feminista francés y estadounidense, que pueden considerarse los más avanzados en la segunda mitad del siglo XX, se encontraban en un proceso de construcción de los marcos teóricos para su consolidación. Incluso a nivel de políticas públicas y de legislación a favor de las mujeres, era incipiente.  

Propongo que es posible considerar como un texto clave para el desarrollo de una teoría feminista El segundo sexo de Simone de Beauvoir, publicado en Francia en 1949 y traducido al español a finales de la década de 1950.[1] Sin embargo, a pesar de sus más de 20,000 ejemplares vendidos, este libro produjo sobre todo críticas,[2] no feministas. María Moreno, en el prólogo a este libro de una edición reciente en español, menciona que Beauvoir no era feminista cuando escribió el libro, sino que se convirtió en “políticamente feminista” hasta la década de 1970 (2012, págs. 8-9).[3] Esta es, obviamente, una idea esencial.

En este punto es oportuno exponer algunas premisas teóricas. Primero, los grupos armados eran grupos que, de cierta forma, buscaron abolir un status quo, sin embargo, llama la atención cómo las personas que los integraron no lograron desprenderse del todo de ese status quo que pretendían abolir. Hombres de su tiempo, con una tradición a cuestas y un rol de género que les antecedía, ya listo ahí, para ser reproducido (sin importar si sus ideas apuntaban a la izquierda o a la derecha).

Dado que la intención de este artículo es aprehender y reflexionar sobre las operaciones de género alrededor de la operación del MAR, es necesario reconstruir el esquema de género que fue válido en la época a analizar, así se podrá “ver” a las mujeres y concluir que no fue precisamente un lugar marginal en el que permanecieron, sino que habían sido colocadas ahí por una narrativa que no las tomó en cuenta. Traerlas al centro de la narración pone al descubierto que para ser activas políticamente debieron construir resistencias e idear estrategias pues, nunca, el ejercicio de poder se da en forma vertical.[4] Además, el MAR contribuye a aprehender las formas, voluntarias o no, en que ellas se vieron involucradas en los grupos armados, enfrentando de este modo los mismos riesgos que los varones (con los que se relacionaban sobre todo por relaciones sentimentales y/o familiares). En cuanto a las consecuencias, éstas fueron diferenciadas de las que vivieron los hombres, sobre todo relacionadas con la crianza y manutención de las hijas e hijos, la terrible pérdida de un hermano y la represión militar que no se detuvo frente a esto.

 

Formas de participación de las mujeres

No es posible que exista ningún evento, ningún periodo en la historia de la humanidad, en el que las mujeres no hayan estado involucradas. En el caso de los grupos armados, es posible apreciar esto a través de dos formas distintas en las que ellas participaron. Cuando se unieron directamente a estos grupos. Y otra, aquella en que las mujeres se vieron involucradas a través de relaciones familiares con los hombres integrados directamente en grupos armados como es el caso del MAR, para el cual se hará énfasis en las tareas u obligaciones que asumieron y las consecuencias que éstas les generaron.

Parto de la idea de que este involucramiento implicó participación, pues finalmente el riesgo en el que se mantuvieron y las consecuencias que sufrieron son exactamente aquellas que sufrieron sus compañeros (detenciones, persecución, destierro, encarcelamiento y muerte). Esta forma de participación obedece, indefectiblemente, a una cuestión de género. Ellas se hicieron responsables de alojar y/o proteger a guerrilleros que estaban huyendo, o se vieron obligadas a la manutención y crianza de sus hijas e hijos cuando sus compañeros sentimentales se integraron de lleno en una vida clandestina propia de la guerrilla, o cuando murieron por su participación en la misma; fueron detenidas ilegalmente y en algunos casos torturadas.

Los roles asignados tradicionalmente a las mujeres son los de esposas, hermanas, hijas y madres; considerados como papeles subalternos, sin poder, sometidos a las órdenes de esposos, hermanos y padres. Sin embargo, aunque estos roles las colocan en una situación proclive al sometimiento y la obediencia, no implican una sumisión total. El poder siempre genera resistencias. Por otra parte, esa experiencia de las mujeres ejecutando un rol basado en su sexo, y la construcción de identidad a través de ese poder que se ejerce sobre ellas es, precisamente, una cuestión política.[5]

Considero importante exponer el planteamiento de Arlette Farge cuando afirma que: “Utilizar la idea de dominación afirmando que es universal y que tiene como efecto la necesaria exclusión de las mujeres de la esfera política es atenerse a una constante que no se parece en nada a un análisis” (1991, pág. 98). Este enfoque de la opresión presenta su mayor limitación al presentar a las mujeres como víctimas, tanto del patriarcado como del capitalismo, sin embargo, víctimas y nada más. Revictimizándolas se torna imposible dilucidar su actuación como persona políticamente activa. Es necesario superar, o más bien “huir” del simplismo ahistórico: dominación/subordinación.

