Los internacionalistas del Che Guevara: la primera Junta de Coordinación Revolucionaria (JCR)

Internationalists of Che Guevara: the first Revolutionary Coordinating Board

Internacionalistas de Che Guevara: o primeiro Revolucionário Coordenação Junta (JCR)

Marco A. Sandoval[1]

Recibido: 22-05-2016 Aprobado: 20-09-2016

 

La Junta de Coordinación Revolucionaria (JCR) fue una experiencia internacionalista breve (1972-1977), realizada en el Cono Sur. Unión revolucionaria que está intrínsecamente ligada a la historia de la “transnacional represiva” nombre que Patrice McSherry (2009), utiliza para referirse a la Operación Cóndor. Vínculo que este texto no abordará.  La JCR tuvo sus orígenes en Chile durante 1972, su mayor actuación a partir de 1974 en Argentina, y hacia 1977 encontró su desarticulación en Europa, como lo han señalado Igor Goicovic (2005), Melisa Slatman (2011), Aldo Marchesi (2009, 2012 y 2014) y Aníbal Garzón (2014). La JCR nucleó al Movimiento Izquierda Revolucionaria (MIR) chileno, al Partido Revolucionario de los Trabajadores-Ejército Revolucionario del Pueblo (PRT-ERP) argentino, al Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros (MLN-T) uruguayo y a Ejército de Liberación Nacional (ELN) boliviano. Conjuntamente lograron acciones que redituaron en sus finanzas, realizaron Escuelas de Cuadros, la publicación de la revista Che Guevara, su órgano de prensa, y la fabricación de una subametralladora, llamada JCR-1. Sin embargo, la JCR no fue la primera intentona de coordinación revolucionaria cómo se intenta demostrar en el texto.

Es conocido que hubo contingentes de revolucionarios que, a mediados de los sesenta, se entrenaban en Cuba para alcanzar a Ernesto Che Guevara en Bolivia, sin conseguirlo por la premura de la muerte de Guevara. No obstante, hubo otros insurrectos, también adiestrados en Cuba, que sí colaboraron con las empresas guevaristas en Bolivia. Revolucionarios cubanos, argentinos, chilenos, brasileños, peruanos, y franceses fueron quienes adhirieron la impronta internacionalista y, de una u otra manera, colaboraron con la experiencia de Ñancahuazú y Teoponte del ELN boliviano. Precisamente a ellos, a los que no alcanzaron a Guevara y los que sobrevivieron de las empresas guerrilleras bolivianas es que nos referimos en este artículo. Es decir, hay experiencias foquistas previas a la JCR que tuvieron intentos de coordinación, siempre alrededor del guevarismo y que son antecedente directo de la JCR.

 

Internacionalismo proletario

Para hablar de experiencias internacionalistas hay que definir que es el internacionalismo. A principios del siglo XX, con la Revolución de octubre, un concepto del marxismo volvió a cobrar relevancia, el internacionalismo proletario. De acuerdo con Perry Anderson (2002) el internacionalismo es “toda perspectiva o práctica que tiende a trascender la nación en dirección hacía una comunidad más amplia, de la que las naciones siguen constituyendo las unidades principales”. Una idea propuesta por Karl Marx en su Manifiesto del Partido Comunista que iba más allá de simple solidaridad internacional e incluía intentos reales de coordinar el movimiento obrero de distintos países para alterar la correlación de fuerzas entre capital y trabajo (Priestland: 2010).

 Según Craig Nation (1989) en Suiza, durante 1915, cuando la izquierda comunista se congregó para oponerse a la Primera Guerra Mundial en Zimmerwald, se definió el rumbo del internacionalismo comunista, que no varió hasta que tomó lugar la Guerra fría. En este marco bipolar, siguiendo a Antentas y Vivas (2009), el internacionalismo quedó subordinado, ya fuere a los intereses de la URSS o de EEUU: “La política exterior de muchas organizaciones políticas y sindicales quedó totalmente subalternizada a la defensa de los intereses ‘nacionales’ y del ‘mundo libre’ occidental o al seguidismo de los intereses diplomáticos de la URSS”. Así, el espíritu internacionalista quedó confinado a corrientes minoritarias del movimiento obrero como el trotskismo o el anarquismo y pronto se asoció al tercermundismo. Por otra lado, el camino de otra organización internacionalista, la Internacional Socialista (IS), permaneció desde su fundación ajena a las problemáticas de América Latina, modificando esta situación hacia 1980 (Löwy:1981).

La Revolución cubana y el sisma que está provocó en América Latina, permitió que uno de sus máximos referentes, Ernesto Che Guevara, retomara el internacionalismo proletario en su pensamiento político, proponiendo una adecuación al contexto latinoamericano. Un ajuste que tuvo continuidades y rupturas con otras concepciones de lucha revolucionaria internacional. Por ejemplo, el testamento político de Guevara, su “Mensaje a los Pueblos del Mundo” (1966), leído en la Tricontinental, instó a la lucha revolucionaria de carácter continental basada en el ejemplo del pueblo vietnamita. De tal suerte que, para los revolucionarios latinoamericanos,  la consigna “Crear dos, tres, muchos Vietnam” de su mensaje, quedó como tarea a cumplir.

