Presencia de Bolívar en la cultura mexicana.
Iconografía mexicana sobre Bolívar

En la extensa bibliografía bolivariana es poca la atención que se le ha dado al tránsito de Bolívar por tierras mexicanas. Este artículo se ocupa de tal acontecimiento, no como leyenda, sino dentro del marco iconográfico, que muestra la evolución del pensamiento bolivariano, especialmente tras la Revolución Mexicana.

Palabras clave: iconografía, Bolívar, México, arte, recepción

 

De modo semejante a lo ocurrido con la evolución del pensamiento mexicano sobre la vida y obra de Bolívar, la representación iconográfica sobre el ilustre caraqueño tuvo cierto esplendor a raíz de la Revolución mexicana (1910-1917), después de que durante el siglo XIX casi no hubo ninguna manifestación artística de valor trascendente.


1824. Salón azul del Palacio Nacional de México. Óleo del limeño Pablo Rojas
Durante el breve, pero fructífero paso de José Vasconcelos por la Secretaría de Educación Pública y mediante el impulso que dio al muralismo y en general a las artes plásticas, entre los años 1921 y 1922 se inició la difusión de la imagen del Libertador. Ejemplos notables son las obras de Roberto Montenegro, Fernando Leal y Diego Rivera, en distintas circunstancias y escenarios.

• 1824. En el Salón Azul del Palacio Nacional, sede de los presidentes de México y lugar de excelencia por su valor artístico e histórico, se encuentra el magnífico retrato de cuerpo entero del Libertador Bolívar, pintura al óleo del limeño Pablo Rojas, cuyo original está en el Museo Nacional Bolivariano de Lima en la Magdalena Vieja. La existente en México se trata de una copia afortunada, seguramente mandada colocar poco después de habérsele otorgado a Bolívar la nacionalidad mexicana, el 18 de marzo de 1824. Durante cierto tiempo se aseguró que la obra era anónima, aunque inspirada por dos retratistas, el peruano Gil de Castro y el quiteño Antonio de Salas. El crítico de arte Joaquín Ugarte y Ugarte la descubrió como de Pablo Rojas, aunque Alfredo Boulton, investigador venezolano, le llame de un pintor anónimo de 1826.


1844. Bolívar en México. Por Plácido Blanco, publicada en El museo mexicano.
Este es el primer retrato al óleo de Bolívar hasta ahora conocido en México. De pie, en uniforme de gala, le sirve de fondo una escena de la batalla de Ayacucho, mientras un querubín sostiene una cartelera donde se lee: "A Simón Bolívar, Libertador de Colombia y del Perú, la Municipalidad de Lima". Esta obra pictórica está en muchas  iconografías bolivarianas, como las de Enrique Uribe White,[1] Ángel Grisanti[2] y Alfredo Boulton.[3]

• 1844. La más lejana noticia de imagen de Bolívar publicada en prensas mexicanas apareció en El Museo Mexicano, 1844, t. III, pp. 310-311, retrato de busto distinguido por llevar la mano al corazón al estilo napoleónico y copiado de la magnífica litografía de Carmelo Fernández, aunque invertida, impresa en París por Tavernier (litho de Thierry Fréres), e inspirado según Boulton, y todas las evidencias, directamente en Roulin.

Este primer dibujo del Bolívar mexicano se debe a Plácido Blanco, ilustrador de El Gallo Pitagórico, y la litografía hecha en París se comercializó en Lito Callejón de Santa Clara número 8. Seguramente la litografía de referencia se tomó del Resumen de la historia de Venezuela de Baralt y Díaz, también publicado en París en 1841, para conmemorar la repatriación de las cenizas de Bolívar (1842).


1919. Bolívar a caballo, de Sóstenes Rocha. Museo Nacional de Arte, México.
En el mismo número de El Museo Mexicano se publicó de manera parcial otra famosa litografía sobre la entrada a Caracas de las cenizas del Libertador, hecha en 1942 por F. Lehnert, grabada por Coindre en los mismos talleres de Thierry Fréres. En la página 35 del catálogo de la exposición Bolívar en México, publicado por el Museo Nacional de Historia, Castillo de Chapultepec, 1983, aparece la misma litografía de Lehnert, como de "autor desconocido". Sirva esta aclaración en homenaje a los primeros litógrafos que trabajaron para una publicación mexicana sobre tema bolivariano.

