La pasión de Tezontepec. Festividad histórica, devocional e identitaria en Tezontepec de Aldama, Hildago

The passion of Tezontepec. Historical, devotional and identity festival in Tezontepec de Aldama, Hildago

Paixão Tezontepec. Histórico, festival devocional e identidade em Tezontepec de Aldama, Hidalgo

Darío Eduardo Ortiz Quijano[1]

RECIBIDO: 13-09-2016 APROBADO: 09-11-2016

 

El Valle del Mezquital en el estado de Hidalgo es una región propicia para la apreciación del patrimonio cultural, las formas visibles de sus expresiones religiosas se hacen presentes a través del conjunto de tradiciones denominadas bajo el término de patrimonio inmaterial.

Imagen 1. Semana Santa de Tezontepec. Fotografía del autor.
Imagen 1. Semana Santa de Tezontepec. Fotografía del autor.

Una población perteneciente al Valle del Mezquital que conserva una singular tradición religiosa representativa del patrimonio inmaterial es Tezontepec de Aldama, municipio ubicado al suroeste del estado de Hidalgo, en la parte central del Mezquital. La Semana Santa en Tezontepec de Aldama es una de las tradiciones más relevantes (Imagen 1) dentro del ciclo espiritual de la población católica del lugar junto con la fiesta patronal de La Candelaria conmemorada el dos de febrero.

 

1. La fiesta tradicional y el sentido de pertenencia colectiva

Las celebraciones populares como elemento representativo de la memoria colectiva, son expresiones sociales que fortalecen los vínculos internos brindando la oportunidad de reencontrarse con la cosmogonía y las raíces de una sociedad. Cuevas, Malpica y Vélez (1992:11), recalcan que la fiesta popular facilita apreciar la identidad cultural, sobre todo en las fiestas ligadas a creencias religiosas.[2]

La identidad cultural en el individuo en opinión de Cuevas et al. (1992:13) citando a María Ana Portal (1990b:3),[3] implica un reconocimiento personal o grupal como integrante de una comunidad con base a sus propias características o expresiones sociales estableciendo “fijar lo propio”, distinguiendo las diferencias con la “otredad”.[4]

 

1.1 La Semana Santa en la cosmovisión indígena

De la amplia diversidad de fiestas religiosas que se conmemoran en México, Pomar (2003:12) reconoce algunas como el Carnaval, los cuatro viernes de Cuaresma, la Semana Santa, la Santa Cruz, San Isidro Labrador, Corpus Christi, Día de Muertos, la Virgen de Guadalupe, Navidad y la Candelaria como tradiciones presentes prácticamente en la mayoría de poblaciones urbanas y rurales del territorio nacional.[5] Una característica presente en la mayoría de ellas es que son festividades religiosas relacionadas con ceremonias de tipo agrícola (Broda, 2013:61).[6]

La conformación de estas festividades religiosas en México como las conocemos en la actualidad ha sido un proceso que tuvo origen después de la difusión de la religión cristiana efectuada por la Iglesia Católica en el siglo XVI, adaptando algunas de las creencias originales que tenían los indígenas conquistados a la nueva religión que se les impuso (Broda, 2013:60).[7]

En el transcurso del tiempo de existencia de la religión cristiana, dentro de la Iglesia Católica se han conmemorado celebraciones recordando acontecimientos sobre la vida de Jesucristo, personaje considerado divinidad de esta religión. Entre ellas, las más importantes son las relacionadas con su nacimiento, muerte y resurrección siendo en las dos últimas donde encuentran su origen los festejos europeos de Semana Santa. Respecto a los comienzos de estas festividades en el México de la segunda mitad del siglo XVI recién evangelizado, Ramírez (1991) menciona lo siguiente:

“Semana Santa es el recordatorio anual de la manera en la que Cristo vino a este mundo a tratar de salvar al ser humano de sus errores, fue ignorado y crucificado, acusado de impostor y agitador del orden establecido. Esta fue la lección que mediante cuadros vivientes trataron de grabar en la mente de los recién conquistados indígenas, los frailes de las diversas órdenes que llegaron al Nuevo Mundo”.[8]

 

La Semana Santa actual en México, alcanza su mayor punto de celebraciones durante el llamado “triduo pascual” integrado por el jueves, el viernes y el sábado santos que simbolizan el cambio del mundo viejo al nuevo, son días considerados de renovación espiritual a través de la búsqueda del significado de la muerte de Jesucristo (Gutiérrez y Morán, 2012);[9] conceptos que los indígenas convertidos al catolicismo asociaron con los ciclos de cambio de estaciones en la naturaleza asumiéndolos con sus antiguas fiestas de primavera en opinión del investigador Francisco Luna (2012).

Los meses de marzo y abril representan la entrada de esta estación del año, la cual se asocia en la cosmovisión indígena al resurgimiento de la naturaleza, la fertilidad, el final del invierno y el paso de la muerte a la vida. [10] Los frailes no pudieron evitar que los indígenas entremezclaran sus rituales religiosos autóctonos alternándolos con la “verdadera fe”, además de que paradójicamente había fiestas prehispánicas análogas a las cristianas, mismas que quedaron incorporadas del calendario ritual agrícola al ciclo de fiestas cristianas adaptado en la Nueva España (Broda, 2013:60).[11]

Enzo Segre (1986:129) analiza la forma en la que Jesucristo fue asimilado entre los indígenas mesoamericanos como el sol, el cual se sacrifica para luego renacer, garantizando la continuidad de la vida, la reproducción de los seres vivos y de la naturaleza; una resurrección en la cual Cristo ejerce diversas funciones que los antiguos dioses realizaban dentro de la cosmovisión prehispánica, pues para los indígenas la muerte o resurrección de los astros y de la naturaleza se inscribían en una visión cíclica del tiempo; así lo determina Segre al observar las ceremonias de Semana Santa entre los nahuas de San Miguel Tzinacapan, comunidad localizada en la sierra norte de Puebla, donde Segre llevó a cabo su estudio.[12]  Bajo esta perspectiva la imagen de Cristo durante la Semana Santa en la interpretación sincrética indígena, de acuerdo a Segre representa lo siguiente:

“La victoria de Cristo, el hombre dios, sobre la muerte, su sacrificio y su renacimiento, la fuerza vivificante de su sangre, se injertan en una tradición astral y agrícola. Cristo es Nanahuatzin quien pobre y ulcerado se tira al bracero y resurge de su sacrificio como sol. Cristo es Xolotl-Quetzalcoatl que baja a los infiernos, triunfa sobre la muerte y salva al hombre, Cristo es el Centeotl, el maíz joven, de cuya carne los hombres deben nutrirse. La sangre de la víctima precolombina que nutre al sol. Cristo es Xipe Totec el dios desollado de cuyo sacrificio vuelve a nacer la naturaleza. Cristo es Xochiquetzal que regresa del viaje invernal a los infiernos, y produce la primavera”.[13]

 

2. La Semana Santa en Tezontepec de Aldama, Hgo.

Las festividades que actualmente se conmemoran durante los días de Semana Santa en Tezontepec de Aldama, tuvieron su origen en la celebración homónima que se conmemora aún en el municipio de Tepetitlán en la parroquia de San Bartolomé, construcción franciscana del siglo XVI ubicada en la cabecera de dicho municipio, localizado al noroeste de Tezontepec.

