La derrota de los “Lenins argentinos”: La Internacional Comunista, el Partido Comunista y el movimiento obrero de Argentina, 1919-1922

El artículo describe el conflicto y la crisis que se generó entre diversas tendencias comunistas argentinas entre 1919 y 1922, que culminó con el surgimiento del Partido Comunista Argentino como principal fuerza de izquierda. Destaca en particular la figura protagónica de Mijail Alexandrovski por sus vínculos con la Internacional Comunista.

Palabras clave: comunismo, Rusia, Argentina, movimiento obrero

 

Argentina fue un país excepcional desde el punto de vista del desarrollo de la actividad comunista en América Latina. En efecto, comparada con otros países del continente había alcanzado un nivel relativamente alto de urbanización y de desarrollo socioeconómico y, si bien disponía de un número considerable de obreros, no contaba aún con un movimiento sindical consolidado. Por otra parte, la mayoría de los obreros sindicalizados no hacían caso a las cuestiones políticas y no confiaban en los partidos políticos. Esto era resultado de la influencia de las dos centrales sindicales más grandes del país, la anarco-comunista Federación Obrera Regional Argentina-V (FORA-V) y la reformista Federación Obrera Regional Argentina-X (FORA-X) y al hecho de que ambas rechazasen la necesidad de la lucha política.[2]

El Partido Socialista Internacional Argentino (PSIA), surgido en 1918 como consecuencia de la escisión en el Partido Socialista de Argentina (PSA), fue formado sobre la base del ala izquierda de los socialistas y desde el principio declaró su orientación hacia el socialismo revolucionario y su apoyo a los bolcheviques. En efecto, la línea divisoria entre los socialistas argentinos fue su actitud respecto a la Primera Guerra Mundial. El grupo de izquierda protestó varias veces contra las acciones de la dirección del Partido y sus representantes parlamentarios que habían votado por el presupuesto militar y marino y habían hecho una serie de declaraciones patrioteras, mientras que los socialistas “internacionales” hicieron ver su actitud clara de apoyo a las ideas proclamadas por los bolcheviques rusos y a la idea del fin inmediato de la guerra.[3] En abril de 1918, el grupo internacionalista obtuvo la mayoría en el congreso del PSA que votó por condenar a la guerra imperialista. Después del voto de los diputados socialistas por la ruptura de las relaciones diplomáticas con Alemania, los izquierdistas constituyeron el Comité Pro Defensa de la resolución del congreso de abril y fueron expulsados del PSA.[4] El siguiente paso de los expulsados fue la fundación, el 5 y 6 de enero de 1918, del PSIA que se proclamó partidario de los postulados de la Conferencia de Zimmerwald; el nuevo partido difundió la propaganda del bolchevismo, publicó el texto de la Constitución de la RSFSR y el 7 de noviembre, en el primer aniversario de la Revolución de Octubre, organizó una manifestación de unas mil personas en Buenos Aires.

En mayo de 1919 el congreso del PSIA tomó la determinación de afiliarse a la IC y se propuso enviar un delegado al II Congreso. El foro del partido decidió también a enviar a todos los partidos socialistas su informe oficial explicando las causas de su ruptura con el PSA y la creación del PSIA.[5] Al no ser posible el viaje de sus representantes a Moscú, los dirigentes del partido propusieron a los socialistas italianos informar a Moscú sobre su afiliación con la III Internacional.

El PSIA seguía siendo una organización poco numerosa que no alcanzaba aún mayor influencia política (en las elecciones de otoño de 1918 el partido obtuvo apenas alrededor de 3000 votos); su escisión del PSA -relativamente más significativo y con representación parlamentaria-, casi no afectó a un movimiento obrero en el que anarquistas y sindicalistas eran los rivales principales de los socialistas de izquierda (inclusive en sus relaciones con la IC, dado que los anarquistas durante 1918 habían declarado varias veces sus simpatías al bolchevismo[6]). El proceso de la izquierdización del movimiento obrero argentino empezó, de hecho, debido a la influencia en los sindicatos de sus miembros rusos exiliados en Argentina.

La colonia rusa en el país estaba constituida por unas doce mil personas (la tercera parte de estos eran obreros calificados) y se concentraba principalmente en las grandes ciudades industriales como Buenos Aires, La Plata y Rosario y también en las empresas petroleras de la Patagonia. Ya a fines de 1917 los emigrantes rusos empezaron a crear sus organizaciones sindicales, la más grande de las cuales era la Federación de las Organizaciones Obreras Rusas de Sudamérica (FOORSA) que fue constituida oficialmente en febrero de 1918. Entre sus tareas la FOORSA se propuso la propagación de la consciencia de clase entre los obreros rusos y argentinos, la coordinación de su actividad con la actividad de las organizaciones obreras sudamericanas y la propaganda en favor de la RSFSR como “la vanguardia de la Revolución Social”. Con acerca de 15 mil miembros según sus propias estimaciones, en 1919 esta organización ya tenía locales en Argentina, Uruguay, Brasil y Paraguay y publicaba un diario y una revista; además, la FOORSA creó una comisión secreta que mantendría sus relaciones con la RSFSR. Con el fin de negociar con la Internacional Comunista (IC), la organización laboral envió a Moscú a su delegado Mijail Komin-Alexandrovski. Al mismo tiempo, el congreso de la FOORSA pedía el reconocimiento de la Internacional Comunista como único representante del proletariado ruso en continente.

En ese momento la FOORSA tuvo que enfrentar la fuerte competencia de la Unión Rusa de los Obreros Socialistas (UROS), que estaba afiliada al ala izquierda del PSA y que fue calificada por la FOORSA como “un montón de pequeños burgueses e intelectuales con alma de mencheviques”. La UROS, a su vez, acusaba a FOORSA de practicar el anarquismo extremo. La Unión también logró enviar a Moscú a su propio representante, Mayer Mashevich.

Los dos delegados de las organizaciones rivales llegaron a Moscú en el verano de 1920. Sin embargo ninguno de ellos participó en el congreso de la IC. Alexandrovski actuó con suma rapidez y logró encontrarse muy pronto con el delegado suizo Willi Münzenberg dándole direcciones en Argentina y Uruguay para que pueda establecer contactos con el movimiento juvenil. Uno de los informes que trajo consigo el delegado de FOORSA fue publicado en el libro oficial de los informes del Congreso.[7] El 23 de agosto el Buró Pequeño (BP) del CEIC discutió la cuestión sudamericana y el entendimiento de la existencia de un conflicto entre los representantes argentinos llevó a los altos dirigentes de la Comintern a cursar invitaciones a los dos delegados para la sesión del 31 de agosto. En esta, Mashevish representó al PSA y a FORA-X mientras que Alexandrovski fue considerado como un enviado del PSIA, de la FOORSA y de FORA-V. La toma de decisión final fue aplazada hasta el 7 de septiembre y después de analizar el asunto, la dirigencia del CEIC decidió no establecer contactos con el PSA y en cambio enviar una carta especial al PSIA, a la FORA-V y a la FORA-X además de prestar ayuda financiera al PSIA y a FORA-V.[8] Según esta resolución, Mashevich debió regresar a Argentina, mientras Alexandrovski permaneció en Moscú para “conocer la situación” y después volver a Sudamérica en calidad del emisario de la IC.