Así, inspirada en el testamento de Guevara y su concepción internacionalista, apareció formalmente la experiencia internacionalista de la Junta de Coordinación Revolucionaria [del Cono Sur], en 1974, que unió –como ya se ha señalado– a cuatro organizaciones revolucionarias: MIR, PRT-ERP, MLN-T y ELN. Una articulación que tuvo como base el “testamento político” de Guevara. La JCR, a través de  la asociación de estas cuatro organizaciones sudamericanas, perseguía la toma del poder y la instauración del socialismo mediante el uso de la violencia política. Además fue una alianza de carácter antiimperialista que era concreción de una de las tareas estratégicas del Che Guevara: “seguir el camino de Vietnam, donde los grupos en armas pudieran formar algo así como Juntas de Coordinación que facilitaran la causa perseguida” (1967).  Así lo señalaba la JCR en su primer comunicado de 1974:

Este importante paso es producto de una sentida necesidad […] de cohesionar a nuestros pueblos en el terreno de la organización, de unificar las fuerzas revolucionarias frente al enemigo imperialista, de librar con mayor eficacia la lucha política e ideológica contra el nacionalismo burgués y el reformismo […] Es la concreción de una de las principales ideas estratégicas del comandante Che Guevara, héroe, símbolo y precursor de la revolución socialista continental (JCR:1974).

 

Es importante señalar algunos datos de homogeneidad entre las organizaciones de la JCR, como lo son: la idea de vanguardia, años de fundación, rechazo de la teoría de la “vía pacífica” y de la “teoría de etapas” para la toma del poder. Para observar los disimiles véase el anexo 1 de este artículo. 

 

El guevarismo

La JCR, se dijo, tenía su fundamento en el denominado guevarismo, que debe entenderse como el conjunto de conceptos y criterios, políticos y militares de Guevara –usualmente asociados al foquismo– teorizados, a mediados de los años sesenta, por el sociólogo francés Regis Debray. Las propuestas del guevarismo, a partir del influyente triunfo revolucionario en Cuba, fueron parte del rico debate en el seno de las izquierdas de los años sesenta y setenta. Esta influencia devino en abundantes y fuertes discusiones en torno a tres ejes: el carácter de la revolución latinoamericana, las vías de la revolución y el sujeto de la revolución. El debate giraba en torno a: si la revolución debía ser socialista y antiimperialista o popular y antiimperialista; si el camino era la lucha armada o la vía pacífica y; si el principal sector social revolucionario era la clase obrera o el campesinado junto con sectores de la “burguesía nacional” y de los pobres del campo y la ciudad (Pozzi & Pérez: 2011, XIII-XIV).

Imagen 1. Afiche de la JCR de 1974. Archivo personal del autor.
Imagen 1. Afiche de la JCR de 1974. Archivo personal del autor.

A partir de ese debate, los movimientos insurreccionales latinoamericanos que optaron por la vía armada, se pueden dividir en tres etapas (Pozzi & Pérez: 2012, 12-13). La primera de 1945-1959: movimientos urbanos contestatarios, emprendidos principalmente por universitarios. La segunda etapa de 1961-1967 agregó los elementos revolución y desarrollo y se discutió arduamente el problema de la soberanía nacional y la vanguardia –foquista (Sosa: 1998, 13-14). La tercera, 1967-1980, se caracterizó por la respuesta de distintos grupos a los severos fracasos de las ideas foquistas y a su descuido en la organización popular. Además de las guerrillas surgidas entre 1960 y 1995, aparecieron grupos que reivindicaron de manera importante tendencias al interior del marxismo como el maoísmo o el trotskismo, además de la “izquierda independiente” (no alineados a ninguno de los países socialistas) (Pozzi & Pérez: 2012, 12-13). Sobre esta tercera etapa, dice el historiador Ignacio Sosa “El foco guevarista y su tesis de vía única cedieron su lugar a un complejo organizacional de múltiples variantes: estudiantil, obrero, campesino y popular” (1998, 15) dando pie a la Organizaciones Político Militares (OPM). Durante las tres etapas, los grupos más visibles (ya fueran estudiantes, obreros, campesinos y/u organizaciones populares) fueron categorizados sin distinción como subversión por parte de los regímenes imperantes, apoyados –y muchas veces financiados– por los servicios de inteligencia norteamericanos. Otro elemento que caracterizó las etapas mencionadas fue el uso de los elementos tomados de las religiones, particularmente del cristianismo, que fueron representaciones que nutrieron los imaginarios y la práctica de los grupos insurreccionales (Saavedra & Bataillon: 2012). Otra categorización, más reciente, es la que ofrece Julieta Bartoletti en su artículo “Organizaciones armadas latinoamericanas: problemas y propuestas de análisis”. Siguiendo esta propuesta, la JCR encuadra en un punto medio, o de transición, entre la segunda y tercera etapa insurreccional, de acuerdo al complejo organizacional de Bartoletti (2011), que es similar al descrito por Sosa. Así, el acento simbólico­ de la JCR continuó en su caracterización de vanguardia internacionalista, heredada del marxismo-leninismo y del guevarismo. Véase “Cuadro 1” tomado del artículo de Bartoletti.

Tomado de (Bartoletti: 2011).
Tomado de (Bartoletti: 2011).

Sin embargo, como ya se sugirió, la JCR no fue la primera coordinación internacionalista en Sudamérica. En Bolivia hubo un intento de gestación de esta coordinación. Lugar, donde uno de los mayores ideólogos de la lucha armada de carácter continental, Ernesto Che Guevara, encontró su desenlace. Antes de que el proceso revolucionario cubano se asumiera socialista, 1962, Guevara dejó entrever su intención de lucha continental; en su intervención ante el Consejo Interamericano Económico y Social (CIES) de 1961, señaló sobre la revolución cubana: No podemos dejar de exportar ejemplo, como quiere Estados Unidos […] Lo que sí, damos la garantía de que no exportaremos revolución, damos la garantía de que no se moverá un fusil de Cuba, de que no se moverá una sola arma de Cuba, para ir a luchar en ningún otro país de América (2006). Más adelante, en el mismo discurso, retomó palabras de Fidel Castro, y dijo: si no se toman medidas urgentes de prevención social, el ejemplo de Cuba sí prenderá en los pueblos […]. Fidel dijo que, si seguían las condiciones sociales como hasta ahora, “la cordillera de los Andes sería la Sierra Maestra de América”. Cinco años después de aquella insinuación, entró encubierto a Bolivia para organizar y dirigir la lucha revolucionaria y continental, con la idea de transformar los Andes en la “Sierra Maestra de América Latina”. La estrategia de lucha continental desató en Bolivia, de acuerdo con Gustavo Rodríguez Ostria (2012), tres etapas guerrilleras en los años sesenta, conectadas todas entre sí, en las que revolucionarios de distintas geografías confluyeron en el país andino. Una década de acción conjunta revolucionaria, de impronta internacionalista, en torno a Guevara. Véase “Cuadro 2” también tomado del artículo de Bartoletti (2011), antes citado, donde se puede apreciar el universo de guerrillas de las tres etapas de análisis más usadas al respecto de la tipología de las organizaciones armadas post Revolución cubana. Con excepción del ELN, las organizaciones que integraron la JCR pertenecen a la fase urbana. Por ello es que se indaga en los vínculos alrededor del ELN boliviano como experiencia previa de unión revolucionaria.