Los franciscanos se caracterizaron por su acercamiento con los indígenas en el mismo sitio donde éstos habitaban (Toriz, 2008), fray Pedro de Gante se percató de la inclinación de los indígenas por las representaciones sacras acompañadas de cantos, música y ornamentos dentro de un ambiente festivo, sentándose así las bases del teatro evangelizador que se utilizó como instrumento catequístico con gran éxito.[14] Márquez (2009:184) comenta que las festividades religiosas como la Semana Santa con su marcado sincretismo, se siguen llevando a cabo en las poblaciones hidalguenses donde tuvieron intervención los frailes, además de ser resultado de un proceso histórico – religioso originado por la conversión cristiana de los habitantes indígenas de estas poblaciones.[15]

La gran mayoría de festividades semejantes en diversos pueblos de la Nueva España, pudieron tener su origen durante la segunda mitad del siglo XVI (Márquez, 2009:162), aunque no fue sino hasta los siglos XVII y XVIII cuando tomaron una relevancia más determinante para sus poblaciones como elementos fundamentales de sus ciclos de fiestas religiosas, consolidándose vestimentas, ornamentos, rituales, música, danzas y aspectos que se fueron convirtiendo paulatinamente en la tradición específica de una población.[16]

De acuerdo al testimonio de personas mayores del municipio de Tezontepec de Aldama y al de los organizadores actuales de la festividad de Semana Santa, desde el origen de la misma hasta la década de los sesentas del siglo XX,[17] los rituales conmemorados durante esta festividad eran celebrados durante la sexta semana de Cuaresma correspondiente a la llamada “Semana de Pasión” en la época novohispana.

Durante el desarrollo de la festividad acudían los organizadores y devotos del pueblo de Tepetitlán a acompañar a los organizadores de Tezontepec para llevar a cabo las ceremonias, cuyas misas y actos de culto litúrgico eran oficiados por el párroco de las iglesias de Tlaxcoapan o de Tepetitlán.[18] En la sexta semana de Cuaresma tomaban relevancia los días conocidos como Jueves de Pasión, Viernes de Dolores y Sábado de Pasión (Cofradías y Hermandades de Zamora, 2011). [19]

Luego de llevar a cabo los rituales de la Semana de Pasión del sexto viernes de Cuaresma en Tezontepec, los participantes se trasladaban en peregrinación hasta el pueblo de Tepetitlán exactamente una semana después para venerar a la imagen del Señor de las Tres Caídas durante la Semana Santa en la parroquia de San Bartolomé, el Jueves, Viernes, Sábado Santos y finalmente en la Pascua del domingo de resurrección. En el año de 1963 los organizadores decidieron trasladar los rituales de la sexta semana de Cuaresma para la Semana Santa litúrgica, festejada una semana después exactamente, entonces los participantes permanecieron en la parroquia de San Juan Bautista de Tezontepec para celebrar allí los días de Semana Santa como se hace hasta la fecha.[20]

La organización actual de la Semana Santa en Tezontepec involucra a ciudadanos de la cabecera municipal y de tres colonias cercanas a la misma (San Juan, La Barranca y Panuaya). Efectúan asambleas con uno o dos meses de anticipación a la fecha de conmemoración, en ellas se reúnen los principales participantes para actualizar su disposición de continuar al frente de su comisión, aunque muchos consideran que su cargo es una “manda” de cierta manera obligatoria.  La agrupación que han conformado los organizadores de la tradición es la Asociación de Fariseos de Tezontepec de Aldama, la cual tuvo su origen cuando se implementó una peregrinación que se lleva a cabo a la parroquia de Tepetitlán para venerar a la imagen del Señor de las Tres Caídas de ese lugar después de la conmemoración de la Semana Santa, en fechas muy cercanas al domingo de Pentecostés o de Asención,  en sustitución de la peregrinación anterior que realizaban el Jueves Santo para ir a acompañar los festejos de Tepetitlán.[21]

La asociación hoy en día se enfrenta a algunos problemas relacionados con el desarrollo de  esta tradición, principalmente la poca comprensión y tolerancia de los sacerdotes hacia las expresiones religiosas de culto tradicional ya que le dan prioridad al desarrollo de un catolicismo urbano dentro de las poblaciones que están en proceso de modernización como es el caso de Tezontepec, de igual forma las nuevas generaciones de jóvenes que han crecido dentro de la época consumista, hedonista, dominada por los medios de comunicación masiva que han traído como consecuencia el distanciamiento de estas generaciones de sus tradiciones locales para quienes les resultan irrelevantes.

 

2.1 Descripción de los elementos rituales del Jueves Santo en Tezontepec de Aldama

Las ceremonias tradicionales de la Semana Santa en Tezontepec se concentran durante los días Jueves, Viernes y Sábado Santos. La ceremonia más concurrida el día Jueves Santo es conocida como “la oración del huerto”, para la cual elaboran un objeto ritual denominado “el santo huerto” (Imagen 2).

Imagen 2. Elaboración del santo huerto. Fotografía del autor.
Imagen 2. Elaboración del santo huerto. Fotografía del autor.

Para su construcción participan los hombres del pueblo quienes llevan a cabo una caminata que da comienzo el miércoles en la madrugada, arribando hasta una montaña que se localiza al poniente de Tezontepec llamada el Cerro de las Cruces.

En este lugar buscan, recolectan y trasladan de regreso al pueblo ramas de laurel silvestre con las cuales durante la tarde del Jueves Santo elaboran el santo huerto, utilizando varas de carrizo como base, las ramas del laurel, flores de encino y de colores carmines, romero y manzanilla.

