La Cultura Sindical y su organización en la Confederación de Trabajadores en México: El Ceteme (1959-1970)

Omar Dario Olivo H.

RECIBIDO: 13-09-2016 APROBADO: 09-11-2016

 

Hablar sobre los distintos órganos informativos que ha tenido la Confederación de Trabajadores en México implica abordar la necesidad que toda corporación tiene de dar a conocer sus objetivos e informar, en este caso a los trabajadores, de sus funciones en la sociedad y principales actividades, las cuales reflejan el ser y sentir del gremio. A través de las necesidades y tendencias expresadas al interior de la CTM, se puede analizar cómo fue el proceso de fortalecimiento interno, pero también se puede conocer el debate de los grupos de obreros que la componen y que muchas veces no están de acuerdo entre sí; así como las dificultades y fortalezas que sustentan el gremio, tanto a nivel nacional como en su lucha, donde la clase trabajadora alcanzara mejores condiciones de vida.

Así que desde su fundación y bajo la diligencia de Vicente Lombardo Toledano, la central obrera contó con un impreso titulado El Popular, que desde su nacimiento cumplió con la función de informar a los miembros de la Confederación sobre la situación que guardaba la clase obrera mundial, sobre los acuerdos y las determinaciones de la organización en su interior, con el gobierno de la República y con los grupos y federaciones internacionales con las que se relacionaba.

En la confederación se desarrolló una tradición periodística que, aunque ha sido poco estudiada, merece un examen más minucioso que dirija su atención al proceso en su conjunto. Las federaciones de la CTM editaron algunos periódicos regionales, entre los que podemos mencionar: Fragua (Michoacán), Futuro (Chiapas), Acción (Puebla), Atalaya (Coahuila), Emancipación (Región Lagunera), Voces Proletarias (Torreón), Ceteme Coahuila (Coahuila), Ceteme Veracruz (Veracruz), Ceteme Puebla (Puebla), Acción Obrera (bloque de agrupaciones cetemistas de Córdoba), Tribuna Obrera (orientación de organizaciones sindicales de Avenida Morelos), Orientación (Sinaloa), Ceteme Querétaro (Querétaro) y Jóvenes Cetemistas (Federación de Organizaciones Obreras Juveniles). (Brigas, 1979, p.102)

La prensa cetemista, en su función de cumplir con su labor de información y difusión oficial de los intereses de los trabajadores, trabajaba en conjunto con los órganos informativos de la Confederación, complementando las noticias regionales con lo que iba aconteciendo a nivel nacional en materia laboral. En este tipo de voceros se daban a conocer noticias sobre sus actividades: se difundía información sobre congresos, convenios y asambleas que de manera permanente se organizaban, del desarrollo de huelgas que algunos sindicatos afiliados a la CTM tuvieron que enfrentar y de las pugnas inter-gremiales. En las páginas de sus informativos también se escribía sobre temas culturales con el propósito de incrementar el nivel educativo de sus afiliados, entre otros temas.

 

La fundación del semanario Ceteme: estructura y organización

El semanario Ceteme se fundó por iniciativa de Fidel Velázquez, quien consideraba que los trabajadores no debían esperar todo de la prensa nacional. La prensa nacional, para él, no siempre era justa con la clase trabajadora y sus dirigentes, pues consideraba que con frecuencia los periódicos publicaban los puntos negativos del ambiente proletario de México, además de querer proyectar la información sobre los cambios políticos, coyunturas y la proyección que se generó en la central obrera. Por estas razones, insistió en la creación de un órgano informativo oficial, doctrinario y de información sindical que pudiera ser el portavoz de la clase trabajadora y de quienes simpatizaran con el gremio.

Imagen 1. Foto del autor
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La idea de un órgano informativo surgió cuando Fidel Velázquez recorría el país en su primera gran gira de propaganda como candidato a la Secretaría General. Se encontraba en campaña en la ciudad fronteriza de Piedras Negras, Coahuila cuando, durante un mitin, un camarada pronunció un discurso inspirado en el último editorial del periódico El Dirigente –impreso de carácter obrero– y señaló el gran valor de la prensa, por modesta que sea o se le suponga, así como la conciencia que despierta para las causas justas y el propósito que llena (Ceteme, 1968, p. 3,12). Fue a partir de esta experiencia que Velázquez, cuando recibió el nombramiento como Secretario General de la Confederación, se propuso establecer un periódico que circulara en las distintas esferas de la federación.

La estructura administrativa del semanario Ceteme tenía un desarrollo muy amplio que se conectaba con la cabeza de la confederación: Fidel Velázquez, quien era el líder y secretario General, además de director fundador del órgano informativo. La CTM manejaba distintas secretarías encargadas de llevar las maniobras en favor del movimiento obrero mexicano, conforme a los principios de la propia organización. En ese andamiaje se encontraba la Secretaría de Prensa y Propaganda, encargada de organizar el semanario y todo tipo de material propagandístico.

En julio de 1950, su director fundador aprobó la administración del semanario, así como la forma y el sentido que éste tendría, de modo que comenzó a funcionar. También se decidió que sería publicado semanalmente. Dentro del Ceteme se encontraba el director General, quien ocupaba el puesto de jefe principal del Comité Nacional de Prensa y Propaganda, elegido cada seis años dentro del Comité Central de la CTM, y quien a su vez era encargado de decidir qué tipo de información proyectaría el semanario.

 

Funcionamiento interno del semanario

Con respecto de la administración principal, dentro del periódico se tenían dos cargos importantes con los cuales se formó el cuerpo administrativo: el primero era el jefe de Administración y Redacción; el segundo, el jefe de Publicidad. Ambas figuras eran las encargadas de disponer del dinero destinado por la CTM al semanario. Estos recursos provenían de diversos fondos de la organización para que no se interrumpiera la publicación del Ceteme (Ceteme, 1951: 3), aunque éste menciona que se mantenía de las cuotas aportadas por los líderes sindicales, que eran de cuatro pesos anuales por cada miembro de la Confederación, y de una suscripción anual con valor de diez pesos, con el compromiso de hacer llegar el Ceteme hasta su domicilio (Ceteme, 1951: 8).

