Sobre la reunión de los concheros en el Día de la Cruz en La Antigua; y la procesión de la cruz por el río Huitzilapan

About the concheros meeting of the Día de la Cruz in La Antigua, and the procession of the cross on the Huitzilapan river

Na reunião dos concheros no Dia da Cruz, em La Antigua, ea procissão da cruz sobre o rio Huitzilapan

Raydel Araoz

Artículo recibido: 25-02-2013; Aprobado: 15-03-2013

Casi al desfallecer la tarde, avanzamos hacia el norte bordeando por la carretera las casas de Infonavit que van extendiéndose desde las afueras del puerto de Veracruz hasta muy cerca de La antigua. Antes, donde hoy se levantan estas casas había solo dunas pero la expansión de la ciudad ha ido ganando este terreno con una geometría aterradora, donde cada casa, con sus tanques negros, con sus paredes prefabricadas, con su espacio mínimo, es exactamente igual a su vecina.

Pasada esta zona nos bajamos en la Antigua, un punto intermedio entre Veracruz y Cardel[i], donde la señora Espinosa, su hijo, Raúl Jará, y yo, nos disponemos a recorrer los escasos dos kilómetros que separan al pueblo de la autopista. Tanto Raúl como su madre son danzantes mexicas y asisten en este día, 3 de mayo del 2012, a una reunión de danzantes concheros.

A diferencias de los danzantes mexicas, los concheros han aceptado el mestizaje religioso en sus danzas, incorporando la tradición cristiana. Quizás en esto consiste la discrepancia mayor entre ambos grupos danzantes, al menos desde el punto de vista teórico. Los danzantes mexicas, como los danzantes aztecas, son una corriente purista de regreso a la tradición prehispánica que al parecer se separan en la década del 30 de los concheros, en la reforma iniciada por los jefes de danza en Querétaro y Guanajuato, donde se retoma el uso de los instrumentos de percusión (huéhuetl y teponaztle), prohibidos desde la época colonial. Este movimiento coincide con un auge del nacionalismo, de la búsqueda de la esencia mexicana y se da en distintos ámbitos de la cultura.

Los concheros, en cambio, son un movimiento de integración, mestizo; se cree que el origen de este nombre –concheros– deriva de la guitarra que los colonizadores enseñaron a hacer a los indígenas con la concha o caparazón del armadillo. Según cuenta Manuel Tlatoa Guizar, capitán de los danzantes de Cholula, Fray Pedro de Gante fue quien intercedió ante Fray Martin de Valencia y los otros evangelizadores, para que levantaran la prohibición sobre la música y las danzas a los indígenas, y quien los enseñó a fabricar estas guitarras con la concha del armadillo. La censura se levantó entonces sobre la danza, parcialmente sobre la música, ya que se castellanizó al prohibir los instrumentos de percusión e introducir las guitarras, y se mantuvo sobre los cantos a las antiguas deidades de la naturaleza. El canto entonces mutó al ser rediseñado, ahora en vez de cantarse a las antiguas deidades prehispánicas, se cantaron las alabanzas cristianas. Y en este acto que sentó las bases de la nueva tradición mestiza –soportada sobre los procesos de aculturación y transculturación– el armadillo, que era un animal sagrado, se convirtió en un puente material entre las dos tradiciones cuando su caparazón se transformó en un instrumento de cuerda similar a la mandolina europea, incorporándose a las danzas mexicanas con sus coyoles.[ii]

Si al inicio, como en toda reforma, hubo una gran tensión entre los concheros y los nuevos danzantes, hoy esta rivalidad ha disminuido –aunque no ha cesado–, y permite que ambos grupos se encuentren y bailen juntos, como ocurrió el 3 de mayo en La Antigua.

Guillermo Vázquez Sánchez, sargento de la mesa de La antigua, considera que al menos existen tres grupos de danzantes además de los concheros: los mexica que tienen una mirada o concepción astronómica sobre la danza, los mexicanidad, cuya búsqueda es de lo prehispánico, purificar de elementos católicos la danza, y los chimaleros, cuya búsqueda es la de la “espiritualidad”.

