Fiestas julias en rojo y negro. La mirada de socialistas y anarquistas sobre el centenario del congreso de Tucumán[1]

Julia parties in red and black. The look of socialists and anarchists on the centenary of the congress of Tucumán

Feriados Julias em vermelho e preto. O olhar dos socialistas e anarquistas no centenário do Congresso de Tucumán

Daniel Omar De Lucia

RECIBIDO: 02-12-2016 APROBADO: 19-12-2016

 

(A Eluney… ¡una nena que se las trae!)

Murmuras que no quieres ser patriotero, que
no tienes entusiasmo ni emoción ante las
ruinas mudas y los relicarios vacíos…Y si
yo te dijera que mirando el pasado, suele
descubrirse el porvenir. (Payró, Roberto;
“La Casa de la Independencia”)

 

Conflicto social y tensiones entre historia y política entre dos centenarios

El centenario de la declaración de la independencia Argentina en 1916 tomó al universo de las vanguardias obreras y las distintas corrientes políticas que las expresaban sumidas en un proceso transicional. Sin duda alguna la segunda década del siglo XX marcó una cierta declinación de la combatividad obrera en relación al periodo anterior a 1910, a caballo de ciertos cambios estructurales que comenzaban a verificarse en el seno de las clases subalternas. No obstante estamos hablando del movimiento obrero que en 1919-1922 volvería a protagonizar una serie de luchas de primera magnitud. Por otro lado no debiera perderse de vista que las clases dominantes y el estado nacional venían impulsando un proceso de ampliación de sistema político (Ley Sáenz Peña, 1912) que significó un replanteo de magnitud en las formas en que el bloque dominante ejercía su hegemonía. Proceso que obligó a las vanguardias a replantearse muchos esquemas ligados a la relación estado y sociedad y a las contradicciones entre las clases fundamentales.

 

El relato socialista sobre la independencia y la oposición mayo/julio

Tomando distancia del internacionalismo intransigente del primer socialismo, formado por grupos de inmigrantes organizados como secciones ultramarinas del socialismo de su país de origen, el partido fundado por Juan B. Justo había aceptado reconocer cierto valor a una identificación primaria con el principio de nacionalidad alejado de posiciones xenófobas, belicistas y de nostalgias tradicionalistas. Ya esto era visible en los congresos partidarios de fines de la primera década el siglo XX. En especial luego de la expulsión del grupo soreliano en el congreso de 1906. El PS comenzaba a desarrollar una versión propia de la “voluntad de nación” basada en la oposición “patriotismo sano y progresista” contra el nacionalismo chauvinista y retrógrado de la clase dominante criolla. Línea discursiva que se afirmaría aún más a partir de la ley Sáenz Peña y la integración definitiva del socialismo al espacio parlamentario burgués. En el plano de las relaciones entre historia y política en el espacio socialista se había mostrado un interés temprano por dar una versión propia básica de la historia del país en la conferencia de Juan B Justo sobre Teoría científica de la Historia y la Política Argentina (1898) que desarrollaba una interpretación marxistizante del proceso de ruptura del orden colonial entendido como un momento progresivo (fin del colonialismo, del monopolio, etc.). En un artículo publicado por Justo en el diario La Nación, con motivo del centenario de la revolución de mayo, se le reconocían más méritos al movimiento emancipatorio incluyendo la abolición de los sistemas de trabajo que cimentaban relaciones de producción pre capitalistas.[2]

La casa de la jura de la independencia antes de su reconstrucción en 1937
Imagen 1. La casa de la jura de la independencia antes de su reconstrucción en 1937

Para los socialistas de los años del centenario de 1910 la revolución de mayo había significado un momento decisivo en la historia del país. El jacobinismo expresado en el ideario y la acción de Mariano Moreno, Castelli, etc., era considerado un legado a ser rescatado por el socialismo como fuerza llamada a modernizar el país, tarea en la cual la burguesía criolla había fracasado. Como expresión de un interés historiográfico más especializado el estudioso socialista Del Valle Iberlucea daría a conocer en 1912 sus trabajos sobre la influencia del proceso constitucional gaditano en el ideario de la revolución de mayo.[3] Del Valle también exaltaría la figura de los jacobinos de la época de la independencia en distintos artículos aparecidos en la revista Humanidad Nueva, que nucleaba a intelectuales socialistas y liberales radicales. Esta publicación, dirigida por el propio Del Valle incluyó la reproducción de artículos de los diarios patriotas redactados por Bernardo de Monteagudo en 1812.[4] No obstante las aproximaciones socialistas a la historia del periodo independentista serían más remisas a incluir en el legado progresivo del proceso emancipador al congreso de Tucumán. En el esquema historiográfico del primer socialismo se tendía a ver el parte del proceso revolucionario en la Asamblea del año XIII que asumió el programa de los jacobinos radicales (abolición de la mita, la encomienda, secularización progresiva, ley de vientres, etc.) pero que no se animó a proclamar la independencia. El contexto de la reunión del congreso constituyente en 1816 estaría signado por el avance de tendencias oligárquicas, clericales y pro monárquicas alentadas por la restauración europea en el periodo 1814-1815. No es fácil encontrar en los primeros años veinte años de vida del socialismo argentino expresiones, no ya historiográficas, sino genéricamente culturales tendientes a resaltar de manera positiva los hechos de Tucumán en 1816.[5] En términos generales la oposición mayo/julio seguía marcando la postura de la historiografía socialista frente al Congreso de Tucumán al acercarse el centenario de la declaración de la independencia. A comienzos de 1916 un artículo del senador Enrique del Valle Iberlucea titulado El Partido Socialista y el momento histórico, se manifestaba optimista frente a los avances políticos y electorales del partido:

En realidad en el actual momento histórico, que prepara el triunfo del socialismo democrático, es una continuación y un complemento, por consiguiente, de los dos momentos históricos que a la larga hicieron posible la revolución de 1810 y la organización nacional después de la tiranía. Nada más nacional –por esto mismo entre nosotros que el socialismo democrático (Humanidad Nueva, 1916; p. 66).

Mario Bravo, Emilio Del Valle Iberlucea y Nicolás Repetto en las elecciones de 1913
Imagen 2. Mario Bravo, Emilio Del Valle Iberlucea y Nicolás Repetto en las elecciones de 1913

 

El centenario socialista y los límites del “nacionalismo progresivo”

Junto con una versión de la historia del proceso emancipatorio basada en el rescate selectivo de la revolución de mayo y el ideario de los jacobinos radicales el partido socialista sostenía una posición fuertemente crítica a las celebraciones patrióticas entendidas como un dispositivo chauvinista-militarista y reaccionario. Incluso esta posición había tenido un cierto endurecimiento alrededor de los años del centenario de 1910 en relación a la liturgia patriótica de la escuela estatal que se fortaleció luego de la llegada de J. M. Ramos Mejía y su equipo al Consejo Nacional de Educación en 1908. Como es obvio, la agitación chauvinista de 1910 que culminó con la quema de los diarios obreros en vísperas de los festejos del centenario contribuyó a generar un mayor rechazo en los ambientes de las vanguardias obreras frente a los festejos patrióticos. Como muestra señalemos que a fines de 1915 el órgano socialista La Vanguardia público un artículo en donde criticaba las fiestas de fin de año escolar con chicos vestidos como granaderos y niñas disfrazadas de damas antiguas y el recitado de la oración a la bandera.[6] Con esos antecedentes el socialismo acometería la tarea de fijar una posición ante los festejos oficiales del centenario de 1816 que, aunque sin el despliegue oficial de los festejos de 1910, no iban a pasar desapercibidos para la opinión pública. El gobierno de Victorino De La Plaza, pronto a entregar el poder al radical Hipólito Yrigoyen, preparó festejos relativamente austeros para julio de 1916. Así todo no falto la clásica parada militar, con su función de gala lírica, su tedeum, su desfile de delegaciones extranjeras, etc. De la misma manera los festejos capitalinos contaron con la participación de colectividades, escuelas, clubes y mucho público en general. Una de las figuras del quehacer nacional que participó en las manifestaciones populares fue el ex diputado Alfredo Palacios, expulsado un año antes de las filas del PS, y por ese entonces cabeza de un casi inexistente Partido Socialista Argentino, poco más que un aparato político formado alrededor de su figura. El presidente De la Plaza, oriundo de Salta, fue criticado en ámbitos de la elite tucumana que le atribuían su poco entusiasmo por los festejos del centenario a un encono localista contra la provincia mediterránea. En medio de la crisis de la economía azucarera el gobernador tucumano Ernesto Padilla venía preparando desde un año antes los festejos locales con toda pompa. Estos incluyeron ceremonias, desfiles, publicación de recopilaciones de documentos y obras históricas. También una función de gala en el teatro Odeón, reducto elegante de la elite provincial inaugurado en 1912, donde se ofreció una puesta de la opera Andrea Chenier con el célebre tenor italiano Tito Ruffo en el papel principal. En materia edilicia se inauguró el Parque 9 de Julio, el museo de la casa del obispo Colombres, iniciador de la industria tucumana del azúcar y congresal en 1816, y el museo de bellas artes. Los festejos tucumanos contaron también con la participación de distintas instituciones estatales y la sociedad civil (Universidad Nacional de Tucumán, Sociedad Sarmiento, colectividades extranjeras, diarios, logias masónicas, etc.). Para los días del centenario la capital tucumana fue sede del IV Congreso Latinoamericano de Ciencias Sociales que convocó a numerosos estudiosos nacionales y de otros países del continente.

