Hacia una visión indianista de la conquista

Hernán Horna[1]

 

Artículo recibido: 31-10-2012; aceptado: 23-11-2012

Este es un esfuerzo indiano para analizar los primeros encuentros entre blancos e indios así como la conquista de América en términos diacrónicos. Las observaciones aquí presentadas están basadas en documentos y fuentes historiográficas e inter-disciplinarias fácilmente accesibles a cualquier investigador. Se trata de re-describir y leer entre las líneas para poder re-interpretar. En tiempos de la conquista, la desgracia de los indios era que poseían oro y plata. Además, los conquistadores tenían una tecnología militar superior a la de los indios aunque esa no fue la única causa de la derrota indígena. Más aún, el “descubrimiento” y conquista de América coincide con el comienzo del largo proceso de expansión colonial europeo por todo el planeta.

Palabras clave: Apaches, Atahualpa, Aztecas, caníbales, Caonabó, conflictos étnicos, Guacanagarí, Incas, Malinche, Manco Inca, Mayas, Moctezuma, Tainos, Tupac Amaru

 

Una de las tareas más difíciles para los historiadores que escriben acerca del pasado precolombino es cómo ser precisos en términos diacrónicos. No solamente existen diferentes concepciones del tiempo y sus maneras de medirlo entre los invasores y los aborígenes, sino también existen las limitaciones de malas traducciones, diferentes perspectivas ideológicas y la historia oficial.  Por ejemplo, las fuentes materiales de las que "perspectivas indígenas" han sido extraidas por etno-historiadores como Miguel León Portilla (1966),[2] Nathan Wachtel y otros[3] son caracterizadas por su perspectiva a largo plazo e institucionalidad en lugar de exactitud diacrónica.  Los esfuerzos del presente autor son explorativos por el momento, pero toman como punto de partida una perspectiva indígena de tal manera que el proceso inicial de la colonización europea pueda ser analizado dentro del enfoque cronológico.  Las observaciones aquí presentadas están basadas en documentos y fuentes que son fácilmente accesibles a cualquier investigador.

Ha sido anotado que Cristobal Colón llegó a la isla de Samaná o San Salvador después de 33 días en alta mar.  Lo que Colón encuentra en el caluroso Caribe es una raza vigorosa de semi-desnudos.  Casi todos los aborígenes hablaban un idioma de origen sudamericano conocido como Arawak.  Ellos vivían en pueblos de mil a dos mil habitantes y eran gobernados por jefes hereditarios o caciques con diferentes niveles de poder (Morison, 1963: 140-141, 185, 226, 395).  Algunos de ellos ejercían hegemonía política sobre varias islas.   Las sociedades caribeñas no sólo comprendían individuos libres (Nitaínos) prósperos y menos prósperos, sino también un tipo de esclavos llamados Naborias.  Tenían sacerdotes y chamanes a cargo de sus deidades (Zemis), lugares sagrados y la curación de las enfermedades del pueblo.  Los habitantes del Caribe vivían de la pesca, caza, comercio y agricultura.  En esta última actividad, las mujeres tenían un rol muy activo y hasta dominante.  Los caribeños tenían una agricultura sofisticada.  Por ejemplo, construían series de jardines elevados de aproximadamente un metro de altura y tres de circunferencia (Conucos) para cultivar tubérculos.  Tal praxis retardaba la erosión y facilitaba la irrigación en el clima tropical.  Al sur de La Española, los indios habían construido extensos sistemas de irrigación (Fernández de Oviedo, 1959: 13-18).  Aunque aparentemente los artesanos no eran especialistas a tiempo completo (Sauer, 1966: 59-66), ellos martillaban muy bien el oro; trabajaban el caucho en infinidad de propósitos; hacían cerámicas; tejían, y tallaban maderas, piedras, huesos, corales y conchas marinas.

     Cuando Colón y sus tripulantes pisaron por primera vez el suelo americano, los aborígenes corrieron porque pensaban que ellos eran los tradicionales cazadores de esclavos del Caribe.  Solamente ancianos y niños salieron a recibirlos (Ibíd.: 61-65, 77).  Después que los extraños visitantes se hicieron entender de que venían en misión pacífica, un diálogo muy amigable ocurrió entre blancos e indios.  A las 24 horas de haber llegado Colón, los indios le informaron que hacia el oeste existía un continente y que un gran cacique gobernaba esos lares.  Naturalmente, Colón asumió que se trataba del continente asiático y que ese gran cacique era nada menos que el Gran Khan (Ibíd., pp. 83, 86).  Probaría ser un nuevo continente y ese gran gobernante sería el emperador Azteca.  Dentro de poco tiempo, Colón y sus hombres estaban cambiando sus cachivaches europeos por aretes, narigueras, braceletes y otros ornamentos de guanín,[4] metales preciosos, piedras finas y perlas.  Para los indios, los minerales preciosos y piedras finas sólo tenían un valor artístico y cosmológico.  Los europeos también obtuvieron algodón, frazadas, tejidos, hamacas, productos de caucho, plumas, aves y pájaros.

     Los indios informaron a Colón que tanto el oro como las piedras preciosas provenían del suroeste caribeño y la isla de Haití [La Española] (Morison, Ob. Cit.: 132-133, 215).  Un subalterno de Colón, Martín Alonzo de Pinzón, guiado por la codicia y unos indios, se escapó de la expedición en dirección de la península de Yucatán en la carabela La Pinta en busca de tesoros (Ibid., pp. 67, 99, 146).  En la ausencia de Pinzón, Colón siguió la ruta del oro y exploró Haití.  Esta isla tenía suelos muy fértiles y la mayor cantidad de oro en el Caribe.[5]  Haití era controlado por la familia real del gran cacique Caonabó, rey de Maguana, que incluía las montañas centrales y sureñas de la isla.  Además, la esposa de Caonabó era la carismática Anakaona, reina de Cuba oriental.  El hermano de Anakaona era Behecchio, gran cacique de Xaraguá, en el suroeste de La Española.  Colón se hizo amigo del cacique Guacanagarí, jefe de la etnia Taíno.  Los Taínos eran vasallos tributarios de Caonabó.  Por tres meses, Colón mantuvo relaciones muy cordiales con Guacanagarí.  Sin embargo, los suelos con oro estaban bajo el control directo de Caonabó.  Más tarde, Guacanagarí habría de luchar al lado de los españoles para derrotar a los seguidores de Caonabó.

     Los arqueólogos sostienen que el Caribe fue colonizado originalmente por sudamericanos desde varios milenios antes de Cristo.  También habrían incursionado centroamericanos; ellos habrían llegado desde Yucatán.  En tiempos de Colón, la única etnia centroamericana habría sido la Guanahatabeya de Cuba occidental.  El resto de los caribeños eran Arawak-parlantes, entre los cuales los Taínos eran la mayoría.  Sin embargo, los Canibas o Caribas y sus aliados habrían sido militarmente los dominantes.  Los Canibas habrían sido los últimos inmigrantes precolombinos.  Ellos se habrían concentrado en el sur del Caribe, teniendo como centros principales las islas de Guadalupe y Martinique.  Los Canibas eran grandes comerciantes y controlaban los contactos entre las islas caribeñas y el norte sudamericano.

     Tanto los arqueólogos como los etno-historiadores del Caribe han tenido menos fuentes primarias que sus colegas dedicados al estudio del continente americano.  Sabemos más acerca de los Taínos porque los blancos tuvieron más contacto con ellos y fueron los primeros aliados de Colón.  El arqueólogo norteamericano Irving Rouse ha clasificado a los Taínos más avanzados como los "Taínos clásicos".  Los Taínos de La Española y Puerto Rico pertenecían a esa categoría.  Sin embargo, a medida que avanzan los estudios arqueológicos, otros pueblos como el de Jamaica son elevados a "Taínos clásicos" (Rouse, 1992: 7, 18).  Lo que indica que la falta de evidencia sigue funcionando como prueba de lo contrario cuando se estudia la historia de los vencidos.


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     Los Canibas han sido los más desconocidos y calumniados.  Los pocos documentos europeos de los encuentros directos con Canibas no manifiestan que ellos eran bestias sino más bien humanos y hasta humanistas (Hume y Whitehead, 1992).  Ellos han sido menos estudiados. Etnicamente eran más mezclados que los Taínos. Sin embargo, la documentación histórica indica que tenían varias tecnologías superiores a las de los Taínos.  Ellos no eran salvajes.  Decidir a ciencia cierta quiénes eran Canibas propiamente dichos y quiénes eran tildados así por los blancos para justificar su violencia contra los indios es un gran problema historiográfico e inter-disciplinario.  Los Canibas fueron los más difíciles de subyugar por el hombre blanco en el Caribe.  Ellos dieron refugio primero a indios y después a esclavos africanos que se escapaban de la dominación europea.  A pesar de todo, ellos eran los héroes de la resistencia caribeña.  Los Canibas de las islas Winward (Barlovento) resistieron hasta 1797, cuando los ingleses finalmente los derrotaron y a sus sobrevivientes los trasladaron a Centroamérica.

     Entre las tecnologías sobresalientes de los Canibas estaban sus hiladores que producían mantas de algodón "tan bien tejidas que de ninguna manera eran inferiores a aquellas de nuestro país" anotó Colón (Major, 1961: 29).  Entre otras cosas, los Canibas cultivaban gran cantidad de árboles frutales y comerciaban sus productos.  En la guerra, los Canibas usaban armas metálicas y pecheras de cobre para protegerse.  Gracias al uso de curare para envenenar sus flechas y dardos, eran superiores en muchos conflictos armados (Morison, Ob., Cit.: 154, 185-186, 271).  En la isla de Guadalupe los Canibas usaron instrumentos de hierro.  Guadalupe sería el único lugar en las Américas donde tal praxis ocurrió a no ser que el hierro de allí fuese de origen meteorítico (Ibíd.: 248).  Las cartas de Colón no especificaron la diferencia. Sin embargo, es muy probable que el hierro meteorítico usado en el Caribe haya sido importado de la zona andina.