La migración mexicana a Estados Unidos ha llevado estas danzas a suelo norteamericano. René de la Torre las clasifica en dos grupos atendiendo a su mayor o menor tolerancia con el mestizaje. El primer grupo sería los mexicanistas – “danzantes chicanos en la ciudad de Los Ángeles, Estados Unidos”–, «que se opone al sincretismo con la religión católica y la cultura occidental y que plantea la esencialización de lo “auténticamente” azteca “promoviendo la restauración del Anáhuac en el presente»; el segundo grupo lo cataloga como neomexicanidad que, según sus palabras, ha “aceptando la base de la religiosidad sincrética entre el catolicismo y la cosmovisión indígena” y “se interconecta en una red mística espiritual Nueva Era.”

Es curioso como el mismo patrón de división se da de forma inversa en Estados Unidos, donde el movimiento primario mexicanidad proviene de las danzas aztecas,[iii] y proclama ese espíritu purista de reafirmación nacionalista pero con el tiempo, con las nuevas generaciones, ya más alejadas de ese sentir, más vinculadas al entorno norteamericano, se ha ido fusionando con otras corrientes como el New Age. Esta interacción la ha llevado a otros derroteros en la búsqueda de una nueva espiritualidad, como comenta René de la Torre, su vínculo con una comunidad de espiritualidad alternativa en España ha creado una nueva identidad que ellos llaman “Hispaneca”. Vuelve así un nuevo mestizaje pero esta vez a la inversa. Estos procesos no ocurren unidireccionalmente sino que establecen puentes entre los diversos territorios y así como la migración trasladó las danzas a Estados Unidos, también los danzantes norteamericanos –ya en un centro generador de poder cultural– influyen en los danzantes mexicanos, como se pude percibir en la mirada astrológica de algunos mexicas, un aire New Age.

 

II

Al llegar a La Antigua ya oscurecía, el pueblo preparaba sus tinglados, sus aparatos de feria, sus toldos, porque al día siguiente sería el Día de la Cruz, y la fiesta comienza a dar señales de vida, en las luces y dulces de chilacayote, en los juegos de tiro al blanco, en los adornos. Los danzantes tienen esa noche una ceremonia que precede a su baile, la velación, por eso llegan en cuando oscurece a la casa que ha gestionado María Isabel Sánchez Vivanco, capitana de la mesa de La Antigua Veracruz, y quien ha extendido la invitación a todos.[iv]

Los concheros están organizados por mesas, que es como llaman a sus congregaciones, cada mesa tiene una organización jerárquica dividida en:

  1. General de mesa y general de campo o capitán de campo, que son los máximos responsables de la mesa, y son los encargados de dar la primera palabra y la segunda palabra, que significa la bienvenida[v] y el comienzo de la ceremonia. Estas palabras dirigen el inicio del rito.
  2. Los sargentos son los encargados de la logística del ritual, velan porque todo esté listo para que el ritual se pueda llevar a cabo.
  3. El alférez es el que lleva la representación de cada mesa, es él quien porta el estandarte.

Los instrumentos para la danza de los concheros son el tambor, incorporado también tras la reforma, el huéhuetl, un tambor horizontal de un metro de largo, y el teponaztle, un tambor vertical hueco por debajo, de un metro y medio de alto, ambos se tocan con baquetas; la mandolina, la concha (guitarra con caja de armadillo y brazo y tapa de madera); los coyoles. Además de estos instrumentos, en Veracruz se usa también la jarana. Esta composición de guitarras recuerda en algo al son jarocho, la concha hace el sonido más grave, aunque no llega a ser una leona, la mandolina los sonidos más agudos como lo harían las jaranas. Como los danzantes de esta zona son también soneros, participan de los fandangos, tocan sus jaranas, que están más popularizadas, al menos al sur, que la mandolina. Esta reunión en La Antigua permite también una mixtura de instrumentos, como ocurre en las tradiciones populares donde la dinámica de integración suele ser muy ágil.

