Tras las huellas de un exiliado boliviano en Córdoba, Tristán Marof

On the trail of a Bolivian exile in Córdoba, Tristan Marof

Na trilha de um exílio boliviano em Córdoba, Tristan Marof

María Inés Dellavale[1]

Recibido: 25-02-2015 Aceptado: 13-03-2015

 

Introducción

Resulta una tarea bastante ímproba abordar un personaje como Marof y querer asirlo, fijarlo a un lugar, en este caso Córdoba, ya que estaba en constante movimiento, era un viajero permanente y su propia situación de político comprometido hacía que muchas veces tuviera que salir clandestinamente de un lugar y llegar a otro un tanto de incógnito. En el período que vamos a abordar, aproximadamente entre 1930 y 1936, estuvo radicado la mayor parte del tiempo en Argentina, estableciendo estrechas relaciones con políticos, escritores, periodistas, artistas, etc.

¿Qué comunidad de ideas había entre los intelectuales argentinos y en particular cordobeses y un exiliado como Marof? No lo era su filiación indigenista, ya que esa corriente de pensamiento arraigó con fuerza en los países con una población mayoritariamente aborigen que no era nuestro caso. Sí podía serlo la otra fuente del descontento de Marof: su antiimperialismo y su lucha contra gobiernos locales siempre complacientes con el gran capital.

En el presente artículo queremos reseñar su estancia en Córdoba, tanto en la capital muy ligado al reducto de Deodoro Roca como en Totoral en la casa de Rodolfo Aráoz Alfaro, verdadero hito que sirvió de refugio a artistas e intelectuales argentinos y de diversos países europeos o americanos, así como lugar de reunión y muchas veces de descanso de importantes figuras ligadas al arte, a las letras o a la política. En este recorrido lo primero que nos surge es la posibilidad de analizar las redes entretejidas de ese numeroso grupo de intelectuales, peligrosos héroes de la palabra. Pero es tan ceñida esa trama, tan rica en sujetos y en hechos, que solamente podremos por ahora abarcar a nuestro personaje en relación con ellos. Muchas fueron las actividades llevadas a cabo durante su permanencia en Argentina, algunas ligadas al periodismo, otras como escritor editando en ese período dos libros  en Córdoba y también como político, manteniendo contacto permanente con sus compatriotas siendo un activo opositor a la guerra del Chaco y denunciando el casi sometimiento del gobierno boliviano a los intereses de las compañías internacionales.

Según el relato que el mismo Gustavo Navarro hizo a su biógrafo Baciú (2007), estudió abogacía a instancias de su padre en la universidad de San Francisco Xavier en Sucre, lugar de su nacimiento y radicación de su familia. Desde su juventud adscribió a la oposición al movimiento liberal de su país. El mismo estaba en el poder desde fines del siglo XIX y representado por el Partido Liberal que se  manifestaba en gobiernos autoritarios y represivos.  Los opositores, cuyo número fue creciendo a lo largo de las dos primeras décadas del siglo XX, se reunieron finalmente formando el Partido Republicano que se hizo del poder en 1920 de la mano del presidente Bautista Saavedra. Navarro participó de ese movimiento revolucionario alineándose con el ala más reformista, que era la de Saavedra, obteniendo el cargo diplomático  de representante de Bolivia en Havre, Francia. Esto  le proporcionó la oportunidad de conocer Europa y le significó un contacto con notables escritores, intelectuales y políticos de izquierda, estableciendo lazos perdurables en el tiempo, además de publicar tres libros en ese lapso. El seudónimo Tristán Marof[2] fue adoptado por Navarro estando en Europa y lo utilizó para la edición de sus libros. Se dice que no quiso publicar con su verdadero nombre debido a que en esos momentos ejercía el cargo diplomático  en representación de su país  y no deseaba comprometer sus  ideas personales con su actividad oficial. Una de las cuestiones más urticantes abordadas en esa época fue el reclamo contra la usurpación realizada por Chile de la salida al mar de Bolivia, llegando a provocar resquemores por parte de los representantes chilenos. En los escritos de esa época ya aparecen sus ideas políticas más destacadas que incluían al indio como sujeto principal de los movimientos revolucionarios americanos. En su obra “El ingenuo continente americano” de 1923 habló de comunismo incaico y de la necesidad de rescatarlo y enriquecerlo con el “comunismo científico y heroicamente trabajador y fraternal” (Melgar Bao, 2012).

Según lo refiere Castro Vaca (2012), a su regreso de Europa en septiembre de 1926 el entonces presidente de  Bolivia  Hernando Siles, le ofreció el cargo de cónsul en Londres o la candidatura como diputado por su partido Unión Nacionalista. Marof rechazó, según se dice nada elegantemente, ambos ofrecimientos, y en cambio profundizó sus contactos con intelectuales latinoamericanos de reconocida trayectoria evolucionando hacia un marcado antiimperialismo, a la vez que comienza a tener en cuenta el rol de la población criolla como aliada para cualquier intento de cambio. Queda claro que sus vinculaciones en Francia lo habían llevado a un mayor conocimiento del marxismo y a un acercamiento, en especial por la vía de Henry Barbusse, a la experiencia del comunismo ruso que por entonces despertaba notable entusiasmo. De acuerdo a lo establecido por el investigador ruso Schelchkov,  Barbusse junto a Roman Roland

actuaban como una especie de agentes reclutadores de intelectuales para la Internacional Comunista. (…) De igual forma [Barbusse] contribuyó mucho a la reorientación de las búsquedas ideológicas de este joven boliviano, desviándolo del modernismo latinoamericano hacia el marxismo y el comunismo. Lo presentó a los líderes europeos del comunismo, que lo consideraron como portavoz y caudillo de los marxistas bolivianos, lo que estaba muy lejos de ser real. [Este autor ubica más bien a Marof como un]  nacionalista boliviano encubierto en la terminología marxista (Schelchkov, 2009).

