Redefiniciones en torno a la relación universalismo-diversidad en el mundo global[1]

Florencia Rodríguez Blanco[2] y Sofía Irene Traballi[3]

Recibido: 07-03-2015 Aceptado: 19-03-2015

 

En Universalismo/diversidad. Contradicciones de la modernidad-mundo, el sociólogo y antropólogo brasileño Renato Ortiz1 propone reflexionar acerca de la relación entre lo universal y lo diverso en el contexto actual, a partir de una serie de ensayos que estructuran el libro y que en su conjunto constituyen un prisma para abordar el objeto de análisis. Lo moviliza un doble objetivo: por un lado, rastrear las inflexiones que adquiere dicha relación en la “situación de globalización” (Ortiz, 2014: 9) que caracterizaría a la “modernidad-mundo”–concepto que remite al ámbito de la “unificación planetaria” y a la “desterritorialización”–; por el otro, dar cuenta del carácter históricamente situado de las categorías puestas en juego a fin de conjurar las concepciones que tienden a pensarlas de manera abstracta y esencialista. El gesto del autor es instalar el universalismo, la diversidad y su relación como problemas –y no como objetos definidos a priori– y repensar este vínculo en su carácter mutable y complejo. La premisa que guía su reflexión es que las categorías son productos histórico-sociales pasibles de ser pensados como símbolos que condensan una multiplicidad de significados –cambiantes en función del contexto histórico y de las perspectivas y actores implicados– y cuyas ambigüedades deben ser develadas. En este sentido, su hipótesis de trabajo postula una tensión entre universalismo y diversidad que en distintos momentos se expresaría de maneras variables, y que las ciencias sociales han conceptualizado mayormente en términos dicotómicos y no de mutua implicación. El libro abreva en variadas fuentes bibliográficas y bases de datos como materiales de referencia, y fundamentalmente recupera teorizaciones provenientes del campo de las ciencias sociales (en particular, la sociología y la antropología) a fin de discutir las formas en que han abordado la problemática presentada.

En el primer ensayo, titulado “La polisemia de las palabras”, siguiendo la premisa señalada al inicio el autor realiza una deconstrucción de los conceptos “universal” y “diverso” rastreando diferentes tradiciones intelectuales que en ellos se condensan, entre las cuales se menciona la herencia humanista del Iluminismo, la antropología estructuralista y la sociología de fines del siglo XIX y principios del siglo XX, entre otras vertientes. Así –por mencionar tan sólo un ejemplo–,  destaca la centralidad que el pensamiento ilustrado otorga a “la unicidad del sustrato humano” (Ortiz, 2014: 14), donde la diversidad aparece apuntalando la universalidad de la naturaleza humana como “esencia transhistórica” (2014: 20). Ortiz insiste en la importancia de considerar “cómo el cambio de contexto afecta nuestra comprensión de estos términos” (2014: 27). En este sentido, atendiendo a sus distintas modulaciones, “existen varios universales que se contradicen y compiten entre sí (…). No existen en abstracto, deben ser calificados y situados históricamente” (2014: 23); lo mismo vale para la noción de diversidad. Esta preocupación por el contexto lleva al investigador a plantear la necesidad de trabajar con la idea de “situación”, debido a que sólo así sería posible sortear las dicotomías que priman en –y falsean– el debate sobre la globalización: homogéneo/heterogéneo, común/diverso, tradición/modernidad, pasado/presente (en estas se sustentan las metáforas de la “sociedad global” y el “sistema-mundo” que él discute). El autor sostiene que en la “situación de globalización” estas pretendidas oposiciones, lejos de ser excluyentes, coexisten redefiniendo continuamente sus bordes en el entrecruzamiento de diversas temporalidades y espacios.


En el segundo ensayo que conforma el volumen, “Las ciencias sociales y la diversidad de sus acentos”, Ortiz aborda la relación entre lo universal y lo diverso al interior del campo de producción de conocimiento de las ciencias sociales. En la contemporaneidad, estas desmienten algunos de los supuestos heredados del Iluminismo y el eurocentrismo: por un lado, la idea de una única forma de modernidad (la europea, a la que el resto de las regiones y países tenderían históricamente), discutida por la noción de “modernidades múltiples” realizadas de modos diferenciados; por el otro, la creencia en la universalidad de una ciencia social producida en Europa y Estados Unidos. Ya en las primeras décadas del siglo XX, investigadores del llamado “Tercer Mundo” (entre ellos, Gino Germani, José Mariátegui y Florestan Fernandes) comienzan a cuestionar la aplicabilidad de los modelos europeos a las realidades americanas, proponiendo el concepto de “modernidad periférica” como problema y como crítica al centralismo de las lecturas europeas. Desde el punto de vista de Ortiz, la jerarquización de las ciencias sociales de los grandes centros (asociadas a lo universal) en detrimento de las acuñadas en los "países periféricos" (asociadas a lo particular-nacional) experimenta un quiebre en la "situación de la modernidad-mundo" ante la emergencia de “una diversidad de interpretaciones [que] acentúa y acelera el malestar del universalismo contemporáneo” (2014: 42) y subvierte la idea de un patr  ón único de práctica sociológica. En contrapartida, el concepto de “tradición intelectual nacional” (2014: 67) ya no se asigna solamente a las "sociologías periféricas" sino también a las europeas y estadounidenses, que pierden así su investidura de productoras de “saber universal” para reencontrarse con su propia particularidad e historicidad.

