Estanislao S. Zeballos, panorama general de su obra. Tantum scit homo, quantum operatur[1]

Martha Eugenia Delfín Guillaumin

 

Para comenzar este escrito, quiero proporcionar los principales datos biográficos acerca de Estanislao Severo Zeballos, mejor conocido como Estanislao S. Zeballos. Los obtengo de la lectura, entre otros textos, del estudio preliminar que hace Raúl José Mandrini al libro de Zeballos, La conquista de quince mil leguas. Estudio sobre la traslación de la frontera sur de la República al río Negro; del estudio preliminar de Juan Guillermo Durán al texto de Zeballos hasta hace poco inédito, Episodios en los territorios del sur (1879)[2]; y del estudio preliminar hecho por Roberto E. Giusti al libro clásico de Zeballos, Callvucurá y la dinastía de los Piedra.

Vale mencionar que los prologuistas de los libros de Zeballos usados para este escrito, así como algunos autores que lo incluyen en sus obras cuando tratan el tema de la Conquista del desierto, son quienes construyen la imagen de Zeballos de diversas maneras, cada uno enfatiza una peculiaridad de su personalidad o de su obra, algunos lo alaban y otros lo critican duramente, particularmente por la manera con que se refiere a los indígenas del sur argentino de su tiempo, es decir, despectiva y propensa a la invisibilización que hasta ahora padecen.[3]

Aunque varios de los datos de su biografía son harto conocidos, los ofrezco de igual manera para dar una imagen de conjunto y así tener una noción de la forma en que se explica su acción como intelectual, científico y político a lo largo de su vida y el impacto que produjo su obra en la sociedad argentina de su tiempo.

Nació en Rosario, provincia de Santa Fe, el 22 de julio de 1854. Allí inició sus primeros estudios, luego fue a Buenos Aires y estudió becado en el Colegio Nacional fundado por Mitre. Participó en la Comisión Popular de Salubridad fungiendo como secretario al lado del presidente José C. Paz cuando apenas salía de la adolescencia. Estudió al mismo tiempo la carrera de Derecho y la de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales (Ingeniería). Concluyó en 1874 los estudios de abogacía, pero abandonó la facultad de Ciencias Exactas, aunque esto no evitó que por su cuenta se dedicara a las ciencias naturales, a los estudios geográficos y a las investigaciones etnográficas y lingüísticas (por ejemplo, usaba diccionarios de lengua araucana [mapuche] para proporcionar el significado etimológico de los términos que empleaba en sus obras; entrevistaba a hablantes indígenas para que le aclarasen los vocablos que aparecían en sus obras y así asegurar una traducción adecuada). Según Giusti, se dedicó a tantas ocupaciones tan diversas que no faltó quien lo señalara de “hombre-orquesta”, y es que también, sumado a lo anterior, destacó como periodista, redactor y escritor, y, además, fue un reconocido jurista, político y diplomático. Desde muy joven se dedicó al periodismo, por ejemplo, en su ciudad natal participó como periodista en dos publicaciones escolares, El Colegial y El Mensajero. Ya adulto fue reportero y editor de La prensa desde donde atacó la política defensiva del ministro de guerra Alsina quien mandó construir una trinchera para tratar de evitar los malones indios, la criticaba por parecerle costosa e inútil. Más bien, proponía extender las fronteras interiores hasta el río Negro.

Estanislao Severo Zeballos
Imagen 1. Estanislao Severo Zeballos.  www.elciudadanoweb.com

Como estudiante universitario, en 1872, participó en la fundación de la Sociedad Científica Argentina. En 1876 fue director de los Anales de dicha Sociedad. Vale mencionar que se le reconoce como precursor de varios campos del conocimiento como el arqueológico, el geológico, el lingüístico, el geográfico, todo ello impregnado de un pensamiento positivista, propio de su generación. Por ejemplo, su Informe sobre el túmulo prehistórico de Campana, que hizo junto con Pedro P. Pico, se identifica cono un trabajo pionero de la arqueología argentina, comenta Mandrini. Fue promotor del viaje de Francisco P. Moreno a la Patagonia septentrional en 1875, por cierto, luego cita con frecuencia a Moreno en su obra, particularmente en La conquista... En 1879 impulsó la creación del Instituto Geográfico Argentino. Según Durán, la figura de Estanislao S. Zeballos:

Se destaca con perfiles nítidos como una de las más importantes personalidades públicas que participó en la génesis de la Argentina moderna. Hombre multifacético, cabal representante de la intelectualidad argentina, prototipo de la elite política y social dominante en su época. Su vasta actividad abarcó los terrenos más diversos. Abogado, jurisconsulto, docente universitario, político de amplia actuación gubernativa y parlamentaria, brillante diplomático [en 1912 fue designado miembro permanente del Tribunal Internacional de La Haya], defensor sagaz de los derechos argentinos [por ejemplo, escribió el Alegato en defensa de los derechos argentinos en 1893 por el conflicto con Brasil con respecto al arbitraje por los límites de Misiones], viajero incansable, progresista ganadero, impulsor y presidente de diversas instituciones comerciales, sociales y culturales, organizador infatigable de congresos y eventos científicos, nacionales e internacionales (p. 16).[4]

 

Entre sus textos más conocidos figuran: La conquista de de quince mil leguas. Estudio sobre la traslación de la frontera sur de la República al río Negro; Viaje al país de los Araucanos; Callvucurá y la dinastía de los Piedra; Painé y la dinastía de los zorros; Relmu, reina de los pinares. De éstos, salvo el último, podría decirse que son obras históricas (no novelas históricas), escritas con un lenguaje sencillo, anecdótico. Digo obras históricas por las fuentes citadas por Zeballos, aunque él mismo pretende quitar el carácter científico a algunas de ellas “convencido de que era necesario hermanar la amenidad al fondo de la obra, envolví mi propósito con el colorido de las formas agradables de la descripción pintoresca y de la historia” (Episodios..., p. 153). Por ejemplo, en una carta que dirige a Nicolás Avellaneda el 23 de junio de 1882[5], en la que le anuncia que anexo envía el ejemplar de su libro recién salido de imprenta Viaje al país de los Araucanos, le aclara que:

Este no es un libro de ciencia como podría creerse, ni el autor obedeció a propósitos científicos cuando lo escribió. Este tomo, como los que le seguirán sobre la República Argentina, obedecen a un plan político y de gobierno, encarando el problema económico de nuestro desierto que reclaman los dos grandes elementos de la producción que completan al de la tierra: capital y brazos.

La descripción de la República Argentina que he acometido en la forma accesible a las clases populares, que son las que vendrán de Europa a ayudarnos a poblar nuestro territorio, tiene por objeto presentar nuestros teatros de producción en su verdadera capacidad e importancia...” (p. 558).

 

Por cierto, también le envió cartas parecidas a Domingo Faustino Sarmiento y a Bartolomé Mitre el día 23 de junio del mismo año. Aparte, escribió una novela llamada Zálide o el amor de los salvajes. Tiene una obra de historia sobre El escudo y los colores nacionales. En 1898 fue fundador y director hasta su muerte (Liverpool, 4 de octubre de 1923) de la Revista de Derecho, Historia y Letras, que llegó a alcanzar los 76 volúmenes; en 1920 publicó en francés La Diplomatie des Etats Unis dans l’Amèrique Latine. Cuando estuve en la ciudad de Mendoza, Argentina, a principios de noviembre de 2005, localicé en la Biblioteca Nacional de Cuyo a la Colección de la Revista, pero no está completa, abarca tan sólo de 1898 a 1917. Del primer tomo, año 1, julio de 1898, copié lo siguiente:

La acción de la Revista será, en materia de Derecho, crítica y científica. Contribuirá a vigorizar las nociones del Derecho y del Deber en el hogar, en la educación, en las asambleas legisladoras, en la administración de justicia, en el funcionamiento administrativo y en el ejercicio de las libertades políticas y civiles en las naciones latino-americanas, y de una manera directa y especial en la República Argentina (...). La Revista se ocupará pues, de los hechos pasados en su relación con el desenvolvimiento orgánico de la sociedad. La crónica tiene para sus páginas un interés secundario; pero felizmente empieza para la literatura histórica en la República y en América el período de la crítica y de la filosofía (Buenos Aires, mayo 1898, p. 7).


Imagen 2. http://museochoelechoel.org

En otro orden de cosas, vale mencionar que su biblioteca privada llegó a ser de las más grandes e importantes de Buenos Aires. Tanto Durán como Giusti dedican un espacio de su estudio preliminar para hablar de ello. En este sentido, Giusti dice que:

Su biblioteca ha sido dispersada, pero podría apostarse que si en ella conservaba los libros que recrearon su infancia y primera juventud, no faltarían Fenimore Cooper, ni Mayne Reid, ni Julio Verne, el último en el auge entonces de su popularidad. Me bastaría saber que Los hijos del capitán Grant figuraba entre los libros de Zeballos (la primera edición francesa es de 1868) para explicarme su viaje al Río Negro (p. 10).