Por esa época y junto a importantes dirigentes socialistas de su país, se dedicó a la organización del Partido Socialista Máximo el cual se define como marxista, en segundo lugar propende a ser un partido fuerte, material e intelectualmente; en tercer lugar, se define antiparlamentario (Castro Vaca, 2012).   En sus contactos con notables dirigentes de la izquierda latinoamericana se destacó la relación con el peruano Mariátegui al que, más tarde y residiendo ya en México, le acepta la invitación para escribir para la revista Amauta.[3] En cuanto a Bolivia, en el manifiesto inicial del partido mencionado se reconocían los ingentes esfuerzos realizados para despertar la conciencia de clase entre los trabajadores, pero los resultados no habían sido exitosos y el caudillismo continuaba siendo uno de los males que retardaban todo avance en aquel sentido y todo intento de organización. En cuanto a las propuestas destacaremos la concreción del lema propuesto ya por Marof en “El ingenuo continente americano” y que recorrería la literatura política de la época: tierras al indio, minas al estado.  Esto significaba la nacionalización de la principal fuente de ingreso del país, la actividad minera, y en este sentido apuntaba al corazón de la oligarquía boliviana en alianza con el capital trasnacional. La reacción de quienes detentaban el poder económico y político no se hizo esperar y se manifestó mediante la represión de los dirigentes y adherentes del partido. Para Marof significó su apresamiento, luego la huida de manos de sus encarceladores y su salida clandestina del país  iniciando  un largo período de exilio en diferentes lugares de América. Las relaciones anudadas desde su Bolivia natal lo llevan a Perú donde puede permanecer brevemente por el cerco y vigilancia estrecha sobre la militancia de izquierda. Parte hacia Panamá y de allí a Cuba donde se reúne con los apristas y participa escribiendo para su vocero, la revista Atuei. También aquí su presencia incomodó a las autoridades presididas por el dictador Machado[4] y debió abandonar el país, esta vez rumbo a México donde  por esos años residía un importante núcleo de exiliados de toda Latinoamérica. La recepción de Marof en este país fue bastante generosa, como lo fue con la mayoría de sus compañeros de infortunio. Allí permaneció entre 1928 y los inicios de 1930 trabajando en la Universidad Nacional como profesor en la Escuela Nacional Preparatoria y en la facultad de Filosofía y Letras, y realizando trabajos vinculados al periodismo comprometido como corresponsal y colaborador de varios periódicos y revistas de otros países. También participó en el Instituto Mexicano de Investigaciones Económicas dedicado a abordar la problemática socio económica del país y del resto de América, y que pronto sería cerrado por el gobierno de Portes Gil. Su actividad política fue intensa destacándose su militancia en la Liga Antiimperialista de las Américas,[5] su pertenencia al Socorro Rojo Internacional y su acercamiento al Partido Comunista proscrito en México en los últimos meses de 1929. Determinados cambios en la revolución mexicana hicieron que Marof se viera obligado a abandonar el país, de donde dice lo expulsaron por no querer “escribir un libro de elogio a la revolución y también porque mis artículos para el diario Crítica de Buenos Aires disgustaron al gobierno” (Melgar Bao, 2012 citando a Baciú)[6]. En enero de 1930 abandonó precipitadamente México, esta vez rumbo a Nueva York manteniendo vinculación con el muralista Clemente Orozco y con los comunistas norteamericanos de la Liga. Allí tuvo una corta estancia ya que desde antes había planificado dirigirse a Buenos Aires.

 

Marof en Argentina

Castro Vaca (2012) destaca dos hechos importantes en la relación de la intelectualidad boliviana con Argentina: la relevancia del pensamiento de José Ingenieros a quien atribuye la responsabilidad del acercamiento hacia el materialismo histórico en Bolivia y la visita de Ernesto Palacios en 1923 a La Paz, cuando ya ostentaba el título de primer diputado socialista de América, así como la estadía del socialista Mariano Rivas como cónsul argentino en aquella ciudad. De esta lectura también se desprende que a partir de la segunda década del siglo XX, en Bolivia se formaron partidos socialistas en las principales ciudades que en su mayoría eran centros mineros: en La Paz el Partido Socialista de Bolivia (1914), el Partido Socialista de Santa Cruz (1916), en Cochabamba el Partido Obrero Socialista, en Oruro el Partido Obrero Socialista (1919) y el Partido Obrero Socialista de Potosí (1921). Todo ello coincide con la primera juventud de Marof y con su permanencia en Europa.

Imagen 1. Tristán Marof. Imagen extraída del periódico <em>Flecha</em>, editado en Córdoba, Argentina por Deodoro Roca.
Imagen 1. Tristán Marof. Imagen extraída del periódico Flecha, editado en Córdoba, Argentina por Deodoro Roca.

Respecto de sus relaciones con intelectuales argentinos, no pueden estudiarse en forma aislada ya que existe un entramado, una red relacional que excede el marco de ambos países y los trasciende ampliamente abarcando el universo de países latinoamericanos tal como se ha reseñado ut supra y se extiende también hacia EEUU, último país visitado por Marof antes de recalar en el nuestro. De los años de su exilio posteriores a su huída de Bolivia en 1927, data su pertenencia a espacios de sociabilidad construidos en países en que ello era posible. De lo que hemos indagado no se desprende que el ejercicio de la abogacía fuera atractivo para Marof, sí lo era la escritura fuertemente ligada a la política. Este es el campo donde él desarrolló su actividad, repartiéndose entre escribir libros —ensayos y alguna novela— y colaboraciones periodísticas con determinados diarios o periódicos o en revistas especializadas. Las ya mencionadas colaboraciones para el diario Crítica de Buenos Aires versaban sobre diversos temas siempre alrededor del arte y de la política. Sin embargo, a raíz de una fugaz detención por parte de la policía mexicana el diario explicaba que “en sus últimos tiempos, Maroff (sic) había iniciado una serie de estudios sobre México (…) desde el punto de vista militar, social y político, en los cuales las autoridades mexicanas no salen del todo bien paradas”. Como ejemplo, en nota fechada  el 17 de noviembre de 1929 describía el resultado de las elecciones presidenciales ocurridas en ese país calificando a todos los actos electorales de “verdaderas batallas”. No había ningún concepto elogioso para el candidato oficialista y ganador sino todo lo contrario: calificaba a ese como de “día de tragedia” debido al resultado electoral. Se hacía eco de las amargas críticas del Comité Antirreeleccionista que denunciaba el fraude y aseguraba que el noventa por ciento de los mexicanos consideraba a José Vasconcelos como su presidente (Marof T. 1929 “El fracaso democrático en México” Diario Crítica, Buenos Aires,  21/12/1929).  Seguramente el tenor de estos escritos, su pertenencia al Partido Comunista recientemente proscrito en aquel país y su solidaridad con algunos presos políticos, motivaron su precipitada salida rumbo a USA.