Felix Weil (Beatus Lucio)
Fuente: www.marxists.org
El veredicto de la IC pareció ser bastante sopesado. Para mencionar las posibles contrapartes para el trabajo comunista en la región, el BP del CEIC aclaró que el PSIA no era el único candidato para ingresar en el seno de la IC. Los líderes de la Comintern intentaron, de hecho, crear un nuevo Partido con la participación de los socialistas internacionales y los sindicatos revolucionarios. Esta decisión reprodujo el punto de vista de Alexandrovski, quien en su carta al secretario del CEIC Mijail Kobetzki mencionó la necesidad de la lucha contra los ‘oportunistas’ en los sindicatos para lograr afiliarlos con la IC y a la vez, la importancia de formar el Partido Comunista unificado de Argentina. Mashevich, a quien el presidente de la IC Grigorii Zinoviev había considerado como “una persona sospechosa” lamentó la desconfianza de parte de Moscú y calificó la resolución del BP como un documento “poco satisfactorio”.[9] En el proceso de selección de los delegados por parte de la dirección de la Comintern talló la extensa experiencia revolucionaria de Alexandrovski, un bolchevique con años de militancia que mantuvo contactos con el Partido Social-Demócrata Obrero Ruso durante su exilio y que, además, supuestamente contaba con vínculos con algunos sindicatos revolucionarios latinoamericanos.

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En diciembre de 1920 el Congreso Extraordinario del PSIA aprobó el cambio de nombre del partido dando nacimiento al Partido Comunista de Argentina (PCA).[10] Dos meses después, el partido ya casi había duplicado su número de militantes gracias a la afiliación del grupo comunista judío “Vanguardia”, de los “terceristas” expulsados del PSA en octubre de 1920 y de la organización UROS, ahora llamado Grupo Comunista Ruso (GCR). Otros acontecimientos significativos para el PCA ocurrieron en aquel entonces dentro del movimiento obrero argentino. Por ejemplo, se formó un ala izquierda fuerte en los sindicatos que comenzó a publicar su propio diario -«Trabajo»- que bregó por la unificación de las centrales sindicales existentes y por su afiliación posterior a la Internacional Sindical Roja. Las discusiones derivaron en la creación de un Comité de Unidad por parte de los representantes de FORA-V, FORA-X y de organizaciones sindicales autónomas (los comunistas eran mayoría en dicho Comité y obtuvieron el puesto de secretario). Sin embargo, transcurrido un año de la decisión del BP del CEIC sobre la cuestión argentina, el PCA todavía no había sido admitido en el seno de la IC. Esta actitud de la dirección de la IC se debió, al parecer, a la serie de informes contradictorios sobre la situación Argentina enviados por las organizaciones de los exiliados rusos y por los representantes de la IC y que fueron recibidos en Moscú entre fines de 1920 y la primera mitad de 1921.

El primer delegado del CEIC en Argentina fue el comunista alemán Beatus Lucio (su nombre verdadero era Felix Weil[11] que fue nombrado directamente por el presidente de la Comintern, G. Zinoviev, en octubre de 1920. Al llegar a Buenos Aires, Weil estableció inmediatamente contacto con el PCA y pronto comunicó a Zinoviev que consideraba que la orientación del Partido era “indudablemente comunista”. Weil calificó a la central sindical FORA-V como “un absurdo completo”[12] y le propuso al CEIC lanzar un llamamiento al proletariado argentino que reconociera el papel del PCA. En sus comunicaciones posteriores el emisario de la IC informaba sobre el aumento de la influencia comunista en los sindicatos, la creación de las fracciones comunistas en la mayoría de estos y la dominación comunista en las organizaciones de linotipistas, marineros, metalúrgicos y zapateros.[13]

Por su parte, Mashevich regresó a Buenos Aires en marzo de 1921. Traía consigo la resolución del CEIC sobre la cuestión argentina, algunos documentos para la UROS y el grupo “Vanguardia” y la suma de 1,800.00 libras esterlinas y joyas valuadas en aproximadamente 47 libras esterlinas (en total unos 21,150.00 pesos argentinos). Luego de informar a la dirección de FOORSA sobre la situación en la Rusia Soviética, Mashevich se encontró por iniciativa propia con los líderes del PCA para comunicarles que el partido todavía no había sido admitido en el seno de la IC. También le entregó al PCA los materiales traídos con motivo de la afiliación del GCR y de “Vanguardia”. Resistiendo la presión de  los comunistas argentinos, que querían recibir el dinero sin nada a cambio, Mashevich insistió en que sólo iba a entregar el dinero si se comprometían por escrito a realizar la traducción e impresión de literatura que sería facilitada por el grupo ruso del PCA.[14]

Fue así como surgieron las primeras contradicciones serias entre el PCA y la dirección de la IC (representada en ese momento por Mashevich). A su vez, Lucio pidió al CEIC no sobrestimar la significación del GCR que, según sus palabras, era poco numeroso e inactivo, pero “se sentía, sin embargo, como si fuera el Lenin argentino”. Él estaba especialmente disgustado con Mijail Yaroshevsky, quien se negó a traducir “La enfermedad infantil del “izquierdismo” en el comunismo” de Lenin, sin antes recibir un salario.[15]

Pareciera sencillo dar con las causas del conflicto en vista de la historia del PSA y del PCA. Tradicionalmente estos partidos mantenían vínculos con Europa (sobre todo con Italia); además, en el movimiento socialista argentino había un grupo considerable de exiliados alemanes cuyo representante -A.Kühn-, era uno de los fundadores del PSIA. A su vez, ni uno de los miembros del GCR, FOORSA o “Vanguardia” fue parte de la dirección del PSIA desde su creación así como tampoco lo era del PCA. El PSIA (PCA) no les enviaba como delegados oficiales a Moscú. Dadas estas circunstancias, el PCA entendía que la actividad de Mashevich (y de la dirección de la IC) expresaba su deseo de controlar al partido a través de personas que no disponían de legitimidad a causa de su influencia casi nula en las filas partidarias. No resulta casual que después de su admisión al seno de la IC los comunistas argentinos hayan encomendado la representación de sus intereses en Moscú al español S. Rodríguez González eludiendo a los ex-militantes del PCA del origen ruso que habían vuelto a la RSFSR.

