os puntos más álgidos de la problemática continental en la agenda actual no han merecido la debida atención de parte de nuestra intelectualidad crítica y solidaria.  La recolonización de Haití no puede ser disociada de otros signos alarmantes. La política exterior del Brasil deja mucho que desear: participa de la ocupación militar y de la controvertida convocatoria electoral, que deja fuera una amnistía política y el retorno de sus exiliados. Sin lugar a dudas, vivimos un tiempo en que la soberanía nacional se ha vuelto una gastada figura retórica  en las palabras de las élites dirigentes de varios países de la región. En la actual coyuntura hemos desatendido el debate sobre el curso de la crisis como si ésta hubiese sido plenamente exorcizada y solo tuviese ribetes económicos. En este concierto, vemos con preocupación que el FMI acaba de recuperar su presencia injerencista en la Argentina, mientras que el Brasil y México han incrementado sus cuotas al FMI para acoplarse mejor a su nuevo dictado, pasando a ocupar las posiciones 10 y 14 respectivamente, gracias al espacio dejado por la Unión Europea. Por otro lado, se acentúa el proceso de consolidación de una decena de bases militares norteamericanas en países de la región bajo la complicidad de los partidos en el gobierno. En el campo militar el Instituto del Hemisferio Occidental para la Cooperación en Seguridad sigue entrenando a nuestros militares en tópicos que son lesivos para los derechos humanos, la soberanía de los pueblos y sus accidentados y precarios procesos de democratización. La añeja Escuela de las Américas ha cambiado de nombre y actualizado su función neocolonial.

Los gobiernos de centro izquierda han resentido algunas sensibles bajas, evidenciando un giro hacia la derecha. En esa dirección se viene configurando un polo de asociaciones múltiples entre la vieja y nueva derecha regional en el poder (Chile, Colombia, Honduras, México, Perú) para apoyar a sus afines en países vecinos. Coadyuva a lo anterior, el cónclave del 18 de noviembre auspiciado por la Cámara de Representantes de los Estados Unidos que convocó a una de las principales redes de la ultraderecha continental en aras de concertar medidas desestabilizadoras. Pero, sería un error, sólo proyectar la mirada sobre las relaciones interamericanas, los sectores neoconservadores europeos y asiáticos están también muy activos en la región, mucho más de lo que el sentido común sugiere. Las redes neoconservadoras se han globalizado tanto como los intereses del capital transnacional.

La intelectualidad crítica, advierte que el desencuentro entre la intelectualidad y los movimientos sociales ha persistido a lo largo del 2010. Por su lado, los agrupamientos políticos de izquierda como los movimientos sociales escindidos entre sí, han sido relevados, o frenados parcialmente por la marea onegeneísta. Sin embargo, se atisban algunos indicios de rectificación para 2011. Ningún camino queda clausurado. La historia sigue abierta.

El colectivo que ahora impulsa el desarrollo de la Pacarina del Sur ha redoblado sus esfuerzos para ir cubriendo gradualmente diversas problemáticas y urgencias de manera multidisciplinaria, entre urdimbres nacionales y continentales. La respuesta no se ha hecho esperar, nuestra comunidad de lectores ha crecido y sigue creciendo. Los mensajes que nos han remitido, todos, sin excepción,  convergen en reconocerle a la Pacarina del Sur la solvencia académica de su discurso; pero, sobre todo, su afirmación como un espacio cultural apropiado para la expresión del pensamiento crítico latinoamericano. Lo anterior, nos anima a persistir y seguir abriendo brecha, aspirando a lo que los Nasa - grupo étnico colombiano- llaman hacer “caminar la palabra”.

Un pensamiento crítico en su pluralidad no acepta la “naturalización” de la realidad contemporánea, la cuestiona teniendo como centro sus controversiales  e injustos impactos en la sociedad. Sin embargo, el lenguaje de los intelectuales utilizado para desbrozar críticamente la realidad, se ha vuelto cada día más hermético para los demás sectores de la sociedad. ¿Podemos revertir este aislamiento que no es sólo comunicacional de cara al siglo XXI? Y de fondo, responder a una pregunta ineludible enlazada a la anterior: pensamiento crítico latinoamericano ¿para qué? José Martí defendió la tesis de que pensar es servir a nuestros pueblos. Los debates de los años sesenta del siglo pasado,  dejaron por lo menos claridad sobre un punto: popularizar las ideas, las obras de arte, los conocimientos científicos, no suponen ni su vulgarización ni su caricaturización, sino la de contribuir en el desarrollo de la conciencia latinoamericana que tiene como aspiración suprema participar en la gesta histórica inconclusa: la liberación de nuestros pueblos.

Somos conscientes de que nos quedan muchos desafíos por atender, muchas tareas intelectuales por realizar y más de un proceso de rectificación del pensamiento crítico. Por todo ello, lo que convocamos a nuestros lectores y adherentes a sumarse a este emprendimiento que se reclama plural, pertinente y de plena actualidad.

Si deseas colaborar con nosotros, lee la convocatoria