 

Durán afirma que su archivo personal era inmenso, la documentación que existe en la actualidad abarca 310 legajos y 30 cajas aun no catalogadas. Este archivo fue organizado en vida de Zeballos gracias a la ayuda de su esposa, María Josefa Costa Argüibel de Zeballos, y de su sobrina, Lola Shakery Zeballos. Contiene, según informa Durán, correspondencia, informes, dictámenes, discursos, proyectos, manuscritos de artículos y libros, apuntes de viajes, recortes periodísticos, fotografías, entre otras cosas. Este archivo fue trasladado a esta sede de Luján en 1929 por instrucciones del único hijo de Zeballos, Estanislao María del Carmen Zeballos. Además de la biblioteca, Zeballos tenía una colección de objetos y cráneos araucanos, “visitada por cuanto científico interesado en el tema llegaba al país”, señala Durán (p. 17-19). Esto le ha valido a Zeballos para que en algunas fuentes aparezca como un coleccionista de cráneos, al igual que el perito Moreno.[6]

En los textos que he leído me encuentro diversas pistas para construir o pensar a Zeballos, por ejemplo, Mandrini dice que la imagen que creó del indio se da de dos maneras, Zeballos como ideólogo y Zeballos como  viajero observador y científico; así, Zeballos figura como ideólogo en La conquista... en la que la clave es leer la Campaña del desierto considerando al indígena como un bárbaro y siguiendo el modelo estadounidense[7] de guerra ofensiva para dominar la llave de la pampa, el río Negro, pensando, además, que la solución al poblamiento de las tierras recién tomadas al indio debería hacerse con migrantes de origen europeo. Obviamente esto se haría en pos de la civilización y buscando el progreso y el bienestar del país. Como siempre, el progreso representado por el ferrocarril: “Hoy la soledad va cediendo su imperio a la población, el miedo a la barbarie ha desaparecido, para siempre, después de tres siglos de sangrientas luchas, la extensión está dominada por el alambre eléctrico y silba a su puerta la locomotora, mientras que la ciencia la invade y la escudriña, iluminando sus arcanos. ¡He aquí la Pampa regenerada!” (Viaje al país..., p. 77). En el capítulo uno de La conquista..., Zeballos escribe: “Se ha anunciado ya que el general Roca irá al río Negro. Si supiéramos que vacila y que necesita estímulo, le dirigiríamos en nombre de una gran aspiración nacional, la siguiente frase de aliento, que ha llevado tan lejos a los norteamericanos en la conquista de sus comarcas salvajes: Go ahead” (p. 87). Sin embargo, cuando en noviembre de 1880 realiza lo que luego se llamaría el Viaje al país de los Araucanos, su percepción sobre el indio se vuelve más  benévola y reconoce en ellos su laboriosidad, particularmente lo que se refiere a sus labores agrícolas, es decir, comenta Mandrini, se reconoce al Zeballos observador y científico, sin embargo, afirma Mandrini, “en la visión de los historiadores y en el imaginario colectivo triunfó el ideólogo y debió transcurrir un siglo para que el viajero observador y el científico fueran rehabilitados” (p. 26).

Allende comenta que cuando Zeballos emprendió en 1880 su viaje al país de los araucanos lo hacía no sólo por su innata curiosidad científica e innegable espíritu de aventuras, sino por un propósito trascendente que era “escribir un libro para dar a conocer en él, a argentinos y extranjeros, las vastas regiones que el ejército nacional acababa de arrebatar al dominio del indígena; determinar sus recursos naturales y las posibilidades que su suelo ofrecía a la inmigración; interesar a los jóvenes argentinos en el estudio y conocimiento de su propio país, como medio de trazar un nuevo y útil rumbo a  su actividad intelectual” (p. 7). En este mismo sentido, Capdevila en su “Reseña de la Historia Cultural de la Argentina” al Facundo de Sarmiento, escribe:

La formidable repercusión que tales acontecimientos suscitan en la conciencia social se ve clarísima en el caso de Zeballos. Viendo partir hacia el desierto a los coroneles Villegas y Levalle, él quiere ir en pos de los regimientos; llegar también a las márgenes del río Negro. Siente ansias de contemplar esos nuevos horizontes de la patria y del mundo; quiere asociarse con algún hecho grande a tanta grandeza. Costeando de su peculio la expedición, irá, como un joven sabio que ya es, a verlo y escrutarlo todo; quiere que una voz argentina sea la primera en revelar ante la patria y ante Europa las cosas de aquellos confines. Deja un hogar recién formado, una esposa, que ya lo llora por muerto o por cautivo, y un hijo único. No le falta el coraje. Su viaje al país de los araucanos es una deuda contraída con la patria, y bien cierto que la pagará (pp. XXVIII-XXIX).[8]