Grigori Zinoviev
Fuente: www.nndb.com
Mientras tanto, el permanente conflicto entre las organizaciones de exiliados rusos en Argentina seguía agravándose. En febrero de 1921 los miembros del CE de FOORSA confirmaron que la afiliación con la IC debía ser discutida por el VI congreso de la organización; al mismo tiempo declararon que desconfiaban de Mashevich.[16] A su vez, El GCR saludó el envío de Mashevich a Argentina y, sin dudar sobre la influencia de FOORSA, volvió a declarar que a ésta le faltaba (‘al contrario del PCA’) una actitud clara hacia la III Internacional y la ISR. En vísperas de la llegada a Moscú del delegado del PCA, el Grupo Comunista Ruso declaró que los sindicatos argentinos se unificarían en el futuro próximo como resultado de la actividad del PCA.[17] Esta declaración fue desmentida inmediatamente por el delegado de FOORSA -Piotr Zebel- quien, al llegar a Moscú para las negociaciones con el CEIC y sin dudar del internacionalismo y del carácter revolucionario del PCA, concluyó que este solo aumentaría y ampliaría su influencia si modificaba su actitud intolerante hacia la FORA-V. En junio del mismo año fueron los miembros del GCR quienes lamentaron la ‘la pasividad del PCA’ durante la huelga en el puerto. Los dirigentes del partido se justificaron bajo el pretexto de la necesidad de evitar la destrucción de las células sindicales comunistas.[18]

En vista de estos flujos de información contradictoria, era natural la asistencia al II Congreso de la Internacional Sindical Roja (ISR) no solamente del delegado del CC de los grupos sindicales comunistas, Rodolfo G  hioldi, sino también del emisario de FORA-V (que en ese momento ya se autodenominaba como FORA-Comunista) y del local argentino de la Unión Mundial de los marineros representado por Tom Barker, quien fue a la RSFSR dos meses antes la llegada del Secretario General del PCA y se encontró con el secretario de la IC Mijail Kobetski para discutir con él las perspectivas del movimiento obrero en Argentina y Chile.[19] Naturalmente, la ISR era, en comparación con la IC,  una organización menos estricta en el sentido ideológico que admitía en sus congresos no solamente a los comunistas sino también a los miembros de la Industrial Workers of the World (IWW) y los sindicalistas. La publicación de dos artículos de Barker en la revista de la ISR en simultáneo con la publicación del artículo de Rodolfo Ghioldi en la revista de la IC “Inprekor” resultó demostrativa. El delegado de FORA-C proclamó francamente que, a pesar de la presencia de “muchas personas buenas y sinceras” dentro de las filas del PCA, la mayoría de sus militantes no tenían origen proletario y compartían parcialmente “la inconsistencia y la falta de principios” del PSA.[20] Esta caracterización del partido en la revista oficial de la ISR era una clara señal de la reticencia de Moscú en apoyarse exclusivamente en los grupos sindicales del PCA muy a pesar de todos los elogios que habían hecho el GCR y Lucio.

A pesar de todo, el único delegado oficial al III Congreso de la IC fue el representante del PCA, Rodolfo Ghioldi, quien también participó en el II Congreso de la Internacional Juvenil Comunista. Ni uno de los enviados de los comunistas rusos en Argentina o de la FOORSA recibió su credencial de delegado; ellos debieron limitarse al papel de “visitantes”. Como aún no había sido admitido a la IC, el PCA también recibió solamente un voto consultivo.[21] El mismo Barker pudo haber conseguido el status consultivo (como representante de FORA-C, según la decisión del Buró Político del CEIC), pero los documentos no confirman su presencia en el foro de la IC.

Pero los límites del carácter “consultivo” otorgado al delegado argentino fueron balanceados con una intensa actividad epistolar. En efecto, Ghioldi no se cansaba de enviar a los dirigentes de la IC los informes sobre su partido y sobre la situación en Argentina, insistiendo en el reconocimiento del trabajo hecho por el PCA como labor comunista, solicitando su admisión a la III Internacional y pidiendo apoyo financiero. Simultáneamente, Ghioldi propuso al CEIC lanzar un llamamiento a los trabajadores argentinos y envió el borrador correspondiente al CEIC.

Sin embargo, parece que el factor más importante y que en definitiva resultó determinante para la decisión del BP del CEIC de admitir al Partido Comunista argentino a la III Internacional, fue la actividad internacional del PCA y su influencia en los países vecinos. La elección del exiliado chileno Luis Emilio Recabarren como secretario político del partido[22] subrayó el carácter internacional del partido y que su actividad iba a desplegarse afuera de fronteras nacionales. En marzo de 1918 Recabarren participó directamente en la constitución del ala izquierda del PS del Uruguay así como en la sección del PSIA y en la elaboración de su plataforma ideológica.[23] Cabe destacar que esta actividad comenzó antes de la fundación de la IC. Así pues, el PSIA desempeñaba el papel de “la Internacional continental” incluso antes el establecimiento de contactos y vínculos con la IC.

Durante 1918-1920 el CE del PSIA mantenía vínculos con los PSU y con el Partido Socialista Obrero de Chile por medio de correspondencia, el intercambio de materiales de propaganda y también por medio de las delegaciones. El trabajo activo de los socialistas internacionalistas resultó en que los socialistas uruguayos, acostumbrados a las buenas relaciones con el PSA, empezaran a reorientarse hacia la izquierda del socialismo argentino. En agosto de 1920 el PSIA envió delegados al congreso del PSU para participar en los debates. El delegado argentino Penelón fue elegido presidente del Congreso[24] que finalmente aprobó la afiliación con la IC. Los comunistas argentinos también establecieron contactos con la Federación Obrera de Chile (FOCh), que a su vez estaba estrechamente vinculada con el POSCh. En 1921 los contactos entre el PCA y Chile se realizaban exclusivamente por medio de correo debido a la escasez de recursos financieros. No obstante, en vista de las buenas perspectivas en la cuestión de la afiliación del POSCh a la IC y de la FOCh a la ISR, la dirección del PCA elaboró varios planes para mandar a sus representantes a ese país. A pesar de no tener contactos directos, los comunistas argentinos tenían una influencia bien marcada sobre la FOCH. Tal es así que en otoño de 1922 la dirección de esta central iba a encomendar al PCA su representación para el congreso de la ISR y fue solamente después de una segunda invitación que se decidió a enviar a su propio delegado.[25] Vínculos epistolares más o menos regulares fueron establecidos por los comunistas argentinos con el grupo comunista brasileño de San Pablo que estaba intentando organizar el PC de Brasil. Al llegar a Moscú, en agosto de 1921, Ghioldi intentó desempeñar el papel de solicitante por parte de los comunistas de Sudamérica proponiendo a la dirección de la IC admitir en el seno de la III Internacional al PC de Uruguay aduciendo que el partido se ajustaba completamente a los criterios del partido comunista mundial.[26]