• 1919. De Sóstenes Ortega es una pintura al óleo de tamaño natural que se conserva en el Museo Nacional de las Artes, mandada a hacer con motivo del primer centenario de la batalla de Boyacá por el gobierno mexicano. Llama la atención el temprano interés por la figura de Bolívar en momentos en que apenas concluía el periodo armado de la Revolución mexicana.

• 1921. El Maestro. Revista de Cultura Nacional, dirigida por José Vasconcelos en tanto secretario de Educación Pública, editó el boceto de la pintura de Bolívar del pintor Saturnino Herrán en el número 3, página 218, junto a la elegía o semblanza escrita por el peruano Francisco García Calderón. El óleo se conservaba en la Secretaría de Educación Pública de la Ciudad de México y hoy forma parte del patrimonio artístico de la Universidad Nacional Autónoma de México. Se publicó en la obra conmemorativa de los doscientos años del natalicio de Bolívar por la propia Secretaría en 1983.


1922. Hidalgo, San Martín, Sucre y Tiradentes, de Roberto Montenegro. Biblioteca Iberoamericana, México.
• 1922. En compañía de Hidalgo, San Martín, Sucre y Tiradentes, el muralista Roberto Montenegro pintó, por órdenes de Vasconcelos, un enorme mural en la capilla de la ahora Biblioteca Iberoamericana, situada en la calle Luis González Obregón número 18 del centro histórico de la Ciudad de México. La imagen de Bolívar corresponde a la que por las mismas fechas se generalizaba en los países del sur debido al pincel de Ricardo Acevedo Bernal. Obsérvese que en este periodo de la plástica bolivariana en México, es frecuente representar al Libertador en compañía de otros héroes que, en la concepción integradora del pensamiento internacional de la Revolución mexicana, unifica el afán de independencia latinoamericano.

• 1924. Manuel Centurión (Puebla, 1883-México, 1952), hizo una escultura de Bolívar en piedra que durante mucho tiempo estuvo en la fachada de la Secretaría de Relaciones Exteriores, cuando ésta tenía oficinas en la avenida Juárez. Actualmente se encuentra en el Museo de la Ciudad de México. En la misma fachada había otros bustos: Hidalgo, San Martín y Washington, mostrando cierta unidad americana en sus héroes epónimos.

• 1925. El pintor venezolano Cirilo Almeida Crespo realizó, a petición del gobierno de México, una pintura de Bolívar de cuerpo entero en cuyo fondo aparece una hermosa alusión a la heroicidad, al paisaje americano y al ejército libertador. Actualmente se conserva en las colecciones de la Secretaría de Educación Pública.


1930. La epopeya bolivariana (detalle), de Fernando Leal.
Anfiteatro Bolívar, Colegio de San Ildefonso, México.

• 1930. Seguramente el más espléndido homenaje que México ha consagrado a Bolívar es el gran mural ordenado por el director de la Escuela Nacional Preparatoria de la Secretaría de Educación Pública, Dr. Pedro de Alba, que se llevó a cabo en nueve secciones, mural consagrado al culto del Libertador titulado La epopeya bolivariana, realizado entre 1930 y 1942 por Fernando Leal en el Colegio de San Ildefonso, en la calle Justo Sierra número 16. De hecho, el espacio que ocupa el mural en la ames ala del Anfiteatro constituye una auténtica capilla bolivariana que, con la excepción del Panteón Nacional de Caracas y el Monumento de Homenaje al Libertador en Santa Marta, no tiene igual en la iconografía del Libertador de América. Los tres principales murales que conforman un tríptico son El libertador Simón Bolívar, “La Violencia de la Conquista y Simón Bolívar niño” y “Muerte de Bolívar”. Obsérvese el carácter antiimperialista del tríptico: para nacer América debió primero liberarse de las consecuencias de la conquista española y en segundo, de los atropellos del imperialismo estadounidense. Protege la obra libertaria de Bolívar, representada por cinco doncellas de otras tantas repúblicas, un guerrero criollo.


