Klaus Meschkat,[1] los estudiantes socialistas y el movimiento universitario en Alemania (1967-1968)[2]

Ricardo Melgar Bao

 

La presente entrevista a Klaus Meschkat se inscribe en el marco de las actividades conmemorativas de los movimientos estudiantiles, al cumplirse en 2018 los cincuenta años de su segunda eclosión internacional y el centenario del movimiento de Reforma Universitaria. El valioso testimonio de Klaus, destacado protagonista del movimiento juvenil de la nueva izquierda alemana de la década de 1960, documenta la necesidad de una revisión crítica del paradigma europeo del Mayo Francés, así como de las redes universitarias internacionales.

 

RM- Bienvenido a la entrevista de Pacarina del Sur. Queríamos centrar nuestra atención y nuestras preguntas acerca de la juventud en las dos alemanias (la “occidental” la del “este”) de la década de 1960, para poner el énfasis en sus fracturas ideológicas, es decir, hacia la izquierda, hacia la derecha y hacia el centro y cómo se fueron configurando. Sin embargo, debemos iniciar con un marcador personal y generacional, considerando que tú naces en 1935. Ese contexto dibujaba otra Alemania.

KM- Sí. Y no en Alemania Occidental sino en la Alemania nazi, Alemania grande, unificada, pero nazi. Yo nací en 1935 y tenía diez años cuando terminó la Segunda Guerra Mundial. Fui a la escuela primaria en Berlín, donde mi papá tenía una tienda y teníamos un apartamento que perdimos en un bombardeo. Estaba en el que ahora es el distrito de Berlín Friedrichshain, un barrio que en el tiempo nazi se llamaba Horst-Wessel. Horst Wessel fue un mártir de los nazis, incluso después del himno nacional siempre se cantaba una canción llamada “Horst-Wessel-Lied”. Y cuando escucho el himno nacional hoy día, todavía en mi mente está esa parte que nos hacían cantar a los niños. Tengo muy pocos recuerdos de la escuela primaria, aunque recuerdo bien los castigos corporales. Para nosotros en 1945 hubo una ruptura, porque antes de eso estos castigos eran comunes, ya fueran individuales o colectivos, con reglas o con la mano. Después de la guerra llegó a nuestra escuela una directora que era comunista y prohibió cualquier tipo de castigo corporal. Esto fue en la zona de ocupación soviética, porque cuando perdimos el apartamento nos movimos a un suburbio que al terminar la guerra fue zona de ocupación soviética y después de 1949 fue parte de la RDA, del Estado de Alemania Oriental. Todavía se habla mucho de 1945. Los de la derecha dicen “la derrota de Alemania”, nosotros los izquierdistas hablamos de “la liberación de Alemania del fascismo, del nazismo”. Algunos niños se sintieron aliviados al ser liberados de la disciplina nazi, aunque para muchos sí era muy atractiva. Recuerdo que a los niños les ponían uniformes de la juventud nazi y esto me hubiera tocado en otoño de 1945, pero por suerte el régimen terminó en la primavera. Entonces yo nunca tuve que ponerme el uniforme nazi. Y tengo que confesar que yo siempre odié cualquier tipo de uniforme y tampoco me gustaron los que llegaron después.

Imagen 1. Klaus Meschkat, abril 2018. Foto del autor.
Imagen 1. Klaus Meschkat, abril 2018. Foto del autor.

Bueno, creo que después de la guerra, en la zona de ocupación soviética hubo una tendencia antifascista mucho más profunda que en las zonas de ocupación occidental (norteamericanas, inglesas y francesas). ¿En qué sentido? Despidieron a todos los maestros que habían sido miembros del Partido Nazi. En mi escuela, en ese suburbio de Berlín, creo que de más de treinta maestros quedaron siete, que habrían sido demasiado jóvenes para estar en el Partido Nazi. Para sustituir los maestros despedidos, se hicieron cursos especiales de pocos meses para educar “maestros nuevos”. La mayoría de mis maestros fueron jóvenes muy entusiastas, ellos fueron los mejores maestros de mi vida. Y creo que entonces hubo una fase antifascista y democrática en Alemania Oriental, entre finales de la guerra y comienzos de la guerra fría, que comenzó en 1948. Tengo muy buenos recuerdos de esta primera fase, en la que había un espíritu antiautoritario, donde los alumnos participaban incluso en el manejo de la escuela, algo muy positivo, que se puso en riesgo cuando el régimen estalinista quiso imponer otro tipo de disciplina desde arriba en el sistema educativo. Reapareció el uso de uniformes con camisas, no marrones como las nazis, sino azules, aunque yo nunca las usé. También sentimos el fuerte impacto de la propaganda proveniente de la región vecina de Berlín Occidental. Comenzamos a pensar en esas categorías del totalitarismo contra el mundo libre, vimos los norteamericanos salvando Berlín Occidental a través del puente aéreo y eso nos hizo estar sentimentalmente unidos al lado occidental. En la escuela tenía también algunas dificultades políticas en el sentido de que nos prohibieron seguir con un periódico mural donde poníamos artículos de la prensa occidental y oriental para así contrastar opiniones. Cuando mis notas escolares bajaron decidí que no quería seguir en esas condiciones de censura permanente y al terminar la educación básica en 1950, otros compañeros y yo nos fuimos al colegio en Berlín Occidental. Entonces, mi biografía refleja un poco la historia de la división de Alemania y sus efectos en la vida de sus habitantes. Ya en el colegio me encontré con otro tipo de profesores, muy conservadores. Para ese tiempo ya leía a Marx para poder debatir con ellos. Fue curioso porque yo empecé a leer a Marx por iniciativa propia, en la escuela occidental y no antes. En la escuela primaria, rechazábamos todo lo que formaba parte de los manuales educativos soviéticos. Cuando en 1954 ingresé a la Universidad Libre de Berlín tenía mucho interés en la política y busqué unirme a algún grupo de izquierda. Fue así como ingresé a una organización de estudiantes socialistas, en ese tiempo vinculada con el Partido Socialdemócrata, que hasta 1959 tuvo un programa explícitamente marxista, no leninista, es decir, tenía como propósito la construcción de una Alemania socialista. Me hice miembro del Comité Editorial de la revista editada por esta organización.

RM- ¿Cómo se llamaba?