El 26 de agosto de 1921 el BP del CEIC, después de admitir al PCA en el seno de la IC, reconoció su actividad como labor comunista y declaró que este trabajo se adecuaba a los principios del marxismo revolucionario. Finalmente, la resolución de la III Internacional repitió en los hechos el proyecto escrito por mismo Ghioldi.[27] En vista de los resultados logrados por el PCA en su actividad internacional, no debería sorprender que los líderes del Comintern decidieran apoyarse en este partido. Poco después, el Departamento de Países Latinos del Secretariado de la IC encargó a los comunistas argentinos la creación del Comité de propaganda comunista para Sudamérica con el fin de mantener y desarrollar al movimiento comunista en la región.[28]

Al mismo tiempo, la dirección de la IC reaccionaba ante la información proveniente de su emisario: al leer el informe de Lucio, el G.Zinoviev ordenó a sus subordinados investigar los datos del informe. La investigación fue realizada por Yaroshevski, quien desde el 15 de septiembre de 1921 era el jefe de la Sección Latinoamericana de la IC. Luego de recoger los datos necesarios, informó al Ejecutivo de la III Internacional sobre la falta de declaración oficial que confirmara la afiliación del GCR con el PCA; en última instancia, esto significaba que Mashevich no tenía derecho a entregar al partido los documentos traídos para el grupo sin la decisión correspondiente de Moscú. Al mismo tiempo, Yaroshevski mencionó que durante más de un mes (antes de su salida a Moscú), no habían publicado ningún libro de los que fueron llevados desde la RSFSR, así como tampoco fue editado el diario del PCA que debían imprimir en la imprenta comprada con el dinero traído por Mashevich. Sin consulta previa con la IC, el jefe de la sección latinoamericana propuso regañar al PCA por ‘sabotaje de la publicación y gastos inadecuados’ y demandar al partido a empezar lo más pronto posible la circulación del diario y limpiarse de los elementos “esero-mencheviques”.[29] Sin embargo, la decisión final fue postergada por la dirección de la IC hasta recibir nuevos datos. Moscú esperaba las noticias que debían ser enviadas por Alexandrowski.

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Encargado por el BP del CEIC para trabajar en Argentina y muñido de 5000 libras esterlinas para desarrollar su tarea, Mijail Alexandrovski llegó a la Argentina el 13 de julio de 1921. Al ingresar al país bajo la falsa identidad de inmigrante polaco, el enviado de la IC se vio obligado a permanecer en la clandestinidad, hecho que le dificultó el establecimiento de contactos directos con los sindicatos y también debilitó su posición en relación con el PCA.

El primer conflicto no tardó en estallar y se produjo cuando el emisario de la IC se enteró que el dinero traído a Argentina por Mashevich para imprimir la literatura comunista había sido utilizado para comprar un automóvil mientras que la mayor parte de la literatura no sólo no fue impresa sino que ni siquiera fue traducida. Respondiendo a la demanda perentoria del CE del PCA que había declarado que todas las publicaciones podrían ser impresas exclusivamente a cuenta del dinero traído por Alexandrovsky, este último informó al partido en forma categórica que los comunistas argentinos no recibirían ni un centavo (exceptuando los 5 mil pesos que ya les había entregado) hasta que no empezaran a imprimir la literatura cominternista. Lucio, a su vez, avisó al CEIC que buena parte de estos folletos serían la segunda impresión de materiales ya publicados y que los otros no deberían ser traducidos a causa de su complejidad.[30] La contradicción vuelve a aparecer: los dos enviados de Moscú informaban a sus superiores sobre la situación de manera absolutamente opuesta.

Mientras tanto, la divergencias en los asuntos referidos a los métodos de la propaganda sindical y del trabajo por la unificación de los sindicatos también se agravaban. Mientras que el agente de la IC insistía en la necesidad de crear la sección de la ISR en los sindicatos que ya habían declarado su afiliación con Moscú, los dirigentes del Partido Comunista lo consideraban prematuro hasta tanto no se inaugurase el congreso sindical.[31] Al parecer la razón la tuvo Alexandrovski, quien creía que el CE del PCA estaba postergando el Congreso conscientemente a la espera del regreso de Ghioldi de Moscú. El emisario ruso estaba seguro de que el PC argentino simplemente no deseaba una eventual creación en el país de alguna organización que pudiese establecer lazos directos con la IC. La dirigencia del PCA realizó un gran esfuerzo en su búsqueda por recibir el reconocimiento de parte de la III Internacional como su única sección en el país y quería (principalmente, se trataba de José F. Penelón) conservar el derecho a ser el único representante del PC mundial en Argentina. La actividad de Alexandrovski y sus vínculos con los emigrantes rusos irritaba a los altos funcionarios del PCA. La actitud del Partido fue reforzada por el hecho de que la IC nunca había dado instrucciones pormenorizadas a su representante en Buenos Aires. Moscú jamás imaginó que esto iba a desencadenar un conflicto, y el PCA, a su vez se valió del dogmatismo de Alexandrovski (quién insistía en el cumplimiento de sus órdenes) como pretexto para expresar abiertamente su descontento y desconfianza en el ‘inspector moscovita’ (quien nunca fue miembro de la dirección del Partido Comunista).

El representante del CEIC no se cansaba de repetir que el avance de la actividad sindical comunista era solamente la parte visible de una serie de procesos más importantes dentro del movimiento obrero y que en realidad el PCA no controlaba a la mayoría de la clase obrera, que aún se inclinaba hacia el anarquismo. La fundación del Buró de la ISR, que era promovida por Alexandrovski con el fin de establecer un contacto directo con Moscú sin esperar los resultados del próximo congreso sindical podría, según el cominterniano, corregir en algo la situación. Simultáneamente él anotó la descomposición parcial de ambas FORAs y las declaraciones autonomistas de algunos de sus sindicatos adheridos.[32] Alexandrovski fracasó en sus intentos por convencer a los dirigentes del PCA de crear una organización clandestina ya que el CE del PCA se había acostumbrado a trabajar en condiciones de legalidad. Al no vislumbrar ninguna perspectiva de resolución de este problema en Argentina, Alexandrovski intentó actuar con ayuda de sus superiores, instándolos a dar las instrucciones correspondientes a Ghioldi. Calificando la actitud del PCA como tan inconsistente que “no resiste a ninguna crítica” y denunciando la pérdida gradual de la influencia comunista en el movimiento obrero organizado, el representante del CEIC insistía en la intervención directa de Moscú.[33]