Tomado de (Bartoletti: 2011).
Tomado de (Bartoletti: 2011).

 

La primera etapa 1963-1966

Antes que la teoría estuvo la práctica. En mayo de 1963, un grupo de insurrectos, el autodenominado Ejército Guerrillero del Pueblo (EGP) compuesto mayoritariamente por argentinos y algunos cubanos, se introdujeron en Emborozú, Bolivia, frontera con la selva de Orán, con el objetivo de emprender el proceso revolucionario en Argentina. Esto, dos años antes de  la aparición de los textos de Debray sobre las propuestas de Guevara, es decir el “inicio teórico del guevarismo”. En septiembre de ese año los revolucionarios del EGP cruzaron a la provincia argentina de Salta para instaurar un foco guerrillero, gestando así la primera guerrilla guevarista. El EGP era parte de una planeación estratégica de Guevara (Rodríguez Ostria: 2012), que entrenó dos columnas guerrilleras en Cuba que se desplazarían desde Bolivia, una a Perú (Operación Matraca) bajo el mando de Héctor Béjar y otra a Argentina (Operación Sombra), para emprender el proceso revolucionario mediante focos guerrilleros. Ambos contingentes se insertaron en Bolivia para hacer de éste territorio base logística y de tránsito. En mayo de 1963, el grupo encaminado a Perú, un primer ELN (peruano) de estrechos vínculos con el MIR peruano, no llegó siquiera a realizar actividades. Después, en 1965 el ELN peruano haría otro intento de foco guerrillero (Béjar: 1969).

El segundo contingente, el EGP, tuvo el mando del “Comandante Segundo”, Jorge Ricardo Masetti, periodista fundador de la agencia de noticias cubana, Prensa Latina. La introducción de 30 hombres al noroeste argentino fue orquestada y financiada por Cuba: una vez instaurada la guerrilla rural, el EGP esperaría la llegada de Guevara, quien sería “Comandante Primero”. Sin embargo, pronto cayó el primer campamento del EGP y la Gendarmería Nacional tendió un cerco que imposibilitó a la guerrilla de obtener algún tipo de apoyo. La Operación Sombra fue desarticulada, tan sólo cinco meses después de su ingreso a territorio argentino. En condiciones físicas deplorables, aislada y sin alimentos dejó un saldo elevado de muertes –mayoritariamente por inanición– los sobrevivientes capturados, y el máximo dirigente, Masetti, desaparecido desde abril de 1964 (Carrizo & Sánchez: 2004).  Así el foquismo tuvo su primer descalabro y cerró la primera etapa guerrillera en Bolivia.

Imagen 2. Ernesto Guevara y Jorge Ricardo Masetti en Cuba. Tomada del documental argentino Arriba los que luchan (2014) de Grupo de Cine Maldito.
Imagen 2. Ernesto Guevara y Jorge Ricardo Masetti en Cuba. Tomada del documental argentino Arriba los que luchan (2014) de Grupo de Cine Maldito.

 

“Tu jefe quiere verte”: los vínculos entre la primera y segunda etapa.

Uno de los sobrevivientes de aquel fatídico episodio del EGP, el encargado de comunicaciones, Ciro Bustos, volvería a aparecer en Bolivia junto a Ernesto Guevara años después. En 1966, tras su desventurado paso por el Congo, Guevara se internó en la selva de Ñancahuazú para comandar la que sería su última experiencia militar. Al respecto, una de las explicaciones más comunes sobre la derrota de Guevara en Bolivia es la pronta localización de la columna guerrillera tras la detención de Regis Debray, a quien el Che Guevara pidió abandonar el campamento guerrillero. Bustos es usualmente recordado por ser el acompañante de Debray al momento de dejar el campamento y también por los dibujos que éste hizo de Guevara en la selva, mismos que sirvieron a los sistemas de inteligencia norteamericano y boliviano para dar con el paradero del revolucionario. Desde aquel episodio, Bustos fue acusado y declarado delator por muchos en la izquierda: las circunstancias y el talento pictográfico del pintor argentino lo convirtieron en el “Judas del Che”. Bustos llegó a Ñancahuazú a petición de Guevara, quien había encargado a Tamara Bunke “Tania”, la única mujer que accedió al campamento guerrillero del Che en Bolivia, localizar al artista argentino con la orden: “Tu jefe quiere verte”. El mensaje era una prueba para Bustos, de acuerdo con la experiencia previa del EGP, donde Guevara era el jefe máximo. Sin embargo, la comunicación fue otra, “Tania” dijo: “El Che quiere verte”, anécdota que titula las memorias de Bustos (2007). Es decir, ya en la selva boliviana, Guevara intentó reagrupar a los escasos sobrevivientes y también a revolucionarios que estaban preparándose para integrar las filas del EGP. 