El gobernador Padilla e invitados internacionales en julio de 1916
Imagen 3. El gobernador Padilla e invitados internacionales en julio de 1916

La iniciativa política más importante del socialismo en relación con los festejos del centenario de 1816 recayó en el grupo parlamentario que el partido había logrado formar a partir de 1912. En julio de 1915 el grupo parlamentario socialista en pleno presentó un proyecto que encomendaba al Consejo Nacional de Educación de Educación la creación de cien escuelas nacionales a lo largo del país, como forma de festejar de manera constructiva el centenario de la declaración de la independencia. El proyecto preveía que las nuevas escuelas estuvieran listas para empezar a funcionar en el ciclo lectivo de 1918. Al acercarse la fecha del centenario el órgano oficial y varias publicaciones afines al socialismo presentaron dicho proyecto como la mejor expresión de un “nacionalismo progresivo” opuesto a los festejos oficiales.[7] Justo aclaró en el discurso con el que apoyaba su proyecto que los socialistas no despreciaban los símbolos nacionales pero que no querían que la conmemoración de la independencia se limitara a una cuestión de símbolos. En esa perspectiva reafirmaba la visión historiográfica básica sobre la oposición 1810/1816:

Desde luego declaro que creemos de más significado el 25 de mayo, porque del 25 de mayo al 9 de julio hay una distancia que media ante el hecho y un simple enunciado; y nosotros estamos siempre y en primer lugar por el hecho. Pero también ese enunciado tuvo importancia en las relaciones de este pueblo con los pueblos extranjeros y deseamos que se celebre su centenario en la forma que proponemos, porque consideramos que lo proyectado hasta ahora en ese sentido es pequeño y mal encaminado (Justo, 1933; pp.82-83).

 

Como es obvio, los festejos oficiales se llevaban adelante y no eran indiferentes a las masas, razón por la cual el socialismo no podía dejar de fijar posición frente a ellos. Al comenzar la semana previa al 9 de julio La Vanguardia publicó un artículo en donde sostiene: “Estamos en pleno compás de espera patriótica. La conmemoración del 9 de julio, día de nuestra emancipación política, impone una tregua a los afanes y manejos a la politiquería “tradicional o regeneradora” (LV; 2/7/1916; El centenario y la política). El articulista sostenía que tanto conservadores como radicales, ambos protagonistas de la transición gubernamental de ese año, habían hecho las paces durante el “paréntesis patriótico”. No obstante el órgano socialista le dedica un párrafo especial al partido que se preparaba ese año para acceder por primera vez a la cima del gobierno nacional:

Solo el radicalismo que, a falta de otras orientaciones, hace política del patriotismo, aprovecha la ocasión del centenario para hacer la reclama partidaria. Varios comités han organizado manifestaciones y asambleas públicas, a base de bandas y banderitas y de sus creadores más vehementes. ¿Porque no aprovecharan los radicales esta ocasión del centenario para hacer hablar al señor Yrigoyen sobre sus vistas o sus proyectos gubernamentales? (Ídem.)

 

En el mismo tomo de oponer patrioterismo y verborragia a la acción concreta y constructiva el día 4 de julio el órgano socialista incluye los textos de todos los proyectos de legisladores socialistas puestos bajo la advocación del centenario de la independencia: a) Juan B. Justo sobre la creación de las 100 escuelas; b) Enrique Dickman sobre impuesto a las sociedades anónimas con casa central fuera del país y que tributan a gobiernos extranjeros; c) Antonio de Tomaso sobre obligaciones de las sociedades extranjeras que explotan servicios públicos; d) Ángel Giménez sobre el establecimiento de órdenes religiosas; e) Augusto Bunge sobre alojamientos higiénicos para obreros, f) Antonio Zacagnini para establecer un impuesto territorial a propietarios con domicilio en el extranjero y; g) Enrique del Valle Iberlucea sobre represión del alcoholismo en el territorio nacional.[8] De mientras se seguía criticando a los festejos y, como no podía ser menos, también hubo algún golpe contra el clero y sus cordiales relaciones con el gobierno nacional. El 7 de julio La Vanguardia informaba que el Vaticano, en vísperas del centenario del 9 de julio de 1816, había elevado su representación diplomática en la Argentina al rango de nunciatura. El órgano socialista comentaba la oropelesca visita del nuncio Monseñor Vasallo que llegó a la casa de gobierno en una carroza tirada por cuatro corceles y el edecán presidencial para entrevistarse con el “Dr. Confucio” (Victorino de La Plaza):

Previas las presentaciones y formulismos del caso, se pasó al número de los discursos. Monseñor Vasallo hizo gala de sus profundos conocimientos de nuestra historia elogiando la intervención del clero en la obra de la independencia argentina. Pero silencio que la idea dominante del clero era entonces la de cortar toda relación con el papado, porque éste era aliado de la monarquía española, y que ésta idea se mantuvo hasta que los constituyentes de 1853 sancionaron nuestra actual carta magna (LV; 7/7/1916; El Vaticano y el centenario de la independencia argentina).

Festejos oficiales del 9 de julio de 1916
Imagen 4. Festejos oficiales del 9 de julio de 1916

El órgano socialista criticaba al gobierno nacional por su acercamiento al clero y lo acusaba de hacer concesiones al Vaticano a cambio del nombramiento de un cardenal argentino para emular a Brasil que hacía poco había conseguido un capelo para uno de sus obispos. El mismo día otros sueltos del diario comentan el carácter litúrgico y patriotero de los festejos que se habían realizado en la capital de la provincia de Buenos Aires. No obstante esta línea antipatriotera del socialismo comienza a presentar algunas fisuras en su andamiaje discursivo. Unos días antes La Vanguardia comentaba el carácter de los festejos de la semana del centenario en distintos puntos del país. Le concedía un particular interés a los pomposos festejos en Tucumán donde el gobernador Padilla había comenzado los fastos inaugurando un tranway rural con trayecto hacia la sierra del Aconquija. También se ocupaba de los festejos en la capital del territorio del Chaco. Decía que las ceremonias en la capital del territorio comenzarían el día 6 y que – ¡oh sorpresa! – el gobernador Uriburu podría llegar a estar en el palco acompañado por el intendente socialista de Resistencia el farmacéutico ítalo-argentino Juan Govi.[9] El día 9 de julio de 1916 La Vanguardia le dedicó bastante espacio a la fecha que se conmemoraba. El órgano partidario reprodujo el texto del Acta de la independencia, junto a un retrato de Narciso Laprida y un fragmento de la Historia Constitucional de Luis V. Varela sobre el congreso de 1816. También publicó el texto del discurso de Juan B Justo en la cámara de diputados fundamentando su proyecto de creación de escuelas, seguido de los discursos de los otros diputados socialistas fundamentando sus proyectos para el centenario. Pero el principal contenido de ese día en relación a la fecha nacional fue un extenso editorial que comenzaba diciendo:

Hoy hace cien años que los congresales reunidos en Tucumán resolvieron declarar a las provincias unidas de América (y no del Río de La Plata) “libre e independientes de los reyes de España y su metrópolis”. Se legalizaban así, diremos, los hechos que se habían desarrollado en la ciudad de Buenos Aires en mayo de 1810, a raíz de los sucesos de la península, y cuya repercusión se había llevado al interior por medio de expediciones militares improvisadas. La declaración, solemne y formal, no dijo absolutamente nada de la forma de gobierno que se quería adoptar, porque de la opinión de los hombres públicos influyentes en el seno de la asamblea y fuera de ella hallábase decidida, mereciendo la forma monárquica simpatías y adhesiones no disimuladas. El valor de aquel acto está, pues en haber proclamado que desde aquel momento estas “provincias”, la nación no existía entonces con un concepto definido, a causa de las hostilidades y separaciones regionales -quedaban desligadas de toda soberanía extraña, libradas a su propia suerte y dispuestas a hacer respetar ese estado de cosas por todos los medios posibles” (LV; 9/7/1916; 9 de julio de 1816).