Alain Touraine (2006) menciona que los propósitos de los movimientos societales son de transformación: “Un movimiento social jamás se redujo a la defensa de los intereses de los dominados; siempre quiso abolir una relación de dominación, hacer triunfar un principio de igualdad, crear una nueva sociedad que rompiera con las formas antiguas de producción, gestión y jerarquía”. En ese sentido puede resultar esclarecedor localizar los elementos de la “vieja sociedad” que se mantuvieron en esos laboratorios de nuevas sociedades, como lo fue el MAR.

Ahora bien, para lograr este análisis es necesario centrarse sobre todo en las relaciones. En el caso del MAR aquellas que se dieron entre las mujeres no integradas de manera explícita al grupo, familiares de los integrantes de éste.

En los siguientes párrafos se encuentra una presentación del MAR, su conformación, operación e integrantes, y dado que se hace desde la perspectiva de género se ubica en él a las mujeres que estuvieron involucradas. La reconstrucción se hace a partir de distintas fuentes: entrevistas, archivos personales, el Fondo Carlos Montemayor de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez y la Hemeroteca Municipal.

Alma Gómez, combatiente del Movimiento de Acción Revolucionaria
Imagen 1. Alma Gómez, combatiente del Movimiento de Acción Revolucionaria.
Fuente: Archivo del Colectivo Epistémico de Teoría Crítica de Chihuahua

 

Algunos puntos de partida sobre el MAR

Mucha de la información que el gobierno (específicamente la Dirección Federal de Seguridad – DFS) generó sobre este grupo, quedó plasmada en una revista caricaturizada por José Guadalupe Cruz (el creador de “Santo. El enmascarado de plata”), titulada Traición a la patria, en la que se recrea el proceso de formación, reclutamiento y operación del MAR, publicada en abril de 1971, luego de la detención de 19 de sus integrantes.

Otro aspecto importante del MAR es que su operación a nivel nacional se debió en gran parte a que en sus filas se integraron estudiantes de Escuelas Normales, integradas a redes nacionales de normalistas. Una de las redes más activas en esta operación del MAR fue la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas (FECS), que en varios años estuvo presidida por José Luis Martínez, quien muere durante un enfrentamiento en Torreón, Coahuila, el 9 de abril de 1979. Lo que aquí se presenta son los reflejos de lo que fue la operación en Chihuahua.

Gracias a que el MAR obtuvo capacitación militar en Corea del Norte, a sus integrantes se les calificó de “traidores a la patria”.[6] Entre sus iniciadores se encuentran Fabricio Gómez Sousa, Alejandro López Murillo, Camilo Estrada Luviano, Salvador Castañeda Álvarez, Leonardo Isidro Rangel y Candelario Pacheco, quienes realizaron estudios en la Universidad Patricio Lumumba de Moscú, en 1968. Aunque no hay certeza al respecto (y tampoco es objeto de este artículo), sería para 1969 que contaron con el apoyo de autoridades de la República Popular de Norcorea.

Supuestamente al regresar a México el grupo se subdividió en secciones. Una se encargaría de educación o escuelas, otra de reclutamiento y una última de expropiaciones. Además, se dedicaron a la instalación de casas de seguridad en la Ciudad de México, en Zamora (Michoacán), en San Miguel de Allende (Guanajuato); en Querétaro (Querétaro); en Puebla (Puebla) y en Chapala (Jalisco).[7]

 

