Ensayos americanos. Luis Alberto Sánchez y la pasión por la cultura [1]

Rafael Ojeda

RECIBIDO: 16-12-2013 ACEPTADO: 26-12-2012

 

Ha sido Luis Alberto Sánchez uno de los personajes más complejos e interesantes de la intelligentsia peruana, y miembro trascendental de una generación que irrumpiera y dominara, con su reflexiones nacionales, la primera mitad del siglo XX. Un período turbulento que albergó acontecimientos trascendentales para la historia mundial y latinoamericana, como la revolución Bolchevique, las dos guerras mundiales, la corriente latinoamericana de la reforma universitaria y la celebración del primer centenario de la independencia del Perú.

Luis Alberto Sánchez nació en Lima, un 12 de octubre de 1900, hijo de Alberto Leandro Sánchez Blanco y Carmen Margarita Sánchez Patiño. Y para muchos solo en él podría recaer el rótulo que él usara para referirse a Pedro de Peralta Barnuevo, “el Doctor Océano”. Fue educado en el colegio de los Sagrados Corazones entre 1909 y 1916, ubicado en el antiguo local de la Recoleta, en los alrededores de lo que ahora es la Plaza Francia, en Lima. Desde muy corta edad, dará muestras de su inteligencia precoz y de su prematura vocación literaria, sobre todo porque entre 1909 y 1915, llegó a publicar múltiples narraciones, cuentos, fábulas y semblanzas, en el Boletín Escolar de su colegio.

No obstante ello, lo esencial de su formación superior y actividad intelectual se iniciará a partir de 1917, tras su ingreso a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, la universidad década de América, lugar en el que iniciará su amistad con Manuel Seoane, Haya de la Torre, César Vallejo, entre otros, claustro indesligable a su historia personal, pues a él unirá un afecto especial debido a su sucesiva condición de estudiante, investigador y rector de dicha universidad. De la que fue tres veces Rector durante los períodos 1946-1948; 1961-1963; y 1966-1969; algo que logrado antes solo por don Pedro Peralta y Barnuevo. Universidad con la que se identificó a lo largo de toda su vida, y en la que, pese a sus continuos destierros, desplegará lo más importante de su carrera intelectual y política.

Ese mismo año, 1917, año de la Revolución de Octubre, a pesar de su juventud, trabará amistad con Abraham Valdelomar, Alfredo Gonzáles Prada y José Carlos Mariátegui, ilustres miembros del ya legendario grupo que giraba en torno a la revista Colónida, incorporándose definitivamente al periodismo cultural y a la crítica literaria, pues empezará a escribir, gracias a la invitación de Gastón Roger,en la Revista de Actualidades, y luego en 1918, en la revista Sudamérica y El tiempo.

En 1920, Sánchez obtiene el grado de Bachiller en letras, con la tesis titulada “Nosotros, en torno a las posibilidades del nacionalismo literario”, publicada luego como La literatura peruana, capítulo de un ensayo preliminar, en los diarios La Prensa, de Lima, y El Comercio, del Cusco. Y el de Doctor en Historia, Filosofía y Letras, en 1922, con su tesis “Elogio de Don Manuel González Prada”, tesis que significó, al abrazar los ideales de Don Manuel, la ruptura con sus maestros de la llamada generación del novecientos, Víctor Andrés Belaúnde, entre ellos.

Sánchez se gradúa en 1925 como Bachiller en Derecho, con una tesis sobre “El empleado de comercio”, titulándose un año después como abogado. Ya en aquellos años, debido a su labor académica y periodística, había alcanzado cierto prestigio, lo que lo llevará a publicar frecuentemente en revistas como Hogar, Mundial, Perricholi, Amauta, entre otras. Para sumarse en 1926, al Movimiento Nacionalista Radical, grupo congregado en torno a José Carlos Mariátegui y la revista Amauta, que reclamaba a Manuel González Prada como mentor. En 1927 ingresa como docente de historia y literatura americanas a la Facultad de Letras de la Universidad San Marcos, y el mismo año ocurre la famosa “polémica del indigenismo”, con Mariátegui, hecho que ocupará un papel relevante dentro de su itinerario intelectual,  y que bajo el nombre de Polémica del indigenismo, será editado luego por Manuel Aquézolo. En la época de la polémica, Mariátegui trataba de fundar el Partido Socialista Peruano, en tanto Sánchez, que era colaborador habitual de la revista Mundial y Amauta, vivía aún al margen de la militancia política, pues recién cuatro años después, se inscribirá en el Partido Aprista Peruano.


En 1928, Sánchez había sido nombrado Subdirector de la Biblioteca Nacional, cargo que desempeñó hasta 1931. En tanto en 1930, fue elegido Presidente de la Asociación de Periodistas del Perú. Ha sido también miembro de la Academia Nacional de la Historia, en 1928, y de la Academia Peruana de la Lengua, en 1980, y ha contado en su haber con múltiples premios y reconocimientos, como el grado de Gran Cruz de la Orden del Sol del Perú, en 1959. Período en el cual fue profesor visitante de la Universidad de Chile, y miembro correspondiente de la Sociedad de Historia y Geografía de dicho país, que le otorgará una condecoración de la Orden del Mérito. Además de obtener varias distinciones más o menos similares en México, España y Francia.

