¿Y cuántos pasaportes tienes tú? Reseña del libro Ciudadanía múltiple y migración. Perspectivas Latinoamericanas, Pablo Mateos (edit.).

Dahil M. Melgar Tísoc[1]

 

El libro Ciudadanía múltiple y migración. Perspectivas Latinoamericanas inicia con un recurso sugerente: “Si observamos una imagen de nuestro planeta desde el espacio, no apreciamos ni países ni división administrativa alguna sobre las masas continentales; sin embargo, todos sabemos que la tierra está claramente parcelada en países soberanos –unos 206 actualmente-” (Mateos, 2015a: 9); y que éstos constituyen Estados-naciones. Esta certeza sobre las fronteras territoriales y la claridad sobre los territorios que abarcan –sin desconocer la existencia de territorios en disputa- no es igualmente clara ni delimitable cuando se trata de sus poblaciones. 


No sólo no todas las personas que habitan los Estados-nación son connacionales; tampoco aquellas reconocidas bajo determinadas nacionalidades residen en los territorios ligados a ellas. La certeza de que uno nace con una sola nacionalidad y que ésta lo acompaña hasta la muerte, se vio confrontada por la alta movilidad internacional que desde el siglo pasado ha ido en aumento.[2]

Pero, este libro no se ciñe a retratar las mudanzas entre países por las que atraviesan los migrantes; o los procesos por los cuales adquirieron ellos y sus descendientes, otras nacionalidades. Va más allá de ello, sugiere que la doble-ciudadanía o binacionaldad no es la única forma de filiación legal múltiple a las naciones, y que hay quienes cuentan con más de dos nacionalidades.

Asimismo, desestructura un mito romántico persistente en los estudios migratorios: no sólo son los vínculos emocionales y culturales aquellos que motivan a los hijos y nietos de los migrantes a retornar al país de sus ancestros, o a acceder a la nacionalidad de origen de sus familias. Pues, las nacionalidades también cuentan con recursos inherentes a ellas: facilidades de movilidad turística y migratoria; acceso a sistemas de seguridad social y educativa; participación en regímenes especiales de pago de impuestos; libertad para el desarrollo de actividades económicas y laborales, entre otras. Este acceso diferencial a derechos y capitales explica el por qué no todas las nacionalidades son igualmente deseables de recuperar; y cómo en determinadas coyunturas políticas y económicas, la posibilidad de migrar y conseguir otra nacionalidad se embiste de fuertes atractivos. Podemos pensar en su importancia para personas con nacionalidades con movilidad restringida, o cuyos países atraviesan severas debacles económicas; por ejemplo, “tras la crisis argentina de 2001 se recibieron 400 mil solicitudes de pasaportes españoles. […] [mientras que] en Cuba, [se ingresaron] 113 mil solicitudes de nacionalidad española, [tan sólo] entre 2008 y 2009” (Mateos, 2015b: 88).

Otro capital inherente a las nacionalidades es el simbólico, en tanto hay nacionales que se convierten en emblemas de prestigio asociados a imaginarios de progreso y modernidad, alta remuneración y calidad de vida; sugiriendo que, “la ciudadanía es un vínculo que se distribuye por medio de una lotería global de la que resultan unos pocos ganadores (los que nacen en el norte político-económico o tienen acceso a una ciudadanía en esa región) y muchos perdedores” (Shachar, 2009 en Cook-Martin, 2015: 147).

Un segundo mito confrontado en el libro, es la presunción de que quienes tramitan el pasaporte de la nacionalidad de origen, lo hacen pensando en retornar. Cuando también hay quienes lo solicitan a modo de “seguro precautorio” -en caso de se ocupe algún día-, o con miras a migrar a terceros países; por ejemplo, el “52% de los nacionales italianos que residen en España no han nacido en Italia; [y un] 27% [de ellos] ha nacido en Argentina (Mateos, 2015b:99).

Esta dimensión estratégica también está presente a nivel de políticas de Estado; pues los Estados expulsores también encubren políticas inmigratorias raciales o étnicamente orientadas bajo políticas de recuperación de la nacionalidad. Aunque en realidad buscan atraer a migrantes afines a la cultura de la nación, y poseedores de un fenotipo convergente al nacional.