KM- Standpunkt. La tendencia de esta revista era muy opuesta a la del Partido Socialdemócrata. Habíamos aprendido de algunos maestros que habían sobrevivido a la Segunda Guerra Mundial. Por ejemplo, recuerdo a Willy Huhn que provenía de la tradición de los consejos obreros en Alemania, con un espíritu consejista, antileninista y también antitrotskista. De él aprendimos a cuestionar el pasado de la socialdemocracia y su papel en la Revolución de 1918. Nos mostró como Friedrich Ebert y los socialdemócratas habían traicionado la revolución y cómo ellos también fueron culpables de la muerte de Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht. Cuando comenzamos a publicar artículos al respecto significó nuestra ruptura con la socialdemocracia, porque ellos festejaban todavía que Ebert había sido el primer presidente de la República de Weimar y habían dado el nombre de Friedrich Ebert a la Fundación cercana a su partido. También para esa época ya estaban preparando su futura coalición con la democracia cristiana.

Nosotros éramos luxemburguistas y admirábamos mucho la figura de Rosa Luxemburgo. Temíamos la continuidad del aparato estatal fascista en vísperas de la creación de la República Federal Alemana, especialmente a nivel jurídico porque ahí había muchos nazis de alto rango que nunca habían sido enjuiciados. Entonces organizamos una exposición llamada “Justicia nazi sin castigo”, con los nombres de los antiguos nazis que todavía trabajaban como altos jueces.

Imagen 2. Manifestación estudiantil en Berlín Occidental, 1968.
Imagen 2. Manifestación estudiantil en Berlín Occidental, 1968.

Foto: Klaus Rose. www.viewpointmag.com

El partido socialdemócrata tenía entre sus miembros a muchos que habían formado parte de la resistencia, no era un partido pro nazi, pero preparaba la coalición con la democracia cristiana, que sí tenía muchos ex nazis en sus filas. La primera coalición, que se hizo en 1966, puso como canciller a un antiguo nazi, Kurt Georg Kiesinger, que había sido propagandista en el Ministerio de Asuntos Exteriores, con vínculos al Ministerio de Propaganda de Goebbels. El vicecanciller fue Willy Brandt, que había luchado contra los nazis desde el exilio. La coalición que la socialdemocracia preparaba significaba su retorno al gobierno al lado de la democracia cristiana, pero nosotros como estudiantes socialistas no aceptamos eso y esa fue la principal razón de nuestra expulsión. Eso me dio orgullo, porque nosotros, un grupito de jóvenes estudiantes, habíamos logrado defender con éxito nuestra organización ante la presión de la socialdemocracia. Aun así, conservamos la organización, que en alemán se llamaba Sozialistischer Deutsche Studentenbund (SDS), la cual se puede decir que fue el núcleo desde donde se organizó el movimiento estudiantil de 1967-1968. Logramos sostener la organización gracias al apoyo que tuvimos de parte de los sindicatos, como el metalúrgico y de algunos profesores universitarios e intelectuales de izquierda como Jürgen Habermas y Wolfgang Abendroth, quienes nos apoyaron en todo momento. Yo milité en la SDS entre 1954 y 1970, aunque ya había terminado mis estudios de doctorado en 1965 con un trabajo sobre la Comuna de París en la historiografía soviética.[3]

Me hice amigo de gente más joven que yo, como el que fue después el líder estudiantil más importante de Alemania, Rudi Dutschke. Pero nosotros vivíamos en Berlín Occidental, una ciudad donde la mayor parte de la gente era anticomunista, así que les parecíamos sospechosos, agentes de la parte oriental, aunque nunca hicimos ninguna concesión al estalinismo y yo había abandonado la escuela en Alemania Oriental. No éramos anticomunistas, pero tampoco nos dejamos dominar o manipular por gente de ambos bandos que, más tarde supimos, pretendían infiltrar nuestra organización. Nos considerábamos parte de una nueva izquierda internacional, que en otros países había surgido a finales de la década de 1950. Tuvimos muy buenas relaciones con la izquierda de Estados Unidos, que luchaba contra la guerra de Vietnam y varios miembros de nuestra organización que viajaron a Estados Unidos participaron activamente en esa resistencia. Nuestra perspectiva internacional contrastaba con la de los dirigentes de Berlín Occidental, que abiertamente decían “Estados Unidos está defendiendo la libertad de Berlín Occidental en Vietnam”, mientras nosotros criticábamos la guerra. Eso nos llevó a una confrontación con prácticamente toda la población y las organizaciones sindicales oficialistas, cuando apenas habíamos conquistado las universidades y algunos sectores juveniles obreros. Yo había terminado mis estudios muy joven y tenía un puesto como profesor asistente en el Instituto de Europa Oriental de la Universidad Libre. Siempre me había interesado estudiar lo que pasó en Rusia y por qué la Revolución había tomado rumbo hacia el estalinismo. Por lo tanto, en la primera generación del SDS hubo algunos que éramos un poco más viejos: jóvenes profesores, médicos, abogados y periodistas, así que decidimos hacer algo más amplio que una organización estudiantil, aunque tampoco queríamos que fuera un partido y fue así que surgió el Club Republicano, que fue un referente del movimiento estudiantil fuera del campus universitario. Contribuimos a la creación de otro tipo de opinión pública que contrastaba con el del gran consorcio Springer, que representaba a la prensa de la derecha y amarillista.

Teníamos un pequeño diario, de poca importancia, pero logramos que se nos tomara en cuenta cuando le dimos cobertura al suceso que sin duda marcó el inicio de la movilización estudiantil en Alemania, que fue la visita del Sha de Persia[4] a Berlín Occidental el 2 de junio de 1967. Teníamos buenas relaciones con una organización de estudiantes persas en el exilio que vivían en Alemania y uno de ellos, Bahman Nirumand, había escrito un libro que fue muy popular, denunciando todos los horrores del régimen del Sha.[5] Gracias a ese libro la gente sabía lo que pasaba en Persia en ese momento y hubo varias manifestaciones contra su visita. El Sha envió a simpatizantes armados con tubos de acero y la policía no impidió que estos nos golpearan. Hubo un enfrentamiento frente a la alcaldía de Berlín Occidental y la policía no intervino en ningún momento, incluso fomentó las acciones contra nosotros. Ese día un policía vestido de civil mató a un estudiante, llamado Benno Ohnesorg, sin provocación, sin nada. Ese momento fue el despertar de muchos: ¿ese es nuestro Estado, el Estado alemán? Parecía una continuación del estado nazi. Estos actos marcaron el comienzo del llamado movimiento estudiantil de 1968, que en Europa empezó en 1967, en Berlín.

Imagen 3. Protesta contra la visita del Sah Mohammad Reza Pahleví a Berlín Occidental, 2 de junio de 1967.
Imagen 3. Protesta contra la visita del Sah Mohammad Reza Pahleví a Berlín Occidental, 2 de junio de 1967.

