Román Robles Mendoza, entrevista[1]

Leif Korsbaek

Escuela Nacional de Antropología e Historia, México

Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

 

Recibido: 28-05-2019
Aceptado: 15-06-2019

 

 

Román Robles pertenece a una especie en peligro de extinción: es un antropólogo de la vieja escuela, de la izquierda, que no es estalinista, sino un antropólogo socio-cultural versátil con intereses antropológicos amplios, y una notable sensibilidad.

Román Robles es peruano, de corazón y de hueso colorado, y sus investigaciones pertenecen sin excepción a temas peruanos.

El universo antropológico de Román Robles es el mundo de los campesinos en el Perú de hoy, sus bases económicas y los fenómenos de su superestructura cultural.

Román Robles ha estudiado el ritual entre los campesinos peruanos.

Para él, el ritual pertenece a la vida cotidiana de los campesinos, a la religiosidad popular y no a una esfera sagrado desligado de la vida cotidiana.

Un aspecto de esta vida cotidiana que ha estudiado con particular interés es el uso de la música en los rituales campesinos.

Otro aspecto que le ha interesado es la literatura popular que surge entre los campesinos.

Podemos caracterizar a Román Robles como un intelectual orgánico de los campesinos peruanos, pero hay que mencionar un detalle relevante en esta caracterización: a raíz de la reforma agraria de Velazco Alvarado en 1969 prácticamente no hay campesinos en el Perú, pues para hacerlos beneficiarios de dicha reforma se bautizaron “campesinos”, y en las estadísticas peruanas los únicos “indígenas” que hay en el Perú son los 300.000 indígenas en la Selva Amazónica que viven en “aislamiento voluntario”.

De esta manera podemos decir que Román Robles es un intelectual orgánico de los campesinos indígenas de habla quechua, pues viene de una familia de campesinos quechua-hablantes en la costa central del país, tal como se desprende de la entrevista.

Aparte de ser un intelectual orgánico Román Robles es una figura central en el paisaje de la antropología peruano, pues es realmente el decano de los antropólogos peruanos.

Cuando yo lo conocí en 2007 era director de la escuela de antropología de la Universidad de San Marcos, la universidad más antigua en el Cono Sur. Con algo de amargura me contó en una ocasión, hace unos años, que hay dos veces más estudiantes inscritos en posgrados de las ciencias sociales en universidades privadas que en universidades públicas.

Román Robles sigue siendo profesor principal de la Universidad de San Marcos y, que yo sepa, no tiene ninguna intención de jubilarse, sigue dando clases en San Marcos.

 

L. K. ¿Dónde nació?

R. R. Como dijo Vallejo en París, nací en Santiago de Chilcas, provincia de Ocros, departamento de Ancash, Perú. Claro que el vate dijo Santiago de Chuco. En ese tiempo Chilcas era un pequeño pueblo andino de unas 150 familias. Era anexo del distrito de Acas. Mi madre se llamaba Hermenegilda Mendoza y mi padre Francisco Robles. Era una familia campesina. Se dedicaban a la agricultura de autoconsumo familiar y también criaban ganado vacuno. Ambos eran analfabetos. Mis padres tuvieron trece hijos e hijas, sobrevivimos sólo seis, todos varones.

L. K. ¿Cómo fue su infancia?

R. R. Muy difícil por la pobreza de mi familia. Mi padre se dedicaba a trabajar chacras de otros campesinos para repartirse la cosecha, por lo que en mi infancia más de las veces nos faltaba comida, nos vestíamos mal. Desde muy pequeño ayudaba en los quehaceres en el hogar y en la chacra. Recuerdo muy pocas alegrías de esos tiempos.

L. K. ¿Dónde fue a la escuela?

R. R. Mi primera escuela fue la elemental de Chilcas que cubría sólo hasta el 3er año de primaria. 4to y 5to años lo hice en el Centro Escolar 353 de Ocros, un pueblo distante en 16 Km. Cubría primaria completa, hasta el sexto año. Mi padre nos matriculó a mí y a mi hermano mayor, Hilario, en el 353 para hacer toda la primaria. Él nos dijo: “Voy hacer todos los sacrificios para que ustedes estudien y no sean como yo que no sé leer ni escribir”. Ir estudiar a Ocros era para nosotros como irse al extranjero. Ese pueblo era más desarrollado, con más de 1000 familias. Había allí gente rica, con chacras de alfalfa y mucho ganado vacuno, que producía buen queso. La mayoría hablaba castellano; en Chilcas en cambio se hablaba sólo en quechua, con muy pocos castellano hablantes. En la escuela aprendimos castellano a fuerza de rigor.

