Desdecir los pactos: ficción y autobiografía en la escritura de Reinaldo Arenas

El trabajo aborda la autobiografía del escritor cubano Reinaldo Arenas, Antes que anochezca, y dos novelas del mismo autor (Celestino antes del alba [1967], El palacio de las blanquísimas mofetas [1980]). Se propone analizar la reescritura e intertextualidad entre dos tipos de escritura que responden a pactos de lectura disímiles, autobiográficos y novelescos.

Palabras clave: Reinaldo Arenas, intertextualidad, autobiografía, novela, pacto fantasmático

 

El presente trabajo se propone analizar la resignificación de dos novelas de Reinaldo Arenas (1943-1990), Celestino antes del alba (1967) y El palacio de las blanquísimas mofetas (1980), a partir de la publicación póstuma de su autobiografía, Antes que anochezca (1992). Partimos del supuesto de un cambio en el tipo de pacto que establecen estas novelas, según la clasificación establecida por Lejeune en “El pacto autobiográfico”.[2] A partir de esta hipótesis principal, se desprende una hipótesis secundaria, la reescritura e imbricación de planos narrativos diversos como estrategias textuales constitutivas de la poética areniana, tanto en los textos ficcionales en sí mismos como en la relación que establecen entre ellos, pensando de este modo la obra del escritor cubano como un conjunto orgánico e integral.

La presencia de una veta autobiográfica puede vislumbrarse a lo largo de toda la obra literaria de Arenas, en especial, la pentagonía, denominación creada por el autor para el ciclo compuesto por sus novelas Celestino antes del alba, El palacio de las blanquísimas mofetas, Otra vez el mar, El color del verano y El asalto. Sin embargo, hasta la publicación de Antes que anochezca, el sesgo autobiográfico mantenía el carácter impreciso de una sospecha. Para aquilatar la importancia de este texto en y para el conjunto de la obra areniana, es interesante recuperar una reflexión de Liliane Hasson, traductora de la autobiografía de Arenas y lectora temprana, quien, cuando el manuscrito de Antes que anochezca todavía se encontraba inédito, ya señalaba en un artículo:

Si bien es cierto que las Memorias confirman lo que todos sabíamos: el carácter fuertemente autobiográfico de gran parte de la obra, no sospechábamos que en varios libros suyos, unos episodios y personajes que de tan delirantes parecían mero producto de su imaginación, se vinculaban estrechamente con su realidad, pero disfrazada hasta hacerla a veces irreconocible.[3]

Las entrevistas y declaraciones del autor cubano, hasta ese momento, otorgaban un asidero para tales interpretaciones; la autobiografía viene a corroborarlas como un hecho textual fehaciente: Antes que anochezca funciona como el hilo de sentido que enhebra y resignifica la producción anterior.

La elección de abordar en particular Celestino… y El palacio…, las dos primeras novelas del ciclo, se da a partir de los estrechos vasos comunicantes que se establecen entre ellas. Como afirma Ottmar Ette, ambas se vinculan a través de referencias implícitas, citas textuales y la integración en una línea cronológica (el transcurso de la infancia del protagonista en el campo, en la primera, en continuidad con la adolescencia en Holguín en el segundo texto, ambas etapas coincidentes con la biografía de Arenas); otros elementos en común serían el desdoblamiento del personaje principal, la inexistencia de una separación entre ficción y realidad, la presentación de varias versiones del mismo suceso, la falta de oposición entre la vida y la muerte.[4] Otra característica que las distingue del resto del ciclo es el hecho de que en ambas la acción transcurre hasta el momento de la revolución cubana. Teniendo en cuenta el impacto de este acontecimiento histórico en la vida del autor, pero sobre todo en su obra, dado que la presencia de la revolución y el régimen castrista han de ser una constante en el mundo ficcional areniano, parece atinado establecer este recorte.