Foto: C. Hoffmann. www.dw.com

Imagen 4. Represión de La Protesta contra el Sah Mohammad Reza Pahleví en Berlín Occidental, 2 de junio de 1967.
Imagen 4. Represión de La Protesta contra el Sah Mohammad Reza Pahleví en Berlín Occidental, 2 de junio de 1967.

www1.wdr.de

RM- Junio de 1967…

KM- 1967, junio. 2 de junio de 1967. Y en febrero de 1968 comenzó el congreso contra la guerra de Vietnam en Berlin Occidental.[6] Fue el más grande que hubo en Europa, con unos 5,000 asistentes y una gran marcha, de alrededor de 12,000 personas en Berlín Occidental. Luego, cuando nos pusimos del lado de los desertores norteamericanos tuvimos un grave problema, porque la ciudad aún estaba ocupada por los norteamericanos, no era sencillo apoyar a los desertores del ejército norteamericano. En el congreso participaron unos soldados negros que habían desertado. Después desarrollamos toda una compaña contra Springer, bajo la consigna “expropiemos Springer”. Hubo una serie de confrontaciones y ataques a esta empresa, como quemas de autos. Springer era algo así como O Globo en Brasil. En ese momento todavía había poca televisión, la información actualizada se daba a conocer en periódicos y radio. Poco después del congreso el alcalde de Berlín, de la derecha socialdemócrata, organizó otra manifestación, más grande que la nuestra, donde los buenos berlineses podían manifestar su apoyo a los norteamericanos en su guerra contra Vietnam. Y el odio era tan fuerte que en la marcha había un joven muy parecido a Rudi Dutschke, nuestro líder, al que la policía tuvo que salvar del linchamiento. Pocas semanas después un joven obrero desempleado, llamado Josef Bachmann y que había leído demasiado la prensa de Springer, se consiguió un revólver y le disparó a Rudi Dutschke tres tiros en la cabeza. Todo esto fue antes del mayo francés. Con esto yo no niego que el mayo francés tuvo una importancia mayor que la de nuestro movimiento, porque ellos en un momento llegaron a la clase obrera y nosotros no. Ellos lograron organizar una huelga de 10 millones de obreros. Esa es la gran diferencia. Pero sí fuimos los pioneros del movimiento estudiantil en Europa, siempre muy vinculados con el movimiento contra las guerras de Estados Unidos.

RM- Quisiera, sobre lo que ya has narrado, que trataras de cubrir algunos vacíos. La Universidad Libre de Berlín se constituye tres años después de la guerra -1948-, pero para armar una universidad se necesitan cuadros profesorales y estudiantes. ¿Quiénes fueron a parar a ese nuevo proyecto universitario y qué figuras destacadas tú recuerdas? ¿Puedes evocar el primer cuerpo profesoral de la Universidad Libre de Berlín? ¿Cuál era la composición social o extracción de clase de los estudiantes que llegaron a la Universidad Libre?

KM- En primer lugar, debes considerar que todavía hasta la construcción del muro, que fue en 1961, en Berlín había tránsito libre entre las dos partes. La formación de la Universidad Libre fue iniciativa del estudiantado de la Universidad Humboldt. Esto fue en 1948. Lo que yo viví en la escuela, ellos lo vivieron en la Universidad. Se había impuesto la nueva disciplina estaliniana desde arriba en la Universidad, especialmente en disciplinas políticamente relevantes, como historia, psicología, sociología y literatura. Se aplicó una nueva disciplina y les impusieron también profesores muy dogmáticos que convivían con profesores más liberales, incluso apolíticos. Así que la mayoría de los estudiantes no eran necesariamente de izquierda, sino socialdemócratas liberales, de la democracia cristiana e incluso un poco anarquistas. Entonces la consigna que vino de los estudiantes fue: “no vamos a seguir en estas condiciones, vamos a formar una nueva universidad”. Esta es una buena tradición que viene desde la Edad Media, en la que algún grupo de disidentes forma una nueva universidad. Buscaron apoyo y obviamente los norteamericanos, junto con la Fundación Ford, estuvieron muy interesados en ayudarles, así que tuvieron buena financiación. Desde su fundación, la universidad tuvo mucha más participación estudiantil en su manejo que las universidades tradicionales, incluida la Humboldt y las demás de la parte Occidental. Yo sé de eso porque yo fui presidente del Consejo Estudiantil en 1957, no he mencionado eso.

Imagen 5. Marcha de protesta por el asesinato del estudiante Benno Ohnesorg en Munich, 5 de junio de 1967.
Imagen 5. Marcha de protesta por el asesinato del estudiante Benno Ohnesorg en Munich, 5 de junio de 1967.

Foto: AP / Helmuth Lohmann. www.welt.de

La planta de profesores era muy variada, muchos de ellos jóvenes que venían de la Universidad Humboldt. Muchos de los antiguos dijeron “no, esta cosa es demasiado movida, nosotros nos quedamos con nuestra universidad Humboldt y vamos a arreglarnos con el nuevo régimen comunista”. Algunos de los jóvenes profesores estaban vinculados a la teoría de la Escuela de Frankfort. También se reclutó a gente que venía del exilio y algunos que tenían un pasado nazi dudoso, pero no muchos, no más que en otras universidades. Para mí, esta fue una gran oportunidad de conocer gente de otra generación de antifascistas.   Yo recuerdo, por ejemplo, en 1954, durante mi primer semestre, llegó un profesor al que yo admiraba mucho, Franz Leopold Neumann. Él fue autor del mejor libro sobre el nazismo: Behemoth[7] y uno de los grandes de la Escuela de Frankfort, al lado de Theodor W. Adorno o Max Horkheimer. Todavía recuerdo su figura, su manera de hablar. No sé si Behemoth esté traducido al castellano.[8] Es un libro estupendo, un análisis profundo de todo el sistema nazi.

Bueno, eso es respecto a cómo fue el cuerpo de profesores de la Universidad Libre. ¿Cuál era la característica de esta universidad? Bueno, había posiciones variadas respecto a la guerra de Vietnam. Yo recuerdo muy convencido que había que luchar contra esa guerra, aunque había profesores progresistas que no estaban de acuerdo y decían “no, no podemos hacer esto porque también debemos nuestra liberación del fascismo al ejército norteamericano”. Entonces, eran antifascistas, pero sentían que debían su libertad a los norteamericanos. Ahora ya te puedes imaginar por qué fue tan agudo el conflicto de 1967-1968. Después del atentado contra Rudi yo comencé a recibir cartas de amenaza en mi buzón: “te vamos a matar, te vamos a mandar a Oriente”.

RM- Estoy pensando ahora desde arriba. Con respecto a la universidad, entre el gobierno de Walter Ulbricht, ¿hubo variaciones en su política?, ¿hubo más apoyos o más censura? ¿Cuál fue la actitud del gobierno de Alemania Oriental en el momento en que el movimiento estudiantil cobró fuerza en 1967?