     Durante el primer viaje de Colón, podemos ver que las relaciones entre blancos e indios fueron de lo más cordiales.  Fue una relación de respeto mutuo en la que ambas "razas" hicieron trueques, jugaron y aprendieron los unos de los otros.  Cuando vino el momento de regresar a Europa, 40 voluntarios decidieron permanecer como invitados oficiales de Guacanagarí, mientras que su hermano y sobrino juntos con sus subalternos, viajaban a Europa como invitados de Colón.  Sólo seis sobrevivirían al viaje.  Los sobrevivientes fueron bautizados en la iglesia católica y los monarcas españoles sirvieron de padrinos.  Uno de ellos se quedó como cortesano hasta su muerte en 1495.  Los otros indios regresaron con Colón para ayudarle a conquistar a sus compatriotas del Caribe.

     Antes de volver del primer viaje a América, el "descubridor" dejó todos los cachivaches traidos en las carabelas a los voluntarios blancos que se quedaron para negociarlos con los indios.  Después de aproximadamente once meses, Colón regresó a Santo Domingo con más de 1,200 blancos y 17 barcos cargados de cachivaches, caña de azúcar para sembrar, frailes, caballos, perros feroces, gallinas y todo el equipo necesario para colonizar la tierra.  Tres semanas antes del regreso de Colón a La Española, Caonabó y sus guerreros habían atacado el asentamiento de los españoles y sus aliados indígenas (Ibíd: 139, 178). Los documentos acerca de esta primera batalla entre indios y blancos revelan que no todos los blancos fueron muertos.  Además, algunos españoles ya se habían escapado o mudado antes que Caonabó atacase.  Los indios manifestaron que "los sobrevivientes estaban bien" (Major, Ob, Cit.:, p. 54). Solamente once cuerpos fueron encontrados y a algunos de ellos les habían extraído los ojos (Ibid.: 46, 51).  De acuerdo a las declaraciones indígenas, la razón principal para la confrontación bélica fue que los españoles habían robado varias mujeres.  Se reportó que cada español tenía de tres a cuatro esposas.  En la sociedad caribeña sólo los caciques podían practicar la poligamía.


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     La victoria de Caonabó durante los primeros días de noviembre (1493) debe considerarse la primera y una de las pocas victorias indígenas que finalmente culminaron en el aniquilamiento de los aborígenes caribeños.  En dicha batalla los españoles lucharon sin caballos.  Los blancos y sus descendientes mestizos que no murieron, fueron esclavizados o escaparon.  Estos europeos fueron olvidados por las páginas de la historia pero, en realidad, ellos fueron los primeros exploradores, "descubridores" y conquistadores del extraño Nuevo Mundo.

     Las canoas indígenas, muy parecidas a las de Polinesia, tenían capacidad hasta de 150 pasajeros (Rouse, Ob. Cit.: 16). Es del caso mencionar que las canoas caribeñas eran capaces de hacer viajes en alta mar de hasta 450 kilómetros, y que sólo hay aproximadamente 180 kilometros de Cuba a Yucatán (Anzoátegui, 1980).[6]  Esta es la ruta usada por los españoles para la conquista del Imperio Azteca.  Por lo tanto, todos los reportajes acerca de la existencia de gallinas europeas (Gibson 1964: 353). y gente blanca en tierra firme cuando Hernán Cortés vino a México en 1519 no deben sorprender a nadie.  De igual modo, las premoniciones y presagios reportados por cronistas españoles de chamanes, adivinos y sabios locales acerca de la destrucción de las llamadas "altas culturas americanas" con prioridad a "la conquista" deben ser analizadas tomando en cuenta que estos indios no podrían haber estado totalmente ignorantes de la presencia europea en el Caribe (Vega, 1973: 168-173).[7]  El intercambio comercial a larga distancia de la América precolombina estaba íntimamente relacionada con el chamanismo.  Además, dichos relatos surgen a posteriori a la conquista.  Colón anotó en su diario de viaje (octubre 24, 1492) que los indios informaban de la llegada de grandes embarcaciones a Cuba para comerciar.  ¿Serían estos barcos yucatecos?  Colón pensó que Cuba era el Cipango y el tráfico de los comerciantes que allí llegaban eran del continente asiático (Colón, 1988: 124-125).

     Cuando comparamos la documentación relacionada al primer viaje de Colón con los reportajes, cartas y documentos de sus otros tres viajes al Nuevo Mundo podemos observar diferencias básicas en la descripción del indio.  Contrario a la documentación posterior al primer viaje, los indios del primer encuentro son bondadosos, honestos, trabajadores y miembros de una raza vigorosa.  Los indios estaban propensos a cooperar con los blancos y aprender las virtudes del cristianismo. Sin embargo, la necesidad de justificar la colonización americana produjo un nuevo tipo de documentación.  Es durante el segundo viaje de Colón que las cartas y reportajes indican que los indios adoraban al demonio, comían carne humana, eran ladrones, perezosos, mentirosos, homosexuales y prostitutas.  Durante el primer viaje, Colón específicamente controló si los aborígenes eran antropófagos.  Esa era una preocupación europea contemporánea cuando ponderaban qué era el mundo fuera de Europa. Colón buscaba antropófagos, sirenas, gigantes como también gente con cara de perro, cola y un ojo.[8]

     Colón notó en el primer viaje que aunque los Taínos no comían carne humana, ellos alegaban que sus enemigos los Canibas sí lo hacían.  Posteriormente, los colonizadores blancos y los antropólogos han descubierto que esa era una manera indígena de calumniar a las etnias enemigas.  Colón descartó la acusación y consideró que dicha creencia se debía a que cuando los Canibas capturaban Taínos ellos no regresaban y eran esclavizados (Morison, Ob. Cit.:100, 103, 117, 212). El padre Bartolomé de Las Casas rotundamente niega que los Canibas eran antropófagos.  Durante su segundo viaje, Colón pudo incursionar a territorio Caniba y rescatar mujeres y niños de la etnia Taíno.  Aparentemente, los Canibas eran traficantes de esclavos.  Más tarde, los Canibas que sobrevivieron a la conquista española en las islas Windward capturarían a sus enemigos y traicioneros amerindios a su causa para venderlos a los ingleses, franceses y holandeses (Dreyfus, 1984: 49).  La evidencia histórica que los Canibas eran antropófagos es muy circunstancial y, en la opinión del antropólogo norteamericano William Arens, es falsa (Arens, 1979).  Sabemos que durante la conquista, Cortés y sus soldados blancos comieron a uno de sus compatriotas "hasta el último pelo y hueso" (López De Gómara, 1966: 234). Actos de antropofagia española han sido documentados en el curso de la exploración y conquista del suroeste norteamericano (Bishop, 1933) y en los Andes (García Soriano, 1954: 18).  Por supuesto que sería muy injusto concluir en base a la anterior documentación que tales españoles eran canibales.  Los tiempos de la conquista fueron difíciles aun para los vencedores, pero son los Canibas a los que los autores de diccionarios tienen en mente cuando escriben acerca de canibales.

     La necesidad de la España cristiana de justificar la colonización en términos morales estuvo presente desde el principio.  La idiosincracia católica de inventar una doctrina de "guerra justa" se manifestó.  Es importante recordar que para obtener la colaboración entusiasta de los indios durante el primer viaje colombino no era necesario que se les leyera el Requerimiento.[9]  Este extraordinario decreto real sancionaba que antes de lanzar un ataque militar en contra de los indios había que leer una proclama ofreciéndoles una subyugación pacífica y cristiana.  El cambio de perspectiva en los documentos producidos después del primer viaje ilustra cómo fue escrita la historia colonialista.  Ninguna otra nación colonizadora del continente americano legitimó su autoridad con el pretexto de convertir indios al cristianismo.  Sólo España proclamaba que los indios eran vasallos del Rey.  Eso significó la pérdida de independencia política y libertad religiosa para los indios.  La actitud básica de las otras potencias europeas era su control de la tierra que supuestamente era mal utilizada por los aborígenes (Seed, 1993: 629-652).  Cuando los Reyes Católicos en 1503 decretaron que solamente los antropófagos podían ser esclavizados, condenaron a los Aztecas a la fantasía de ser canibales antes de ser "descubiertos".  El célebre cronista Bernal Díaz Del Castillo nos informa que en el palacio del emperador Moctezuma se comían más de 30 tipos de carne y ninguna era humana (Díaz del Castillo, 1979: 138).

     Cuando en febrero de 1519, Cortés y sus seguidores llegaron a la isla de Cozumel fueron bienvenidos a viva voz como "castellanos" y de ninguna manera como dioses por los aborígenes. Fue la primera vez que los indios del México actual habían visto una expedición europea tan grande en su territorio.  Habían 550 españoles y 200 indios cubanos en las fuerzas expedicionarias (López De Gómara, Ob. Cit.: 23).  Además, venían Julianillo y Melchorejo, indios yucatecos que hablaban el idioma de Cozumel y supuestamente habrían sido secuestrados por una expedición española anterior.  La relación entre Cortés y los habitantes de Cozumel fue generalmente cordial en la que hicieron trueques voluntarios de todo tipo de mercaderías y cortesías.  Los cozumelinos eran Mayas.  A pesar de todo lo que se ha dicho acerca de la decadencia Maya, estos amerindios tenían la clase mercantil más evolucionada de las Américas en tiempos de la Conquista.[10]  Entre los mercaderes Aztecas (Pochteca) e Incaicos (Mindala) habían grandes empresarios, pero sólo entre los Mayas (Polóm) y los Chinchanos[11] había reyes en tiempos de la conquista.