La administración del periódico recibía las noticias y la información que se incorporaría a su publicación a través de corresponsales en cada región del país donde contaban con miembros. Sin embargo, era frecuente que muchas de las delegaciones no cumplieran con el envío de noticias sobre las situaciones laborales que atravesaban sus entidades federativas (Ceteme, 1951: 3). Todos ellos recibían instrucciones oportunas y precisas, así como observaciones y sugerencias a sus trabajos, y se les brindaba una fuerte cooperación para lograr un resultado positivo en la continuidad y periodicidad del Ceteme. Esta falta de materiales de índole regional hizo que el semanario se fuera configurando como un vocero centralizado, con noticias e informaciones generadas en los peldaños de la dirigencia de la CTM.

El Ceteme era elaborado por trabajadores que pertenecían al Sindicato Industrial de Trabajadores de Artes Gráficas de la República mexicana (Ceteme,,1951: 3), empresa afiliada a la CTM que pagaba el salario de los 22 trabajadores que constituían la esencia del semanario. Así, la administración se encargaba de solventar los gastos que generaba el semanario y de recoger los recursos por su distribución y venta. De esta manera, se garantizó su publicación durante 49 años ininterrumpidos. Durante el periodo de edición del semanario, la administración cambió en cuanto a las figuras que ejercieron las funciones de jefes de Redacción: de 1959 a 1970 ocuparon el cargo personalidades como: Mariano Sánchez Cerda, Juan Manuel Castañeda y Filiberto García Briseño; este último duró seis años en funciones de jefe de Redacción y administrador de la información y los gastos del Ceteme. En los años: 1959 a 1970, el semanario publicó un indicador en el cual explicaban quiénes eran los principales encargados de dirigir y mantener el Ceteme, así como de nombrar a su dirección principal.

Por otra parte, el jefe de Publicidad Justino Sánchez Madariaga también fungió como jefe y miembro del Comité Nacional de la Secretaría de Economía de la CTM (S/A, 1980: 45) lo que hizo posible que durante su permanencia en dicho puesto, los gastos del semanario fueran justificados y apoyados por la propia Confederación, presentando al Ceteme como una empresa informativa y de difusión dentro de la propia central. El objetivo principal de la administración cetemista fue mantener la solvencia del semanario, así como la venta de suscripciones anuales para asegurar un firme contrato con individuos fuera de la Confederación; por otra parte, también hizo el esfuerzo para que los agremiados dieran su cuota a tiempo.

 

Dirección

El comité directivo del Ceteme estaba conformado por el jefe de la Secretaría de Prensa y Propaganda del Comité Nacional de la CTM, seguido por un grupo que efectuaba el trabajo de organización del Ceteme y la supervisión de Fidel Velázquez Sánchez.

Fidel Velázquez señalaba las directrices y la orientación que debía darse al material de divulgación periodística; estaba atento a que Ceteme cada día se superase en su contenido y en su ideario, teniendo siempre como tónica los postulados de la Revolución Mexicana y los principios del movimiento obrero de México (Ceteme, 1968: 8-12).

El jefe cetemista Fidel Velázquez inició su fuerte carrera como líder sindical desde la Central Regional Obrera de México (CROM), la cual abandonó tras el asesinato del general Álvaro Obregón (Aguilar, 1996: 87). Hacia 1933, se unió con Vicente Lombardo Toledano para formar la Confederación General de Obreros y Campesinos de México, lo que generó entre ambos una comunicación de confianza hasta el inicio de la CTM en 1936, cuando Fidel Velázquez se integró como Secretario de Organización y Propaganda. Para 1941 fue por primera vez Secretario General de la central obrera, puesto que retomó en 1950 y en el que se mantuvo hasta su muerte en 1997. Por ello, es considerado el líder corporativo con mayor antigüedad en el sistema político mexicano (Aguilar, 1996: 90).

Durante el IV Congreso Nacional ordinario de la CTM, el profesor Antonio Bustillos Carrillo fue nombrado secretario de Prensa y Propaganda y, con ello, director General de Ceteme (Robledo, 1986: 578). Durante su administración, que duró de 1956 a 1961, realizó una significativa labor que dejó huella de su paso por esa dirección. En ese periodo el semanario mejoró en cuanto a contenido y páginas, y fue como un rico material de literatura al alcance de las masas trabajadoras. Pero, sobre todo, se transformó en un auténtico órgano de información útil para los trabajadores, como era la idea de su director. Bustillos Carrillo renunció a la dirección del Ceteme para atender su salud. Lo suplió en el cargo, por algunos meses, el subdirector Bernardo Cobos (Ceteme, 1968: 8), con lo que se aseguró la continuidad del trabajo que se realizaba en el impreso, el cual no sufrió cambios notables. Bernardo Cobos, quien trabajó desde la creación del semanario en 1950 y alentó la información y la educación cetemista, fue reconocido por su trabajo tiempo después de su muerte, pues la biblioteca cetemista recibió su nombre.

En el VII Congreso Nacional Ordinario celebrado el 17 de abril de 1962, Amador Robles Santibáñez fue elegido como responsable de la Comisión de Prensa y Propaganda; como estaba estipulado en los estatutos del organismo, se convirtió en el nuevo director general del Ceteme (Aguilar, 1990: 335). Durante su gestión contó en todo momento con el apoyo y aval del dirigente nacional de la CTM, Fidel Velázquez. Sin embargo, pronto abandonó su puesto como director del semanario para cumplir con la comisión de jefe de la Federación cetemista en el estado de Coahuila durante año y medio. Pasado dicho periodo, regresó a concluir su compromiso con el órgano de difusión, hasta 1968, año en que terminó su periodo (Ceteme, 1968: 8).

Amador Robles Santibáñez, pese a tener solamente cuatro años de estancia en el órgano informativo, logró fusionar las secciones de Cultura y De los Estados, presentar una temática exclusiva para el género femenino y, principalmente, introdujo el grabado en el Semanario, como estaban haciendo los suplementos de algunos rotativos a nivel nacional. Esta innovación en el diseño del semanario tuvo fines didácticos y de apoyo para que los trabajadores que no querían entretenerse en leer –o no sabían hacerlo–, pudieran comprender a través de imágenes los ideales difundidos por los líderes de la central obrera. Y, para ello, hicieron uso de artistas experimentados que simpatizaban con la ideología del impreso.