KM- Bueno, cuando aún éramos una organización pequeña tenían poco interés en nosotros, pero una vez que comenzamos a ganar importancia teníamos encima a la Stasi, el Ministerio para la Seguridad del Estado. Sabemos que había espías. Incluso eso ahora es muy bueno para reconstruir la cronología, porque en estos días no nos poníamos en la noche a escribir lo que habíamos hecho. Hubo un poeta alemán, Wolf Biermann, que fue expulsado de la RDA en 1976, que decía: “die Stasi ist mein Eckermann” [risas]. Johann Peter Eckermann fue el de las conversaciones con Goethe, él hizo un libro de entrevistas con Goethe.[9] Entonces Biermann decía: “la Stasi es mi Eckermann”, en el sentido de que la Stasi tomaba nota de todas sus acciones. Entonces los espías estaban por todos lados. Nosotros sospechamos esto porque Berlín Occidental era un nido de agentes de los dos bandos, no sólo soviéticos, sino norteamericanos, británicos y todo lo que quieras. Esto, por un lado. Por el otro, estaba la orientación política, vinculada con la herencia nazi. Mientras que en la RDA había muy pocos exnazis y los que había estaban sobre todo en el ejército, en Alemania Occidental hubo una continuidad del aparato estatal nazi cuando se constituyó la República Federal. Entonces hubo muchos intelectuales, comunistas y no comunistas, que pensaron que la RDA era mejor que Alemania Occidental y se fueron allá. Por ejemplo, el famoso poeta Bertolt Brecht se fue a la RDA, aunque guardó su ciudadanía austriaca y el filósofo Ernst Bloch se fue a Leipzig, igual que Hans Mayer, que fue uno de los grandes en la ciencia literaria. Todavía recuerdo su libro Georg Büchner und seine Zeit.[10] Georg Büchner fue un poeta demócrata de la primera mitad del siglo XIX, uno de los grandes de la izquierda alemana. En ese libro, Mayer rescató nuestra herencia democrática, antes de la Revolución de 1848. Entonces, toda esta gente había ido primero a Alemania Oriental, pero con la presión desde arriba, con ese dogmatismo y los comités de partido en la universidad haciendo mezquindades, a partir de mediados de los años 50, muchos de ellos comenzaron a irse. Bloch fue a Tübingen, Mayer fue a Hannover y así varios, porque hasta antes de la construcción del muro no había problemas para salir. Y en cuanto a la política cultural, en la RDA siempre había buenos libros, como en Cuba, tanto en momentos de relativa libertad como en los de persecución. Yo te comenté, por ejemplo, la suerte de Rudolf Bahro, que en su momento condenaron a varios años de cárcel, no por acciones subversivas sino por haber hecho una investigación en una fábrica de Alemania. Creo que estos rasgos estalinianos de la RDA nunca se perdieron. Tenían cuadros que pensaban de esta forma. Siempre esperamos que, en la RDA, pero sobre todo en Unión Soviética se impulsara una autoreforma, pero nos equivocamos. Parece que, si un sistema se establece en esta forma, no hay posibilidad de una renovación desde adentro. Es lamentable, pero es así.

Imagen 6. Klaus Meschkat en el podio del Congreso Internacional de Vietnam. Universidad Técnica de Berlín, 17 de febrero de 1968.
Imagen 6. Klaus Meschkat en el podio del Congreso Internacional de Vietnam. Universidad Técnica de Berlín, 17 de febrero de 1968.

Foto: Volkmar Hoff. www.n-tv.de

RM- Mencionaste figuras de la Escuela de Frankfurt. ¿Cuál fueron sus posturas frente a las dos alemanias? Y ¿cuál fue la postura de los jóvenes frente a la escisión de Alemania? Me imagino que no era fácil procesar una división político-militar, que fue la que generó esta partición.

KM- Para eso tendría que regresar a una de las causas de la inactividad del partido socialdemócrata entre 1959 y 1960. Antes de esto todavía se buscaba eliminar la división de Alemania y había gente progresista que estaba en esto, incluidos los socialistas. Nosotros pensábamos que, si se mantenía la división, no habría socialismo ni en occidente ni en oriente. Para mí, la RDA no fue un país socialista, sino una dictadura gobernada por una cúpula partidaria, supuestamente en nombre del proletariado, que tenía algunas cosas positivas. Por ejemplo, me gustó que las grandes empresas estuvieran manejadas por el Estado, en lugar de sus antiguos dueños. En un primer momento fuimos en favor de la unificación, y se perdió una oportunidad poco antes de la muerte de Stalin.

La Unión Soviética estaba en una mala situación económica y quería aprovechar las reparaciones de Alemania y Stalin veía que Alemania Occidental ya estaba en el milagro económico, etc. Entonces él quería una unificación, sacrificar la RDA, que ya existía desde hacía algunos años y hacer una unificación. Y Konrad Adenauer rechazó eso, en favor del vínculo hecho con Occidente. Entonces, aunque muchos simpatizábamos con la idea de la unificación, esta nunca prosperó. Y después se concretó la división con la construcción del muro. Luego la derecha apoyó la unificación, pero no para el socialismo, sino para incorporar a la RDA al sistema capitalista, que no nos convencía del todo porque pensábamos que eso iba a tardar mucho tiempo, así que decidimos esperar a que hubiera condiciones más favorables. Entonces favorecimos relaciones normales, pero siempre con una fuerte crítica a las medidas represivas. Siempre defendimos a las víctimas de la represión en Alemania Oriental. Unos años antes de 1989 nadie, ni los de derecha ni los de la izquierda, pensaba en la posibilidad de una unificación. Todos pensaron que esto iba a seguir mucho tiempo, porque la Unión Soviética mantenía a la RDA como estado dependiente. Yo tenía amistades en Berlín Oriental. Un gran amigo que ahora lamentablemente está con demencia, era uno de los buenos marxistas de Alemania Oriental. Aunque siempre mantuvimos una relación muy estrecha, nunca tuve la idea de que formáramos juntos alguna agrupación política, porque eso habría significado la cárcel para él. Pero no solamente por eso, sino que ellos hacían sus cosas y no podías intervenir por el hecho de que eran dos estados distintos, además de que éramos más internacionalistas. Yo, por ejemplo, creo que estaba más preocupado por lo que pasaba en Colombia que por lo que pasaba en Alemania Oriental, a pesar de que mi familia vivía allá. Después de la construcción del muro estuve separado de mi familia, que vivía en la parte oriental. Yo les podía visitar, pero ellos no podían salir.

RM- Hablando de las vinculaciones del movimiento estudiantil socialista alemán, mencionaste las relaciones con los estudiantes persas residentes y exiliados. ¿Había relaciones con estudiantes de otros países?

