Obituarios anarquistas y el imaginario de la muerte en el deber: Regeneración 1910-1918

Perla Jaimes Navarro

Recuperamos los imaginarios anarquistas acerca de la muerte a través de las páginas del periódico Regeneración en su cuarta época, la cual coincidió con el periodo revolucionario mexicano. El discurso acerca de muerte permitió a los magonistas dar sentido a las muertes de quienes desde su perspectiva, eran víctimas de la burguesía y sus secuaces. Exploramos las diferentes aristas que la idea de la muerte y el martirio tuvieron en el imaginario anarco-magonista durante el periodo revolucionario en México.

Palabras clave: muerte, anarquismo, mártir, hagiografía, obituario

 

El héroe verdadero es aquel cuya muerte está coronada por una idea, no el torpe a quien se ha dicho: “La consigna es de morir para favorecer la venta de los gorros de algodón de un país lejano…”

Joseph Peladan[1]

 

El anarquismo mexicano tuvo como principal representante al Partido Liberal Mexicano (PLM), comandado por Ricardo Flores Magón y su Junta Organizadora, quienes, juntos, redactaban Regeneración, que a lo largo de sus 18 años de existencia se convirtió en el principal órgano de propaganda del Partido. La cuarta época de Regeneración, con sus más de 200 números, coincidió con el periodo revolucionario de México, acontecimiento que dio cabida a un amplio y complejo proceso de apropiación ideológica que buscó homologar este movimiento con el ideario anarquista, convirtiéndola en baluarte de la lucha libertaria. Los redactores de este periódico, de filiación anarco-magonista, dieron rienda suelta en sus páginas a secciones especialmente dedicadas a dar cuenta de las últimas víctimas del capitalismo y las represiones emprendidas por sus secuaces. Así, las notas necrológicas u obituarios tuvieron una importante presencia junto a artículos de mayor extensión que daban referencias puntuales de los más recientes casos de encarcelamientos, juicios y ejecuciones. Estos testimonios significan una fuente prácticamente inagotable de datos que nos permiten vislumbrar los imaginarios libertarios acerca de la muerte y su significación en el marco de la lucha contra el enemigo opresor.

Estos, junto con otras publicaciones, como libros, folletos y panfletos, formaron un conjunto de testimonios que daban cuenta de la accidentada vida de los luchadores y libertarios, las consecuencias que la rebelión contra los sistemas imperantes conllevaba y la recompensa final que la perseverancia traía consigo. En este respecto, las redes de intercambio que Regeneración estableció con otros periódicos de la misma corriente, como Tierra y Libertad (Barcelona) o Les Temps Neuveaux (París), por mencionar unos cuantos, permitieron una mayor circulación del mensaje anarquista y un mejor conocimiento de lo sucedido en los campos de batalla.

Las notas y artículos que daban noticia de la muerte y en muchas ocasiones el martirio previo que habían padecido los compañeros referidos, nos permiten ver la relevancia que el tema de la muerte, con las aristas que derivaran del mismo, tenía en el imaginario anarquista del México revolucionario. Para estos, la muerte era consecuencia inevitable de la lucha por los ideales. En los avatares del combate libertario, esta es una constante que vemos reflejada en sus medios de propaganda, especialmente la prensa escrita, en la cual ha quedado un importante testimonio de sus luchas y sus derrotas. La presencia de los caídos, no sólo entre los grupos disidentes, sino en todos los ámbitos del quehacer humano ha sido permanente, sobre todo en el contexto de sus revoluciones, porque estas reivindican y legitiman la pertinencia de su lucha. El afán por conservar en la memoria colectiva la imagen y obra reivindicadora de los compañeros caídos, puede ser constatado al observar, en prácticamente todos los números de Regeneración, artículos, referencias o noticias a este respecto.

 

Entre la biografía y la hagiografía

Proponemos una lectura del martirologio anarquista desde la tradición cristiana, en la cual, las nociones de martirio y sacrificio en aras del bien común (o en aras del triunfo de la causa) son el eje principal de lucha. Aquellos libertarios que perdían la vida a manos de la fuerza pública, como resultado de la represión de que eran objeto las diversas luchas y huelgas obreras, pasaban a formar parte del grupo de héroes y mártires que contribuían la triunfo de la causa.