Imagen 2. Foto del autor
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Durante la ausencia de Robles Santibáñez, fue designado en la dirección el profesor Enrique Melgarejo Phario (Ceteme, 1968: 8). Durante esta etapa, el Ceteme cambió su presentación y continuó informando de acuerdo con los objetivos de la Confederación de Trabajadores y las necesidades de los trabajadores.

Al concluir el periodo de Robles Santibáñez, Ismael Martínez Hoyos se hizo cargo del impreso en calidad de secretario responsable de la Comisión de Prensa y Propaganda del Comité Nacional de la CTM, dando nuevos impulsos a la publicación obrera. Puso todo su entusiasmo y sus conocimientos para volverla más eficiente y con mejores arreglos en sus páginas (Ceteme, 1968: 8). Al terminar su periodo de seis años al frente del periódico, se puede decir que uno de sus aciertos fue implementar el color en varias ediciones conmemorativas.

Hablar sobre la distribución es encontrar precisamente a que  lugares llegaban los órganos informativos reconociendo al sector social o los sectores que se interesaban en la información aparecida en el mismo. Por otra parte se encuentra la recepción de un periódico que es uno de los principales problemas a resolver para los historiadores de la historia de la prensa, no únicamente por lo complicado de configurar a un grupo de lectores y el impacto de un rotativo en la formación de estados de opinión. En este caso hablaremos únicamente de la distribución.

La distribución del semanario Ceteme se realizaba en las 34 federaciones donde tenía afiliados la Confederación y además de oficinas y gobiernos que tenía presencia el PRI. En algunas federaciones, también se acompañaba el ejemplar del impreso regional si contaban con éste y  en donde se incluían noticias locales.

En el primer aniversario del Ceteme la Confederación abrió una campaña para suscripciones, misma que a partir de entonces se efectuó anualmente. La idea de contar con suscriptores se echó a andar por Manuel Rodríguez, jefe de Circulación desde la fundación del rotativo hasta finales de la década de 1970. Esta apertura anual de suscripciones se hizo con el propósito de aumentar su círculo de lectores y obtener mayores ingresos para solventar los gastos de manufactura y el sostenimiento de este órgano de difusión, (Ceteme, 1951, p.2) así que se solicitaba una cooperación de diez pesos anuales a quienes quisieran recibir el nuevo semanario en sus casas. Entonces, la distribución no se realizaba únicamente en las confederaciones y los comités ejecutivos nacionales y estatales del PRI, sino a otros miembros de la sociedad. Por eso, en sus páginas se escribía lo siguiente:

CETEME llegará a todos los compañeros que se suscriban a él a sus mismos domicilios. De esta manera, el periódico dejará de ir de manera exclusiva a todos los sindicatos y federaciones como se vino haciendo durante el primer año de su publicación, para llegar directamente a manos de los lectores que lo deseen. Al efecto se ha fijado una cuota anual que garantiza la recepción oportuna del periódico sin ninguna interferencia (Ceteme, 1951: 2).

 

Desde sus inicios y a partir de finales de la década de 1950, el Ceteme ya tenía una distribución nacional que abarcaba a sus agremiados, con un tiraje de dos millones semanales (Ceteme, 1968: 8-12); al mismo tiempo, extendió su público lector entre algunos personajes de la política, empresarios, líderes sindicales ajenos a la Confederación y gobernadores de los estados, que se mantenían informados sobre lo que acontecía dentro de la organización de trabajadores, cómo eran discutidos sus principales problemas y daban solución a sus necesidades, al tiempo que tenían la oportunidad de conocer la labor de control de los líderes sindicales.

El Ceteme quedó definido como un semanario, el cual se editaba los días sábado. En sus inicios –1950 y 1951– y hasta su primer aniversario, había tenido una periodicidad quincenal. A partir del 1º de mayo de 1951, con el éxito alcanzado en su círculo de lectores, la redacción envió un mensaje a nombre de Fidel Velázquez para anunciar su aparición semanal (Ceteme, 1951: 8-12), con lo que se pretendía lograr un mayor arraigo entre la comunidad de trabajadores y realizar tareas de difusión y propaganda de forma más continua. Desde entonces, el Ceteme se publicaría cada semana, distribuyéndose en todos los sindicatos de la federación del país, como hemos señalado. Los días viernes por la noche comenzaba su distribución en la Ciudad de México, misma que se concluía los lunes, cuando llegaba a los lugares más recónditos.

La importancia de la edición del semanario Ceteme en la prensa sindical de los años cincuenta del siglo pasado, se fue haciendo mayor debido a que dentro de sus páginas y por el tipo de información contenida, se trataba de un impreso con la finalidad de difundir la cultura corporativa entre los trabajadores. Finalmente, se publicó cada semana durante 49 años hasta 1999, cuando terminó su edición por razones de distinta índole, entre las que destacan la innovación tecnológica y la consiguiente facilidad de circular información por otros medios de comunicación. Cuando dejó de publicarse el semanario Ceteme, apareció la revista Líderes Trabajadores, que actualmente tiene periodicidad mensual y, al igual que el Ceteme, es distribuida a todas las federaciones de la CTM en México.

 

Círculo de Lectores

El círculo de lectores con que contó el semanario Ceteme desde su nacimiento, además de incluir a los agremiados de la Confederación, tuvo entre sus suscriptores a miembros del Partido de la Revolución Institucional, principalmente trabajadores de los consejos estatales del Partido, ya que eran quienes recibían en sus oficinas ejemplares del semanario. También tuvo a gobernadores que patrocinaban el semanario, mismo que por lo general era distribuido en sus oficinas, en los ayuntamientos, entre otros espacios, para lectura de los trabajadores estatales y burócratas. Otro círculo de lectores estaba constituido por uno que otro empresario que tuviera mucha relación con la CTM. Por el tipo de circulación que logró mantener, sabemos que se leía en sindicatos de otros países y que circuló entre agrupaciones hermanas del extranjero, como aquí se ha señalado (Marvan, 1985: 54).