De allí partió hacia Buenos Aires, probablemente no muy avanzado el año 1930. Eran tiempos convulsionados para Argentina y luego del golpe que derrocó al presidente Yrigoyen se desató una abierta persecución de militantes, que se ensañó muy especialmente con portadores de ideas revolucionarias tanto socialistas como comunistas o anarquistas. También le llegó el turno a Marof, quien fue arrestado y permaneció 21 días en el Cuartel de Seguridad de Palermo, obligado luego a abandonar el país, tal como lo expresa en el prólogo de su libro de 1935, recordando amargamente esos momentos llenos de privaciones. Esto provocó que la Liga Antiimperialista Argentina denunciara el hecho a través de un suelto fechado el 30 de noviembre de 1930. En este escrito se hace una caracterización del gobierno de la Junta que derrocó a Irigoyen diciendo que el verdadero propósito del golpe fue perseguir y encarcelar trabajadores y militantes de izquierda, para así poder aplicar medidas como despidos, rebajas de salario y aumento de horas de trabajo, en fin, que el “cuartelazo” no fue contra el irigoyenismo sino contra la clase trabajadora. Entre los nombres propios que mencionaba está el del “escritor boliviano Tristán Maroff (sic) fue obligado a trasladarse a Montevideo”.[7]

Retomando la reseña de las actividades de Marof, éste debió refugiarse en la capital uruguaya y, al parecer desde allí pasó a Brasil donde permaneció durante 1931. En la biografía que estamos siguiendo dice que de la capital uruguaya pasó a Río de Janeiro donde “me gané la vida traduciendo libros socialistas del español al portugués. De allí hice un viaje misterioso hasta la frontera para evitar la guerra del Chaco, cuya preparación la sabían mis amigos brasileños. Todo fue inútil. La guerra estalló” (Baciú, 2007: 58).

Efectivamente la guerra estalló en septiembre de 1932 y Marof manifiesta haberse trasladado a la provincia argentina de Jujuy, donde había una numerosa población boliviana, para emprender una campaña antiguerrera. Se estableció en aquella ciudad donde fundó el diario “Jujuy” a través del cual denunciaba “al gobierno de Salamanca como instrumento vil de compañías petroleras y acusamos igualmente al Paraguay de lo mismo” (Marof, 1936: 99). Esta actitud provocó la reacción de representantes del gobierno como el cónsul, y de las policías locales hermanadas con las bolivianas. Tuvo lugar entonces un constante asedio a su persona que fue en aumento llegando incluso a su detención por tres días en cárcel común, ya que el gobierno argentino deseaba mantener una postura equidistante de ambos contendientes de la guerra para no enemistarse con ninguno de ellos. Al final el jefe de policía lo conminó a irse de Jujuy bajo amenaza de ser deportado. Veamos cómo recuerda su recorrido unos años después:

Abandoné Jujuy y me radiqué en Tucumán, continuando como siempre mi campaña antiguerrera puesto que era mi deber y que esa era la posición justa de un desterrado boliviano. Pero a los pocos meses de residencia en Tucumán, un empleado de policía vino a buscarme a mi domicilio, notificándome con un decreto de confinamiento que el gobierno argentino había expedido contra mí a pedido del ministro boliviano en Buenos Aires. (…) Meses más tarde se declaró el estado de sitio[8] y un telegrama de Buenos Aires ordenaba mi captura. Advertido oportunamente tuve que ocultarme en el campo (…) hasta que por fin un buen camarada me ocultó en uno de esos ranchos de la provincia de Santiago del Estero. (…) Meses más tarde abandoné Santiago del Estero y fui a Buenos Aires en busca de trabajo. De Buenos Aires, por razones de salud me trasladé a Córdoba donde residí más de un año y medio sin ser molestado por la policía… (Marof, 1936: 101, 102)

 

Marof en Córdoba

Raúl González Tuñón dedicó a Marof un hermoso  poema, “El viejo soldado”, publicado en España en 1935, lleno de nostalgia por los tiempos compartidos en donde se refiere a la estadía en Córdoba en estos términos:

“(…) nos acordamos de Totoral y las “gacelas”; de Rodolfo y de su casa, de María del Carmen y su inmensa belleza,

(…) de Policho y su afán discutidor, de Carmen y sus cantos alemanes, de los buenos amigos de Córdoba;

Deodoro, Allende, Bergman (sic), Carloncho (…)”  (Baciú, 2007: 35,36) 

Sólo un poeta sería capaz de expresar tan certeramente el retrato de este grupo de amigos y conocidos, gracias a los cuales el exilio podría hacerse más llevadero. Marof continuaba siendo un perseguido a pesar de la aparente calma en que pasó su estancia en Córdoba, pero fueron años muy productivos desde el punto de vista intelectual y político, y donde se estrecharon los lazos de este grupo cuyos integrantes años después tomarían diferentes rumbos.