Muy por el contrario a finales de octubre la dirección de la III Internacional obligó a Alexandrovski a continuar la colaboración con el PCA con el fin de crear el Buró para el trabajo sindical y a ayudar al Partido Comunista con recursos financieros para el bien “del movimiento local”. La dirigencia cominternista aclaró que las prioridades en este momento eran la colecta de dinero para ayudar a los hambrientos de la región del Volga y el desarrollo de la estructura de organización del PCA con el fin de aumentar la participación de los obreros en las labores comunistas.[34] Los superiores de Alexandrovski preferían no hacer caso a los datos alarmantes mencionados por su propio representante. Solo de esa manera se pueden entender las instrucciones dadas a Alexandrovski de colaborar con el Partido Comunista en la creación del Buró de la ISR, ya que eran los dirigentes del PCA quienes saboteaban este trabajo. Alexandrovski siguió informando de manera desesperada al CEIC y denunció lo que él consideraba un ‘sabotaje abierto de parte del PCA’, que prácticamente no desplegaba propaganda sobre el congreso de la ISR (a excepción de la publicación del llamamiento del Buró Ejecutivo de la ISR a los obreros de Argentina que le había entregado el representante del CEIC); él se estaba quejando por la lentitud del PCA en el campo de la agitación en los sindicatos y por la escasa operatividad demostrada a la hora de organizar estas actividades; todo esto, según Alexandrovski, provocaba la expulsión de comunistas en algunos sindicatos y la pérdida de control comunista en otros. El delegado de la III Internacional mencionó que los dirigentes del PCA no desplegaron, de hecho, la propaganda sindical y prefirieron esperar hasta el congreso de la unidad postergado hasta febrero de 1922; Alexandrovski advirtió que esta táctica sería desastrosa.[35] El análisis del movimiento obrero hecho por el representante del CEIC, al parecer, era correcto en sus líneas generales. Alexandrovski demostró que, a pesar de la simpatía de una parte significativa de los obreros hacia la IC y la revolución rusa, ellos todavía desconfiaban de los partidos políticos, y esto incluía al PCA. Considerando como un hecho imposible la elección de un diputado comunista durante los próximos tres a cinco años, el emisario cominternista propuso concentrar los esfuerzos en el trabajo en los sindicatos y la colaboración con los partidarios de la III Internacional y la ISR aunque no todos ellos fueran comunistas. Es decir, proponía iniciar labores conjuntas con los “trabajistas”, sin hacerlos objeto de una crítica aguda.

A su vez, Lucio volvió a apoyar al CE del PCA, calificando a los miembros de la FORA-C como “vocingleros sin mentalidad de clase”.[36] El desarrollo posterior de los eventos dio la razón a Alexandrovski. El PCA, que no había alcanzado una alianza firme con los “trabajistas” simpatizantes de la ISR, se quedó en soledad en el Congreso de Unificación de febrero de 1922 y así la idea de afiliarse con la ISR de Moscú resultó ser un rotundo fracaso.

Mientras tanto, Alexandrovski no alcanzó mayores éxitos en sus intentos por convencer a los dirigentes del PCA de abandonar la táctica de no-intervención en los conflictos huelguísticos. Durante la gran huelga de obreros agrícolas de la Patagonia, en 1921, el diario comunista “La Internacional” recién publicó artículos críticos respecto al gobierno después de varias demandas de parte de Alexandrovski. Lo mismo ocurrió durante la huelga de ferroviarios en Rosario: el PCA publicó el llamamiento de sus participantes tres días después del inicio de la huelga. En efecto, al no acatar a la huelga los líderes comunistas se solidarizaron con los dirigentes de las centrales sindicales y esto, naturalmente, no aumentó la popularidad del PCA entre los huelguistas

Rodolfo Ghioldi
Fuente: www.marxists.org
Las contradicciones fueron resueltas parcialmente después del regreso de Ghioldi de Moscú quien mantenía buenas relaciones personales con  Alexandrovski. Ambos representantes del CEIC – Lucio y Alexandrovski – asistieron a la sesión especial del CE del PCA con la participación de Ghioldi. Esta reunión resultó ser una victoria completa para el emisario ruso ya que fueron aprobadas sus proposiciones de cambiar el estilo de las publicaciones del diario “La Internacional”. Su idea era concentrarlo en las cuestiones de la vida de los obreros argentinos reemplazando la publicación de largos informes teóricos con información concreta de los corresponsales locales y haciendo hincapié en el movimiento femenino. El CE del PCA tuvo que incluir en el texto de la resolución de la sesión el punto sobre la necesidad “de prestar atención principal al movimiento huelguista”. Los miembros del CE aceptaron finalmente crear el Buró de la ISR sobre la base del primer sindicato que adoptara la plataforma comunista en la comisión de unificación sindical para después desplegar una amplia propaganda en todos los sindicatos, preparándolos para votar por el proyecto comunista en el congreso de unificación. Luego de escuchar el informe de Ghioldi sobre la instrucción al PCA de crear el Buró de propaganda comunista para Sudamérica la estructura fue constituida y finalmente compuesta por los tres miembros del CE y los dos representantes del CEIC.[37] El Secretario General del Partido Comunista era simultáneamente secretario del Buró, que de momento actuaba ilegalmente y que mantenía autonomía respecto del CE del PCA. La nueva estructura teóricamente permitiría a Alexandrovski la posibilidad de urdir maniobras, considerando que le era más fácil convencer a varios miembros del CE por separado y que, en cambio, le resultaba casi imposible convencerlos cuando estaban todos juntos. Sin embargo, la “inesperada flexibilidad” del PCA no se debió únicamente al regreso de Ghioldi. También existían ciertos motivos “prácticos”, entre los cuales estaba el hecho de que las  directivas de Moscú implicaban que el financiamiento de la actividad del partido seguiría realizándose a través de Alexandrovski.

Un mes después el representante del CEIC informó sobre ‘cambios positivos’ en el trabajo del PCA: su diario llegó a ser ‘más interesante, la agitación aumentó’, empezó a funcionar el Buró de Propaganda Comunista que lanzó su manifiesto y envió delegados al Uruguay y Chile. Hubo también un plan para mandar emisarios a Brasil, Paraguay y Perú. Además, Alexandrovski formó el Buró Provisional de la ISR y lo conformó con militantes sindicales que conocía personalmente (eran ex miembros de FORA-C)[38] y les proporcionó 300 libras esterlinas (acerca de 3 mil pesos). El PCA había recibido hasta ese momento 35 mil pesos.

Pero tan pronto como el dinero de la IC comenzó a agotarse, las notas optimistas en las cartas de Alexandrovski desaparecieron; de nuevo, el emisario de Moscú criticó las vacilaciones del PCA en las cuestiones referidas a la propaganda sindical. La colecta del dinero para los hambrientos de región rusa de Volga también resulto ser un problema grave. El Partido Comunista usó parte del dinero recaudado por los obreros para la circulación de su diario y Alexandrovski debió cubrir esta suma con dinero de la IC para evitar un escándalo en la prensa.[39] Cabe señalar que el PCA, a pesar de sus diferencias  con muchas de las ideas de Alexandrovski, no quería una ruptura abierta porque entendía que el ruso era el representante de la III Internacional. Los comunistas argentinos eligieron otra táctica: aprobaba formalmente todas sus proposiciones pero en la práctica no las cumplía. Esta situación obligó al emisario de Moscú usar “métodos dictatoriales”, lo que, a su vez, aumentaba el descontento del PCA y abonaba el terreno para la ampliación del conflicto.