En la década de 1960 el Ceteme también modificó su tiraje de acuerdo con el número de agremiados y suscriptores; esto quiere decir que en sus inicios el número de ejemplares no llegaba a un millón y medio, cifra que logró doce años después, primero por el hecho de que después de la huelga ferrocarrilera la CTM empleó una estrategia para incrementar su número de agremiados, que consistió en disminuir los grupos de otras confederaciones como la CROM y el Partido Comunista Mexicano.

En nuestra opinión, los temas más importantes son los editoriales, artículos de fondo y doctrinarios que semanariamente publica el Ceteme, sugiriendo que si fuera posible se publicaran también opiniones respecto de la interpretación de diversos capítulos de la Ley Federal del Trabajo, con el fin de incrementar el conocimiento del derecho obrero que tanta falta hace a los dirigentes de los trabajadores en su lucha permanente (Ceteme, 1961: 1-6).

Es importante mencionar que el semanario Ceteme también integraba en su círculo de lectores a los grupos de oposición de la Confederación, entre ellos el propio Frente Auténtico del Trabajo (FAT), así como algunos miembros del Partido Comunista, quienes formaban el Congreso de Trabajo (Unión de Confederaciones y Sindicatos Nacionales en México) y desde sus propios impresos increpaban o entraban en polémica con los redactores y las opiniones emitidas por la Confederación en las páginas del Ceteme. Los grupos de obreros contrarios a la CTM tenían acceso al semanario por medio de sus compañeros de trabajo, ya que varios compartían sindicatos dentro de una misma empresa.

 

“Editorial”: el carácter ideológico de la CTM, un espacio de citas e ideas para el obrero

La importancia de la sección editorial de un impreso radica en que transmite un mensaje político-ideológico de forma periodística, con el que proporciona una opinión colectiva sobre un juicio institucional formulado en concordancia con la línea ideológica que sigue, también conocida como la línea del medio (Vélez, 2007: 78).

El Editorial no va firmada con el nombre de algún redactor de la publicación, a diferencia del resto del contenido, pero se expresa como la opinión principal emitida por el consejo del grupo periodístico. En el caso del Ceteme, la mayoría de los textos editoriales publicados desde enero de 1967 hasta abril de 1968, abordan una temática sobre asuntos internacionales o políticos, el enaltecimiento de la figura presidencial o el apoyo hacia el Partido Revolucionario Institucional, con excepción del periodo en que la editorial fue reemplazada por el suplemento Dice el director, donde Amador Robles Santibáñez, en sus dos últimos años de servicio, se dedicó exclusivamente a fomentar una opinión sobre los acontecimientos que acompañaban el contexto social de la central obrera.

El Editorial del Ceteme se dirigió hacia tres temáticas principales durante los años 1961, 1965, 1968 y 1970: a) el ámbito de lo social, por el interés de mantener una convicción cetemista e incrementar la adhesión a la CTM (18%); b) la política en México (10%), apoyando un partido y volviendo a los trabajadores militantes del PRI desde su ingreso a la central; y c) el ámbito internacional (25%), donde esgrimía una opinión con intereses claramente anticomunistas sobre el contexto internacional de la guerra fría. Dentro del análisis encontramos otros temas, en los cuales no hicieron mucho hincapié los redactores (47%); correspondieron a historia, agricultura, libertad de expresión, jerarquías, resoluciones, festividades, trabajo social, mujeres trabajadoras, tradiciones, Revolución Mexicana y sindicatos.

Podemos comparar el objetivo ideológico basado en los tres aspectos ya mencionados, durante los distintos años de la década de los sesenta. El caso de la convicción cetemista para expresar los objetivos de la central obrera, así como para sostener su mantenimiento y promover la unión de sus agremiados como parte del trabajo y misión de la central obrera. Por ejemplo:

“Porque es nuestra organización una de tantas de las que surgen al calor de las tendencias transitorias con fines políticos o ambiciones bastardas; la CTM es desde el momento mismo de su nacimiento la organización sindical por antonomasia, representativa genuina del proletariado mexicano, defensora de sus derechos y factor de mayor importancia en los campos social, económico y político del país” (Ceteme, 1961: 1-6).

 

La tendencia ideológica de la CTM en el periodo de estudio fue presentarse como la mejor opción para los trabajadores agrupados del país; esto nos demuestra que sus ambiciones no eran con fines políticos, sino que también se tenía la intención a través de ella, de defender los derechos laborales de los distintos sindicatos. Lograr una representación para los intereses de la mayoría de los obreros, observamos que en el año de 1961 la CTM buscó fortalecerse como órgano central por medio de su instrumento informativo. En este sentido en el Ceteme el secretario general hacían declaraciones como la siguiente: “El proletariado tiene una misión: rescatar al pueblo de la miseria” (Aguilar, 1990: 264).

Durante el año de 1962, el Ceteme publicó una editorial titulada: “La CTM en su sitio de vanguardia” (Ceteme, 1962: 1).  En ella, la central obrera se presentó a todas las confederaciones mexicanas como protectora de las ideas de la Revolución Mexicana y como miembro importante del Partido de la Revolución Institucional (PRI), sistema que le facilitó el trabajo y la libertad de expresión con el discurso que hizo llegar a los trabajadores, por estar unida al partido en el poder durante 70 años del siglo XX.

Durante los años 1965, 1968 y 1970 al interior de la organización, se buscó consolidar la institucionalización de los sindicatos a través de la introducción temática de la unidad o convicción cetemista, que el semanario informativo plasmó en editoriales como: “Ante todo la unidad revolucionaria” (Ceteme, 1965: 1-8); “La solidez de nuestro peso” (Ceteme, 1968: 3); y “Hacia nuevos horizontes de emancipación” (Ceteme, 1970: 1). Estos textos y el discurso elaborado alrededor de los mismos, reflejan la tendencia ideológica dirigida hacia los principios básicos de la central obrera, la institucionalidad de sus objetivos –promovidos por la Revolución Mexicana– y presentar la fuerza que sostenía a la CTM, por tratarse de una central que durante la década de los sesenta trabajaba con el gobierno en turno para alcanzar los objetivos y mejorar las condiciones económicas y laborales de los trabajadores.