     Durante su estadía en Cozumel, Cortés fue informado por los cozumelinos que varios españoles vivían en el interior del continente americano (Cortés, 1979: 21).  Cortés pudo comprar la libertad del español Jerónimo De Aguilar que vivía como esclavo entre los yucatecos.  De Aguilar le confirmó a Cortés que habían otros españoles más al interior del territorio indígena.  De acuerdo a las crónicas españolas, De Aguilar y su compañero Gonzalo Guerrero habrían sido varados por las olas después de un naufragio al frente de Yucatán en 1511.  De Aguilar y Guerrero arribaron juntos con 15 españoles y dos españolas cuando traficaban metales preciosos en la ruta Castilla del Oro (Panamá)-Santo Domingo.  Guerrero había sido asimilado en la sociedad indígena como un noble y tenía su familia.  Guerrero rechazó la oferta de ser "rescatado" por Cortés.  En 1535, Guerrero moriría luchando contra los españoles en defensa de Chectemal, la meca religiosa, intelectual y biblioteca mayor de los yucatecos.  En lo que se refiere a los otros españoles, estaban supuestamente muy dispersos en el territorio del México moderno para poder reunirlos.  También sabemos que en 1518, cuando el español Juan de Grijalva exploró la costa oriental de México, se conoció con una india jamaiquina.  Dicha dama había llegado a tierra firme mejicana dos años antes junto con diez de sus compatriotas (Díaz Del Castillo, 1967: 28-29).  Los estudiosos occidentales presumen que ellos fueron varados por el mar; en el fondo, esa actitud refleja más sus prejuicios que los hechos del "descubrimiento" y conquista.  Lo cierto es que las islas caribeñas no estaban totalmente aisladas del territorio mejicano antes de que Cortés "descubriera" México.  Las zonas intermedias entre la colonización europea ya establecida y las que todavía permanecían bajo control indígena eran permeables.  Dichas áreas no siempre eran de conflicto armado, pues desde un principio hubo incursiones en territorio ajeno por blancos e indios.


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     Después que Cortés contrató a De Aguilar como su interprete y guía, él y su expedición se mudaron para Veracruz.  En la región oriental de México, Cortés se hizo amigo de los enemigos del emperador azteca Moctezuma.  Cortés también condujo un trueque favorable y amigable con los habitantes del lugar; incluso, cuando algún soldado español forzaba intercambios injustos con los indios, él intervenía como un un Gran Señor para que se los respete.  Tanto Cortés como Francisco Pizarro habrían de andar en la nuevas fronteras amerindias con el cuento de hacer justicia y desautorizar a previos intrusos europeos. El 12 de marzo de 1519, cuando Cortés exploraba la región oriental de México le obsequiaron 20 doncellas. Una de ellas fue Malintzin (Malinche) quien hablaba Maya y Nahua. Tanto De Aguilar como Malintzin serían muy útiles en el principio de la conquista. Ambos fueron traductores y sirvientes de Cortés y, Malintzin fue su amante a quien más tarde abandonó.

  De igual modo, Cortés envió un mensaje a Moctezuma pidiéndole permiso para visitarlo en la capital de su imperio y traerle saludos del monarca español.  Cortés también se ponía al servicio del emperador azteca (Hassig, 1994: 54, 60). La respuesta de Moctezuma fue diplomáticamente amable.  A pesar de que le manifestaba su placer por su visita, Moctezuma decía estar muy ocupado para poder recibir a Cortés.  El mensaje y regalos de Moctezuma fueron presentados por un oficial militar Azteca de aspecto físico europeo apodado Quinto Albor y muy parecido al mismo Cortés (Díaz Del Castillo, Ob. Cit.: 57).  Los cronistas de la conquista han notado que Moctezuma tenía varios subalternos de apariencia europea.  La intelectualidad moderna ha supuesto que ellos eran indios albinos.  Tal suposición ignora el hecho que existió náufragos europeos y aventureros vagabundos desde los albores del "descubrimiento" de América. La historia de las relaciones entre indios y blancos empieza con sus primeros contactos físicos y no con las concesiones reales a "conquistadores" famosos.

     Bastante papel y tinta se ha derramado por los escritores occidentales para explicar la rápidez de la conquista con el cuento que los indios veían a los blancos como dioses tirando rayos y montados en bestias feroces.  En gran parte esta concepción falsa se debe a la ignorancia de la existencia de clases sociales entre los indios.  Un análisis de cómo los diferentes estratos sociales indígenas experimentaron la conquista ayudaría a revisar las multiples teorías fantásticas que se han lanzado. Desde un principio, el indio común generalmente trató a los blancos con reverencia, pero él trataba de modo parecido a sus jefes y amos aborígenes.  Los indios saludaban y regalaban presentes de acuerdo al rango de los militares españoles.  El hecho que los españoles Jerónimo De Aguilar y Gonzalo Guerrero, que vinieron ocho años antes de Cortés a Yucatán, fueron asimilados, el primero como esclavo y el otro como noble, demuestra que ser blanco no garantizaba automáticamente ser tratado como noble o un dios.  El historiador peruano Pablo Macera escribe que cuando el emperador incaico Atahualpa estuvo bajo custodia española, "actuaba como un príncipe y dejaba sentir un desprecio de clase social contra los españoles que no eran nobles" (Macera, 1985: 37).  Desde muy temprano, los indios se dieron cuenta que los blancos no eran divinos ni sus caballos demonios.  Ciertamente, existían historias entre los amerindios acerca de visitantes "del otro lado de la mar" antes de la llegada de los españoles.  Probablente, esos visitantes vinieron del Asia (Horna, 1992).[12]  El cuento de que eran dioses blancos procedentes de Europa es algo a posteriori a la conquista (Brooks, 1995: 178).[13] 

     Sabemos que cuando Cortés eventualmente llegó a Tenochtitlán (8 de noviembre de 1519), él fue cordialmente recibido como un huésped de honor.  Los españoles permanecerían 235 días en la capital Azteca antes de ser expulsados y derrotados en la célebre "Noche Triste" (30 de junio de 1520).  Murieron más de mil indios aliados a los españoles, cinco españolas y 860 españoles. Pero, al principio, las relaciones entre españoles y Aztecas fueron amigables.  Por casi una semana los españoles fueron paseados y agasajados por sus anfitriones en la metrópoli azteca.  En el sexto o séptimo día, Cortés y cinco soldados de élite, en medio de una conversación amigable, raptaron al emperador Azteca a filo de espada (Díaz Del Castillo, Ob. Cit.: 152-155).  Moctezuma fue totalmente sorprendido; permanecería como rehén por casi seis meses antes de ejecutarsele.  Obviamente, él nunca pensó que le ocurriría tal cosa.  Se trataba de un golpe palaciego y, al principio, los oficiales del estado azteca no se percataron que Moctezuma había perdido control de mando.  Las clases populares se dieron aún menos cuenta del cambio de poder.  Lo que se volvió obvio fue que Moctezuma había escogido una nueva escolta.  Además, gozaba del joven rubiecito Juan Ortega (Orteguilla) que Cortés se lo había regalado al emperador para que lo bañe, lo peine y lo asista en sus necesidades más íntimas.  El emperador se cambiaba de ropa cuatro veces al día.  Orteguilla serviría como paje de Moctezuma y espía al servicio de Cortés.

Solamente cuando las mayorías populares se dan cuenta que esa escolta de soldados y "amigos" blancos en realidad controlaban a Moctezuma, empieza la revuelta en contra del Estado y los españoles.  De acuerdo al Códice Florentino elaborado por "informantes" Aztecas inmediatamente después de la conquista, se escribe que antes de ser enemigos de los castellanos "fuimos sus amigos por 195 días".[14]  A pesar que inicialmente Cortés habría de ser derrotado militarmente por los Aztecas, sus soldados dejaron la viruela entre los vencedores indígenas.  En el siguiente año (1520-21) casi 40% de la población del valle central de México moriría por plagas europeas.  La conquista de América también fue una guerra de microbios en la que los europeos fueron favorecidos.

     Cuando Moctezuma fue raptado por los españoles tenía alrededor de cuarenta años; era casado y tenía varias concubinas como también hijos e hijas.  Moctezuma era de contextura fina y delicada con los modales de un príncipe.  Era melancólico y llorón; quizás algo afeminado.  Su sobrino Cacamatzin consideraba al emperador tan valiente como una gallina (Díaz Del Castillo, Ob. Cit.: 165-166).  El cronista Diaz Del Castillo, quien admiraba a Moctezuma, lo exonera de tener "vicios desnaturales" (Ibid.:138).  Moctezuma informó a Cortés que Cacamatzin encabezaba una conspiración contra la presencia hispana.  Además, Moctezuma colaboró en el rapto de su sobrino.  Ambos morirían cuando los raptores escapaban en la catástrofe de la Noche Triste.  El historiador Ross Hassig concluye que Moctezuma no era cobarde sino que tenía miedo de perder su poder político en la sociedad azteca (Hassig, 1994: 63, 88).