Las notas necrológicas de las publicaciones anarquistas están relacionadas con el género de la hagiografía, es decir, la descripción de la vida de los santos, y otros géneros relacionados, como el martirologio o el pasionario. Asimismo, el culto a las reliquias ha ocupado un importante espacio en la tradición cristiana, no sólo los objetos relacionados con el santo, sino que el santo mismo suele ser considerado una reliquia y su cuerpo vehículo de salvación. El cuerpo, o las partes de él, eran pruebas de su martirio y se creía que poseían poderes más allá de la comprensión humana, por lo que se convertían en objeto de culto.

111     La hagiografía, tiene los tintes de una crónica histórica, aunque no se puede olvidar su parte imaginaria. Si bien muchos relatos hagiográficos se basan en testimonios no comprobables, su uso fue muy común, y su recopilación dio grandes frutos, como el Acta Sanctorum, de factura jesuita, que compilaba una hagiografía para cada día del año o los Libelli Miracolorum, recopilatorios de los milagros efectuados por dichas reliquias.[2] No sería desatinado suponer que los redactores de Regeneración tuvieran contacto en algún momento de su vida con este tipo de relatos.

Los obituarios anarquistas, tienen un poco de biográficos, y un mucho de hagiográficos. Si bien el anarquismo siempre ha sido relacionado con una total aversión a la práctica religiosa, también es cierto que tradicionalmente ha recurrido al uso de figuras retoricas, que aluden a episodios o personajes de la tradición judeocristiana,[3] las cuales apuntan al martirio y reivindican el sacrificio en aras de los ideales, lo que otorga un mayor peso a su discurso, como los que refieren al largo camino que muchas veces anduvieron aquellos que hoy conforman el santoral católico. La tendencia anarquista de recoger los testimonios de los mártires se parece mucho a la de los hagiógrafos, quienes a través de sus relatos, transformaban a dichos mártires en héroes, y su muerte se convertía en símbolo de vida. El empleo por parte de los redactores de Regeneración de estas figuras puso en escena a los diversos protagonistas de la historia. A través de metáforas en muchas ocasiones, presentaban la imagen de los mártires que padecían las torturas de los enemigos, los cuales eran representados con alegorías que referían su condición bárbara o animal, en contraste con la de sus víctimas, que representaban la humanidad y la razón:

“No temer a los colosos es acción de titanes. Sois un puñado de valiente, vuestra palabra incontrovertible en verdad, hará caer la rutinaria base de la corrompida sociedad. ¿Por qué se les persigue? Porque comunicáis la verdad al ignorante no ocultando los defectos de los tiranos. En vuestra conciencia está reconcentrada la idea de reconstruir la sociedad. ¡Respetadlos, esbirros del siglo XX! Vosotros sois los que conociendo la unidad sintética hicisteis rodar al proletariado por la grandiosa pendiente del conocimiento de sus deberes. ¡Salve mártires y héroes![4]

“… ¡y pensar que por el testimonio de… perros como este, fueron condenados nuestros dignos, nuestros valientes hermanos! ¡Qué sarcasmo! ¡Qué honradez la de los esbirros que administran la ‘justicia’ en este país de la ‘libertad’!”[5]

La coyuntura revolucionaria mexicana fue campo activo en la acción y el sacrificio. Las acciones de los caídos en pro de la libertad, no debían pasar desapercibidas, en tanto que representaba la muerte en aras de un bien común. Regeneración estaba dedicado a la difusión del mensaje libertario, y como tal echó mano de su corpus ideológico, adaptándolo a las circunstancias propias de la época, y los convirtió en la base de su publicación. El seguimiento puntual del proceso mexicano, sirvió a los editores para difundir sus intereses y su pensamiento. Así, la revolución mexicana pasaba de ser un mero conflicto nacional a reivindicar toda una ideología. Los revolucionarios mexicanos, sin ser anarquistas, dieron fe de la pertinencia del mensaje libertario y la importancia del sacrificio en aras de los ideales.

