Jacques Stephen Alexis: notas desde el ojo viajero

Rocío García Rey[1]

El presente trabajo presenta un panorama del ejercicio literario y político del escritor haitiano Jacques Stephen Alexis. Hemos tomado como base dos textos: La ponencia presentada en 1956, en el Primer Congreso de Artistas Negros, en Francia y fragmentos de su novela Compère General Soleil. Nuestro trabajo expone que, una consecuencia de la escritura militante de Alexis, es su exilio y posterior desaparición. Asimismo señalamos que el tema central en los textos trabajados son, la migración, el prejuicio racial y el arte para el pueblo.

Palabras clave: Literatura haitiana, migración, exilio, trujillato, escritura y sociedad, identidad

 

…recovecos, desviaciones a través de la página, metamorfosis y anamorfosis del texto por parte del ojo viajero,  vuelos imaginarios o meditativos a partir de algunas palabras.

Michel de Certeau La invención de lo cotidiano[2]

 

El presente trabajo tiene como objetivo dar un panorama del trabajo literario de Jacques Stéphen Alexis, escritor haitiano nacido en 1922.  Para la elaboración del trabajo acudí a fuentes secundarias que me permitieran ubicar el contexto político en el que Alexis emerge como escritor. Acudí a también a escritos del autor como la ponencia que presentó en 1956, en París, en el Primer Congreso de escritores y artistas negros. Algunos fragmentos de su novela Compère Général Soleil, me sirvieron para acercarme a su producción narrativa.

Los escritos de Alexis forman parte de la vasta producción literaria del Caribe que ha permanecido soterrada. Tal situación es una especie de oxímoron histórico, pues Haití fue el primer territorio del continente que obtuvo su independencia, en 1804.

El tránsito para comprender la producción de Alexis puede ser recorrido tomando en consideración, aquella expresión de la sociocrítica:[3] La socialidad de los textos. Se trata de mirar los textos tomando en cuenta los referentes que marcaron al autor en el momento de la escritura y, en el caso de Alexis, de indagar y comprender las condiciones que lo llevaron a emprender una búsqueda por la identidad haitiana, o más específicamente por la reivindicación de una identidad cultural haitiana.

 

Breves apuntes sobre el caribe

El Caribe surge en el mundo occidental en la época colonial como escala entre las posesiones continentales y las metrópolis europeas. López Morales plantea que fue en el siglo XVII cuando surgió la colonización con fines fundamentalmente agrícolas.

Culturalmente el Caribe es un territorio heterogéneo: diferentes lenguas lo dotan de sonido; diferentes pieles constituyen su cuerpo. Pero el Caribe comparte entre sí, aquel carácter histórico de riqueza y enclave económico, y aquella característica de haber sido la región de esclavos por excelencia.

Los primeros testimonios escritos que nos han llegado acerca de los habitantes y del paisaje de estas tierras son obra de la pluma de misioneros enviados a ganar las almas de los salvajes para la fe cristiana. Las medidas genocidas tomadas en contra de los que pretendieron resistir al despojo [...] pronto exterminaron a la casi totalidad de las poblaciones aborígenes, por lo que hubo que importar mano de obra esclava.[4]

Es en esta dinámica de sometimiento y opresión en donde en palabras de Kouassi: “Los negros perdieron toda posibilidad de conducirse como seres humanos porque su condición de esclavos no difería en nada del que podía dársele a un animal salvaje”.[5] Surgió un proceso de transculturización que, en el campo de los signos escritos, permitió que surgiera la figura de los cimarrones de silabario, aquellos “esclavos que por su cuenta aprenden a, leer y escribir en lengua del amo, a ellos se deben los primeros testimonios de verdaderas voces negras, en contraste con los dejados por los viajeros, misioneros o funcionarios [...]”.[6]

El Caribe ha sido también, espacio en el que los signos escritos han dejado testimonio de historia e imaginarios a lo largo del tiempo. En el caso específico de Haití, fue en el siglo XIX cuando surgió una vasta producción de textos como parte de una brega en contra de aquellas creencias difundidas acerca de la inferioridad racial. En este sentido Maximilien Laroche ha escrito:

La tarea de los intelectuales haitianos del siglo XIX, era pues la de continuar sobre la línea teórica el combate [...] contra los enemigos de la raza negra que esparcieron los rumores más extravagantes sobre el vudú, que convertían en canibalismos y magia negra las prácticas y costumbres de los haitianos.[7]

 

Los vericuetos de la palabra

 www.pen-international.org
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En este apartado haremos un acercamiento somero a los diferentes momentos que la literatura haitiana ha recorrido. Es indispensable acudir a estos momentos para lograr situar tanto el pensamiento como la obra del Alexis, y comprender las circunstancias que alimentaron su visión del arte y de la escritura. Para ello retomamos las divisiones de la literatura haitiana que hace W. Logan Rayford.[8]

  • 1804 -1806, donde hay básicamente una producción de trabajos sobre historia nacional.
  • 1860 - 1915, son los años de “florecimiento de la literatura genuina inspirada por dos tendencias: una literatura de imitación” y una que buscaba la identidad haitiana.
  • 1940 - Este periodo “se extendió durante la década de los cuarenta y se caracterizó por fuertes influencias sociales y radicales expresadas por escritores que creían que su mensaje era más importante que su forma o su estilo”.

De acuerdo a lo anterior, Jacques Stéphen Alexis pertenece a la tercera fase de la literatura haitiana. Los escritores de esta generación cargaban la dolorosa impronta de la ocupación norteamericana de 1915. Esta ocupación puede considerarse como un parteaguas en Haití, pues marcó la búsqueda, al tiempo la brega para rescatar la identidad haitiana (más que antillana) a través de los discursos de negritud / indigenismo.

 

Autor y sociedad

¿Qué importancia tiene conocer o indagar la historia de un autor para comprender su obra? ¿Cómo hilvanar su biografía, a su concepción particular de la escritura y del arte? Para responder a estas preguntas es insoslayable acudir al binomio escritor- sociedad, pues en el caso de Alexis, éste surgió como parte de un grupo de escritores-militantes. Su escritura fue, en este sentido, la prolongación de la militancia política que emprenden aun en el exilio.

Para advertir la relación escritor-sociedad es necesario asumir, en primer lugar, la categoría autor como elemento condicionado a los vaivenes de la historia; historia en la que subyace la ideología, uno de los elementos más importante para lograr concatenar cada uno de los elementos que construyen la dinámica del binomio escritor-sociedad. Ni el autor ni la sociedad logran escapar a esa impronta que es la ideología y sin la cual autor y sociedad serían conceptos vacíos. Por una parte la historia nos permite comprender las variaciones a los que el concepto autor ha estado sometido y por otro nos lleva a ubicar las particularidades sociales de épocas determinadas en que la semántica del escritor ha nacido.

 

Los autores

Jacques Stéphen Alexis nace en Gonaives, Haití en 1922.  Hijo del novelista Stéphen Alexis quien fue militante del Partido Comunista, encarcelado y exiliado por su participación en el movimiento contra la invasión norteamericana. De acuerdo con Nancy Morejón:

El bisabuelo de Jacques, Mesmin Alexis, mezclado a las agitaciones políticas de fines del siglo  pasado, murió fusilado en 1880, en compañía de su hijo mayor. Su segundo hijo igualmente condenado a muerte, escapó en un hilo del pelotón de ejecuciones. Llevaba el mismo nombre de Mesmin. Se casó con Rossana Jean Philippe, que descendía de Jean-Jacques Dessalines, el compañero de armas de Toussaint Louverture. [...] Del matrimonio de Mesmin y Rossana nació Stephen Alexis, el padre del novelista, el 29 de noviembre de 1889. La madre de Jaques, Lydia Núñez, era de origen dominicano. [9]

Con esa historia familiar, Alexis participa como líder estudiantil en la insurrección de 1946, en contra del gobierno de Elie Lescot. La participación en el movimiento es la causa por la que es parte de un grupo de jóvenes exiliados. Su labor de escritor la llevó a cabo durante sus años de exilio en Francia. Sus novelas son: Compère général soleil, 1955 (Compadre General Sol); Les arbres musiciens, 1957 (Los árboles músicos);  L´espace d´un cillement, 1959, (En un  abrir y cerrar de ojos); y Romancero aux étoiles, 1960 (Romancero de las estrellas).

