Economía política de la guerra

Political economy of war

A economia política da guerra

Guillermo Torres Carral[1]

Recibido: 10-03-2014 Aprobado: 01-04-2014

 

Introducción

La guerra es consustancial al desarrollo del capitalismo.[2] En sus inicios, las guerras de civilización se tradujeron en sentar las bases para la construcción del mercado mundial. El ascenso del Estado absolutista[3] fue el vehículo para consolidar la emergencia de un sistema económico que tenía por naturaleza la expansión. De ahí entonces el colonialismo siempre requirió de una maquinaria bélica fuerte para darle sostenibilidad al sistema que sustituía al anterior feudal, fundado en lo local (el pueblo en armas), sin ejército profesional[4] aun cuando siempre en conexión con el movimiento que resulta en la creación y reproducción de la sociedad capitalista.

En la era industrial el liberalismo fue el vehículo que sustentó, pese a  la eliminación formal de las colonias, la conveniencia de la intervención extranjera en los países políticamente independientes como complemento a las guerras europeas.[5] No obstante, la economía asociada a la guerra significaba una pérdida que sólo el viejo y ahora el nuevo colonialismo pueden “compensar”. Esta tradición se conserva en el contexto de la era imperialista, que va haciendo del militarismo un factor decisivo de la acumulación de capital.[6] Aquél representa un gasto que se corresponde con su respectiva plusvalía, y en consecuencia, representa un impulso desmedido para la acumulación de capital.

 

La economía de guerra permanente

Posteriormente a la Primera Guerra Mundial, emerge el poder de los mercados mundiales escenario en el que emerge Wall Street frente a la City de Londres. La alianza anglosajona, de una parte y el experimento fascista alemán de la otra, posibilitaron que en esos años se sentarán las bases del poderío militar americano y soviético, y convertir a la economía de guerra permanente[7] en el eje que explica las tendencias en el largo plazo, es decir, más allá de los ciclos económicos cortos.

El problema es el saber cómo afecta la estructura de la sociedad contemporánea la existencia de un sector militar cada vez más estratégico,[8] desde la perspectiva del desarrollo económico de la(s) superpotencia(s) y del “super”imperialismo americano y que está íntimamente relacionado con la inversión extranjera directa e indirecta, la apertura comercial y la intervención extranjera light no sólo militar.

Como el despliegue de la vinculación entre economía, sector militar, guerra y economía de guerra, se traduce en una importante conexión cognitiva de  enorme trascendencia para entender las peculiaridades del capitalismo contemporáneo traducido en el proceso de globalización, es necesario comprender que en ésta la economía mundial implica una economía única, economía-mundo[9] integrando velozmente todos los rincones del planeta porque se sustenta en una renovación del liberalismo, que casualmente se niega por el hecho de que en una economía de guerra se requiere forzosamente de subsidios.


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Las guerras son un instrumento poderosísimo de globalización y de acumulación de capital. Sin embargo, el impacto de la guerra no es necesariamente positivo desde el punto de vista del desarrollo del capitalismo como un todo. Desde luego que a nivel de las empresa corporativa y asociadas representa un negocio fabuloso; empero, económica y socialmente hablando, no podemos decir lo mismo, por representar de un lado enormes costos y del otro una tendencia a la erosión del capitalismo como un todo, no sólo porque atenta su vez al nivel de vida de la población mundial; también porque beneficia a la población del país ganador, pero eso es finalmente una ilusión. De ahí que en el momento actual no se hay podido revitalizar la economía norteamericana “después” de la guerra contra Irak en los años noventa del siglo pasado. Por el contrario, las ventajas pudieron haberse obtenido de otra manera pero los crecientes costos y riesgos, así como el impacto político en tiempos electorales, vuelven cada vez más actual la relación entre economía de guerra y la economía, en particular la de EUA. Porque finalmente si no se da la recuperación económica que se refleje en empleos y bienestar, entonces para qué se fue a la guerra, dice la gente. Esto significa que si el bienestar estuviera como algo dado entonces la mayoría de la gente hubiese apoyado a los republicanos (y  no hubiese llegado Obama), pero como no ha ocurrido esto, una vez más se pone a discusión que de no darse tal crecimiento económico esperado, el problema estaría con los efectos a largo plazo de esta economía de guerra. Ya que finalmente no hay que olvidar que el factor que decidió el fin de la Guerra Fría, no fue la competencia en un escenario bélico sino más bien en la insostenibilidad de una economía de guerra expresada en la proporción de los gastos de g  uerra y su economía en comparación con sus requerimientos, que en la URSS provenían del estado y en USA de empresas privadas. Pero en ambos casos el efecto negativo en la población no se deja esperar. No olvidemos la inestabilidad del dólar y que a nivel de productividad está siendo superado  EUA por la UE, como previamente por Japón y China y otros países asiáticos en distintos campos.