Usando las tendencias nacionalistas de exaltación  de los héroes, los redactores de Regeneración se valieron de este recurso, más que a manera de imitación, de resignificación. Los héroes que padecían a causa de la libertad eran los mismos que el poder rechazaba y los sucesos nacionales o actos heroicos consagrados por las elites eran reemplazados por las hazañas de los héroes anónimos:

“La aurora roja del siglo XX, al despertar al proletariado e impulsarlo a la lucha por la conquista de sus derechos, ha marcado con sangre el sendero por donde caminarán las generaciones del porvenir bendiciendo la memoria de los mártires de la idea, y ha regado con lágrimas de seres adoloridos la tierra que llegará a ser fecunda en bienes en el dichosos mañana de bienestar y dicha que lucirá bajo la luz purísima de un sol de amor y libertad.

“… sus ejemplos de amor y abnegación serán seguidos por innumerables compañeros que se aprestan a la lucha hasta ver realizados sus ideales o caer vencidos como buenos.

“Es muy hermoso sufrir por defender la justicia, y el hombre que nació para combatir en defensa de la libertad solo por la muerte cambia gustoso esta gran satisfacción.”[6]

La nueva sociedad proyectada en el pensamiento libertario, sería una sociedad en la que la clase obrera tendría sus propios héroes, su propia identidad y sus conmemoraciones especiales. A este respecto, así se expresaba Práxedis G. Guerrero, indicando que el martirio debía convertirse en ejemplo de conducta: “si Albertos, Ramírez, y Kankum, no conmueven la conciencia de los mexicanos, yo negaré  a ese pueblo hasta el desprecio de mi saliva”.[7]

No sólo en los obituarios se destacaba el martirio de los caídos recientes. Eran comunes las referencias y conmemoraciones de matanzas, como la de los Mártires de Chicago o la Comuna de París, por citar dos ejemplos. Si bien este no es el caso que nos ocupa en esta oportunidad destacamos su presencia en Regeneración por ser referente del martirio, y del propósito que estos representaban junto con los obituarios. Estos relatos de tendencias panegíricas, también comunes en la tradición escritural católica, contribuían a la exaltación del martirio de aquellas víctimas, que se convertían en los héroes que con su muerte reivindicaban el movimiento.

En los obituarios de Regeneración podemos ubicar al menos tres escenarios mortuorios diferentes que son reivindicados. Uno de ellos, la muerte en combate, sería aquella ocasionada por la acción directa de las fuerzas policiales.

¡Inútil hazaña! ¡Estéril crimen! Vivo, Frank Littler infundía ánimo y aliento a determinados grupos de trabajadores. Muerto, su martirio inflama todos los pechos honrados.

¡Estúpido error de una burguesía enloquecida! La muerte de un agitador no acaba con el descontento. No rodaron a la fosa con Frank Little la miseria y la tiranía. Estas han quedado en pie, señores burgueses, robusteciendo los puños que han de estrangularlos.[8]

222     La represión de una protesta o una huelga sería el escenario ideal, de la que deriva la muerte en prisión, donde personajes como Ricardo Flores Magón y otros, perdieron la vida. Una tercera es la muerte como consecuencia directa de la explotación, enfermedades, accidentes de trabajo, etc., en las que se destacaba la injusticia e inviabilidad del sistema imperante. La construcción de la figura del mártir anarquista, aquel que muere luchando por sus ideales, es otro "grupo" representado en estas notas. Aquellos que morían a causa de represiones policiacas o eran acusados presuntamente de manera injusta por algún delito y debían purgar una pena judicial, como ocurrió en varias ocasiones con el grupo editor de Regeneración, eran retratados en este tipo de notas. Era evidente que a los patronos no les interesaba el bienestar del obrero, por lo que era indispensable hacerles frente.