Eric Sarner, escribió a propósito del autor:

Jacques Stephen Alexis, sus libros, su “desaparición”, eso fue lo que me trajo a Haití. Al hojear las primeras páginas de las tres novelas reeditadas en la colección Imaginaire (Gallimard), se lee:

...Nacido el 22 de abril de 1922 en Gonaives, república de Haití... En 1961, Jacques Stéphen Alexis intenta volver a organizar la lucha en contra de FranÇois Duvalier. Lo espera al desembarcar, es capturado, torturado, declarado, desaparecido pero probablemente asesinado sin que nunca se hayan podido disponer con certeza los hechos que pudieran esclarecerlas circunstancias de su muerte. [10]

Cabe hacer una digresión para decir que otro de los autores que forman parte de la generación de Alexis, es René Dépestre quien comparte el mismo derrotero, pero no el fin, pues su vida no es truncada, como en el caso de Alexis. Es encarcelado por su rechazo al régimen de Lescot y el exilio también invade su vida. Después de vivir veinte años el exilio en París, se traslada a Cuba. Entre sus obras de poesía se encuentran: Journal d´un animal marin, 1964, (Diario de un animal marino); Un poéte a Cuba, 1976 (Un poeta en Cuba). Su actividad ensayística se vierte en obras como: Pour la révolution, por la poésie ,1974 (Por la revolución, por la poesía) y Buenos días y Adiós a la negritud, 1980.

Estos escritores son los continuadores del trabajo intelectual de Jacques Roumain y de Jean Price Mars. El primero es considerado como “el primer marxista haitiano”. Discípulo del etnólogo francés, Paul Rivet. En 1940 funda la oficina de etnología y años atrás, en 1934 había fundado el Partido Comunista (reconstituido en 1946).

En el caso de Jean Price-Mars, Gerard Pierre- Charles lo consideró “padre de la negritud [...] corriente socioliteraria que en la posguerra marcó el despertar de los intelectuales africanos y antillanos en Francia”.[11] En 1928 publica Ainsi parla l´ oncle (Así habla el tío), obra que es considerada como un manifiesto de nacionalismo haitiano, “propugnaba la defensa de los valores culturales de África y de la cultura nacional frente a los valores impuestos por el occidente blanco”.[12]

 

Los hechos


Hay un hecho fundamental para la comprensión de la obra y la militancia de los autores mencionados, en el apartado anterior: la invasión Norteamérica. Tal hecho se desdobla no sólo en acciones políticas y de escritura, la mayor consecuencia es el exilio y la migración como una forma de sobrevivencia. Fue precisamente entre 1915 y 1929

 [...] que llegan más de medio millón de haitianos a Cuba. Vienen con un profundo sentimiento de nacionalidad -se sienten haitianos pero sin ninguna convicción de referencia a nación- Haití no existe, hace rato que no existe y menos ahora que está separado”. [13]

La salida de Haití es fundamental porque marca la defensa, al tiempo que rescate, de una identidad haitiana, es decir no se trata de abarcar la antillanidad sino de fundar, en primera instancia, la noción de haitiano como categoría y representación de una forma de ser y de vivir. Los haitianos con la ocupación norteamericana, además, conocieron las formas que puede cobrar el exilio; exilio expresado como migración hacia Cuba y luego hacia República Dominicana o en el caso de Alexis de una permanencia durante varios años en Francia.