El órgano informativo también describía la solidez y fuerza de la CTM como una organización de obreros que lograba sus propósitos gracias tanto a la unión de un enorme contingente de trabajadores como a su coalición con el partido de estado, el PRI; el que dicho partido se conservara en el gobierno garantizaba continuidad a los planes de trabajo presentados ante la Secretaría y el Congreso del Trabajo y por tanto, en esa lógica la prolongación de los fines de la central obrera y sus líderes, quienes como el partido se perpetuaron en el poder de la central.

Sobre el aspecto político, el semanario Ceteme muestra que todos los trabajadores tenían la obligación de apoyar al Partido Revolucionario Institucional para lograr mejoras y beneficios de la propia central. Esto se vio reflejado en la dura propaganda política que imprimió este órgano informativo en su función de homogenizar un discurso oficial. Sobre el caso de la relación Estado-obrero, la figura del primer mandatario estaba presente y vinculada a la figura de la nación: un presidente casi intocable porque no se podían hacer críticas o mostrar inconformidades ante sus acciones.

Un hombre omnímodo a quienes los trabajadores debían guardar fidelidad absoluta. Por ejemplo, el editorial titulada: “El señor presidente y la libertad de expresión”, que se publicó en 1961, señala que esta última no debe confundirse con ataques a conveniencia a los individuos en el poder, los cuales deben ser restringidos cuando su intención es dirigirlos hacia la figura presidencial (Ceteme, 1961: 1, 8). El órgano informativo tenía el principio de que el primer mandatario era un personaje que apoyaba el movimiento obrero, por eso no permitían que lo agredieran. Durante los periodos de gobierno de Adolfo López Mateos y de Gustavo Díaz Ordaz, se les vio como actores a favor de los trabajadores de México, a los que el Ceteme llegó incluso a denominar presidentes obreristas. Toda acción que estuviera dirigida en contra de ambos por parte de otros grupos agremiados fue criticada por el mismo semanario.

Imagen 3. Foto del autor
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Conforme a lo anterior, también hay editoriales donde el presidente de México es mencionado como un testigo de calidad (Ceteme, 1965: 8) del progreso del movimiento obrero mexicano y del avance de la CTM, en las mejoras y el alcance de sus objetivos a favor de la clase obrera.

En su mayoría, las opiniones de la sección Editorial del órgano informativo, en cuestiones de política o del Estado, parecen más bien defensas y exaltaciones a las figuras gubernamentales por la ayuda proporcionada a la central obrera; también presentan la convicción de seguir apoyando al partido en el poder como la mejor opción para dar un resultado positivo y continuar con los objetivos de los trabajadores agremiados a la CTM. Se va demostrando la teoría de que la central no es autónoma al poder. Más adelante, se analiza a fondo la respuesta contraria, de considerarse una central de los proletariados y para el proletariado, esgrimida por el líder Fidel Velázquez.

En los editoriales: “El presidente GDO y el día de la lealtad” (Ceteme, 1968: 3) se observa una respuesta del semanario ante las acciones del presidente Gustavo Díaz Ordaz, el Ceteme manifiesta las reacciones ante la campaña del presidente para llevar a cabo las olimpiadas, cuando éste quiso emular el Día de la lealtad de Francisco I. Madero con el ejército, se dieron manifestaciones por parte de los sectores sociales que arruinaron la imagen que el estado deseaba para ese día.

La temática sobre el Estado y la visión ideológica del semanario Ceteme se fue formando en sus propios títulos. “Por qué llevaremos al poder a Echeverría” (Ceteme, 1970:  1,8) es muestra de la no únicamente de la propaganda que siempre se realizaba sobre los candidatos priistas a la presidencia, como resultado de la coalición entre el partido y la central, sino que se presente a la central y por tanto a los trabajadores en ella representados, como actores que llevan al poder a Luis Echeverría. Sobre la temática ideológica de la política y el Estado, podemos contrastar los textos “Tres años de gobierno revolucionario”, (Ceteme, 1968: 1), escrito en noviembre de 1961, y “Reacción vs. Patria” (Ceteme, 1962: 1) de enero de 1962. Mientras en el primero se aprecia una alabanza al gobierno de Adolfo López Mateos y se le considera un presidente obrerista encargado de proteger los derechos de los trabajadores y buscar la nacionalización de la industria eléctrica en México, en el segundo escrito el órgano informativo se expresa contra la postura del Partido Acción Nacional de no querer pagar impuestos o de esperar que sus cobros fueran mínimos.

El Editorial y los asuntos internacionales se reflejan, en su mayoría, en comentarios que tienen relación con el contexto del continente Americano y de la guerra fría. Los artículos “México en Punta del Este” (Ceteme, 1962: 6) y “Las enseñanzas de Punta del Este” (Ceteme, 1962: 1,6) publicados en enero y febrero de 1962, respectivamente, tratan sobre la cumbre de América Latina y la participación del canciller mexicano, quien se declaró en contra del comunismo y de los cancilleres de izquierda, política exterior de liderato que apoyaba completamente la CTM. Menciona también que los cancilleres buscaban llevar a cabo las propuestas unificadoras de Simón Bolívar, a pesar de las divisiones políticas y la guerra fría, así como el intento de reintegrar a Cuba a pesar del bloqueo económico.

Sobre la isla socialista latinoamericana, aunque se deseaba que ésta fuera integrada a los planes latinoamericanos, el Ceteme no estaba muy de acuerdo con su ideología, como se menciona en artículos como: “El caso de Cuba” (Ceteme, 1961: 1, 6), donde se muestra mínimo apoyo a la Revolución Cubana, y nulo a los comentarios de Fidel Castro sobre llevar una revolución socialista en México, ya que para los cetemistas México es para los mexicanos, aun con el inicio de la revolución cubana en los campos de entrenamiento hechos en Tamaulipas. Los trabajadores mexicanos consideraban imposible una revolución socialista.