Juan B. Justo durante la represión del centenario de 1910
Imagen 5. Juan B. Justo durante la represión del centenario de 1910

Desarrollando una línea de interpretación que estaba implícita en los trabajos historiográficos previos del socialismo se avanzaba un poco más reivindicando el hecho político del congreso de Tucumán y la declaración de la independencia como continuidad del proceso de mayo de 1810. Pero se propone pensar a julio de 1816 como un puerto de partida más que como un puerto de llegada. La nación no fue creada en 1816 y eso se manifestó en el largo periodo de las guerras civiles que le siguió. Avanzando en el esquema de ligar mayo de 1810 con la constitución de 1853 el articulista de La Vanguardia buscaba también establecer la ligazón de julio de 1816 con los constituyentes de Santa Fe: “La constitución nacional de 1853, que no pasó sin algunas dificultades posteriores, pero que no dejó de estar en vigencia desde entonces un solo momento, completo –casi cuarenta años después– la obra del Congreso de Tucumán” (Ídem.). De ahí en más el ideario de Alberdi, el fomento de la inmigración, de la agricultura, la reciente efectividad del sufragio fueron forma de hacer “nacionalismo progresivo”. Legado que, en el presente, el socialismo pretendía representar mejor que nadie: “Seamos dignos de la independencia, continuándola en la obra política y social de hoy, sin miedo al privilegio, al prejuicio y a los intereses creados” (Ídem.).

 

El “nacionalismo progresivo” y la izquierda del socialismo

Esta posición ante los festejos del centenario de la declaración de la independencia que el socialismo presenta de cara a la sociedad refleja de manera indirecta ciertas tensiones político-ideológicas hacia el interior partidario. Desde 1912 se venía formando en el seno del PS una oposición de izquierda con fuerte presencia en el frente juvenil y en algunas agrupaciones gremiales. Esta corriente criticaba algunos aspectos del programa partidario y las tendencias reformistas de la conducción partidaria a la vez que buscaba resaltar la identidad clasista del partido y la filiación programática marxista del mismo. Como se sabe esta corriente terminaría protagonizando las escisiones de 1918 y 1921 que darían origen al Partido Socialista Internacional, luego Partido Comunista Argentino. En 1916 esta disidencia latente se manifestó en los debates del congreso de las juventudes socialistas en mayo de ese año y en el congreso partidario que se realizó en la ciudad de Pergamino en julio. El Congreso de las Juventudes incluyó, entre otros tópicos más centrales, el debate sobre el posicionamiento del partido ante las fiestas patrias y la historia argentina. El diario Adelante, órgano de la juventud y vocero oficioso de la disidencia de izquierda en el PS, había comenzado a salir de manera discontinua, en el año 1916. En los números que se publicaron durante la realización del congreso de juventudes las páginas Adelante incluyeron varios artículos sobre la misión de la juventud en la propaganda antimilitarista, contra el patriotismo chauvinista, de denuncia de la guerra mundial, y propiciando la ayuda a los conscriptos víctimas de los abusos militares, etc. Comentando las sesiones del congreso de las juventudes el periódico resaltaba el fuerte debate que se desarrolló alrededor de una declaración sobre las fiestas mayas y su significado. La propuesta de resolución del sector mayoritario de la juventud proponía:

El primer congreso de las J. S: reunió el 25 de mayo de 1916, fecha que la clase dominante argentina aprovecha para explotar la falsa idea del patriotismo con el objeto de levantar barreras infranqueables para la fraternidad entre los pueblos y para afianzar el militarismo que es la institución en la que se apoya la misma clase dominante para la defensa de sus  privilegios, declara que la mejor forma de combatir esas ideas estriba en intensificar la propaganda socialista aprovechando la oportunidad de las fiestas patrias! (Adelante; 10/6/1916; Diversas resoluciones).

 

La otra propuesta presentada por la minoría proponía:

El Primer Congreso de las Juventudes Socialistas de la R.A. reunión en la ciudad de Buenos Aires, reconociendo el valor real que tiene la fecha que hoy (25 de mayo) conmemora el país, y teniendo en cuenta que la mejor forma de realizar tal conmemoración es garantizar el libre desenvolvimiento de todas las fuerzas sociales, políticas y económicas que en él actúan, resuelve, haciendo uso de su derecho constitucional, dirigirse al congreso de la nación formulando las siguientes peticiones: 1. Que sean derogadas las leyes de orden social y residencia; 2. Que sea derogado el artículo 11 de la ley de jubilaciones y pensiones para Ferroviarios y; 3. Que la cámara resuelva favorablemente el proyecto del diputado Justo tendiente a construir 100 edificios para escuelas de instrucción primaria (Ídem.).

 

Es más que obvia la tensión entre la denuncia a los festejos del 25 de mayo como chauvinismo clasista y usarlo para intensificar la agitación anti patriótica y la propuesta de asociar los festejos con obras legislativas positivas que, según vimos, era la posición de la conducción partidaria y el grupo parlamentario socialista. El tema se volvió recurrente en las páginas de Adelante a medida que se acercaba el centenario del 9 de julio. A fines de junio un artículo firmado por Luis Koifman, futuro militante del comunismo y luego del primer trotskismo argentino, intentaba fijar su posición frente a la algazara patriotera que se iba incrementando:

El patriotismo se reduce a los gritos más o menos sinceros, que vivando la patria, se articulan dos o tres días determinados del año; el patriotismo no consiste en usar escarapelas ni en pronunciar ardientes discursos; el patriotismo es la acción y la labor constante de todo el año (A; 25/6/1916; Patriotismo).

 

En la misma fecha otro artículo de Amadeo Zeme hacia un planteo más crítico de las expresiones patrióticas. Sostenía que las manifestaciones populares del último 25 de mayo habían estado protagonizadas por un grupo de “hijos de papa” envenenados por el militarismo más elemental. Zeme recordaba la represión durante el centenario de 1910 y afirmaba que la propaganda anti militarista se hacía cada vez más necesaria ante el lamentable espectáculo de la guerra en Europa:

…y mientras la turba nacionalista recorría la iluminada avenida de mayo cantando himnos guerreros, la juventud socialista de la republica argentina había cumplido uno de sus grandes deberes, y tranquila, serena, llena de fe, de amor y del entusiasmo, entonaba el himno de la internacional, himno de la unión de todos los trabajadores (Ídem.; La sana orientación ha triunfado (Ídem.).

 

En julio, durante los festejos del centenario, el órgano juvenil no salió a la calle. En agosto la reaparición de esta publicación coincidió con el momento de la evaluación del congreso partidario reunido en Pergamino donde la cuestión del nacionalismo había vuelto a ser motivo de controversia. Distintos artículos aparecidos en Adelante criticaban la pretensión de la conducción partidaria de distinguir un supuesto “nacionalismo progresivo” frente al nacionalismo chauvinista de las clases altas. El más interesante desde el punto de vista de las relaciones entre historia y política fue escrito por N. di Palma. Este criticaba severamente los discursos de los miembros de la conducción socialista que hablaban de “patriotismo sano e inteligente” con el que habría que convivir para poder desarrollar una conciencia internacionalista “práctica e inteligente”. Di Palma buscaba inscribir esta discusión en el socialismo local con el debate que desde el comienzo de la primera guerra mundial dividía al movimiento socialista a nivel mundial. (Oposición entre la Conferencia de Zimmerwald y la Conferencia de La Haya). Di Palma criticaba la pretensión expresada por varios oradores del congreso partidario, de que el socialismo fuera la continuidad histórica de los “hombres que forjaron la nacionalidad” y la política liberal avanzada de la burguesía. Para criticar este esquema de ruptura/continuidad del proyecto socialista con la trayectoria del estado argentino, que no era tan nuevo en las filas del PS, Di Palma cita el folleto de Juan B Justo del centenario en donde este resaltaba el carácter de clase de la revolución de mayo.[10] En el mismo sentido se pronunciaba la revista Crítica Socialista también ligada a la izquierda partidaria y que solía publicar artículos contra el patrioterismo escolar.[11] En un editorial sobre el Congreso de Pergamino, firmado por Guido Anatolio Cartey, director de la revista, se realizaba una crítica más completa que la de Adelante a las posiciones de los oradores ligados a la conducción justista. Cartey analizaba el discurso de Alberto Palcos, referente de la izquierda socialista, contra el “doctorismo” partidario preso de una concepción electoralista. También llamaba a repudiar las tendencias “nacionalistas sanas” en el seno del socialismo y reivindicaba el programa internacionalista.[12] No fue bien visto en la izquierda socialista que el congreso partidario reunido en Pergamino, durante los días del centenario, adhiriera a los festejos.