En la economía de guerra está presente la  dualidad que implica reducir la riqueza potencial aumentando en el corto plazo las ganancias. Esto lo vio Rosa Luxemburgo y Nicolai Bujarin, como anteriormente Engels y Marx.

Un elemento fundamental del análisis parte de los esquemas que desarrollados a partir de Quesnay, se presentan  después como los esquemas de reproducción de Marx,[10] que luego serán modificados por Leontieff, lo que junto con otras contribuciones dio origen al Sistema de Cuentas Nacionales aceptado por la ONU.

Para dar cuenta de cómo interviene el sector militar en la reproducción anual económica de la sociedad, se exponen los dos sectores de la economía sector I, productor de medios de producción y sector II, productor de medios de consumo. De otra parte se considera que el sector II se  subdivide a su vez en subsector que produce artículos de lujo y subsector que produce medios de vida necesarios.

El sector militar ha sido considerado[11] como parte del subsector de artículos de lujo. Sin embargo, en sentido estricto no es un artículo de lujo en tanto que no entra al proceso de reproducción del capital social, y en el caso del armamentismo, estos artículos no entran ni en el primer sector ni en el segundo. Están hechos como tales medios de destrucción e integran un tercer sector de la reproducción social del capital, que a su vez está conformado por medios de producción y de consumo.

Planteemos ahora dos hipótesis. En la primera, el ritmo de la acumulación lo marca el sector I (o el sector II, con hiperconsumo) por cuanto para la reproducción ampliada la ecuación de equilibrio intersectorial supone que el sector uno reinvierte más en su propio sector que en el dos. La otra hipótesis, que explicaría el capitalismo actual, es que crezca más el sector tres de la economía. Y esto es lo que verdaderamente ocurre porque, para que éste pueda funcionar, requiere que le vendan más los dos primeros sectores, especialmente el primero, más medio  s de producción para el sector tercero que en relación al primero (mientras le compran más medios de destrucción para su consumo personal al sector tres).


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La reproducción ampliada negativa

Así entonces estamos inmersos en el caos de una reproducción ampliada negativa, la cual supone una deducción de riqueza –material y social– de los sectores productivos para el tercero destructivo, que de esta forma genera su propio excedente en armamentos, los cuales no todos emplea ya que  EUA es el primer país exportador de armamentos en el mundo.[12] Además el núcleo del crecimiento del sector primero viene del tercero, dado que no todos los productos de la guerra van a la guerra: muchos van entrando poco a poco y de manera deliberadamente lenta hacia el sector I, principalmente, aunque también al II (video juegos, juegos de guerra).

Sin embargo, si bien al nivel de la alta tecnología manda el sector militar, éste para garantizar su funcionamiento depende los anteriores por lo cual la verdadera acumulación siempre es la que ocurre como resultado del intercambio entre el sector I y II, pues el tercero es parte de una deducción de los anteriores.

Esta reproducción ampliada negativa[13] no es igual a cero crecimiento, al contrario, genera y presupone esta economía de guerra un crecimiento sostenido, apoyándose en el consumismo y en la burbuja financiera del capital especulativo que predomina en escala mundial y que es un acompañante de la economía de guerra así como de la sociedad del crimen.

Los cimientos de una nueva crisis están establecidos por los mecanismos que explican el funcionamiento del capitalismo contemporáneo. Dentro de esto, es imprescindible aumentar el consumo privado y público para estimular la economía. Así mientras que en el pasado el consumo cercenaba la acumulación, en el presente es un factor que la impulsa desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.

