De la realidad despiadada y ocurrente en Los Peor

Margarita Salazar Mendoza[1]

 

Nunca antes un personaje mitológico tan memorable había visto la miseria provocada por la civilización en América Latina. El cíclope Polifemo ha llegado de la mano de Fernando Contreras Castro, en su galardonada novela Los Peor (1995), y Costa Rica es el espacio que ha visto la creación del hijo de María.

Un niño nace de una mujer campesina de la Provincia de Alajuela. Este lugar ocupa el primer lugar nacional en la producción del café y de la azúcar de caña, -otros granos sembrados ahí son el maíz, el frijol y el arroz-; así mismo, en tal provincia se ubican las procesadoras de leche y una gran cantidad de industrias de exportación.[2] En Alajuela existen varias zonas francas (El Coyol, Saret, Montecillos y Bes, entre otras), así como en Heredia, San José y Cartago.[3]

De acuerdo con la historia, la exposición de la muchacha a los agroquímicos ahí utilizados, produjeron la malformación del feto. Incluso en el No. 721, de la Ley de Zonas Francas de Costa Rica,[4] se reconoce la importancia de este asunto, al señalar en su Capítulo VIII, titulado Procedimiento para otorgar el Régimen del Artículo 25°:

La persona física o jurídica interesada en obtener el Régimen de Zona Franca, bajo la clasificación de alguna de las categorías que señala el artículo 17 de esta ley, deberá presentar la solicitud respectiva a la Corporación, debidamente autenticada por un notario, acompañada de información detallada sobre la contaminación producida por el proceso y sus desechos, [el subrayado es mío] así como de los documentos -que solicite la Junta Directiva de la Corporación-, todo de acuerdo con los instructivos que al efecto proporcionará la Corporación.

 

Las empresas (generalmente extranjeras y trasnacionales) acogidas al Régimen de Zonas Francas gozan de generosos incentivos, magnánimas exenciones de impuestos que permiten el ‘desarrollo’ de las naciones, por ejemplo, de América Latina, pues crean empleos e inciden en la economía de los países donde se instalan.[5]

El niño es considerado un milagro de la medicina: ha nacido con un único ojo en su frente, grande, negro y hermoso. El doctor Evans explicó el fenómeno:

Él se lo atri­buía todo al origen de la madre: campesina de las zonas agrícolas de Alajuela, había vivido su vida y embarazo expuesta al contacto con los agroquímicos todo el tiempo que logró disi­mularlo, hasta ser descubierta y expulsada de la casa. No era la primera vez que algo así su­cedía en el país, aunque sí la primerísima que un niño de estos lograba sobrevivir. Ni magia ni maravilla intervinieron en la desgracia del niño, sólo la realidad despiadada y ocurrente que se ensañó con aquella hija del campo (Contreras 1995, 24).

Los Peor

Y contra todo pronóstico, “el niño había alcanzado ya un año; un año contra todas las predicciones, que no le daban una semana al principio, dos meses después” (Contreras 1995, 30).

Como bien se sabe, nuestro sistema capitalista de vida conlleva un alto riesgo. No toda la basura producida se puede reintegrar con la suficiente rapidez al entorno, por lo que es necesario buscar formas alternativas, ya sea de consumo o de reciclaje. La falta de atención en tan delicada cuestión puede provocar trastornos no sólo en los adultos sino también en la formación de los fetos durante, y sobre todo, los primeros meses del embarazo, como ya se ha publicado múltiples veces a raíz de investigaciones.[6] Dentro de los desechos se encuentran aquellos productos casi no visibles a nuestros ojos, pero que sí están considerados dentro del grupo contaminante, principalmente químicos que intoxican el aire, el agua y la tierra.

La historia es inusitada por la humanidad clásica de quien se encarga de la formación del pequeño Polifemo, Jerónimo Peor. Él es una especie de monje, cuyo principal interés es el conocimiento. Después de haber salido del país para estudiar, regresa a San José, en donde recorre las calles con hojas escritas con mensajes que nadie lee. Vive con su hermana Consuelo, quien se encarga de la limpieza de un prostíbulo y que cuida de su hombre, postrado como muerto en vida; “el hombre trabajó años sin contrato en una fá­brica; no le enseñaron a usar bien las máqui­nas, recibió una descarga eléctrica: lesión cere­bral, nada qué hacer, nadie se responsabilizó” (Contreras 1995, 20). Ahí residen ambos -Consuelo en el cuarto de servicio y Jerónimo en “el cuarto del loco”-, y disfrutan de un pequeño jardincillo interno.