Para acercarnos a una mejor comprensión de cómo y por qué, en el periodo de 1940, la salida y el exilio es una impronta para un gran número de haitianos, recurramos a Pierre-Charles, quien dividió tal década de la siguiente manera:

  • 1939-1940. Stenio Vincent es presidente. Es la época en que se manifiestan con auge las reivindicaciones nacionalistas. Es la década también donde se inserta la masacre de haitianos en República Dominicana, bajo la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo, en 1937. (Esta masacre es retomada por Alexis en su novela Compère Général Soleil).
  • 1941- 1946. Inicia con el gobierno de Elie Lescot y termina con su caída. “Su designación como presidente fue resultado de un juego entre el departamento de Estado. El Presidente Vincent y el dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo, de quien había sido agente a sueldo”.
  • 1946 como impronta en la vida política de Haití, pues es en este año cuando surge un movimiento en contra del Lescot. Este movimiento desemboca en una huelga general. Hecho descrito en un tono apasionado por Pierre- Charles: “En Haití una juventud rebelde, encabezada por jóvenes comunistas como Jacques Stéphen Alexis, René Dépestre y Gérald Bloncourt, levantó la bandera contra Lescot y logró arrastrar a las multitudes y al pueblo entero.”[14]

 

La palabra y el anhelo

Jacques Stéphen Alexis, en Compère Général Soleil, elige como tema, la migración. Concretamente aquella que se manifestó como la salida hacia República Dominicana en los años en que Rafael Leónidas Trujillo fungía como presidente de este país. En la novela los personajes principales, Hilarion y su esposa Claire-Heureuse, no son sino la representación de aquellos haitianos que desde la década de 1930 comenzaron a salir a Cuba y a República Dominicana para trabajar en los ingenios azucareros. En el caso de Dominicana, es a partir de que Cuba devuelve a los inmigrantes haitianos a su país de origen, cuando comienza a recibirlos en mayor cantidad. Suzy Castor, señala:

[...] El número de haitianos en ese país aumentó en forma considerable. Muchos de ellos eran jornaleros en las centrales azucareras constituyendo en 1935 las cinco sextas partes de la mano de obra en esta rama.[15]


En este tenor, Alexis recreo en su obra[16]:

[...] A lo lejos humeaba, tosía, escupía y aullaba el tren azucarero que, en medio de un  repiqueteo de bielas, huía hacia las grandes chimeneas del ingenio gris, que se perfilaba en el horizonte. Hasta el aire estaba azucarado.

Hilarion tenía deshecha la cintura. Había empezado a cortar caña desde la mañana. Josaphat no lo había engañado. Justo al día siguiente de su llegada a Macorís había sido contratado en el central azucarero.

Hilarion y Claire-Heureuse llegan a República Dominicana en una época en que el prejuicio racial cobraba forma en el rechazo a los haitianos. Este prejuicio no existía únicamente en los sectores oficiales, se había arraigado, también, en los mismos habitantes de la isla.[17]

Entraron a la farmacia seguidos por el dueño que respiraba cual foca. Josaphat pidió un paquete de bicarbonato.

-¿Haitianos?-preguntó el hombre mientras los atendía.

-Sí somos haitianos respondió Josaphat.

Les preguntó qué habían venido a buscar a Dominicana y por qué no se quedaban en su país. Josaphat alzó los hombros y le dio la espalda.

-¿Qué dijo?-preguntó Hilarión

Josaphat volteó señaló en el fondo de la farmacia una gran foto en colores en que el generalísimo Doctor Rafael Leónidas Trujillo y Molina “benefactor de la patria y salvador del pueblo” y todo lo que sigue, ataviado como un pavorreal, se pavoneaba. Salieron.[...]

Alexis hace una recreación/diferenciación de dos espacios geográficamente cercanos, separados apenas por una frontera, pero culturalmente distanciados: Haití/Dominicana

Allí los haitianos seguían siendo muy haitianos, no dejaban de pensar en la patria lejana; pero ya no eran los mismos.

Aquí se mezclaban dos culturas nacionales [...] Algo se anudaba aquí por el trabajo, los cantos, por las alegrías y las penas comunes, que acabarían por formar un solo corazón y una sola alma con dos pueblos encadenados por las mismas servidumbres.

Se trata de la fundación de un discurso que tiene como objetivo construir un nuevo significado de la solidaridad entre los pueblos, a pesar de la opresión y de la represión a la que son sometidos. Es un ejercicio para reivindicar, mediante la escritura, el ser haitiano. Se trataba de vindicar la haitianidad desde la perspectiva de ciudadanos de una nación: Haití.