Dos pistas nos ha dejado Marof para seguir sus pasos en Argentina: su vinculación con los intelectuales porteños a través del diario Crítica porque allí fue donde se relacionó con escritores-periodistas, como lo era él mismo, y su cercanía a las filas del Partido Comunista.[9] En relación con esto y, sólo a los efectos de poder ordenar mejor nuestro relato, mencionaremos dos posibles grupos de pertenencia de Marof: uno correspondiente al campo de la política partidaria; otro es el campo intelectual conformado por una gran diversidad de actores provenientes del periodismo, de la literatura, de las artes plásticas y en menor medida del ámbito universitario. Los sujetos con los cuales se relacionaba podían pertenecer a uno u otro campo o a ambos a la vez. Entre los adherentes al campo político podemos mencionar a Rodolfo Aráoz Alfaro, Deodoro Roca, Gregorio Bermann, Enrique Barros, Esteban Rey, Aquiles Garmendia. En este punto cabe aclarar que la relación que mantuvo Marof con la III Internacional Comunista estuvo recurrentemente plagada de desencuentros y mutuas desconfianzas que dificultan su seguimiento. Lo cierto es que el dirigente boliviano era visto por algunos comunistas de la Internacional como un líder capaz de sentar las bases de un Partido Comunista en su país, pero esta no era una posición unánime. El acercamiento de Marof al grupo de exiliados bolivianos en Chile, de tendencia trotskista, lo alejó aún más del stalinismo con el cual rompió luego abiertamente (Schelchkov, 2009: 9, 10)

Más amplia es la nómina del campo intelectual que incluía a Cayetano Córdoba Iturburu, los hermanos Enrique y Raúl González Tuñón, David Alfaro Siqueiros en su paso por Argentina, el filósofo Alejandro Korn, Francisco Romero, Mecha Ortiz                                                            y el mismo Natalio Botana. Estando en Córdoba Marof se reunía a menudo con sus conocidos en el sótano de Deodoro Roca o en la casa de Gregorio Bermann con los que compartía su activismo en contra de la guerra entre su país y Paraguay. De Deodoro dijo que había sido “una persona interesante en la historia de América y en mi historia (…) mi vida en Córdoba fue con él” (Baciú, 2007: 34).

Durante el tiempo en que estuvo en esta ciudad la guerra del Chaco se había declarado y estaba en pleno desarrollo siendo el nudo alrededor del cual desarrolló toda su actividad política. Una de las tribunas desde donde expondrá sus críticas a la misma será el periódico “Flecha” creado por Deodoro Roca del cual fue estrecho colaborador. Ese es uno de los lugares desde donde podemos acceder a su visión tanto de la situación boliviana en general como de la guerra en particular.

 

Fundación del POR

En la época ya cercana al final del conflicto bélico, Marof funda en Córdoba ─ probablemente a fines de 1934─ el grupo revolucionario Túpac Amaru junto a otros exiliados. En la declaración de principios se manifiesta que “Su mayor empeño es fomentar la revolución proletaria y antiimperialista”. Hablaba de la necesidad de la insurrección tanto contra el amo nacional latifundista cuanto contra el capital imperialista que le daba respaldo. La guerra significaba la derrota de la burguesía gobernante que se había embarcado en esta aventura alentada por compañías petroleras extranjeras. Entre los principales objetivos del grupo estaba trabajar para que la guerra finalizara con prontitud; organizar a los bolivianos del interior y a los que estaban en el extranjero formando cuadros de lucha; luchar contra el imperialismo y sus aliados internos y especialmente “Constituir el primer gobierno socialista en América del Sur” (Justo L., 1971: 111, 112). El historiador del movimiento obrero boliviano, Guillermo Lora (1960), ubica a este grupo Túpac Amaru con este programa, como el embrión del Partido Obrero Revolucionario (POR) que habría quedado definitivamente constituido en un congreso celebrado en Córdoba en junio de 1935. Estuvieron  presentes José Aguirre Gainsborg representando al grupo Izquierda Boliviana formado con exiliados en Chile, Alipio Valencia Vega (escritor y periodista boliviano), Esteban Rey (argentino), Oscar Creydt (paraguayo) y por cierto Tristán Marof. Lora (1960: 18) manifiesta en este trabajo una encendida crítica a Marof, a quien califica de bohemio empedernido e irresponsable, mas versado en trapacerías que en marxismo. En realidad lo juzga por la postura mantenida por Marof luego de su retorno a Bolivia en 1937 y de la ruptura con Aguirre Gainsborg.

Además de colaborar con el periódico “Flecha”, Marof trabajó en Córdoba para la creación de una nueva revista sugestivamente llamada “América Libre”, que intuimos fue una especie de órgano del recientemente fundado POR. La aparición del primer número fue dada a conocer por el diario La Voz del Interior en un artículo del 16 de junio de 1935 titulado “PERIODISMO Y LETRAS. América Libre”. Allí decía que la publicación estaba dirigida por “un grupo de escritores, dedicando sus columnas a la crítica, el arte y la polémica”. También mencionaba a los autores de las mismas: Tristán Marof, Ed. King, Deodoro Roca, Iván Kesswar, Manuel L. Vilanova y Máximo Fuentes. En el segundo número de julio de 1935 se dio cuenta de lo actuado y resuelto en aquel congreso en que se había formado el POR, donde fueron abordados todos los problemas relacionados con Bolivia “minero, agrario, del Oriente, la situación política nacional, la organización del Partido, etc” teniendo como una de las consignas fundamentales “La tierra para quien la trabaja y las minas al Estado son los postulados de acción inmediata …” (Justo L, 1971: 120).

Por su parte Marof, luego de finalizada la guerra, realiza encendidas críticas al “socialismo” que se quería instrumentar en Bolivia por las autoridades que se impusieron luego de la guerra, y que desconocía la lucha de clases. Decía entonces del uso de la denominación de socialista que hacía el ex presidente Saavedra, con su habitual sarcasmo:

 El Estado Social Fascista que propugna Saavedra, tiene, además, una ventaja: suprime toda crítica y el control del gobierno es absoluto. ¡Mayor garantía para que los hombres “dignos” prosperen y los “honestos socialistas” se enriquezcan. A los pobres metralla y tiros por su poca imaginación de no haber comprendido el programa socialista de Saavedra (Marof  T. “Charlatanería socialista en Bolivia”, 1935,  periódico Flecha, diciembre de 1935)

Esto los llevaba a proponer una especie de “soldadura de todos los bolivianos, simplemente por el hecho de que son bolivianos, es querer fraternizar a los grandes terratenientes y a los grandes mineros con los humildes trabajadores indios y los modestos artesanos. En otras palabras la alianza de los lobos y corderos (Marof, 1936: 172).