Nos asentamos a dos cuadras de la iglesia, hay allí una mesa para recibir a los recién llegados con un caldo hecho con abundantes cangrejos, camarones y pescado, que abundan en la región por su cercanía con el rio Huitzilapan (rio de los colibríes). Mientras comemos, el alférez Gustavo Vásquez Rodríguez, termina de montar el estandarte insignia de la mesa. El estandarte de La Antigua Veracruz esta simbolizado por tres cruces, que su alférez refiere como las tres cruces del monte del calvario, “por eso la del medio es más alta que las otras”.

El ritual de los concheros se vincula al ritual católico, en un espacio físico donde el interior de la iglesia que funge como centro de reunión para las veladas en la noche, y el exterior, la plaza, es el sitio de la danza. También sus veladas están compuestas por cantos que provienen de las alabanzas cristianas, y sus días de reunión coinciden con días de veneración católica, como el de la Santa Cruz, una de las celebraciones principales de La Antigua, que rememora la entrada de la Cruz a México por esta zona en manos de Hernán Cortes.

La celebración de la Santa Cruz[vi] está asociada al descubrimiento de la cruz de Cristo en el calvario por órdenes de Santa Elena hacia el 3 de mayo del año 292, que, según la tradición, removió el templo romano y debajo encontraron las tres cruces, que se han vuelto emblemáticas, como se observa en el estandarte de la mesa de La Antigua, ya que el estandarte no solo identifica a los danzantes sino que los sitúa en una iglesia determinada, con una historia, con una leyenda.

La cruz en los concheros posee una doble expresión, la cristiana, con la imagen del sacrificio y la redención por el sacrificio del Hijo de Dios –que es, para los danzantes, un hecho real, histórico, porque muchos son católicos o han recibido una educación católica en el seno de su familia–; y la prehispánica, donde es una representación de las fuerzas naturales, los cuatro puntos cardinales, los cuatro vientos, que gravitan sobre un centro. Estos vientos son los puntos de antiguos centro ceremoniales: Amecameca o Sacro Monte, en el oriente; Cholula o Virgen de los Remedios, en el poniente; Virgen de Guadalupe, en el norte; Chalma, en el sur y en el centro Tlatelolco o Señor Santiago. Estos puntos forman, afirman los danzantes de La Antigua, una cruz en el espacio, que a su vez se va repitiendo en la iglesia donde ofician, en la velación, en el inicio del baile.

El pueblo de La Antigua[vii] es hoy un pequeño caserío en las inmediaciones del rio Huitzilapan, con una iglesia Santo Cristo del Buen Viaje y las ruinas de la casa de Hernán Cortes. El pueblo que antes fue cabecera del municipio de igual nombre, perdió su importancia luego de la construcción del ferrocarril que dio protagonismo a la actual cabecera municipal Cardel, que antes, 1892, no era más que un cruce de caminos donde estaba la estación San Francisco de las Peñas. Con el tiempo La Antigua quedó también separada de la carretera que unió Cardel y Veracruz, lo que agudizó su aislamiento.

Actualmente, como La Antigua no tiene un mercado y por tanto depende de las ciudades de Veracruz o Cardel, ni un trasporte marítimo que utilice el río para los desplazamientos a larga distancia, sus pobladores depende del trasporte terrestre para abastecerse, e incluso para trabajar. Para ello tienen que recorrer un par de kilómetros desprovistos de árboles, en una región muy calurosa, para llegar por una calle deficientemente pavimentada a la carretera central y allí tomar un ómnibus de la línea de Autobuses Unidos (AU), un taxi, u otro trasporte para llegar a Veracruz o Cardel. Esto ha generado una flotilla de taxis que cubren el tramo de La Antigua a la carretera o de La Antigua a Cardel, y viceversa, no así de La Antigua a Veracruz, porque existe una caseta en el paso del puente, muy cerca del desvío a La antigua, donde cobran 45 pesos por el paso, encareciendo el trasporte en auto a Veracruz. Como gran parte de los productos que consume el pueblo se traen de Cardel en La Antigua es más elevado el costo de la vida, con un nivel adquisitivo menor que Veracruz y Cardel.