En enero de 1922 Alexandrovski salió para Uruguay donde inmediatamente estableció contactos con el PCU. Sus primeras impresiones le permitieron definir el desarrollo de este partido como “bueno”, a pesar de la escasa magnitud de sus fuerzas. Alexandrovski destacó que el PCU había comprado una imprenta con su propio dinero y que publicaba, además de una revista mensual y cinco periódicos provinciales, un diario “vivo y revolucionario” con una circulación ocho veces mayor que el número de militantes del partido.[40] Obviamente, Alexandrovski prefería el PCU al PCA y declaró varias veces que consideraba al Partido Comunista uruguayo más enérgico y firme “desde el punto de vista del comunismo revolucionario”. A su vez, los comunistas uruguayos eran perfectamente conscientes de que no tenían el peso suficiente como para ambicionar un tratamiento especial. Más bien al contrario, entendían que su admisión a la IC dependía de sus buenas relaciones con los representantes de Moscú.

Las relaciones entre Alexandrovski y el CE del PCA finalmente se rompieron a principios de 1922 y el representante del CEIC propuso reorganizar el Buró de propaganda. Su idea era incluir  a los representantes de los Partidos Comunistas del Uruguay, Brasil y Chile, lo que según él permitiría ampliar los vínculos entre los comunistas sudamericanos, organizar nuevos grupos, elaborar planes pormenorizados de propaganda correspondientes a las situaciones específicas de los diferentes países y, por fin, también garantizaría un nivel adecuado de acción.[41]

Recién el 10 de enero de 1922 el Presidium del CEIC planteó el asunto de los problemas del movimiento comunista en Sudamérica y encargó al Secretariado una resolución final.[42] Casi simultáneamente, el Secretariado de la Comintern demandó al CE del PCA el envío de un informe a Moscú sobre la política sindical del partido y sobre los trabajos realizados para su afiliación a la ISR. El objetivo era cotejar estos datos con la información recibida por parte de Alexandrovski. Después de la llegada de este último a Moscú en mayo del mismo año, la dirección de la III Internacional creó una comisión compuesta por Karl Kreibich, Andreu Nin y Ersilio Ambroggi.[43] El mismo Alexandrovski, el delegado del PCU Francisco Pintos (una persona absolutamente leal al ex-representante de la Comintern) y Yaroshevski fueron invitados para participar en las reuniones de la comisión como expertos. Previsiblemente, las conclusiones de la Comisión terminaron reflejando el punto de vista de Alexandrovski y señalaron la debilidad orgánica del PCA y su incapacidad para dirigir el movimiento obrero. Los miembros de la comisión criticaron la falta de habilidad política de los comunistas argentinos para arreglar las relaciones con los anarquistas-partidarios de la ISR, que finalmente derivó en el fracaso del proceso de afiliación de los sindicatos argentinos con Moscú; también se objetó la errónea lectura de la huelga que estalló en la Patagonia en octubre de 1921 y de las huelgas de Rosario y La Plata. La mayoría de los miembros del CE del PCA fueron tildados de reformistas y su política fue calificada como nebulosa y dominada por “el doctrinarismo incapaz”.[44] Como ejemplos a seguir fueron mencionados el PC de Chile, que había logrado una importante influencia en el movimiento obrero a pesar de no tener los contactos directos con la IC, y el PC del Uruguay, que logró llegar a un acuerdo con los anarquistas. El Buró Comunista en Sudamérica tendría que ser reorganizado sobre la base de los representantes de los partidos comunistas de Argentina, Uruguay, Chile y Brasil, con la participación del representante de la CEIC y debería ser trasladado para operar desde Montevideo. La Comisión elaboró un borrador de la carta al PCA que incluía una demanda categórica en pos de un cambio a su línea de conducta en cuestiones sindicales y lo instaba a buscar una colaboración con los “trabajistas”. La negativa del PCA a participar en el Consejo Federal de la Unidad Sindical Argentina que surgió como resultado del Congreso Sindical de Unificación fue calificada por el secretariado como otro error fundamental.[45]

Sin embargo, todas estas recomendaciones fueron aprobadas por la dirección de la IC solamente en la parte que refería al PCU. En septiembre de 1922 el Presidium del CEIC decidió crear la nueva comisión (Andreu Nin, F. Leiciague, Solomon Losovsky, Antonio Gramsci) para reconsiderar la cuestión sudamericana. La segunda comisión desmintió las conclusiones sobre el trabajo del PCA declarando que estas se basaban en información errónea y tendenciosa. La comisión concluyó que la posición del PCA hacia las huelgas mencionadas fue absolutamente justa, mientras la información sobre “la mayoría reformista” en el CE del PCA y el supuesto sabotaje al trabajo de la ISR fueron calificados como datos que no se correspondían con la realidad. La Comisión tampoco apoyó el plan de traslado del Buró a Montevideo pero propuso incluir en su dirección a un representante del PCU. Los otros partidos tendrían que ser antes admitidos al seno de la IC. Finalmente, los miembros de la comisión sugirieron que la designación de los futuros representantes del CEIC sea realizada con mayor sensatez.[46]

El inesperado y brusco cambio de actitud fue el resultado de la llegada a Moscú de la delegación del PCA con motivo del IV Congreso de la Comintern y su participación personal en las labores de la comisión. Los representantes argentinos se opusieron a todos los juicios críticos realizados por Alexandrovski y eludieron con eficacia la discusión sobre las cuestiones de estrategia sindical del PCA. Al mismo tiempo, acusaron al representante del CEIC de mentir y de tener una mentalidad anarquista. Fueron los delegados del PCA quienes propusieron incluir en el texto de la resolución un punto sobre la necesidad de una selección más seria de los representantes de la IC e insistieron en que, para todas estas designaciones, primero se debería arreglar con los partidos. Su actitud fue lógica: los líderes del comunismo argentino querían alcanzar cierta autonomía respecto a la dirección de la III Internacional en Moscú reconociendo al mismo tiempo la disciplina formal de la IC. En realidad, la negación de los delegados del PCA de reformismo en el Partido escondía la intención de justificar su política actual sobre la base de sus méritos pasados ante la III Internacional. Las acusaciones dirigidas en contra de Alexandrovski podían ser desmentidas fácilmente si la Comisión las hubiera cotejado con los informes semanales del emisario cominternista o hubiera leído la serie de ensayos publicados por el representante del CEIC en Argentina en la prensa del Partido Comunista y que fue titulado “Las impresiones sobre el viaje a la Rusia Soviética”. En este libro, Alexandrovski convocaba claramente a los anarquistas que militaban en diferentes sindicatos a romper las relaciones con los adversarios de la dictadura del proletariado y de la Rusia Soviética y a unirse con los comunistas y con la III Internacional. Asimismo, la dirección de la IC disponía de los documentos que confirmaban el uso indebido por parte del PCA de parte del dinero recaudado para la ayuda a los hambrientos en Rusia (y esta información fue recibida directamente de algunos miembros del PCA que no tuvieron vínculos con la FOORSA o con el Grupo Comunista Ruso).