A partir de la misa de “lavatorio de pies” alrededor de las cuatro de la tarde aparece un grupo de varones integrado principalmente por adolescentes y niños ataviados con un tocado en su cabeza elaborado manualmente con un plumero de colores o plumas naturales de aves, un paliacate o tela en tonos carmines que les cubre la cabeza a manera de sombrero y varios listones de colores que cuelgan por la parte trasera a la altura de la nuca hasta llegar al piso. Portan dos grandes banderas, lanzas de madera y un estandarte con la imagen del Señor de las Tres Caídas; son conocidos como los “fariseos” (Imagen 3), en la antigüedad les llamaban “xodyos”.[22]

Imagen 3. Los fariseos o xodyos. Fotografía del autor.
Imagen 3. Los fariseos o xodyos. Fotografía del autor.

Son los protagonistas de prácticamente todos los rituales tradicionales, su participación se intensifica durante el triduo pascual desde jueves hasta sábado. Representan a los fariseos mencionados en los evangelios, sin embargo de acuerdo al papel que desempeñan en el contexto de las ceremonias, ellos vendrían siendo los soldados romanos; una hipótesis sobre el significado de los personajes desde la cosmovisión indígena, de acuerdo al investigador Francisco Luna, establece que los xodyos están inspirados en los guerreros prehispánicos otomíes que participaban en la guerra sagrada mexica como se puede apreciar en los murales de la parroquia de Ixmiquilpan, Hgo.[23]

La palabra xodyo en opinión de Luna, proviene de raíces etimológicas otomíes cuya traducción al español corresponde a “Judío” o “Israelita” (Hernández et al., 2010: 383) y ésta a su vez deriva del término otomí “ts’om’yo” cuyo significado se refiere al espíritu de un difunto transformado en perro (Hernández et al., 2010: 486).[24]  Luna comenta que esta palabra era usada en la sociedad otomí para referirse a las personas que en vida habían agredido a sus padres. A estos jóvenes también se les nombra “zayones” en otros pueblos del Mezquital en donde existen versiones de la pasión de Cristo semejantes a la celebrada en Tezontepec como por ejemplo Tepetitlán, Tuní y Chilcuautla.

Otro elemento fundamental dentro de ese grupo es el personaje conocido como “Judas”, bíblicamente representa al apóstol Judas Iscariote, quien de acuerdo a los evangelios traicionó a Cristo entregándolo a los judíos. En el contexto del ritual, el Judas representa a un sacerdote maligno o al demonio. [25]

El actor se viste con una túnica blanca, correspondiente al mismo color de las vestimentas que portan los personajes “buenos” (la imagen de Cristo, el niño que lleva el Bastón del Padre Mayor (una imagen del Señor de las Tres Caídas) y los sacerdotes que el Viernes Santo bajan la imagen del Señor del Santo Entierro de la cruz).  A diferencia de ellos, el Judas porta una máscara con un rostro humano que posee ciertos rasgos diabólicos causando temor a quien le mira, es decir oculta su verdadero rostro al igual que los xodyos que originalmente también usaban una máscara.

El Judas se encarga de guiarlos durante la procesión del Bastón hasta que logren hallar y detener a Cristo; el Viernes Santo se rebela contra ellos cuando escucha la sentencia a muerte de Jesús tratando de huir del lugar pero es detenido a la fuerza y finalmente es ahorcado en el atrio del templo. El Sábado de Gloria por la noche, en el momento de la resurrección de Cristo, el Judas reaparece para castigar a los xodyos azotándolos con su látigo, lo que se interpreta como una purificación simbólica de los jóvenes que ofendieron a Cristo durante esos días al representar a sus enemigos.

Imagen 4 Músicos. Fotografía del autor.
Imagen 4 Músicos. Fotografía del autor.

Un elemento muy distintivo de los fariseos se trata de la música que interpretan tres varones integrados por dos adultos y un menor; en consideración de Luna es muy probable que los orígenes de esta música se encuentren en las antiguas notas prehispánicas debido a los sonidos y al tipo de instrumentos con los que se ejecutan: una flauta de cobre con cuatro orificios, un tambor militar común y una silbato de barro con forma de ave (Imagen 4).[26] 

Miguel Alfaro quien es uno de los músicos que ejecutan la flauta, explica que existen tres diferentes temas con un nombre propio y un momento exclusivo para su interpretación, a los temas musicales se les denominan “glorias, pasiones y sentencia”. La gloria se toca cuando los xodyos anuncian su paso, se trata de su himno bélico. Las pasiones son interpretadas para los momentos de dolor en la pasión de Cristo (la procesión del Bastón, la oración del huerto, el viacrucis, la muerte de Cristo en la cruz, el descendimiento de su cuerpo y la procesión del Silencio). La Sentencia, sólo se toca en el momento en que se anuncia la pena de muerte para Jesucristo. [27]

            Dentro del grupo de músicos, sobresale la figura del mochiller, el niño que hace sonar el silbato. Este personaje es representado por un menor de aproximadamente 10 años de edad, lleva un bastón de madera forrado con listones de colores blanco con rojo y un sombrero de tela negra como elementos distintivos. En la interpretación de Galinier (1990:323), el mochiller  es el emisario del diablo que anuncia la guerra de las fuerzas del mal contra Cristo y las fuerzas del bien.[28]

Imagen 5. Procesión del bastón del Padre Mayor. Fotografía del autor.
Imagen 5. Procesión del bastón del Padre Mayor. Fotografía del autor.

El ritual de la oración del huerto comienza con la procesión del Bastón del Padre Mayor (Imagen 5), durante la cual se venera un báculo de madera de poco más de metro y medio de alto, el cual remata con una imagen impresa del Señor de las Tres Caídas de Tepetitlán. En opinión de Luna, este bastón es producto de la evangelización otomí de la región; los bastones para las comunidades indígenas del Mezquital fueron un símbolo de mando o de autoridad; los frailes los entregaron a los indígenas principales con la finalidad de que veneraran a la imagen religiosa representada, al mismo tiempo que corroboraban la autoridad del indígena que lo tuviera bajo su resguardo sobre el resto del pueblo.[29]

El Padre Mayor es el nombre que recibe el niño de entre 8 y 12 años que porta el bastón, quien para la procesión es ataviado con una túnica blanca y un tocado adornado con plumas, además debe ser integrante de la familia a la que le corresponde presidir la ceremonia durante el año, desde cuya casa parte la procesión en la noche del Jueves Santo.

