Antropología de la Participación Política [1]

Eleder Piñeiro Aguiar

RECIBIDO: 15-11-2013 ACEPTADO: 16-12-2013

 

La obra aquí presentada, siendo la publicación de una tesis doctoral, es mucho más que eso. Se trata en cierto modo de unas páginas que condensan la vida de Iñigo González de la Fuente en lo que a sus aspectos profesionales y personales se refiere. Como él mismo comenta se une el carácter transdisciplinar de su formación (Antropología, Ciencias Políticas, Sociología, Historia) con su enorme interés por lo político. La Antropología como vocación y como modo de vida son ejemplificados en este libro, donde por doquier cobra importancia el método comparativo utilizado.

En Antropología de la Participación Política se desarrollan diferentes temas de estudio como pueden ser la teoría y la metodología de la antropología política, pero poniendo un especial énfasis en el diálogo con autores y escuelas por un lado e informantes y contextos de trabajo por otro. Le interesa al autor especialmente qué pueden aportar los clásicos antropológicos al texto que desarrolla, pero vistos desde un punto de vista crítico y no como una mera asunción de opiniones de otros. Asimismo son temáticas centrales en la obra las formas de participación política y el desarrollo de una propuesta intercultural.

Es de especial relevancia también el foco centrado en aquello que se denomina voto cautivo, lo que la politología conceptualiza como suelo electoral. Subyace aquí el interés del doctor González de la Fuente por conocer cómo significan su voto los no-indecisos. Esto le lleva a teorizar acerca del término “voto identitario” en un ayuntamiento enclavado en Nava del Rey. Pero no sólo se queda ahí sino que amplía el marco de estudio hacia otras formas de participación como pueden ser la asistencia a mítines, la militancia, manifestaciones políticas o incluso el acto de dirigirse al alcalde, esta vez en un Municipio de Valle del Trápaga. Podría surgir aquí la duda de por qué no se realizó esta ampliación de estudio en la misma circunscripción electoral, si bien fue consideración del autor realizar una comparación que ampliase lo político a diferentes contextos.  Con ello se buscaba conocer de mejor modo similitudes y diferencias en dos núcleos diferenciados del territorio nacional.

Posteriormente se dio un paso más en la ampliación del estudio, lo que llevo al autor al mexicano ayuntamiento de Xico, Veracruz, donde nunca había gobernado un partido que no fuera el hegemónico, el cual llevaba décadas en el poder en México: el PRI. De nuevo tenemos aquí la excepción como punto central de análisis antropológico y a la vez un eje comparativo con respecto a los casos españoles: la participación estable como representación identitaria no sirve para Xico. El paso posterior fue sumar al estudio nuevos municipios, centrándose cada vez más en el clientelismo político, así como la utilización de la identidad y el contexto socioeconómico como marco de análisis, tanto en España como en México. Surge en este momento un desarrollo central en el texto cual es la importancia de las referencias políticas identitarias y, ulteriormente, la presunción de que la desigualdad ha de ser entendida tanto de forma material como de forma simbólica.


Por otra parte, desentraña el autor diferentes formas de participación política que la ciencia social trata en un plano de igualdad. Por ejemplo, le interesa qué formas de protesta se dan y qué papeles desarrollan los individuos; o analiza el clientelismo electoral desde el punto de vista del comprador y del vendedor de votos.

Es de gran interés la aportación de esta obra al debate conceptual cuando clasifica los tipos de interacción en lo que a la participación política se refiere. Y dentro de ello la importancia dada a verlas como partes de un continuum, por lo que de nuevo se realiza una apuesta por la interculturalidad en cuanto que ciudadanos de un mismo universo socioeconómico dado puedan ocupar indistintamente diferentes roles. A lo largo de todas las páginas, al autor le interesa que los sujetos opten hacia una participación política plena. Y encara una postura valiente por cuanto trata de corroborar que dicha participación política, en situaciones en donde se traten  de limitar las desigualdades sociales y económicas, conducirán a una disminución del clientelismo político. Así pues los ciudadanos tendrían una mayor capacidad de decisión, algo siempre deseado por muchos defensores de la democracia y de la concienciación cívica, entre los que se encuentra el autor.

