Argentina no es un equipo de futbol, es una nación soberana

José Miguel Candia

 

¿Le habrá quedado claro a la máxima responsable del Fondo Monetario Internacional que pese a la cacareada uniformidad globalizadora ya no son tiempos de virreinatos ni capitanías  y que en medio de la más brutal ofensiva imperialista de la historia aun quedan rescoldos de dignidad? Las palabras de la Presidente Cristina Kirchner en la Asamblea General de la ONU, el pasado 25 de septiembre, dejó estupefacto a más de un embajador y de mal humor a muchos gestores financieros devenidos en cínicos diplomáticos de ocasión.

Los medios conservadores de Argentina hicieron circo, maroma y teatro para diluir el contenido del discurso y resaltar el enojo de algunas instituciones financieras internacionales por la supuesta “manipulación” de los indicadores que miden la tasa de inflación. El gesto, típicamente colonial de la señora  Christine Lagarde, actual presidente del FMI, que amagó con sacarle tarjeta roja al gobierno argentino – una metáfora futbolera de la que seguramente se arrepentirá toda su vida – tuvo una respuesta a su medida. Con este acto la Presidente Cristina Kirchner recupera espacios y deja escuela en materia diplomática en momentos en que las “buenas maneras” aconsejan agachar la cabeza y decir “yes” para no irritar a los acreedores externos y potenciales inversores.

El episodio de la ONU llega en momentos no muy favorables para el gobierno en el ámbito interno. La “caceroleada” del pasado jueves 13 de septiembre ha sido capitalizada por una vasta coalición de fuerzas opositoras en la que convergen el sindicalista Hugo Moyano, el jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires Mauricio Macri, el acomodaticio gobernador de Córdoba José M. De la Sota y una fauna más o menos impresentable de caudillos políticos provinciales como el puntano Rodríguez Saa, con poder menguado por la avalancha electoral “K” de octubre del 2011 y por la consolidación de la figura de Cristina como referente dominante del campo popular.

No obstante, hay algunas interrogantes políticas que deben responderse ahora antes de que el “cepo cambiario” y un ligero repunte de los precios en productos de la canasta básica potencien el malestar de las capas medias y el canto de sirena de los medios de comunicación que responden a intereses empresariales como La Nación y Clarín, aumente su auditorio con miras a las elecciones legislativas del año próximo y genere un terreno fértil para la sucesión presidencial del 2015.

El gobierno está en buen momento para admitirlo, existe una sobreexposición mediática de la figura presidencial, como si los integrantes del gabinete, salvo el polémico Guillermo Moreno, Secretario de Comercio,  “no existieran”, al menos ante los ojos de la opinión pública, de esta forma temas que deben ser abordados por los jefes de cada cartera son asumidos de manera directa por Cristina. Si  la estrategia elegida por los responsables de comunicación social del gobierno es la de Hugo Chávez (Aló Presidente) vamos mal, hay cierta fatiga en vastas franjas de las capas medias por el uso reiterado de la cadena nacional y por la presentación de la Jefa del Estado en eventos de escasa relevancia, que bien pueden cubrir sus ministros y colaboradores inmediatos.

El manejo y trato público de algunos fenómenos de la vida social – violencia; demandas de sectores en situación de pobreza; inflación; reclamos de sectores medios como los “cacerolazos” – no deben ser reducidos a una cuestión de pura manipulación mediática. La marcha opositora del 13 de septiembre en pleno centro de Buenos Aires, fue el ejemplo más claro, se trataba sin duda de gente que puede hacer compras en Miami si así lo decide, porque cuenta con los recursos para ello, y que está en condiciones de especular con el valor del dólar, pero había muchos otros que reclamaban mayor seguridad, elevar el rango de ingresos para los sueldos que son afectados por el impuesto a las ganancias y control de algunos precios y tarifas. Estos reclamos y otros de tono similar, son la base a partir de la cual personajes tan disímiles como el dirigente camionero Hugo Moyano, Macri, de Narváes, Binner, Scioli, De la Sota y una amplia gama de intereses políticos conservadores, tejen alianzas para pilotear una primera experiencia electoral en el 2013, movida previa destinada a controlar el parlamento y prepararse para la jugada grande del 2015.

Y cuidado, si repasamos los temas que integran la agenda de estos días es fácil advertir que, aunque parezca un juego de palabras, la derecha golpea por “izquierda”. El festival para los jóvenes que organizó el gobernador cordobés De la Sota con la presencia del popular rockero Charly García pidiendo el boleto estudiantil gratuito, es una probadita del sentido de oportunidad y desparpajo con que actúa  la oposición.

Ante tanta falta de escrúpulos y tanta beligerancia de la prensa opositora para golpear al gobierno, más vale pensar desde ya una estrategia de recuperación de voluntades y de atención de los reclamos de sectores sociales que volverán a votar por el proyecto democrático y popular de Cristina, si se sienten escuchados y partícipes de un gran programa de fortalecimiento de la planta productiva, del empleo y de los ingresos de la clase trabajadora.