El neoliberalismo incluye entonces este fundamento desde Malthus,[14] pasando por el keynesianismo que plantearon el problema desde la demanda efectiva y no desde el punto de vista del proceso de reproducción. Y no es que tuvieran razón (por ejemplo la empresa global número uno según Fortune, es Wal-Mart) La falla es porque lo explicaban como una disociación entre la oferta y la demanda globales. Si bien su teoría explica el funcionamiento del capitalismo contemporáneo en materia de superación del subconsumo, en tanto cuello de botella del crecimiento económico. Esto desde luego ocurre al margen de mayor o menor intervencionismo estatal. Pero como se destacó, no se alcanza ver la existencia de la crisis más que como una diferencia de la oferta y demanda agregada y no producto de sus complejos problemas de la producción y distribución en conexión con una determinada economía de los recursos naturales. Porque cuando se considera al artículo de guerra como un artículo más, sin parar mientes en su especificidad y su ciclo material, se le ve sólo como una simple asignación monetaria, despreciando el impacto que acarrea en el proceso de reproducción económica y ecológica; en ese caso se ignoran los fundamentos de la crisis como núcleo de la comprensión del proceso de reproducción.

 

El crecimiento sostenido y la economía ficción

En el análisis del crecimiento sostenido, sobre todo a nivel teórico, se pueden considerar los esquemas de reproducción de Marx. En este sentido, puede destacarse la crítica que hace a este auto, Rosa Luxemburgo, quien fue la primera en advertir un error en su exposición en el tomo II de El Capital. Pero ¿es realmente un error o una contradicción, o son ambas cosas? Nosotros creemos que más bien que es esto último.

En su crítica la autora sostiene de manera sucinta que a medida que se renueva el proceso de reproducción de manera extendida y considerando el cambio tecnológico, y suponiendo una misma tasa de explotación - lo cual no es exacto, pero si no lo hacemos la contradicción o error aumentan, ya que no se originan en ese cambio, en pocas palabras podemos seguir manejando como constante la cuota de plusvalía-, la reversión de la plusvalía a mayor capital sólo puede verificarse deduciendo tal magnitud de la plusvalía generada en cada sector. Pero en ambos sectores de la producción social, esta deducción supone,  pari passu, una reducción relativa[15] del consumo de los capitalistas del sector uno, circunstancia que contradice la realidad.

Esto se debe a que para que el sector dos pueda acumular requiere ir a la zaga del sector uno y su ampliación sólo puede darse por cuenta de su respectiva plusvalía y un rezago del consumo privado.

Pero cuando continúa el proceso de cambio técnico, el sector dos también crece pero en tasas que hacen que el consumo disminuya relativamente e incluso en ¡términos absolutos! De ahí pues que para mantener la ecuación de equilibrio sustentada en que el sector I crece más que el II, tuviera Marx que llegar a suponer en su ejemplo,[16] que el consumo disminuía para lograr la reinversión del capital; al menos el de los capitalistas del sector dos, esto lo retoma con especial nitidez Bulgakov: “el desarrollo de la producción aminora el consumo.”[17]


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Por su parte Keynes[18] y Kalecki[19] parten del supuesto del crecimiento en el  consumo. Aunque en el principio del multiplicador tomamos en cuenta básicamente al sector I, no hay que olvidar que el primero menciona que para generar mayor impacto en el empleo e ingreso, es menester partir de una mayor propensión marginal al consumo; y que a mayor propensión marginal al consumo es mayor el efecto multiplicador[20] de la inversión en el empleo, es decir, no basta para el crecimiento económico sostener la tasa de inversión sino que es necesario aumentar paulatinamente el consumo, ya que ahí precisamente se refleja el efecto del multiplicador de empleo. Sin embargo, Keynes establece la tendencia a la reducción relativa del consumo, y sin dejar de constatar su impacto positivo en el crecimiento económico, la entiende como una tendencia psicológica.[21] Claro que ahí  esta reducción se debe más bien al mayor dinamismo de la tasa de inversión y no a ésta sólo como efecto psicológico.