Otros de los sobrevivientes del EGP militaron años después en el ERP argentino, brazo armado del PRT. Por ejemplo, el poeta argentino Alberto Szpunberg, quien fue cofundador de la Brigada Jorge Masetti –continuación del EGP–  se sumó a las FAL (Fuerzas Armadas por la Liberación) que desembocaron en el PRT-ERP. Los nexos trazados a partir de estos continuadores de la lucha armada permitieron los vínculos entre el PRT-ERP y el ELN en la JCR, una década después. Esto se logró a través de otra organización revolucionaria argentina, las FARN (Fuerzas Armadas de la Revolución Nacional) que estuvo muy ligada a los orígenes del PRT, ya que era una escisión de la organización trotskista Palabra Obrera (PO) (Nicanoff & Castellano: 2014). Otro vínculo está en las colaboraciones entre Nahuel Moreno (Hugo Bresano) líder de PO y el trotskista peruano Hugo Blanco, dirigente del Partido Obrero Revolucionario (POR), aunque estas no estuvieron ligadas directamente a Guevara.

Las FARN eran dirigidas por Ángel “el Vasco” Bengochea y son tristemente célebres por que la muerte alcanzó a su dirigencia en una tremenda explosión en la calle bonaerense de Posadas, el 21 de julio de 1964. Antes de poder instaurar otro foco guerillero en Tucumán, que estaba asociado al foco de Masetti (Rodríguez Ostria: 2015) las FARN quedaron acéfalas. Las FARN son relevantes en esta historia porque ahí militaron personajes como Luis Faustino Stamponi, quien antes de integrase –como otros de las FARN– había pertenecido a PO.  Éste salvó la vida de aquella explosión que acabó con la dirigencia de las FARN, ya que había sido detenido meses antes en Jujuy, frontera con Bolivia, cuando iba a recoger un cargamento de armas que sería entregado al EGP. El ítalo-argentino, por órdenes de las FARN, se entrenó en Cuba porque se uniría a Masetti. Tras su breve paso por la cárcel se entrenó de nuevo en Cuba junto a otros internacionalistas que alcanzarían a Guevara en Bolivia, pero la muerte de éste lo dejó varado ahí. Bustos, Szpunberg y Stamponi son algunos ejemplos de nexos entre organizaciones al servicio de los planes guevaristas y el Ejército de Liberación Nacional boliviano.

 

La segunda etapa 1967

En éste segundo momento Guevara tuvo una participación menos conspirativa y mucho más activa. Es la fase en la que el mítico guerrillero argentino, tras su paso por África y procedente de Cuba, entró a territorio boliviano y fundó el ELN boliviano. De la empresa guevarista mucho –y con vehemencia– se ha discutido porqué Guevara terminó en Bolivia y a qué plan respondía su presencia. ¿Luchaba por la obtención del poder en Bolivia, o su objetivo era Argentina, usando el territorio boliviano como base logística? ¿Condujo el Che una guerrilla boliviana o una guerrilla en Bolivia?

No se ahonda en el debate, ya que se considera que ambas son veraces.  Desde la perspectiva del proyecto guevarista continental, el territorio boliviano seguía siendo un espacio logístico, ya fuera para la toma del poder en Bolivia o el traslado a la Argentina, así el que condujera una guerrilla boliviana o una guerrilla en Bolivia no necesariamente se contrapone. Ya que, en términos geopolíticos y  haciendo un paralelo, Sierra Maestra había sido el Heartland (Goyret: 1980) de la Revolución cubana, es decir una zona apta para desplazamientos masivos que da ventajas estratégicas a quien la controle. Guillermo Copiado Ribera señala como premisa central de su libro, Santa Cruz: Corazón de Bolivia y de América del Sur - Una visión geopolítica de su rol y destino que Guevara eligió a Bolivia como base operativa para la instalación y futura expansión de su “Guerra Revolucionaria Continental” contra el imperialismo norteamericano porque en Bolivia está el Heartland de Sudamérica: “Quien domine Santa Cruz, domina Chuquisaca; quien domine Chuquisaca domina el Heartland y quien domine el Heartland domina Sudamérica” (Copiado Ribera: 2014).

Copiado Ribera basa su argumento en la premisa del Gral. Juan José Torres González, la cual afirma que Santa Cruz, desde la “Doctrina Mackinderiana”, era el “Heartland Sudamericano”. La experiencia en Bolivia de Guevara se proponía encender la llama revolucionaria en todo el continente para crear dos, tres, o más Vietnam, formando especie de columnas que bajarían desde las montañas y selvas bolivianas para propagarse hacia Brasil, Perú, Argentina, Chile y otros países de la región, tomado en cuenta que los Andes atraviesa Argentina, Chile, Perú Bolivia, Ecuador, Colombia y parte de Venezuela. La elección del territorio boliviano como base del gigantesco operativo de Guerra de Guerrillas, base del guevarismo, concebido por el Che fue correcta desde el punto de vista de la geopolítica, porque era un Heartland, no obstante, tal afirmación nulifica el hecho de que el triunfo de la revolución cubana no fue únicamente la guerrilla en la montaña, sino la multiplicidad de alianzas y frentes de lucha que lograron la derrota del dictador Fulgencio Batista. 

La elección de Bolivia, sin embargo, en tanto que país históricamente determinado –la formación social boliviana como diría la doctrina del marxismo clásico– fue un error estratégico. Si bien, Fidel Castro y Ernesto Guevara nunca se refirieron al Heartland, como sí lo hace Copiado Ribera, es evidente que, para ambos, Bolivia era ese punto nuclear que había que controlar para dominar Sudamérica, y una vez controlada, dominar el continente. Según recuerda, Ángel Guerra, editor de la revista cubana Bohemia, la cual se encargaba de dar cobertura a las noticias revolucionarias en América Latina, Bolivia debía ser el centro desde donde irradiar fuerzas y columnas: “Porque aquello, la idea es que fuera una escuela, no una columna guerrillera para combatir, aunque también. Pero, fundamentalmente, la idea era traer cuadros revolucionarios de todo el Cono Sur y formarlos en el combate”. Lo que está en el fondo es la idea de que “la cordillera de los Andes sería la Sierra Maestra de América”.

