Teresa García Giráldez

 

Te echamos muchísimo de menos, querido Ricardo. Menos mal que vive tu recuerdo en tu sabiduría y tu compromiso con el pensamiento sumergido y la acción colectiva de los subalternos o subalternizados. Buscaste con éxito corregir los errores de una historia injusta, pero no así su memoria que trasciende también gracias a tu obra.

Eduardo Devés fue el primero que nos habló de ti, casi al mismo tiempo que le descubrimos a él y le conocimos un poco en Madrid. Se refería a ti como “el Gran Melgar” y nos picó la curiosidad por conocerte. Si habíamos conseguido que viniera Eduardo a la Universidad Autónoma ¿qué nos impedía conocerte a ti? Marta Casaus, nuestra amiga queridísima, todos sabemos cómo es de convincente ¿verdad? Pensamos que, si venías tú, vaya suerte íbamos a tener tus colegas, pero sobre todo qué lujo para los estudiantes del Máster escucharte. 

Todos nos sentimos felices de que llegaras a nuestra a la Universidad Autónoma de Madrid en 2006. Asistimos primero a tus disertaciones, la perspectiva crítica del pensamiento y la acción política y social de América Latina, nos trasmitió otra reflexión importante para todos nosotros, estudiantes de posgrado y profesores.[1] Sin embargo, mi recuerdo va más allá de lo académico, porque yo te reservaba para el después. Me apunté a enseñarte el Madrid que me gusta, pensando, claro está, que os podría interesar a ti y a Hilda, tu esposa. Os propuse llevaros a Lavapiés para que conocierais uno de los barrios más interesantes de Madrid, y nos acompañó un amigo extranjero que conoce el barrio profundamente por haberlo pateado, y con él, congeniaste estupendamente. Contigo y con Hilda nos tomamos unas cervecitas en el barrio y estuvimos hablando largo y tendido. De ahí sacamos una muletilla con la que terminábamos todos los correos electrónicos que enviamos desde entonces y que no era una cosa del otro mundo, sino algo así como: te preguntaba yo para cuándo la vuelta por Lavapiés y tú me confirmabas la intención de venir. Ya no pudo ser: primero por el deceso de Hilda, y luego tú por esa peste de Covid.

Hilda Tísoc, Ricardo Melgar con Teresa García Giráldez y amigo. Madrid, 2006
Imágenes 1 y 2. Hilda Tísoc, Ricardo Melgar con Teresa García Giráldez y amigo. Madrid, 2006.
Fuente: Archivo familiar Melgar Tísoc.

Has sido generoso en todo: en acercarme poesías de Vallejo o tuyas a algunos momentos de tristeza –la pérdida de Hilda– en los que transmitías mucha serenidad; y también tus éxitos con el mismo temple y la misma naturalidad; es más, a las tristezas fuiste capaz de adornarlas con una poesía y un cariño que nos ayudó a ver que del camino lo que cuenta es andarlo y darle un sentido. El tuyo, por lo menos el camino ha sido reflexivo, ha sido muy prolífico y estimulante, y lo has transmitido con una naturalidad enorme.

Nos hiciste muchos regalos desde 2011, el de Sandino fue el primero; los poemas de César Vallejo “considerando en frío, imparcialmente” y otro que dice “Me viene, hay días, una gana ubérrima, política de querer…” para felicitar la salida de un año y la entrada en otro; los números de Pacarina del Sur, que publicaste desde 2009 y el último hace exactamente un año, el libro sobre la militancia internacionalista de Pavletich 1925 a 1930.[2] Amén de tu respuesta diligente a todas las propuestas un poco locas que te hacíamos; solo con los resúmenes que nos enviabas, ya se hubieran podido escribir miles de artículos, claro, tú lo podías hacer, porque estabas lleno de iniciativa, creatividad y rigor, alejado del tedio y cerca de los movimientos sociales y políticos, para que fueran conocidos profundamente y de manera muy estimulante.  

Te agradezco el recuerdo y la generosidad conmigo. Será muy difícil olvidarte y tu obra hará que dure el afecto. Me encanta leerte y ahora que no estás, lamento no haberte preguntado más cosas. Podía recordarte como tú hiciste con César Vallejo, tres meses antes de que te fueras, como lo hizo aquel combatiente republicano de la Guerra Civil española: “Le rodearon millones de individuos, / con un ruego común: ‘¡Quédate hermano!’ / Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo”.[3] Acepto, como decías, reflexionar y potenciar los sentimientos solidarios en estos momentos duros.

Un abrazo, Gran Melgar.

Café Gijón, Madrid, 2010
Imagen 3. Café Gijón, Madrid, 2010.
Fuente: Archivo familiar Melgar Tísoc.

 

Notas:

[1] [N. E.]: En 2006 Ricardo Melgar impartió para el Master Europeo en Estudios Latinoamericanos, Diversidad Cultural y Complejidad social de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) la conferencia inaugural “La otra modernidad” y el Seminario “Identidad, etnicidad y redes: Cultura y redes intelectuales y políticas en América Latina (siglo XX)”. Asimismo, en 2010 realizó una estancia de año sabático en Madrid.

[2] [N. E.]: Melgar Bao, R. y Jaimes Navarro, P.  (2019). Esteban Pavletich. Estaciones del exilio y Revolución mexicana, 1925-1930. Instituto Nacional de Antropología e Historia, 2019.

[3] Vallejo, C. (1997). Poesía completa, vol. 4. Pontificia Universidad Católica del Perú, pág. 79.