Mediante la escritura Alexis rescata también la parte vital de una época y una situación de soledad y nostalgia. Por ello alude a la vida cotidiana para encontrar el nuevo significado de aquellos cantos, de aquellas nuevas formas de hablar: “[...].el créole haitiano se mezclaba con el habla dominicana”.

Hay que mencionar que en el universo de Compère… Clara-Heureuse, estaba preñada, hecho que simboliza, en el texto, la esperanza de la pareja en una vida nueva: la del hijo y la de la sobrevivencia misma. Esta esperanza, sin embargo es soterrada cuando el hijo muere y al mismo tiempo ellos tienen que huir a su país a causa de la feroz represión del trujillato.

La frontera estaba allí, a unos cuantos metros, justo del otro lado del río. La noche estaba muy negra.

La patrulla regresó al trote. La silueta de los hombres armados danzaban en la noche cual títeres siniestros. Clara-Dichosa miró a Hilarión. De un salto se levantaron...

Una maldición lanzada desde la orilla indicaba que los habían descubierto... en la orilla, la perra ladraba furiosamente atacando a los guardias fronterizos. La patrulla comenzó a dispararles.

Ahora salían del agua. Se dejaron caer al suelo de la tierra natal y comenzaron a reptar.[18]

En la narración hay una construcción de identidad, en la que se desdoblan cuatro figuras:

  • La figura del negro
  • La figura del haitiano
  • La figura del negro haitiano inmigrante
  • La figura del negro haitiano, exiliado en un territorio de muerte (República Dominicana).

Estas figuras se irán imbricando hasta hacerse una sola que será la que dé forma a este universo haitiano al que hemos aludido.

 

Auto de fe


En este apartado será abordada la ponencia de Jacques Stéphen Alexis,[19] lo que nos permitirá entender el significado que para él tiene el arte, particularmente aquel propio de Haití. Alexis, en su ponencia acude a la historia para señalar que:

Con la invasión de los filibusteros y piratas franceses, Francia iba a hacerse de una colonia que se convertiría en cliente para el comercio de madera de ébano. La cultura haitiana se individualizó progresivamente, a la par que la nación haitiana, en el seno de la sociedad esclavista de Santo Domingo.

Para el autor, la cultura es abarcativa, y actúa como elemento intermitente. Por ello hace una crítica al reduccionismo que convierte la convierte

 [...] en unas cuantas obras de arte o de la literatura de valor y alcances universales, sin tomar en cuenta el sentido de lo real, lo bello y lo humano que no llega todavía a ser expresado en obras conocidas del mundo entero; estas concepciones de lo bello son, a menudo, deliberadamente ignoradas. Si bien es cierto que una cultura se exterioriza a través de un conjunto de obras-testigo no es únicamente a partir de esas obras que un pueblo enseña la originalidad y la humanidad general de su aporte cultural.

En ese sentido Alexis recrea la contraparte de las visiones hegemónicas del arte; visiones que, en el caso latinoamericano, se han fundamentado en la supremacía intelectual y artística mayoritariamente de Europa. La anulación de los discursos artísticos diferentes a los canónicos ha sido una constante en la historia de nuestro continente. Por ello en el texto abordado, Alexis exhorta a pensar también las producciones artísticas de aquellos territorios que como Haití han sido condenados a la negación y al olvido. La base de la creación es la conciencia social: “la cultura de la colectividad es el hecho primigenio [...]”.

Aunque marcado por la acción imperialista de los Estados Unidos y el sometimiento que este representó sobre Haití, Alexis alerta acerca del la existencia del imperialismo que va más allá de las manifestaciones geopolíticas: el imperialismo cultural, aquel que al tiempo que permanece vedado, se manifiesta como una constante en la vida de nuestro continente.

Debemos considerar [...] la totalidad de las expresiones que son testigos de la autonomía cultural de Haití. De lo contrario, aunque nos pese manifestarlo, no veremos obligados a plantear la existencia de culturas superiores e inferiores, y a justificar así la tendencia manifiesta del imperialismo cultural de los estados que se empeñarían en asfixiar el aporte cultural de otros pueblos [...]