KM- Bueno, primero con Estados Unidos. Tuvimos varios compañeros que estudiaban allá y eran muy activos. Por ejemplo, en Estados Unidos también había una SDS. Como la nuestra, pero las siglas significan otra cosa. Era una asociación de estudiantes radical-democraticas, la Students for a Democratic Society, aunque la afinidad iba más allá de las siglas. El SDS norteamericano fue el núcleo del movimiento contra la guerra de Vietnam y también el de apoyo a los grupos militantes negros. Ellos hicieron un manifiesto en 1962: Port Huron Statement. Hubo un colega y amigo mío, Michael Vester, que durante su estancia en Estados Unidos participó en la redacción de este manifiesto y siempre nos mandaba informes sobre lo que pasaba allá, que nosotros publicábamos en nuestra revista. Esto es interesante, porque a nosotros nos acusaron de ser muy antiamericanos, antinorteamericanos, aunque en realidad teníamos muy buenas relaciones con nuestros compañeros allá, e incluso teníamos formas de lucha similares: “teach-in” y “sit-in” no son palabras alemanas, son palabras inglesas. Los métodos de resistencia también eran similares. Por ejemplo, cuando se prohibieron las manifestaciones contra la guerra, u otras causas, ellos se sentaban, a manera de protesta. Nosotros aceptamos y practicamos este método inventado en Estados Unidos. Teníamos buenas relaciones con Francia e Inglaterra, obviamente. Para la conferencia de febrero de 1968 llegaron los franceses, la mayoría de orientación trotskista, que era fuerte en este momento: la Jeunesse Communiste Révolutionnaire. Y ellos sabían cómo proteger una manifestación. Nosotros no teníamos estas técnicas, nos ayudaron mucho en esa parte. Ellos admiraban nuestro movimiento porque había surgido antes del mayo francés, aunque después de 1968 este último se considere el mayor ejemplo de lucha estudiantil. También gente de otros países, algunos de América Latina.

RM- ¿De dónde?

KM- Mira, yo tuve el privilegio de enseñar un pequeño curso, a gente especialmente invitada a Berlín para estudiar en el Instituto de Europa Oriental, con una beca de la Ford. Y muchos de los latinos que estuvieron en ese curso participaron también en nuestro movimiento. Uno de ellos fue Gastón Salvatore, que era sobrino de Salvador Allende. Él era una especie de guardaespaldas de Rudi Dutschke. Todavía tengo amistad con algunos que volvieron, como Rubén Jaramillo, que es un filósofo en la tradición de la Escuela de Frankfurt en Bogotá. Había latinoamericanos, especialmente en Berlín.

RM- Y de las repúblicas que entraron a la órbita socialista, o de Yugoslavia, ¿había puntos de acercamiento?

KM- Bueno, Yugoslavia tenía un papel importante para nosotros en la nueva izquierda porque, por ejemplo, había un tipo importante que llegó con el grupo Ulbricht en 1945. Su nombre era Wolfgang Leonhard. Wolfgang Leonhard estaba en el grupo Ulbricht y con la estalinizacion. Fue un poco como Zuckerman en el sentido de que él no quería huir a Occidente, entonces se fue a Yugoslavia para evitar esta identificación y escribió un libro muy interesante: Die Revolution entlässt ihre Kinder,[11] algo así como “la Revolución despide a sus hijos”. Es un libro que está traducido, no sé si al castellano, pero al inglés sí.[12] También existía esa famosa escuela de verano en Korçula, cerca de Dubrovnik, donde había un grupo de intelectuales yugoslavos. Yo estuve allá dos veces en 1956 o 1957. Los que estudiábamos ahí aprendíamos sobre la autogestión obrera en las fábricas de Yugoslavia y llegamos a pensar había una vía al socialismo que no era la de la Unión Soviética. En esa época también hubo una idealización de Israel porque se pensaba en los kibutz como modelos de cooperación solidaria. Yo fui a Israel con la primera o segunda delegación de estudiantes en 1957. En esa época estos países fueron un modelo para nosotros, aunque ninguno prosperó. Aunque ahora, después de las barbaridades que ocurrieron tras su disolución, nos reímos de cómo se pudo idealizar tanto la situación en Yugoslavia, por no hablar de Israel.

RM- ¿Ustedes escucharon de las protestas estudiantiles en Polonia, Checoslovaquia, etc.?

KM- Sí, a través de Standpunkt, entre 1956 y 1957, tuvimos muy estrechas relaciones con Polonia, con un grupo de disidentes comunistas que estaba allá actuando, alrededor de una revista que se llamaba Po Prostu. Incluso en algún momento tuvimos más esperanza en Polonia que en Hungría, por la Revolución de 1956, aunque eso fue por poco tiempo. Antes del atentado y después del Congreso de Vietnam, Rudi Dutschke viajó a Praga para conversar con la gente de la Primavera de Praga. Tuvimos pocas relaciones con ellos, porque, aunque lo respetábamos, para nosotros ese movimiento fue demasiado liberal. Como presidente del Club Republicano, yo fui el primero en hablar en una protesta por la invasión soviética frente al Consulado de Checoslovaquia en Berlín. Nuestro grupo rechazaba esta intervención, no aceptábamos que se sometiera a los compañeros del otro bando. Incluso hubo una compañera nuestra que fue detenida en Praga.

RM- ¿Recuerdas su nombre?

KM- Sibylle Plogstedt. Pero el resto de Europa Oriental no tuvo mucha importancia para nosotros, porque en este momento estaba de moda el tercermundismo. Había una gran admiración a la Revolución cubana y se enviaron delegaciones a Cuba y otros países. Yo fui primero a Colombia, un exalumno me invitó a Medellín. Después, en el Chile de Allende y de la Unidad Popular estuve en Concepción, con una cátedra que pensé que era vitalicia, pero duró como seis meses, hasta el golpe. Pero sobre el golpe no voy a hablar porque eso está en mi discurso en Concepción de 2009 que tienes.

Imagen 7. Sesión del Congreso Internacional de Vietnam. Universidad Técnica de Berlín, 17-18 de febrero de 1968.
Imagen 7. Sesión del Congreso Internacional de Vietnam. Universidad Técnica de Berlín, 17-18 de febrero de 1968.