“[…] murió un firme y consciente compañero, Crescencio Sánchez, por una pulmonía fulminante contraída en su trabajo y a consecuencia del mismo; quedando abandonada su compañera, muer consciente […]. Felices los que se van, ¡felices! Desventurados los que seguimos ahogándonos lentamente en medio de tanta miseria humana. Dichosos serán los que vivan en la Tierra Libre que soñamos. Pero lo que es hoy, no es tan agradable esta maldita vida para adorarla tanto. Felices los que mueren”[9]

 

Muerte como celebración de la vida

En el imaginario anarquista, la muerte en aras de un ideal no podía ser en vano, toda vez que dicho sacrificio servía para mostrar que perecer en tales condiciones siempre sería mejor que seguir siendo víctima del enemigo. Aun con su total aversión a las normativas de la religión, que estaban basadas en la idea del sacrificio en la cruz y a través del mismo convertían al hombre a su vez en esclavo, resignificaron la idea de la expiación cristiana. 

El concepto de mártir, que si bien se encuentra relacionado sobre todo al ámbito religioso, comprende también a todos aquellos que mueren o padecen a causa de sus ideas. No obstante, debemos precisar el hecho de que no todos los mártires se convierten en héroes, por lo que debemos procurar analizar los factores que inciden en este resultado, así como el imaginario magonista de la muerte en aras de la libertad, presente en el su principal órgano propagandístico. Veamos: los mártires convertidos en héroes emergen de entre aquellos que padecieron continuas persecuciones, y que finalmente sucumbieron víctimas de sus torturadores. Su sacrificio se convierte en ejemplo para los compañeros y legitima el discurso sobre el enemigo y la recompensa final. Para el anarquismo mexicano, el caso más patente lo representa el martirio y muerte de Ricardo Flores Magón, caído en prisión, a manos de sus torturadores, mientras cumplía una condena a causa de sus actividades. El martirio de los héroes y la exaltación de los ideales –por los que incluso valía la pena morir–, si bien no garantizaba la inmortalidad de su pensamiento, su sacrificio sí se arraigaba en aquellos que quedaban y continuaban la lucha.

La muerte, pero también la vida, eran celebrados en Regeneración. La celebración de la vida y la muerte toma forma y nos permite vislumbrar los pensamientos e ideales de aquellos que se dedicaban a informar de tales sucesos. Estas notas, aunque breves, dan cuenta, más que del fallecido, del pensamiento de quien lo escribe. Algunos, como Ricardo Flores Magón, que padecían en carne propia las persecuciones, les confirieron verdaderos tonos heroicos, en los que la muerte ser convertía en autentica fuente de vida.

“Apretad, tiranos. No tengas misericordia con los nuestros. A vuestra piedad, contestamos con nuestro salivazo; pero tened entendido, monstruos sanguinarios, que dentro de poco tiempo no quedará ni uno solo de vosotros en territorio mexicano.

“Bebed sangre por última vez, burgueses y autoridades. Hartaos, malvados, de sangre pura, de sangre roja de los hijos del pueblo. Daos prisa, porque vuestros instantes están contados”.[10]

333     No podemos olvidar el martirio de los primeros cristianos en manos del poderío romano o aquellos predicadores que se internaban en tierras “salvajes” para morir en manos de los nativos. Todos estos padecimientos en defensa de una fe o un ideal tarde o temprano tuvieron su recompensa. El panteón católico, por ejemplo está colmado de “santos” cuyo sacrificio fue retribuido con la gloria divina. Los anarquistas, pese a su innegable anticlericalismo, no podían dejar de recuperar esta figura procedente de la tradición cristiana. Muchos de ellos, si bien mostraban una clara aversión a las estructuras eclesiásticas, no negaban la existencia de una figura divina, que sin embargo había sido tergiversada por el aparato eclesiástico.

La muerte de los mártires, a diferencia de las que podríamos llamar “naturales” tienen un propósito, el de enaltecer la causa. La muerte de los héroes llena de vida el movimiento anarquista. Su peculiar situación de víctimas de la explotación que se sobrepusieron a su penosa situación, sirvieron de ejemplo a otros luchadores, confundiéndose en muchos casos las nociones de mártir y héroe.