Esta relación entre perfiles étnicos e (in)deseabilidad migratoria no es “nueva”, pues, las migraciones de europeos a América Latina en el siglo XIX se vieron favorecidas de políticas raciales que le otorgaron beneficios económicos, bajo la apuesta de un “blanqueamiento” poblacional. Un siglo después, algunos de estos países expulsores –entre ellos Italia y España- promulgaron políticas migratorias de retorno para los hijos y nietos de estos migrantes. “De esta manera, las mismas familias de origen europeo se están beneficiando de una segunda ronda de favoritismo étnico 'de ida y vuelta'. […] [Pero] el mecanismo de selección (o el principio de regulación) esta vez no opera por medio de políticas de reclutamiento o visas de inmigración sino por medio del estatus legal de la ciudadanía doble” (Harpaz, 2015: 272).

Pero más allá de atraer a ejércitos de reserva que permitan subsanar vacíos demográficos o vacantes laborales en sectores específicos; también hay una “ganancia” política para los Estados expulsores y receptores con la extensión de acceso a la nacionalidad múltiple: incrementar la cartera de votantes. Un caso icónico es el mexicano, pues, el 10% de mexicanos reside en los Estados Unidos; y 16.8 millones de ciudadanos norteamericanos por nacimiento son de origen mexicano (FitzGerald, 2015: 62). De allí que esta población represente un bastión político, al que los candidatos de uno y de otro lado de la frontera, buscan acceder mediante campañas de cabildeo o bajo la promesa de otorgarles “beneficios” colectivos.

 

(Sin)Razonez de sangre, de suelo y de género en los regímenes de transmisión de nacionalidad

Hasta este momento hemos visto que poseer determinadas nacionalidades conlleva tener acceso o no, a un conjunto de capitales. A su vez, hemos señalado que no todas las nacionalidades cuentan con los mismos beneficios, y que las políticas estales de restablecimiento de la nacionalidad y su derecho de transmisibilidad, tienen implicaciones económicas, políticas y etnoraciales. Sin embargo, resta mencionar que los regímenes de transmisión de nacionalidad (por nacimiento) se rigen por dos vertientes: el derecho jus sanguinis y el jus soli. Al primero se adscriben la mayoría de los países europeos; e implica que los hijos de migrantes extranjeros no adquieren la nacionalidad por nacimiento, pues ésta es sólo se otorga por vínculo de sangre; es decir, el régimen jus sanguinis envuelve una política étnica de transmisión de la nacionalidad. En contraste, el modelo jus soli concede la nacionalidad por el sólo hecho de haber nacido en territorio nacional; y a éste se adhieren todos los países latinoamericanos con excepción de República Dominicana, quien en el 2010 cambió su legislación al modelo jus sanguinis.

Mas, la adscripción al régimen jus soli no está exenta a consideraciones etnoraciales a través de las cuales se niegue el derecho de nacionalidad a personas nacidas en territorio nacional. Al respecto Durand (2015) retoma distintos casos en Estados Unidos, que dan cuenta de la continuidad histórica de una ciudadanía excluyente. Mientras que, en la segunda mitad del siglo XIX los hijos de migrantes europeos, nacidos en territorio estadounidense, eran estadounidenses, se les negaba este derecho a los descendientes de afroamericanos. La enmienda 14 a la Constitución (promulgada en 1866) decretó que toda persona nacida o naturalizada estadounidense era ciudadana; sin embargo, los sinoamericanos fueron excluidos hasta 1952 debido al Acta de exclusión de chinos de 1882. Otro caso es el de los nativo-americanos en zonas fronterizas: iroqueses en la frontera Estados Unidos-Canadá; kickapoo, pimas, ópatas, mayos y yaquis en la frontera Estados Unidos-México, quienes se han enfrentado a un continuo desconocimiento legal sobre sus derechos de movilidad y de ciudadanía; aun cuando en muchos casos tienen acceso al libre tránsito fronterizo o a la binacionalidad. De allí, que se pueda afirmar que no obstante el jus soli señala que todos los nacidos en territorio estadounidense son  ciudadanos, en los hechos no lo son. Asimismo, se observa una revitalización en las políticas de exclusión en el derecho de acceso a la ciudadanía por nacimiento; pues distintos grupos políticos abogan por privar de este derecho, a los hijos de migrantes indocumentados.

A su vez, el acceso a la ciudadanía y su potencial transmisibilidad, también ha sido denegada por exclusiones de género. Hasta 1957, diversos Estados optaron por un sistema de transmisión patrilineal de la nacionalidad en el cual, las mujeres casadas con extranjeros, perdían su nacionalidad y el derecho de transmitirla a sus hijos, en aras de “asegura[r] la mono-nacionalidad de la[s] familia[s]” (Mateos, 2015a: 10).