Foto: Gert Schütz. www.fu-berlin.de

RM- El tema de la unificación ya lo mencionaste. Pienso ahora que la fractura histórico-política fue un asunto muy difícil de procesar para tu generación, o tal vez de otra manera a como lo procesaron la generación precedente, la de los mayores. Ustedes son en parte hechura de la guerra siendo niños, y en parte, hechura de la formación de las dos alemanias. Otro es el tema del antisemitismo, considerando todas las cosas que conocemos, más allá de la ideología sionista acerca del holocausto. Esto debió ser complicado para que tu generación asumiera el decir: ¿y qué con los judíos? ¿Se volvieron a visibilizar dentro del espacio de las dos alemanias, recuperaron un lugar, tuvieron que enfrentar los remanentes de la fobia antijudía? Me gustaría que hablaras de eso y de los ecos de los casos Slansky y Zuckerman.

KM- Bueno, empecemos con Alemania Oriental. Ahí había una especie de mito acerca de la resistencia comunista contra los nazis y el hecho de que hubiera muchas más víctimas judías que comunistas no figuraba en la ideología o la historia oficial. Yo vivía cerca de uno de los campos de concentración más grandes, que fue la madre de los otros: Oranienburg-Sachsenhausen. Ahí estaban en exhibición algunas de las barracas que habían quedado del campo. Durante la RDA se destruyó buena parte del campo para hacer manifestaciones, aunque de eso sé poco. Después de la unificación se montaron exhibiciones que mostraban específicamente lo de los judíos, que habían sido la mayor parte de prisioneros del campo. Lo que quiero decir con esto es que en la RDA se sabía de la persecución a los judíos, pero no se hablaba demasiado de eso. Y entonces, como hablamos del caso de Zuckermann, en tiempos estalinianos se preparó un proceso análogo a los de Rajk y Slansky que no prosperó por la muerte de Stalin. Por otro lado, en Alemania Occidental el redactor en jefe de Standpunkt, Gerhard Schoenberner, un gran amigo a quien debo mucho, hizo el primer gran libro con fotos sobre la persecución de los judíos no solamente Alemania, sino en Europa tras la expansión del ideario nazi, que se llamaba “La estrella amarilla” (Der gelbe Stern).[13] Este libro se publicó en 1960. La socialdemocracia siempre siguió una tendencia a recordar el pasado, pero más el pasado del antisemitismo, del asesinato de los judíos, que, de los otros tipos de resistencia, como la comunista. Eso fue algo muy positivo de Alemania Occidental, sobre todo desde la izquierda: nunca dejaron de recordar el pasado nefasto de Alemania. Incluso desde el gobierno oficial, aunque se contradiga con lo que hablé sobre la continuidad del aparato estatal nazi. Eso pasa incluso ahora, tal vez por el hecho de que ya han pasado más de setenta años después de la caída del Tercer Reich. Para nosotros ese asunto aún es muy vigente y hay partidos nuevos con tendencias xenofóbicas que tratan de justificar el nazismo. Recientemente he visto algunas entrevistas con dirigentes de estos nuevos partidos y son muy contraislámicos, pero con los judíos no se meten. Para la gente de izquierda también se complican las cosas si se declaran solidarios con la resistencia palestina. Bueno, la posición es muy clara al reconocer el derecho de existir del Estado de Israel, pero es muy difícil criticar todas las barbaridades que están haciendo con su política de ocupación. Hay un lobby pro Israel que siempre, cuando tú dices alguna palabra de crítica, te califican como antisemita, que es un absurdo. Poco después de la disolución de nuestro movimiento en 1970, se crearon en Alemania pequeños grupos K, en su mayoría maoístas, y algunos grupitos de lucha armada. Uno de estos se hizo entrenar en Palestina, creo que en campos de Líbano, e incluso pusieron una bomba en una sinagoga judía en Berlín.

RM- Mirando desde perspectiva histórica, estoy pensando en la Alemania de la República de Weimar. De esos años me sorprendía leer acerca de la presencia de una comunidad de estudiantes chinos de izquierda que se movían en consonancia con el movimiento de renovación, le llamaban Nueva Democracia en China, donde hubo figuras intelectuales como Lu Xun y otros que acompañaron a Sun Yat-sen, pero era como el brazo juvenilista. Y varios de estos que estaban en Alemania, en Berlín, después se erigieron en figuras prominentes del Partido Comunista Chino: Zhou Enlai Deng Xiaoping, entre otros.

KM- Pero más en Francia que en Alemania, ¿no?

Imagen 8. Rudi Dutschke en el Congreso Internacional de Vietnam. Universidad Técnica de Berlín, 17-18 de febrero de 1968.
Imagen 8. Rudi Dutschke en el Congreso Internacional de Vietnam. Universidad Técnica de Berlín, 17-18 de febrero de 1968.

Foto: www.berliner-zeitung.de

RM- No. Más en Alemania que en Francia. En Francia hicieron cosas espectaculares. Por ejemplo: vivían en el Barrio Latino. Yo pensaba que en el Barrio Latino solamente había latinos, pero había una comunidad China de estudiantes que, en 1926, cuando vienen las grandes huelgas de Cantón y Shanghái, decide tomar por asalto la embajada China para solidarizarse con los huelguistas. Editaban dos periódicos en francés. Lo sugerente es saber si Alemania era un foco de atracción para la intelectualidad China.Quizás de alguna manera lo siguió siendo en los años en que aparece la República Democrática Alemana. Me pregunto: ¿hubo alguna presencia en la Universidad Libre de Berlín? Y si hubo esa presencia, ¿hubo algún punto de vínculo con el movimiento estudiantil? Y si no la hubo, ¿cómo recibían ustedes los ecos de la Revolución cultural China? ¿Por qué el movimiento juvenilista?