Cuando finaliza el “lavatorio de pies” en la parroquia, los xodyos se dirigen a la casa donde se encuentra el bastón, la familia ofrece un banquete conocido popularmente como “el camarón” debido al platillo tradicional que se ofrece (tortas de camarón seco con nopales, papas, romeros y mole rojo). Al concluir el convivio, la procesión parte con dirección a la casa donde se encuentra el santo huerto para pasar a venerarlo, llevándolo luego como objeto de culto hacia la parroquia.

En el trayecto, también se incorpora un niño de entre tres y cinco años el cual está vestido como un ángel. Este niño representa al ángel que se aparece según los evangelios, en el huerto de los olivos ofreciéndole a Cristo la copa de la Pasión. En el transcurso de la caminata el Judas sujetado por dos xodyos va buscando entre la gente a Cristo, para lo cual ilumina con una lámpara sorpresivamente el rostro de las personas que acompañan, preguntándoles si es que han visto a Jesús el Nazareno (Imagen 6). Todo el grupo se concentra en el atrio del templo de Tezontepec alrededor de las nueve de la noche dando comienzo con el ritual denominado “la bajada del ángel”.

Imagen 6. El Judas buscando a Cristo. Fotografía del autor.
Imagen 6. El Judas buscando a Cristo. Fotografía del autor.

Desde lo alto del campanario del templo desciende el niño que representa al ángel mediante una cuerda y un arnés, este lleva en sus manos una copa dorada, al pie en el atrio, se han acomodado las tres piezas que conforman al santo huerto dentro del cual se coloca la escultura del Señor de las Tres Caídas, una figura tamaño natural de Cristo doloroso.

El niño desciende lentamente, al llegar ante la imagen coloca la copa en su boca simulando que ésta la bebe en señal de aceptación de su Pasión, enseguida regresa al campanario; los músicos interpretan el tema respectivo con la flauta, el tambor y el silbato.

El Judas llega al huerto en compañía de los xodyos, se dirige a la imagen dándole un beso en la mejilla mientras exclama – Salve divino maestro – al tiempo que le coloca una soga en el cuello, en ese momento los xodyos conducen la imagen de Cristo a su “prisión” dando comienzo con una procesión dentro del atrio. El Judas recibe como paga una bolsa de tela llena de monedas que hace sonar corriendo entre la multitud de observadores.

A la procesión se integran las imágenes de la Virgen de la Soledad y de los Dolores, las andas que transportan las esculturas se cubren con “reliquia” conformada por romero, manzanilla y flores diversas. La procesión es encabezada por la imagen de Cristo (Imagen 7), cargada por hombres adultos, sobre su anda va acompañándolo el niño vestido de ángel, al pie va el niño que representa al Padre Mayor con el bastón del Señor, alrededor de ellos otros varones trasportan las tres piezas que conforman al santo huerto protegiendo con este la imagen de Cristo, al frente el Judas hace sonar las monedas que ha recibido, a los costados los xodyos escoltan la procesión, en lo alto ondean sus banderas, elevan sus lanzas y sus armas en señal de victoria. 

Imagen 7. Procesión del Jueves Santo. Fotografía del autor.
Imagen 7. Procesión del Jueves Santo. Fotografía del autor.

Después de recorrer el atrio tres veces, la procesión ingresa al templo, los xodyos encarcelan simbólicamente a la imagen del Cristo colocándole enfrente una reja decorada con pequeñas flores moradas y blancas, los fieles pasan a despedirse de las imágenes santiguándose con el cinturón que faja sus túnicas. Los xodyos custodian por turnos toda la noche hasta la madrugada a las esculturas religiosas, no pueden retirarse del templo, se turnan en lapsos de dos horas por pareja para llevar a cabo la velación.

 

2.2 Descripción de los elementos rituales del Viernes Santo en Tezontepec de Aldama

El Viernes Santo, se conmemora la Muerte de Jesús en la cruz y la sepultura de su cuerpo, actos que se celebran en torno a dos procesiones emblemáticas, el viacrucis y la procesión del Silencio. En Tezontepec, antes de que salgan los primeros rayos del sol, los fariseos acuden hasta la casa del señor Cenobio Santiago o de Julio Hernández, en donde les ofrecen “el atole”, práctica que consiste en convivir consumiendo atole, café, tamales y pan para desayunar. Antes de ello, se despiden con cantos y oraciones del Cristo preso y comienzan su marcha al ritmo de los músicos quienes interpretan “las glorias”. Al término del desayuno, cuando el sol ilumina el día, los fariseos encaminan su marcha hasta la casa de la familia Oropeza Cruz para venerar a una escultura de un Cristo doliente al que se le conoce como Santo Ecce Homo. Esta imagen se lleva en procesión hasta el templo de Tezontepec, donde permanece para la veneración de la gente, más tarde, las andas de las imágenes dolorosas que saldrán en procesión para el viacrucis son revestidas con reliquia de manzanilla y romero.

En el templo, los fariseos vuelven a recorrer el atrio del recinto al ritmo de las glorias, después se retiran a descansar, deberán estar listos para regresar al punto de las tres o cuatro de la tarde cuando tienen lugar el inicio del Viacrucis.  Dicha procesión comienza en el templo, sale por las principales calles de Tezontepec y regresa al recinto parroquial para representar la procesión del Silencio que también se desarrolla en las calles de Tezontepec y de Panuaya. En el pasado estas procesiones solo se representaban dentro del atrio del templo, el Viacrucis da comienzo con una ceremonia llamada “el balcón” que representa la coronación de espinas y la flagelación de Cristo; el sacerdote anuncia la sentencia a muerte de Jesús, las estaciones se escenifican en determinados puntos del poblado, las ultimas de ellas se representan alrededor de las nueve de la noche dentro del templo.[30]

Imagen 8 Viacrucis. Fotografía del autor.
Imagen 8 Viacrucis. Fotografía del autor.

El Viacrucis da comienzo con la marcha de los fariseos al ritmo de las glorias por el atrio del templo, lo recorren cuatro veces para salir de este y desplazarse también por la plaza principal de Tezontepec. Entre la multitud el Judas, corre haciendo sonar su bolsa con las monedas que ha recibido como pago a su traición, luego que regresan da comienzo la primera estación a la cual se le conoce como “el balcón”, la cual tiene lugar bajo el campanario del templo.