Terminada la sobremesa, el sonido del caracol,[viii] reúne a los danzantes para asistir a la iglesia del Santo Cristo del Buen Viaje. Todos caminamos las dos cuadras que nos separan del templo, los sargentos llevan los objetos rituales: los instrumentos musicales –el caracol, las guitarras, los tambores–, los híbridos o compartidos también con la liturgia cristiana: el Popochcomitl (una copa), la cruz de madera estrellada, el libro de alabanzas; los que simbolizan fuerzas de la naturaleza: los vasos con agua que representa el agua; la velas que al encenderse representan el fuego, el copal que al humear sobre la copa simboliza el viento, y la caracola que en su doble función es instrumento musical (una suerte de corneta monótona) que sirve de llamado o de anuncio en las marchas, y en el ritual es el elemento de tierra, y las flores que simbolizan lo espiritual.

Asisten a esta ceremonia personas de distintas edades: niños, jóvenes, ancianos, provenientes del D.F., de la mesa de Cholula y de la mesa de “El dulce nombre de Jesús” de Tepetlixpan, México –con 100 años de existencia–, para la celebración de la Santa Cruz y de los veinte años de la mesa[ix] de La Antigua.

Al llegar al templo la representación de una mesa invitada, la mesa anfitriona los espera en la puerta, ambas delegaciones muestran su estandarte, y la capitana/o da las primeras palabras, la bienvenida, mientras cantan y ambos capitanes se saludan, luego se limpian con el Popochcomitl humeante de copal los estandartes y a las personas, y de inmediato entran todos al templo cantando.[x]

El presbiterio adornado con flores recibe los estandartes, cantan allí las alabanzas al Señor y comienzan a encender las seis velas de cebo para las ánimas, que se ponen sobre ladrillos para levantarlas del suelo. Este primer acto es la exaltación de los difuntos, es parte del culto prehispánico a los muertos, donde se recuerda a antiguos concheros, y de cierta forma se les convoca a la ceremonia. Estas velas se sitúan detrás de la cruz de madera estrellada donde se apoyan dos bastones, como si fuese esa existencia previa a la evangelización, que aún persiste.

En una segunda parte del ritual se tiende una tela blanca con una vela en cada esquina, cuatro velas en total sobre cuatro platos y en el cen tro se representa con flores la forma de la cruz estrellada. A este acto los concheros le llaman “forma”, y no solo se limita a representar la cruz, sino otras formas tomadas de palabras náhuatl. El trabajo tiene que estar acompañado de cantos, por eso se suceden las canciones religiosas, como letanías. Una vez que están realizadas las formas se pasa al levantamiento de la forma, el paso del plano al espacio, y este proceso es la tercera parte y ultima del ritual. En esta oportunidad solo se hizo la forma de la cruz. Para mí, un extranjero en el culto y en el país, la representación se carga de otros simbolismos. Veo las velas de las ánimas encendidas y pienso que también la luz de esos antepasados se proyecta ahora sobre la cruz y en este juego ceremonial la forma de la cruz en la sabana es también la sombra de esta luz, la presencia física de esos antepasados después de la llegada de la cruz.

Para Raúl Jara esta ceremonia representa la liberación de la energía sexual, la cruz es, ya en sí misma, una síntesis simbólica del hombre y la mujer, donde la mujer está representada en la línea horizontal, y el hombre en la vertical. La unión de estas líneas crea un centro, que es la unión del hombre y la mujer, la cópula, la energía sexual, y además agrega otro eje a los dos existentes que marcan los cuatro puntos cardinales. El nuevo eje, que pasaría por el centro, marca el arriba y el abajo.

La interpretación de Raúl, de la línea de danzantes mexicas, difiere un poco con el sentido de la hermenéutica conchera de la familia Vásquez-Sánchez, que organiza esta ceremonia. Para esta familia la ceremonia es una comunión con los antepasados, de purificación de los danzantes, donde la cruz porta una doble iconicidad: la de los cuatro puntos cardinales, los cuatro vientos, y también el símbolo de la redención. Aun así estas pequeñas discrepancias teóricas, teológicas o semánticas no evitan que compartan un espacio común en la ceremonia.

El tercer momento de la velada se inicia con el levantamiento de la cruz, donde las flores que antes se colocaron en forma de cruz, ahora se atan con hilo a la cruz de madera y a los bastones, cubriéndola para formar el santo Xóchitl  (cruz de flor). Luego se limpian todos los participantes.