KM- En general, no hubo una gran influencia. Es la primera vez que escucho eso. En ese momento no había una presencia muy fuerte de China en nuestro pensamiento. Sí llegó la noticia de la Revolución cultural y hubo grupos maoístas que lo festejaron. Yo fui un poco inmune a eso por mis vínculos, no de organización, pero sí de mucho respeto y amistad con los trotskistas. Ellos nunca idealizaron a la Revolución cultural china, porque tenían también sus víctimas allá. No tengo afinidad con ellos, pero la tuve con Ernest Mandel, quien fue uno de nuestros maestros. En 1966, cuando llegó a la universidad había teorías de la vida eterna del capitalismo de la posguerra, etc. Él nos explicó sobre los fenómenos de crisis y que el capitalismo no tiene una vida suave y eterna. Y todas sus reflexiones teóricas son para mi muy importantes, excepto por su aceptación de la doctrina del partido leninista, que ahora yo rechazo con más vehemencia que antes. En 1968, él se acercó a nosotros y nos dijo: “si ustedes no forman un partido propio, van a perder”. Rudi, yo y otros, teníamos una desconfianza tan fuerte en el modelo de partidos que no aceptamos su oferta de hacer algo unificado. Los cuadros trotskistas no fueron muy importantes, nuestro movimiento era mucho más amplio. Tal vez hubiera sido un paso, pero yo tengo mis dudas. Yo creo que hubiéramos creado un partido de corte marxista-leninista, enfocado en cuestiones obreras. Mucha gente en este momento dijo “no, esta organización estudiantil no sirve, necesitamos una cosa monolítica fuerte, que pueda actuar”. En este momento, muchos se incorporaron a los grupos K (por la primera letra de Kommunistisch (comunista) en alemán, pretendidos partidos de la clase obrera, con matices maoístas o estalinianos. Algunos también se fueron a una dependencia de la RDA, al partido comunista moscovita, y algunos a lo más peligroso, que fue la lucha armada en Alemania, que sólo generó víctimas innecesarias. Cualquier vida humana que se pierde por una estupidez, para mí es demasiado. Yo tuve una muy estrecha amistad con Ulrike Meinhof, que pertenecía a la organización conocida como Baader-Meinhof.[14] Ulrike fue una periodista brillante y tomó el rumbo de la lucha armada. Yo estaba ya en América Latina, en Colombia. En una visita que hice a Alemania ella ya estaba en la clandestinidad, había desaparecido y aunque era muy peligroso encontrarnos, arreglamos una reunión y le ofrecí sacarla del país. Quería ayudarla a alejarse de esas cosas y facilitarle un exilio, pero no la pude convencer. Ella me dijo: “Tú vives en América Latina y no entiendes la lucha armada”. Después la detuvieron y se suicidó en la cárcel.

RM- Hablando de suicidios, ¿fueron realmente suicidios? Porque leí una información de que vísperas del proceso varios de ellos se suicidaron en un ciclo muy corto y la información que yo leí, es que se ensayó con ellos meterlos en una cápsula de silencio y que fue una nueva modalidad de tortura que al salir les generó tal desesperación, que los llevó al suicidio.

KM- No. Obviamente en este momento había muchos rumores. Hubo denuncias acerca de las condiciones de los detenidos y eso al principio les generó simpatías, pero luego eso cambió. En Stammheim, donde se hizo el proceso, había mucha comunicación con el exterior, tal vez demasiada. Enviaban mensajes a través de sus abogados. Pero en el caso de Ulrike es casi seguro, esto fue antes. Creo que fue un suicidio inducido por la desesperación. Yo traté de visitarla en la cárcel, pero no me permitieron entrar. Con los otros la situación fue diferente, sí pudo haber pasado algo así. En el caso de ellos, un grupo de simpatizantes secuestró un avión con el propósito de liberar a los cabecillas Andreas Baader, Gudrun Ensslin y un tercero, pero fracasaron. Mandaron una unidad especial que liberó a los rehenes y no hubo motivo para negociar un intercambio. Y después de que esta operación fracasó, aparecieron los tres muertos al día siguiente. Como ya he dicho, los abogados tenían contacto constante con ellos y uno de ellos, que después fue ministro de la socialdemocracia, y otro, amigo mío y diputado de los Verdes, están convencidos de que fueron suicidios. Puede ser que las autoridades carcelarias supieran de la intención de ellos de suicidarse y no hicieron nada para impedirlo. No hay duda de que pudieron comunicarse entre ellos y coordinar el suicidio.

Imagen 9. Jóvenes alemanes se manifiestan contra el imperialismo. Berlín Occidental, 1968.
Imagen 9. Jóvenes alemanes se manifiestan contra el imperialismo. Berlín Occidental, 1968.

www.deutschlandfunkkultur.de

RM- Ya en el desarrollo del movimiento estudiantil, desde el 2 de junio de 1967 hasta lo que vino después, el clima de 1968, ¿cuál fue la participación de las jóvenes universitarias, las mujeres?

KM- Bueno, yo tengo una opinión un poco diferente de la de muchos. Cuando yo entré en la organización de estudiantes socialistas, vivíamos en un matriarcado. La jefa era una mujer muy fuerte, que me dijo: “Tú tienes ahora la tarea de ser candidato para el parlamento estudiantil, hazlo”. Tuvimos mujeres muy fuertes en la organización.

RM- ¿Quién era ella?

KM- Ruth era una mujer judía, fuerte. Chiquita pero muy fuerte. Después, el movimiento feminista alemán surgió como oposición al machismo dentro de nuestras mismas organizaciones. Hubo mujeres que lucharon contra nuestros hábitos machistas, que no hemos perdido hasta ahora, pero los hemos reducido un poquito. Yo, por ejemplo, estuve en Estados Unidos a fines de 1968 para cubrir un semestre en la Universidad de Nueva York y allá el movimiento feminista estaba mucho más avanzado que en Alemania. Yo estaba muy sorprendido porque que allá, en organizaciones progresistas, no había una clara división del trabajo. En Alemania las muchachas estaban limpiando y los hombres teniendo las ideas brillantes, haciendo ensayos fabulosos. En Estados Unidos los hombres contestaban el teléfono y se impulsaba la creatividad de las mujeres. Para mí fue novedoso. Y cuando volví entendí mucho mejor que otros el naciente movimiento feminista. En las reuniones o asambleas era común que cuando uno de los líderes grandes o prestigiosos hablaba, todos se quedaran en silencio, pero cuando una mujer lo hacía la gente seguía sus conversaciones. En una ocasión que esto pasó, una joven se levantó y arrojó tomates contra la cabeza de uno de los líderes. Y esto fue un llamado de atención que todavía figura en las historias del 68 como un ejemplo de emancipación. Después de la disolución del SDS en 1970 se desarrolló en Alemania un movimiento feminista muy interesante, con mucho prestigio, que contrastó con esa locura de organizaciones de tipo estaliniano y sacrificios innecesarios de años anteriores. En sus inicios, el Partido Verde combinó la ecología y el feminismo en su programática. Ahora es un partido liberal, pero ha mantenido características de la lucha feminista, como la equidad de género en el ejercicio de los cargos. Pienso que el movimiento feminista, que nació entre las filas del movimiento estudiantil en oposición a nuestras costumbres machistas, ha tenido un desarrollo muy positivo.

RM- A ustedes también les toca conmemorar el 68 alemán, es un aniversario importante. Y leí que uno de los participantes, un joven impetuoso como tú esos años, sin tener el liderazgo de ustedes, defiende el legado del movimiento del 68 alemán, pero además advierte y dice: “se está potenciando un nuevo movimiento”. Está señalando que hay un potencial para un nuevo desborde juvenil en Alemania. Pero yo no quisiera que solamente discutieras con esa idea, sino con la juventud fuertemente urbana, mucho más letrada de lo que fue en otros tiempos. Porque las universidades crecieron, se masificaron muchísimo más de lo que fueron en 1968. ¿Piensas que hay una marca generacional que les permita cumplir un papel en este tiempo de globalización y de agotamiento del ciclo neoliberal?