 En el mismo libro, y tomando palabras textuales de Keswar, seudónimo de A. Valencia Vega, decía:

Nosotros debemos agrupar las fuerzas de izquierda en un FRENTE ÚNICO, dando cabida en él a los sindicatos, a los proletarios de las minas y a los diversos grupos realmente revolucionarios y que desean la transformación completa de Bolivia; (…) En Bolivia existe un proletariado sufrido, humillado y explotado que debe ser despertado por su vanguardia, por nosotros, organizarlo revolucionariamente y hacerle comprender que el triunfo solo se alcanzará en una lucha enconada contra la feudal-burguesía aliada al imperialismo. Todas las condiciones objetivas están a nuestro favor: quiebra de la economía, quiebra de de los valores políticos de la propia burguesía feudal, descreimiento del pueblo, masacre del pueblo en la guerra del Chaco y una deuda astronómica de mil quinientos millones de pesos cuyos intereses sobrepasan el presupuesto. (Marof, 1936: 176, 177).

Por otro lado es interesante analizar la entrevista que el diario LVI de Córdoba le realizó a Aguirre Gainsborg, que seguramente estaba en esta ciudad con el objeto de asistir al congreso del POR. En ningún momento se nombraba esta circunstancia, solamente en el título, luego del anuncio del reportaje decía “EL PARTIDO OBRERO REVOLUCIONARIO”. Se presentaba al entrevistado como “dirigente socialista boliviano, que se encuentra alejado (sic) de su país por su posición en la política interna boliviana” cuando en realidad era un exiliado por razones políticas. También alude, como si esto fuera fundamental, a que el entrevistado era “un distinguido abogado y escritor, descendiente de una familia muy conocida en Bolivia, entre cuyos ascendientes, está el ex presidente Achá,…”. Como el tema versaba alrededor del reciente acuerdo de finalización del conflicto bélico, no pudo eludir el diario difundir el pensamiento del exiliado frente a ello, que coincidía totalmente con el planteo de Marof y otros correligionarios. Los conceptos vertidos allí por Aguirre Gainsburg dan cuenta de la meridiana claridad que estos intelectuales tenían frente a un conflicto meramente inter imperialista entre dos grandes del petróleo que estaban intentando repartirse el mundo: la Standard Oil de Rockefeller y la Royal Dutch Shell de capitales anglo-neerlandeses. Bolivia puso en juego su territorio, parte del cual perdió, pero también puso lo más valioso que tiene cualquier pueblo: puso sus soldados, cuyos cadáveres quedaron por millares en el inhóspito lugar donde se desenvolvieron los acontecimientos (“El Líder Socialista Boliviano nos Hace Declaraciones Sobre la Paz Recientemente Firmada”, LVI, 11/06/1935). Otra noticia del mismo diario pone en evidencia la estrecha vinculación de Marof con el círculo de amistades de Deodoro Roca. Un medio de Buenos Aires informó que en el estudio del mismo se habían reunido gran cantidad de estudiantes y exiliados de toda clase, en un intento de conspiración contra Bolivia. Por su parte, Roca desmiente los hechos pero aprovecha para hacer consideraciones acerca de que se “inventan” conspiraciones para crear inestabilidad e inseguridad que justifiquen tanto una posible intervención extranjera en Bolivia cuanto el apresamiento de los exiliados en diferentes países. Respecto de lo numeroso del grupo, el autor dice conocer solo dos bolivianos en Córdoba: el cónsul y Marof (“El Dr. Deodoro Roca responde a un rumor malicioso e inexacto”, LVI, 15/06/1935). Eran los días en que Aguirre Gainsborg estaba en esta ciudad y probablemente otros exiliados, lo cual preocupaba a las autoridades.

 

Otras actividades en Córdoba

Luego de la firma en Buenos Aires del acuerdo entre Bolivia y Paraguay poniendo fin al enfrentamiento conocido como Guerra del Chaco, el Comité Pro-Paz convocó en Córdoba a un gran mitin para el domingo 16 de junio. Lo más llamativo era la solicitud enviada a la Liga Cordobesa de Foot – Ball (sic) pidiendo que se suspendieran los encuentros deportivos de ese día “a fin de que pueda asistir al acto la mayor cantidad de público” (“Auspiciado por el Cte. pro paz realizarase un gran mitin el domingo” LVI, 14/06/1935). Al día siguiente se dio a conocer la larga lista de oradores en representación de diversas organizaciones: Agrupación Femenina Antiguerrera, Blanca del Prado; Comité Pro Paz de América, Deodoro Roca y Tristán Marof; Unión Obrera Provincial, José Manzanelli; Partido Comunista, Rufino Gómez; Partido Socialista, Arturo Orgaz; Frente Juvenil contra la guerra, Francisco P. de Mauro; Federación Universitaria, Guillermo Delgado; Comité Radical de la Juventud Sabattinista, Luis T. Reartes; F. Obrera Local, Andrés Lampó; Comité de la Juventud Demócrata de la secc. 1º, Enrique Corominas. (“En el Mitin de hoy el Pueblo de Córdoba Exteriorizará su Franco Repudio a la Guerra”, LVI, 16/06/1935). Casi todas las organizaciones que aparecen adhiriendo a este acto son las que meses más tarde se movilizarán para el envío de telegramas, para realizar actos o peticiones  públicas en protesta por la  deportación de Marof.

Además de su intensa actividad política y como un hecho político más, Marof editó dos libros mientras permanecía en Córdoba, “La Tragedia del Altiplano” y “Habla un condenado a muerte” cuyos prólogos están fechados  en Las Rosas, Córdoba, 1935 y Totoral, mayo de 1936 respectivamente. En ellos aborda la problemática de su país presentada desde dos ángulos diferentes: en el primero hace un balance de la historia boliviana, más precisamente habla del despojo de su riqueza principal sufrido por el país desde la época colonial en que los españoles se apropiaron de la plata durante siglos y más tarde la explotación del estaño por parte de una minoría pudiente aliada a capitales extranjeros. Habla de la extrema miseria del proletariado minero boliviano, siempre explotado por un pequeño número de capitalistas que violan permanentemente las leyes laborales cuando estas existen. Propone un  hecho revolucionario en tanto y en cuanto ello apuntaba al sector más poderoso de la economía boliviana, que era:

la nacionalización de las minas sin indemnización de ninguna especie. Nacionalizadas las minas el Estado socialista podría adquirir una singular importancia hasta hoy desconocida. Sus necesidades más apremiantes serían solventadas: educación pública, una red eficiente de caminos, creación de industrias, desarrollo económico de los distritos más alejados, fomento de la agricultura y electrificación del país  (Marof  T., 1935: 115).