Por su parte Kalecki actualizó la idea de la reproducción en contexto de mitad del siglo XX, al afirmar que el capitalista no sólo gana al invertir, sino al gastar.[22]

Entonces puede concluirse que la contradicción en los esquemas de reproducción de K. Marx[23] entre el crecimiento tecnológico y la reducción del consumo, demuestra que el incremento del consumo es una palanca de la acumulación de capital. Sin embargo, el incremento al consumo no puede ser ilimitado y ahí entra la consideración otra vez de un consumismo que pone en riesgo la reproducción del capital social, siendo esto cierto tanto en Marx como en Keynes. Esto es, mayor consumo supondría a la larga una menor tasa de acumulación y menor formación bruta de capital fijo, lo cual no es ilógico pues la tasa de inversión y de consumo constituyen los determinantes del ingreso en Keynes pero la tasa más dinámica y estratégica es la de inversión, pues ella determina directamente el efecto multiplicador[24] y está directamente vinculada al cambio técnico, que también ocurre, pero en menor proporción, en la órbita del consumo.

 

Crisis y sobreconsumo

Por lo tanto: si se sostiene el incremento de la relación capital-trabajo (según neoclásicos), o de la composición orgánica del capital (según marxistas), el crecimiento del consumo en la misma proporción atenta contra una reproducción extendida sin graves crisis de proporcionalidad. Y es que finalmente la reducción del empleo de la fuerza de trabajo a consecuencia del cambio tecnológico, no puede sostenerse con tasas de consumo y de crecimiento económico menores y esto es más cierto sin incorporamos en el análisis el sector militar que es en donde más se desarrolla la revolución tecnológica.


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Pero cuando la tasa de consumo crece paralelamente a la tasa de inversión en capital fijo, pero en  mayor proporción que ésta, se alcanza un crecimiento elevado, aunque a la larga el consumo se vuelve insostenible, no sustentable (e incompatible), como se dice en la actualidad.

En ambos casos, con tasas mayores o menores de consumo, el resultado es que el crecimiento sostenido choca con cualquier posibilidad real de alcanzar un desarrollo sustentable, dado que en los dos casos se escenifican dos tipos de crisis suponiendo que el sector dos sea mayor o menor que el uno en la ecuación de equilibrio (V+P)I = (C) II. Así, la crisis en sus extremos, se genera por una sobreacumulación y subconsumo (como fue el modelo soviético) o sobreacumulación e hiperconsumo (modelo americano), dependiendo si la primera parte de la ecuación (V+P) I que representa el consumo del sector I sea mayor o menor que la acumulación (C) II en el sector dos, el cual necesita medios de producción producidos por el primer sector y al que le vende sus medios de consumo.

La experiencia de fines del siglo XX hasta la fecha, muestra que en el capitalismo contemporáneo la propensión al mayor consumo es consubstancial a él,[25] todo lo cual está de acuerdo con el principio keynesiano del multiplicador de inversión-empleo acompañando elevadas tasas de empleo e ingreso como parte de un crecimiento sostenido posterior a la segunda guerra mundial, aumentando la demanda efectiva. Pero también después, con el posterior auge del sector privado que promueve el llamado neoliberalismo.

Pero para sustentar dicho incremento en el consumo, el proceso de reproducción (distinto al mundo del crecimiento económico keynesiano, neokeynesiano, neoclásico y ortodoxo basados en manipular la tasa de interés hacia abajo para estimular la economía pero generando una burbuja financiera), debe limitar la inversión de capital productivo.

Como se vio antes, las elevadas tasas de consumo no podrían existir si el cambio técnico creciera en la misma proporción. De lo contrario, aparece una crisis por razones de desproporcionalidad, que es propia de un proceso anárquico aún dentro de la planeación estratégica corporativa y la aparición en ciernes de un Estado Global y que en parte es compensada -aunque nunca totalmente- por las prácticas del crédito al consumo (el empleo de la tarjeta de crédito al consumo, es uno de los principales negocios de la banca en México y Latinoamérica).

Pero, ¿qué ocurre si el progreso tecnológico es aislado relativamente al sector militar limitando su conexión con el sector civil?