Integrantes en Chihuahua

Debido al funcionamiento de la Normal Rural de Saucillo, y de la Normal del Estado de Chihuahua, a nivel estatal hay bastantes personas que se integraron a distintas células del MAR. Son tantas que no fue posible integrarlas a todas en este texto. Por lo tanto, el análisis a continuación se centra en las formas de participación de cuatro mujeres que estuvieron integradas a este grupo entre 1968 y 1973, aproximadamente. Estas mujeres son Alma Gómez Caballero, entonces maestra recién egresada de la Normal Rural de Saucillo, hija mayor del médico y profesor Pablo Gómez Ramírez, asaltante al cuartel de Madera el 23 de Septiembre de 1965; Minerva Armendáriz Ponce (†), recién egresada de secundaria, hermana de Carlos Armendáriz Ponce, integrante del GPG Arturo Gámiz y abatido en la sierra de Chihuahua el 22 de Agosto de 1968; Carmen Monares Fierro, estudiante de la Escuela de Filosofía y Letras, originaria de Delicias y parte de las jornadas de alfabetización de la colonia Villa, a partir de las cuales se integra a los círculos de estudios de Los Nachos, que aún seguían vigentes (Castorena Sáenz, 2013a); y Elda Nevarez Flores, ex estudiante en la Normal de Saucillo, originaria de Ignacio Zaragoza, Chihuahua.

Elda fue expulsada de la Normal de Saucillo debido a su actividad política. Ella comenta que en Ignacio Zaragoza tuvo un maestro, recién egresado de la Normal de Salaices, y es él quien

[…] nos platica más, yo lo ignoraba, nos platica más sobre la revolución cubana, nos habla de la URSS y bueno…eso termina por afianzar algunas ideas. Entonces, cuando yo entro a la Normal de Saucillo… inmediatamente a los grupos de la Juventud Comunista, y de ahí sigue. Ella es reclutada al MAR por Armando Gaytán, quien al parecer fue su pareja en ese lapso. Elda tiene 17 años al momento de su integración (Becerril, Becerril, Jardón, López, & Saldaña, 2007).[8]

 

La forma de integración de Minerva Armendáriz Ponce (†),[9] es completamente distinta a los otros casos. Ella insiste en ingresar a la guerrilla a pesar de su corta edad. Posiblemente haya sido su edad la razón por la que tuvo que insistir para entrar, en lugar de ser invitada. Desde la muerte de su hermano mayor, Carlos David, ella procesa su duelo estudiando los libros que éste había dejado subrayados y con anotaciones. Lee la carta del Che Guevara a la juventud y empieza a elaborar sus propias anotaciones sobre los mismos textos. Compartió sus reflexiones sobre estas lecturas con Jesús María Casavantes, quien fuera compañero de su hermano en el GPGAG. Ella se encuentra ávida de darle sentido a la muerte de su hermano y de demostrar que el gobierno “no ganó con su muerte”, pues, como lo expresa “los ideales nunca mueren”. Ella narra que

En tercero de secundaria logré que me aceptaran en la escuela de cuadros de la guerrilla. Los compañeros de mi hermano que sobrevivieron se estaban organizando para continuar la lucha contra los latifundistas y sus cómplices; mientras unos trabajaban en la Sierra, otros lo hacían en la ciudad (Armendáriz Ponce, 2006).

 

Seguramente este contacto se da a partir de la relación que ella construye con Casavantes, pues es éste mismo el que invita a incorporarse a Carmen Monares Fierro.

Por su parte, Alma Gómez Caballero recibe la invitación a participar en el MAR de parte de José Luis Martínez, originario de La Huerta, Michoacán y dirigente estudiantil en la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas (FECS), en la que las normales rurales tuvieron una participación muy importante. Además de él, es invitada a participar por su prima hermana Herminia Gómez, quien además participó de uno de los entrenamientos que se llevaron a cabo en Corea del Norte.

Cuando comienzan a reclutar a gente para el MAR, reclutan a gente de normales rurales y entonces eso hace que se abra terriblemente el abanico, porque ellos tenían conocidos y contactos por todo el país, y luego pues éramos gente política, con ideas socialistas, etcétera, etcétera, entonces muchos de normales rurales entramos al MAR, en particular al MAR, aunque en otras organizaciones también, pero por esta relación (Castorena Sáenz, 2013b).

 

Carmen Monares Fierro se integra al MAR a través de la invitación de su pareja, Jesús María Casavantes. Ellos se hacen novios en octubre de 1970, inmediatamente después de conocerse.  Para diciembre de ese mismo año ella ya se encuentra incorporada al MAR. A la pregunta de si tuvo dudas para entrar, ella responde que “La verdad es que sí, pero no lo pensé mucho, la verdad es que tenía miedo”. En cuanto a las razones que tuvo para integrarse a este movimiento, ella misma se explica, reflexionando desde el presente, que “Eran los sueños románticos de la juventud”. Luego, retoma el proceso de su reflexión en aquel momento al decir que: “entregas tu vida, que es el mayor tesoro que tienes, pero la entregas por una causa, que millones vivan mejor”, y concluye, “y pues te vas convenciendo a ti mismo” (Castorena Sáenz, 2013a).

