Ciro Flammarion Santana Cardoso (1942-2013). In memoriam

Rodrigo Quesada Monge[1]

RECIBIDO: 17-09-2013; ACEPTADO: 22-09-2013

 

Un obituario, decía el gran escritor inglés G.K. Chesterton, debe ser una oportunidad para reflexionar sobre una época y sobre una persona. Un obituario debería ser todo menos algo parecido a un tedioso y dulzón panegírico a favor del muerto.

 

I

Escribir este obituario tiene para el autor varios significados. Uno de ellos se relaciona con el hecho de que ya no soy un jovenzuelo, ilusionado y embobecido con los acontecimientos políticos, sociales y académicos de principios de los años setenta del siglo XX en Costa Rica. Porque recordemos, en América Central, durante las décadas de los años setenta y ochenta del siglo pasado, las guerras civiles, las dictaduras, las guerrillas y las revoluciones sacudían a sociedades aterradoramente desiguales (muy poco ha cambiado, desde entonces), sacudidas por el intervencionismo desfachatado del imperialismo norteamericano, pero, al mismo tiempo, sociedades donde existían grupos armados y organizaciones dispuestas a entregar la vida para darles a sus pueblos una existencia más decente y significativa. Muchas de esas revoluciones terminaron en burlas inmisericordes contra esos mismos pueblos, ingenuos y poseídos por el simple afán de supervivencia. En América del Sur varias de las situaciones mencionadas se daban también. Son los años de las infames dictaduras en Argentina, Chile, Brasil, Uruguay y Paraguay, solo para mencionar algunas.

En la pacífica Costa Rica, la situación no era completamente distinta, pues la crisis en el sistema económico también había generado una serie de revueltas populares, enfrentamientos sindicales y otros, que denotaban una agresividad y una inconformidad de parte del pueblo costarricense inédita desde 1948. Las manifestaciones contra ALCOA en abril de 1970, la compañía norteamericana a la que el Estado costarricense pretendía entregarle las riquezas mineras del país (como lo había hecho en el siglo XIX), en contra de la voluntad de la mayoría del pueblo consciente y politizado, establecieron un hito y aún hoy día siguen siendo el punto de referencia de las posibilidades que tienen nuestros pueblos para rebelarse y recuperar sus cuotas reales de poder, como lo evidenciaron las protestas contra la privatización de la Caja Costarricense del Seguro Social y del Instituto Costarricense de Electricidad en el 2000, y contra el Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos en el 2007.

 

II

Con ese escenario, al empezar la década de los años setenta del siglo XX, Costa Rica abrió sus puertas para recibir a varias decenas de intelectuales, políticos, empresarios y diplomáticos que buscaron refugio en nuestro país, debido a los problemas que tenían ellos en los suyos, como hemos anotado. Después de la humillante derrota del proyecto revolucionario encabezado por la Unidad Popular en 1973, muchos chilenos vinieron a Costa Rica y produjeron una verdadera revolución en el teatro, la pintura, las ciencias sociales y otras disciplinas académicas y artísticas. Lo mismo sucedió con los nicaragüenses, los guatemaltecos y los salvadoreños desgarrados por las guerras civiles en sus lugares de origen. Algo similar podríamos decir de los brasileños y de los argentinos.

Pero en Costa Rica, desde la reforma universitaria de 1957, se habían gestado intercambios académicos inéditos con países como España, Francia, los Estados Unidos y Chile, solo para mencionar algunos casos. Sin embargo, la oleada que benefició a nuestro país, después de 1970, todavía no tiene una explicación satisfactoria, en vista de la cantidad importante de factores involucrados que pudieran haberla provocado. Muchos de estos intelectuales terminaron totalmente integrados, se casaron, tuvieron sus familias en Costa Rica, y todavía hoy la siguen beneficiando.

 

III

Una de las disciplinas sociales y humanísticas más favorecidas, con esta llegada masiva de refugiados a Costa Rica, fue precisamente la historia. El quehacer historiográfico y filosófico en este país se había visto impulsado por figuras e intelectuales españoles de renombre internacional, tales como Constantino Láscaris (1923-1979) y Teodoro Olarte (1908-1980), más orientados hacia la filosofía de la historia; pero igualmente la reforma universitaria arriba mencionada había promovido a muchos costarricenses para que partieran al extranjero a realizar sus estudios de posgrado. El segundo impulso, que se produce después de 1970, con figuras como Héctor Pérez Brignoli (1945-  ) y Ciro Flammarion Santana Cardoso (1942-2013), tiene un nuevo aliento, más orientado hacia el quehacer de la historia como disciplina social, fuertemente influenciado por el materialismo histórico.