El tercer ensayo, titulado “Tradición y modernidad: línea de tiempo”, indaga el sentido de la polaridad moderno-tradicional en el contexto de las sociedades contemporáneas. Para tal fin, el autor recupera los significados que dichos conceptos tuvieron en el Renacimiento y que se expresan en la querella entre “antiguos” y “modernos”, oposición que se quiebra, durante el siglo XVIII, con la emergencia de la idea de “progreso” considerado como tendencia universal de las sociedades. A partir de ese momento, lo moderno ya no tendrá como antítesis lo antiguo, sino lo “tradicional”. La oposición se reconfigura en términos de “tradición” y “modernidad” (y su correlato, la “modernización”, como proceso dinámico y de proyección universal), categorías fundamentales, según Ortiz, en los programas de las vanguardias artísticas, así como también en el pensamiento sociológico de autores como Émile Durkheim, Max Weber, Auguste Comte, Herbert Spencer, Ferdinand Tönnies, entre otros. No obstante, si el siglo XIX opta por la metáfora temporal de la “línea de tiempo” como forma de ordenar las diferencias en un sentido único y progresivo, en la “situación de globalización” imperan las metáforas espaciales de la geopolítica, que conciben la diversidad como yuxtaposición de lo lejano y lo diverso. El resultado es la ruptura de la antinomia moderno/tradicional. Los significados de ambos términos se transforman; ya no se consideran excluyentes y, al mismo tiempo, se vuelven plurales: existirían así varias modernidades y varias tradiciones, que pasan a concebirse como “diferencias” que portan sentidos identitarios.

A continuación, en “Sobre el relativismo cultural”, el autor vuelve sobre los aportes de las ciencias sociales a la reflexión sobre lo universal y lo diverso, pero esta vez lo hace puntualizando en la corriente culturalista norteamericana (entre cuyos exponentes destaca a Franz Boas, Alfred Kroeber, Edward Sapir, Robert Lowie, Margaret Mead y Ruth Benedict), interesado en la centralidad que en esta adquiere la noción de diversidad y en su tratamiento de las diferencias. En efecto, Ortiz nos recuerda que, a las pretensiones universalizantes y la arbitrariedad de las conclusiones del evolucionismo y su método comparativo –cuya premisa sostiene la unidireccionalidad del progreso histórico de la humanidad a partir de un origen común–, el relativismo culturalista opone el estudio en profundidad de cada cultura considerada como totalidad única (de ahí las interpretaciones que asimilan la personalidad del individuo a la cultura). En este nuevo esquema, en el que el énfasis se coloca en las especificidades, lo universal pierde valor y se transforma en una abstracción, ya que no puede ser directamente analizado si no es a través de sus manifestaciones particulares. Ahora bien, si el investigador reconoce que esta perspectiva abre “una sensibilidad por lo diverso” (Ortiz, 2014: 123), en cambio cuestiona la reificación de la cultura –latente en la noción de unicidad– a la que conduce, puesto que desatiende el hecho de que “lo particular está siempre en tensión con el contexto en el cual se inserta” (2014: 126). Posicionados en el actual contexto global, la idea de “situación” permitiría trascender las limitaciones del relativismo cultural y comprender la manera en que se reformula la relación entre lo diverso y lo universal: “la situación de globalización redefine las partes, desde las sociedades ‘tribales’ hasta las naciones industrializadas. En este sentido no hay cómo escapar a su dimensión común” (2014: 126).

En el último de los ensayos del libro, Ortiz analiza la relación entre diversidad y mercado, más precisamente, el empleo de la noción de diversidad en el ámbito empresarial y del marketing y los nuevos matices que en este horizonte el concepto adquiere. Según el autor, en la actual era de la globalización (período post-fordista de la estandarización de las mercancías y la desterritorialización y trasnacionalización de las empresas), junto a la homogeneidad del mercado, que se impone trascendiendo los límites y las diferencias nacionales, convive la heterogeneidad o la segmentación de los gustos y el consumo al interior de cada país. Mediante esta estrategia se utilizan las diferencias para crear valores y tendencias universales. El proceso de diversificación de los mercados corre así paralelo a la valorización instrumental de la diversidad. Esta aparece, asimismo, en la bibliografía propia del discurso empresarial caracterizando el nuevo paradigma de la administración de empresas. El interés de Ortiz en este proceso se explica porque ofrece un nuevo ejemplo de la redefinición de los términos de lo universal y lo diverso como paradoja o contradicción irresoluble en el mundo globalizado. Las oposiciones homogéneo/heterogéneo y global/local pierden sentido; en otras palabras, la valorización de las diferencias no encuentra en el proceso de globalización su par antagónico, sino que, por el contrario, ellas se afirman en su interior. Ya no cabría hablar de un “mundo plano”, e incluso podría afirmarse, siguiendo la perspectiva del ensayo, que “la globalización precipita la construcción de identidades en una escala sin precedentes” (Ortiz, 2014: 141).