Al respecto de las razones que la llevaron a involucrarse es sumamente interesante la que ofrece Alma Gómez Caballero. Ella, al momento de la muerte de su padre, lo que más sufrió fue el hecho de que lo mataran en esa primera gran acción, no la sorpresa de que hubiera asaltado el cuartel de Madera y que cayera muerto a manos de los soldados, sino el decir que hubiera sido tan rápido. Se podría pensar que, en esa tradición familiar de lucha, para ella seguía indefectiblemente la integración a un grupo armado, sin embargo, no fue así, el proceso de reclutamiento fue problemático pues reflexionó sobre su integración y las causas para hacerlo. Al respecto ella menciona que “No era una decisión que sí, pero tampoco que no”. Sin embargo, tal vez como en un sentido de solidaridad con quienes fueron compañeros de su padre, ella realiza labores de mensajera para el GPG Arturo Gámiz.

Alma Gómez, combatiente del Movimiento de Acción Revolucionaria
Imagen 2. Alma Gómez, combatiente del Movimiento de Acción Revolucionaria.
Fuente: Archivo del Colectivo Epistémico de Teoría Crítica de Chihuahua

Para el momento en que Alma se incorpora al MAR, no había otro grupo armado local que estuviera operando en el estado. Desde el otoño de 1968 se había exterminado al GPG Arturo Gámiz, y las bases urbanas de éste no retomaron el proyecto. En 1967 habían sido detenidos la mayoría de los integrantes del Movimiento 23 de Septiembre, en la ciudad de México. En el mismo periodo, se gestaba a nivel nacional el “Núcleo Central” con la participación de Diego Lucero Martínez en él, pero no se tienen datos de que, para 1970 éste ya estuviera conformando el Grupo N en Chihuahua. A la pregunta de si fue la falta de grupos armados en Chihuahua lo que la lleva a integrarse al MAR, ella responde que en esos años previos a 1970 ella todavía no se había planteado incorporarse a la guerrilla, es decir, la actividad de su padre en el pasado no fue determinante para convertirse en guerrillera. Alma toma su decisión a partir del final violento que tuvo el movimiento estudiantil de la Ciudad de México, el 2 de octubre en Tlatelolco, como ella lo comenta: “Básicamente fue después del 2 de octubre, en ese momento sentimos que están cerradas todas las puertas. Y no es gratuito que en todo el país miles de jóvenes nos comenzamos a organizar” (Castorena Sáenz, 2013b).

En cuanto a las razones de Elda para integrarse al grupo ella expresa que: “Razones no faltaban, sobraban”. Y aborda el nivel de conciencia que ella tuvo en ese momento sobre “la situación que estaba viviendo el país, de miseria, de represión total”, y agrega “y como mujeres aparecíamos todavía más”. Al momento de su integración corría el año de 1968 y para ella, así como para Alma, la represión que sufrió entonces el movimiento estudiantil, justificaba buscar la transformación por otras vías, pues no había más que se pudiera hacer por la vía pública y pacífica. Ella dice “acababa de pasar lo del 68, que fue terrible”, y agrega sobre la situación no sólo nacional, sino latinoamericana, como parte de la justificación para su decisión: “estaban los golpes de estado en América Latina” (Becerril, Becerril, Jardón, López, & Saldaña, 2007).[10]

 

Operación de células en Chihuahua

El 17 de diciembre de 1970, el MAR llevó a cabo una expropiación al Banco de Comercio de Morelia, que enviaba sus fondos en manos de un empleado que ese día viajaba en un camión de la línea comercial Tres Estrellas. El dinero expropiado estaba todo en dólares.

En Traición a la patria mencionan que con “su parte” del dinero, Antonio viajó a Estados Unidos “con el objeto de comprar ropa, pelucas de hombre y mujer, bigotes y otros aditamentos propios para disfraz, los que pensaban usar en futuras ‘expropiaciones’, con el objeto de hacerse de dinero para incrementar ‘la lucha.’” Alma tuvo la responsabilidad, luego de esa expropiación, de cambiar los dólares a pesos, “de a poquito”, en Chihuahua, en las casas de cambio de Chihuahua (Castorena Sáenz, 2013b).