L. K. ¿Cuál fue su primer encuentro con Lima?

R. R. Conocí Lima por primera vez en 1947, a los doce años de edad. Regresé a mi pueblo el año siguiente cuando murieron mis padres. Por intervalos me dediqué hacer vida campesina, cultivando en las chacras dejadas por mis padres. En los años siguientes intenté irme a Lima por tres ocasiones, cuando mis dos hermanos mayores ya residían en la capital. La modalidad era el escape. Mi tercer escape fue en 1954, cuando ya tenía 20 años. Me quedé definitivamente. El hermano mayor tuvo que retornar a la tierra para encargarse de conducir las chacras familiares.

Proporcionada por Román Robles, c1952
Imagen 1. Proporcionada por Román Robles, c1952.

L. K. ¿De dónde tuvo la idea de estudiar antropología?

R. R. Yo no tenía idea de lo que era la antropología. Ingresé a San Marcos en 1960 para estudiar periodismo. La antropología me llegó por accidente. Un buen día no vino un profesor a dictar su clase. Por curiosidad ingresé a un salón donde un profesor ya anciano dictaba clases a muy pocos alumnos. Me impresionó su clase en la que hablaba de cultivos, de riego, de andenes, de cosechas y muchas otras cosas más, de las que yo estaba familiarizado por haber sido campesino. Era en el mes de mayo. Desde ese día asistí a sus clases durante todo el año, dejando el curso en el que estaba matriculado. Meses después me enteré que el profesor se llamaba Luis E. Valcárcel, de quien tampoco tenía mucha información. Por supuesto que el año siguiente me matriculé regularmente en el curso de Etnohistoria. Por Valcárcel aprendí lo que era la antropología. Desde entonces llevé paralelamente la especialidad de Antropología, sin dejar periodismo que concluí en 1964.

L. K. Cuéntenos de sus estudios.

R. R. He tenido suerte en mis estudios superiores. No tuve dificultades para ingresar a San Marcos, como mi hermano mayor que quería estudiar medicina; postuló por tres años y no ingresó, por lo que se fue a Argentina. Estudió medicina en Córdoba y se graduó allí, para luego quedarse de por vida. Desde que entré a San Marcos he estudiado varias carreras: periodismo, educación secundaria, derecho y antropología. Me he graduado y titulado en tres de ellos, menos en derecho, que sólo hice el primer año. Tuve que dejarlo cuando las facultades se trasladaron a la Ciudad Universitaria en 1963 y derecho continuó en el Parque Universitario. Como profesional me he dedicado casi exclusivamente con la antropología, algo de periodismo y muy tangencialmente educación secundaria.

L. K. ¿Dónde ha hecho trabajo de campo y cuáles son sus experiencias?

R. R. Esta es una pregunta complicada para mí. Trabajo de campo y experiencias son temas muy amplios en mi larga vida universitaria, comprende los trabajos de campo con los estudiantes y trabajos de campo en las investigaciones científicas en mi campo profesional. Ambos son amplios y numerosos. Podría decir que por estos rubros he conocido buena parte del Perú rural. Tanto con mis alumnos, como por mis investigaciones, he trabajado principalmente pueblos de la sierra del Perú, pero también en la costa y la selva. En síntesis, mi mejor experiencia ha sido estudiar a las comunidades campesinas, en sus formas de organización, sus costumbres, sus fiestas y sus anhelos de mejorar la vida social. Lo atestiguan mis publicaciones, mis charlas y por qué no decirlo, mis clases. En las comunidades me he desenvuelto como pez en el agua, tanto conociéndolos in situ como también habiendo sido campesino y comunero por experiencia propia.

L. K. ¿Cuándo se casó?

R. R. Me casé en 1968, a los 32 años. Mi esposa se llamaba Rosalvina, también hija de campesinos de mi pueblo. Una extraordinaria mujer, con quien hemos tenido tres hijos, mejor educados por ella que por mí. Se graduó de Psicóloga y no llegó a ejercer su profesión, prefirió dedicarse a sus hijos, hasta su fallecimiento en 2009.