La ideología internacional que comentó durante los años de estudio el órgano informativo, iba desde exponer asuntos de trabajo en conjunto con otros países hasta debatir cómo se daría a conocer el “Alcance del Tratado de Tlatelolco” (Ceteme, 1968: 3) sobre no aceptar armas nucleares en Latinoamérica, así como la discusión del caso de Cuba; también se analizaba el contexto, como el que permeó durante el movimiento estudiantil y las olimpiadas de 1968 en México. Sobre estas últimas, los directores mencionaron en el “Panorama de las Olimpiadas en Octubre” (Ceteme, 1968: 3), que había una fuerte disputa porque países socialistas como Cuba, la URSS y China no estaban de acuerdo en aceptar a Sudáfrica como participante en dicha justa, debido al Apartheid que mantenía contra su población negra, con lo que la CTM se declaraba en contra del racismo. Finalmente, otro de los temas editoriales con miras internacionales que fue abordado por el Ceteme, consistió en una propuesta para ubicar a: “La CTM en los planos de lo nacional e internacional” (Ceteme, 1965: 1,3). En este texto, los directivos del órgano informativo dieron una perspectiva sobre la relación entre la CTM como miembro desde 1953 de la Organización Regional Interamericana de Trabajadores (ORIT), así como sobre los vínculos que se establecían entre los diferentes líderes obreros del continente, principalmente de Sudamérica (S/A, 1983: 95-111).

 

El carácter cultural del Ceteme

La historia de la prensa es compleja y difícil, pues no se le puede aislar de la historia general de un país y su contexto social, ya que todas las innovaciones históricas ejercen su acción sobre la prensa (Morales, 2012: 3). El Ceteme tuvo un arraigo en grandes masas de población y sectores específicos, lo cual, en el caso de la prensa obrera, permite generar una cultura y tradición en las formas de expresión, trasmisión de discursos e ideas de los líderes obreros y de los trabajadores.

Los artículos de carácter cultural que pudimos captar dentro del semanario son aquellos que abordan desde temas dirigidos al obrero sencillo en sus intereses personales hasta la introducción de un discurso sobre los significados y visión de la guerra fría; otro aspecto relevante en el pensamiento de la tribuna cetemista es la función del obrero ante la historia de México y el presente. Dentro de las tres etapas de los directores generales, la sección cultural presentó distintos cambios y formas, como pasar de una denominación como Tribuna del pensamiento y la cultura –que duró hasta el 27 de febrero de 1962–, a la publicación de los aspectos culturales en el espacio general de noticias.

En el Ceteme, la mayoría de los artículos culturales sobre los obreros estaban dirigidos hacia el género femenino, tema desarrollado en el siguiente apartado. Los otros contenidos que se tocaron en sus páginas fueron la seguridad laboral, la participación internacional obrera y algunos aspectos históricos, particularmente remembranzas de los héroes de la Revolución Mexicana (R.M.) como los hermanos Ricardo y Enrique Flores Magón, con quienes los redactores relacionaban su trabajo por compartir la profesión del periodismo.

Respecto de este último tema, en el semanario se publicaron artículos como: “Ricardo, murió ciego en la cárcel extranjera; Enrique en la pobreza” (Ceteme, 1962: 3). Este texto contenía la biografía de ambos hermanos y explicaba sus ideales y su destino trágico como iniciadores de la R.M., símbolos necesarios para los trabajadores de la central cetemista, a quienes el informativo recordaba los derechos de la lucha armada que se llevó a cabo en 1910, cuando los hermanos Flores Magón fortalecieron la lucha con su prensa de ideología anarquista.

La mayoría de la prensa y propaganda obrera buscaba enfatizar, frente a la idea de una evolución lineal y progresiva, el concepto de la simultaneidad de los distintos sindicalismos como grandes instrumentos de autodefensa y afirmación de una conciencia obrera. En ese tenor, y también con referencia a Ricardo Flores Magón, destaca: “El prisionero número 14596” (Ceteme, 1966: 3,4). El Ceteme expresó que José Muñoz Cota, líder sindical, ponderaba en cada uno de sus discursos a este periodista revolucionario, como ejemplo a seguir y como líder emotivo de los distintos periodistas. El artículo también expresa tristeza porque el gobierno norteamericano quiso hundir a Ricardo Flores Magón con la expresión del número 14596 y no con su nombre, muy a pesar de haber sido uno de los grandes precursores de la Revolución Mexicana y estar en contra del gobierno porfirista.

La propia cultura obrera y sindical que el órgano Ceteme se estaba encargando de forjar acompañó los principios de la central obrera, de manera que se conformó una cultura homogénea con pensamientos heterogéneos sobre las labores y posiciones del sector obrero. No solamente se publicaron artículos sobre el mundo del trabajo o la exaltación de los héroes revolucionarios, sino también sobre aspectos sociales. Por ejemplo, el artículo denominado “El miedo al dolor de la muerte” (Ceteme, 1964:  3,4), del 23 de mayo de 1964, tocaba este tema mediante los conceptos platónicos de la muerte y la explicación de su proceso biológico, de modo que pudiera verse como algo inevitable que los obreros tendrían que comprender.

En el semanario se escribía también sobre noticias internacionales, como el caso de racismo acontecido en la ciudad de Selma, Estados Unidos. En el artículo: “Selma la Fatal” (Ceteme, 1965: 3,6), el órgano informativo describió la discriminación que personas negras y latinoamericanas vivían en varios lugares del continente y, sobre todo, en el país vecino del norte, donde no se permitía la votación a estos trabajadores y sus movimientos eran reprimidos. El nombre del artículo fue tomado por los redactores del Ceteme en alusión a la marcha Selma a Montgomery –que traducido al español sería domingo sangriento–, una manifestación realizada el 7 de marzo de 1965, que encabezó Martin Luther King Jr.

El artículo titulado “La prueba última de la moral es el bien de la comunidad” (Ceteme, 1965: 3, 6) fue publicado en abril de 1965. Mencionaba que en esa época lo económico y lo político caminaban al lado de lo moral, pero se trataba de una moral muy superficial porque el sistema capitalista iba deformando el continente Americano a través de la violencia y la supresión de la libertad de expresión del pueblo, de modo que los derechos humanos se estaban perdiendo, sometidos por un gobierno que no permitía quejas ni opiniones contrarias. Este comentario iba dirigido en contra de las represiones hacia los afroamericanos y los golpes de Estado ya originados en América Latina.