En lo que respecta a las dos novelas en cuestión, los puntos de inflexión con el texto autobiográfico se dan a partir de núcleos temáticos tales como la figura del poeta/escritor, el entorno rural, el mundo familiar, la homosexualidad insinuada. Estos núcleos de sentido cobran forma a partir de una serie de motivos recurrentes: el pozo, el encuentro con la muerte, los personajes imaginados por los personajes, las poesías escritas en los troncos de los árboles, la noche, el río, el suicidio, las brujas, los aparecidos. Como una constelación de puntos móviles, las mismas figuras se repiten y asocian de nuevas y diversas maneras ensayando una y otra vez su diseño caleidoscópico.

Pero, además, estos vasos comunicantes entre los textos se dan a partir de la repetición y reelaboración de anécdotas o pasajes puntuales. Para ilustrar este aspecto, ponemos por caso el relato del primer encuentro entre Reinaldo/Fortunato (en Antes que anochezca y El palacio… respectivamente) y su padre, a los cinco años.[5] La coincidencia de los datos fundamentales de la anécdota (la edad del protagonista, el lugar y la circunstancia en los que se produce el encuentro, las acciones de los tres personajes: la sorpresa del niño y la reacción violenta de la madre, que apedrea al desconocido; incluso la cifra exacta de dinero que les da el padre) instala la certeza de un mismo material biográfico empleado dos veces, con fines diversos: por un lado, se lo utiliza para enriquecimiento del mundo ficcional; por otro, como materia prima del relato de sí mismo.

Otro caso, que funciona como ejemplo pero también metáfora de una poética de la “mostración espectacular” en Arenas, lo aporta la referencia a las canciones operáticas que llevan a cabo los protagonistas de Celestino…, El palacio… y Antes que anochezca, canciones inventadas por los personajes y ejecutadas como espectáculos solitarios. Canciones que se inician en Celestino…:

Me gusta estar solo y empezar a cantar. (…)Aunque la verdad es que yo tengo muy mala memoria y nunca puedo aprenderme bien una canción. Pero no importa: yo las invento. Casi me gusta más inventarlas que aprendérmelas de memoria. (…) Que nadie me oiga, porque no sé si esta canción servirá para algo.[6]

Se retoman en El palacio…: “Fueron aquellas canciones infinitas, delirantes, dichas al viento, irrecuperables desde luego la única verdadera creación (y así lo pensaba él) que a lo largo de toda su vida hubo de lograr”.[7] Se ratifican en Antes que anochezca:

Tal vez por ser solitario y atolondrado, y querer a la vez jugar un papel estelar para mí mismo, comencé yo solo a ofrecerme espectáculos completamente distintos a los que todos los días presenciaba. Consistieron, entre otros, en una serie de infinitas canciones que yo mismo inventaba y escenificaba por todo el campo. Tenían una letra cursi y siempre delirante; además, yo mismo las interpretaba como piezas teatrales en medio de escenografías solitarias.[8]


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Estas canciones operáticas conjugan simultáneamente en el personaje los roles del creador, intérprete y espectador. En ellas centra su reflexión Reinaldo Laddaga, cuando recupera la insistencia de Arenas en este placer de las ‘descomunales cantatas’, que es el placer de la actuación, la toma  de papeles, la modificación de la propia identidad en el momento en que se toma la impostura de otro.[9] A su vez, a partir de esta escena cabe pensar las novelas como espectáculo codificado de sí mismo del que luego va a brindar las claves, mostrándole al lector (como un ilusionista que devela sus trucos ante el público) los secretos autobiográficos de su escritura.