L. K. Cuéntenos de su vida en familia.

R. R. Hemos construido una familia sencilla de acuerdo a la realidad urbana. Padres e hijos en unidad sólida, apoyando a los hijos hasta su realización profesional. Desde que nos casamos, preferimos vivir en la periferia de la ciudad de Lima, en el sector de Tahuantinsuyo, distrito de Independencia, cuando en ese tiempo se llamaban “barriadas”. Continuamos viviendo allí, con la tranquilidad hogareña, en un ambiente de familias mayoritariamente provincianas. Mi mujer ha alternado el hogar, el estudio y la crianza y la atención de los hijos; en mi caso, la vida universitaria y el hogar. Más allá de la familia, en el barrio donde vivo estamos organizados con todas las familias procedentes de Chilcas. Formamos uno de los doce sectores en Lima Metropolitana, pero todos conformamos una sola asociación con un terreno de 5,000 m2 de en San Juan de Lurigancho. Allí reproducimos la cultura chilcasina.

Proporcionada por Román Robles, c1995
Imagen 2. Proporcionada por Román Robles, c1995.

L. K. ¿Cómo ha sido su carrera profesional?

R. R. Muy provechosa. Me ha introducido al mundo de la docencia universitaria y me ha dado la oportunidad de conocer el Perú profundo. También me ha dado muchas satisfacciones, con mis publicaciones, con el contacto con la juventud, las buenas relaciones con alumnos y alumnas, con el contacto de profesionales de la misma línea de diferentes universidades del país. Con ellos nos reunimos frecuentemente, en congresos, simposios y conferencias. Confieso que estoy feliz con la antropología, “por culpa” de mi estimado profesor Luis E. Valcárcel y por mi vocación encontrada por accidente, como repito.

L. K. ¿Cuál ha sido su relación con la política universitaria?

R. R. Muy poco. He sido por convicción huidizo de la política, a pesar de que en San Marcos la política ha sido parte de la vida universitaria. En otros términos: no me he involucrado con ningún partido político. Eso no quiere decir que no tengo ideas políticas, las tengo. Desde mis años como estudiante he estado del lado de las ideas de izquierdas, pero sin partidarizarme. Entiendo hasta ahora, que lo mejor del pensamiento político creado en la historia humana, ha sido lo de Marx y Engels. Con esa línea de pensamiento me he identificado como estudiante y como docente.

L. K. ¿Cómo ha sido el desarrollo histórico de la antropología en San Marcos?

R. R. Básicamente nos hemos desarrollado bajo los parámetros de la antropología que nos llegaban de los países desarrollados. Comenzamos con la antropología culturalista norteamericana, para luego abrazar también las corrientes del funcionalismo y de alguna manera del estructuralismo. Desde los años setenta tuvo mucha influencia la antropología marxista en sus diversas variantes; décadas más tarde nos hemos contagiado con diversos enfoques, incluyendo el postmodernismo. En más de 70 años de antropología no hemos construido una corriente de antropología peruana. Probablemente por falta de liderazgo intelectual, que nace y muere con Valcárcel, por decirlo de alguna manera. Con Matos Mar y posteriores generaciones ha primado el individualismo. Hemos sido incapaces de formar una escuela colectiva y enrumbar en una corriente de pensamiento antropológico aplicado al Perú. Hasta hoy seguimos sin rumbo fijo. Nos movemos por inercia.

L. K. ¿Cuál es su relación con la música?

R. R. La música ha sido una expresión cultural que me ha gustado desde la niñez. Admiraba de manera especial a los músicos de mi provincia, preferentemente a los arpistas y violinistas campesinos que tocaban sus instrumentos con extraordinaria virtuosidad. Cuando en Lima aprendí apreciar la música clásica, admiraba los conciertos de Paganini y diferentes composiciones de Mozart y otros grandes maestros. Alguna vez le comenté a una amiga argentina sobre el parecido de las melodías de Paganini y de los violinistas de Mangas (Ancash). Como era de esperar, ella se echó a reír por mi comentario, pero eso he pensado siempre, con las diferencias de estilo y contexto social de ambas formas musicales. La comparación musical de lo popular y académico no está fuera de lugar, es posible hacerla. Admiraba también a la música de bandas andinas, que en los años de mi primera juventud estaban representadas por las dos mejores bandas: la de Huanri y la de Llipa, a las que he enfatizado en mis publicaciones. Lo que he escrito como antropólogo no ha sido otra cosa que interpretar una realidad artística preferentemente andina, que fue creciendo hasta convertirse en símbolo musical panandino como son las bandas de músicos de hoy.