La segunda parte del libro está dedicada a la guerra del Chaco, desarrollando su crítico punto de vista: por un lado ve la guerra como la última salida que tenía la feudal burguesía (sic) para evitar la revolución y por otro denuncia, una vez más, la presión de la empresa petrolera Standard Oil interesada en que Bolivia se apoderara de un puerto en el río Paraguay que le permitiera conectarse con una salida al mar vía Buenos Aires (Marof T., 1935).             

El otro libro, como ya lo indica su nombre, es de tipo autobiográfico y en él Marof narra en detalle la persecución de que fue objeto por la policía argentina a pedido del gobierno boliviano que intentaba mantenerlo alejado de su frontera  y silenciar su protesta por la guerra con Paraguay que tan desastroso resultado estaba dejando. Obviamente que el compromiso político del autor no es abandonado en ningún momento y, si bien el libro es autorreferencial, lo allí narrado es un capítulo más acerca de la persecución de las ideas que se daba en esos momentos tanto en Bolivia como en Argentina. Recordemos que esta publicación es posterior a la finalización de la guerra y también a la fundación del POR al que recurrentemente menciona Marof.

Dedica gran parte del libro a hacer una crónica de las peripecias vividas desde su salida de Córdoba para radicarse en Buenos Aires en septiembre de 1935. Menciona que él pensaba que ya no regía el decreto de confinamiento del año 1932 porque sus actividades eran muy conocidas y no había sido molestado por la policía. En esas circunstancias y ya en febrero de 1936 fue invitado por amigos chilenos para brindar una conferencia en Santiago. Viajaba en tren y al llegar a Mendoza, intelectuales de esa ciudad lo invitaron para una disertación. Luego de ocurrida la misma se le comunica que el gobierno chileno le negaba la visa para llegar a ese país y a su vez el gobierno argentino, haciendo cumplir aquel viejo decreto, le ordenaba residir en la provincia de San Luis. Desoyendo esta orden, y mientras regresaba a Buenos Aires fue esperado en San Nicolás por la policía que lo escoltó hasta la capital quedando detenido una vez más. Al llegar a la estación lo esperaba un grupo de policías pero, para sorpresa de los mismos también estaban Sara Tornú de Rojas Paz y Enrique González Tuñón, ambos integrantes del grupo de artistas e intelectuales siempre alertas ante los atropellos que todo el tiempo cometía la policía y fuerzas de seguridad de la época. Con su habitual sarcasmo, el autor menciona que “Como la señora de Rojas Paz tiene el cabello platinado, los policías con una «admirable psicología», supusieron que debían dar «mueras a los judíos»”. Agrega que no se animaron a detenerla porque dicha señora no tenía nada que ver con el comunismo y era una cultora de las letras y animadora de los círculos literarios de Buenos Aires (Marof T. 1936: 77).              

Fue llevado a “(…) los calabozos de la «Sección Especial», desnudos y fríos donde el ex diputado italiano Tuntar, tuvo que recostarse muchos días a pesar de su asma y de sus años; donde se han recostado en el suelo infinidad de obreros, estudiantes y aun mujeres, (…)” (Marof T. 1936: 79)

Imagen 2. “Standard oil”. Imagen en alusión a la guerra del Chaco extraída del periódico <em>Flecha</em>, editado en Córdoba, Argentina por Deodoro Roca
Imagen 2. “Standard oil”. Imagen en alusión a la guerra del Chaco extraída del periódico Flecha, editado en Córdoba, Argentina por Deodoro Roca

En varios capítulos narra con lujo de detalles la forma en que fue sacado del país para ser llevado a Bolivia. Cita reiteradamente al comisario Kusell quien le anunció su deportación y, al ser requerido sobre el porqué de la misma respondió: “El gobierno ha mirado con muy malos ojos su intromisión entre la intelectualidad de izquierda de Córdoba. Usted debe irse. Además, usted ha escrito sobre la guerra del Chaco y ha comprometido la neutralidad!” (Baciú S., 2007:96) comentándole también que en Brasil habían caído presos Luis Carlos Prestes y Rodolfo Ghioldi —ambos eran conocidos dirigentes al Partido Comunista de Brasil y de Argentina respectivamente—  regocijándose por el hecho de que éste estaría pronto en sus manos (Marof T. 1936: 96).

Un día le anunciaron que sería deportado sin decirle a donde y sin permitirle comunicarse con sus amigos, ni con su abogado, ni llevar consigo sus ropas y pertenencias. Lo embarcaron custodiado en el tren Panamericano comentando que el viaje fue muy confortable hasta Tucumán donde debía hacer trasbordo a un tren estatal. Mientras el policía que lo custodiaba solicitaba los boletos, fue abordado por un joven que dijo conocerlo identificándose como periodista. Marof aprovechó esa circunstancia para solicitarle que telegrafiara a sus amigos y conocidos de Buenos Aires y Córdoba para que hicieran público el hecho de que estaba siendo llevado para entregarlo a las autoridades bolivianas en contra de su voluntad. El viaje continuó hacia Jujuy y al llegar a la estación, esta se hallaba repleta de exiliados bolivianos que se habían enterado de lo que estaba ocurriendo y le hacían llegar su solidaridad aunque la policía les impedía el paso  hacia el tren. Entre los que reconoció nombra a Valencia Vega, José Ávila, Argandoña, Limachi. También menciona que el periodista Puiggrós, director del diario “El Norte” de Jujuy, había presentado un recurso de “habeas corpus” rechazado por el juez actuante. La última estación del recorrido fue La Quiaca donde lo esperaba el comisario local. Al día siguiente fue entregado en custodia al ejército boliviano, a un coronel de la Brigada del Sur que lo trasladó a Villazón. La impresión que tuvo allí se reflejó en las páginas de su libro: “¡Nada había cambiado! ¡Nada! Un país sometido, una sombra de país que hasta las fronteras enviaba su grito piadoso. Bolivianos salidos de la guerra. Bebidas, desoladas confesiones, harapos, gente que quería rebelarse y no podía (…)”. (Marof T. 1936:128) Los soldados que lo custodiaban le contaban sobre la horrible experiencia de la guerra. Luego de tres días supo que iba a ser trasladado a Tupiza, y como no era día de tren lo llevarían en autocarril. Al llegar a dicho pueblo lo alojaron en un hotel y le pusieron custodia permanente.