     A pesar de la hesitación inicial, Moctezuma se quedó encantado con los españoles desde el primer encuentro.  La vacilación anterior del emperador se debía a que su corte tenía dudas de si Cortés era un invasor aventurero o en realidad era el representante oficial de un gran rey (Alva Ixtlilxóchitl, 1965: 450).  Aunque parcializados, existen reportajes españoles de las conversaciones entre Cortés y Moctezuma antes de haber sido hecho prisionero.  Como anfitrión, Moctezuma estuvo muy interesado en el país de Cortés, su religión y, en particular, las armas españolas.  Cuando se le explicó el misterio de la Santísima Trinidad a Moctezuma, él concluía que los dioses cristianos debían ser los mismos que los suyos porque ellos eran "buenos y justos" (Díaz Del Castillo, Ob. Cit.: 137).  Moctezuma propuso vanamente colocar en sus altares religiosos a la cruz y santos cristianos junto a los dioses aztecas (Tapia, 1866: 554-594).  En sus conversaciones, el emperador manifestaba que sus vasallos le habían informado acerca de las "armas mágicas de rayo y fuego" pero después de haberlas examinado personalmente concluyó que tenían el mismo principio de la cervatana.  En lo referente a las espadas de hierro, Moctezuma ya poseía una que le había obsequiado uno de sus propios vasallos.  Moctezuma no vió nada feroz en los caballos y los consideró como un tipo de venado (Gómara, 1966: 141-142, 294).  Similarmente, el emperador Inca Atahualpa, antes de ser raptado en el Perú, había sido visitado por Hernando de Soto y Hernando Pizarro junto con sus caballerías.  Después de una demostración de equitación en la cual los caballos casi babeaban sobre Atahualpa, él no movió una pestaña ni se asustó (Hemming, 1970: 34-35).


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     A los caballos se les temía no por ser feroces demonios inmortales o estar unidos al cuerpo de los jinetes sino porque, en términos militares, eran rápidos y fuertes.  Perceptivamente y a posteriori, los caballos han sido apodados los "tanques de la conquista".  Es importante recordar que los indios fueron rápidos en adoptar al caballo como instrumento de lucha.  Manco Inca, hermano de Atahualpa y por un entonces marioneta de los españoles, finalmente se sublevó contra ellos a caballo, con armas europeas y un pelotón de caballería de jinetes indios.  El ejército de Manco Inca fabricaba pólvora para resistir a la invasión blanca.  Aún más, los indios de la Patagonia y del oeste norteamericano se convirtieron en grandes jinetes antes de jamás haber visto un hombre blanco.  Desafortunadamente para los indios, ya por ese entonces los caballos habían perdido mucho de su valor estrátegico.  Otros factores se habían sumado a la invasión y dominación de las Américas por el hombre blanco.

     Con respeto al mito de que Moctezuma pensó de los blancos como dioses, los documentos escritos prueban lo contrario (Cortés, 1979: 58).[15]  El emperador Azteca reveló a Cortés que él era humano de carne y hueso como los mismos visitantes y, más aún, le permitió al conquistador español que le tocase sus brazos y cuerpo para verificarlo.  Sin embargo, Moctezuma le confesó a Cortés que la mayoría indígena pensaba que él era un ser divino.  Se escribe que a Moctezuma, ningún indio común osaba mirarlo de frente. Hay bastante evidencia para sugerir que los españoles aparentaban ante las mayorías indígenas que ellos también creían en la divinidad de los emperadores Moctezuma y Atahualpa para que se les permitiera acercárseles.  Moctezuma tenía una escolta de 200 oficiales nobles.  Los emperadores incaicos se proclamaban divinos e hijos del sol.  Después de haber participado en la conquista del Perú, Hernando de Soto organizó una expedición al sudeste norteamericano donde reclamaba ser hijo del sol.  Sin embargo, el cacique Quigaltan de los Natchez le contestó que para que él crea tal cosa, de Soto primero tendría que secar las aguas del río Mississippi (Quinn, 1979: 112, 130, 139-141).

     La conquista del Nuevo Mundo cambió de estrategia con la expansión de la frontera europea, pero, desde el albor del "descubrimiento" y conquista, el rapto de jefes indios por montoneras conquistadoras (baquianos) fue la característica principal.  La praxis general consistía en la penetración de comunidades indias por aventureros blancos muy amistosos y haciendo trueques para beneficio mutuo.  Los españoles andaban cargados de "diamantes" y "esmeraldas" de vidrio.  Los poquísimos españoles hacían que los indios subestimen el peligro.  Una vez que los intrusos ganaban la confianza de los habitantes locales, los sorprendían tomándoles a sus líderes como rehenes.  Esta estrategia se usó tanto en la captura de Guacanagarí y Caonabó en el Caribe como en la de los emperadores Moctezuma y Atahualpa en México y Perú.  La captura sistemática de rehenes fue continuada después de que las primeras víctimas caían.  Ellas eran usadas como carnaza para capturar a otras importantes figuras locales.  Durante la conquista, tanto indios como europeos capturaban rehenes para canjearlos por botines de guerra.  En el caso indígena era para canjearlos por su gente capturada o guardarlos como souvenires.

     La práctica del rapto no estuvo limitada a operaciones militares o políticas.  También fue usada por la iglesia católica para promover la conversión religiosa en masa de los indios.  En este caso, el procedimiento habitual consistía en raptar los niños de las élites locales para adoctrinarlos y guardarlos como internos en escuelas administradas por la iglesia.  Cuando dichos niños eran considerados totalmente adoctrinados, se los liberaba con el propósito de convertir al catolicismo a sus compatriotas de origen más humilde (Gibson, 1960: 174).  Asimismo, los niños y jovenes adoctrinados denunciaban y perseguían a los practicantes de las religiones aborígenes.  El clero aborigen fue brutalmente perseguido y "extirpado" con esañamiento perverso en nombre del dios cristiano.  A los sacerdotes y sacerdotisas indígenas se les impuso trabajos forzados, torturas y la hoguera.  El fraile Diego De Landa no sólo incineró las bibliotecas y manuscritos mayas, sino que literalmente extirpó al centro intelectual yucateco de la ciudad de Chectemal.  Ningún debate teológico promovido por los sacerdotes amerindios habría de tolerarse en la expansión del cristianismo.  Fue la lucha contra el paganismo con todas sus aberraciones.  De Landa consideró a la intelectualidad chectemalina como la Salamanca al servicio del demonio.  Los templos y adoratorios indígenas fueron destruidos rápidamente y, con las mismas piedras y en los mismos sitios, se construirían iglesias católicas con la labor de esos nuevos cristianos.  Además, las extirpaciones de idolatrías conllevaban la confiscación de las propiedades individuales de los Amerindios.[16]


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     Donde existían deidades y símbolos espirituales de los indios, la iglesia católica aprobó y comprobó la aparición de santos y vírgenes.  Tal prototipo de sobrevivencia política y sincretismo religioso es clásicamente ilustrado por la aparición en 1531 de la Virgen de Guadalupe en el mismo sitio donde los indios mejicanos adoraban a la "diosa madre" Tonantzin.  Sus creyentes y los burócratas religiosos siguen confirmando sus milagros de antaño.  Pero Tonantzin, al igual que otras diosas amerindias, estaban generalmente conectadas a los cultos de la "madre tierra" y de la fertilidad.  Vírgenes y santos católicos habrían de substituirlos gradualmente en el proceso colonizador.  Aunque la iglesia católica tuvo éxito al implantar el cristianismo en América Latina, ella falló en eliminar los rezagos y cultos de las religiones amerindias y africanas.  Tales sincretismos subsisten hasta hoy, no sólo en las comunidades indígenas y afroamericanas sinó también entre las poblaciones mezcladas y aun entre algunos blancos.  El Señor de los Milagros surgió en del Señor Pachacamac (el que mueve el universo).  Dicho culto se inició en el Perú, primero por los indios, y luego por negros y criollos.  De las religiones africanas, los cultos Yoruba hicieron el mayor impacto en América Latina.  Además, los Yoruba introdujeron su cosmología del Caboclo en la religiosidad de los indios brasileños (Rostworwski, 1992: 132, 141-143).

     El sincretismo "latinoamericano" ha sobrevivido a pesar de la persecusión de la iglesia católica como también las de los Estados coloniales y postcoloniales.  El obispo Manuel Abad y Queipo (1751-1825), quien pasó casi toda una vida evangelizando y combatiendo herejías por pueblos mejicanos, anota:  "En cada comunidad indígena se mantienen secretamente ocho o diez viejos ociosos y supersticiosos que dominan a los indios con el despotismo más increíble y cruel" (Abad y Queipo, 1837: 54-68).[17]  Los chamanes guiaban la espiritualidad indígena y curaban enfermedades.  Pero antes que los Aztecas sean derrotados, epidemias de viruela azotaron a Tenochtitlán.  De igual modo, antes que los españoles invadan al Perú, las pestes europeas ya habían diezmado a los más altos cadres incaicos.  La impotencia y la desgracia ante las plagas desconocidas eran como que los dioses indígenas habían sido derrotados.

     Otro aspecto crucial de la conquista consistió en las alianzas entre los conquistadores y los enemigos de los líderes indios.  Cuando los sitiados Aztecas rindieron su capital después de 80 días y haber perdido más 100,000 vidas el 13 de agosto de 1521, los ejércitos de Cortés incluían más de 150,000 indios (en su mayoría de Tlaxcala) y solamente 900 españoles (Gibson,  1968: 86).  Más indios que blancos se sentían victoriosos; fue una victoria a corto plazo en la que se mataron entre indios.  Los Tlaxcaltecas habrían de ayudar a los españoles en la subyugación y la colonización del noroeste mejicano (Chichimecas), América Central y aún el Perú. Los conflictos étnicos locales también fueron de primerísima importancia en la victoria de los europeos y en la dominación subsiguiente.  A pesar de que los aliados indígenas de los conquistadores han sido considerados como simples auxiliares y guías, muchos de ellos habían sido entrenados y estratégicamente comandados por oficiales españoles.  Algunos de los llamados auxiliares usaban armas europeas y, más que todo, conocían el terreno.  Independiente de cuan insignificante se considere el rol de los auxiliares en la derrota Azteca, más indios que españoles sentían haber ganado.  La alianza en contra de los Aztecas se selló a través del matrimonio de cinco capitanes españoles con princesas Tlaxcaltecas al igual que el de 300 soldados cristianos con plebeyas de dicha etnia.  Pero cuando mujeres españolas se hicieron presente en México, muchas de esas cónyuges fueron substituidas o degradadas.  Sin embargo, los Tlaxcaltecas creían haber hecho un pacto de hermanos y de sangre con los conquistadores.