L. K. ¿De dónde viene su cariño por César Vallejo?

Proporcionada por Román Robles, 2014
Imagen 3. Proporcionada por Román Robles, 2014.

R. R. Por varias razones. En primer lugar, por ser un poeta andino de extraordinaria producción literaria telúrica del Perú profundo. Comencé a leer sus poemas desde los años de estudiante en San Marcos, cuando formaba parte de un grupo literario, con jóvenes que se convirtieron en poetas de la época, tales como Juan Ojeda, Juan Cristóbal, Fidel Peltroche, R. Ráez, Hermógenes Janampa y otros más. Con ellos leíamos los cuentos, los poemas y la novela de Vallejo. Leyendo a otros autores nacionales y extranjeros conocimos su “exilio voluntario en París”, ciudad a la que viajó después de haber sido maltratado, tanto literaria como personalmente, decidido a no volver al Perú. En efecto, Vallejo murió en París “con aguacero”, como dice uno de sus poemas. Sus restos mortales reposan en el cementerio de Montparnasse y es visitado diariamente por gente de diversas naciones, como lo hemos constatado en los dos viajes a esa ciudad. Conocimos su tierra, Santiago de Chuco, en 1966, cuando viajamos con Hermógenes Janampa. El reportaje que hiciéramos con él es ampliamente conocido. En resumen, Vallejo ha sido en cierto modo un guía espiritual para mí como para mucha gente peruana. Hemos aprendido mucho de él y nos sigue iluminando en arte y en valores, desde su posición de poeta universal contemporáneo.

L. K. ¿Cuál ha sido el desarrollo de las universidades privadas en el Perú?

R. R. Es un fenómeno reciente en el Perú. Se ha multiplicado desde los años noventa del siglo pasado. En 1960 había en Lima una sola universidad privada, la Católica, que nació durante el receso de San Marcos. Fue aumentando de número desde finales de la década del sesenta. En la actualidad hay en el Perú más de 143 universidades: 51 públicas y 92 privadas. 7 universidades públicas están en Lima y las privadas superan los 30. Con el gobierno de Fujimori, los institutos y las academias de preparación pre universitarias se convirtieron en universidades, en atención a la incentivación de la inversión privada. La calidad de estas numerosas universidades es de medio para abajo. Evidentemente, la población de estudiantes en el nivel superior ha crecido sustancialmente en este nuevo siglo. Podría decirse que la masificación de universidades responde a esta dinámica social.

L. K. ¿Qué otras partes de América Latina conoce y cuáles son sus experiencias?

R. R. Conozco pocos países de América Latina: Argentina, Chile y Ecuador. En estos tres países, la situación de las universidades es casi similar a la nuestra. Hay competencia de las universidades públicas con las privadas. Creo que las universidades chilenas están en mejor posición. Producen mejor conocimiento, investigan, hacen publicaciones. Es mi parecer general. No tengo información concreta sobre el desarrollo universitario en estos países, mis ideas provienen de lo poco que he visto y leído.

L. K. ¿Cuáles son, en su opinión, los tres antropólogos peruanos más importantes?

R. R. Luis E. Valcárcel, José Matos Mar y José María Arguedas son, desde mi punto de vista, los más importantes antropólogos del Perú.

Proporcionada por Román Robles, 2015
Imagen 4. Proporcionada por Román Robles, 2015.

 

Notas:

[1] Realizada en Lima, en mayo de 2019.

 

Cómo citar este artículo:

KORSBAEK, Leif, (2019) “Román Robles Mendoza, entrevista”, Pacarina del Sur [En línea], año 10, núm. 40, julio-septiembre, 2019. ISSN: 2007-2309

Consultado el Jueves, 28 de Marzo de 2024.

Disponible en Internet: www.pacarinadelsur.com/index.php?option=com_content&view=article&id=1774&catid=5