En realidad y a pesar de toda la emocionalidad de su actitud, los problemas planteados por el representante del Comintern no fueron resultado de su imaginación sino que reflejaban un enfoque crítico sobre el trabajo sindical del PCA que se correspondía con los límites de estrategia de la dirección moscovita de la III Internacional elaborada por su III Congreso. La mayoría de las deficiencias en las actividades del PCA mencionadas por Alexandrovski no fueron corregidas durante mucho tiempo, lo que causó una serie de crisis profundas dentro de las filas del partido durante los siguientes años. Ante esta situación, la dirección de la IC debería tener las razones profundas para aceptar la mayoría de las protestas lanzadas por el PCA y rechazar en la práctica toda la información generada por sus propios representantes.

Al parecer, el motivo de tal actitud por parte de Moscú fue el deseo de los dirigentes del Comintern de aumentar rápidamente el número de partidos afiliados. La posibilidad de maniobrar para la III Internacional desapareció totalmente después del fracaso de los esfuerzos de su Buró Panamericano -encabezado por Sen Katayama y con sede en México- por crear el movimiento comunista unido del Hemisferio Occidental. En efecto, Henry Allen (Maximilian Cohen), el delegado del Buró en Sudamérica, solo logró establecer algunos contactos locales.[47] Después de la disolución del Buró, en otoño de 1921, el PCA se irguió como la única fuerza organizada en Sudamérica que era capaz de realizar este trabajo usando su experiencia previa. Dadas esas circunstancias, la derrota de los “Lenins argentinos” era inevitable a pesar de la justeza de su visión.

 


Notas:

[1] Univ. Estatal GUAP; la Univ. Nacional ITMO (San-Petersburgo), Profesor catedrático; e-mail: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

[2] Iskaro, R. Rabocheye y profsoyuznoye dvizheniye Argentiny: istoriya y razvitiye. Moscú, 1978. PP.80-184; Marotta S. El movimiento sindical argentino. Su génesis y desarrollo. T.II-III. Buenos Aires, 1961, 1970.

[3] Véase, por ejemplo, el editorial de “La Internacional” del 14 de septiembre de 1917 - “Estamos juntos con Lenin”. - Codovilla V. Izbrannye stat’i y rechi. Moscú, 1970. P.12.

[4] Informe de R.Ghioldi al CEIC el 1 de junio de 1921. – El Archivo Estatal Ruso de Historia Socio-Politica (RGASPI, en sus siglas rusas), Moscú, f. 495, s. 134, exp. 15, fs 6ob-9; Ghioldi R. Kommunisticheskoye dvizheniye v Argentine // Ghioldi R. Izbrannye stat’i y rechi. Moscú, 1974. PP.28-31; Ermolayev V.I. Pod’yom revolutsionnogo dvizheniya v Latinskoi Amerike (1918-1923) // Ermolayev V.I. Iz istoriyi rabochego y kommunisticheskogo dvizheniya v Latinskoi Amerike (1918-1923). Moscú, 1982. P.95; Semionov S.I. Zarozhdeniye kommunisticheskogo dvizheniya v Latinskoi Amerike // Pervyi kongress Kominterna. Moscú, 1986. P.494.

[5] Historia del socialismo marxista en la República Argentina. Origen del Partido Socialista Internacional. Buenos Aires, 1919. P.1.

[6] Carta del secretario general de FORA-V S.Marotta al presidente de la RSFSR el 3 de febrero de 1920. – RGASPI, f. 495, s. 134, exp. 6, f. 4; Ermolayev V.I. Kompartiya Argentiny – pervaya sektsiya III Internatsionala v Latinskoi Amerike // Novaia i Noveishaia istoriya. 1959, N.3, P.57; Ermolayev V.I. Pod’yom revolutsionnogo dvizheniya... PP.98-99.

[7] Alexandrowski M. Rabocheye dvizheniye v Argentine // Doklady vtoromu kongressu Kommunisticheskogo Internatsionala. Petrogrado, 1921. PP. 341-349.

[8] Acta de la sesión del BP del CEIC el 23 de agosto de 1920. - RGASPI, f. 495, s. 2, exp. 3, fs 57-57ob; acta de la sesión del BP del CEIC el 31 de agosto de 1920. - Ibid., fs. 76, 81-82.

[9] Carta de M. Alexandrowski a M. Kobetski el 4 de octubre de 1920. - Ibid., s. 134, exp. 4, f. 1; carta de M. Mashevich a G. Zinoviev el 3 de octubre de 1920. - Ibid., s. 18, exp. 21, fs. 41-43.

[10] Informe de R. Ghioldi al CEIC el de julio de 1921., fs. 10-10ob.

[11] Años después  Felix Weil publicó varios trabajos históricos sobre el movimiento obrero en América Latina. Pero es conocido mundialmente como el impulsor de la ‘escuela de Francfurt’. – Véase: Eisenbach, Helmuth Robert. Millionär, Agitator und Doktorand Die Tübinger Studienzeit des Felix Weil // Werkschriften des Universitaetsarchivs Tuebingen. Folge 3 1987. S. 179-213.

[12] Carta de B. Lucio a G. Zinoviev el 12 diciembre de 1920. – RGASPI, f. 495, s.134, exp. 14, f. 59; informe de B. Lucio [diciembre de 1920?]. – Ibid., fs. 60-62.

[13] Informe No.5 de B. Lucio el 24 de marzo de 1921. – Ibid., fs. 19-20, 23.

[14] Carta de R. Ghioldi al CEIC el 4 de agosto de 1921. – Ibid., exp. 15, f. 24; informe de V. Codovilla a la comisión de presupuestos de la IC [noviembre de 1924]. – Ibid., exp. 45, f. 4.

[15] Informe No.5 de B. Lucio..., fs. 17-18; carta de B. Lucio al CEIC el 22 de abril de 1921. – Ibid., exp. 14, f. 35 ob.

[16] Informe de T. Grebennikov y M. Karpenko a la IC el 28 de febrero de 1921. – Ibid., exp. 23, fs 1ob, 2ob.

[17] Informe del secretario del GCR M. Bezsmertny al CEIC el 16 de marzo de 1921. – Ibid., f. 32; informe del GCR el 16 de marzo de 1921. – Ibid., fs. 30-31.

[18] Informe de P. Zebel’ sobre FOORSA. – Ibid., exp. 23, f. 48; informe del GCR al CEIC el 16 de junio de 1921. – Ibid., f. 44.

[19] Carta de T. Barker a M. Kobetski el 9 de marzo de 1921. – Ibid., exp. 21, f. 13; nota de T. Barker a M. Kobetski el 28 de abril de 1921. – Ibid., f. 1.