Una nota necrológica nos puede hablar de la muerte, pero también de la vida y la manera de vivirla, de determinada persona. Y son los datos, la información que dicha nota proporciona –y la que no también–, los que deben interesar al lector. Más que un retrato de la muerte de una persona, son reflejo de su vida.

 

Los caídos y la lucha por la reivindicación

La nota necrológica no ha recibido el espacio que merece en nuestras investigaciones. Los estudios sobre las miradas anarquistas a la muerte y el martirio de los obreros resultan escasos, sobre todo si los comparamos con otros tópicos. Sin embargo, la muerte está presente en los órganos de propaganda anarquista.

En el pensamiento anarquista, la muerte de los compañeros era indiscutiblemente producto de la acción del capitalista explotador, aquel que explotaba al obrero hasta lo último de sus fuerzas, por lo que moría a causa de esto. En las notas necrológicas, el autor se cercioraba de que el lector comprendiera lo perjudicial que el capitalismo y por ende los capitalistas, eran para los obreros.

Deducimos que más allá de una mera intención informativa, las notas necrológicas mostraban de manera fehaciente el vivir anarquista; la prensa, como principal órgano de propaganda contribuyó a la  formación de este imaginario.

Las crónicas de las luchas, penas y recompensas de estos luchadores fueron de gran ayuda en la difusión del pensamiento libertario. La prensa anarquista en general, privilegió el discurso escrito antes que el gráfico. Las luchas obreras fueron campo fecundo para la represión y martirio anarquista en diversos momentos de la historia mexicana. Esta noción de martirio, heredada de la tradición bíblica y retomada de manera “irreverente” por los libertarios, le confirió un sentido vivificador a la muerte de los compañeros.

Asimismo, estas notas nos presentan una perspectiva de la cotidianidad y las condiciones en que transcurría la vida obrera, así como sus preocupaciones, filias, relaciones y conflictos y su interacción en los sectores libertarios.

 

De mártir a héroe

El discurso presente en los obituarios acerca de la muerte o “martirio” de los compañeros de lucha, sirvió como elemento unificador y un incentivo para continuar en la lucha. La muerte del obrero en pos de la libertad sería recompensada, dándole a la muerte virtudes vivificadoras. Este discurso era sumamente importante, y era muy necesario que este sacrificio llegara a noticia de los lectores, dada la relativa facilidad con que el testimonio podía perderse en el mar de acontecimientos que se suscitaban. De acuerdo con Bauman:

El martirio significa solidarizarse con un grupo menos numeroso y más débil, un colectivo al que la mayoría discrimina, humilla, ridiculiza, odia y persigue, pero se trata, en esencia, de un sacrificio solitario, aunque sea motivado por la lealtad a una causa y al grupo que la representa, cuando aceptan el martirio, las futuras víctimas no pueden saber a ciencia cierta si su muerte favorecerá realmente su causa y ayudará a asegurar su triunfo final. Conforme a los términos realistas y pragmáticos preconizados por nuestra propia versión moderna de racionalidad, la suya es una muerte perfectamente inútil, quizás, incluso, contraproducente, ya que cuantos más fieles mueran siguiendo el camino del martirio, menos quedarán para luchar por la causa. Al aceptar el martirio, las futuras víctimas de la furia de la turbamulta ponen la lealtad a la verdad por encima de cualquier otro cálculo de ganancias o beneficios mundanos. (Bauman, 2006:60)

La figura del mártir, más allá de su sacrificio, conserva la imagen de una muerte con propósito. Transmitiría la idea de que la muerte a causa de un ideal era mucho mejor que continuar en la misma situación de desventaja con respecto al explotador. La idea de que una vida vivida bajo el sistema represor era una vida perdida, y el futuro se hacía incierto. Las consecuencias de la muerte quedaron plasmadas en comentarios como este del redactor de Regeneración, cuando daba cuenta de la muerte de Leobarda Olivares: “Los chiquitines piden pan y abrigo, y el burgués dueño de la casa pide la renta; el tendero no quiere fiar más, y el lechero ha dejado de llevar las botellas de leche”.[11] Al dolor por la pérdida del ser amado debía sumarse el de las carencias económicas, que a decir los libertarios, se agravaban gracias a la explotación de la que eran víctimas por parte del burgués.