En Alexis hay una óptica abierta que le permite visualizar cada uno de los elementos constitutivos de Haití, sin exaltarlos ni convertirlos en anatema. No condena  la nación conquistadora: Francia, por el contrario reconoce el aporte. “Francia legó a nuestras clases dirigentes el idioma francés, pero también lo puso al alcance de los creadores a estos grandes testigos que se expresan con formas a la vez heredadas de Francia y Haití”.

Sin embargo no basta con reconocer el aporte de Francia, sino de hacer una suerte de re-creación a partir de los elementos constitutivos. Esta operación consiste en la apropiación de elementos, a la vez que en la traducción de lo diferente. El referente de lo popular será la llave para tal recreación: “Las formas simbólicas populares han de ser la base sobre la que construyamos nuestra producción cultural”.

El valor de una obra artística se halla en el realismo, en su vinculación con la historia. No cree, el escritor, en el “arte puro”, pues en el no hay sino un “sentido de la gratuidad”. Exhorta, a través de su ponencia, a mirar el arte haitiano más allá de los cánones establecidos por el arte hegemónico. Si en Haití existió una historia antes de que fuera convertido en colonia francesa, no extraña que antes de la llegada del colonizador existieran ya manifestaciones artísticas. Las manifestaciones artísticas de Haití estarán estrechamente ligadas a la parte vital de la existencia. Es en esta parte vital donde se encuentra el carácter de lo real maravilloso.

Este realismo maravilloso está ligado a la sensibilidad de los pueblos en cuyo espacio no está arraigado el industrialismo. Es producto de la sensibilidad (por problemas del llamado subdesarrollo) que han cultivado esos pueblos.

Sabedores de que su pueblo expresa toda su conciencia de la realidad utilizando lo maravilloso, los escritores y artistas haitianos tomaron conciencia del problema formal de su utilización.

Lo maravilloso queda como imagen en la que un pueblo envuelve sus experiencias, refleja su concepción del mundo y de la vida, su fe, su esperanza, su confianza en el hombre […]


El artista es vehículo de transmisión de una praxis social y encargado de preñar su producto artístico de un valor histórico. Esta visión, acercada más bien al marxismo, no olvida la parte  estética y vital de la creación. Se trata para Alexis de mostrar un Haití con vida y con esperanza, a través de las artes. Es sobre este eje, que Alexis encontrará en la categoría pueblo el destinatario de la obra de arte; una obra de arte que debe tener un contenido humano y a la vez debe ser nacional por sus formas. La defensa de lo nacional no implica dejar a un lado la posibilidad de la hermandad, pues señala: “Las culturas de todos los pueblos son hermanas; hermanas de edad diferente, pero al fin hermanas”.

Sí el atraso histórico ha hecho de Haití una nación “individualizada”, esto no implica negar la grandeza y belleza de su cultura “Seguiremos nuestro largo camino a través de esfuerzos y luchas, pero los escritores artistas e intelectuales haitianos confían en su cultura y en su pueblo.”

Es en este texto donde Alexis funda una nueva parte del Caribe: Haití, país ajeno al corpus artístico europeo- occidental, pero con manifestaciones propias. Un país que a pesar de su pronta independencia nunca logró dejar de ser una región de opresión; negritud y atraso; a la vez que siguió siendo espacio de magia y colores.

Hasta aquí hemos hecho un repaso de un escritor exiliado que escribió acerca del exilio. Un escritor acallado, ¿olvidado? Sí, triste muerte, sí, extraña muerte, como lo ha dicho Sarner. Un cuerpo nunca hallado: el de Alexis. Un país remotamente visualizado: Haití. Los textos de Alexis, al menos en México, prácticamente desconocidos. Un autor, un país y un cúmulo de historias que quizá podamos exhumar, en primera instancia, a través de lo que Certeau ha llamado “ojo viajero”, aquel que nos permite hacer un periplo, desde los textos, de una historia no canónica, de un autor no canónico, pero que es parte de nuestro gran legado latinoamericano.



Notas:

[1] Rocío García Rey es Maestra en Estudios Latinoamericanos y Doctorante en Letras Latinoamericanas en la FFyL, UNAM. Es autora del libro La otra mujer zurda, México, Versodestierro, 2010. Imparte, en la UNAM, cursos y talleres de literatura.