De esta segunda etapa, concluida con la muerte de Guevara, mucho se ha escrito, por ejemplo, los textos de José Luis Alcázar (1977), Paco Ignacio Taibo II (2010), Gustavo Rodríguez Ostria (2006), Jorge Castañeda (2002) y Jon Lee Anderson (2010). Para efectos de este texto, sólo se debe señalar el ingreso de otros personajes a la trama de las etapas guerrilleras en Bolivia y la permanecía de otros. Retomando, arriba hablamos de Ciro Bustos que fue convocado por Guevara tanto para el EGP como para el ELN, tarea que realizó la alemana-argentina Tamara Bunke “Tania”, ahí dos argentinos se ven involucrados. Según dicta el Diario del Che en Bolivia, Guevara también solicitó la presencia de Stamponi. El revolucionario argentino entrenándose en Cuba, primero recibió la noticia del deceso de su comandante, y luego, a través de la publicación del Diario, conoció que había sido solicitado por Guevara.

Imagen 3. Campamento del ELN Ñancahuzaú. (Izquierda-derecha) Urbano, Miguel, Marcos, Che, Chino, Pacho y Coco. Diciembre 1966. Toamada de  [consultado 18-05-2016]
Imagen 3. Campamento del ELN Ñancahuzaú. (Izquierda-derecha) Urbano, Miguel, Marcos, Che, Chino, Pacho y Coco. Diciembre 1966. Toamada de  [consultado 18-05-2016]

Otro personaje, al que antes ya referimos, es el sociólogo francés Regis Debray, famoso por haber teorizado los preceptos foquistas de Guevara a través de sus ensayos –por  mencionar los más reeditados– “El castrismo: la larga marcha de América Latina” y “América Latina: algunos problemas de estrategia revolucionaria”, ambos de 1965 (1976) que sentaron las bases del guevarismo. Un pensamiento que, particularmente en lo que refiere al Estado, como bien lo ha resaltado Luis Mercier Vega (1969), fue mucho más complejo que sus escritos militares. El internacionalista francés participó brevemente del comando militar, ya que Guevara le encomendó otra tarea, la de servir de enlace de éste y del ELN en el exterior de Bolivia, por eso la orden de salir del  campamento. Sin embargo, Debray fue capturado junto a Bustos tras dejar el campamento, permaneciendo presos hasta 1970, cuando el General Juan José Torres,  –quien sería víctima del Plan Cóndor en Argentina– amnistió a ambos.

Más internacionalistas estuvieron involucrados, tres días antes del bautismo de fuego del ELN, 23 de marzo de 1967, llegaron los peruanos Restituto José Cabrera Flores “El Negro”, de profesión médico, Juan Pablo Chang “El Chino”, cuya presencia en Ñacahuazú estaba relacionada con el reinicio de la lucha armada en Perú, y Lucio Galván Hidalgo “Eustaquio”, todos ellos finados en combate. Aquí, cabe señalar que Roberto “Coco”, uno de los hermanos Peredo, también muerto en Ñancahuazú, era quien llevaba los vínculos entre lo que sería ELN boliviano y la gente del EGP de Masetti, mientras militaba en el Partido Comunista Boliviano (Peredo: 2015). Luego de ocho meses iniciadas de las acciones armadas del ELN, Guevara resultó herido del combate de la Quebrada del Yuro. Fue hecho prisionero, para ser asesinado al día siguiente, el 9 de octubre de 1967. Con tal episodio, la segunda etapa guerrillera en Bolivia tuvo su final.

De aquel ELN bajo el mando de Guevara, solamente un grupo de cinco guerrilleros lograron quebrar el cerco del ejército boliviano y salir con vida de Bolivia: Harry Villegas “Pombo”, Dariel Alarcón “Benigno”, Leonardo Tamayo “Urbano” (cubanos), David Adriazola “Darío” (boliviano) y Álvaro Guido “Inti” Peredo Leglise. Peredo habría de suceder en el mando del ELN a Guevara. Si bien, ésta otra derrota del foquismo a través del ELN boliviano en Ñancahuzú no fue la última guerrilla de carácter foquista, sí significó el inicio de la debacle de este tipo de empresas en toda Latinoamérica.

 

La tercera etapa 1970

El impulso por controlar Bolivia tuvo tres intentos 1963, 1967 y 1970. Hemos visto dos, el primero, la Operación Sombra que tuvo la intención de que el país andino sirviera como escenario de paso y retaguardia. Basta decir que la entrada y repliegue del EGP, tras derrota en Salta, se hizo por ahí. La segunda, Ñancahuazú, es parte de una estrategia continental liderada por Guevara: “La Sierra Maestra de América”.

La tercera etapa es la de Teoponte, que fue un segundo intento foquista del ELN boliviano en la zona del mismo nombre. La continuación del ELN aunque discursivamente mantuvo el principio rector del internacionalismo, es evidente que la estrategia viró a la conquista de poder en el propio territorio con un mayor número de combatientes bolivianos, amén de que no existía ya un personaje capaz de aglutinar el movimiento revolucionario de manera supranacional. Cabe recalcar que en los tres intentos Cuba, cómo se verá, estuvo bastante involucrada.

Como hemos señalado antes, tras la derrota de Ñancahuazú, casi de inmediato se articuló de nuevo el ELN entorno a “Inti” Peredo, quien fue designado por Cuba como el sucesor de Guevara. El nuevo dirigente viajó a Chile donde obtuvo apoyo y nuevos militantes internacionalistas. Después llego a Cuba, ahí los cubanos sobrevivientes sirvieron como instructores para la nueva columna del ELN, también ahí convocó a “los varados” como era el caso de Stamponi, de quien ya hemos hablado. Éste último se unió al ELN con el alias de “Gerardo Bermúdez”. 