Boleta electoral del Partido Socialista Internacional, fundado en 1918 por los disidentes de izquierda del PS
Imagen 6. Boleta electoral del Partido Socialista Internacional, fundado en 1918 por los disidentes de izquierda del PS

 

Centenario y mirada ecléctica del socialismo como cultura plural

En el espacio del socialismo como corriente partidaria y como cultura política el tema del centenario de la independencia conoció expresiones menos orgánicas que las que expresaban las posiciones del oficialismo partidario o de los disidentes de izquierda. La revista Nuevos Tiempos, dirigida por Esteban Giménez, sostenía posiciones políticas y doctrinarias más cercanas a la conducción socialista. Pero, en su carácter de revista de cultura socialista orientada al tratamiento de temas generales (cultura, arte, filosofía, etc.), solía expresar puntos de vista más versátiles que los que se encontraban habitualmente en las páginas de La Vanguardia en tanto que órgano partidario oficial. En el año 1916 en las páginas de Nuevos Tiempos se hizo la reseña tanto del congreso de las juventudes como el congreso partidario en un tenor muy distinto al de las páginas de Adelante y Crítica Socialista. En junio de 1916 un artículo lamentaba que el congreso de juventudes no se hubiera apoyado la creación de milicias ciudadanas que, según los redactores de la revista, hubiera sido una reforma progresiva. Dicho artículo era seguido de un fragmento del folleto de Juan B. Justo de 1898 señalando los factores económico-sociales presentes en la revolución de mayo y los aspectos progresivos del movimiento juntista de 1810.[13] El 1 de julio el editorial de NT estuvo dedicado al centenario:

La Republica Argentina va a cumplir el primer centenario  de la confirmación de su Independencia resuelta ya de hecho el 25 de mayo de 1810. Acontecimiento revolucionario de indudable trascendencia histórica no ha dado aún todos los frutos deseables. Hay que hacer mucho para que las bases de la nacionalidad sean firmes y anchas. Libertados del yugo económico y político de una monarquía decrépita, incapaz y corrompida, no lo estamos aún de la tiranía de los monopolios y de ciertas empresas extranjeras; y la libertad de comercio que el régimen colonial negaba a este país como un crimen. ¿No está hoy casi igualmente prohibida de hecho por los trabas aduaneras? De la barbarie y la rutina ancestral sobran vestigios. En 1910 asistimos a la quema y destrucción de imprentas; hoy, en plena capital de la república, la amenaza, la violencia y el crimen son armas políticas que esgrime el fanatismo excitado por otros medios. Ningún fenómeno tan importante y halagador en esta fecha, como el afianzamiento de la democracia social obrera en un movimiento que por su forma y su fondo nos aproxima a las finalidades más altas. Afirmamos nuestro sano y fecundo patriotismo, que no tiene nada en común con el patriotismo verbal de la clase dirigente: este se satisface con placas, banderas y declamaciones; el nuestro quiere millares de escuelas para que proclamemos ante el mundo nuestro anhelo de servir al pueblo inteligente y culto (NT; 1/7/1916; Centenario; p. 108).

 

Esta línea claramente solidaria con el esquema nacionalismo progresivo vs nacionalismo tradicionalista desarrollaba un poco más que el editorial de La Vanguardia del 9 de julio de 1816 la reivindicación del congreso de Tucumán y el proceso de declaración de la independencia. Aunque tampoco eludía la comparación por oposición con la realidad de la Argentina oligárquica del centenario. Esta línea sería continuada en los números siguientes de la revista con artículos que reivindicaban las ya mencionadas iniciativas parlamentarias socialistas para la fundación de escuelas y otras reformas y resaltaban la realización del Congreso Americano del niño en Buenos Aires, coincidente con la conmemoración del centenario del 9 de julio de 1816.[14] NT reprodujo el texto de un proyecto sobre conciliación de conflictos entre obreros y patrones presentado por el médico y legislador socialista Adolfo Dickman en el Congreso de Ciencias Sociales reunido en Tucumán en julio de 1916.[15] Como algo realmente digno de resaltar es la aparición en las páginas de esta revista de un artículo titulado Los dos patriotismos, debido a la pluma del filósofo español José Ortega y Gasett. El autor de La Rebelión de las Masas estaba en ese entonces de visita en Buenos Aires cuando, lejos aún, del liberalismo conservador de sus años de madurez, sostenía posiciones socialistas liberales.[16] En agosto y septiembre de ese año polemizarían Alberto Palcos y la redacción de Nuevos Tiempos alrededor de las posiciones sostenidas por el primero en el congreso partidario de Pergamino.[17]

Portada del tratado de Alberto Palcos sobre la obra de Esteban Echeverría
Imagen 6. Portada del tratado de Alberto Palcos sobre la obra de Esteban Echeverría

La versatilidad de Nuevos Tiempos, publicación no oficial pero identificada con el espacio partidario socialista, es menor al de las publicaciones representativas de ámbitos de lo que en ese entonces se denominaba el “socialismo de cátedra”. La publicación literaria Nosotros, dirigida por el socialista Roberto Giusti, publico en junio de 1916 un extenso editorial sobre el eminente centenario de la declaración de la independencia:

La republica celebrara dentro de pocos días la fiesta centenaria de su independencia. Conmemorara una fecha simbólica de la patria y el triunfo de una causa de justicia Humana. ¿Qué corazón no se llena de sol ante esas rememoraciones de los pasos trascendentales de los pueblos hacia aquel porvenir lejano que todos soñamos, en el cual la humanidad ha de encontrar su razón de vivir sobre la tierra? Las almas simples festejan con jubiloso orgullo el pasado glorioso, como es humilde y difícil el nacimiento de las cosas grandes. El historiador explica, y cuya plena significación sobre el filósofo alcanza. Pero aquellos para quienes se ha hecho el reino de los cielos, después de haber saldado recurrentes la obra de los padres que colocaron la primera piedra del futuro edificio, se preguntan dudosos y tristes. ¿Hemos proseguido dignamente la obra? Si es verdad que los próceres que hicieron la patria, pusieron fe, entusiasmo, abnegación y valor en la empresa magna, es el mejor homenaje a su memoria, la voluntad unánime de los argentinos de poner iguales virtudes en la solución de las graves cuestiones del día, pues no hay época que no tenga que descargar de su fardo de prejuicios y errores, y libertarse de alguna esclavitud (Nosotros; 06/1916; Nuestra fiesta centenaria; p. 226).

 

El contenido y la interpretación del proceso de la independencia que se desprende de este fragmento no difieren tanto del editorial de Nuevos Tiempos. Pero su tono es distinto. Más literario. Menos ligado a las tensiones del presente y menos condicionado a la necesidad de defender una posición política. Con menos respuestas que preguntas, dejándole más margen al lector para cargarlo de sentido. Esta mayor versatilidad se refleja también en la forma que Nosotros hizo la reseña de una serie de eventos ligados, de una u otra manera, a los festejos del centenario. Estas incluyeron un artículo del sociólogo positivista Alfredo Colmo comentando las sesiones del Congreso de Ciencias Sociales realizado en Tucumán.[18] También la reproducción de un trabajo sobre el panamericanismo presentado por el jurista liberal Antonio Dellepiane. Este artículo con una fuerte crítica a la doctrina Monroe (“América para los americanos”), pero también a la doctrina Drago (“América para la humanidad”), proponía la consigna: “América para la civilización”. Tema que es inseparable de la ocupación de Republica Dominicana el 13 de mayo de 1916 por tropas norteamericanas llegadas desde la republica de Haití, también ocupada por los imperialistas yanquis desde 28 de julio de 1915. La ponencia de Dellepiane fue el puntapié para una declaración del Congreso en pleno cuyo punto I resolvía: “Envíese un telegrama a los gobiernos americanos declarados en los siguientes términos: al iniciar sus sesiones el congreso americano de ciencias sociales reunido en Tucumán con motivo del centenario de la independencia Argentina, formula ardientes votos por la unión, la paz y la solidaridad de todas las naciones de América, a fin de que esta pueda llenar con amplitud la misión civilizadora que le está señalada en el mundo”.(N, 07/1916; El panamericanismo. Concepto y doctrina; pp. 5-12). También la revista reprodujo el texto del ya mencionado trabajo de Adolfo Dickman sobre arbitraje obrero-patronal y un ensayo sobre profilaxis social, enfermedades venéreas y prostitución presentado por Juan Tumburus, bibliotecario de la facultad de Medicina de la UBA.[19] Ambos presentados en el congreso del centenario tucumano. De la misma manera Nosotros incluyó una reseña del Congreso Americano del Niño que sesionó en julio de 1916 en Buenos Aires en el teatro Colon y en la Facultad de Medicina. El evento que reunió educadores, médicos y demás especialistas llegados de todo el continente y del interior del país fue comentado en estos términos:

Han asistido delegados de la vigorosa y democrática Estados Unidos de Norte América, del noble y generoso Brasil, de las repúblicas hermanas por excelencia, hermanas desde los ideales revolucionarios de la independencia: Chile, Perú, Paraguay, Bolivia; delegados de las repúblicas donde se está gestando la raza nueva, delegados de la pequeña Francia americana, el Uruguay, y todos ellos han contribuido a estrechar los lazos del soñado internacionalismo (que no es la destrucción de las naciones sino su afianzamiento), de los que luchamos por un Argentina grande, fuerte en ideales, capaz de seguir la ruta que luminosamente le trazaran los ilustres varones de 1810 y 816 (N; 07/1916; p. 66).