Mientras ello ocurría la noticia de su deportación corría hacia el norte y hacia el sur y los amigos y conocidos de Marof organizaron diversos actos de protesta contra la arbitraria decisión del gobierno argentino.  En La Paz se levantaron voces de protesta por parte del Partido Socialista, de la Federación Obrera del Trabajo y de algunos periódicos.

En Argentina, apenas conocida la noticia de la deportación, se levantó también una ola de protesta en especial en Córdoba y Buenos Aires. En la primera de estas ciudades, uno de los diarios locales dio a conocer un telegrama del Comité Pro Paz y Libertad de América dirigido al Ministro del Interior pidiendo la libertad de Marof y aludiendo a la tradición de asilo que muchas veces se invocaba por parte del gobierno (“El Escritor Marof ha Sido Detenido en Buenos Aires”, LVI,  08/03/1936). Seis días más tarde se difunde la noticia con este titular: “El Gobierno Argentino Entrega a un Exilado Político Condenado a Muerte” y destaca que no había mediado solicitud del gobierno boliviano. En la misma fecha la Agrupación Femenina Antiguerrera de Cosquín, presidida por Leonilda Barrancos de Bermann, envió un telegrama al presidente de Bolivia reclamando por la amenaza de condena a muerte de Tristán Marof, gran americano. Otras agrupaciones y personalidades también hicieron oír su voz dirigiendo telegramas a las autoridades, en especial al Ministro del Interior argentino Leopoldo Melo. Nombramos las que cita el mismo Marof (1936) en su libro: Grupo de parlamentarios socialistas, el presidente del radicalismo Dr. Alvear, la Agrupación de Intelectuales, Artistas, Periodistas y Escritores (A.I.A.P.E.) constituida en Buenos Aires y su amigo Deodoro Roca que escribió una extensa nota del mismo tenor en su periódico Flecha.

Semejante reacción de organizaciones argentinas y también de otros países sorprendió desagradablemente al gobierno boliviano que pronto emitió un comunicado a través de su legación en Buenos Aires donde anunciaba el inminente regreso de Marof. Deslindaba toda responsabilidad de su gobierno diciendo que en ningún momento se había pedido la detención y menos aún la deportación siendo que “(…) la presencia del Sr. Navarro [en Bolivia era] indeseable por sus conocidas actividades comunistas”(“La Legación Boliviana Dice que Volverá Marof”, LVI, 19/03/1936)

En los días siguientes el diario publicó paso a paso lo sucedido con Marof y su retorno a Argentina. Un nuevo comunicado anunciaba el regreso del mismo atribuyendo este hecho al “(…) reclamo vibrante de la juventud y los intelectuales de América” (“Marof Está en la Argentina”, LVI,  30/03/1936). Todo esto no había hecho sino alentar el accionar del Comité Pro Exilados y Presos Políticos que intensificó sus actividades surgiendo filiales en Río Cuarto (Córdoba), en Jujuy y organizando asambleas en distintas ciudades argentinas en alguna de las cuales participó Marof. (“Anuncian Actos Públicos en Pro de los Exilados”, LVI, 07/04/1936).

A pesar de ser Habla un condenado a muerte un libro autobiogáfico como ya hemos dicho, Marof se cuidó muy bien de hacer alusiones a cuestiones personales que no tuvieran que ver con su vida pública. La única referencia a su vida familiar que hemos advertido es su reproche al hecho de que cuando estuvo detenido en Tupiza no se le permitió ni siquiera comunicarse con su familia. Muchos años después, en sus confesiones a Stefan Baciú, dirá que tuvo dos matrimonios y tres hijos que no vivían con él. Hacemos esta acotación porque su segundo matrimonio fue con una cordobesa precisamente en los años que estamos reseñando. La joven era Ercilia Chana, hija de Aquilino Chana, conocido fotógrafo y artista plástico de San Francisco, ciudad en la que Marof había estado en julio de 1935 brindando una conferencia. El casamiento se produjo, probablemente, en abril de 1936, luego del regreso de Marof de su forzada deportación. Evidentemente había alguna relación entre el escritor boliviano y personalidades de San Francisco, tal vez el vínculo era el rebelde Intendente Trigueros de Godoy como dice el historiador Ferrero R. (2011: 131)[10]. Al año siguiente Marof regresó a Bolivia donde continuó su labor política y como escritor.

 

A modo de conclusión

Hemos superado un primer intento de hablar de cierre del paso de Marof por Córdoba. Pareciera más acertado hablar de una apertura, porque queda bastante por decir y probablemente por rectificar. Faltó la compulsa de algunos documentos, por ejemplo aquellos en que seguro se reflejan las órdenes y contra órdenes relativas a los sucesivos encarcelamientos de Marof y a los intentos por aplicarle la tan temida ley de residencia.

Pero el objetivo inicial de indagar sobre las relaciones establecidas por el revolucionario en las provincias donde residió temporariamente, pareciera estar cumplido. Desde Jujuy a Buenos Aires, pasando por Tucumán, Santiago del Estero y Córdoba, abarcando también Mendoza, Marof cosechó amistades en todos estos lugares. En algunos también visiones muy críticas. Su oficio como periodista lo acercó a aquellas publicaciones más ligadas a los grupos de izquierda, cuando no fundó él mismo algún diario o periódico; los círculos de escritores no le fueron ajenos y la intensa actividad política desplegada en torno al tema de oposición a la guerra del Chaco y a la continuidad en el gobierno de Tejada Sorzano[11], le valió la cercanía de muchos exiliados bolivianos y de integrantes de grupos políticos afines. A lo largo de su estancia en Córdoba, y tal vez antes, Marof se alejó definitivamente del stalinismo, al cual calificará duramente en lo sucesivo. Aunque fue un admirador de Trotzky y adhirió a su postura, careció de un total acercamiento y aceptación por parte de los grupos trotzkistas que no se ahorraron epítetos descalificantes. Años más tarde, y ya en Bolivia, se producirá la escisión del POR y el distanciamiento con Aguirre Gainsborg, cofundador del mismo. Respecto de su estancia en Totoral, y a pesar de que allí pareciera haber escrito su libro Habla un condenado a muerte, poco es lo que hemos encontrado reflejado en la documentación consultada. Aráoz Alfaro apenas lo menciona como un visitante más de su casa en su libro El recuerdo y las cárceles y, como el amigo de Marof  Deodoro Roca también poseía una casa en el pequeño poblado del norte cordobés, es probable que hubiese estado allí por alguna temporada.  