     Después del cuarto viaje colombino (1502-04), los españoles seguirían la ruta del oro y un pasaje al otro lado del istmo panameño (Ver-Aguas).  Nuevas montoneras hispánicas se arrastraron al Caribe panameño o Castilla del Oro.  La conquista de Panamá se desarrolla gradualmente por aventureros y náufragos que comerciaban y hacían alianzas con caciques del istmo.  Alrededor de 1510, los caciques Comagre y Panquiaco confirmaron a Vasco Núñez de Balboa que por el otro lado del istmo se llegaba al dominio dorado de los Incas.  Las fantasías hispánicas se acrecentaron aún más.  Pero, antes de que Balboa "descubra" el Oceáno Pacífico, primero tuvo que pedir permiso al cacique Chima quien controlaba Careta (el istmo occidental panameño).

     La conquista del imperio incaico o Tawantinsuyo en realidad comienza con el "descubrimiento" del Oceáno Pacífico por Balboa en 1513.  Desde muy temprano exploradores, aventureros y vagabundos visitaron las costas occidentales de Sudamérica y las islas adyacentes.  De acuerdo al cronista mestizo Blas de Valera, una embarcación española llegó hasta el río Vir  ú en el norte peruano sólo tres años después de que Balboa hiciera su primera incursión en el Pacífico.  La dificultad hispana de pronunciar "Virú" habría resultado en el nombre de "Perú" por la tierra de los Incas (Vega, 1973: 24, 29, 32-39).  Una década más tarde, Sebastián de Guevara exploró la costa sudamericana desde el estrecho de Magallanes hasta Nicaragua.[18]  Antes que Francisco Pizarro invadiera el Imperio Incaico, varios españoles vivían entre los indios de la costa peruana; apenas conocemos algunos de sus nombres o apellidos, Bocanegra, Ginés y Alonso de Molina (Vargas Ugarte, 1971: 20-21, 34).  Cuando en 1532 Pizarro llegó a la costa norte del Perú encontró más de 30 niñas y niños mestizos en la isla de Puná.  Dichos niños eran los descendientes de hombres blancos y mujeres indias (Cohen, 1968: 71).  Puná, como otras islas al frente de la Tierra Firme del continente occidental, fue un prototipo de mestizaje fronterizo que antecedió a las conquistas de los imperios mesoamericanos y andinos.  Pizarro también trajo dos intérpretes peruanos, Felipillo y Martinillo, quienes hablaban castellano fluidamente e incluso ya habían visitado España.  Martinillo debe ser el primer peruano en haber traído consigo una esposa española.  Martinillo llegó a ser encomendero y condecorado con el título de Caballero por el rey de España (Rostworwski, 1989: 85-86).

     Después que Balboa fue ejecutado por el Adelantado y agiotista Pedro Arias Dávila (Pedrarias) en 1519, Pizarro emergió como el mayor empresario de expediciones a Sudamérica.  Pizarro había sido el segundo de Balboa e incondicional de turno. Pizarro lo arrestó para llevarlo al cadalzo por ordenes de Pedrarias.  Es importante notar que, aparte de la expedición de Cortés, todas las empresas conquistadoras del Nuevo Mundo fueron legalmente autorizadas por la corona española.  En el "proceso conquistador" un proyecto factible de ejecución tenía que ser aprobado primero.  Los "descubridores" y "conquistadores" que la historia ha reconocido fueron los que, al fin y al cabo, guardaron papeles que legitimarían sus hazañas y herencias.  Solamente el dinero de los Cortés y los Pizarro hizo que la corona española cancele el "descubrimiento" de México por Diego Velásquez[19] y el del Perú por Pedrarias.  Los relatos tradicionales de la Conquista sobrestiman la capacidad combativa de conquistadores famosos.  En realidad, la mayoría de ellos estaban maltrechos y fuera de condición física para enfrentamientos cuerpo a cuerpo.  Por ejemplo, cuando Pizarro llega a Cajamarca ya tenía alrededor de 55 años. Dichas narraciones tienen sabor a los antiguos cuentos de caballería.  A pesar de que sólo 168 españoles participaron en la captura de Atahualpa, las fuentes también indican que en la expedición de Pizarro habían cientos de auxiliares nicarguenses (Vega, 1963: 8, 11, 20, 35, 51).  El uso de auxiliares aborígenes fue significativo en la estrategia y logística militar.  Sus vidas fueron las más derrochables de la empresa conquistadora.  Sus conocimientos de la geografía e idiosincracias locales eran imprescindibles.

     Cuando Pizarro desembarcó por última vez en el imperio incaico a principios de 1532, lo encontró en medio de una violenta guerra civil.  Después de la muerte del emperador Huayna Cápac durante las epidemias de viruela y sarampión cinco años antes,[20] el Tawantinsuyo se convulsionó por una disputa entre el candidato quiteño y cusqueño.  En su lecho de muerte el emperador había escogido a su hijo Ninan Cayuchi como su sucesor, más él también fallecería inmediatamente después víctima de epidemias europeas.  Las plagas y enfermedades europeas poco a poco antecederían a las desgracias de los raptos y los arcabuses.  La muerte repentina de Ninan Cayuchi precipitó la confrontación fraticida por el trono incaico.  Los contendientes Atahualpa y Huascar eran hijos de Huayna Cápac en esposas diferentes.  La confrontación fratricida jugó a favor de los españoles.  Los historiadores concuerdan en que si el imperio incaico era invadido cuando gobernaba Huayna Cápac (1493-1527), hubiese sido casi imposible conquistarlo.  Durante el gobierno de Huayna Capac, el aventurero portugués Aleixo Garcia aliado con indios Guaraníes ya había tratado de penetrar la frontera oriental del incario (1522), sin mucho éxito (Murra, 1989: 16-17).  La invasión española del Perú podía haber empezado sólo después de la muerte de Huayna Capac.  Las razones por las cuales los españoles no intentaron conquistar el Tawantinsuyo con anterioridad y cuando todavía estaba unido merece más investigación.  De igual modo, hay que reflexionar por qué le tomó a los españoles casi tres décadas para llegar a México cuando a Colón le tomó sólo 33 días de Europa al Caribe.  Ni Cortés ni Pizarro fueron los primeros en "descubrir" a México o Perú.  ¿Cómo es que los Cortés y los Pizarro crean su capacidad empresarial para conquistarlos legalmente?  Los documentos que podrían identificar otros personajes y otros procesos históricos relacionados al descubrimiento y la conquista desaparecieron.  La desaparición documental no fue totalmente desintencionada.

     La guerra civil en el Tawantinsuyo permitió a las tropas de Pizarro desembarcar en la costa norte casi sin interferencia de los indios.  Cuando Pizarro ya había desembarcado en territorio incaico, recibió mensajeros tanto de Huascar como de Atahualpa pidiéndole que venga a visitarlos en los Andes (Tello, 1939: 31).  Un general de Huascar, Guamán Malqui, dió la bienvenida a Pizarro y sus tropas en Tumbes.  Como Atahualpa estaba más cerca, en Cajamarca, Pizarro aceptó esa invitación.  Debe entenderse que Pizarro vino a Cajamarca completamente libre de obstáculos.  Además, los españoles fueron alojados y alimentados en hospedajes del Estado (tambos) de la ruta a Cajamarca.  En dicha ciudad los españoles fueron oficialmente recibidos en uno de los palacios reales por burócratas incaicos de alto rango (Cohen, Ob. Cit.: 76-79).  Cajamarca (Cusimango) había sido conquistada violentamente por los Incas, más o menos, en 1475.  Ciertamente, las razones étnicas cajamarquinas facilitaron su colaboración con los españoles en contra de los Incas.  En realidad, ignoramos cuánto tiempo le tomó a Francisco Pizarro recibir audiencia con el emperador Atahualpa.  Cajamarca era una ciudad sagrada con aguas medicinales y termales.  El emperador estaba relajándose y meditando en los cercanos Baños del Inca.  Una delegación encabezada por Hernando de Soto y otra por Hernando Pizarro visitaron a Atahualpa en amistad y tomaron chicha y se vacilaron a su gusto.  Las delegaciones trajeron saludos del monarca español y los conquistadores se pusieron al servicio de Atahualpa en sus campañas militares (Ibid.: 92-93).  El emperador concedió una audiencia más al español Lorenzo de Aldana antes que Atahualpa y su cortejo visitasen a los españoles en uno de sus palacios cajamarquinos.

La noche triste, según el Lienzo de Tlaxcala
“La noche triste”, según el Lienzo de Tlaxcala (S. XVI). Fuente: http://huiliche.wordpress.com

     Tradicionalmente se ha escrito que los españoles llegaron a Cajamarca el 15 de noviembre de 1532, y que Atahualpa se apresuró a recibir a Pizarro inmediatamente un día después.  Dichas historias también relatan que no fue hasta que el emperador tiró la Biblia rehusando convertirse al cristianismo que los españoles atacaron.[21]  Bastante esfuerzo se ha hecho para explicar si el fraile Vicente de Valverde fue correctamente entendido por Atahualpa.  En realidad, existe mucha evidencia para poder aceptar que ese diálogo repetido en la historiografía occidental nunca ocurrió.  Dicho escenario legendario tiene todos los matices de una historia oficial.  De acuerdo al escritor e iconográfo andino Guamán Poma (1534-1615), se describe a Pizarro arrodillado frente al emperador incaico.  El rapto de Atahualpa no sería tan pacífico como el de Moctezuma.  Pizarro habría resultado herido mientras protegía al emperador para que no lo matasen en el atraco y captura.