De las cuatro mujeres que se abordan, tres de ellas nunca manejaron armas y siempre se ocuparon en tareas de enviar o recibir mensajes y paquetes. Alma piensa que fue así pues de alguna forma la “protegían” por saber que era hija de Pablo Gómez Ramírez (Castorena Sáenz, 2013b), aunque se desconoce en qué forma operó en los casos de Carmen y Minerva, es probable que haya tenido relación con esa idea de “protección” por el hecho de ser mujeres. En el caso de Elda, ella llegó a formar parte de la dirección nacional del MAR, sin embargo, al momento de exponer el nivel jerárquico que llegó a tener, ella lo explica en el sentido de que muchos de los integrantes del grupo habían sido detenidos o habían muerto en enfrentamientos, por lo que ella fue ascendiendo a falta de más personas. Es significativa esta explicación pues pareciera que por el hecho de ser mujer, ella debe explicar las razones por las que llegó a ese puesto, como si no fuera suficiente con los más de siete años que ya llevaba en la organización.[11]

Una de las acciones más escuchadas del MAR en Chihuahua fue el asalto a un camión de valores el 29 de julio de 1972. Como en el caso del triple asalto bancario realizado por el Grupo N el 15 de enero de 1972, los periódicos locales documentaron con lujo de detalles sobre el evento. El comando de asaltantes estuvo compuesto por cuatro personas, dos que llegaron de fuera del estado dos semanas antes de la acción, Andrés González Mancilla (a) Claudio, de 24 años de edad y quien dijo ser originario del estado de Guerrero; y Cándido Pérez Verduzco (a) Rubén, de 22 años de edad y quien dijo ser originario de Sonora; ambos detenidos durante la persecución de la policía municipal. Los otros dos integrantes lograron huir y el periódico sólo supo que se hacían llamar (a) El Güero, y (a) Abel.[12]

Durante varios días, estos integrantes del comando no fueron encontrados por las autoridades judiciales, quienes les perdieron la pista a la altura de la calle 27 y Degollado, cerca del parque Urueta. Es probable que estas dos personas hayan sido las mismas a las que hace referencia Gloria Ponce que estuvieron escondidas en su casa luego de un asalto (Montemayor, 2004), pues ella estrechó sus relaciones con Jesús María Casavantes luego de la muerte de Carlos Armendáriz Ponce. Y fue precisamente Casavantes quien fungió como enlace entre los integrantes del MAR que llegaron de fuera, y que ya habían sido “pedidos” por la Procuraduría General de la República y trasladados a México, y los integrantes del MAR en Chihuahua que participaron en el asalto, (a) El Güero y (a) Abel.

La policía, luego de tomar declaración y al parecer también torturar (Castorena Sáenz, 2013a) a los primeros detenidos, cateó la casa de Inés Sofía Casavantes de Meza, en la calle 18 entre Terrazas y Avenida 20 de Noviembre, pues éstos habían declarado que su primera noche en la ciudad la habían pasado en ese hogar. Ella era tía de Jesús María y esa fue su única relación con el grupo, por lo que la policía la puso en libertad.

Esta acción había sido planeada por la dirección nacional del MAR que en esos años analizaba la propuesta de conformarse en una organización nacional. Para ello uno de sus dirigentes, Octavio Márquez, viaja a la ciudad de Chihuahua para proponer una acción, cuyo objetivo principal era probar a algunas personas de un subgrupo del MAR (y son los que propondrían después la creación de la Liga Comunista 23 de Septiembre). Para esta operación estuvo comisionado Jesús María Casavantes para que proveyera la infraestructura para la acción, llegan dos personas de Guadalajara y “otros dos de aquí, muy probados”, el comando se compone únicamente de estos cuatro elementos. Carmen Monares y Jesús María Casavantes tienen la opción de abandonar la ciudad al acercarse el día de la acción, sin embargo, no lo hacen pues los integrantes de Guadalajara se estaban quedando con la tía de éste.

Los errores cometidos por integrantes del grupo armado provenientes de fuera de la ciudad se debieron sobre todo a su desconocimiento de la zona. Quienes dirigieron el vehículo fueron precisamente los integrantes de Guadalajara, y dieron con un camino cerrado pues estaba en construcción el periférico norte, ahora Ortiz Mena, a la altura de la colonia Campesina. Todos se bajaron del auto. Los integrantes del MAR de Chihuahua se dirigieron hacia el Chuvíscar, mientras que los otros dos pensaron que estaban cerca de la sierra y dijeron “nosotros vamos a la sierra” y no escucharon a los del MAR que “les dijeron que no era la sierra, sino un cerro” (Castorena Sáenz, 2013a).