[20] Barker T. Rabocheye dvizheniye v Argentine // Mezhdunarodnoye rabocheye dvizheniye. 1921. No.3. P.44; Barker T. Rabocheye dvizheniye v Chili  // Mezhdunarodnoye rabocheye dvizheniye, 1921. No.3. PP.47-49; Ghioldi R. Kommunisticheskoye dvizheniye v Argentine... PP.28-37. Hay que tomar en cuenta que las actitudes de Barker y Ghioldi en las cuestiones sindicales eran similares. Como ejemplo, el informe taquigráfico muestra el voto solidario de ambos representantes argentinos en la mayoría de las cuestiones. Ghioldi no dijo ni una palabra en contra de la declaración de Barker en el congreso de la ISR sobre la especificidad del movimiento obrero de América Latina en comparación con el de Europa y sobre su conclusión sobre la necesidad de dividir el trabajo entre la IC y la ISR para evitar el repliegue de esta última de los sindicatos revolucionarios de Argentina, Uruguay y otros estados sudamericanos. Véase: Stenograficheskiy otchiot 8-go zasedaniya Mezhdunarodnogo kongressa profsoyuzov 10-go iulia 1921 g. // Biulleten’ pervogo Mezhdunarodnogo kongressa revolutsionnyj professionalnyj y proizvodstvennyj soyuzov. 1921. No.7. P.3.

[21] Credencial del delegado al III Congreso de la IC R. Ghioldi. – RGASPI, f. 490, s. 1, exp. 208, f. 37; la lista de delegados al II Congreso de la IJC. – Ibid., exp. 203, f. 2; cuestionario de M. Mashevich. – Ibid., f. 495, s. 190, exp. 167, fs. 5-5 ob.; credencial de M. Yaroshevski. – El expediente personal de M. Yaroshevsky (No.31093-r) conservado en RGASPI, f. 1; credencial de R. Ghioldi recibida en el CEIC. – Ibid., f. 490, s. 1, exp. 207, f. 41; Tretii Vsemirnyi kongress Kommunisticheskogo Internatsionala. Stenograficheskii otchiot. Petrogrado, 1922. P.9.

[22] Corbiere E. J. Orígenes del comunismo argentino: (El Partido Socialista Internacional). Buenos Aires, 1984. P.15

[23] Ermolayev V. I., Koroliov Yu. N. Rekabarren – velikii grazhdanin Chili. Moscú, 1970, P. 106.

[24] El informe de R. Ghioldi el 1 de junio de 1921..., fs. 20 ob-21.

[25] Carta del secretario general de la Junta Ejecutiva de FOCh C. Martinez a la ISR. – Ibid., f. 534, s. 1, exp. 18, f. 243.

[26] Informe de R. Ghioldi al CEIC sobre el movimiento comunista en Sudamérica el 4 de agosto de 1921. – Ibid., f. 495, s. 79, exp. 2, f. 2ob.

[27] Acta de la sesión del BP del CEIC el 26 de agosto de 1921. – Ibid., s. 2, exp. 6a, f. 75; borrador de la resolución sobre el PCA. – Ibid., s. 134, exp. 15, f. 3.

[28] Carta del Departamento de Países Latinos del Secretariado de la IC al PCA el 7 de septiembre de 1921. – Ibid., exp. 16, f. 17.

[29] Informe de M. Yaroshevsky al CEIC el 21 de octubre de 1921.  – Ibid., exp. 17, fs. 7-8. Él se refiría claramente a los adversarios de los bolcheviques – el grupo de ‘mencheviques’ del Partido Social-Demócrata Obrero Ruso y al Partido de los Socialistas Revolucionarios (PSR).

[30] Carta de Alexandrowsky el 19 de julio de 1921. – Ibid., f. 2; carta de Alexandrowsky el 20 de julio de 1921. - Ibid., f. 3; informe No.1 de Lucio al CEIC el 31 de octubre de 1921.– Ibid., exp. 14, f. 58.

[31] Carta de Alexandrowsky el 5 de agosto de 1921. – Ibid., exp. 13, f. 5.

[32] Carta de M. Alexandrowsky el 23 de agosto de 1921. – Ibid., f. 7; carta de M. Alexandrowsky el 12 de septiembre de 1921. – Ibid., f. 10.

[33] Carta de M. Alexandrowski el 12 de septiembre de 1921. - Ibid., f. 9; carta de M. Alexandrowski el 19 de octubre de 1921. - Ibid., f. 10.

[34] Carta de M. Rakosi a Alexandrowski el 21 de octubre de 1921. Ibid., f. 16.

[35] Carta de M. Alexandrowski el 21 de octubre de 1921. – Ibid., fs 14-15.

[36] Carta de M. Lucio al CEIC el 15 de agosto de 1921. – Ibid., exp. 14,  f. 50.

[37] Carta de M. Alexandrowski el 30 de noviembre de 1921. – Ibid., f. 24 ob.

[38] Carta de M. Alexandrowski el 30 de diciembre de 1921. – Ibid., f. 36; carta de M. Alexandrowski el 6 de enero de 1922. - Ibid., exp. 27, f. 1.

[39] Informe de M. Alexandrowski sobre papel y significación del PCA en el movimiento obrero. - Ibid., exp. 27, fs 17-18.

[40] Carta de M. Alexandrowski el 12 de enero de 1922. – Ibid.,  s. 131, exp. 2, f. 1.

[41] Informe de M. Alexandrowski sobre papel y significación del PCA..., fs 23-24.

[42] Acta de la sesión del Presidium del CEIC del 10 de enero de 1922. – Ibid., s. 2, exp. 12, fs 5-5ob, 11.

[43] Acta de la sesión del Presidium del CEIC del 17 de mayo de 1922. – Ibid., s. 2, exp. 12, fs 98 y 100.

[44] Informe de la comisión sudamericana. – Ibid., s. 79, exp. 4, fs 11-13.

[45] Borrador de la carta del CEIC al PCA. – Ibid., s. 134. exp. 29, fs. 2-5.

[46] Acta de la sesión del Presidium del CEIC el 1 de septiembre de 1922. – Ibid., s. 2, exp. 12, fs 177-178. Informe de la comisión para estudiar la cuestión sudamericana [octubre de 1922]. – Ibid., fs. 183-186.

[47] Sobre el Buró Panamericano de la IC véase: Taibo II, Paco Ignacio. Bolshevikis. México: Joaquin Mortiz, 1986. PP.108-151; Spenser, Daniela. El triángulo imposible. México, Rusia Soviética y Estados Unidos en los años veinte. México: CIESAS, 1998. PP. 63-67; Jeifets, Victor. Kommunisticheskii Internatsional i Latinskaya Amerika (1919-1921 gg.). Tesis doctoral. Universidad Estatal de San-Petersburgo, 1998. PP.138-200 y Jeifets, Victor. Komintern y evolutsiia levogo dvizheniia Meksiki. San-Petersburgo: Nauka, 2006.