Más allá de estas consideraciones y las desavenencias y discusiones permanentes, la red relacional que estableció Marof durante sus años de permanencia en Argentina alcanzó para entretejer una densa trama que en más de una ocasión le salvó la vida.



Notas:

[1] Profesora en Historia. Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad Nacional de Córdoba. 1974. Licenciada en Historia. Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad Nacional de Córdoba. 1983. Magíster en Partidos Políticos. Entidad otorgante: Centro de Estudios Avanzados, Universidad Nacional de Córdoba. Año 2004. Entre sus publicaciones destaca: La Tordilla. Un pueblo largo y angosto (coordinadora y autora) Córdoba, Talleres Gráficos de José Solsona, 2005; La Tordilla. 100 años. Taller General de Imprenta. Universidad Nacional de Córdoba. Córdoba. Diciembre de 2007; Arturo Umberto Illia. La construcción de su liderazgo, Cruz del Eje – Córdoba (1928 – 1943). Editorial Académica Española, 2012; “El Partido Socialista en clave local y rural: su expansión por la pampa húmeda cordobesa a comienzos del siglo XX”. Coautora en El agro pampeano cordobés en el siglo XX: entramados productivos, políticos y sociales desde una perspectiva histórica. Editorial Filosofía y Humanidades UNC, Córdoba, 2014. Contacto: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

[2] Para una justificación de la elección de dicho seudónimo véase Melgar Bao (2012).

[3] En su paso por La Habana profundizó su relación con el aprismo a través de Enrique de la Osa, fundador en Cuba de esa corriente política.

[4] Nuevamente los dichos de Marof  relativos a la necesidad de recuperación  de la salida al mar de Bolivia ocasionaron quejas del cónsul chileno en La Habana.

[5] El término antiimperialismo era usado desde fines del siglo XIX para manifestar oposición al avance avasallador de las diferentes potencias mundiales sobre países y regiones. Hacia fines de 1924 y comienzos de 1925 el Komintern o Internacional Comunista o III Internacional, se dio como estrategia agrupar a sectores amplios —artistas, estudiantes universitarios, campesinos y trabajadores en general— que rechazaban el avance del poderío de las grandes naciones. Para ello organizó la Liga Antiimperialista que dio lugar al surgimiento de secciones nacionales o regionales. Tal es el caso de la LADLA (Liga Antiimperialista de Latino América) que tuvo filiales en nuestros países (Kersffeld, 2012)

[6] Melgar Bao (2012)  aborda en profundidad  la permanencia y los lazos estrechados por Marof  durante su exilio mexicano y aún anterior.

[7] Liga Antiimperialista, 1930. Trabajadores, intelectuales y estudiantes de todo el país. Rollo de microfilm Nº 43, Archivo CEDINCI, Buenos Aires.

[8] Suponemos que en este caso se refiere al estado de sitio declarado en Argentina el 20 de diciembre de 1932.

[9] Como tal, y según  su propio testimonio,  llevó a Buenos Aires cien fusiles comprados en USA con la pretensión de ser utilizados en una esperada revolución americana, idea que pronto abortó (Baciú, 2007: 30).         

[10] Agradecemos los datos proporcionados por Arturo Bienedel, director del Archivo de San Francisco, Córdoba.

[11] Tejada Sorzano ocupó el cargo de vicepresidente durante la presidencia de Salamanca. Finalizada la guerra del Chaco, el descontento militar fue en aumento hasta provocar el derrocamiento del presidente y su reemplazo por Tejada. Marof  criticaba la continuidad de la misma política.

 

Bibliografía:

Baciú Stefan (2007) Tristán Marof de cuerpo entero,  biografía epistolar de Tristán Marof [en línea]. La Paz,  Rolando Diez Medina.

Castro Vaca Zwuany  “Diligencia socialista en Bolivia (1920 – 1926)”,  Pacarina del Sur [en línea], año 3, Nº 11, abril-junio, 2012. ISSN: 2007-2309.

Ferrero Roberto (2011) Trigueros de Godoy y su tiempo.  Córdoba,  Ediciones del CEPEN. 

Justo Liborio (1971) Bolivia. La revolución derrotada.  Buenos Aires, Juárez Editor S. A.

Kersffeld Daniel (2012) Contra el Imperio: Historia de la Liga Antiimperialista de las Américas. México, Siglo XXI.

Lora Guillermo (1960)  José Aguirre Gainsborg, La Paz, Bolivia. Consultado vía Internet en agosto de 2014.

Marof Tristán (1935) La tragedia del Altiplano. Buenos Aires, Claridad.

_____,  (1936) Habla un condenado a muerte Córdoba, Editorial Logos.

Melgar Bao Ricardo (2012) “El exiliado boliviano Tristán Marof: tejiendo redes, identidades y claves de autoctonía política”, Pacarina del Sur [en línea], año 3, Nº 12, julio-septiembre, 2012. ISSN: 2007-2309.

Schelchkov Andrey  (2009) “En los umbrales del socialismo boliviano: Tristán Marof  y la Tercera Internacional Comunista”. Revista IZQUIERDAS, año 3, número 5, año 2009. ISSN 0718-5049.

 

Cómo citar este artículo:

DELLAVALE, María Inés, (2015) “Tras las huellas de un exiliado boliviano en Córdoba, Tristán Marof”, Pacarina del Sur [En línea], año 6, núm. 23, abril-junio, 2015. ISSN: 2007-2309.

Consultado el Sábado, 9 de Noviembre de 2024.

Disponible en Internet: www.pacarinadelsur.comindex.php?option=com_content&view=article&id=1135&catid=5