Imagen 3. https://archive.org

Antes de concluir, y no quisiera tomarlo como excusa sino como un reto para tratar de averiguar más acerca de Estanislao Zeballos, quisiera mencionar que Mandrini en diciembre de 2001 escribe que:

Zeballos carece de un biógrafo que haga justicia a su compleja, rica y multifacética vida, tan inserta y comprometida con su época y con las particulares condiciones históricas que le tocó vivir. Los escritos de Zeballos son lo mejor que de él nos queda. Testimonios del accionar y del pensamiento de un individuo, representan también una generación y una época fundamental para la Argentina, aquella en que, con sus claros y oscuros, se construyó una nación, esa misma que hoy, pasado más de un siglo, parece buscar infructuosamente un proyecto para su futuro (pp. 34-35).

 

Por último, deseo señalar que me parece que el texto de Durán es de los más completos y proporciona bastante información sobre la vida y obra de Zeballos, inclusive, aporta datos interesantes acerca del cambio que se efectuó en él luego de su visita a las misiones franciscanas del Chaco hacia 1918. Así, pensaba que los indios tobas eran proclives a ser redimidos merced a la educación y el trabajo, que se podían integrar y de hecho lamentaba que éstos hubieran sido tan castigados para traer a migrantes que no resultaron lo que se esperaba de ellos. A su regreso a Buenos Aires, cierta noche, mientras soñaba con los indios de Chaco (“Soñé que era posible su redención y que la había visto”), a las cinco de la mañana “un mal educado, que se entretiene en ensayar unas notas de Aída”, se puso a tocar el claxon de su auto y lo despertó; entonces rememoró “los cientos de millones de pesos gastados durante siglos en nuestras fronteras militares, y los cientos de indios acuchillados, y los que aún viven explotados y bárbaros en el Noreste argentino mientras traemos inmigración costosa y a veces mala, y me pregunto: ¿hemos procedido con los indios como hombres civilizados?” (Estanislao S. Zeballos, Soñando con los Indios del Chaco, 1918, p. 35, citado por Durán en su estudio preliminar, p. 124). Poco después de la muerte de Zeballos fue evidente que no se procedió civilizadamente con los indígenas del Chaco:

Rosa Grilo es la última sobreviviente de la masacre de Napalpí, que acabó con la mitad del millar de habitantes del poblado. Los recuerdos que la atormentan son muy antiguos, pero es ahora cuando ha decidido contarlos [diciembre de 2018]. Era una niña cuando el 19 de julio de 1924 policías y terratenientes de la zona dispararon y remataron con machetes a familias enteras que se negaron a seguir trabajando en las plantaciones de algodón de la reducción, por algo de ropa y vales que no podían convertir en dinero. Eran los tiempos de la avanzada supuestamente civilizadora, cuando los indígenas pasaron de ser dueños de la tierra a mano de obra barata y explotada. En la cabeza de Rosa aún suena el avión desde el que arrojaban comida a los indígenas en huelga para que saliesen del monte. En el descampado recibían las descargas de los fusiles Winchester, que en la cabeza de Rosa resonaban como una "bomba".[9]

Rosa Grilo
Imagen 4. Rosa Grilo. www.elpais.com

 

Notas:

[1] La frase que incluye Zeballos en la portada de sus Episodios, “Tantum scit homo, quantum operatur” indica que el suyo era un pensamiento positivista. Dice Durán que dicha frase era “su lema de vida”.

[2] Juan Guillermo Durán descubrió en octubre de 2002 el manuscrito de los Episodios de Zeballos en el “Archivo Estanislao S. Zeballos” del Complejo Museográfico “Enrique Udaondo” de la ciudad de Luján.

[3] Martha Eugenia Delfín Guillaumin, La invisibilización contemporánea del indígena argentino provocada por la campaña militar de 1878 - 1879 y la obra escrita de Estanislao Zeballos, libro, Editorial Académica Española, Beau Bassin, 2018.