En Universalismo/diversidad. Contradicciones de la modernidad-mundo, a partir del análisis de diferentes casos el autor describe la tensión que define como “malestar del universalismo”–o también “paradoja del universalismo y la diversidad”– y que caracteriza la “situación de globalización”. Ortiz discute, por un lado, la presunción de que universalismo y diversidad son términos excluyentes y la idea de que la globalización diluye las diferencias; por el otro, cuestiona que la relación entre ambos sea armoniosa. En el escenario actual, asistimos no únicamente a la valorización de la diversidad (como fuente de riqueza, patrimonio a ser preservado, anclaje de las identidades): también a la de lo universal, que aparece en ocasiones como horizonte de lo deseable, de modo tal que diversidad y universalismo, homogeneidad/heterogeneidad, modernidad/tradición, lo universal/lo particular, lo común/las diferencias, coexisten y esta coexistencia entraña contradicciones. De aquí que el investigador conciba la diversidad como un oxímoron y como emblema de la contemporaneidad. 

La tónica del ensayo consiste en promover la reflexión sin arribar a ideas conclusivas que clausuren la posibilidad de indagaciones ulteriores. Ortiz logra su cometido, que es realizar un mapeo de la situación y dar cuenta de casos que ilustren la tensión señalada. Acaso podría cuestionarse que el análisis resulta demasiado abarcativo y digresivo a la vez: el arco temporal considerado es muy amplio y en ningún momento se explicitan sus límites; al mismo tiempo, los casos seleccionados son extremadamente dispares (sustraídos de las ciencias sociales y el marketing, y de diferentes coyunturas y procesos políticos, sociales y culturales). Asimismo, ciertas alusiones no resultan del todo pertinentes para la construcción de su argumentación. Por último, consideramos que hubiera sido productivo incluir una última sección donde el autor retomara las discusiones planteadas e intentara hilvanar más sólidamente lo expuesto en cada uno de los cinco ensayos. Más allá de estas observaciones, se advierte la relevancia de este trabajo en tanto ofrece una contribución al estudio de la globalización desde una perspectiva que atiende al modo en que son redefinidas las nociones de lo universal y lo diverso como ejes clave de su indagación.



Notas:

[1] Ortiz, Renato. (2014). Universalismo/diversidad. Contradicciones de la modernidad-mundo. Buenos Aires: Prometeo Libros. 176 pp. Renato Ortiz es Profesor Titular del Departamento de Sociología de la UNICAMP, San Pablo, Brasil; Doctor por la École des Hautes Études en Sciences Sociales, París; y Profesor invitado en distintas universidades del mundo. Su trabajo como investigador se centra en las problemáticas de la mundialización de la cultura, la modernidad y la globalización. Entre sus libros publicados pueden mencionarse La conciencia fragmentada, Cultura brasileña e identidad nacional, Cultura y modernidad, y  Lo próximo y lo distante.

[2] Florencia Rodríguez Blanco es Profesora en Ciencias Antropológicas por la Universidad de Buenos Aires; ha colaborado como docente adscripta en cátedras de la Facultad de Filosofía y Letras de dicha universidad. Allí mismo participa de un equipo de investigación en el área de antropología del cuerpo y la performance, en cuyo marco elabora su tesis de licenciatura. Actualmente cursa estudios de maestría en el área de género en FLACSO. Contacto: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

[3] Sofía Irene Traballi es Licenciada en Letras y Profesora en Ciencias Antropológicas por la Universidad de Buenos Aires. Se desempeña como docente adscripta en las cátedras de Literatura Latinoamericana II y Problemas de Literatura Latinoamericana “A” de la carrera de Letras (UBA). Actualmente cursa estudios de posgrado en el área de literatura argentina en UBA. Contacto: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

 

Cómo citar este artículo:

RODRÍGUEZ BLANCO, Florencia; TRABALLI, Sofía Irene, (2015) “Redefiniciones en torno a la relación universalismo-diversidad en el mundo global”, Pacarina del Sur [En línea], año 6, núm. 24, julio-septiembre, 2015. ISSN: 2007-2309.

Consultado el Martes, 16 de Abril de 2024.

Disponible en Internet: www.pacarinadelsur.comindex.php?option=com_content&view=article&id=1192&catid=12