Imagen 4. Estado Mayor del ELN, en julio de 1970,  antes de incursionar en Teoponte. (Izquierda-derecha) “Alejandro”, “Felipe”, “Chato”, “Omar”, “Martín”. Tomada del libro Teoponte (2006).
Imagen 4. Estado Mayor del ELN, en julio de 1970,  antes de incursionar en Teoponte. (Izquierda-derecha) “Alejandro”, “Felipe”, “Chato”, “Omar”, “Martín”. Tomada del libro Teoponte (2006).

Logrado el apoyo en Chile y Cuba, Guido Peredo regresó a Bolivia, pero fue capturado casi de inmediato, 9 de septiembre de 1969, y ejecutado horas después. Luego, desde Cuba –otra vez– se designó el mando del ELN, en esta ocasión fue el menor de la dinastía Peredo [de mayor a menor, Antonio, Álvaro Guido “Inti”, Roberto “Coco”, muerto en Ñancahuazú y Osvaldo “Chato”]. Con el cuarto de los Peredo fungiendo como líder, se llevó a cabo la segunda guerrilla guevarista en Bolivia: Teoponte. El segundo foco guerrillero del ELN también fue un desastre, a pesar de que en esta ocasión se instauró en la zona que había sido explorada por Debray, con visto bueno cubano y aprobada por Guevara, incluso antes de Ñancahuazú. La guerrilla de Teoponte del ELN tuvo 53 combatientes bolivianos y un contingente de 14 internacionalistas: ocho chilenos, dos argentinos, un brasileño, un colombiano, un norteamericano-español y un peruano (Carmona: 2006). Así, a esta tercera etapa debemos incluir internacionalistas de otras latitudes, por ejemplo, chilenos.          

 

Una iniciativa chilena de tres tareas

Cuando Fidel Castro, en 1966, leyó el mensaje del Che Guevara a la Tricontinental, el Che Guevara ya estaba en Bolivia. La muerte de Ernesto Che Guevara el 8 de octubre de 1967, en Bolivia, al frente del Ejército de Liberación Nacional supuso el fin de la estrategia del foco guerrillero, de acuerdo a la historiografía tradicional sobre movimientos armados (Bartoletti: 2011). La caída en combate de Guevara, además de un golpe anímico fuerte en la izquierda, para algunas organizaciones armadas –como las que integraron la JCR– fue el inicio de una revalorización de la táctica guerrillera propuesta por éste y el entendimiento de que, sin coordinación, la lucha por la obtención del poder con base en la concepción foquista no tendría mejor desenlace que el de Ernesto Guevara. En la práctica significó una nueva etapa organizativa para los movimientos armados del Cono Sur.

Chile es relevante en esta historia por cuatro motivos: primero, porque funcionó geopolíticamente para acceso y salida de armas y combatientes, como lo había sido Bolivia en el proyecto de Guevara del EGP y del ELN.  Segundo, porque agregó otro elemento al debate de la izquierda sobre cómo poder instaurar el socialismo en América Latina: la vía chilena al socialismo o “pacífica”. Tercero, y muy importante, porque el gobierno de Allende fue articulador involuntario de la JCR, al permitir el aterrizaje en Chile de los evadidos argentinos del Penal de Rawson (dirigencia del ERP, Montoneros y Fuerzas Armadas Revolucionarias) situación que dio pie a un trágico suceso, la ejecución de 16 de los evadidos que no pudieron tomar el avión, la “Masacre de Trelew”. En Santiago, aunque presos, los fugados se reunieron con la dirigencia del MIR, que ya había entablado relaciones con el ELN, tras la muerte del Che Guevara, y con el MLN-T, que ya tenía un amplio contingente tupamaro ahí. Luego, los revolucionarios evadidos fueron enviados a Cuba, al mes los del PRT-ERP estaban de regreso –clandestinos- en Argentina, no sin antes otro breve paso por Chile, donde hubo más reuniones.  Y cuarto, porque la organización represiva que terminó con ella, la Operación Cóndor, fue propuesta en ese país por el Jefe de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA) pinochetista, Manuel Contreras, tras el golpe de Estado a Salvador Allende.

Hay que detenerse en el primer motivo arriba señalado, por ser el menos conocido. A pesar de que las tres etapas de lucha guerrillera en Bolivia fueron derrotas, no obstante, dieron frutos: la idea de concretar una coordinación revolucionaria y contactos suficientes para llevar esta empresa a cabo. Para Cerbero (seudónimo ante la solicitud de anonimato), militante de primera línea del MIR chileno, integrante de sus Grupos Políticos Militares (GPM), en entrevista con el autor señaló que la idea de crear la JCR surgió tras la muerte del Che Guevara con tres intenciones: la primera de índole político militar, la segunda logístico-operativa y la tercera de “asistencia emocional” (2015). Primero, rescatar a los sobrevivientes de Ñancahuazú. Gustavo Rodríguez Ostria en su libro Teoponte al retomar testimonios de la red urbana que apoyó al Che Guevara en Bolivia confirma esto: “El plan era simple: encontrarían a los sobrevivientes de la columna del Che, se unirían a sus filas y ampliarían el espectro de combatientes para demostrar a los ‘gorilas bolivianos, lacayos del imperialismo’ que el pueblo en armas no estaba jamás vencido” (2006, 38).