Luego de la detención de Inés Sofía Casavantes, la tía Nechi, aparece una fotografía de Jesús María Casavantes en el periódico, “a todo color”, acusándolo de ser el autor “intelectual” y se menciona que lo acompañaba “una mujer chaparrita, morenita”, Carmen Monares Fierro. Luego de eso, la pareja duró huyendo cinco años, “fuera de aquí de la ciudad, bueno del estado. Y esos cinco años fueron de clandestinidad” (Castorena Sáenz, 2013a).

Alma Gómez, combatiente del Movimiento de Acción Revolucionaria
Imagen 3. Alma Gómez, combatiente del Movimiento de Acción Revolucionaria.
Fuente: Archivo del Colectivo Epistémico de Teoría Crítica de Chihuahua

 

Las mujeres del MAR en el después

Es un aislamiento total, terrible, cuando ya estaba detenida, mi defensa única era cantar.

Elda Nevarez Flores

 

En el caso de Elda Nevarez Flores, ella fue detenida durante un enfrentamiento con la Brigada Jaguar en Torreón Coahuila, el 9 de abril de 1979, ella ya era parte de la dirección nacional del Movimiento, como se mencionó anteriormente. Al momento de su detención su hijo mayor se encontraba en casa de sus padres y sólo tenía consigo a su hija menor, una bebé que dejó encargada con una vecina, que en el acto le prometió que sólo a ella le regresaría esa niña. Durante el transporte, uno de los compañeros que suben a la misma camioneta que ella le comenta que su compañero sentimental, padre de su hija, murió en el enfrentamiento. Ella menciona que

El hecho de que Elín estuviera muerto me permitía decir que todo lo sabía él, hubiera estado vivo, no hace uno eso, al menos así, de esa manera, no sé hasta qué punto un grado de tortura te pueda obligar incluso a delatar a tu compañero, al que amas, en realidad lo ignoro (Becerril, Becerril, Jardón, López, & Saldaña, 2007).[13]

 

El recuerdo de Elda sobre la prisión es el aislamiento total, terrible, en el que se encontraban detenidos. Menciona que su única defensa era cantar y que en una ocasión un soldado o policía llegó a dar un golpe estridente en la puerta de su celda y a gritarle que se callara, que si sólo esa canción se sabía. Ella menciona que, aunque un grito pueda parecer que no es mucho, en esas condiciones es algo muy fuerte, y a pesar de eso ella se armó de valor y cantó más fuerte. ¿Qué improntas podemos encontrar ahí, en la imagen de una joven aislada en una celda, para la reconstrucción de ese pasado? ¿Cómo opera la resistencia en condiciones de vulnerabilidad y violencia tan extremas? En el caso de Elda, su resistencia fue precisamente cantar.

Todas las canciones de protesta que me sabía, ahí salían de mi ronco pecho, todo el rato que yo estaba despierta lo dedicaba en contar y en caminar el trechito de más o menos un metro de ancho que tenía la celda, hubo una vez un individuo que me dijo que me callara, que algo así como “ya cállate, no sabes ninguna otra canción”, pero en esas circunstancias suena terrible, un vozarrón con un golpe en la puerta, y la amenaza. Yo estaba tan desesperada en serio que, si me hubieran vuelto a golpear, yo lo prefería, y entonces le dije: “y me sé otras más bonitas”, y canté… no me volvieron a decir nada. Fue la única ocasión. Yo cantaba mucho.[14]

 

En un mismo operativo en Chihuahua, habían sido detenidas ilegalmente también Minerva y Alma. Finalmente, Elda, Minerva y Alma, salen libres en gran parte como una respuesta, tanto estatal como federal, al movimiento que se había gestado en el país por las presas políticas. En el caso de Minerva y Alma, el Comité de Defensa Popular (CDP) y el movimiento de ocupación de tierras en Chihuahua presionó fuertemente al gobernador Óscar Flores para que rindiera cuentas de por qué había permitido que la DFS se las llevara, sobre todo en el caso de Minerva, que era una menor de edad de 16 años (Armendáriz Ponce, 2001). En el caso de Elda, ésta menciona que su liberación respondió al movimiento formado por doña Rosario Ibarra, “de una denuncia ya internacional de los secuestros aquí en México, lo que querían era parar las denuncias de alguna manera, y dar una respuesta. Y la respuesta fuimos nosotros” (Becerril, Becerril, Jardón, López, & Saldaña, 2007).[15]