El niño crece prácticamente encerrado en el jardincillo sus primeros años. Y cuando:

estaba próximo a cumplir los cua­tro años, ya dominaba el latín al mismo nivel de su costarricense; ya había llegado la hora de comenzar a aprender el griego y las demás materias que conformarían su educación bási­ca: Historia Natural, Gramática y Retórica, "pa­ra el bien decir...", Música, Matemática, Medici­na, Astronomía, y cuanta cosa se le ocurría a Jerónimo que le podía comenzar a enseñar (Contreras 1995, 46).

 

Un único alumno recibe más atención que la que pueden recibir los integrantes de grandes grupos en las escuelas. Éste es un aspecto de la educación que ha sido pensado desde hace dos mil años; primero fue Quintiliano -en su Institución Oratoria- quien abordó el asunto, y después Rousseau -Emilio, o De la educación-. Varias características se cumplen en Polifemo, con un tutor como Jerónimo: el centro es el niño, recibe atención individualizada de acuerdo con sus necesidades, se trata de una educación natural, se desarrollan sus potencialidades y no hay un patrón externo.

Así mismo, Jerónimo tiene conciencia de que la pérdida de la salud puede ser revertida con cuidados naturales. Cuando María estuvo embarazada, y que ya mostraba síntomas de la contaminación química, él:

había puesto todo su esmero en cu­rarle los vómitos y bajarle las fiebres, lo que efectivamente había logrado, primero con el ayuno que le impuso, dándole de beber jugo de limón, del "arbor medica" que halló en el patio trasero de la pensión, mezclado con ajos crudos que molía en un mortero. Toda aquella noche la había pasado en el lecho de la enferma dándole sorbos de la tortuosa bebida cada cuarenta mi­nutos hasta el día siguiente, cuando suprimió los ajos y agregó jugo de naranja. Después del ter­cer día la mantuvo bajo una estricta dieta de fru­tas, a la que fue añadiendo con los días las le­gumbres y las hortalizas, todo en un orden fijo, aún cuando eso significaba encuentros constan­tes con Evans, que se enfurecía al comprobar ca­si a diario que la muchacha prefería las "supers­ticiones de los indios" a la medicina de las far­macias. (Contreras 1995, 26)

 

Lo mismo hizo por su cuñado, el esposo de Consuelo, al proporcionarle ciertas pociones de hierbas que disminuyeron su malestar. Los remedios naturales curan innumerables afecciones (heridas, inflamación, dolencias intestinales, entre muchas otras); no es un conocimiento ni nuevo ni moderno, aunque -gracias a la comunicación por internet- sí se ha puesto de moda.

Jerónimo Peor percibe la dualidad entre lo artificial y lo natural: “le repugnaba el olor de las ventas de hamburguesas porque decía que olían pa­recido al maletín del doctor Evans. Pero le en­cantaba el olor del mercado aun en las partes donde sólo huele a fruta y verdura podridas” (Contreras 1995, 23). Es contra el doctor Evans con quien se disputa el cuidado del recién nacido; para el doctor fue primero curiosidad científica, pero con el tiempo también le tomó cariño y se preocupó por, a escondidas de Jerónimo, aplicarle las vacunas propias de los niños. Tradición y modernidad, conocimiento empírico y científico: dos visiones del mundo.

Los Peor

A pesar de ser una amenaza para el humano mismo, las prácticas continúan y refuerzan los hábitos de los individuos, claro, justificando una mejor forma de vida, más plena, más cómoda. Las formas de cuestionamiento son muy diversas, desde las claramente confrontadoras, como las de grupos ambientalistas, hasta las de voces aisladas como la de Contreras Castro, quien toma de su contexto las referencias para presentar una historia muy humana, la de un loco que recitaba de memoria a Catulo y Marcial por los corredores y jardines de monasterios, de donde terminó por ser expulsado. Jerónimo es una pieza anónima en el ajetreo urbano, sin preocupación por el futuro.