En ese caso, el crecimiento tecnológico relativamente menor, así como la menor obsolescencia del capital fijo en el sector civil en relación con lo que sucede en el sector militar, debido a una dosificación y gradualización del cambio tecnológico, permiten reducir la presión derivada de una reducción del consumo para mantener la marcha hegemónica del sector uno sobre el dos y por tanto ahora se posibilitará que las tasas de consumo crezcan sin verse sacrificadas, en cierto periodo determinado, en aras de garantizar la acumulación de capital. Mientras que en la reproducción en la misma escala (reproducción simple), esta restricción no existe pues se mantiene le crecimiento del consumo siempre en la misma proporción, o bien mayor, en tanto aumenta el producto total. No hay que olvidar que la diferencia entre la reproducción simple y ampliada es cualitativa más que cuantitativa.[26] Es decir mayor consumo no es de por sí reproducción ampliada, lo es cuando se da en el contexto del equilibrio/desequilibrio estructural entre los dos sectores de la economía.

Recapitulando: es verdad que el sector militar limita al sector productivo, pero en cambio permite que la reproducción se desenvuelva con mayores tasas de consumo, que es lo que efectivamente ocurre en las economías avanzadas, no sólo porque no crece la composición el capital en la misma proporción, creciendo más el consumo, sino por la existencia del aislamiento proteccionista del sector militar que en términos prácticos significa su fortalecimiento como un sector aparte.

Manifestantes con una bandera de los EE.UU. pegada a la boca, sostienen carteles en el Zuccotti Park, cerca de Wall Street en Nueva York. Foto: Reuters
Manifestantes con una bandera de los EE.UU. pegada a la boca, sostienen carteles en el Zuccotti Park, cerca de Wall Street en Nueva York. Foto: Reuters

A ello hay que agregar el consumo de los obreros y capitalistas (V+P) del sector tres, el cual es subsidiado igual que su capital constante y financiado vía impuestos por toda la población. Así pues, la reproducción ampliada negativa sigue siendo inherente al modelo consumista, aún bajo un esquema de crecimiento sostenido como el que se efectúa en la economía de Estados Unidos como doctrina (growthmanía); pero también al modelo monetarista que busca reducir la presión del consumo mediante el ahorro forzoso (lo que se traduce en México en incrementar los “cortos” monetarios que retiran diariamente de la circulación crecientes cantidades de dinero) a fin de financiar el sector no civil. Por esta razón, en nuestro país se imponen a la población los llamados equilibrios macroeconómicos que sacrifican el crecimiento económico al control de la inflación; realizan transferencias masivas de recursos de la sociedad a los mega empresarios (inequidad fiscal); y destruyen del mercado interno a fin de consolidar la subordinación a la globalización neoliberal (sobrevaluación de la moneda respecto al dólar, lo cual incentiva a las importaciones).

 

Conclusión: sobreconsumo e insustentabilidad

Sólo así la economía de guerra permite hacer posible que el break through  tecnológico sea compatible con mayor consumo. Aunque aquí el límite está en el crecimiento sostenido pues el incremento del consumo afecta finalmente  la relación capital-trabajo, obstaculizando la acumulación de capital. Es entonces un arma de doble filo.

A ello hay que agregar que el consumismo va de la mano con un mejor control de la población sin el la mediación del estado como en el fascismo alemán, sino a través de la publicidad y el control mediático de las máquinas. Ello le facilita la tarea  a la guerra como fenómeno total. Ya no necesita tanto de la propaganda, basta informarnos del consumo y vivir una vida más “cómoda”, o como se dice, mas “civilizada”.   

Si bien la crisis económica moderna del capital no es de subconsumo (Malthus, Sismondi, Rosa Luxemburgo, Keynes, Kalecki…), sino más bien de sobreconsumo, para cuya solución se emplean elementos del neokeynesianismo, bajo la economía del empresario de Paul Samuelson y la ortodoxia monetaria friedmaniana, que busca reducir la inflación y estimular el crecimiento económico mediante la manipulación de las tasas de interés, constituyen el sustento teórico –e histórico– de la arquitectura del neoliberalismo bélico.

La diferencia actual de la vinculación de la guerra con la economía, en relación a lo que sucedió en el pasado, es que ésta encuentra su propia sustentabilidad mediante la disponibilidad de recursos naturales propios, (y control estratégico de los no propios), generación de nuevas tecnologías y organización empresarial corporativa, sincronización de políticas de globalización y el “dolarcentrismo”, constituyéndose en el mejor negocio global, aunque con las consecuencias descritas arriba.