Hasta aquí, algunos puntos nodales que desde lo temático nos permiten establecer las correspondencias y reescrituras de la línea ficcional en la autobiografía. Pasemos entonces a precisar, de la mano de Lejeune, algunas cuestiones vinculadas al pacto o contrato de lectura que plantean las novelas y replantea Antes que anochezca. Lejeune llama novela autobiográfica “a todos los textos de ficción en los cuales el lector puede tener razones para sospechar, a partir de parecidos que cree percibir, que se da una identidad entre el autor y el personaje, mientras que el autor ha preferido negar esa identidad o, al menos, no afirmarla”.[10] Este tipo de novelas instaura, según el crítico francés, una forma indirecta del pacto autobiográfico: el pacto fantasmático. Si inicialmente se establece un pacto novelesco, a partir de la publicación de Antes que anochezca, se produce un viraje hacia lo autobiográfico, sostenido por el sistema de correspondencias textuales entre las novelas y la autobiografía. El pacto autobiográfico que ésta establece modifica, “contamina”, los pactos ficcionales anteriores.

Desde este punto de vista, dos aspectos destacados por Lejeune resultan fundamentales. En primer lugar, partir de la posición del lecto  r, cuyo rol detectivesco en la búsqueda de esas correspondencias se halla prefigurado en los textos (para que haya un sistema de relaciones entre los elementos de la serie areniana, debe haber un lector con la competencias y conocimientos necesarios para detectar esos guiños). En segundo lugar, la necesaria relación texto-contexto, ya que las variaciones de los pactos a lo largo del tiempo, causadas por los cambios de actitud de los autores y los lectores, a los fenómenos del mundo editorial “manifestarían con más claridad que se trata de códigos y no de cosas ‘naturales’ o universales”.[11] Como dijimos anteriormente, hay un pasaje de la sospecha a la evidencia textual, del pacto novelesco al fantasmático, y ese quiebre tiene una fecha: 1992, año en que se publica Antes que anochezca.

Por último, más allá de la identificación de los pasajes de las novelas que se reescriben en la autobiografía, nos permitimos pensar ese procedimiento de reescritura e imbricación de diferentes planos narrativos en ciertas estrategias textuales que creemos constitutivas de la poética areniana. En particular, hacemos referencia a la intertextualidad, la relación de continuidad entre las novelas, el trabajo con las múltiples versiones sobre los hechos narrados y la dilución de las fronteras entre realidad e imaginación.

La intertextualidad, definida por Genette como relación de copresencia entre dos o más textos, es decir la presencia efectiva de un texto en otro,[12] aparece en la obra de Arenas en la variedad de sus posibilidades. Por mencionar algunas, encontramos en Celestino… los numerosos epígrafes, cuyo espectro de referencias extratextuales abarca desde citas a Borges hasta a la poesía árabe, pasando por canciones infantiles y dichos de los propios personajes. En El mundo alucinante, no sólo la relación explícita con las Memorias de Fray Servando como hipotexto, sino el sistema de citas que se incorporan en la novela con sus referencias a pie de página. En El asalto, los capítulos que llevan como título los títulos de capítulos de otras obras, consignando el nombre de éstas y sus correspondientes autores, en una colección heterogénea en la que hallamos repetidas referencias a otros textos del propio Arenas. Este último caso, donde se hace ostensible la intratextualidad, las relaciones con otras obras del mismo autor, nos interesa para pensar los vínculos que establecen las dos novelas en cuestión entre sí y a su vez con Antes que anochezca.

La continuidad entre los elementos de la serie areniana puede verse en la articulación dada por la pentagonía y las conexiones intratextuales. Pero, además, surge a partir del carácter cíclico que adoptan las novelas: la última escena de Celestino… conecta con la primera, con el protagonista asomado por el brocal del pozo; también El mundo alucinante se cierra con un nuevo acto de apertura, volviendo al comienzo; los tres finales de Celestino… (“Fin”, “Segundo final, “Último final”) se transforman en falsos puntos finales y permiten pensar una escritura que desmiente su clausura. A su vez, El palacio… comienza insinuando su circularidad: “Primera parte. Prólogo y epílogo”, en consonancia con el primer apartado de Antes que anochezca: “Introducción. El fin”. La circularidad de los relatos, marcada en estos tres ademanes, cuestiona la idea de comienzo y final, torna porosos sus límites y deja flotando la posibilidad de pensarlos como un continuo.