Más allá de informar la muerte del compañero se resaltaban sus méritos como luchador y su muerte acaecida a manos de la autoridad opresora: “M. D. León, viejo luchador en las filas liberales […] murió el 4 de mayo anterior en la prisión de Huntsville, a donde como Rangel y compañeros fue conducido por los perros del capital a causa de su actividad en la lucha por la emancipación del proletariado”.[12]

Los males producidos a causa de las largas jornadas o las condiciones laborales cobraban la vida de cientos de trabajadores cada año: “María López […] víctima de la enfermedad de los explotados, la tisis”.[13] La tuberculosis, y otras enfermedades causadas por el entorno laboral cobraron la vida de muchos obreros. Estos, que morían a causa de los males creados por el sistema de explotación capitalista, el cual procuraba obtener las máximas ganancias a costa incluso de la vida de los obreros.

 

Palabras finales

Exploramos las diversas manifestaciones del discurso anarquista en torno a la muerte y el martirio de sus allegados. La muerte de los compañeros, ya fuera en manos del aparato represor o como consecuencia de las condiciones laborales que imperaban en su centro de trabajo, fue utilizada como discurso legitimador del movimiento. El martirio de los compañeros de lucha puestos en evidencia en la muerte, tortura, enfermedad o las penas carcelarias, como las padecidas por los hermanos Flores Magón en los Estados Unidos, entre otras, contribuyeron en la formación de un imaginario en el que los padecimientos de estos mártires enaltecía el movimiento e ideología anarquista.

La muerte, en el pensamiento anarquista, está presente en todo momento y en toda circunstancia. La lucha que se lleva a cabo así lo exige y la legitimación del movimiento a través del sufrimiento es constante en las páginas de Regeneración. Nos encontramos ante la idea de una muerte que crea acontecimiento. A diferencia de los obituarios tradicionales, en los que se consigna de manera escueta la noticia del fallecimiento de una persona, estas notas agregan algo más: la noción de una muerte con propósito.



Notas:

[1] Reproducido en Regeneración, 4ª época,núm. 262, 16 de marzo de 1918, p. 2.

[2] Rubial, 1999: 31.

[3] Véase: Beristaín: 1995, 211-217.

[4] Átomo, “A mis queridos hermanos por Tierra y Libertad llevados a la isla  McNeill en Washington”, Regeneración, núm. 104, p. 3.

[5] “no es cierto”, Regeneración, núm. 104, p. 3.

[6] “A la lucha”, Regeneración, núm. 105, p. 1.

[7] Guerrero, Praxedis, “La muerte de los héroes”, Regeneración, época 4, núm. 1, 3 de septiembre de 1910, p. 1.

[8] Flores Magón, Ricardo, “Linchamiento”, Regeneración, 4ª época,núm. 259, 1 de septiembre de 1917, p. 3.

[9] Flores Magón, Enrique, “De la familia liberal”, Regeneración, 4ª época,núm. 253, p. 2.

[10] Flores Magón, Ricardo. “Nuestros mártires”, Regeneración, núm. 55, p. 2.

[11] “Defunciones”, Regeneración, 4ª época,núm. 261, 9 de febrero de 1918, p. 2.

[12] “Defunciones”, Regeneración, 4ª época,núm. 258, 28 de julio de 1917, p. 3.

[13] “Defunciones”, Regeneración, 4ª época,núm. 258, 28 de julio de 1917, p. 3.

 

Bibliografía:

  • Bauman, Zygmunt, Vida liquida, España, Paidos, 2006.
  • Beristain, Helena, Diccionario de retórica y poética, México, Ed. Porrúa, 1995.
  • Chartier, R., El mundo como representación, Barcelona, Gedisa Editorial, 1992.
  • Rubial, Antonio, La santidad controvertida, México, Fondo de Cultura Económica, 1999.