Luego de ser ganado por la política e implicado en la acción partidaria aprista, Sánchez será seis veces miembro del parlamento peruano (1931-36; 1945-48; 1963-68; 1980-85;1985-90; 1990-92), y Presidente de la Delegación Peruana en la UNESCO, en 1946. Ha ese período, digamos de madurez política y prestigio intelectual internacional, corresponden sus colaboraciones en la revista Cuadernos Americanos, artículos publicados entre 1942 y 1988, y que, luego de todos estos años, han sido  afortunadamente compilados y editados por Ricardo Angulo Basombrío, viendo ahora la luz gracias a las gestiones editoriales de la Universidad Peruana Unión, bajo el título: Ensayos. Cuadernos Americanos 1942-1988 (Lima: 2013), en el que se compilan artículos y ensayos diversos, que Luis Alberto Sánchez publicara en esta afamada revista latinoamericana publicada por la Universidad Nacional Autónoma de México, y que fuera fundada, en enero de 1942, por importantes figuras mejicanas, como Alfonso Reyes y Jesús Silva-Herzog -quien fuera el primer director, el segundo será Leopoldo Zea-, además de personajes trascendentales del exilio español, como León Felipe y Juan Larrea.  

Ensayos. Cuadernos Americanos 1942-1988, en sus 448 páginas, compila 36 textos literarios, históricos, sociales y culturales, que Luis Alberto Sánchez publicara durante el mencionado período. Ordenados obedeciendo el orden cronológico de su publicación, desde la edición de mayo-junio de 1942, hasta la de marzo-abril de 1988, de Cuadernos Americanos, en una compilación que inicia su recorrido panamericano con un texto de título manrriqueano, llamado “Las reliquias y los ríos”, que tiene como eje de reflexión a manera de testimonio de viaje y análisis histórico, a los Estados Unidos, su culto al pasado y la desesperada construcción de su tradición y nacionalismo, a partir de escenarios históricos trazados por ríos importantes, pero desde datos que van definiendo un carácter específicamente estadounidense en la sociedad norteamericana, como en el texto “Anverso y reverso de los Estados Unidos”.

Encontramos además textos referidos a la educación o la universidad latinoamericana, en artículos como “Participación de los alumnos en el gobierno universitario”, “La enseñanza de la historia”, “La Universidad de San Marcos” y “Dos mundos, dos generaciones”. Escritos de análisis cultural, ideas y hallazgos presumibles, como “La libertad de la cultura en América Latina”, “Un incidente que definió el pensamiento peruano. Ricardo Palma versus Manuel González Prada” y “Una iluminista olvidada. Las ‘cartas peruanas’ de Madame de Graffigny”. Además de su sentido homenaje a personajes diversos como Dos Passos, Bolívar, Olmedo, García Monje, Gonzáles Prada, César Vallejo, Haya de la Torre, Santos Chocano, Asunción Silva, Meléndez y Pelayo, Alfonso Reyes, Pablo Neruda, Henríquez Ureña, García Márquez, entre otros.

Y no obstante que hay una diversidad temática expresada ya en la única justificación de este libro, el de ser un volumen compilatorio de ensayos diversos publicados por Sánchez por más de cuarenta años, en la mencionada revista, los textos se cohesionan en la sapiencia, en la pasión y defensa cultural que hace el autor de la sociedad peruana y latinoamericana en conjunto, además de su constante toma de partido por las letras; en un volumen que cataliza esta inquietud, desde escritos de análisis y crítica literaria, como “La novela: signo humano, espejo social” o “Limitaciones de la poesía y defensa de la prosa”,  por lo que resulta sintomático que el libro se cierre con un escrito denominado “La tristeza en la literatura peruana”, texto que fuera parte de un discurso pronunciado con motivo de unos Juegos florales de poesía realizados hacia 1924, y que es publicado en Cuadernos Americanos -si nos ceñimos a lo especificado a pie de página- sesentaicuatro años después. Un discurso en el que critica el “pesimismo romántico” y performático de los literatos peruanos, que exploran una melancolía más adecuada a la “puna que muerde el alma con su desolación infinita” (p.249), y no a la costa briosa y festiva, pues, a decir de él, el mar es enemigo de esa tristeza inaudita en la literatura limeña, y exaltada en la vitalidad expresada en la nueva poesía peruana.

