asta las décadas del setenta y del ochenta del siglo pasado, la resistencia había quedado confinada a las expresiones que se produjeron por pueblos de varios países europeos a la invasión fascista. O, si se quiere, a la que se produjo bajo la denominación de desobediencia civil, como la que propuso David Thoreau; hoy reivindicada por varios teóricos liberales. Locke habló de la resistencia como admisible cuando se desviaban los fines de la Comunidad política. También se habló de resistencia desde las acciones producidas por pueblos y comunidades que en países colonizados lograron confrontar al invasor manteniendo condiciones básicas de sus culturas.

En ese período, la discusión teórica y política se centró en la contraposición Reforma o Revolución. Debate que, dentro del marxismo y las corrientes políticas que lo adoptaron, produjo una gran polarización. Sería la crisis del socialismo de los países de la Europa del Este, cuyo mayor símbolo fue la caída del Muro de Berlín, la que desplazó este tipo de confrontación teórica e ideológica. El anuncio del fin de la historia, por su supuesta culminación en la totalizante sociedad capitalista, tuvo su contraparte en las movilizaciones de organizaciones y movimientos sociales en el mundo. Reivindicando la resistencia a la dominación del capitalismo en su expresión neoliberal, dieron cuenta de las contradicciones que encerraba en su seno, y de su agotamiento.

Resistencias y movimientos sociales produjeron una articulación tanto práctica como teórica en las diferentes aproximaciones que se elaboran para su análisis. América Latina se convirtió en pionera de este encuentro. Quizá el Foro Social Mundial sea su mayor expresión, como una forma de confrontación que recorre el mundo. Sin embargo, en su forma más concreta, se produjo en las acciones colectivas de movimientos sociales que posibilitaron el acceso a algunos de sus gobiernos, como en los casos de Bolivia y Ecuador. En mayor o menor medida podría identificarse esta orientación en procesos de acceso a gobiernos que se distancian de adoptar acríticamente el modelo neoliberal. Valga decir, Venezuela, Brasil, Uruguay, Paraguay, El Salvador y Nicaragua.

Esta tendencia fortaleció, igualmente, estudios que acentuaron su formación epistémica en esfuerzos por redefinir las llamadas ciencias sociales y humanas dentro de lo que Boaventura de Sousa Santos denomina una “emancipación epistémica” centrada en su elaboración desde lo que denomina el Sur. De tal manera que las filosofías Latinoamericana y de liberación, ética y teología de la liberación, la decolonialidad, la poscolonialidad los estudios subalternos y algunas corrientes del marxismo tomaron fuerza dentro de esta perspectiva.

De allí que plantearse esta relación o las elaboraciones teóricas que de cada una de ellas se hagan, como de sus expresiones prácticas, sean necesarias dentro de espacios como este propuesto por Pacarina del Sur. Conscientes de que solo será una aproximación, nos congratulamos por el aporte que nos hacen quienes respondieron a la convocatoria. Esta ocasión es solo eso; pues el espacio seguirá abierto para trabajos que en lo sucesivo nos hagan llegar.

El espacio, el lugar, el territorio son abordados en el estudio sobre las resistencias, como parte fundacional en muchas de ellas. Dos artículos nos introducen en esta perspectiva. El primero, “El lugar y el territorio como superficies y móviles de la diferencia económico/cultural. Notas sobre Movimientos sociales y sus agendas económico/ culturales biodiversas” de Olver Quijano Valencia. El segundo, “El territorio-lugar. Espacio de resistencia y lucha de los movimientos sociales” de Sulma Toro Muñoz.

Cicerón Erazo cruz realiza una reflexión teórica sobre la necesidad de articular las diferentes formas de resistencia en un proyecto más global. Lo hace en su documento “Un proyecto mundial de resistencia y liberación. Relaciones necesarias entre lo local y lo global frente a la globalización neoliberal”.

Yazmín Muñoz nos propone un diálogo a tres voces de aspectos teóricos sobre los movimientos sociales entre Touraine, Juliana Floréz Flórez y la suya propia, en que invoca una perspectiva feminista. Resultado que se expresa en su artículo “El Movimiento de los movimientos. Entre resistencias, desplazamientos y rupturas se teje el corpus”.

La poeta y socióloga Matilde Eljach nos ubica en la recuperación de la memoria, a través de la historia oral, centrada en una forma de resistencia expresada en cambios de la religiosidad de grupos negros. Todo ello en su trabajo “San Pacho en la barricada”.

Desde otra mirada, los grupos negros también son tenidos en cuenta en otro análisis. Ya, en este caso, en condiciones de esclavitud en la Lima colonial. Explorando aspectos de la cotidianidad en que se desenvuelve el quehacer de su sometimiento y subalternidad, las prácticas que expresan otras formas de resistencia. Es lo que podemos encontrar en el artículo de Maribel Arrelucea Barrantes: Esclavitud, movilidad social y resistencia en Lima a fines del período colonial.

El humor, la sátira, la risa son instrumentos de resistencia y rebeldía, utilizados por el anarquismo mexicano en uno de sus periódicos: Regeneración. Análisis del que se ocupa Perla Jaimes Navarro en su documento “Los usos de la sátira en la prensa anarquista mexicana del período revolucionario 1910-1918”.

Los movimientos sociales de América Latina marcan pautas políticas e ideológicas respecto de los nuevos significados de las resistencias, el poder y la gobernabilidad. El artículo “Una opción liberadora: sujetos en resistencia” de Diego Jaramillo Salgado abre un espacio de discusión sobre esta perspectiva. Especialmente, desde el significado que le asigna a los procesos indígenas de México, Bolivia y Ecuador. Orientación que es tratada de manera más específica en un estudio que Fabiola Escárzaga realiza en el trabajo “El Ejército guerrillero Tupak Katari (EGTK), la insurgencia armada en Bolivia”. Si bien se centra en esta organización, logra a través de su formación dar cuenta de su incidencia en todo el proceso político boliviano que condujo a Evo Morales al gobierno, y de los juegos de fuerza que se produce en su interior. Artículos con los cuales se cierra el dossier y, a su vez, abren la discusión.

 

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