Alfredo Colmo
Imagen 7. Alfredo Colmo

Muy consustanciada con esta cultura de congresos y eventos, tan propia del “socialismo de cátedra”, Nosotros fue en agosto de 1916 organizadora de un banquete homenaje a los intelectuales españoles que habían visitado la Argentina con motivo del centenario de la independencia. Ellos eran el ya mencionado José Ortega y Gasset, su padre el escritor y periodista José Ortega y Munilla, y el poeta de izquierdas Eduardo Marquina. A este evento asistieron: Antonio Dellepiane, Alfredo Bianchi, Manuel Gálvez, José Ingenieros, Avelino Gutiérrez, Ángel Estrada (hijo), Augusto Bunge, Leopoldo Maupas, Enrique Dickman, Fupo Testena, Álvaro Melian Lafinur, Pedro Miller Obligado, José Pardo, Cándido Villalobos, Carlos Muzzio Sáenz Peña, Emilio Ravigñani, Coroliano Alberini, Nicolás Coronado, Julio Noé, Roberto Gache, Santiago Baque, Américo H Albino, Carlos S Malagarriga, Ernesto Laclau, Alberto Meyer Arana, José Gabriel, Carmelo Bonet, Luis Mataharan, Horacio Ramos Mejía, Tomás Casares, José M. Monner Sanz y Pedro González  Casteill. Como se ve un poco de todo: socialistas, liberales, positivistas, antipositivistas, escritores, historiadores, españoles progresistas y hasta algún hispanista católico de “colado”. Los discursos principales corrieron a cargo de los dirigentes socialistas presentes. Cabe destacar, que en esos días posteriores al centenario de la independencia el diputado socialista Enrique Dickman hizo el elogio, frente a los visitantes españoles, de la herencia cultural cervantina como un elemento que ayudo a cimentar el crisol cosmopolita de la Argentina.[20] Un discurso que, entendemos, difícilmente el Dr. Dickman hubiera dado, en esos días, en un congreso partidario u otra tribuna de ese tipo. En el número de octubre Nosotros reprodujo una carta con el homenaje de una serie de intelectuales españoles a la república Argentina con motivo del centenario de la independencia. La nota estaba firmada, entre otros, por el Conde de Romañones, Rafael María De Labra, Rafael Altamira, Azorín, Ortega Munilla, Miguel de Unamuno, etc.[21]

Ricardo Rojas
Imagen 8. Ricardo Rojas

Nos queda por último señalar la presencia del tema del centenario en otra publicación ecléctica que se inscribía en el espacio de lo que se conocía como “socialismo de cátedra”. Nos referimos a la Revista de Filosofía, Ciencias, Cultura y Educación, publicada por José Ingenieros, que vio la luz en 1915. La publicación, independiente, pero solidaria con muchas posiciones de la conducción socialista, reprodujo en sus páginas, en el segundo semestre de 1915, el proyecto de Juan B. Justo de la creación de escuelas para conmemorar el centenario de la independencia.[22] En ese mismo número apareció una nota firmada por el liberal georgista Nicanor Sarmiento, ex afiliado socialista, comentando una circular de la comisión ejecutiva del congreso americano de Bibliografía e Historia que debía realizarse en Buenos Aires en julio de 1916. Se trataba de una iniciativa de la Asociación Nacional de Bibliotecarios. En las páginas de la revista se reproducía el texto de la circular.[23] Esta iniciativa se llevó a cabo entre el 6 y el 10 de julio de 1916 en Buenos Aires. Reunió delegados de varios países latinoamericanos y de España. Entre sus iniciativas incluyó la propuesta de creación de un Instituto Bibliográfico con sede en Buenos Aires y una revista especializada sobre el tema.[24] La reseña de este evento, que no fue comentado en las otras publicaciones socialistas, refleja el interés más específico por los temas históricos de una publicación ecléctica como la de Ingenieros. La Revista de Filosofía… comentó, en tono elogioso, la aparición de los tres tomos de la obra de Ricardo Rojas Archivo Capitular de Jujuy, una compilación de fuentes históricas seguida de estudios sobre el origen de la bandera y el federalismo argentino. En esta publicación, donde también colaboraban algunos miembros de lo que se terminara conociendo como Nueva Escuela Histórica, se calificaba al libro del escritor santiagueño, criticado y valorado a la vez en el medio socialista, como el principio de una nueva posible interpretación de la revolución de mayo.[25] En 1917 esta publicación comentaría la aparición del nuevo libro de Rojas; La Argentinidad, que subsumía varios ensayos y contenidos de la obra anteriormente citada.  Lo interesante es que en este caso, el comentarista anónimo, resaltaba justamente la filiación nacionalista de la obra de Rojas, citando incluso su libro La Restauración Nacionalista (1909) que en su momento había sido comentado en tono muy crítico en los medios socialistas.[26] Lo anterior nos permite medir el grado de pluralismo de la revista creada por Don José Ingenieros.

Reedición de la Revista de Filosofía
Imagen 9. Reedición de la Revista de Filosofía, Cultura, Ciencias y Educación de José Ingenieros

No podemos terminar este punto sin recordar que sería justamente José Ingenieros quien diera a conocer un “contra relato” historiográfico del Congreso de Tucumán, alrededor del centenario del 9 de Julio. En la Evolución de las Ideas Argentinas (1918) Ingenieros desplegaría un análisis del proceso de la declaración de la independencia claramente en tensión con la visión de la historia oficial pero, sin terminar de identificarse tampoco con la mirada historiográfica del socialismo partidario sobre este tema. Ingenieros oponía la Asamblea del año XIII (imbuida del ideario jacobino, expresión de la minoría revolucionaria y su ala radical) al Congreso de Tucumán (congreso conservador, copado por la ideología monárquica y clerical y expresión de los círculos oligárquicos del interior). En Tucumán en 1816 se había clausurado definitivamente el proyecto reformador de mayo y si no se perpetuó una solución neo colonial y monárquica fue porque los planes de los diputados reaccionarios del Alto Perú y el NOA carecían de consenso en buen parte del territorio del ex virreinato del Río de La Plata. Para Ingenieros solo una minoría porteñista, expresión del jacobinismo residual, había luchado en el congreso por una solución independentista y republicana. Calificaba el apoyo de San Martin y Belgrano al proyecto de monarquía indígena de ingenuidad. Fiel a los esquemas racistas que atraviesan casi todo su opus, Ingenieros calificaba a los indígenas y mestizos del interior como una “masa de maniobra” de los círculos “feudales” del interior. Elogiaba al bonaerense Anchorena y el sanjuanino Oro por su oposición al establecimiento de la monarquía. Apartándose, parcialmente de su visión hostil a las montoneras, rescataba el republicanismo anti monárquico de los caudillos del litoral como una fuerza que hizo fracasar los proyectos monárquicos. El contra relato de Ingenieros, parte del último gran intento de escribir una síntesis de la historia Argentina partir de un esquema positivista, levemente marxistizante, representaba una visión diametralmente opuesta al que la historiografía oficial había trazado desde la organización nacional y estaba desarrollando, con particular énfasis, a partir de un trabajo de rescate de fuentes y análisis en los años del centenario. Pero también, se apartaba, en varios puntos, con la más modesta visión de la historiografía socialista sobre el proceso emancipatorio de 1816.[27] Agreguemos que pese a cierto punto de inflexión que era verificable para el centenario de 1916, la historiografía socialista más elaborada tardaría bastante de incorporar de manera plena al congreso de Tucumán entre los episodios claves de su versión de la historia nacional. El socialismo de los años 30 marcará un cierto viraje en ese sentido que se acentuaría en los años del primer peronismo. Finalmente sería el socialismo liberal, que protagonizara la ruptura partidaria de 1957, el que pasará a elogiar al congreso de 1816 como un episodio mayor de la historia argentina. Pero esa ya es otra historia.[28]

José Ingenieros
Imagen 10. José Ingenieros

 