KM- Primero, es muy difícil hacer pronósticos en este campo. Un poco antes de 1968 hicieron un estudio muy serio a partir del concepto de participación de Habermas, uno de los mejores sociólogos de Alemania, acerca de la juventud y el potencial político estudiantil que mostraba con toda claridad, desde las ciencias sociales, que el estudiantado era totalmente apolítico y que no tenía ningún potencial de moverse hacia ninguna dirección. Con base en esto, lo ocurrido en 1968 no pudo haber pasado. Yo tengo muchas reservas hacia los pronósticos sobre esta nueva generación. Tú tienes observaciones muy distintas. Todos mis colegas se quejan del bajo nivel intelectual de sus estudiantes, no sé por qué. Puede ser algo en la estructura de los colegios o las escuelas. En mi primer semestre como profesor en Hannover impartí un seminario sobre teorías del imperialismo y los ensayos que escribieron los estudiantes eran de un nivel tal que podrían publicarse como libro. Lo que sí observo es una disminución en la cultura del libro, en relación a las nuevas formas de investigación y comunicación. Y al mismo veo en los jóvenes síntomas de interés en cosas nuevas, que me sorprenden. Por ejemplo, en Hannover conocí a una joven que se metió en algo muy interesante: los movimientos ecologistas en Alemania, en específico las protestas contra el carbón de inferior calidad que contamina todavía más, buscan vincular esto con la situación del carbón que va de Colombia a Alemania, etc. Aun así, no puedo hacer teorías o pronósticos basándome en una o dos observaciones de este tipo, porque es algo muy contradictorio. Por suerte no vemos a una juventud de derecha organizada, pero sí a jóvenes que militan en partidos xenófobos. Lo que es peligroso, porque a través de esto la derecha reclama su derecho a existir. El espectro político se ha movido y por primera vez tenemos a personajes que al menos pretenden ser intelectuales de derecha, algo que nunca tuvimos en Alemania después de la guerra. Esto debería obligar a la izquierda a articularse en forma más clara. Es posible, pero no sé cómo va a resultar. Yo solo espero poder participar algunos meses o años más y tal vez ver el surgimiento de algo parecido a un movimiento de emancipación como el que nosotros intentamos en 1968.

RM- Una última pregunta: ¿Tu generación recupera la figura de Rosa Luxemburgo? ¿De qué modo? Pienso en un texto donde un intelectual de la Escuela de Frankfort critica a Rosa Luxemburgo y toma partido en favor de Lenin. Me refiero a Lucien Goldmann. En su ensayo “La importancia del concepto de conciencia posible para la comunicación”[15] discute la relación entre comunicación, cultura y consigna en torno al tema campesino. Entonces toma partido a favor de Lenin porque él propone tierra y libertad y Rosa Luxemburgo algo más ortodoxo sobre la construcción de soviets campesinos, sobre el proletariado rural y comienza a analizar por qué la concepción de Lenin era en apariencia menos doctrinaria, pero en términos tácticos o políticos, era más certera.

KM- Bueno, yo no conozco ese ensayo, entonces me es difícil hablar sobre eso. Yo digo solamente una cosa: soy de los defensores de Rosa Luxemburgo, pero también es cierto que cometió errores. Ella era una judía polaca, militante también el Partido Comunista polaco y una de las grandes escritoras en lengua alemana. En años recientes se han recuperado y traducido sus escritos en polaco posteriores a la revolución de 1905. No estoy muy seguro porque aún no los he leído, pero al parecer en ellos analizó diferentes opciones de organización en Rusia y era cautelosa sobre la posibilidad de hacer una gran Revolución proletaria en este país, después de la experiencia de 1905. En lugar de eso, pensaba en conquistas democráticas que pudieran hacer una Rusia más libre que bajo el gobierno de los zares. Creo que en Rosa hay interesantes líneas de pensamiento que hay que rescatar y yo personalmente, quisiera estudiarlas. Me interesa mucho esta Rosa Luxemburgo multifacética, que pensaba el problema de la Revolución más allá de espontaneísmos y soviets por todos lados. Aun no se ha terminado de comprender la obra de Rosa, así como pasa con Lenin.

Imagen 10. Klaus Meschkat en el podio del Congreso Internacional de Vietnam junto a Dale A. Smith (delegado estadounidense, al centro) y Christian Semler (de la SDS, derecha). Universidad Técnica de Berlín, 17-18 de febrero de 1968.
Imagen 10. Klaus Meschkat en el podio del Congreso Internacional de Vietnam junto a Dale A. Smith (delegado estadounidense, al centro) y Christian Semler (de la SDS, derecha). Universidad Técnica de Berlín, 17-18 de febrero de 1968.

Foto: Klaus Mehner. www.gettyimages.com

 

Notas:

[1] Klaus Meschkat

[2] Transcripción, revisión y notas de Perla Jaimes Navarro.

[3] Die Pariser Kommune von 1871 im Spiegel der sowjetischen Geschichtsschreibung. Berlin, Freie Univ., 1965.

[4] Mohammad Reza Pahleví (1919-1980).

[5] Persien, Modell eines Entwicklungslandes oder Die Diktatur der Freien Welt. Reinbek: Rowohlt, 1967.

[6] Internationalen Vietnam Konferenz, realizada del 17 al 18 de febrero de 1968.

[7] Behemoth: The Structure and Practice of National Socialism. London: V. Gollancz, 1942.

[8] Behemoth: Pensamiento y acción en el nacional-socialismo. México: Fondo de Cultura Económica, 1943.

[9] Gespräche mit Goethe. Lepizig: Brockhaus, 1836.

[10] Berlín: Limes-Verl, 1946.

[11] Köln: Kiepenheuer & Witsch, 1955.

[12] Child of the revolution. Transl. by C. M. Woodhouse. London (Collins) 1957.

[13] Der gelbe Stern: die Judenverfolgung in Europa, 1933-1945. Hamburg: Rütten & Loening, 1960.

[14] Rote Armee Fraktion (RAF) [Fracción del Ejército Rojo] (1968-1998).

[15] En: La creación cultural en la sociedad moderna. Barcelona: Fontmara, 1980.

 

Cómo citar este artículo:

MELGAR BAO, Ricardo, (2018) “Klaus Meschkat, los estudiantes socialistas y el movimiento universitario en Alemania (1967-1968)”, Pacarina del Sur [En línea], año 10, núm. 37, octubre-diciembre, 2018. ISSN: 2007-2309.

Consultado el Jueves, 28 de Marzo de 2024.

Disponible en Internet: www.pacarinadelsur.com/index.php?option=com_content&view=article&id=1683&catid=5