La negritud en la historieta brasileña: un primer acercamiento a la novela gráfica CUMBE y la obra de Marcelo D’Salete[1]

Juan Navarrete[2]

 

Maestro en historia del arte por la USP, profesor e ilustrador de diversos libros infantiles, su verdadera pasión reside en la historieta. Sus trabajos dentro del género han sido publicados en las revistas brasileñas Front, Graffiti, Quadreca, Contos Bizarros, +Soma; así como en el extranjero, incluyendo en Suda Mery k! (Argentina) y Stripburger (Eslovenia).

Su primer libro, Noite Luz (112pp, 2008), de seis historias cortas fue lanzado en Brasil y Argentina, y es hasta el momento la única obra del autor disponible en español, publicada por la editorial argentina Ex-Abrupto Editores. Posteriormente publico Encruzilhada[3] (124pp, 2011) con la editorial Leya, del sello Barba Negra. Su más reciente publicación, CUMBE(176pp, 2014), es la primera obra del autor que se aparta de la metrópoli como escenario de sus relatos, reuniendo cuatro historias sobre resistencia y esclavitud en el norte de Brasil. Fue publicado por la editorial Veneta, con el apoyo del incentivo a la cultura de Sao Paulo.

Los vínculos con la cultura afro-brasileña son un tema recurrente en el trabajo de D’Salete, así como su enfoque en personajes marginalizados por sus circunstancias de vida, renuentes a ser victimarios de su entorno. Profundamente humanos, los protagonistas de las historias breves apelan a el concepto de justicia social,  ante la exclusión de la diferencia y el racismo. Sin llegar a plantear un modelo idealizado o utópico de vida para sus personajes, D’Salete exhibe las grietas en el proyecto inacabado de país que es Brasil. La violencia institucional, la injusticia, y a vulnerabilidad de mujeres y niños, así como la discriminación y despojo que ha sufrido la población negra de su país hacen de sus trabajos de ficción, obras de testimonio y denuncia.

Como historietista, salta a la luz pública en Brasil como parte de la generación que realizo la revista Front, publicada entre 2001-2008, llegando a destacarse entre los diversos talentos que ahí se exhibían, por el desarrollo de historias complejas, y un rico manejo iconográfico que propiciaba al lector una meta lectura de la historieta. Dentro de la historieta moderna brasileña, D’Salete es uno de apenas dos historietistas de ascendencia afro, en un medio que cuenta con encima de cien exponentes menores de 45 años. Parecería un dato superfluo, si no fuera por la persistencia y coherencia que implica por parte del autor, quien insiste en realizar trabajos que reflejan la realidad vivida por los negros en Brasil, y rastrear las historias de resistencia de estos.

Imagen 1. <em>Cumbe </em>(D’Salete: 123, 2014)
Imagen 1. Cumbe (D’Salete: 123, 2014)

La negritud como punto de partida, enfoque o perspectiva es un tema poco tratado en la historieta brasileña. A esta “regla” existen algunas notables excepciones por parte de los autores Carlos Ferreira, historietista negro de Porto Alegre, quien ha realizado trabajos sobre Palmares y la esclavitud. Por otro lado está el trabajo de Mauricio Pestana,  caricaturista negro que incursiona en la historieta denunciando el racismo en Brasil de forma didáctica. Finalmente, está el trabajo del guionista e historietista André Diniz,  quien ha realizado trabajos como Morro da Favela (2011), sobre un fotógrafo negro en la mayor favela de Rio de Janeiro,y O Quilombo Orum Aiê (2010), donde trata una revolución esclava durante la colonia en Salvador de Bahía. Aparte de estos ejemplos loables, existen otros trabajos en literatura, historieta y cine, donde el negro se utiliza como compinche o accesorio para contar una historia de la cual nunca será protagonista. Marcelo D’Salete enarbola esta perspectiva de pensamiento y cultura negra como pocos. Sus trabajos de pocas palabras, con fuerte inclinación plástica, invitan a sus lectores a participar de una lectura activa, explotando al máximo el manejo del tiempo particular a la historieta para crear una narrativa tan rica como lo es densa.  