Con la publicación la publicación de estos Ensayos.., no se hace sino incrementar la ingente bibliografía de Luis Alberto Sánchez, una bibliografía que excede largamente el centenar de libros, que condensan un siglo de vida de la intensa historia peruana que le tocó afrontar. Quizá por ello, atinadamente se tituló a una  antología de textos esenciales suyos, publicada por la afamada editorial Ayacucho hacia 1988, La vida del siglo. No obstante ello, entre sus obras más representativas podemos encontrar La literatura peruana. Derrotero para una historia espiritual del Perú; América, novela sin novelistas; Vida y pasión de la cultura en América; La Perricholi, Garcilaso Inca de la Vega, primer criollo; Balance y liquidación del 900; Una mujer sola contra el mundo. Flora Tristán, la paria; Un sudamericano en Norteamérica; El pueblo en la revolución americana; Historia general de América; Los fundamentos de la historia americana; ¿Existe América Latina?; Proceso y contenido de la novela hispanoamericana; El Perú: retrato de un país adolescente; Valdelomar o la belle époque; Historia comparada de las literaturas americanas; A Bolívar; entre otras tantas, a las que se debe sumar numerosas antologías, prólogos, estudios previos y recopilaciones que hiciera de múltiples autores nacionales y latinoamericanos, además de libros suyos que sorprendentemente permanecen aún inéditos, como el tomo siete de su Testimonio Personal y su Vida de santa Rosa de Lima.

De ahí que, si retornamos a su atribulada vida, plagada de pasión intelectual, y política -de continuos destierros que sumaron en total 20 años de obligada y sufrida ausencia de su patria: el primero entre 1931 y 1933, el segundo entre 1934 y 1945, y finalmente entre 1948 y 1956-, tal vez pueda sonar extravagante afirmar que, ya en la “estabilidad democrática”, los diez últimos años de su vida hayan sido los más difíciles de su historia personal. Elegido senador en 1980, fue reelegido para el mismo cargo durante el período 1985-1990, al llegar el APRA al poder, con Alan García como presidente. Sánchez ejerció la Presidencia del Senado, entre 1985 y  1986, siendo Primer Ministro durante el mismo período, y encargado del Poder Ejecutivo por  ausencia del Presidente de la República, durante breves períodos; así como también Presidente del Consejo de Ministros y Ministro de la Presidencia. En 1990, al llegar Alberto Fujimori al poder, Sánchez había sido elegido Senador nuevamente, pero el autogolpe del 5 de abril de 1992, que significó una nueva ruptura del orden democrático –que disolvió el Congreso de la República, elegido en elecciones generales, para convocar a un Congreso Constituyente (CCD) espurio, que le permitió al dictador rehacer la Constitución Política a su antojo y medida-, lo obligó a retirarse de la política para dedicar sus dos últimos años a sus estudios literarios.

Luis Alberto murió un domingo 06 de febrero de 1994, víctima de un cáncer que también quiso ignorar para no parecer vencido. Y dejó dicho como su última voluntad, que no quería nada de homenajes oficiales, menos en el local del Congreso, donde actuaba un parlamento ilegítimo y obsecuente a la dictadura de turno, que vejaba a los ciudadanos y que había pateado el tablero de los derechos constitucionales -haciendo escarnio de los valores éticos, democráticos y culturales del país-, y que sólo aceptaría recibir el adiós postrero en el local del Partido Aprista y en la Casona de la su amada Universidad San Marcos.



[1] Sánchez, Luis Alberto. Ensayos. Cuadernos Americanos 1942 - 1988. Lima: Universidad Peruana Unión. 2013. pp. 448. Editor: Ricardo Angulo.

 

Bibliografía:

Ojeda, Rafael. “Luis Alberto Sánchez (1900-1994) ante la condición humana”, en VV.AA. La intelectualidad peruana del siglo XX ante la condición humana. Tomo II. Lima: Ed. María Luisa Rivara de Tuesta, 2008. pp. 75-104.

 _____. "El Perú según LAS", revista Variedades Año 100, 3ª etapa, N˚ 100, Lima, 15 de diciembre del 2008, pp. 24-25.

_____. "La novela biográfica", revista Variedades Año 99, 3ª etapa, N˚ 50, Lima, 17 de diciembre del 2007, pp. 16-17.

_____. "Disecciones de la generación peruana: Luis Alberto Sánchez, José Carlos Mariátegui y la polémica del indigenismo", revista Wayra, Año III, N° 5, Uppsala, primer semestre de 2007, pp. 34 - 47.

Sánchez, Luis Alberto. Ensayos. Cuadernos Americanos 1942 - 1988. Lima: Universidad Peruana Unión - Ricardo Angulo. 2013.

 

Cómo citar este artículo:

OJEDA, Rafael, (2014) “Ensayos americanos. Luis Alberto Sánchez y la pasión por la cultura”, Pacarina del Sur [En línea], año 5, núm. 18, enero-marzo, 2014. ISSN: 2007-2309.

Consultado el Jueves, 28 de Marzo de 2024.

Disponible en Internet: www.pacarinadelsur.comindex.php?option=com_content&view=article&id=900&catid=12