Termina la velación ese acto litúrgico que antecede al baile, y que prepara el cuerpo, la mente para la danza que acontecerá, a través de un acto que implica la limpieza espiritual y corporal, porque el baile es una forma de la oración, como distingue Manuel Tlatoa Guizar al decir que un rezo es una repetición, pero una oración es una improvisación y la danza es una oración con todo el cuerpo.

La velada ha descrito un recorrido que va desde los elementos por separado, hasta la integración de todos, desde las ánimas hasta su representación material, pasando por la proyección de las mismas. Concluidos los tres pasos de la velada –Ánimas, Tendido abajo y Levantamiento– los danzantes han alcanzado un estado mental –con las limpias, con los cantos– y físico – al someter el cuerpo a no dormir, a los vapores del copal–, que les permite al bailar y comunicarse con las energías o entidades de la naturaleza. El cuerpo cansado, purificado y abierto a los estímulos es un canalizador, y el baile una forma de oración y diálogo con lo sagrado – que para los danzantes mexica reunidos allí es un dialogo, también sacro, dirigido específicamente hacia las entidades de la naturaleza: la lluvia, la luna, el sol, etc–.

Tras el paso del Huracán Karl en 2010, La Antigua, pueblo fundamentalmente agrícola, dedicado al cultivo de caña, maíz y frutales (como el zapote), tuvo una sensible pérdida en sus árboles frutales, lo que incrementó la emigración interna hacia las ciudades en busca de trabajo, y devastó la zona cercana al río donde había pequeños restaurantes para el turismo de paso, un turismo que llega por un par de horas a comer frente al río, a mirar la ruinas de la casa de Hernán Cortes, a pasear en las lanchas, y a montarse en sus ómnibus para seguir a Veracruz o Cardel. Después del huracán se ha tratado de levantar esa línea de costa con el río, construyendo un bulevar, con unos cuantos restaurantes, aunque algunos pertenecen a personas que viven en Cardel, que tienen mejor poder adquisitivo para invertir en la región.

En la mañana del cuatro de mayo, apenas sin dormir por la ceremonia, los concheros desayunan y se preparan para acompañar la peregrinación de la cruz. Este día el párroco de la iglesia ha organizado un recorrido de la cruz por el río en lanchas de alquiler para rememorar la llegada de la cruz a La Antigua, y le ha pedido a los concheros que los acompañen. Así los concheros desfilan de la iglesia hacia el río en dos hileras, en la punta los caracoleros, haciendo sonar el caracol, detrás los sahumadores con el copal, luego los estandartes, atrás siguen los concheros con sus guitarras tocando para que se puedan cantar las alabanzas al Señor.

El párroco de la iglesia ha reservado las canoas para que la cruz junto a los representantes eclesiales, el grupo conchero, y algunos lugareños vayan en el recorrido. El río Huixilapan se inunda entonces del toque del tambor y los cantos de los concheros, recorren así las lanchas hasta el paso del puente, si alguien hace este recorrido verá lo abandonada que está la costa, y aunque hay parte del río que se está dragando, no parece utilizado como medio de trasporte.

De regreso a la iglesia, luego de la representación de la entrada de la cruz a la iglesia, se oficia una misa, y solo después entran los concheros. Al parecer normalmente bailan en la plaza, pero esta vez se les pidió que entraran.

Los danzantes entran en dos filas hasta el atrio y forman un círculo en torno al tambor. Entonces el que tiene la primera palabra, este escoge la primera danza, luego llega el turno de la segunda palabra, luego le toca a los capitanes escoger las danzas que siguen, y así continúa por la estructura jerárquica hasta llegar al regidor de danzas que va a los cuatros rumbos (haciendo una cruz en el espacio) y cierra la ceremonia.