CUMBE es la primera parte que emerge de una larga investigación por parte de D’Salete, iniciada hace más de 5 años. El libro enfoca la  resistencia esclava dentro del marco de la historia colonial brasileña. Incluye dentro de si cuatro historias, aparentemente sin relación , que tomadas en conjunto tejen un meta relato de diversos aspectos de la vida en los ingenios azucareros y las plantaciones del norte de Brasil, así como la creciente resistencia esclava a los capataces y terratenientes portugueses durante la colonia. En términos plásticos, representa la obra más lograda del autor hasta la fecha, con un virtuosismo de línea y pincel notable, solo equiparable a un manojo de dibujantes y pintores. El uso de técnica mixta traiciona la formación plástica del autor.

Estilísticamente, Marcelo D’Salete es un caso aislado dentro de la historieta brasileña. Su par más cercano es el dibujante André Kitagawa, con el cual participo en Front, y con el cual todavía cultiva una profunda amistad. Con un interés notable por el blanco y negro, cita como referentes los trabajos de los argentinos José Muñoz, Breccia padre, Breccia hijo y el italiano Hugo Pratt. La preponderancia de referentes argentinos para este autor de historieta refleja, por lo menos en parte, la escasez de historieta en Brasil, donde siempre se privilegió el humor gráfico como medio, y poco se desarrollaron narrativas largas. Estos dibujantes argentinos, con fuerte inclinación plástica, produjeron trabajos notables por su uso de la mancha y de viñetas casi saturadas de negro, desde las cuales resaltan las finas líneas que delimitan a los personajes. En CUMBE, el calor, el mar y el cielo cobran vida con el pincel seco del autor. A través de un uso estudiado uso de la iluminación, D’Salete dirige la lectura, y crea un ambiente que refleja el contexto emocional de la historia. Los rostros de sus protagonistas, a veces completamente perdidos en la obscuridad de la sombra y la mancha, fortalecen un aire de introspección y de zozobra. Las secuencias de acción se dilatan largamente, profundizando el impacto emocional, y presentando al lector múltiples perspectivas simultaneas. Esta característica de simultaneidad narrativa, utilizado para gran efecto, es quizás el único aspecto inherente a la historieta que dificultaría la adaptación eventual de las historias de D’Salete al cine.

En cuanto a mantener un enfoque localista, el autor cita la profunda influencia del autor brasileño de historietas Flavio Colin, quien produjo una gran cantidad de historias  de aventura ambientadas en diversos puntos del territorio brasileño, sembrando en sus lectores un interés por las zonas más limítrofes del país. La puesta en escena en CUMBE es cuidadosamente documentada en la realidad histórica del Brasil del siglo XVIII, desde la construcción de los ingenios azucareros hasta la vestimenta de sus personajes. D’Salete detalla las divisiones sociales de la población colonial, incluyendo las diferencias de vida y creencias entre los esclavos de campo y los que atendían en las casonas de las haciendas. Por un lado, los cuerpos del campo, marcados por el látigo y los hierros de los hacenderos, más cercanos al mundo de magia y ritual africano impacientes por lograr su libertad. Por otro, los negros de la hacienda y la casona, ya cristianizados, bien alimentados, y en algunos casos cómplices de la voluntad de sus amos. El autor no juzga, se limita a exhibir a través de los hechos narrados como las relaciones de pareja resquebrajarían las líneas supuestamente nítidas entre autoridad y servidumbre. Estos conflictos guían a la trama por un sendero verdaderamente dramático, donde el autor despliega su talento por la narrativa visual. Los planos generales de la obra constituyen verdaderas postales de la vida en el norte brasileño.

Imagen 2. Boceto del autor.
Imagen 2. Boceto del autor.