 

Saltar de la binacionalidad, a la nacionalidad múltiple

Mas, el número de sujetos y de familias con adscripciones nacionales múltiples se ha incrementado por la movilidad internacional, fracturando la presunción de su mono-nacionalidad. Y, aun cuando la binacionalidad es la forma legal predominante de adscripción ciudadana a más de un Estado-nación;[3] este libro nos brinda herramientas teóricas y conceptuales para analizar un fenómeno social emergente.

 

Notas:

[1] Profesora Investigadora titular A, Museo Nacional de las Culturas, Instituto Nacional de Antropología e Historia. Correo-e: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

[2] Para el 2016 se pronostica que habrá un máximo histórico de 250 millones de migrantes internacionales (Banco Mundial, 2015).

[3] El reconocimiento a la doble nacionalidad ha sido una batalla ganada a fines del siglo XX; disposiciones internacionales reglamentaron en su contra: el Convenido de La Haya en 1930 y el Convenio Europeo para la Reducción de la Pluralidad de Nacionalidades de 1963 (Escobar, C., 2015: 176). Asimismo, en 1990 sólo el 25% de los Estados europeos y latinoamericanos permitían la doble nacionalidad; para 2010, sumaron el 75% (Harpaz, 2015: 267). En América Latina, México, Brasil y Perú reconocieron la doble nacionalidad en 1996, Guatemala en 1999, Honduras en 2003, Bolivia en 2004, Chile en 2005 y Haití en 2012 (Escobar, C. 2015: 187).

 

Bibliografía:

Banco Mundial. 2015. “Migración internacional en su máximo histórico”. Documento en línea: http://goo.gl/3NARgJ (Consultado el 1 de marzo de 2016).

Cook-Martín, David. 2015. “El pasaporte del abuelo: Orígenes, significado y problemática de la ciudadanía múltiple”, en Pablo Mateos (edit.), Ciudadanía Múltiple y migración. Perspectivas latinoamericanas. Mexíco: Centro de Investigaciones y Docencia Económica-Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, pp. 145-169

Durand, Jorge. 2015. “Migración y ciudadanía. El caso norteamericano”, en Pablo Mateos (edit.), Ciudadanía Múltiple y migración. Perspectivas latinoamericanas. México: Centro de Investigaciones y Docencia Económica-Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, pp. 217-242

Escobar, Cristina. 2015. “Derechos extraterritoriales y doble ciudadanía en América Latina”, en Pablo Mateos (edit.), Ciudadanía Múltiple y migración. Perspectivas latinoamericanas. México: Centro de Investigaciones y Docencia Económica-Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, pp. 173-216

FitzGerald, David. 2015. “Ciudadanía a la carta: La emigración y el fortalecimiento del Estado soberano”, en Pablo Mateos (edit.), Ciudadanía Múltiple y migración. Perspectivas latinoamericanas. México: Centro de Investigaciones y Docencia Económica-Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, pp.57-78

Harpaz, Yossi. 2015. “Conclusión: La doble nacionalidad como herramienta geopolítica, régimen de movilidad y forma de capital”, en Pablo Mateos (edit.), Ciudadanía Múltiple y migración. Perspectivas latinoamericanas. México: Centro de Investigaciones y Docencia Económica-Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, pp. 267-289

Mateos, Pablo. 2015a. “Introducción”, en Pablo Mateos (edit.), Ciudadanía Múltiple y migración. Perspectivas latinoamericanas. México: Centro de Investigaciones y Docencia Económica-Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, pp.9-22.

____ .2015b. “Ciudadanía múltiple y extraterritorialidad: Tipologías de movilidad y ancestría euro-latinoamericanos”, en Pablo Mateos (edit.), Ciudadanía Múltiple y migración. Perspectivas latinoamericanas. México: Centro de Investigaciones y Docencia Económica-Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, pp.81-112

 

Cómo citar este artículo:

MELGAR TÍSOC, Dahil , (2016) “¿Y cuántos pasaportes tienes tú? Reseña del libro Ciudadanía múltiple y migración. Perspectivas Latinoamericanas, Pablo Mateos”, Pacarina del Sur [En línea], año 7, núm. 27, abril-junio, 2016. ISSN: 2007-2309.

Consultado el Viernes, 29 de Marzo de 2024.

Disponible en Internet: www.pacarinadelsur.comindex.php?option=com_content&view=article&id=1303&catid=12