Un día, sin informarle nada, Elda fue sacada de su celda. La subieron a un automóvil en el que le ordenaron que se acostara como si estuviera dormida. Llegaron frente a la terminal de autobuses del norte de la ciudad de México y le dijeron “vas a cruzar unos metros con la cabeza mirando hacia abajo y… caminas hasta que veas la banqueta, te vas derechito”. Ella no les hizo caso, pues pensó que le querían aplicar la ley fuga, y levantó la cabeza. El auto se fue, ella tomó el camión y llegó a su casa en Chihuahua. Lo primero que hizo, “obvio” dice, fue buscar a su hijo. Cuando llegó con él éste la recibió a patadas pues creyó que lo había abandonado. La condición de la maternidad en mujeres que se encuentran integradas a un grupo armado es un tema en suma complejo y vasto, por lo que ahora sólo se pretende dejar anotado como una cuestión que puede ser abundada en otras investigaciones.

En el caso de Minerva, también su maternidad se vio marcada por su participación en grupos armados. Al ser detenida ilegalmente a los 16 años, se encontraba ya embarazada de un hijo procreado con un compañero del MAR. Las torturas que ella sufrió durante su detención la impactaron no sólo a ella sino al bebé en gestación.[16]

En el caso de Carmen Monares Fierro, ella también procrea a su primera hija, viviendo en condición de clandestinidad. Ella y su pareja vivieron por cortos periodos de tiempo en varios estados de la república huyendo de los problemas que comenzaban a generarse con la poca organización entre los grupos armados a nivel nacional, luego de que surgiera la Liga Comunista 23 de Septiembre. Carmen comenta que en una caja pequeña cabían todas sus pertenencias.

Alma Gómez, combatiente del Movimiento de Acción Revolucionaria
Imagen 4. Alma Gómez, combatiente del Movimiento de Acción Revolucionaria.
Fuente: Archivo del Colectivo Epistémico de Teoría Crítica de Chihuahua

 

A modo de conclusiones

El análisis de la participación de las mujeres en los grupos armados de Chihuahua, requiere la reconstrucción de los roles de género de la época. Esto implica ubicar lo que era válido o esperado en la actuación de las personas de acuerdo con su sexo. No hay espacios o eventos en la vida de una sociedad, aun en el pasado, que no se encuentren transversalizados por esta perspectiva.

Las resistencias de los grupos subordinados, en este caso las mujeres que se vieron involucradas de alguna manera en los grupos armados, no son siempre tácitas. Es decir, no se encuentran en declaraciones públicas, en mítines, o en acciones físicas para enfrentarse al poder que intenta ejercerse verticalmente sobre ellas. Es forzoso buscar los rastros en lo cotidiano.

La mayoría de las personas que murieron tras su participación en grupos armados fueron hombres, y dado que entregaron sus vidas por una causa en la que creyeron, merecen reconocimiento por ello. Sin embargo, el que la mayoría fueran hombres es una consecuencia de que la mayoría de quienes participaron fueran hombres también. Por otra parte, la represión que padecieron las mujeres alrededor es innegable. El desvanecimiento de la participación de las mujeres en los eventos del pasado es producto de un esquema de género que privilegia y favorece la condición masculina sobre la femenina.

Por otra parte, este esquema de género sí se vio alterado, pero no fueron las mujeres las que lo hicieron, fueron los hombres. Los casos expuestos lo tornan evidente. El MAR fue una organización de mujeres también, dirigida por una en 1979, quien además tenía dos hijos al momento de su detención, y fue ella la que volvió por su hijo, una vez liberada. En el esquema de género válido en la época, los hombres eran los responsables de la manutención de sus familias, esa era su obligación, sin embargo, transformaron el esquema de género en la búsqueda de un objetivo distinto, “más grande”. Las mujeres no sólo no abandonaron su rol tradicional de género del todo, sino que se vieron aún más vulnerables pues no sólo se enfrentaron a la violencia estructural de las instituciones de seguridad de un gobierno que las perseguía, sino que, como en el caso de Minerva y Elda, tuvieron que vivir una figura que en aquel momento ni siquiera tenía nombre: la jefatura de familia sola.