El niño que nace con un solo ojo fue tomado por fenómeno, por monstruo, como estorbo. Dentro de la ficción ha encontrado su lugar y ha sido integrado a la vida de Los Peor, que ya por sí misma representa un naturalismo contemporáneo, ya que la historia se desarrolla en la zona roja de San José. Polifemo era “un niño abandonado, la víctima más castigada de cuantos engendros hubiera come­tido la industria agroquímica” (p. 25). Consuelo, en su intento de corregir las ideas de Jerónimo le recalca:

Metete en la cabeza de una vez por todas que no hay nada de eso en esa criatura. Vos sabés que lo que pasó fue lo que el doctor Evans explicó, que la madre estuvo demasiado tiempo en contacto con esos polvos veneno­sos que les echan a las lechugas y a los toma­tes. Hasta en la televisión salen a diario casos como ese ahí en Alajuela... ¿Vos no te acordás, por cierto, de la chiquita que nació como una sirenita, con las dos piernitas pegadas?... (Contreras 1995, 27).

 

Él sin embargo insiste en que ese tipo de sucesos es signo de los tiempos, “de que en nuestros tiempos lo peor ha de sobre­vivir a lo mejor” (Contreras 1995, 27). Parece que Jerónimo se empeña en encontrar explicaciones distintas a lo creído por quienes lo rodean, en un ambiente en el que las personas, no sólo las mujeres, incluida la madre del pequeño, están atrapadas en una vida con poco futuro y casi nula esperanza.

Los espacios designados y delimitados para consignar los restos producidos durante nuestra vida diaria crecen incesantemente. Ese crecimiento debería ser un constante recordatorio de nuestros propios excesos. Incluso espacios ubicados fuera de las ciudades, como carreteras y centros de recreación, dan muestras de la proliferación de la basura. Y, desgraciadamente, lo desechable parece que abarca también a ciertos grupos de individuos. Por otra parte, no sólo la creación de empresas dedicadas al reciclaje es una vía para lidiar con tales desechos, sino también la disminución en el consumo de objetos baladís -de lo que es claro ejemplo Jerónimo Peor- podría ayudar a revertir el vertedero en que estamos convirtiendo al mundo. Ser modernos y llevar una cierta calidad de vida no significa estar en lo correcto; gracias al trabajo de miles de obreros mal pagados es que los que tienen más recursos pueden llevar esa vida más cómoda.

Fernando Contreras Castro ficcionaliza, a través de imágenes poéticas y llenas de ternura, las calles de San José de Costa Rica, su miseria, el abandono, el precio que pagan los habitantes de un mundo que ofrece sus recursos para que otros vivan mejor. Apellidarse Peor es ya un indicio de ese mundo en el que el naturalismo moderno puede ser apreciado. Y es a través de los ojos de Jerónimo Peor, distorsionados por no corresponder a lo que un sistema exige, que se puede observar ese mundo que lo rodea, de una manera mágica, en el que el niño con un solo ojo es para él un descendiente la antigua raza de los cíclopes.

Los Peor

Por otra parte, no debemos olvidar que los creadores componen sus obras a partir de su realidad. Eso es precisamente lo que explica Erich Auerbach en su obra Mímesis. Afirma este pensador alemán que en esa representación se encuentran descripciones, iluminación, ligazón, parlamentos, primeros planos, univocidad, limitación en cuanto al desarrollo histórico y a lo humanamente problemático; por otro lado, encontramos realce de unas partes y oscurecimientos de otras, un efecto sugestivo de lo tácito, un trasfondo, la pluralidad de sentidos y la necesidad de interpretación, así como una pretensión de universalidad histórica (Auerbach 1950, 29). De ahí que la literatura sea una forma válida de acercarse a la realidad. Si hay una separación entre los estilos, se debe solamente a que las historias se abordan a la manera de cada autor, de ahí sus modos peculiares.