Ácratas y sindicalistas entre dos centenarios

La cantidad de textos provenientes del campo anarquista y sindicalista sobre el centenario del 9 de julio de 1816 es más modesta que el corpus socialista al respecto. Sin embargo, en algunos aspectos, quizás reflejen un panorama más complejo que el del campo socialista. Las corrientes antiestatistas, ajenas y aún hostiles, a cualquier concepción nacionalista habían siempre presentado un frente de oposición radical a la conmemoración de los festejos patrios. Por otro lado, la casi nula producción historiográfica en la Argentina ligada al campo ácrata o sindicalista marco un vacío alrededor del tema. Como se sabe la FORA anarquista había contemplado los festejos del centenario de la revolución de mayo como una posibilidad para agitar contra la política represiva del gobierno de Figueroa Alcorta, La ley de Residencia y conseguir la libertad de los presos de las agitaciones de 1909. El llamado a la huelga general para arruinar los festejos de mayo de 1910 derivó en una represión generalizada, la quema de los diarios obreros y el dictado de la Ley de Defensa Social. Desde un año antes del centenario de 1910 la publicación literaria anarquista Ideas y Figuras, dirigida por el poeta Alberto Ghiraldo, se venía animando a opinar sobre la particularidad de la relación entre historia y política en una coyuntura tan particular como la marcada por el centenario. En junio de 1909 un artículo firmado Eduardo Talero satirizaba el “patriotismo” de la Argentina oficial y hacía la siguiente reflexión sobre el encargo de estatuas y monumentos conmemorativos por parte del gobierno: “Con motivo del centenario, nos ha dado por la marmolería; y en tanto que los cinceles industriales resuenan en las canteras de ultramar, las plumas de los escritores rehúyen atreverse contra la policía de los archivos de mayo”.(IYF; 3/6/1909; Patriotas de hoy) En vísperas de la huelga general convocada para mayo de 1910 la publicación de Ghiraldo llamaba a festejar “la libertad con más libertad” en un muy tímido intento de sintonizar con la atmosfera que se está viviendo aún desde una perspectiva antagónica.[29] Luego del paréntesis sufrido por el estado de sitio que se decretó días antes del centenario Ideas y Figuras volvería en octubre de 1910 con un editorial dedicado a las pasadas fiestas mayas.  Luego de realizar una severa crítica de la represión que vivieron los sindicatos y diarios proletarios el artículo desarrollaba la idea que la represión que había seguido al ajusticiamiento del carnicero Falcón por Radowitzky había insuflado en los “pechos de nuestros trabajadores” un espíritu de rebeldía que, a su manera, sintonizaba con los festejos del centenario:

Se iba a celebrar con toda grandeza el recuerdo glorioso de la revolución libertadora y a rendir homenaje magno a los hombres que la realizaron. Lógico era, pues que los creadores de toda la riqueza del país, los productores, tuvieran su hora de regocijo y felicidad (IYF; 1/10/1916).

 

El número de la revista concluía con la publicación de una nota enviada desde Montevideo por la librepensadora española, de simpatías libertarias, Belén Sárraga (fechado en mayo de 1910) saludando la independencia Argentina pero centrándose más en 1816 que en 1810:

El triple grito de libertad que cantaron los revolucionarios, en el congreso de Tucumán, al romper las cadenas que les impuso un trono, aparecía estereotipado en la mente de todos; el himno que lo legó a la historia era, en los labios del pueblo argentino rezo devoto, y desde el palacio de la presidencia hasta el humilde asilo del niño y el anciano mendicante, desde la reunión aristocrática hasta el grupo anónimo que paseaba una bandera, desde la gran parada militar hasta el gracioso desfile infantil, sólo un grito se oía: libertad, libertad! (Ídem.).

Revista Ideas y Figuras
Imagen 11. Revista Ideas y Figuras

No parece fácil calificar de “anarquista” al contenido del párrafo anterior pero nos interesa destacar su publicación en una revista que sí se identificaba, desde una perspectiva amplia, con el ideal libertario. El diario anarquista La Protesta y los boletines sindicales hicieron la reseña de los sucesos de mayo de 1910 desde una perspectiva mucho más doctrinaria y unilateral. En una edición semiclandestina el Boletín de la CORA del 23 de mayo de 1910 se lee:

Ha sido esta huelga, la más exacta confirmación del espíritu antipatriótico que en el seno de la clase obrera se ha desarrollado. Pese a sus burgueses, a sus lacayos e ignorantes, el proletariado va dejando en el rincón de las cosas viejas esos bastardos sentimientos (BDLC; 23/5/1910; ¡Hasta otra!).

 

Nótese la tensión entre la posición del Boletín…y la mirada más compleja y diversificada de Ideas… Para los anarquistas y sindicalistas la represión de 1910 había marcado una memoria más fuerte y disruptiva que para los socialistas que, en los años siguientes, profundizarían su solidaridad crítica con el orden institucional. Eso haría incrementar en los diarios libertarios y de organizaciones sindicales (La Protesta, La Confederación, Estudios, La Organización) la propaganda anti patriótica y contra el “culto a la patria” en la escuela a partir del primer centenario. Al aproximarse los festejos del centenario del 9 de julio de 1816 el órgano anarquista La Protesta comenzó a fijar su posición al respecto, con anterioridad a que lo hiciera La Vanguardia. La necesidad de pararse frente a unos festejos que serían masivos y que convocarían a amplios sectores populares obligaba a que la condena a la liturgia patriótica conviviera con algún intento de caracterización del proceso histórico que se conmemoraba. El día 18 de junio un artículo firmado por Mero, planteaba la cuestión en estos términos:

Estamos ante los dinteles del centenario de la jura de nuestra independencia. Por más que nos esforcemos a pasar desapercibida la fecha que reuniéronse los patricios de esta tierra en la ciudad de Tucumán con el fin de señalar nuevas normas de vida al pueblo que habíase libertado del dominio español, nuestro temperamento de libertarios empedernidos nos lleva a recordad aquellas jornadas que en su tiempo tuvieron la elocuencia de las magnas realizaciones, y no las recordamos impulsados por los entusiasmos y los cánticos patrióticos que tienen adentro sólo en los cerebros enclenques, sino acicateados por los contrastes que encierran los hechos y las figuras arlequinescas de los regidores del pueblo que se empeñan en forma harto malévola en tergiversar la realidad presentando ante la faz del mundo a esta nación como modelo de bondad y de justicia cuando la ruindad encarnan sus hombres de gobierno en su más amplia expresión.(LP; 18/6/1916; El patriotismo en auge)

 

El artículo hacía eje en el contraste pasado/presente oponiendo a los “patriotas” de la emancipación con los que cien años después controlaban el estado nacido en aquel momento histórico. Al día de hoy la herencia de la independencia era hambre, represión y chauvinismo. El articulista no se privaba de volver a traer a colación la represión durante el centenario de 1910. Lo interesante es que el diario ácrata le reconocía cierta progresividad al acto de la proclamación de la independencia el 9 de julio de 1816:

Si en aquel entonces los furores de un gobierno despótico mantenía supeditado a todo un pueblo y sus riquezas eran propiedad exclusiva de los amos de allende el Atlántico representados por un virrey, cuya causa fue el resorte que puso en movimiento a los independizadores para desalojar a los amos hoy en cambio sus sucesores que se han posesionado de lo que con su sangre y fogosidad legaron los hijos de esta tierra… (Ídem.)

 

Para Mero la gran cuestión a resolver era que acción le correspondía al movimiento anarquista frente al despliegue de patriotismo chauvinista que se avecinaba. Concluía su artículo preguntando: “¿Restaremos mudos los anarquistas ante lo que se avecina?” (Ídem.) En los días siguientes aparecerían en las páginas del diario libertario distintos artículos y sueltos en el mismo tono. O sea resaltando la oposición pasado/presente, oponiendo a la figura de los próceres con los actuales gobernantes, caracterizando a los festejos como una forma de encubrir las miserias del régimen contemporáneo y satirizando distintas iniciativas puntuales ligadas a los fastos oficiales.[30] No obstante se nota una tensión, con forma de interrogante, que establece una fisura en el posicionamiento libertario frente a las fiestas julias. Ya comenzada la semana previa al 9 de julio un artículo, sin abdicar de su mirada crítica sobre las celebraciones oficiales, reconoce que la emoción de mucha de la gente que participa de estas ceremonias es sincera. Por ejemplo los niños que lo hacen como escolares. El autor del artículo termina propiciando la siguiente actitud:

El 9 de julio debe ser un día de “Recogimiento” para la casi totalidad del pueblo de la Argentina. Los patriotas que cumplan con su deber y celebren su concepción sorprendente y fatal del patriotismo. Las almas libres piensan con dolor que actitud tomar y qué rutas deben seguir (LP; 5/7/9; Horas patrióticas).

 

Por oposición otro artículo firmado por Domingo Pereira sostenía que la única acción posible frente a la paranoia patriótica es el llamado a una acción de la juventud del pueblo en busca de conquistar más libertades.[31] El día 7 de julio una colaboración redobla el tono crítico resaltando con particular énfasis la asociación entre el centenario de 1910 y la política represiva de los gobiernos conservadores. Pero no se quedaba solamente con esa crítica. El autor de esta nota apuntaba sus cañones hacia los socialistas a los que acusaba de haber claudicado ante el chauvinismo de las clases dominantes:

Ayer fueron los socialistas los que nos acompañaron en nuestra campaña contra la mentira patriótica. Hoy estamos solos nosotros, los anarquistas. Los socialistas, encumbrados ya en el poder desertaron de las filas del pueblo. Su internacionalismo fue solo una máscara y al caer dejó al descubierto sus verdaderas faces, sus faces de patriotas, de imbéciles, nacionalistas. Los socialistas festejan también el centenario de la independencia. Lean su órgano “La Vanguardia”. En conmemoración de la fecha patria todos los diputados “rojos” presentan al congreso sendos proyectos de leyes “buenas”. Es una forma sofistica de festejar el centenario (LP; 7/71916; De ayer a hoy).