Esta primera intención estaba directamente vinculada a Cuba, ya que hacia finales de octubre Manuel Piñeiro “Barbaroja”, encargado en jefe del Departamento América (DA), que fue una suerte de comandancia guerrillera cubana, comprometió a  los chilenos, Arnoldo Camú y su esposa Celsa Parrau, a través de Beatriz “Tati” Allende Bussi, –hija del entonces senador y después presidente Salvador Allende– a participar de las acciones de rescate (Rodríguez Ostria: 2006, 23). Dicha operación quedó en manos de algunos militantes del Partido Socialista Chileno (PSCH) que luego se integrarían al ELN bajo el mando de Guido “Inti” Peredo –también designado por Cuba– tras la muerte de Guevara. El rescate era una operación por demás importante para La Habana, porque se veía directamente comprometido el gobierno de Castro, ya que entre los cinco sobrevivientes de Ñancahuazú, se encontraban tres cubanos de alto rango en la milicia que habían emprendido el viaje junto a Guevara, los ya mencionados Harry Villegas “Pombo”, Dariel Alarcón “Benigno” y Leonardo Tamayo “Urbano”. Los cubanos en la guerrilla boliviana son muestra de que no sólo se exportaba la revolución, también revolucionarios.

Segundo, la tarea logístico-operativa consistía en sacar vía Chile a los sobrevivientes del ELN y recuperar armamento de Bolivia. El trabajo fue encargado a personajes de confianza, como el periodista Elmo Catalán alías “Ricardo”, entonces militante del Partido Comunista Chileno, otra de las piezas claves en el rescate de los cubanos del ELN sobrevivientes en Bolivia. Catalán había sido periodista de Prensa Latina la agencia noticiosa creada a petición del Che Guevara y dirigida por Masetti e incluso, según Rodríguez Ostria (2012), estuvo contemplado en los planes de la Operación Sombra. Tras el rescate, integraría las filas del ELN hallando su destino en tierras bolivianas durante las acciones de Teoponte, junto a otros internacionalistas chilenos.

Por otro lado, la faena armamentística se realizó en colaboración con algunos integrantes del MIR. Señala Cerbero: “Había que sacar todo el arsenal que se había quedado en Bolivia” (2015), a razón de un pequeño arsenal de armas soviéticas de grueso calibre que la guerrilla del Che había ingresado y que se tenían que extraer para evitar un conflicto internacional.  Además, después había que ingresar a los nuevos combatientes que continuarían la lucha en Teoponte. En ese sentido, Chile cobró el mismo rol de base logística que Bolivia había tenido en las dos fases anteriores de lucha guerrillera.

La tercera intención para la creación de la JCR, señalada por Cerbero, fue una suerte de “terapia” para los elenos (como se les conoce a los militantes del ELN). A lo sobrevivientes de Ñancahuazú: “Había que sacarlos de esa depresión”, recuerda Cerbero. Además, señala que una reunión, en Chile, previa a la salida de Guido Peredo hacia Cuba, Miguel Enríquez –entonces ya líder del MIR– increpó a “Inti”: “Nos faltó coordinación”. Cerbero apunta que en Chile no se conocía de la presencia en Bolivia de Guevara: Porque nadie sabía, en Chile, que el ‘Che’ estaba ahí a 3.000 kilómetros. Algo pudimos [el MIR] haber hecho. Por eso Miguel [Enríquez] estaba tan enojado. ¡Se nos había muerto el Che! (2015).

La derrota del Che Guevara en Ñancahuazú y la posterior derrota del ELN en Teoponte significaron un repensar del Heartland sudamericano, es decir de “los Andes como la Sierra Maestra de América”. Bolivia era cada vez menos una opción que permitiera las conidicones necesarias para el proceso revolucionario, ya que la dictadura de Hugo Banzer Suárez y los propios traspiés de la izquierda boliviana para 1971 tenían a las segundas casi totalmente desarticuladas. Mientras la puerta boliviana se cerró, una ventana se abrió, Chile. Las condiciones que aquel país brindó entre 1970-1973, durante el gobierno de la Unidad Popular, lo convirtieron un nuevo Heartland de carácter mucho más político que geopolítico que duró muy poco.

No obstante, la corta duración de la UP, el gobierno de Salvador Allende fue riquísimo en términos de posibilidades para la aparición de la JCR, ya que, en 1972, está el germen de esta Coordinación revolucionaria. En ese año y en ese país se dio la reunión plenaria de tres organizaciones armadas: MIR, PRT-ERP y MLN-T que dio pie a la JCR. Un cónclave revolucionario que conjuntamente se autodenominaron Pequeño Zimmerwald, en alusión a la reunión, en Suiza, de la izquierda comunista europea durante 1915 que marcó el rumbo del internacionalismo comunista. Casi de inmediato se integró al ELN que se hallaba derrotado, pero que en el plano de los simbólico era la organización que había fundado Guevara. Una vez que el Pequeño Zimmerwald contó con todos sus integrantes elaboró una Escuela de Cuadros Internacional previa al golpe de Estado llevado a cabo por Augusto Pinochet y estableció los criterios mínimos para la unión revolucionaria señalando que la lucha contra el imperialismo era de carácter continental en pos de la instauración del socialismo, la cual debía ser pensada geopolíticamente, como lo había propuesto Guevara:

El carácter continental de la lucha está signado, en lo fundamental por la presencia de un enemigo común. El imperialismo norteamericano desarrolla una estrategia internacional para detener la Revolución Socialista en Latinoamérica. No es casual la imposición de regímenes fascistas en los países donde el movimiento de masas en ascenso amenaza la estabilidad del poder de las oligarquías. A la estrategia internacional del imperialismo corresponde la estrategia continental de los revolucionarios (JCR: 1974).