Con respecto del tema de la lucha de los trabajadores, destaca el artículo titulado: “Vive latente la heroica acción de los pioneros del movimiento obrero” (Ceteme, 1968: 3), publicado en enero de 1968. En él se conmemoraba a los trabajadores y las trabajadoras caídos en la fábrica de Río Blanco, quienes organizados con los de la industria textil de Puebla y Tlaxcala realizaron una huelga en contra de la organización patronal del Centro Industrial Mexicano. Los movimientos obreros en el mundo del trabajo –tanto el de Río Blanco como la huelga de Cananea–, fueron adoptados como vías de inspiración para los líderes de los trabajadores cetemistas, intención reflejada dentro del órgano informativo de la central.

Las intenciones cetemistas se presentaron en el contenido de la publicación. Así, “Pensamientos y deseos de la CTM en el ambiente del continente Americano” (Ceteme, 1970: 3)  dio a conocer la conclusión del seguimiento de las actividades de la ORIT y las organizaciones sindicales a nivel América en que participaba la confederación El propósito era concientizar a los trabajadores sobre la relación del movimiento obrero y el mundo del trabajo dentro del continente, aunque sin dejar de lado las posturas de cada país ni de la propia central mexicana dentro de la guerra fría, incluyendo el desarrollo de Cuba y la llegada del presidente Allende en Chile.

Una semana en la historia fue una sección donde se resaltaban hechos históricos a manera de efemérides para los trabajadores y lectores del Ceteme. Escrita originalmente por Zamarripa, fue continuada por su esposa Graciela de la Peña tras su repentina muerte. Esta columna destacó en el aspecto cultural del órgano informativo.

Es preciso destacar que el semanario Ceteme también presentó artículos con claras intenciones motivacionales para el mejoramiento de la sociedad, ya fuera en el terreno de la educación u otros. Por ejemplo: “El hombre libre es constructor de las GRANDES NACIONES. Hay que liberar a muchos mexicanos de la ignorancia, de la miseria y la insalubridad para que construyan una gran nación. ¡Tú cetemista!, ayuda en la Campaña de Alfabetización y habrás cumplido con tu Central y con México” (Ceteme, 1970: 7).

Lo anterior es insumo para efectuar un análisis sobre la motivación de los programas sociales del Estado, que benefician y promueven la ayuda entre individuos. José Revueltas explica que las personas desarrollan su conciencia humana bajo la obligación de que el trabajador se destruya a sí mismo; por lo tanto, la conciencia contrapuesta a la propiedad privada debe mantener su propia existencia para formar una conciencia revolucionaria (Revueltas, 1962: 18). La búsqueda del mejoramiento de los sectores sociales a través de sus propios miembros, como en el caso de los obreros, es la búsqueda del fortalecimiento de una población, pues aquella que lee es una población más sabia y con mayor cultura.

Imagen 4. Foto del autor
Imagen 4. Foto del autor

La principal función social del semanario fue mostrar los intereses de los grupos de agremiados de la CTM; entre ellos, el de la mujer trabajadora y los agremiados sindicales. Para ello, en sus páginas se hacía la crónica de los congresos cetemistas, que transmitían los principios y objetivos de los sindicatos nacionales y estatales. El Ceteme exponía las funciones de los líderes en los congresos cetemistas y las acciones que realizaban, como una manera de interesar a que sus agremiados completaran los objetivos y planes trazados desde el inicio del año; además, se persistía en la implementación de una nueva Ley Federal del Trabajo, con la unión entre la central y el partido en el poder.

Hablar sobre la visión de la mujer trabajadora cetemista representa un panorama de ocho a diez por ciento dentro de la información difundida en el órgano informativo; sin embargo, el Ceteme cada vez prestaba mayor atención a la participación de las mujeres trabajadoras, a quienes consideraba defensoras de los precios de la canasta básica y compañeras para afrontar los problemas obrero-patronales. Además, lo consideramos importante porque refleja el papel de la integración de la mujer mexicana en el mundo laboral y político.

Las temáticas más esenciales de la sección denominada Comentarios femeninos, que se escribió hasta abril de 1968 debido al cambio de director General y la salida de Artemisa Xóchitl por jubilación, estuvieron enfocadas directamente a huelgas o participaciones directas de la mujer en el México de la década de los sesenta. Los artículos que ella escribió para esta sección se relacionaban con aspectos económicos, de opinión y sobre las jerarquías de la mujer trabajadora cetemista.

La relación sindicato, central y trabajadora se percibía en la CTM, pero cabe mencionar que, aunque existiera debido a las trabajadoras textiles –importante gama en el sector laboral–, las mujeres no tomaban puestos dentro del Consejo Nacional de la Central o como líderes en alguna secretaría, sino solamente como líderes de sus sindicatos

 

Adolfo Mexiac, la imagen como postura de izquierda en Ceteme

Hablar sobre formas y figuras en los grabados editados en el semanario es hacer mención a quienes fueron maestros de algunos grabadores. En el caso de Adolfo Mexiac. Nos referimos a aquellos hombres que le enseñaron el oficio: Francisco Díaz León, el grabador y promotor de publicaciones, individuo de gran cultura artística que participó en el proyecto vasconcelista de las Escuelas al Aire Libre; Alfredo Guati Rojo, grabador y promotor constante de los trabajos en acuarela de México; y Pedro Castelar, excelente grabador e impresor (Mexiac, 2006: 57).

También se pueden mencionar antecesores como José Guadalupe Posadas y Ernesto García Cabral, quienes dieron inicio a la fuerte tradición grabadista que pronto se transformó en la escuela mexicana del grabado. (Manrique, 2000, p.91) Cabral fue profesor de técnica de Adolfo Mexiac, además de incluirlo con los grabadores de la llamada “Tercera generación del Taller de Gráfica Popular” (Prignitz, 1992: 8) en México, personajes que harían grabados relacionados con los sectores sociales y las tradiciones del pueblo mexicano.

Los grabadistas y caricaturistas mexicanos infundieron un sentido total de la mexicanidad cotidiana de la década de los sesenta. En el caso del Ceteme y de las imágenes que exponemos, su xilografía denota, por una parte, la presencia de individuos indígenas, obreros, ciudadanos, campesinos y, por otra, la de los intermediarios -líderes charros-, empresarios, burgueses, burócratas. Mexiac en los temas que aborda refleja la lucha sindical en las juntas de Conciliación y Arbitraje entre patrón y obrero, donde la justicia social se ve como una persona afectada por la decisión de ambas partes.