El diario La Protesta
Imagen 12. El diario La Protesta

No podía ocultarse el hecho que la defensa de una posición anti patriótica cruda ya no era una tarea tan simple en 1916 como lo había sido en tiempos pretéritos. A medida que los días pasaban el tono crítico fue ganando terreno frente a los artículos que se planteaban ciertos interrogantes. El 8 de julio se satirizaba la ceremonia de la jura de la bandera en la que participaron 200.000 niños alumnos de las escuelas primarias. En el mismo número una carta abierta de “padres obreros” a la directora de un colegio anunciaba que los hijos de los firmantes no participarían de las fiestas escolares del centenario. También se denunciaba la deportación de un anarquista ¡justo en vísperas del festejo de la independencia! En el mismo tono se satirizaba a las manifestaciones populares con banderas y se repudiaba la adhesión a los festejos del Congreso Socialista de Pergamino.[32] El día 9 de julio La Protesta reprodujo un artículo teórico de A Hamon sobre La evolución de la idea de Patria seguido de una nota satírica firmada por Nicandro Pascualucho en donde criticaba la simbología y el tono de la celebración del centenario usando un lenguaje gauchesco.[33] Otro artículo firmado por Águila Roja y datado en Montevideo vuelve a hacer la historia de la represión de 1909 y 1910 y crítica al gobierno de Victorino de La Plaza. Es interesante señalar que el articulista ve con cierto alivio que haya llegado el día del centenario porque piensa que con la consumación del festejo se extinguiría la fiebre de patriotismo:

Marchan a paso de gigante los preparativos para las fiestas julias: la aurora del centenario de la independencia bate las alas con golpes de “Triunfo”; es la fuerza misteriosa de los próceres que piden el recuerdo. Se aproxima el día de la independencia, adiós gracias, bendita magnanimidad (LP; 9/7/9; Las Fiestas julias)

 

El día 12 de julio las páginas de La Protesta vuelven a criticar a los socialistas por su adhesión a los festejos y denuncian que los grandes diarios quieren hacer pasar el atentado llevado adelante por un atacante solitario contra el presidente De La Plaza, durante los festejos de la independencia, como una conspiración anarquista con la intención de justificar una nueva ola represiva.[34] Por último un suelto de la misma fecha expresa el deseo que con los festejos ya llevados a cabo se acabe, de una buena vez, tanta parafernalia patriota.[35]

Reunión en un sindicato anarquista a comienzos del siglo XX
Imagen 13. Reunión en un sindicato anarquista a comienzos del siglo XX

 

Conclusiones

Centrándonos en el campo del partido socialista y su conducción partidaria lo primero que resalta en su mirada sobre el congreso de Tucumán y la celebración del centenario de la independencia es que en el corpus estudiado puede percibirse, dentro de una unidad general, una tendencia a la especialización de las estrategias discursivas en función de distintos enfoques y del tipo de receptor a quien se interpela. En relación al corpus que reconoce como grupo de decisión a la conducción partidaria podríamos distinguir: a) un enfoque historiográfico que desarrolla la oposición mayo/julio; b) un posicionamiento de cara a la sociedad civil basado en la defensa del “nacionalismo progresivo” y una participación crítica en la conmemoración; c) un posicionamiento de cara al espacio partidario en donde el “nacionalismo sano” está unido de manera un poco más vehemente a la crítica de los festejos oficiales y también  más especializada (crítica del patrioterismo escolar). Pasando al campo de la disidencia de izquierda en el seno del PS encontramos un rescate de la tradición original del partido que denunciaba el carácter clasista del patriotismo criollo. Pero esta estrategia también se apoyaba en datos de la realidad contemporáneas al centenario de 1916: a) el carácter represivo de los festejos del centenario de 1910; b) el creciente incremento de la liturgia escolar de tono patriotero y militarista y; c) en una crítica al nacionalismo que se basaba en referencias tomadas de la situación mundial desde el estallido de la “gran guerra” y sus consecuencias sobre la división del movimiento socialista. En un plano más autónomo de éstas complejas relaciones entre historia y política tenemos una serie de miradas sobre el centenario de la independencia que reflejan el impacto en la cultura socialista de los diálogos y vasos comunicantes que esta venía manteniendo, con distintos grados de convergencia, con  diferentes culturas políticas e intelectuales contemporáneas: a) sociología académica; b) nuevas tendencias en la historiografía; c) nuevas sensibilidades y atmosferas literarias (hispanismo no tradicionalista) y; d) nuevos esquemas de comprensión de la política continental (panamericanismo). En este sentido la revisión de la mirada sobre la historia del país se presentaba como solidaria con una ampliación de las referencias políticas, intelectuales y artísticas que tendían a conferirle un tono más ecléctico a la cultura socialista tradicional. Proceso que no puede pensarse de forma lineal. Como muestra de la versatilidad del “socialismo de cátedra”, en tanto que nudo de una serie de diálogos políticos, intelectuales e historiográficos, tenemos el relato sobre el Congreso de Tucumán desarrollado por José Ingenieros que reconoce aún más puntos de tensión con el relato de la historiografía oficial sobre 1816 que las aproximaciones historiográficas del socialismo partidario.

En el espacio anarquista, como parte de un espacio anti estatista más general, la mirada sobre el centenario en 1916 aparece más fuertemente condicionada por una serie de referencias contemporáneas tomadas de medio local. Nos referimos al mayor peso de la represión para policial de 1910 en la memoria del espacio anarco sindicalista argentino. Punto en el cual el campo de las corrientes ácratas y sindicalistas podrían encontrar cierto punto de cercanía con la mirada de los disidentes de izquierda del PS. Tomando la crónica de la represión de 1909-1910 como punto de partida podemos mencionar una primer oposición entre el intento de la revista literaria Ideas y Figuras de esbozar un discurso básico y primario ante la historia de la nación y la mayor centralidad y la renovada vigencia del anti patriotismo radical en los diarios obreros y algunas revistas más doctrinarias después de los hechos de 1910. Con estos antecedentes el movimiento libertario llegará a la coyuntura de 1916 poniendo en evidencia una mayor dificultad que los socialistas a la hora de leer ciertos cambios en la subjetividad de las masas que la atmosfera patriótica del centenario del 9 de julio ponía en evidencia. Sobre esto queremos llamar atención en que si el centenario de 1910 se produjo en una coyuntura en que los datos de la realidad permitieron pensar en aprovecharlos para potenciar una ofensiva del movimiento obrero, que a la larga se frustraría, esa perspectiva estaba del todo ausente en 1916. Sin contar con una apoyatura en una tradición historiográfica previa el diario La Protesta, que no constituía un grupo de decisión articulador del movimiento anarquista como la conducción justista lo era del PS, avanzó en un intento desarrollar un tímido y remiso reconocimiento del carácter progresivo del 9 de julio de 1816 en función de una: a) oposición pasado/ presente del país (“patriotas” de 1816 vs déspotas de 1916); b) crítica radical y especializada del patriotismo litúrgico escolar; c) los aspectos simbólicos del orden republicano como manipulación de las conciencias. Al contrario del socialismo no fue tan relevante el debate sobre el centenario de 1816 hacia el interior del difuso espacio ácrata/anti estatista. La principal interpelación del corpus libertario en julio de 1916 fue a las masas que, en una medida mayor que en tiempos pretéritos, parecían ganadas por cierta atmosfera de patriotismo chauvinista. Todo esto se refleja en la transición entre los artículos de La Protesta, de tono reflexivo de los últimos días de junio de 1916, y el desplazamiento hacia una mirada lineal más crítica y satírica de la reseña de los acontecimientos durante la semana de las fiestas julias. Lo mismo podemos decir de los artículos que señalan con alivio el fin de los festejos y en las fuertes críticas de La Protesta ante la posición de defensa del “nacionalismo progresivo” por parte de los socialistas.

A nuestro juicio las miradas socialistas y anarquistas/sindicalistas sobre el centenario de 1916 reflejan dos formas diferentes de leer los cambios en la subjetividad social de la Argentina de la segunda década del siglo XX. La mirada socialista es más política y se inscribe en el proceso de consolidación de un espacio partidario que ampliaba y veía diversificada su base social, así como su audiencia electoral, a la vez que había comenzado a entablar una serie de diálogos que desbordaban el universo cultural del socialismo fundacional. Un espacio partidario que conocería una ruptura histórica en el bienio 1917-1918 en la cual uno de los motivos de disenso sería la defensa de un internacionalismo radical por parte de la izquierda socialista que dejaría las filas partidarias rumbo a nuevos horizontes. La mirada del anarquismo sobre el centenario de 1916 es más doctrinaria y no está basada en una apoyatura historiográfica e intelectual previa. Se trataba de una corriente inorgánica que comenzaba a ver erosionada su representatividad en las clases subalternas y que evidencia mayores problemas para leer los cambios en la subjetividad popular con su arsenal ideológico primigenio. Por último queremos destacar la paradoja representada por el peso relativo que los debates y referencias internacionales tienen en el corpus sobre el centenario de una corriente como la socialista que aceptaba el “nacionalismo sano” como su propia versión de la “unanimidad nacional”; opuestos al mayor peso que tienen una serie de factores y referencias tomadas del medio local en el corpus sobre el centenario de 1816 en una corriente de vocación más universalista y, por definición, anti patriótica como era el anarquismo.