Otro procedimiento recurrente en las novelas de Arenas es la yuxtaposición de diferentes versiones sobre los hechos, la multiplicación de perspectivas a través de varios narradores o incluso desde un mismo narrador. En El palacio… esta operatoria se explicita en la “Quinta agonía” bajo la forma de once apartados numerados que llevan por título “Versiones”, en los cuales los distintos personajes narran, cada uno desde su perspectiva personal, el episodio del alzamiento de Fortunato con los rebeldes.[13] El trabajo con las formas que adopta la relación de un suceso se complejiza cuando el mismo narrador presenta diferentes versiones que se desmienten entre sí. En Celestino… el narrador dice y desdice al unísono: “Mi madre se va volviendo hermosa (…). Yo quiero a mi madre y yo sé que ella es buena y que me quiere. Yo nunca he visto a mi madre”.[14] Diálogos, personajes y recuerdos “inventados” repliegan el mecanismo ficcional de la imaginación sobre sí mismo; los personajes “alucinan” o imaginan y dan versiones contrapuestas sobre los hechos narrados, desdibujan los contornos entre realidad e imaginación obliterando la viabilidad de un verosímil realista.

Entonces, si trasladamos estas estrategias textuales, que se obstinan en aparecer una y otra vez en las novelas arenianas, a un enfoque más amplio, coextensivo a un conjunto narrativo que incorpore el texto autobiográfico, podríamos pensar un sistema de versiones que incorpora y mixtura las dos series, ficcional y autobiográfica. La problematización e indefinición entre lo autobiográfico (en tanto narración de hechos que pretende un estatus de veracidad) y lo ficcional, no hace sino extremar un procedimiento ya presente en el interior de los mundos ficcionales que configuran sus novelas.

Innúmeras páginas se han escrito en honor del componente ficcional en la autobiografía, siempre permeada por las vicisitudes de la mediación del sujeto de la enunciación y del tiempo de la narración inevitablemente desfasado, retrospectivo y por lo tanto distorsivo en cuanto a los hechos narrados. Las idas y vueltas entre relato ficcional y autobiográfico se convierten en lo que podríamos llamar, valga el oxímoron, una trampa honesta, porque, en todo caso, al mostrar ciertos entretelones del material narrativo se lleva a cabo una advertencia: se hace visible el barniz biográfico que envuelve en cierto punto todo acto narrativo y aquel otro con el que la imaginación literaria tiñe todo relato de sí mismo.

Una escritura siamesa, que ejecuta a un mismo tiempo el doble gesto de exasperar toda posibilidad de verosímil realista y ufanarse del componente autobiográfico que la nutre. Y decimos ufanarse porque a Arenas no le basta con utilizar el material de su propia vida para la ficción: la insistencia de los motivos que vuelven una y otra vez reciben un sello definitivo cuando pasan a formar parte de la autobiografía. Hay la “voluntad de vivir manifestándose” (título de uno de sus poemarios), y en el uso pronominal del verbo encontramos la fuerza motriz de su escritura: no sólo dar a conocer y poner a la vista sino darse a conocer, ponerse a la vista a sí mismo. La clave está en escribir una novela metabolizando fragmentos de su vida, escribir su vida recuperando fragmentos de sus novelas, y, sobre todo, evidenciar ese procedimiento.