     Ya por el entonces de la captura del emperador Inca, España había tenido un debate moral y ético acerca de la legitimidad de subyugar indios sin causa justa.  El cumplimiento del Requerimiento y las guerras justas fueron la política oficial de la España católica.  Las circunstancias del momento indican que fue muy improbable que Atahualpa estuviese motivado para encontrarse con Pizarro y sus emisarios tan a menudo en tan poco tiempo.  La presencia de Pizarro en Cajamarca no tuvo la prioridad en la agenda de Atahualpa.  Sin duda que tanto Atahualpa como Moctezuma fueron las víctimas de palabras hipócritas de sus raptores que pretendían amistad y lealtad hasta que se descuidaron.  Se trataba de "sinceridades" muy bien entrenadas.  Más aún, Atahualpa, en su arrogancia de poder, permitió a los españoles que se le acercaran.

     La gran similitud entre el rapto de Atahualpa y Moctezuma nos hace pensar si los primos Cortés y Pizarro planearon conjuntamente la invasión del imperio incaico.  No existen documentos al respecto.  Pero Cortés recomendó a Pizarro para que lo reciban en las Cortes españolas y, le ayudó a reclutar soldados.  Uno de los Pizarro participó en la conquista de México.  Pedro de Alvarado, el socio más leal de Cortés, desistió de ayudar a Francisco Pizarro sólo por una gran remuneración en oro y plata.  Pizarro y Cortés se entrevistaron en el monasterio La Rábida (Moguer, España) en 1529, después que este último había conquistado a los Aztecas (Tibesar, 1953: 5-6).  Aunque no hubiese habido un planeamiento conjunto de la conquista de los Incas, por aquel entonces ya existía una cultura conquistadora tanto en los puertos y paraderos españoles como en los lugares ya colonizados, donde se intercambiaban estrategias, tácticas e informaciones acerca de empresas conquistadoras.  Es pertinente recordar que por lo menos uno de los españoles que participó en la derrota de los Aztecas participó en el rapto de Atahualpa.  Pedro Pizarro, secretario y primo del conquistador, descuidadamente anotó que cuando Atahualpa fue asaltado iba acompañado por el elegante curaca de Chincha y que los españoles no sabían a cual de ellos había que capturar (Pizarro, 1965).  En la trifulca mataron al chinchano.  La versión de Pedro Pizarro crea dudas sobre la versión oficial de la captura de Atahualpa.  Además, a los enganchados en empresas conquistadoras se los hacía jurar anticipadamente qué y cómo se iba a descubrir y conquistar.  Los jefes de conquista también tenían que proteger sus concesiones reales de futuros reclamos por la Corona y usurpadores.

            El fraile-empresario Valverde fue el único que supuestamente participó en la captura de Atahualpa y, sin embargo, no recibió compensación por su dicisiva intervención.  Pero el encuentro entre Pizarro y Atahualpa ocurrió en un ambiente festivo y musical en el cual los indios cajamarquinos estaban "cantando a una voz" (Lockhart, 1972: 90, 205-206, 459-463).  Habían bailarines y músicos en el cortejo de Atahualpa.  De igual modo, existe confusión entre los cronistas si fue Felipillo o Martinillo el que tradujo el diálogo entre Valverde y el emperador.  Además, en una carta recientemente encontrada, escrita inmediatamente después de la captura de Atahualpa por un soldado español que participó en el evento, no se menciona absolutamente nada acerca del diálogo con Valverde.[22]  Sería una de las grandes ironías históricas si tanto se ha escrito y leído acerca de un evento que nunca ocurrió.  Lo que está claro es que el llamado humanismo español del siglo XVI demandaba ciertas formalidades cuando nu  evos vasallos eran adquiridos.

Después de que Atahualpa y Moctezuma fueron capturados se les permitió un número de privilegios a cambio de colaborar.  Ellos continuaron ejecutando ritos ceremoniales de poder.  En sus prisiones de lujo, ambos aprendieron a jugar la baraja y el ajedrez.  Atahualpa habría aprendido castellano en sólo 20 días.  Los cronistas españoles estaban muy admirados de la inteligencia y sabiduría de sus prisioneros distinguidos.  Pero la utilidad de estos rehenes estuvo limitada por las prioridades de la conquista.  Las crónicas españolas sostienen que Moctezuma fue muerto por un proyectil indígena mientras trataba de pacificar a sus compatriotas.  Los cronistas Aztecas escriben que Moctezuma fue estrangulado por los españoles.  En el caso de Atahualpa, Pizarro obtuvo tanto tesoro como le fuese posible, pero su intención más importante era capturar el Cuzco lo más fácil posible.  El rescate extorsionado de Atahualpa consistió en 6,087 kg de oro y 11,793 kg de plata (Macera, 1985: 36).  Desde muy temprano, el destino de Atahualpa estaba supeditado a las negociaciones de Pizarro con los enemigos del emperador.  Así como Cortés se alió con los Tlaxcaltecas en contra de los Aztecas, Pizarro recibio el apoyo entusiasta de los Cañaris, Huancas y Chachapuyas.  De acuerdo a la historiografía tradicional, Atahualpa sufrió el garrote mientras que Guamán Poma describe un degollamiento.  Atahualpa fue ejecutado el 26 de julio de 1533.  Aproximadamente tres meses más tarde, los españoles y Manco Inca (hermano menor de Atahualpa) entraron a la capital del Tawantinsuyo como aliados.  Después de más de un mes de celebraciones en las que españoles e indios fraternizaron con chicha y coca, el Tawantinsuyo tenía un nuevo emperador.  Manco Inca entusiasta e ingenuamente concedió grandes privilegios a sus aliados blancos, los que ostensiblemente le estaban ayudando a pacificar su imperio.  No es hasta el 23 de marzo de 1534 que Manco Inca pierde la soberanía sobre su capital, cuando Cuzco es organizado como una ciudad española.

Manco Inca fue orinado y vejado de la peor manera; a su esposa Cura Ocllo se la violó y asesinó en su presencia.  Obviamente, esto no fue lo que Manco Inca tuvo en mente cuando se alió con los conquistadores.  En consecuencia, una conspiración se llevó a cabo contra los españoles y sus colaboradores.  Para mayo de 1536, Cuzco estaba sitiado por el ejército de Manco Inca.  Irónicamente, los sitiados estaban bien proveídos por los muchos víveres almacenados en los tambos reales del Cuzco.  El cerco duró casi un año.  Los españoles y sus aliados indígenas fueron atacados a través de todo el Tawantinsuyo pero refuerzos de otras colonias españolas y de la mismísima "Madre Patria" salvaron a la colonización española del Perú.  Además, los sitiadores, en la tradición agrícola incaica, tenían que retirarse a recoger sus cosechas.  Al igual que los guerreros mesoamericanos, los andinos luchaban de acuerdo al calendario agrícola.  Los cronistas consideraron esta rebelión indígena como un período milagroso en el que la virgen María y el apóstol Santiago se aparecieron en los cielos para salvar al cristianismo en los Andes.  Es así como Santiago de Matamoros se covertiría en Santiago de Mataindios.  Se ha calculado que alrededor de dos mil españoles murieron en la lucha contra Manco Inca (Vega, 1963: 100, 113).

            La incapacidad de Manco Inca para forzar la capitulación de los españoles lo condujo a replegarse en Vilcabamba, al noroeste del Cuzco.  Por casi cuatro décadas, Manco Inca y sus descendientes establecieron un Estado neo-Inca fuera del control hispano.  Vilcabamba también se convirtió en un santuario para los indios que se escapaban de los españoles y una base para lanzar ataques guerrilleros.  Después de una epidemia de viruela en Vilcabamba, una expedición de 250 españoles y 1,500 indios Cañaris penetraron el Estado neo-Inca en 1572 (Murúa, 1962: 247-250).  Los Cañaris fueron los primeros soldados "gurhkas" al servicio de los españoles en el Perú.  Los españoles habían ganado la colaboración del traicionero Puma Inca, uno de los capitanes del último monarca peruano Túpac Amaru.  El monarca logró escaparse pero fue persuadido bajo grandes promesas para rendirse por dos soldados mestizos, Francisco de la Peña y Chávez Amaru, quienes servían en el ejército español (Ibid.: 225-256, 264-265).  En esta ocasión, las autoridades peninsulares decidieron abandonar la pretensión de gobernar a través de un monarca aborigen.  Eran tiempos en que la conquista empresarial privada estaba cediendo espacios de autoridad a la burocracia del Estado colonial.  Túpac Amaru fue ejecutado el 24 de setiembre de 1572.  Con la muerte del último monarca Inca, España finalmente ganó control absoluto de la colonia más rica en metales preciosos hasta 1670, cuando México tomaría el liderazgo definitivo.

            Uno de los aspectos más enigmáticos de la conquista es el hecho de que pequeñas montoneras de hombres blancos fueran capaces de subyugar a grandes masas indígenas.  A pesar de que los blancos poseían una tecnología militar superior, tal realidad fue solamente uno de varios factores importantes.  Al analizar la conquista, las alianzas entre los blancos y diferentes etnias indígenas en lucha contra otras etnias no deben ser subestimadas.  Los historiadores occidentales se han concentrado en la superioridad militar de los blancos pero la conquista tuvo un lado político muy importante que tampoco puede ser minimizado.  El padre Las Casas describió a los indios como gentes sumamente políticas.  Así como europeos e indios lucharon desde un principio, ellos también negociaron.  Sin embargo, los eventos políticos fueron válidos solamente a corto plazo.  A diferencia de los conquistadores que tenían una estrategia global de subyugar a todos los indígenas, los amerindios prioritaban sus etnias y regiones.  Los amerindios todavía no habían comprendido que para los blancos, todos los nobles, monarcas y etnias habían sido reducidos a la denominación "indios".