Además de la narrativa gráfica, la construcción de las historias de CUMBE se apoya en el uso recurrente de diversos símbolos, cargados de significado para los personajes, que el lector se verá obligado a decodificar. Esta estrategia metalingüística, ya utilizada en una majestual historieta titulada Grafitti en Noite Luz, vuelve a ser utilizada por el autor con una madurez notable, superando su uso anterior, ya que en esta ocasión, los símbolos suman una capa descifrable de significados sin entorpecer la lectura y el desarrollo de la trama. Cada uno presenta una invitación para el lector a profundizar más sobre la cultura que da vida a los personajes.

En esta historia titulada Calunga, un joven esclavo de campo llamado Valu se enamora de una esclava de casa. La historia de amor prohibido entre estos dos refleja una realidad de la práctica esclavista en Brasil: la reventa de esclavos “problemáticos”  a la hacienda, la división de familias y amoríos, y la fría objetividad con la cual los “amos” repartían, utilizaban y desechaban sus “propiedades”. El primer símbolo en aparecer en escena es un garabato tribal cortado en la corteza de un árbol, aparentemente indescifrable,  con que nos remite en la página siguiente  a una relación de pareja, quienes nos es aparente, frecuentan el sitio.  Se trata de un símbolo del pueblo Chokwe,  etnia proveniente del norte de Angola, que el autor incluye en base a su lectura de los trabajos del antropólogo Jose Redinha. Notablemente, en la cultura Chokwe el símbolo pertenece a una serie de inscripciones altamente geométricas que empleaban para contar historias. Podemos deducir por su forma y las paginas siguientes, que  este se refiere a la interdependencia y la armonía entre dos seres.  En fuerte contraste a este está el segundo símbolo que permea esta historia, la cruz cristiana que lleva en su pescuezo Nana: elemento que distingue en las páginas siguientes a los capataces y a los esclavos de hogar, más cercanos a los amos y a su fe que los negros del campo. El joven Valu sueña con conocer algo más allá de la plantación, del otro lado de Calunga, el mar que trajo los negros a costas brasileñas, y así hacer su vida con su enamorada, Nana. La cruz, aparentemente libre de significados más allá de la religión cristiana es, según el antropólogo Robert Slenes, representativo de Calunga, ya que la línea horizontal se relaciona con el mar, y la línea vertical ligada a la idea de ascendencia.[4] El joven Valu, desesperado, reflexiona: “Me levanto para trabajar. Como harina para trabajar más. Mis ojos solo conocen el ingenio. No tengo nada más” (D’Salete: 22, 2014). [Figura 2] Lo único que los esclavos poseen, es su construcción de sentido por medio de la memoria, y el grado de explicación mágica y mítica con la que permiten explicarse sus vidas. Esta imagen por demás poética se refuerza con el estilo dibujístico del autor, su uso de pincel seco y chiaroscuro contrastando con líneas sumamente finas, que cuando alterna un primer y plano general, logra construir una narrativa cargada de serie de silencios poéticos, de historias e vidas interrumpidas.

La segunda historia, Sumidouro, parte con un primer  plano de una cabeza de res empotrada en el muro del bar de la hacienda, distanciándose el encuadre en la próximas viñetas para revelar un capataz apretando un látigo en la mano, por alusión dueño de las vacas, y de todo lo que cae bajo su látigo. El titulo se remite a la practica en las haciendas de castigar a esclavos rebeldes, arrojándolos a su muerte dentro de los pozos profundos de la estancia. La historia gira en torno al embarazo de una de las esclavas de casa, y la falta de decisión suya sobre su cuerpo y el del pequeño. La historieta en si podría fácilmente clasificarse dentro del género de terror. La lógica de un deber ser colonizador se impone por encima de la voluntad de los personajes, quienes parecen no poder controlar el clima de violencia que resulta del despojo de su autonomía de sus cuerpos. La violencia es inevitable, dadas las condiciones de realidad vividas. El relato, realza la importancia de la fe cristiana dentro de la población esclava,  y las complicaciones que esto crea para sus amos, quienes tienen que lidiar entonces con la embarazosa costumbre de la confesión. Concluyendo con una secuencia de dibujo casi onírico, se entreteje el relato histórico dentro de un macro-relato que refleja las creencias africanas llevadas al nuevo continente. En este relato, como en otros momentos de CUMBE, se nos presenta una realidad mágica, llena de mito y naturaleza, contrapuesta a la mundanidad de la población blanca. Las raíces culturales africanas se resisten a ser borradas, resistiendo al cristianismo, o consumando un sincretismo con la nueva fe.