Entonces, a partir de la reelaboración en la autobiografía de núcleos temáticos abordados en las dos novelas en cuestión, pensamos las canciones “operáticas” presentes en los tres textos como metáfora de la puesta en escena, la “mostración”, del proceso de la creación a partir del material biográfico. Asimismo, apoyándonos en las reflexiones teóricas de Lejeune, percibimos un cambio en el pacto de lectura establecido por las novelas a partir de la publicación de Antes que anochezca. Cambio en que juegan un papel primordial la figura del lector y los vínculos que el texto establece con el contexto, en vista de que el pacto (novelesco, autobiográfico, fantasmático) está sujeto a condiciones históricas tales como, en el caso de Arenas, su puesta en relación con textos ulteriores. Por último, recalamos en ciertas estrategias textuales presentes en la novelística areniana, y nos permitimos pensarlas con relación al conjunto de sus obras, ya que la inter (e intra) textualidad, la continuidad entre textos que parecen no concluir y extenderse los unos en los otros, el trabajo con las versiones contrapuestas y la disolución de la frontera entre realidad e imaginación dentro de los mundos narrados, pueden hacerse extensivas al conjunto de su obra. En definitiva, la re-creación (como acción de crear nuevamente pero también como esparcimiento, juego) que nos plantea Arenas en Celestino antes del alba, El palacio de las blanquísimas mofetas y Antes que anochezca, aúna lo autobiográfico y lo ficcional y nos permite pensarlo dentro de una misma serie.

 


Notas:

[1] Universidad Nacional de Mar del Plata

[2] Aludimos a la distinción entre el pacto novelesco atribuido a la ficción, el pacto referencial que propone en relación con la autobiografía y pacto fantasmático que se da en aquellas novelas que sugieren al lector ser leídas no sólo como ficciones sino como fantasmas reveladores del individuo; clasificación a la cual nos atendremos a lo largo de este trabajo (Lejeune, 1991).

[3] Hasson, 1996: 165.

[4] Ette, 1996: 101-102.

[5] Arenas, 1980: 100; Arenas, 2004: 18.

[6] Arenas, 1972: 19-20.

[7] Arenas, 1980: 48.

[8] Arenas, 2004: 37.

[9] Laddaga, 2007: 73.

[10] Lejeune, 1991: 52.

[11] Lejeune, 1991: 60.

[12] Genette, 1989: 10.

[13] Arenas, 1980: 286-303.

[14] Arenas, 1972:18.

 

Bibliografía

Arenas, Reinaldo (1972  [1967]) Celestino antes del alba. Buenos Aires: CEAL.

__________, (2001 [1968]). El mundo alucinante. Una novela de aventuras. Barcelona: Tusquets.

__________, (1980). El palacio de las blanquísimas mofetas. Caracas: Monte Ávila.

__________, (2003 [1991]). El asalto. Barcelona: Tusquets.

__________, (2004  [1992]). Antes que anochezca. Barcelona: Tusquets.

Ette, Otmar (1996 [1992]).  “La obra de Reinaldo Arenas: una visión de conjunto”. En Ette, O. (ed.) La escritura de la memoria. Reinaldo Arenas: Textos, estudios, documentación. Madrid: Iberoamericana,  (95-138).

Genette, Gerard (1989 [1983]). Palimpsestos. La literatura en segundo grado. Madrid: Taurus.

Hasson, Liliane (1996 [1992]).  “‘Antes que anochezca (Autobiografía)’: una lectura distinta de la obra de Reinaldo Arenas”. En  Ette, Otmar (ed.) La escritura de la memoria. Reinaldo Arenas: Textos, estudios, documentación. Madrid: Iberoamericana, (165-173).

Laddaga, Reinaldo (2007). Espectáculos de realidad. Ensayo sobre la narrativa latinoamericana de las dos últimas décadas. Rosario: Beatriz Viterbo.

Lejeune, Philippe (1991 [1975]). “El pacto autobiográfico”.  Suplemento Anthropos N° 29, (47-61).

 

[div2 class="highlight1"]Cómo citar este artículo:

BARBEIRA, Candelaria, (2012) “Desdecir los pactos: ficción y autobiografía en la escritura de Reinaldo Arenas”, Pacarina del Sur [En línea], año 3, núm. 12, julio-septiembre, 2012. ISSN: 2007-2309.

Consultado el Domingo, 6 de Octubre de 2024.
. Disponible en Internet: www.pacarinadelsur.comindex.php?option=com_content&view=article&id=479&catid=4[/div2]