En el Viacrucis los xodyos llevan además de sus objetos tradicionales algunos elementos que simbolizan la Pasión de Cristo, entre ellos una corona de espinas, una rama de granjeno pintada de blanco y decorada con flores rojas y una caña de carrizo ornamentada con pequeñas flores de colores. Las primeras estaciones comienzan en el templo como lo es la correspondiente al momento de la sentencia de Cristo a muerte, entonces los músicos interpretan la “sentencia”[31]. Al escuchar el tema, el Judas arroja la bolsa con las monedas hacia los fariseos e intenta huir del lugar, pero es detenido con violencia por los fariseos quienes lo conducen hasta una de las puertas del atrio donde está una viga de madera de la cual lo cuelgan con un lazo. Se representa la muerte de Judas.

Al ver al Judas colgado, los fariseos pasan por debajo de su cuerpo, lo golpean con sus lanzas y banderas, salen del templo y vuelven a entrar por la puerta principal del atrio para concluir su marcha. Cabe destacar que las imágenes del templo presiden las celebraciones aunque en la actualidad hay jóvenes que representan a los principales personajes incluidos Cristo y la Virgen María. Al concluir la primera estación, inicia la procesión por las calles de Tezontepec, existe una división simbólica para el Viacrucis, por una calle un grupo de personas caminan llevando la escultura de Cristo y por otra el resto de los participantes se desplazan llevando las esculturas de la Virgen. Esta división representa la búsqueda que hace María para encontrar a su hijo, más adelante se da el encuentro de los dos contingentes.

El orden de los participantes es el siguiente, al frente va un fariseo con el estandarte de la Asociación, junto a este va un niño que lleva un hacha y un listón azul sobre el pecho que representa al Cirineo, luego los músicos, los demás fariseos llevando los elementos simbólicos de la Pasión de Cristo, posteriormente cuatro fariseos llevan cargando la imagen de Santo Ecce Homo, un grupo de hombres cargan la imagen del Señor de las Tres Caídas y al final van las personas que acompañan.

Durante el trayecto un fariseo recita un pregón con el cual se indica el motivo de la condena de Cristo, acusado de ser un agitador del pueblo. En el trayecto se representa el momento en el que Jesús carga con su cruz, al llegar a la capilla de La Barranca se representa la primera caída de Cristo.  Es costumbre que los vecinos se reúnan en el punto donde se conmemora la estación para venerar la imagen con incienso y oraciones, además colocan un pequeño altar con los colores púrpura y blanco así como elementos representativos de las fechas, además de indicar con letreros la estación que se está recordando.

Durante el lapso entre la segunda y tercera estación los fariseos se separan del Viacrucis para trasladar la imagen de Santo Ecce Homo a su capilla. Luego se reintegran cuando la procesión se dirige a una de las más importantes avenidas de Tezontepec, en uno de estos puntos se da el encuentro de la imagen de Cristo con las imágenes de María.  Más adelante se representa el momento en el que el Cirineo ayuda a Cristo a cargar la cruz, durante este cuadro uno de los niños que forma parte de los fariseos toma el papel de Cirineo y sube a la anda del Señor de las Tres Caídas para simular que ayuda a cargar la cruz.  Anteriormente el niño que caracterizaba al Cirineo llevaba un atuendo de manta de algodón (camisa y pantalón), un sombrero de palma, un guaje, un manojo de leña y un hacha pequeña,[32] estaba caracterizado como un campesino indígena.

La escena de la Verónica se desarrolla una vez entrando a la avenida principal, más adelante se representan las estaciones correspondientes a la segunda caída de Jesús y el pasaje de las mujeres piadosas que lloran, casi regresando al templo parroquial se representa la tercera caída. Las personas regresan al templo donde se representan los últimos pasajes del Viacrucis en la noche (la crucifixión y el entierro de Cristo) pero antes de continuar, el sacerdote oficia las celebraciones litúrgicas de la iglesia Católica para el Viernes Santo a los cuales se les denomina “los Santos Oficios” así como la adoración de la Santa Cruz.

El pasaje de la crucifixión de Cristo se le conoce popularmente como “el sermón de las siete palabras”, dicho acto consiste en leer los textos bíblicos que de acuerdo a la tradición católica mencionó Cristo en el momento de su crucifixión antes de morir. En la actualidad el ritual conserva ciertos elementos interesantes como por ejemplo la hora en la que se celebra alrededor de las ocho o nueve de la noche.

Da comienzo cuando el sacerdote anuncia la crucifixión, los fariseos que llevan las banderas se acercan hasta una gran cruz de madera que está recostada sobre el piso frente a la puerta principal del templo, los encargados del ritual sacan una antigua imagen de Cristo yacente conocida por la comunidad como “el Santo Entierro”, es una escultura tallada en madera de cuerpo completo que representa a Cristo muerto tendido en el féretro, al igual que otras imágenes barrocas tiene el cabello natural, está pintado a mano dramáticamente representando el derramamiento de sangre. Los brazos de la imagen son articulados de tal forma que la escultura se puede poner y quitar de la cruz, como se hace el Viernes Santo para representar la crucifixión, la caja donde descansa es de madera con cristal.

Imagen 9. Crucifixión. Fotografía del autor.
Imagen 9. Crucifixión. Fotografía del autor.

La escultura es sacada de su nicho y envuelta en una sábana blanca, la recuestan sobre la cruz, los fariseos la resguardan de inmediato con sus banderas ya que ninguna persona puede ver la imagen hasta que esté colocada en lo alto de la cruz.[33]  En ese momento se simula también la crucifixión de los dos ladrones que son representados con jóvenes voluntarios de la comunidad.  Los músicos interpretan las notas de las pasiones mientras las mujeres entonan los cantos dolorosos referentes a la muerte de Cristo, poco a poco es elevada la cruz hasta quedar frente a la puerta principal del templo. Los fariseos continúan protegiendo la imagen de Cristo crucificado con sus banderas hasta que la cruz ha quedado fija en el piso y el Cristo se encuentra clavado en la cruz.

En seguida comienzan a elevarse las dos cruces restantes con los jóvenes que representan a los “ladrones”, los fariseos se acercan para hacer custodia a los crucificados, al frente se colocan las imágenes de la Virgen de la Soledad y de la Virgen de los Dolores; antes de llegar al momento culminante de la Pasión que es la muerte de Jesús en la cruz, el sacerdote lee las “siete palabras” correspondientes a los pasajes bíblicos, cuando el sacerdote finaliza de dar lectura a cada frase, los fariseos golpean el piso produciendo fuertes y perturbadores ruidos que indican el anuncio de cada palabra, en el momento de la muerte de Jesús se apagan las luces del templo en señal de duelo por la muerte de Cristo.