Mi última imagen de La Antigua es la de un pueblo luchando por no fallecer, la pequeña casa de Hernán Cortés, la iglesia, el río y sus lanchas, todo respira aunque la población languidece, emigra, deja sus espacios rurales para entrar en las ciudades vecinas, en la suburbanización de los Infonavit, que poco a poco se le acercan. Atrás queda el puente del río Huxilapan, y en silencio, lejos de la carreta, se rep



[i] El proyecto del tren interoceánico que hacia 1885 soñaba con unir mediante el ferrocarril Veracruz-Ciudad de México- Acapulco, aisló la cabecera municipal de La Antigua, cuyo trasporte fundamental era marítimo, y dio origen a la estación de San Francisco de la Peñas –no muy lejos de La Antigua–, que permitió enlazar Veracruz y Xalapa. Y con el tiempo fue ganando en importancia hasta convertirse en cabecera municipal, para entonces –1925– cambio su nombre a José Cardel.

[ii] El coyol es una semilla seca que se vacía y se amarra en una franja de tela cubriendo la tela de manera que las semillas queden puedan oscilar y chocar entre ellas. La franja de tela se amarra a los pies de los danzantes y producen un sonido como el de un chekeré.

[iii] Según René de la Torre:

La mexicanidad radical, contenida en la danza azteca, en su versión mexicayotl, tuvo gran acogida entre los migrantes mexicanos residentes de los Estados Unidos dado que su desarrollo coincidió con la génesis del movimiento chicano y su énfasis en la recreación del mito del regreso a Aztlán – El Plan Espiritual de Aztlán fue por primera vez articulado públicamente en la primera Conferencia Nacional de Liberación de la Juventud Chicana, en Denver, Colorado, en 1969 (Rodríguez 2005).– que hacía referencia a Estados Unidos, como el lugar ancestral del cual los aztecas partieron en busca del lugar señalado para establecer su pueblo: Tenochtitlan (Rodríguez 2005). El Plan Espiritual de Aztlán representó un momento crítico en la conformación de la identidad chicana y el nacionalismo chicano, en torno a los mitos aztecas y el orgullo cultural como base para su definición.

[iv] Las reuniones de los concheros pueden ser obligatorias o no obligatorias dividen en dos, según cuenta Tlatoa Guizar. Las obligatorias que son las que todas las mesas deben asistir sin que haga falta que se convoque, o se les invite, porque son en sitios sagrados, que ellos llaman vientos estos lugares son: Villa de Guadalupe, el 12 de diciembre; Cholula, el 8 de septiembre; Chalma, que es en mayo pero el día es movible; Querétaro, el 8 de septiembre; Tlatelolco, es el 25 de Julio y en la Amecameca, el miércoles de ceniza. Las no obligatorias, ocurren cuando alguna mesa que existe en un lugar que no es viento invita a todos como ocurrió en La antigua.

[v] Los concheros se llaman unos a otros compadritos, y se saludan apretándose las manos y sin soltarse uno besa la mano de su compadrito y luego el otro le devuelve el saludo besando también la mano de su hermano danzante. Luego de besarse las manos, y aún sin soltarse hacen un gesto como de abrazo, al casi juntar los cuerpos primero hacia un lado luego hacia el otro.

[vi] Esta celebración es también la del día del albañil, en una página web “El diario de Taxco” –http://eldiariodetaxco.com/index.php?option=com_content&view=article&id=15111:religion&catid=44:religion&Itemid=19– al hablar del día de La Santa Cruz, aparece como de soslayo una interesante asociación entre las cruces encontradas y los albañiles, ya que Santa Elena movilizó a muchos albañiles para demoler el templo romano y buscar entre sus escombros. Sea por esto, o por la idea simbólica de que la cruz rememora no solo el sacrificio sino la resurrección y el albañil es el constructor, el que edifica y reconstruye; o por otra razón, o por todas, es interesante ver la presencia de la flor para forrar la cruz, tanto en los albañiles como en los concheros.

Parece ser que el culto de la Santa Cruz en México y el surgimiento de los concheros ocurren en épocas similares, en tiempos de Fray Pedro de Gante, período de conversión, de comienzo de los procesos de aculturación y transculturación, aunque son cultos religiosos diferentes. El primero –el de la Santa Cruz– se remonta sobre los cultos fertilidad de la cosecha que existían en mayo, y de cierta manera sobre la imagen de la cruz que existía como icono antes de la conquista, el segundo –el complejo ritual de los concheros– está asociado a la trasformación litúrgica de un grupo de danzas prehispánicas. En la evolución del culto de la Santa Cruz se puede ver un camino que va de lo rural a lo urbano, el paso de un culto de la cosecha a un culto de la construcción. Este paso ocurre en el siglo XX, para entonces México ha salido del periodo colonial, y se reconstruye, se urbaniza, camina de las estructuras feudales a las capitalistas, nace entonces asociado a ese día la celebración del día del albañil con su pasado mítico en la búsqueda de la cruz.