 

Notas:

[1] Aunque no se tiene certeza de la fecha en que esta traducción llegó a México, se sabe que es alrededor de 1958 que es posible encontrarlo en Argentina, para más información puede consultarse a Liliana Mizrahi (2008).

[2] Tanto de la izquierda como de la derecha, incluso de otras feministas, como Sylviane Agacinsky y Judit Butler, como lo expresa María Moreno (2012, pág. 8).

[3] Una publicación tendiente a una transformación de paradigmas culturales, como el del patriarcado, se puede encontrar de forma evidente en la revista norteamericana Femenist Studies, la cual comienza a circular hasta el otoño de 1972.

[4] En el tono de las reflexiones que plantea James C. Scott en su conocida obra Los dominados y el arte de la resistencia (2000) las personas sobre las que se ejerce poder siempre resisten aunque no de formas evidentes ni en el ánimo de enfrentar o arrebatar el poder que se ejerce sobre sí mismxs. En la metáfora planteada por Scott respecto a un poder ejercido supuestamente de forma vertical, las resistencias darían el ángulo que hace que ese poder pierda, aunque sea un poco, de fuerza.

[5] Joan W. Scott menciona que la política es “el proceso por el cual las interacciones del poder y el conocimiento constituyen la identidad y la experiencia” (2008, pág. 24).

[6] El juicio “Traición a la patria”, refiere al título de un comic publicado el 14 de abril de 1971, apenas unas semanas después de la detención de 17 hombres y 2 mujeres (una de ellas de Chihuahua) integrantes y fundadores del Movimiento de Acción Revolucionaria. El director (sic) de la publicación fue José G. Cruz, y fue publicada por “Ediciones José G. Cruz, S. A.”

[7] Alma Gómez Caballero menciona que su primera escuela de cuadros se llevó a cabo en Michoacán, en lo que parecía una casa de campo a la orilla del lago (Castorena Sáenz, 2013b).

[8] Véase los minutos 5:36-6:10 y 9:06-9:27.

[9] Minerva fue abatida por una enfermedad voraz y desalmada, el 9 de abril de 2013. Sin embargo, logró concluir dos textos testimoniales sobre la experiencia de su hermano en la guerrilla chihuahuense, y la suya propia. Ella tuvo la claridad para ocuparse en reconstruir su propia historia, en lugar de preocuparse por su desvanecimiento. Como ella misma resuelve en la introducción del primero de éstos: “Seguiré buscando. Seguiré soñando de noche y escribiendo, indagando y recordando de día. Seguiré luchando hasta saciar mi sed – nuestra sed” (2001, pág. 5).

[10] Véase los minutos 9:36-10:19.

[11] Como ella misma lo menciona: “Yo era un guerrillero más en el grupo…este…pero fueron cayendo compañeros, el grupo tuvo una evolución y yo ocupé un cargo de dirección” (Becerril, Becerril, Jardón, López, & Saldaña, 2007).

[12] El Heraldo de Chihuahua, 31 de julio de 1972.

[13] Véase el minuto 38:15.

[14] Ídem, minuto 45:01.

[15] Véase el minuto 52:25.

[16] Así lo cuenta ella misma en su texto biográfico (2001), considerando ésta como la causa principal de las severas depresiones sufridas por su hijo Carlos que, finalmente, lo llevaron a la muerte a muy corta edad.

 

Referencias bibliográficas:

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  • Armendáriz Ponce, M. (2006). Morir de sed junto a la fuente. 30 años después. México: Mimeo.
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  • Castorena Sáenz, N. (2013a). Entrevista a Carmen Monares Fierro realizada el 12-03-2013 en Chihuahua, Chihuahua.
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  • Scott, J. (2000). Los dominados y el arte de la resistencia. México: Era.
  • Scott, J. W. (2008). Género e historia. México: FCE/Universidad Autónoma de la Ciudad de México.
  • Touraine, A. (2006). ¿Podremos vivir juntos? Iguales y diferentes. México: Fondo de Cultura Económica.

 

Cómo citar este artículo:

CASTORENA-SÁENZ, Nithia, (2019) “Las olas en el mar nunca se detienen: las mujeres en el Movimiento de Acción Revolucionaria”, Pacarina del Sur [En línea], año 11, núm. 41, octubre-diciembre, 2019. ISSN: 2007-2309. Dossier 22: Movimientos, grupos, colectivos y organización de mujeres.

Consultado el Jueves, 28 de Marzo de 2024.

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