González de la Fuente parte de lo concreto, lo local, el contexto municipal, desde donde lo micro se une con los procesos globales, estructurales, macro. Por otro lado, el énfasis puesto en la comparación de realidades diversas nos permite un enfoque donde el relativismo antropológico nos aporta una ampliación de horizontes culturales. Para ello nos dice que “la clave está en establecer unidades de análisis útiles para el procedimiento comparativo, en este caso, unidades de análisis de lo político” (pp. 34). A continuación, basándose en la obra clásica de Ted Lewellen (1985) realiza un recorrido histórico por las diferentes aportaciones antropológicas al campo de la política, centrándose en aquellas que le han servido para su trabajo. Es importante por ejemplo la teoría de la acción, la cual habla de aspectos como alianzas, interacciones de oposición o subordinación, escenarios con roles en conflicto, etc. “lo político es la articulación de todas aquellas esferas de la realidad interconectadas entre sí por las relaciones que establecen los individuos. Así por ejemplo el clientelismo se puede explicar mejor mediante conceptos económicos tales como patrón o cliente” (pp.59).

El interés que subyace en todas las obras es elaborar teóricamente un enfoque integrador entre teorías individualistas y colectivistas de lo político, en unir las teorías de la acción con aquellas otras más centradas en la estructura. De nuevo tenemos la aportación del autoral campo teórico de la disciplina antropológica en una apuesta por la conciliación de teorías, pero siempre vistas con un enfoque crítico.

Por otra parte, aunque también profundizando en la elaboración conceptual, utiliza términos como pueden ser los de “distancia relativa” y “distancia absoluta” con un cariz ciertamente activista en el sentido de de que trata de conocer qué separa a ricos y pobres en cuanto al acceso de diferentes roles y a sus distintas posiciones dependiendo de la cercanía socioeconómica, que según el autor facilita o complica el acceso a diferentes roles políticos. Las diferencias no sólo van en funci  ón de varios actores políticos (distancia relativa) sino de éstos en función de la comunidad (distancia absoluta). De nuevo es importante establecer que esta distancia la percibe como un continuum de mayores a menores posibilidades socioeconómicas y de influencia en el proceso político. Además en este punto realiza una acotación clave: “ni quiero ni tengo los suficientes conocimientos para embarcarme en el debate acerca de la relativización o universalización de las necesidades sociales”.

Dejando a un lado la elaboración teórica, y centrándonos más en el carácter etnológico del libro, del trabajo de campo es interesante la conceptualización de “voto identitario” en España (pp.92) en contraste con el “voto duro” mexicano (pp.101). Ambos sirven como agente transmisor de valores identitarios, una especie de hábitus en la formulación de Bourdieu. En este tramo del libro sería interesante profundizar en qué le lleva a González, analizando las diferentes formas de participación política, a no considerar la corrupción como una de ellas. Se trata de un tema de candente actualidad y dadas las pericias del autor no estaría de más abrir una nueva vía de análisis que incluyera este fenómeno político, e incluso analizarlo transculturalmente. En cualquier caso, volviendo a la obra, refiere el autor que una de las principales diferencias que encuentra a la hora de estudiar la participación política, es que el clientelismo mexicano es más un vínculo entre un patrón y un cliente, mientras que en España es de partido. A su vez, en el apartado referido al asociacionismo, no se queda sólo con el hecho de pertenecer a uno u otro colectivo político, sino que analiza las interacciones que en ellos se producen, abogando por una interpretación cualitativa que nos acerca a los grupos sociales estudiados, más allá del simple dato estadístico. Por otra parte, defiende la hipótesis del asociacionismo como marcador identitario, yendo más allá de la teoría basada en roles de género, etarios o de clase.

A lo largo de estas 220 páginas existe una gran preocupación democrática cual es la del derecho a tener acceso a todo tipo de roles políticos en una sociedad determinada, lo cual entraña una apuesta por nuevas formas de ampliación de la democracia. Más allá de la profusión de temáticas encontradas en el libro, con un hilo conductor centrado en la participación política; y más allá del carácter transdisciplinar que el autor ha sabido llevar a sus contextos de estudio, opinamos que la implicación del autor no sólo no minan la capacidad de objetivación sino que son uno de los principales aportes a un estudio de lo político que vaya más allá del cuenteo estadístico y que, por otra parte, nos hacen reflexionar sobre la importancia de la interacción, del contexto socioeconómico y de la imbricación de los simbólico y lo material en el estudio de la identidad política.



[1] Iñigo González de la Fuente (2010). Salamanca: Amarú Ediciones

 

Cómo citar este artículo:

PIÑEIRO AGUIAR, Eleder, (2014) “Antropología de la Participación Política”, Pacarina del Sur [En línea], año 5, núm. 18, enero-marzo, 2014. ISSN: 2007-2309.

Consultado el Sábado, 20 de Abril de 2024.

Disponible en Internet: www.pacarinadelsur.comindex.php?option=com_content&view=article&id=899&catid=12