 

En enero de 1974, pero ahora en Argentina a través de otra “plenaria” revolucionaria, se formalizó la existencia de la JCR. El golpe de Estado en Chile y el fin de la autoproclamada Revolución Argentina, todo en ese mismo año, permitieron el desplazamiento de la JCR hacia Argentina que con la llegada al poder de Héctor J. Cámpora se perfilaba como un nuevo heartland político, pero el retorno de Juan Domingo Perón, su repentina muerte, la asunción al poder de María Estela “Isabel” Martínez de Perón, la influencia sobre ambos de José López Rega y como colofón el Proceso de Reorganización Nacional, es decir, la última dictadura argentina, extinguieron esa posibilidad. Sin embargo, en ese también breve periodo (1974-1977) fue en el que la JCR se desarrolló más. En Argentina la JCR hizo el llamado “a colaborar con la justa causa popular, a tomar con decisión las armas, a incorporarse activamente a la lucha revolucionaria antiimperialista y por el socialismo que ya se está librando en nuestro continente bajo la bandera y el ejemplo del Comandante Guevara” (1974).

Si bien, el Che Guevara en vida se había convertido ya en un símbolo, para algunas organizaciones, su muerte lo convirtió en el mártir a seguir (Melgar Bao: 2006). Por ejemplo, el argentino Stamponi, de quien ya hemos hablado antes, llegó a ser dirigente del ELN. Él fue uno de los vínculos entre el PRT y el ELN a través de sus varias militancias, fomentando cambios en la organización cuando ésta se transformó años después (marzo 1975) en Partido Revolucionario de los Trabajadores de Bolivia. Su detención acaeció en Bolivia, como uno de los máximos dirigentes del PRT-B en septiembre de 1976. La vida revolucionaria de Stamponi es símil con la de Guevara en tanto internacionalistas. 

Otro ejemplo de la influencia de la figura del Che está en una de las acciones del MLN-T, como muestra de su poderío militar, a un año de la muerte de Guevara, realizó la Toma de Pando (ciudad uruguaya) con el objetivo de reivindicar la lucha armada iniciada en Cuba y, continuada en Bolivia por Guevara. Sobre esta acción, Germán “Gallego” González, ex tupamaro, recuerda las palabras del máximo dirigente tupamaro, Raúl Sendic, sobre el significado de la Toma, como se aprecia en el libro Sendic (2000) de Samuel Blixen: Ahora vamos a dejar de ser apretadores de bancos, vamos a ser combatientes’. Nos explicó que las acciones ya no serían tan prolijas, que habría  un  buen  porcentaje  de  enfrentamientos  y  combate.  Dijo que  teníamos  que empezar  a  cambiar  de  mentalidad,  porque  nos  estábamos  convirtiendo  en guerrilleros. Los Tupamaros, de acuerdo con el pasaje, eligieron el aniversario luctuoso del Che Guevara para convertirse en guerrilleros, aunque sus primeras acciones armadas fueron en 1963.

Según el mirista Cerbero (2015), en la óptica de Miguel Enríquez faltó coordinación que permitiera salvar la vida al Che Guevara, ya que la compartimentación de la época provocó que, en Chile, los que sabían de la guerrilla del ELN optaran por el silencio. Cerbero afirma que para ellos “El fracaso no desanimó, sino que, con absoluta certeza, la muerte del Che fue un aliciente para que la lucha siguiera, pero de manera coordinada”. Luis Mattini del PRT-ERP señaló en una entrevista “no quisimos ver al Che derrotado en Bolivia, mirábamos al Che de Cuba. Pero cuando murió el Che en Bolivia, su muerte se tornó en un desafío, había que recoger literalmente el fusil del Che” (2009). Se puede decir entonces que la fecundación de la JCR fue la consigna de “crear dos, tres…muchos Vietnam” en la Tricontinental, mientras que la muerte del Che Guevara fue el embrión.

Así, tras una década de experiencias revolucionarias ligadas a Guevara, en las que varios internacionalistas participaron, a comienzo de los años setenta, se articuló la JCR con la idea fija de lograr coordinación entre los revolucionarios del Cono Sur. La JCR  tuvo en su prehistoria un amplio contingente de revolucionarios que suscribían el espíritu internacionalista y la impronta del carácter continental de la lucha revolucionaria en toda América, un sueño de Guevara que tenía un Heartland bien preciso, Bolivia.  Entonces, a lo largo de las tres etapas de guerrilla en Bolivia en las que se intentó que los Andes fueran la “Sierra Maestra de América”,  las relaciones entre el EGP, las FARN y PO argentinos; el ELN y PCB bolivianos; el PCC, el DA, cubanos; MIR y POR peruanos; el PSCH, y MIR chilenos; y otras organizaciones aquí no mencionadas; así como la participación de internacionalistas de otras nacionalidades como el francés Debray, la alemana-argentina Tamara Bunke, y de otras nacionalidades como los brasileños y el colombiano en Teoponte son los elementos que nos permiten hablar de una primera JCR o quizás, más estrictamente, de una proto-JCR.

 

Notas:

[1] Licenciado en Estudios Latinoamericanos por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y Licenciado en Sociología por la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco UAM-X. Actualmente es alumno de la Maestría en Historia Internacional en el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), donde lleva adelante una investigación sobre la Junta de Coordinación Revolucionaria del Cono Sur. Ha fungido como docente de nivel superior y participado como ponente en diversos eventos académicos nacionales e internacionales, quedando algunos de sus trabajos las memorias de dichos eventos.

 

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Cómo citar este artículo:

SANDOVAL, Marco Antonio, (2016) “Los internacionalistas del Che Guevara: la primera Junta de Coordinación Revolucionaria (JCR)”, Pacarina del Sur [En línea], año 8, núm. 29, octubre-diciembre, 2016. Dossier 19: Herencias y exigencias. Usos de la memoria en los proyectos políticos de América Latina y el Caribe (1959-2010). De Chihuahua a los Andes. Huellas y caminos de las rebeliones en la sierra. ISSN: 2007-2309.

Consultado el Jueves, 18 de Abril de 2024.

Disponible en Internet: www.pacarinadelsur.com/index.php?option=com_content&view=article&id=1379&catid=59