En los cuadros de Mexiac la entonación, el encuadre del rostro, las posturas adecuadas, los marcos y contornos curvos representan significativamente las formas y maneras diferenciadas de los personajes a detalle. Mexiac vivió los estragos provocados por las políticas de la guerra fría al no permitir en el continente Americano cualquier avance socialista o de la democracia popular que pudiera afectar los intereses del capitalismo norteamericano, de modo que utilizó esta oposición para desarrollar figurativamente a los campesinos y a los propios dirigentes obreros. Sin embargo, en su arte, Mexiac mantuvo una fina línea entre el sentido social de sus dibujos y la provocación a través de la propaganda.

La obra gráfica de Adolfo Mexiac impone una escala de dominio natural en la frecuente inclusión de una, dos o tres figuras humanas. No las detalla, las deja como referente necesarios para dar lugar a la grandeza natural. Apenas deja ver que se trata de trabajadores del campo, de la misma manera sintética que hace ver trabajadores típicos de la ciudad en otra serie (Méxiac, 2006: 57). He aquí donde las funciones del arte nos hacen comprender los grabados a partir de contradicciones y no de bizqueo.

La performatividad característica de la obra de Mexiac es un proceso de urbanización donde campo y ciudad son transformados en beneficio de una noción identidad del pueblo, sin concesiones. En cada uno de los cuadros hasta aquí reproducidos, la ternura tiene siempre un sentido desgarrador o se concreta en relación con el paisaje o una situación concreta (Méxiac, 2006: 57).

La principal técnica utilizada por Mexiac en la mayoría de los grabados contenidos en el Ceteme se observa en la forma casi hosca en que marca monstruos sin forma, que caracterizan a quienes detentan y lucran con el poder; muestra la figura del capitalismo como la maquinaria que devora a los obreros. En su imaginario artístico desnuda en forma descarnada a sus personajes, mediante detalles con los que personaliza el papel social que cada uno de los sectores sociales juega. Por ejemplo pinta al industrial como prototipo un empresario avaro,  mientras que los trabajadores aparecen como míseros. De esta manera, Mexiac contribuye a que los lectores del Ceteme realicen su propia interpretación del mensaje visualizado.

Para describir la forma conceptual de los grabados publicados en el semanario Ceteme se precisa la interpretación configurada de las leyendas que acompañan cada una de las imágenes. Para comprender el trabajo de los grabadistas que difundían sus obras en el semanario Ceteme hay que partir de la teoría de la semiótica pictórica, la cual se concibe de acuerdo con Joseph Cortés, como el estudio de la construcción de un objeto sintagmático de dimensión discursiva (Cortes, 1991: 22); en otras palabras y siguiendo al mismo autor, la gráfica y la pintura hablan por sí mismas al formar una representación del mundo natural o real, construyendo imaginarios que efectúan operaciones de cultura y transmiten ideas que los sujetos captan en diversas direcciones y dimensiones.

Hablar sobre la descripción conceptual de los grabados del semanario Ceteme es comprender la generación de una lluvia de ideas dentro del sector obrero. En 1962, de los 17 grabados que presentó Adolfo Mexiac, siete hicieron referencia a la justicia social para los trabajadores mediante la no explotación del asalariado. De 1963 a 1967, los proyectos de la Confederación contemplaban obtener una adhesión inmensa dentro del mundo obrero mexicano, que después de la huelga ferrocarrilera del 59 le permitiese dar ilusión a los trabajadores que habían abandonado los sectores de izquierda radical (Ortega y Soriano, 1996: 380). Este objetivo fue logrado durante estos cuatro años cuando, con imágenes de Mexiac, se combatió a los sindicatos externos a través de todo tipo de medio informativo. Fue en sus grabados donde se representó una lucha entre el destinario  (obrero) y el anti-destinario (patrón) (Cortés, 1997: 189), lucha que se fue concibiendo con la visión y forma en que el autor colocaba al obrero, campesino, indígena o ciudadano. Aquí, la idea de la cultura fue generando una facticidad cognoscitiva con la participación del hacer persuasivo y del hacer interpretativo –el hacer creer y el creer–, donde van a intervenir los grabados como las modales veridictorias.

Para 1968 y 1969, de los 116 grabados publicados por Mexiac en el Ceteme, 50 hacen referencia a la opresión patronal de los derechos de los obreros, especialmente la correspondiente a la falta del reparto de utilidades y el pago justo de los salarios mínimos, puesto que estas acciones evitaban que el trabajador tuviera pleno acceso a la Canasta Básica popular.

Ya en 1970, de los 45 grabados de Adolfo Mexiac diez abordaron la creación de la Ley Federal de Trabajo de dicho año, misma que defendía los derechos de los trabajadores, como el de vivienda y el de contar con una institución que defendiera el precio del consumo básico para la sobrevivencia del trabajador. Pese a la temática de la Ley Laboral, fue más abundante la correspondiente a la lucha contra la opresión patronal, con 12 grabados publicados.

Es importante reconocer el efecto de la huelga considerado por la CTM. Primero reconoce a dos miembros, el sujeto y el anti-sujeto, cuando un plano de decisión se vuelve de ejecución. Se origina el principal efecto de la demostración en el intervalo que ejercen los grabados como motivación en la parte de decisión pero, antes de detonar la ejecución (Cortés, 1997: 189), se pide apoyo para controlar y adjuntar más agremiados a la Confederación, a través de la imagen y la defensa de los intereses del trabajador.

 

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Cómo citar este artículo:

OLIVO H., Omar Darío, (2017) “La Cultura Sindical y su organización en la Confederación de Trabajadores en México: El Ceteme (1959-1970)”, Pacarina del Sur [En línea], año 9, núm. 33, octubre-diciembre, 2017. ISSN: 2007-2309.

Consultado el Sábado, 20 de Abril de 2024.

Disponible en Internet: www.pacarinadelsur.com/index.php?option=com_content&view=article&id=1519&catid=5