Notas:

[1] Doctor en Ciencias Agrícolas, Departamento de Sociología Rural, Universidad Autónoma Chapingo, Correo E: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

[2] Maurice Dobb. Estudios sobre el desarrollo del capitalismo. Siglo XXI, México, 1974.

[3] Perry Anderson, op. cit., p. 43.

[4] “El revolucionario sistema representado por el pueblo entero en armas quedo pronto limitado a un reclutamiento obligatorio (y después de la guerra franco prusiana)…el ejército se ha convertido en finalidad principal del Estado, ha llegado a ser un fin en sí mismo.”Federico Engels. Antidhüring, op. cit., pp. 162 y 163.

[5] Karl Clausevitz, op. cit., p.174.

[6] Rosa Luxemburgo. La acumulación de capital. Grijalbo, México, 1967. Nicolás Bujarin. Teoría económica del periodo de transición Cuadernos de Pasado y Presente, núm. 35, Córdoba, 1974.     

[7] Seymour Melman, op. cit., p. 145. Véase también de Charles Hitch y Roland McKean, The economics of defense in the nuclear age. Rand Corporation, Harvard, 1970.

[8] Victor Perlo. The empire of  high  finances. International publishers, New York, 1957.

[9] Inmanuel Wallerstein. El sistema-mundo. Siglo XXI, México, 1997.

[10] K. Marx. El Capital. Tomo II. FCE, México, 1971, pp. 350-465.

[11] Michael Kidron. El capitalismo occidental de la posguerra. Guadarrama, Barcelona, 1979.

[12] Manuel del Valle Sánchez. “la globalización y las tendencias regionales”. En: Arturo Perales Salvador, Braulio Morales M. y Manuel del Valle Sánchez. III Encuentro Regional: integración regional, globalización y sector agropecuario. UACh-DICEA, México, 2004.

[13] N. Bujarin, op. cit., p. 27.

[14] Jean Marie Poursin y Gabriel Dupuy. Malthus. Siglo XXI, México, 1980.

[15] “El supuesto: la relativa limitación progresiva de los capitalistas del sector I, debiera complementarse con otro supuesto: relativo aumento productivo del sector privado de los capitalistas del sector II.” Rosa Luxemburgo, op. cit., p. 259.

[16] K.Marx, op. cit., p. 461.

[17] S. Bulgakov. “Sobre los mercados de la producción capitalista. Un estudio Teórico”. En: Luxemburgo, op. cit., p. 231.

[18] John Maynard Keynes. Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero. FCE, México, 1958.

[19] Michael Kalecki. Ensayos sobre la teoría de los ciclos económicos. FCE, México, 1973.

[20] “Hemos visto que cuanto mayor sea la propensión marginal a consumir, mayor será el multiplicador”. John Maynard Keynes, op. cit., p. 125.

[21] Ibídem., p. 115.

[22] “Los trabajadores gastan lo que reciben y los capitalistas reciben lo que gastan.” En: Joan Robinson.”Keynes y Kalecki.” En: Teoría económica y economía política. Martínez Roca, Barcelona, 1975, p.

[23] K. Marx, op. cit., p. 457.

[24] John Maynard Keynes, op. cit., p. 114

[25] De ahí que resulte sorprendente que en sus esquemas de economía de guerra, en su Reproducción Ampliada Negativa Bujarin  (op. cit., p 117 ) excluyera el consumo improductivo de los capitalistas lo cual no permite entender  el crecimiento sostenido que finalmente fue planteado en la escuela marxista por Tugan Baranowski y anteriormente en Turgot

[26] K. Marx, op. cit., p. 450

 

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Cómo citar este artículo:

TORRES CARRAL, Guillermo, (2014) “Economía política de la guerra”, Pacarina del Sur [En línea], año 5, núm. 19, abril-junio, 2014. ISSN: 2007-2309.

Consultado el Viernes, 29 de Marzo de 2024.

Disponible en Internet: www.pacarinadelsur.comindex.php?option=com_content&view=article&id=938&catid=14