Los músicos entonan nuevamente las pasiones mientras la imagen es bajada de la cruz por “los varones”, tres hombres adultos vestidos con túnica, capa y una especie de gorro en el cabeza de color blanco, además se encuentran descalzos, ellos representan a los sacerdotes judíos que apoyaron a Cristo durante la Pasión[34], llevan unos paños con los que bajan la imagen apoyándose de unas escaleras, depositan los paños en una charola de plata una vez que los desocupan. 

Las esculturas de la Virgen se colocan frente a la cruz, los varones cargando la imagen del Santo Entierro la conducen hasta ellas, las imágenes marianas son reclinadas un poco hacia el frente para representar el momento en que la madre de Cristo recibe el cuerpo sin vida de su hijo y se despide de él, luego se lleva la escultura hasta la urna que representa el sepulcro para dar comienzo con la procesión del Silencio. Para ese momento los fariseos han cambiado las banderas tricolores que utilizan comúnmente por banderas luctuosas de tela negra las cuales llevan ondeando en lo alto durante el resto de la ceremonia.

En seguida da comienzo la Procesión del Silencio, un rito que se ha desarrollado a lo largo de los siglos en diferentes poblados de México pues representa la culminación del Viacrucis y la forma simbólica en la que los devotos acompañan a la Virgen María en su dolor, le dan el pésame y se despiden del difunto que en este caso se trata de Cristo, actitudes que las personas suelen hacer respetuosamente cuando se trata de sepelios verdaderos en las comunidades rurales.

En Tezontepec subsisten elementos que siguen presentes durante esta procesión con claros matices novohispanos por ejemplo, está presente el ritual donde un grupo de tres  fariseos y el mochiller que  encabezan la procesión llevan ciertas herramientas como una cadena, una barreta y una pala que tienen una gran carga simbólica. El joven que lleva  la cadena va azotándola en el piso para simular el sonido que se produce al escarbar las rocas para abrir un sepulcro, los otros fariseos van con sus herramientas tras el mochiller que con su bastón de madera, al frente de la procesión dibuja un cuadro sobre las calles por donde pasan, con este acto indica el espacio donde se va a enterrar el cuerpo de Cristo, los fariseos con las herramientas al escuchar el azote de la cadena, simulan excavar la tierra con la pala y la barreta produciendo fuertes sonidos al azotarlas sobre el piso[35], tras ellos el grupo de músicos interpretan el tema de las pasiones, único sonido ritual a lo largo de la procesión.

Imagen 10. La Procesión del Silencio. Fotografía del autor.
Imagen 10. La Procesión del Silencio. Fotografía del autor.

Un grupo de seis hombres cargan la urna con la escultura del Santo Entierro la cual va al frente, continúan los varones quienes llevan los lienzos dentro del recipiente plateado, detrás, las mujeres cargan las esculturas de la Virgen. Esta es una procesión de luto, no se canta ningún tema religioso, no se hace ninguna oración, se ilumina solamente por los cirios junto a la urna del Santo Entierro y algunas velas que los participantes llevan para alumbrar el camino.

Cuando regresan al templo los fariseos forman una valla en la entrada para que pase el Santo Entierro, de inmediato el mochiller dibuja un último cuadro sobre el atrio del templo y los fariseos se forman en las orillas para delinear el cuadro. El Santo Entierro se coloca un momento dentro del espacio formado por los jóvenes, posteriormente se lleva hasta el altar mayor, en ese momento los fariseos azotan fuertemente sus herramientas contra el piso produciendo intensos sonidos para señalar que Cristo ha descendido al abismo de la tierra o al inframundo donde están los muertos.[36]  La escultura se deja el resto de la noche del Viernes Santo en el templo, la gente pasa a santiguarse, a hacer oración y a despedirse de ella.

 

2.3 Descripción de los elementos rituales del Sábado Santo en Tezontepec de Aldama

El día transcurre en torno a la vigilia pascual, en la cual la enseñanza de la Iglesia Católica indica que los cristianos esperan la resurrección del Cristo en la primera hora del domingo siguiente. En Tezontepec han variado en los últimos años las ceremonias incorporadas por el sacerdote que está como encargado de la parroquia, pero la principal práctica tradicional del día se mantiene vigente, este ritual es el de “las glorias” protagonizado por el Judas y los fariseos durante la noche, sin embargo dicho ritual es antecedido por algunas celebraciones eclesiales como lo son el encendido del “fuego nuevo” y de los cirios pascuales, la renovación de las promesas bautismales y la bendición del agua.

El rito de “las glorias” representa el cierre del triduo pascual de la Semana Santa en Tezontepec, se lleva a cabo al momento de la misa de Gloria el día sábado mientras esta tiene lugar en el templo casi a la media noche. Durante la misa los fariseos están formados una cuadra al oriente de la puerta principal del atrio, esperan a que el sacerdote anuncie la Resurrección de Cristo, detrás de ellos se encuentra el Judas quien ha reaparecido vistiendo su mismo atuendo junto con un látigo o una riata de cuero la cual azota contra el piso para atemorizar a los fariseos y a la gente con el sonido que producen los azotes. 

Imagen 11. Las
Imagen 11. Las "Glorias". Fotografía del autor.

La Resurrección de Cristo es anunciada cuando el sacerdote concluye con la última lectura litúrgica de ese día (los salmos) y exclama la frase – Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo - , en ese momento los velos morados que cubren desde la noche del Jueves Santo los altares del templo son retirados de inmediato, las campanas del templo repican con potencia, los capitanes de fariseos ondean las banderas con gran fuerza y los músicos interpretan la gloria.

Es en ese momento exacto cuando los fariseos tienen que correr lo más rápido que puedan desde el lugar donde se encuentran hasta la puerta de entrada del atrio de la iglesia ya que, el Judas los persigue azotándolos con el látigo mientras corren, especialmente a aquellos fariseos que han sido “recomendados”[37] por sus padres al Judas. En la actualidad, no es obligatorio que participen todos los fariseos, pero prácticamente la mayoría lo hace, principalmente por la adrenalina que genera el ritual entre los jóvenes, una vez que los fariseos llegan a la entrada principal del atrio el Judas ya no los puede azotar.