En México la flor tiene una connotación de pureza desde la época prehispánica: la cruz envuelta en flores es el punto de convergencia de las dos tradiciones –la católica, la prehispánica–, para los concheros es el Santo Xúchil, un símbolo de espiritualidad, es también un proceso porque la construcción de esta cruz es el final de la velada; para los albañiles – con la cruz de madera forrada en flores y papel en lo alto de una obra en construcción –es la marca para que el cura llegue y bendiga la obra, o la seña de que la obra esta bendecida. Creo que esa cruz floreada es en ambos la marca de ese proceso de transculturación, más evidente en los concheros, y ya casi imperceptible entre los que celebran el día del albañil.

[vii] Fundada en 1525 con el nombre de la Villa Rica de la Vera Cruz fue trasladada cerca de 1600 hasta la zona del actual Veracruz. Fue entonces cuando la antigua villa comenzó a ser conocida como La Antigua, al parecer para diferenciarla del nuevo asentamiento Nueva Vera Cruz.

[viii] Strombus gigas,  en quechua se conoce como huayllaquepa, pero también tiene varios nombres según el país: en dominicana como Lambi, en Venezuela como botuto,  en Cuba como cobo. Al parecer  el  Strombus gigas se utilizo como instrumento de viento en casi toda América desde la época prehispánica.

[ix] Es común encontrar una relación parental entre los integrantes de una mesa, lo que me ha hecho preguntarme si esta tradición no tendrá también un carácter familiar en su forma de trasmisión, a demás de funcionar como comunidad. La familia Vázquez- Sánchez es el núcleo principal de la mesa de La Antigua, , ya que la capitana María Isabel Sánchez está casada con Gustavo Vázquez, el alférez, y sus hijos ocupan los puestos de sargento y caracolero.

[x] Casi un año después encontré, en el estado de México, un ritual similar en las fiestas organizadas en la iglesia de las comunidades otomíes del municipio del municipio de Acambay. Los que celebran las fiestas invitan a las comunidades vecinas, y estas peregrinan con sus imágenes hasta la iglesia que los invitó. Cuando los visitantes llegan, una delegación de danzantes­ –los santiagueros, las pastoras– salen a recibir a los recién llegados y con el popochcomitl limpian las imágenes recién llegadas y a los portadores. Este ritual de recibimiento y purificación parece extendido más allá de los concheros, como una tradición ceremonial de las fiestas organizadas en torno a la iglesia católica.

 

Bibliografía:

“Danzas aztecas y sus orígenes” en http://www.barraganzone.com/danzasmexicanas/azteca/index.php

Quesad, Fernando (2007 ): Estandartes militares en el mundo Antiguo, Signifer libros, Madrid.

de la Torre, Renée (2009), “ Tensiones entre el esencialismo azteca y el universalismo New Age a partir del estudio de las danzas “conchero-aztecas “, revista electrónica Trace, julio en URL : http://trace.revues.org/480

Rodríguez, María Ángela (2005): Tradición, identidad, mito y metáfora., Ciesas/Porrúa, México.

Entrevistas a:

Raúl Jara Espinoza

Manuel Tlatoa Guizar

Guillermo Vázquez Sánchez

María Isabel Sánchez Vivanco

Guillermo Vázquez Sánchez

 

Cómo citar este artículo:

ARAOZ, Raydel, (2013) “Sobre la reunión de los concheros en el Día de la Cruz en La Antigua; y la procesión de la cruz por el río Huitzilapan”, Pacarina del Sur [En línea], año 4, núm. 15, abril-junio, 2013. ISSN: 2007-2309. Consultado el

Consultado el Viernes, 29 de Marzo de 2024.
. Disponible en Internet: www.pacarinadelsur.comindex.php?option=com_content&view=article&id=691&catid=6