 

Notas:

[1] Una versión de este trabajo fue presentada en las VI Jornadas los Terciarios Hacen Historia realizada en el ISP Joaquín V. González (Buenos Aires) el 16, 27 y 28 de septiembre de 2016.

[2] Justo, Juan B; El socialismo argentino, Bs. As., La Vanguardia, 1910.

[3] Del Valle Iberlucea, Enrique; Las cortes de Cádiz y la democracia en América; Bs. As., Martin García, 1912.

[4] Humanidad Nueva; tercer trimestre de 1910; págs. 228-232; Las Mujeres y el matrimonio. En este artículo de Del Valle Iberlucea se reproduce un artículo del periodo el Grito del Sud editado por Bernardo de Monteagudo en 1812.

[5] Una excepción, entendemos que no representativa del socialismo como corriente, lo constituye un artículo escrito por el socialista liberal Roberto Payro, en su calidad de periodista del diario La Nación, comentando en todo emocionado la visita a la casa histórica de la declaración de la independencia durante una gira en el norte argentino durante los años 1899-1900. Este artículo fue incluido en Payro, 1960; págs. 182-185.

[6] La Vanguardia, 30 de noviembre de 1915; Fin de año escolar.

[7] Ibídem. 4 de julio de 1916; Congreso.

[8] Ibídem. 6 de julio de 1916; En el centenario de la independencia.

[9] Ibídem. 2 de julio de 1916; Chaco.

[10] Adelante, 1 de agosto de 1916; Nacionalismo y socialismo.

[11] Crítica socialista, 1 de mayo de 1915; Contra la militarización escolar; págs. 1-2.

[12] Ibídem. 1 de agosto de 1916; Ritorniamo all antigo; págs. 2-3.

[13] Nuevos Tiempos, 3 de junio de 1916; El congreso de las juventudes socialistas; pág. 60 y El fundamento económico de la revolución de mayo; págs. 63-64.

[14] Ibídem. 15 de julio de 1916; Alrededor del centenario; pág. 131.

[15] Ídem, Conciliación y arbitraje entre patrones y obreros; págs. 133-135; 5 de agosto de 1916; págs. 158-160; 19 de agosto de 1916; págs. 196-197.

[16] Ibídem.; 5 de agosto de 1916; Los dos patriotismos; pág. 157.

[17] Ídem. Alberto Palcos; pág. 1921-193 y 2 de septiembre de 1916;  Puntualizando; pág. 210.

[18] Nosotros, agosto de 1916; El congreso americano de ciencias sociales; págs. 244-250.

[19] Ibídem. Diciembre de 1916; Conciliación y arbitraje en los conflictos entre obreros y patrones; págs. 421-422 y Ensayo de profilaxis social; págs. 422-423.

[20] Ibídem. Agosto de 1916; La demostración de Nosotros a los huéspedes españoles; págs. 244-250.

[21] 20. Ibídem. Octubre de 1916; Homenaje de intelectuales españoles a la república Argentina con motivo de su primer centenario de vida constitucional 9 de julio de 1916; pág. 134.

[22] Revista de Filosofía, Cultura, Ciencias y Educación;  1915; Juan B Justo. Conmemoración del centenario de la independencia nacional. Buenos Aires 1915; pág. 326.

[23] Ídem. Congreso americano de bibliocracia e historia (Circular de la comisión ejecutiva); págs. 169-170.

[24] Congreso americano de bibliografía e historia y exposición del libro, Buenos Aires, 6 y 9 de julio de 1916 en dipublico.org (en la web)

[25] RDFCCYE; 1915; Ricardo Rojas. Archivo capitular de Jujuy (3 volúmenes, Buenos Aires, 1915);  págs. 167-168.

[26] Ibídem. Enero de 1917; Ricardo Rojas: La Argentinidad”- Un volumen – Bs. As., 1916; pág. 153.

[27] Ingenieros, 1918; El congreso reaccionario; págs. 305-327.

[28] En 1929 el socialista Mario Bravo, oriundo de Tucumán, escribió En el surco, una novela sobre las huelgas de los ingenios azucareros de su provincia natal. A la hora de buscar ligar la lucha de los trabajadores modernos con la historia profunda de la región Bravo elige resaltar al aporte de los campesinos locales en los ejércitos de línea de los años de la independencia antes que reivindicar al congreso de Tucumán, al que menciona solo al pasar cuando dice que el 9 de julio es uno de los fastos de los que la oligarquía tucumana se siente más orgullosa. Sobre la evolución de la imagen del congreso de Tucumán en la historiografía socialista en De Lucia, 2016.

[29] Citado en Bisky, 1985; N 14. No indica el número de la revista.

[30] La protesta; 20 de junio de 1916; 9 de julio; 28 de junio de 1916; Farolería patriótica; 29 de julio de 1916; Un centenario de libertad y una era de tiranía.

[31] Ibídem.; 6 de julio de 1916; Del momento.

[32] Ibídem.; 8 de julio de 1916; Jura de la bandera; Dianas y banderas; Los socialistas y el centenario; El gobierno argentino y los anarquistas.

[33] Ibídem. 9 de julio de 1916; En el centenario. Viva la patria canejo!

[34] Ibídem. 12 de julio 1916; Comentarios.

[35] Ídem. Retorno al equilibrio.

 

Bibliografía:

Diarios:

Adelante

Boletín de la Cora

La Confederación

La Organización obrera

La Protesta

La Vanguardia

 

Revistas:

Crítica Socialista

Estudios

Ideas y figuras

Humanidad Nueva

Nosotros

Nuevos Tiempos

Revista de Filosofía

 

Barrancos, Dora; Anarquismo, educación y costumbres en Buenos Aires 1890-1910; Bs. As., Contrapunto, 1990

Bilsky, Edgardo; La FORA y el movimiento obrero (1890-1910)1/2; Bs. As., Ceal, 1985

Bravo, Mario; En el surco; Bs. As., La Vanguardia,  1929

Corbiere, Emilio; Orígenes del comunismo en la argentina; Bs. As., Ceal, 1984

De Lucia, Daniel Omar; Enrique Del Valle Iberlucea a la búsqueda de la otra España en Biagini, Hugo (comp.); Redescubriendo un continente; Sevilla, Diputación General, 1993; págs. 353-389 

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De Lucia, Daniel Omar; El Partido Socialista y la enseñanza de la moral (1890-1936) en Boletín de Historia de la Fundación para el estudio del pensamiento Iberoamericano (FEPAI); N 20, 2 semestre de 1992; págs. 3-24.

De Lucia, Daniel Omar; Socialismo y cuestión indígena en la Argentina (1889-1943); Bs. As., GEU, 1997

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Ingenieros, José; La evolución de las ideas argentinas; Bs. As., Talleres Gráficos Argentinos de  L.J. Rosso y cía., 1918

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Payro, Roberto; En tierras de Inti; Bs. As., Eudeba, 1960

Sáenz, Jimena; Entre dos centenarios 1910-1916; Bs. As., Editorial Astrea, 1988

Suriano, Juan; Anarquistas. Cultura y política libertaria en Buenos Aires (1890-1910); Bs. As., Manantial, 2001

 

Materiales electrónicos:

Congreso americano de bibliografía e historia y exposición del libro, Buenos Aires, 6 y 9 de julio de 1916 en dipublico.org (en la web)

De Lucia, Daniel Omar; Liberalismo e izquierda. Una relación poco estudiada en I Jornadas de Historia de las izquierdas (diciembre del 2000) Bs. As., CEDINCI; 2001; Mesa 5; págs. 2-16 (Edición en CD)   

Daniel Omar; El sesquicentenario del 9 de julio de 1816. Historia y política en una sociedad en transición en Pacarina del Sur; N 29; octubre-diciembre de 2016. (Una primera versión de este trabajo fue presentada como ponencia en las VI Jornadas Los Terciarios Hacen Historia; 26, 27, y 28 de septiembre de 2016).

 

Cómo citar este artículo:

DE LUCIA, Daniel Omar, (2017) “Fiestas julias en rojo y negro. La mirada de socialistas y anarquistas sobre el centenario del congreso de Tucumán”, Pacarina del Sur [En línea], año 8, núm. 30, enero-marzo, 2017. ISSN: 2007-2309.

Consultado el Jueves, 28 de Marzo de 2024.

Disponible en Internet: www.pacarinadelsur.com/index.php?option=com_content&view=article&id=1433&catid=5