Imagen 3. <em>Calunga </em>(D’Salete: 35, 2014)
Imagen 3. Calunga (D’Salete: 35, 2014)

En la tercera historia, que lleva el título del libro, CUMBE, se nos presenta el tercer símbolo de importancia que acompaña y entrelaza los relatos. Se trata de la “Tortuga Cabinda”, imagen ancestral del pueblo Cabinda, que representa el caparazón de la tortuga, y representa la defensa y la resistencia. El autor retrata este símbolo dos veces, una vez en la dibujado en la arena, como era costumbre de los Cabinda, y otra vez en el muro de una casa. Dentro de la historia, constituye el símbolo secreto que convoca a una reunión de esclavos, quienes conspiran para lograr su libertad. Como en las otras historias, el amor reaparece como tema de fondo, resurgiendo esta vez como una ventana para la traición más insospechada. Además del símbolo de la tortuga, vemos en este relato a una estatuilla africana, sinonimia de las raíces y el conocimiento, basándose el autor para esta en una figura “Chibinda Ilunga”, un mítico rey africano venerado en lo que hoy es Angola.

La última historia en CUMBE, Malungo, parece jugar con la idea de la inevitabilidad y el destino. En el relato, un adolescente se une a una expedición guerrera para liberar a los esclavos de una hacienda vecina. Antes de partir, el líder del grupo proclama “Vamos a mostrar nuestra fuerza! Vamos a defender nuestro Mocambo![5](D’Salete, 136: 2014). La historia final resulta culminante, en el sentido de que eleva a un clímax libertario las vejaciones previas narradas en las otras historias, y presenta la primera revuelta exitosa. Un joven, separado de su hermana  durante circunstancias adversas vuelve a la hacienda donde la dejo. Su niñez se acaba con su pérdida de inocencia,  empoderado la naciente rebelión esclava. Como en otros trabajos suyos, D’Salete privilegia la importancia de las relaciones entre personajes por encima de la historia de fondo, que aparece como casi incidental. El aire de vulnerabilidad y miradas encontradas que comparten los personajes, así como escenas donde quiebran la cuarta barrera para dirigir s  u mirada directamente al lector, crean un aire de vulnerabilidad que se desdobla y crea una intimidad y rapport innegable entre el lector y los personajes. El último símbolo utilizado por el autor aparece también aquí: una flor silvestre que representa a la vez la fragilidad, el afecto y la familia. Llevándolo a un plano figurativo, resulta un símbolo altamente poético, emblemático de la libertad que se requiere para existir plenamente…

Imagen 4. <em>Malungo </em>(D’Salete: 154, 2014)
Imagen 4. Malungo (D’Salete: 154, 2014)

 

Un dibujante que narra como cineasta…

Consumado cinéfilo, el autor menciona el peso que ha tenido para el los trabajos de directores como Cláudio de Assis y Kleber Mendonça. Estos cineastas pernambucanos, con raíces en el cine documental, tratan en la mayoría de sus trabajos historias ambientadas en el norte brasileño, explorando  las relaciones humanas y la desigualdad social que se vive en ciudades como Salvador, Recife y Fortaleza. Temáticamente, refleja un interés por el arte como herramienta del compromiso social por parte del autor. Sin embargo pero no explica el notable e inusual manejo de encuadre de los trabajos de Marcelo D’Salete, mediante el cual se crea un estira y afloje en el tiempo, cosa que otorga a sus historietas momentos de elipsis, o silencios, mediante los cuales incita el lector a una mayor introspección.