[4] De una página de Internet extraigo la siguiente cita que me parece pertinente incluir porque complementa bastante la información recabada hasta el momento: “...entre los asuntos que le preocupaban figuraba la reforma de los Códigos de Comercio y de Procedimientos, el desarrollo efectivo de nuevos territorios nacionales y todos los temas relacionados con la economía (la agricultura, los ferrocarriles, los estudios económicos, la política monetaria, el mercado de carnes); Zeballos era un importante estanciero y fue presidente de la Sociedad Rural (1888-1894); se ocupó, además, de la legislación sobre ordenamiento sanitario, de la confección de mapas topográficos de la provincia de La Rioja con el fin de poner de manifiesto su potencial geológico y sus recursos hidrográficos, de la creación de la Universidad Federal de Rosario, del desarrollo y el ordenamiento de la industria vitivinícola, de la construcción de caminos, de la expansión de la flota mercante argentina y de la ley de matrimonio civil, con la que estaba de acuerdo.” http://www.folkloredelnorte.com.ar/creadores/zeballos.htm (consultado el 12-12-2018). También en Historia general de las relaciones exteriores de la República Argentina, Zeballos aparece varias veces mencionado, particularmente cuando los autores narran el conflicto por límites entre Brasil y Argentina o en las denuncias que hace Zeballos del engrandecimiento del poder naval brasileño. Esta obra aparece en Internet en la siguiente dirección electrónica http://www.argentina-rree.com/historia_indice07.htm (Consultado el 01-12-2018).

[5] Apéndice documental elaborado por Juan Guillermo Durán en el libro de Episodios en los territorios del sur (1879).

[6] Sobre Francisco P. Moreno y el coleccionismo véase a Vanni Blengino, La zanja de la Patagonia..., en particular las pp. 108-109.

[7] Dice David Viñas en su obra Indios, ejército y frontera que “El lugar histórico de Zeballos se sitúa, entonces, en la coordenada que proviene de las convicciones más reiteradas de Sarmiento hacia la intersección con la despiadada ejecutividad de Theodore Roosevelt…” (p. 228).

[8] El libro de Viaje al país de los araucanos tiene la siguiente dedicatoria: “A mi Patria”.

[9] “La última voz de la masacre indígena de Napalpí”. Rosa Grilo sobrevivió en 1924 a la matanza de 500 indígenas organizada por el Estado argentino. Su testimonio es clave en un juicio por delitos de lesa humanidad aún impunes. https://elpais.com/internacional/2018/12/10/argentina/1544472752_380853.html, consultado el 12-12-2018).

 

Bibliografía:

  • BLENGINO, V. (2005). La zanja de la Patagonia. Los nuevos conquistadores: militares, científicos, sacerdotes y escritores. Buenos Aires: FCE.
  • DELFÍN GUILLAUMIN, M. E. (2018). La invisibilización contemporánea del indígena argentino provocada por la campaña militar de 1878 - 1879 y la obra escrita de Estanislao Zeballos. Beau Bassin: Editorial Académica Española.
  • “Estanislao S. Zeballos” (s/f). www.folkloredelnorte.com.ar/creadores/zeballos.htm, consultado el 12-12-2018.
  • Historia de las Relaciones Exteriores Argentinas, vol. VIII (2000). http://www.argentina-rree.com, consultado el 01-12-2018.
  • “La última voz de la masacre indígena de Napalpí”. El País (Madrid), 12 de diciembre de 2018, consultado el 12-12-2018.
  • SARMIENTO, D. F.  (1945). Facundo, “Reseña de la Historia Cultural de la Argentina” por Arturo Capdevila. Buenos Aires: Ediciones Jackson.
  • VIÑAS, D. (2003). Indios, ejército y frontera. Buenos Aires: Santiago Arcos Editor.
  • ZEBALLOS, E. S. (1898). Revista de Derecho, Historia y Letras, año 1, tomo I, julio. Buenos Aires: Imprenta de Jacobo Peuser.
  • _____ (1960). Viaje al país de los araucanos, estudio preliminar de Andrés R. Allende. Buenos Aires: Librería Hachette, S. A.
  • _____ (2001). Callvucurá, Painé, Relmu, estudio preliminar Roberto E. Giusti (1954). Buenos Aires: El Elefante Blanco.
  • _____ (2002). La conquista de quince mil leguas. Estudio sobre la traslación de la frontera sur de la República al río Negro, Estudio preliminar de Raúl J. Mandrini. Buenos Aires: Taurus.
  • _____ (2004). Episodios en los territorios del sur (1879), estudio preliminar, edición y notas de Juan Guillermo Durán. Buenos Aires: El Elefante Blanco.

 

Cómo citar este artículo:

DELFÍN GUILLAUMIN, Martha Eugenia, (2019) “Estanislao S. Zeballos, panorama general de su obra. Tantum scit homo, quantum operatur”, Pacarina del Sur [En línea], año 10, núm. 38, enero-marzo, 2019. ISSN: 2007-2309.

Consultado el Viernes, 19 de Abril de 2024.

Disponible en Internet: www.pacarinadelsur.com/index.php?option=com_content&view=article&id=1706&catid=4