Cuando Auerbach publicó su obra, el hilo conductor que utilizó para analizar los textos literarios tenía que ver con la interpretación figural, una manera de leer y reflexionar sobre la historia de la literatura occidental, como método para representar los acontecimientos diarios e históricos. Así, y de acuerdo con sus propias palabras: “la interpretación figural establece una relación entre dos acontecimientos o personas, por la cual uno de ellos no sólo tiene su significación propia, sino que apunta también al otro y éste, por su parte, se asume en aquél o lo consuma” (Auerbach 1950, 75-76). Ese sentido es lo que permite recorrer la historia de la literatura para destacar la realidad representada a lo largo del desarrollo creativo; y el horizonte estético permite la interpretación del conocimiento humano.

Yo calificaría a ésta, como la mejor obra de Contreras. Aunque fue en 1995 cuando salió a la luz, no deja de ser actual, y cada año que pasa aumenta su importancia, dado que los desechos de todo tipo aumentan en un mundo que cada vez nos va quedando más chico. Es imperante que los jóvenes que incrementan las filas cada año la conozcan. En ella la miseria, la decadencia social, el ambiente prostibular, la delincuencia y crueldad de los chicos, todo desemboca en un final sorprendente.

 

Notas:

[1] Doctora en Ciencias Sociales por El Colegio de Michoacán y profesora-investigadora de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez. Primer lugar en cuento y Rosa de Oro en el certamen Juegos Flores, organizado por GUFAS, 2010. Mención honorífica en el certamen de ensayo “Mi vida en Juárez”, 2010. Obtuvo el reconocimiento Chihuahuense destacada 2016, otorgado por el H. Congreso del Estado de Chihuahua. Contacto: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.; Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

[2] Para más información al respecto se puede consultar el sitio electrónico del Instituto Nacional de Estadística y Censos: www.inec.cr/

[3] Según la definición en el Diccionario de la Real Academia Española, una Zona Franca es la "zona delimitada por las autoridades en la que no se liquidan derechos arancelarios a las mercancías depositadas en ella o a determinadas actividades industriales". Una de las ventajas en estas zonas es la exención del pago de derecho de importación y de otros impuestos. Véase como ejemplo Dominican Republic Investment and Busnes Guide. Washington, D.C., USA International Business Publications, 2011.

[4] La Promotora del Comercio Exterior de Costa Rica elaboró, el 18 de octubre del 2016, un listado de zonas francas, en el que se enumeran 386 empresas, así como la actividad que las distingue.

[5] Muy ilustrador es el estudio llevado a cabo por Edmundo Portolés para el Instituto Español de Comercio Exterior, a través de la Oficina Económica y Comercial de la Embajada de España en Ciudad de Panamá, y publicado en noviembre del 2011.

[6] Sólo dos ejemplos de ellos son las siguientes notas periodísticas: “La contaminación puede producir alteraciones genéticas” en www.elpais.es 26 de diciembre de 1980; y, “La contaminación, relacionada con las malformaciones congénitas” en www.elmundo.es Martes 18 de diciembre de 2001. Otro estudio, éste, especializado, es el de Mariana Rojas y Laura Walker, la primera, investigadora en el Laboratorio de Embriología Comparada, Programa de Anatomía y Biología del Desarrollo, y la segunda, en el Laboratorio de Citogenética Evolutiva, Programa de Genética Humana, ambas de la Facultad de Medicina, Universidad de Chile, titulado “Malformaciones Congénitas: Aspectos Generales y Genéticos” en International Journal of Morphology. Vol. 30, Núm. 4, Diciembre del 2012.

 

Bibliografía:

AUERBACH, E. (1950). Mímeses: La representación de la realidad en la literatura occidental. México: FCE.

CONTRERAS CASTRO, F. (1995). Los Peor. San José: Ediciones Farben.

 

Cómo citar este artículo:

SALAZAR MENDOZA, Margarita, (2018) “De la realidad despiadada y ocurrente en Los Peor”, Pacarina del Sur [En línea], año 9, núm. 36, julio-septiembre, 2018. ISSN: 2007-2309.

Consultado el Viernes, 29 de Marzo de 2024.

Disponible en Internet: www.pacarinadelsur.com/index.php?option=com_content&view=article&id=1640&catid=15