[2] Fragmento utilizado por Roger Chartier, en Pluma de ganso, Libro de Letras, Ojo Viajero, México, UIA, 2005.

[3] Es la sociocrítica parte de las corrientes literarias surgidas a finales de los años sesenta, que en mucho fueron la contraparte de la escuela formalista. Claude Duchet es nombrado como el iniciador de esta corriente. Para un primer acercamiento  al tema puede consultarse  Régine Robin. Para una sociopoética del imaginario social, en Perus FranÇoise, Historia y Literatura, México, Instituto Mora, 1997, (Antologías Universitarias).

[4]  López Morales, 1996:11.

[5] Koffi Kouassi Denos, “Raza y cultura negra en América Latina” en Latinoamérica Anuario de Estudios Latinoamericanos, No. 20, 1987 UNAM, pp. 67-76.

[6] El término cimarrón de silabario, lo retoma Laura López de Jean Fouchard, op.cit. p.12.

[7] Maximilien Laroche, “La littérature militante dans la Caraïbe francophone au XIXème siècle” en Anales del Caribe No. 11, Centro de Estudios del Caribe/Casa de las Américas, 1991. Traducción propia.

[8] Tomado del fragmento de  “Haití and the Dominican Republic”; reproducido en español  en la compilación, Haití 2, que hace Grafenstein: 1987.

[9] Cfr. Morejón, 1988:224.

[10] Sarner, 1999:18. Los puntos suspensivos son de Sarner.

[11] Pierre-Charles: 1969, 26.

[12] Ibidem.

[13]  James: 1997, 440.

[14] Pierre Charles, op. cit. p.34.

[15]  Castor, 1983: 60.

[16] Todas las citas de la traducción de la novela de Alexis – a menos que se aclare otra fuente- fueron tomadas del capítulo “Andad hombres”, traducido por Laura López Morales, op.cit.

[17] El prejuicio racial contra los haitianos no se manifestó sólo en República  Dominicana, también en Cuba existió. Continuando con la producción novelística, este prejuicio esta señalado en la novela El pan dormido, del cubano Soler Puig. “El haitiano es un negro flaco y trabaja sin camisa [...] El haitiano se apellida López y es de Santiago, pero Felipe le puso el Haitiano cuando vino de nuevo a la panadería por ser un negro tan feo.” José Soler Puig,  El pan dormido Cuba, Unión de Escritores y Artistas de Cuba, 1975. p.16.

[18] Este fragmento fue tomado de la compilación que hizo Laura López en la edición del CNCA. En esta edición, López da el nombre traducido al español (Clara Dichosa) de la protagonista Claire- Heureuse.

[19] Todos los extractos de la ponencia de Alexis fueron tomados de la reproducción que de ésta hace von   Grafenstein, 1987: 312-343.

 

Bibliografía:

  • Castor, Suzy, La ocupación norteamericana de Haití y sus consecuencias (1915-1934), México, Siglo XXI, 1971, (Historia y arqueología).
  • Grafenstein, Johanna von, Haití 2, Instituto Mora /Universidad de Guadalajara/ Nueva Imagen. 1987.
  • James Figarola, Joel. “Cuba y Haití en la historia de la cultura: acercamiento a los mecanismos de intercambio cultural entre cubanos y haitianos”, en Luz Ma. Martínez (coord.) Presencia africana en el Caribe, CNCA, 1995, (Claves latinoamericanas).
  • Laroche, Maximilien, “La littérature militante dans la Caraïbe fracophone au XIXéme siècle”· en Anales del Caribe .No. 11, Centro de Estudios del Caribe/Casa de las Américas, 1991.
  • Lopez Morales, Laura, Decir la diferencia, la francofonía a través de su prosa, México, CNCA, 1992.
  • _____, Literatura Francófona II: América. México, FCE, 1996.
  • Pierre-Charles, Gerard, Haití, radiografía de una dictadura, México, Nuestro Tiempo, 1969.
  • Robin, Régine, “Para una sociopoética del imaginario social”, en Perus Françoise, Historia y Literatura, México, Instituto Mora, 1997, (Antologías Universitarias).