“La gente supone que las historias mudas son más fáciles de ser leídas. Pero la gente no esta tan acostumbrada a leer el mensaje detrás de las imágenes, más allá de lo obvio, buscando llegar a un sentido más profundo, detrás de las acciones, los gestos, y aquellos símbolos.”[6]

Esta aproximación al silencio como momento privilegiado de introspección, que el autor cultiva, surge en parte de su interés por el trabajo de Mahamat Saleh Haroun. Este director de Chad, radicado en Francia, trata temas de poscolonialidad, negritud, e historias profundamente humanas. Otra fuente de inspiración para D’Salete, quizás menos predecible resulta ser el director japonés de ultra violencia Takeshi Kitano. Este figura como referente por su forma de trabajar la imagen: por la forma abrupta de sus transiciones, el corte a secas entre dos ideas y escenarios aparentemente inconexos, (muy al estilo de la historieta en la opinión del autor), exigiéndole al público reconstruir las historias entre escenas. El último director de cabecera del autor que mencionaremos aquí es el iraní Abbas Kiarostami, a quien admira por su enfoque al cotidiano como tema, la ciudad, la hacienda, o el paisaje como un personaje más de la historia. A pesar de reconocer las diferencias y características de un medio dibujado en contraposición al cine, es notable el peso que estas referencias cinematográficas ejercen sobre la obra del autor, quizás de mayor importe en su particular modo de construcción de relato que su asimilación de y lectura de historieta.

Imagen 5. <em>Malungo </em>(D’Salete: 165, 2014)
Imagen 5. Malungo (D’Salete: 165, 2014)

Actualmente, Marcele D’Salete se encuentra trabajando en su próxima novela gráfica, Palmares, en torno a Zumbi de los Palmares, uno de los héroes de las revueltas esclavas de Brasil.



[1] D’Salete, Marcelo. CUMBE. São Paulo: Veneta, 2014. ISBN 978-85-631-3720-3.

Sitios web del autor:

www.dsalete.art.br

www.cumbe.art.br

[2] Conocido como el "Historietólogo", el fotógrafo, latinoamericanista, licenciado en bellas artes y estudiante de posgrado, Juan Navarrete ha desarrollado una larga investigación en torno a la historieta y la caricatura latinoamericana. Prímero como becario del programa T.J. Watson Fellowship de EEUU y posteriormente en el marco de la Maestría en Estudios Latinoamericanos de la UNAM, ha realizado más de 400 entrevistas con diversos creadores de la región. En su faceta como guionista de cómic y dibujante, ha publicado en México, Argentina, Brasil y Bolivia. Recientemente, como editor, ha dirigido la antología "Taco de Ojo" I y II, de historieta y poesía latinoamericana. www.historietologo.blogspot.com. Contacto: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

[3] Notable trabajo construido en torno iconos de marcas, en una serie de historias críticas del  consumismo.

[4] SLENES, Roberto. “Malungu, ngoma vem!” África boerta e descoberta do Brasil. Revista USP, n.12, diciembre, 1991. (Citado por el autor en CUMBE).

[5] La palabra mocambo proviene de portugués para techado de paja, designación con la cual se describían los quilombos, centro de vida de los esclavos libres, quienes se ocultaban de los portugueses en el medio de la selva.

[6] Conversación con el autor, marzo 2015.

 

Cómo citar este artículo:

NAVARRETE, Juan, (2015) “La negritud en la historieta brasileña: un primer acercamiento a la novela gráfica CUMBE y la obra de Marcelo D’Salete”, Pacarina del Sur [En línea], año 6, núm. 23, abril-junio, 2015. ISSN: 2007-2309.

Consultado el Viernes, 29 de Marzo de 2024.

Disponible en Internet: www.pacarinadelsur.comindex.php?option=com_content&view=article&id=1149&catid=12