Actualmente otros muchachos, aunque no hayan colaborado como fariseos pueden participar dentro del ritual. Cuando alguno de ellos considera que tiene algún pecado grave, va y le expresa al Judas sus deseos de ser azotado con el látigo como una penitencia, muchos jóvenes y señoritas a las que ya se les permite participar también, se forman voluntariamente en espera de recibir su castigo frente a la entrada principal del templo. Existe un látigo de cuero y una reata semejante a las que usan los charros, de aproximadamente dos metros y medio o tres, ellos eligen con cual quieren que les pegue[38].

El ritual representa una purificación y una penitencia para los fariseos, pues se “convirtieron” en “demonios”, persecutores, verdugos, enemigos de Cristo, lo asesinaron y se burlaron de él. Para la cosmovisión religiosa de la comunidad, los fariseos han ofendido a Cristo[39], por lo tanto, cuando este resucita y vence a las tinieblas (los seres oscuros, los xodyos) estos deben ser castigados, los jóvenes deben cumplir con la penitencia para redimirse, el Judas que representa al diablo es el encargado de castigarlos además de que cobra venganza por la traición de los fariseos quienes lo colgaron el Viernes Santo[40].

El ritual finaliza con la bendición del agua y la repartición entre la gente de toda la reliquia que se generó en el templo durante los días santos, entre ella el laurel y demás elementos vegetales que contenía Santo Huerto.

 

Conclusión

Los rituales conmemorados durante la Semana Santa en determinadas poblaciones del Valle del Mezquital encuentran sus orígenes en la reinterpretación que los indígenas otomíes hicieron de las enseñanzas cristianas que recibieron durante la evangelización de la región en el siglo XVI, ellos adaptaron su cosmovisión religiosa prehispánica al catecismo que recibieron por la Iglesia Católica recreando como consecuencia ceremonias, actos y ritos autóctonos donde expresaron una nueva cosmovisión sobre la Pasión de Cristo.

Gran parte de esa concepción mestiza consolidada en la época novohispana hasta la fecha, sigue manifestándose en la tradición de la Semana Santa en Tezontepec de Aldama; para sus organizadores estos son actos tradicionales de devoción popular que recuerdan cíclicamente por herencia de sus antepasados la conmemoración de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo.

Esta tradición se ha readaptado según el paso del tiempo, modificando o incluso suprimiendo algunos de los elementos que formaron parte de la misma en un determinado momento. La continuidad de la festividad dependerá del grado de necesidad en la población que la protagoniza de encontrar en ella un símbolo de referencia, de identidad y de expresión tradicional de su comprensión religiosa sobre la Pasión de Cristo. Es importante reconocer el desempeño que poseen dentro del proceso de continuidad de la festividad los organizadores, quienes cíclicamente la conmemoran, la recrean y la adaptan al contexto en el que se encuentren inmersos ya que, en su papel como actores sociales y culturales se han apropiado de esta festividad asumiéndola como un símbolo que los vincula con la comunidad al mismo tiempo que establece un canal fundamental de expresión de culto a sus antepasados y a su propia concepción de la dimensión religiosa.  

Por otra parte la participación de las instituciones gubernamentales y no gubernamentales inmersas en el sector cultural es fundamental, ya que pueden gestionar los medios a través de las cuales colectividades tradicionales como lo es la Asociación de Fariseos de Tezontepec, adquieran las herramientas necesarias para salvaguardar su memoria colectiva en un entorno que se separa cada vez más de sus orígenes, minimizando el valor de las expresiones festivas que en muchas circunstancias sentaron las bases sociales y espirituales tradicionales de los pueblos; muchas de ellas superando el transcurso de los siglos pasados para llegar al presente aferrándose a sobrevivir. 

 

Notas:

[1] Investigador, escritor, artista y promotor cultural. Originario de Tezontepec de Aldama, Hgo. cuenta con una Maestría en Promoción y Desarrollo Cultural. Forma parte del Consejo Municipal de la Crónica e investigación AC – Tezontepec y docente de tiempo completo en la Universidad Tecnológica del Valle del Mezquital. Investiga y promueve las expresiones religiosas, festivas y tradicionales de esta región hidalguense. Correo electrónico: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo. / Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

[2] María del Consuelo Cuevas Cardona, Olga Leticia Malpica Jiménez y Elena Vélez Aretia, “La fiesta popular religiosa”, en María del Consuelo Cuevas Cardona (coordinadora), El encuentro de los pueblos (fiestas del Estado de Hidalgo). Colección: Lo nuestro, Gobierno del Estado de Hidalgo- Instituto Hidalguense de la Cultura, Pachuca, 1992, pp.10- 27.

[3] María Ana Portal, “La fiesta popular religiosa como recreación de referentes de identidad colectiva: el caso de San Andrés Totoltepec”, ponencia, México, 1990, citada por María del Consuelo Cuevas Cardona et al., “La fiesta popular religiosa”, en María del Consuelo Cuevas Cardona (coordinadora), El encuentro de los pueblos (fiestas del Estado de Hidalgo). Colección: Lo nuestro, Gobierno del Estado de Hidalgo- Instituto Hidalguense de la Cultura, Pachuca, 1992, p.12.

[4] ídem

[5] María Teresa Pomar, “Algarabía mexicana”, en Guía México Desconocido Edición Especial: Fiestas en México, agosto de 2003, pp.12 - 34.

[6] Johanna Broda, “Ritos y deidades del ciclo agrícola”, en Arqueología Mexicana, vol. XIX, núm. 120, México, marzo – abril de 2013, pp.54 – 61).

[7] idem

[8] Luis Ramírez Solano, “Reportaje especial: Semana Santa”, en Última Moda, año XXV, núm. 508, México, 15 de marzo de 1991, pp.36-40.

[9] Cristina Gutiérrez Zúñiga, Rodolfo Morán Quiroz, “El origen y simbolismo de la Semana Santa, en Diálogos del pensamiento,  Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH) - Universidad de Guadalajara, grabación de programa de radio, disponible en: http://www.cucsh.udg.mx/dialogos/73-el-origen-y-simbolismo-de-la-semana-santa

[10] Francisco Luna, comunicación personal, 20 de junio de 2012.

[11] Johanna Broda, “Ritos y deidades del ciclo agrícola”, en Arqueología Mexicana, vol. XIX, núm. 120, México, marzo – abril de 2013, pp.54 – 61.