            Desafortunadamente, muchos intelectuales occidentales, en sus esfuerzos por presentar al indio victimizado como un "salvaje noble", han olvidado de sus flaquezas humanas y los conflictos socio-económicos y políticos que hicieron a los indios colaboradores de los conquistadores y aun traidores a su propio pueblo.  Los indios, como las gentes de otras partes del planeta, fueron víctimas de sus propios conflictos políticos, regionales y étnicos.


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            Con el tiempo, los europeos desarrollaron una base más autónoma de poder en la que su seguridad estuvo más ligada globalmente a la estrategia militar metropolitana que a la colaboración con ciertos grupos étnicos.  Cuando eso ocurrió, los aliados indígenas fueron maltratados con las crueldades que se aplicaban a los peores enemigos.[23]  Aun los primeros mestizos que conformaron la élite conquistadora fueron desprivilegiados a medida que la europeización del Nuevo Mundo se acentuaba.  Por todo el continente americano minúsculos números de europeos engañaron a los aborígenes haciéndolos sobreconfiarse de su seguridad hasta que fue demasiado tarde.  Oleada tras oleada de desembarques europeos indicaban que Europa estaba atravesando una nueva época de expansionismo.  Eso fue algo desconocido tanto para europeos como indios.  Sin embargo, hasta el siglo XVIII las potencias europeas habrían de buscar alianzas militares y políticas con diferentes etnias indígenas para promover sus proyectos coloniales o confrontar a sus competidores blancos.

            El "descubrimiento" de América coincide con el comienzo del largo proceso de expansión colonialista europea por todo el planeta.  En este proceso macro-histórico las únicas gentes de color que eventualmente escapan a la ofensiva europea son los japoneses.  El subdesarrollo del llamado Tercer Mundo está íntimamente relacionado con el triunfo del hombre blanco desde el siglo XV.  Otros desarrollos y procesos hubiesen aflorado si es que los pueblos del llamado Tercer Mundo hubiesen tenido más que decir en la manera de relacionarse con los europeos y el cristianismo desde un principio.  Los pueblos amerindios reaccionaron y se acondicionaron militarmente y políticamente a la ofensiva europea, pero los recursos de los blancos aumentaron en mayor proporción y a pasos agigantados.  En tiempos de la conquista la desgracia de los indios era que poseían oro y plata.  La existencia de metales preciosos motivó y movilizó a los más remotos e improbables individuos a convertirse en conquistadores.  En ese sentido, la conquista todavía no ha concluído porque los indios aún tienen territorios donde todavía existen el oro, el petróleo, el uranio y las tierras fértiles para cultivar la coca.  No cabe duda que los dueños originales de aquellos recursos y tierras eventualmente serán "civilizados".

            Ha sido notado que mientras más "civilizados" eran los indios, más fácil era conquistarlos.  Dicha abstracción contiene un alto ingrediente de veracidad pero, al mismo tiempo, subestima los esfuerzos por sobrevivir de los llamados indios "menos civilizados" bajo la dominación de poderosos Estados imperiales precolombinos y más tarde sus luchas contra el colonialismo europeo.[24]  El caso no es si los indios eran o no eran "civilizados" sino, más bien, si tenían o no tenían gobiernos absolutistas.  Los Araucanos resistieron hasta 1883.  Quizás los aborígenes más "civilizados" eran los Mayas.  Sin embargo, ellos fueron entre los más díficiles de subyugar políticamente o militarmente por los invasores.  El último reducto de resistencia Maya fue derrotado finalmente en 1697.  Aún en la "Guerra de las Castas" (1847), los Mayas intentaron expulsar a los blancos de sus territorios.  Los Lacandones de la cultura Maya pudieron sobrevivir hasta nuestros días, sólo escapándose a la selva chiapaneca.  A diferencia de los Incas y los Aztecas, los Mayas no tenían aparatos estatales sumamente centralizados o todopoderosos.  El modelo de organización política tenía parecido con los "ciudad-estados" de la Grecia clásica.  Gran parte del éxito de los Canibas en resistir ataques europeos se debía a que sus jefes eran elegidos temporalmente.  Cuando dichos jefes eran raptados no inmovilizaban a sus subalternos.  Simple y sencillamente nuevos líderes eran elegidos (Dreyfus, 1984: 47-48).

            Las etnias de las áreas marginales sin oro tuvieron la oportunidad de resistir mejor la ofensiva europea mientras los indios que no tenían a donde escaparse, en un esfuerzo de dignidad, se suicidaban en masa, practicaban el infanticidio y rehusaban tener hijos.  Las mujeres habrían de descuidar su apariencia física y esconder sus encantos con harapos para escapar a la lujuria de los conquistadores.  Los indios sedentarios, tales como los Apaches y otros, que habitaban los márgenes de la colonización española se convirtieron en nómadas y asaltantes belicosos.[25] En 1511, el cacique Hatuey y sus seguidores Taínos fueron quemados vivos en Cuba por rehusar ser convertidos al cristianismo; con dignidad, Hatuey simplemente declaró que no quería compartir el cielo católico con los españoles.  Similarmente, en la conquista de los Mayas, cuando una doncella yucateca rehusó ser violada por el capitán Alonso López de Avila, fue tirada para que los perros de los conquistadores la devoren.  Se ha dicho bastante acerca de los caballos, pero muy poco sobre los perros de la conquista.  Los españoles andaban con unos perros feroces (Dogo-Mastín) especialmente entrenados para atacar y devorar indios.  Los llamados "desperramientos" también eran parte integral de la empresa conquistadora.  Sin embargo, cuando la corona española logra establecer un estado colonial de derecho, los indios llegarían a ser litigantes acérrimos en los tribunales judiciales.

            A pesar de la abundante evidencia antropológica, etnológica y arqueológica acerca de contactos entre Sudamérica y Mesoamérica precolombina, los historiadores han actuado como si las conexiones no hubiesen existido.[26]  En el noroeste peruano se han excavado cerámicas con símbolos Aztecas, como, por ejemplo, la del águila comiéndose una serpiente sobre un nopal.[27]  Sudamérica precolombina exportaba metales a Mesoamérica y el Caribe al igual que de allí importaba perlas.  Excavaciones arqueológicas han encontrado gran variedad de artefactos y productos andinos en América Central (Kidder, 1977: 441-459).[28]  En tiempos de Colón, la zona andina habría exportado hasta hojas de coca al Caribe (Gagliano, 1994: 27-28).  Más aún, ciertas etnias del noroeste peruano hablaban lenguas similares a las de Mesoamérica (Stark, 1972).  De igual modo, existen similitudes toponímicas entre ambas regiones.  No debe sorprendernos que Pizarro llevara cientos de nicaragüenses como guías y asistentes.  ¿Pero por qué los conquistadores y "descubridores" aparecen como sujetos y los indios como objetos en la historiografía tradicional?  Quizás eso se deba a que si uno acepta al indio como sujeto, tendríamos que contestar por qué los Aztecas no le avisaron a los Incas acerca de la duplicidad y traición hispánica.  El problema tiene contornos infantilistas pero también es un ejemplo de los diferentes niveles de desarrollo en las disciplinas académicas que estudian el pasado amerindio.  Es importante recordar que después de 1513, la zona entre Panamá y Nicaragua gradualmente cayó en manos de los españoles.  Antes de Colón, dicha zona fue traficada por comerciantes mesoamericanos y andinos.

            Los primeros contactos españoles con el Tawantinsuyo fueron con pescadores y navegantes chinchanos en el Pacífico.  Los chinchanos eran legendarios por sus destrezas marítimas.  No es casual que los guías, aliados e intérpretes de Pizarro, Felipillo y Martinillo, fuesen naturales del Chinchaysuyo.  Los cronistas han anotado que en 1526 una embarcación Inca que se alejaba de la frontera norte del Tawantinsuyo en ruta a Panamá fue capturada por los españoles.  Dicho barco llevaba 20 personas entre pasajeros y tripulantes y estaba cargado con más de treinta toneladas de mercaderías (Sámano, 1844: 196).[29]  Sin duda, esa no fue la única embarcación Inca que fue capturada en esa ruta.  En tiempos de la conquista, los mercaderes ecuatorianos tenían embarcaciones con capacidad de 60 pasajeros para comerciar con Mesoamérica (Marcos, 1986: 164-175).  Independiente de cuán intensivo fuese el comercio o cuán infrecuente las comunicaciones entre Norteamérica y Sudamérica precolombina, se puede sostener que esos contactos habían sido obstruidos por los españoles aún antes de conquistar el Perú.  Tanto los chinchanos como los indios del Ecuador y el suroeste colombiano eran grandes comerciantes aún antes de ser incorporados al Imperio Incaico.  A dichos mercaderes, los Incas los exoneraron de la mita a cambio de productos exóticos (Salomon, 1987).  Una de las cosas más apreciadas por los Incas fue el caracol marino o mullu (spondylus).  El mullu o "comida de los dioses" se utilizaba en casi todas las ceremonias religiosas andinas.  Al mismo tiempo el mullu pulverizado ayudaba a disolver las hojas de coca al ser masticado (chacchar).  El mullu más apreciado existía entre el golfo de California y el Ecuador.  El caracol sonoro (pututo) utilizado por músicos y chamanes andinos es originario de la zona panameña.  Es dentro de ese contexto que el trueque mesoamericano y el norte del Tawantinsuyo debe ser entendido. Está documentado que indios del norte peruano siguieron comerciando con Panamá en sus embarcaciones rústicas (chinchorros y piraguas) hasta finales del siglo XVII.[30]

            Después de la victoria española en México, la frontera conquistadora se mudó con nuevo ímpetu hacia el sur.  Aún si los Aztecas hubiesen logrado denunciar la traición hispánica a la alta jerarquía Inca, no quiere decir que los Incas hubiesen respondido con mayor cautela a los coqueteos diplomáticos de los españoles.  Sabemos que después de haber completado la conquista de México, Cortés lanzó una expedición al territorio Maya en 1525 llevando como rehén y marioneta al emperador Azteca Cuauhtémoc.  Cuando dicha expedición se encontró con el rey Maya Apoxpalón, el emperador Azteca secretamente le informó acerca de la amenaza española.  Además, Cuauhtémoc invitó a Apoxpalón a participar en una conspiración contra los españoles.  Pero el rey Maya le informó a Cortés acerca de la conspiración.  Tanto el emperador Azteca como los otros conspiradores fueron ejecutados con la colaboración de los Mayas (Cortés, 1979: 213, 248).  Tal evento no es sin paralelos durante los días de la conquista.