Estos dos historiadores produjeron una verdadera transformación en el quehacer de la historia en Costa Rica, en tanto que disciplina humanística y social, pues su preocupación por la precisión de los temas a investigar, de las fuentes y de las técnicas facilitó el surgimiento de una generación de historiadores, que le ha dado frutos decisivos a Costa Rica. Muchos de sus discípulos, entre ellos el que esto escribe, tuvieron la suerte de realizar estudios de posgrado en Europa, los Estados Unidos y México, donde se formaron con una mentalidad investigativa, totalmente diferente. Terminaron como catedráticos universitarios y formando también a una nueva generación de investigadores, que hoy destaca como una de las más disciplinadas e imaginativas de América Central.

 

IV

Sin la influencia beneficiosa, creativa y sumamente productiva de historiadores como Héctor Pérez y Ciro Cardoso, la historiografía costarricense no sería la misma. Ciro Cardoso, en particular, un historiador brasileño, cuyas investigaciones sobre la esclavitud, tanto en el antiguo Egipto como en el Caribe colonial, sobre los modos de producción coloniales en América Latina, y la epistemología de inspiración marxista, han sido revolucionarias y han dejado una impronta decisiva en la historia de América Latina, transmitió en Costa Rica un legado fundamental de espíritu crítico, profundidad e imaginación históricas irrepetible. Bien podría decirse, sin temor a equivocarse, que la historia económica de América Latina (nos referimos a su obra en dos volúmenes, publicada en España a principios de los años ochenta, por editorial Crítica de Barcelona), escrita por estos dos historiadores, no ha sido superada por nadie, ni aún por aquellas escritas por algunos historiadores anglosajones, más preocupados por la descripción de estadísticas que por las explicaciones de largo aliento, propios de la historiografía que han promovido Ciro Cardoso y Héctor Pérez.

 

V

La muerte de Ciro Cardoso, el pasado 29 de junio del 2013, nos dejó boquiabiertos, porque de pronto se nos vino a la consciencia todo lo que muchos le debíamos. Nunca, ni aún en los mejores momentos en Europa, tuve un profesor de historia económica y social, como Ciro Cardoso. La lucidez, la precisión, la vastedad y profundidad del análisis son cualidades que hoy, con sesenta años, yo trato de imitar en mis trabajos. La teoría de los modos de producción coloniales, una propuesta marxista de gran originalidad, impulsada desde América Latina, tiene ingredientes y potencias teóricas y metodológicas que aún están por explorarse en todas sus posibilidades y dimensiones. En los últimos años de su vida, Ciro, también un extraordinario pianista, y un gran experto en epigrafía egipcia, se dedicó a las investigaciones semiológicas, donde también dejó la marca de su sabiduría y de su modestia. Cuando un intelectual latinoamericano de esta envergadura se nos muere, se va con él también, una enseñanza, un recuerdo, y una serie de lecciones sobre lo que significa la investigación social en nuestros pueblos, donde deberían privar la solidaridad, la alegría de vivir, y un efectivo compromiso con la realidad que viven nuestras sociedades. No darle cabida a la vanidad, la envidia, el egoísmo y el resentimiento, apuntaba el gran novelista cubano Leonardo Padura, son las virtudes de estos hombres, como Ciro Cardoso, a quien hoy conmemoramos con cariño, gratitud y una larga y sostenida remembranza.



[1] Historiador costarricense (1952), escritor y catedrático jubilado de la Universidad Nacional de Costa Rica. Premio (1998) de la Academia de Geografía e Historia de su país.

 

Cómo citar este artículo:

QUESADA MONGE, Rodrigo, (2013) “Ciro Flammarion Santana Cardoso (1942-2013). In memoriam”, Pacarina del Sur [En línea], año 5, núm. 17, octubre-diciembre, 2013. ISSN: 2007-2309. Consultado el

Consultado el Jueves, 18 de Abril de 2024.
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