[12] Enzo Segre, “El Cristo Sol”, en  Dialéctica revista de la Escuela de Filosofía y Letras - Universidad Autónoma de Puebla, año XI, núm. 18, México, septiembre de 1986, p.129 – 150, disponible en: http://148.206.53.230/revistasuam/dialectica/include/getdoc.php?id=324&article=344&mode=pdf

[13] ibidem, p. 147

[14] Martha Toriz, “El Teatro de evangelización”, en Hemispheric Institute of Performance and Politics - Web Cuadernos, 2008, disponible en:

  http://www.hemisphericinstitute.org/cuaderno/censura/html/t_evan/t_evan.htm

[15] Gabriel Márquez Ramírez, “Hidalgo, tierra de los agustinos. Introducción a la evangelización fundante: 1535 – 1600” en Verenice Cipatli Ramírez Calva y Francisco Luis Jiménez Abollado, Historia colonial en el estado de Hidalgo, UAEH, Pachuca, 2009, pp. 161 – 187.

[16] ídem

[17] Las entrevistas se realizaron durante los años 2012 a 2016 a personas mayores de 60 años en cuya infancia o juventud atestiguaron la conmemoración de la festividad dentro del municipio, también a los organizadores actuales de la Semana Santa en Tezontepec de Aldama, muchos de ellos descendientes o familiares cercanos de quienes en el siglo pasado tenían a su cargo la conmemoración de la festividad, algunos también poseen parentesco familiar entre ellos.

[18] Tomás Santiago, comunicación personal,  6 de abril de 2012.

[19] Cofradías y Hermandades de Zamora, “Ni el jueves ni el Sábado de Dolores existen: Jueves y Sábado de Pasión”, en Cofradías y Hermandades de Zamora, disponible en:

http://cofradiasdezamora.wordpress.com/documentos/delegacion-episcopal-para-cofradias-y-hermandades/jueves-sabado-dolores/

[20] Jesús Alfaro, comunicación personal, 14 de abril 2012.

[21] Juan Corona, comunicación personal, 8 de febrero de 2014.

[22] Aarón Pérez, comunicación personal, 10 de junio de 2012.

[23] Francisco Luna, comunicación personal, 20 de junio de 2012.

[24] Luis Hernández Cruz, Moisés Victoria Torquemada y Donaldo Sinclair Crawford, Diccionario del hñahnu (otomí) del Valle del Mezquital, Estado de Hidalgo,  SIL International (Summer Institute Lingusitic, 2010, pp.383 y 486, disponible en:

http://www.sil.org/mexico/otopame/mezquital/S045b-DicOtomiMezq-ote.pdf

[25] Francisco Luna, comunicación personal, 20 de junio de 2012.

[26] Francisco Luna, comunicación personal, 20 de junio de 2012.

[27] Miguel Alfaro, comunicación personal, 14 de abril de 2012.

[28] Jacques Galinier, “La pasión de Cristo: un drama edificante en Texcatepec”,  en La mitad del mundo: cuerpo y cosmos en los rituales otomíes,  UNAM, México, 1990, pp. 322 – 324.

[29] Francisco Luna, comunicación personal, 20 de junio de 2012.

[30] Jesús Alfaro, comunicación personal, 14 de abril de 2012

[31] Miguel Alfaro, comunicación personal, 14 de abril de 2012

[32] Aarón Pérez, comunicación personal, 20 de mayo de 2012

[33] Jesús Alfaro, comunicación personal, 14 de abril de 2012

[34] Jesús Alfaro, comunicación personal, 14 de abril de 2012

[35] Miguel Alfaro, comunicación personal, 14 de abril de 2012

[36] Miguel Alfaro, comunicación personal, 14 de abril de 2012

[37] Se utiliza este término en Tezontepec para referirse al encargo especial que hacen los padres de familia al personaje de Judas para que sus hijos que están participando como fariseos sean azotados durante el ritual de las glorias, ya que es una forma de castigar a los jóvenes por alguna falta que han cometido de acuerdo al punto de vista de sus padres.

[38] Miguel Alfaro, comunicación personal, 14 de abril de 2012

[39] Aarón Pérez, comunicación personal, 20 de mayo de 2012

[40] Francisco Luna, comunicación personal, 20 de junio de 2012.

 

Bibliografía:

Cuevas Cardona, María del Consuelo (coordinadora), Olga Leticia Malpica Jiménez y Elena Vélez Aretia (investigación)

  1. El encuentro de los pueblos (fiestas del Estado de Hidalgo), Pachuca, Gobierno del Estado de Hidalgo- Instituto Hidalguense de la Cultura, 189 pp., (Colección: Lo nuestro).

Cofradías y Hermandades de Zamora, “Ni el jueves ni el Sábado de Dolores existen: Jueves y Sábado de Pasión” (http://cofradiasdezamora.wordpress.com/documentos/delegacion-episcopal-para-cofradias-y-hermandades/jueves-sabado-dolores/), consultado el 30 de enero de 2013.

Galinier, Jacques

  1. La mitad del mundo: cuerpo y cosmos en los rituales otomíes, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 746 pp.

Hernández Cruz, Luis, Moisés Victoria Torquemada y Donaldo Sinclair Crawford (asesor lingüístico) “Diccionario del hñahñu (otomí) del Valle del Mezquital, Estado de Hidalgo”

2010., México, SIL International (Summer Institute Lingusitic), 528 pp.

Recuperado el: 4 de febrero de 2013, de:

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Gutiérrez Zúñiga, Cristina, Rodolfo Morán Quiroz “El origen y simbolismo de la Semana Santa (grabación de programa de radio)”, en Diálogos del pensamiento del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH)  de la Universidad de Guadalajara (http://www.cucsh.udg.mx/dialogos/73-el-origen-y-simbolismo-de-la-semana-santa), consultado el 12 de abril de 2014.

 

Ramírez Calva, Verenice Cipatli, Francisco Jiménez Abollado (coordinadores)

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(http://www.hemisphericinstitute.org/cuaderno/censura/html/t_evan/t_evan.htm, consultado el 15 de junio de 2012.

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Recuperado el: 11 de agosto de 2014, de: http://148.206.53.230/revistasuam/dialectica/include/getdoc.php?id=324&article=344&mode=pdf

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Última Moda, año XXV, núm. 508, México, 15 de marzo de 1991, 82 pp.

 

Cómo citar este artículo:

ORTIZ QUIJANO, Darío Eduardo, (2017) “La pasión de Tezontepec. Festividad histórica, devocional e identitaria en Tezontepec de Aldama, Hildago”, Pacarina del Sur [En línea], año 8, núm. 32, julio-septiembre, 2017. ISSN: 2007-2309.

Consultado el Martes, 16 de Abril de 2024.

Disponible en Internet: www.pacarinadelsur.com/index.php?option=com_content&view=article&id=1493&catid=6