            La colaboración indígena en la derrota de los mismos indios es un ingrediente constante en la médula de la historia postcolombina de las Américas.  La asistencia indígena para consolidar la supremacía blanca sobrevivió como una alianza subordinada en la explotación de los indios.  El indigenismo de las Américas todavía no ha sido capaz de llegar a las niveles del "Afro-Americanismo" o "Negritud".  Quizás la causa de este letargo es el hecho que los blancos han estado más propicios a reconocer lo poco de sangre india en sus propias venas que cualquier mezcla negroide.  Se ha dicho que los descendientes de las masas indias derrotadas son mayormente mestizos.  Pero la historia ha demostrado que los mestizos mayormente han preferido y anhelado ser blancos en lugar de indios.  Ese también es un proceso para la auto-eliminación a largo plazo aunque la pigmentocracia deje de existir.



Notas:

[1] Universidad de Uppsala, Suecia

[2] Miguel León-Portilla, "¿Qué es el indigenismo interamericano?", América Indígena, XXVI, 4 (1966), pp. 341-359.  Véase también:  Yu Zubriski, Los incas quechuas (Moscú, 1979), pp. 40, 138-48; Juan Friede y Benjamín Keen (Editores), Bartolomé de Las Casas in History (DeKalb, Illinois, 1971), pp. 47-53.

[3] León-Portilla, De besegrades version (Estocolmo, 1971).  Véase también:  León-Portilla, Pre-Columbian Literature of Mexico (Norman, Oklahoma, 1969).

[4] Era una mezcla de oro y cobre fundido proveniente de Sudamérica.

[5] A pesar de que Colón ha sido acusado de exagerar las cantidades de oro en Haití y el Caribe, se ha calculado que el oro producido en el Caribe para 1520 había por lo menos doblado la producción europea de dicho metal.  Véase:  Guillermo Céspedes, Latin America:  The Early Years (New York, 1974), p. 29.

[6] Véase también:  Morison, Journals..., pp. 184, 236; y Major, Christopher Columbus..., p. 30.

[7] Véase también:  Ignacio Bernal, Mexico Before Cortez:  Art, History and Legend (New York, 1975), pp. 126-127; J. Jorge Klor de Alva, "Martín Ocelotl", en Struggle and Survival, Editado por David Sweet y Gary Nash (Berkeley, 1981), pp. 128-141.

[8] De igual modo, cuando los portugueses visitaron Brasil por primera vez, en 1500, no encontraron antropófagos.

[9] Comisiones reales debatieron los aspectos morales de la conducta de los conquistadores hacia los indios en Burgos y Valladolid (1512-13) lo que resultó en una serie de leyes que incluían el Requerimiento.  Cada conquistador tenía que llevar una copia del Requerimiento para ser leido en voz alta antes de capturar o atacar a los indios.  Contenía la historia de la creación humana y las virtudes del cristianismo y la monarquía española.  El rechazo indígena traía subyugación coercitiva y el derecho a conducir una "guerra justa".

[10] A pesar de que los comerciantes Aztecas estaban creciendo en poder, ellos eran estrictamente controlados por el estado.  Entre los Mayas era la costumbre escoger sus gobernantes de entre los comerciantes más prósperos.  Véase:  Gómara, 1966:  Cortés..., pp. 354, 144-145; Alfred M. Tozzer, Landa's Relación de las cosas de Yucatán, Papers of the Peabody Museum of American Archeology and Ethnology, XVIII (1941), pp. 96-97.

[11] El Señor de Chincha (Perú) tenía miles de embarcaciones marítimas para la pesca y el comercio.

[12] Véase también: Hernán Horna, “Migraciones asiáticas a la zona andina [en chino])”, Collected Writings of Asia-Pacific Studies, VI (Peking, 2009), pp. 140-149.

[13] Véase también:  Susan D. Gillespie, The Aztec Kings:  The Construction of Rulership in Mexican History (Tucson, Arizona, 1989), pp. 231-235.

[14] El Códice Florentino está ilustrado pictograficamente y descrito en castellano y Nahua.  Dicho documento fue dirigido y editado por el monje franciscano Bernardino de Sahagún.  La copia original se encuentra en la Biblioteca Medicea-Lorenziana (Florencia, Italia).

[15] Véase también:  Díaz, The Conquest..., pp. 223-224.

[16] Sección Histórica, Serie Corregimiento, Sub-serie:  Protección de Naturales, Criminal, Año 1636, Año 1759 (Archivo Departamental de Cajamarca, Perú).

[17] Véase también:  Troy S. Floyd, The Bourbon Reformers and Spanish Civilization (Boston, 1966), p. 19.

[18] Donald Brand, Geographical Explorations by the Spanish and the Portuguese, The Institute of Latin American Studies of the University of Texas at Austin [1967], pp. 119-120.  Offprint Series No. 43.

[19] Velásquez fue el conquistador y gobernador de Cuba.

[20] Para la controversia entre un historiador y un arqueólogo acerca de si Huayna Cápac murió un año más antes o un año después, véase:  Åke Wedin, La cronología de la historia incaica:  Estudio crítico (Madrid, 1963), pp. 15-17, 25-37.  Véase también:  John Rowe, "Absolute Chronology in the Andean Area", American Antiquity, X, 3 (1945), 265-284.

[21] Esta historia fue escrita por los cronistas; ha sido dramatizada por el historiador norteamericano William H. Prescott y todavía es repetida.  Véase:  Hemming, The Conquest of the Incas, pp. 40-45.

[22] "Carta de Gaspar de Gárate a Martín de Gárate, Cajamarca, 20 de Julio de 1533", en Letters and People of the Spanish Indies:  The Sixteenth Century, Editado por Lockhart y Enrique Otte (London, 1976), pp. 1-3.

[23] Gibson, Tlaxcala in the Sixteenth Century, Segunda Edición (Stanford, 1967).  Véase también:  Steve J. Stern, "The Rise and Fall of Indian and White Alliances", The Hispanic American Historical Review, LXI, 3 (Agosto, 1981), pp. 461-491.

[24] Stern, Peru’s Indian Peoples and the Challenge of the Spanish Conquest:  Huamanga to 1640 (Madison, Wisconsin, 1982).  Véase también:  Jonathan Hass, The Evolution of the Prehistoric State (New York, 1982).

[25] Véase por ejemplo, Jack D. Forbes, Apache, Navaho and Spaniard (Norman, Oklahoma, 1994).

[26] La perspectiva tradicional es presentada por el historiador norteamericano Woodrow Borah.  Véase:  Woodrow Borah, Early Colonial Trade and Navigation between Mexico and Peru, Ibero-Americana 38 (Berkeley, 1954), p. 2.  Para un estudio del comercio precolombino en la region panameña, véase: Mary W. Helms, Ancient Panama:  Chiefs in Search of Power (Austin, Texas, 1979).  Véase también:  José Alcina Franch y Miguel Rivera Dorado, "Exploración arqueológica en la costa de Esmeraldas, Ecuador", Revista española de antropología americana, VI (1971), pp. 130-34.  Para una descripción de los mercados en la costa del Pacífico entre Nicaragua y Panamá por los indios antes de Cristobal Colón, véase:  Morison, Journals..., p. 374.

[27] Véase la colección del Museo Arqueológico Casinelli (Trujillo, Peru).

[28] También se han encontrado perlas del Caribe en el Perú.  Véase la colección del Museo de Oro (Lima, Perú).

[29] Véase también:  Thor Heyerdahl, Early Man and the Ocean (New York, 1979), pp. 185, 188, 228.

[30] Real Hacienda (1567-1820), Legajo 125, Expediente 31, folios 1-17.  Gradualmente los gremios de marineros españoles habrían de conseguir que se prohiba a los pilotos indígenas de navegar en alta mar.  Véase:  Real Hacienda (1684), Legajo 126, Expediente 54, folios 1-8.  Archivo Regional de La Libertad, Trujillo, Perú.

 

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Cómo citar este artículo:

HORNA, Hernán, (2013) “Hacia una visión indianista de la conquista”, Pacarina del Sur [En línea], año 4, núm. 14, enero-marzo, 2013. ISSN: 2007-2309. Consultado el

Consultado el Viernes, 19 de Abril de 2024.
. Disponible en Internet: www.pacarinadelsur.comindex.php?option=com_content&view=article&id=616&catid=6