1930. La epopeya bolivariana (detalles), de Fernando Leal.
Anfiteatro Bolívar, Colegio de San Ildefonso, México.

Seis murales verticales están en las columnas laterales: Francisco de Miranda (1752-1816), José Artigas (1746-1826), José María Morelos (1780-1815), Alejandro Pétion (1770-1818), Francisco Morazán (1792-1842) y José de San Martín (1778-1850). La Revista Eurindia, cuando dio a conocer el boceto de este mural, escribió el siguiente combativo escrito:

La epopeya de Bolívar y la nueva pintura mexicana se andaban buscando. Podemos anticipar la seguridad de que la interpretación de Leal representativo de esta vigorosísima generación revolucionaria, que tiene por índices ya indisputables a Rivera y Orozco, será la mejor muestra pictórica de lo que fue y lo que hizo Bolívar. Por mucho tiempo, en toda nuestra América Latina, la imitación servil de lo europeo, ha condenado a los héroes, lo mismo que a los indios a ser puestos en "pose" y en traje de estatuas griegas o romanas; a lo sumo, se ha desvestido a los napoleones dadivescos para echar sus ropajes sobre la humanidad ¡tan diferente! de nuestros próceres. La valoración del ambiente nativo y de su producto, el hombre, es cosa reciente; y el valor eclesiástico de nuestras desnudeces es el sentimiento tal vez heroico, en todo caso digno de esta generación mexicana, que se ha puesto a hacer “obra propia”. Fernando Leal tiene con holgura la reflexión maciza y la alta cultura personal indispensable para ver a Bolívar en los comienzos del pasado siglo, en aquellas cabalgatas épicas por toda la América del Sur; y además, lo que es esencial, para verlo y sentirlo en 1930, cuando su espíritu es el que anima los más altos hechos que aún ocurren a lo largo del dorso de los Andes, y cuando Bolívar, en carne y alma, es el que sufre, como escueto símbolo, todas las angustias y todas las decadencias de su raza.

El director de la Escuela Nacional Preparatoria -cerebro y corazón de la más temprana juventud que en México se orienta hacia la cultura- el Dr. Pedro de Alba, uno de los pocos que tienen la osadía de subir a la atalaya continental a divisar aún esperanzas, dedicó el Aula Máxima de esa Escuela a Bolívar, y ha llamado a Fernando Leal a la obra de los colores que reflejarán en sus paredes un lampo de aquella Cruzada Bolivariana, que fue también la Cruzada de la Raza Indolatina.

La glorificación de Bolívar en México por las altas voces vivas y autorizadas de la Revolución -entre ellas la Juventud Estudiantil- y este homenaje realmente magnífico de la Escuela Nacional Preparatoria, constituyen el homenaje sincero y grato al gran luchador libertario que fue Bolívar. Porque hay también un aprovechamiento que es una desfiguración de Bolívar, por parte de los escritores alquilones al servicio de las dictaduras continentales (nombrarlos sería honrarlos; Unamuno los ha castigado con el calificativo de pedantes, nosotros los vemos contorsionarse tristemente, entre el absurdo de echar loas al Libertador y hacer reverencias serviles a tiranuelos como Huerta, Leguía o Gómez, siniestras supervivencias del despotismo ignaro y criminal que quiso Bolívar hacer desaparecer de nuestras patrias).

Es indispensable acentuar este contraste, para evitar confusiones: Bolívar no es el patrimonio que han creído esos Arcayas, de las Rosas, Vallenilla Lances y García Naranjos; no; Bolívar es y será siempre el símbolo de los que luchan por la libertad en América. Las larvas carnarias que se alimentan de las tristes claudicaciones de la tercera dictadura bolivariana para vestir con su recuerdo del huertismo, del porfirismo, del leguiísmo o del gomismo, no pasan de simples falsificadores de la historia.


1930. Portada de la revista Crisol, núm. 24. Ilustración de Fermín Revueltas.
Proclamemos, pues, hasta donde sea preciso elevar la voz, que es el México Nuevo, el México revolucionario, la América Latina anti-dictatorial, anti-imperialista, la que ha tenido derecho para celebrar este Centenario, y la que revive los ideales y la intención de Bolívar, al propugnar la continuación de su obra. Porque si Maní dijo, a fines del pasado siglo, Bolívar tiene aún que hacer en América, podemos decir ahora que Bolívar tiene más que hacer que nunca: resucitar el ideal de Libertad, y detener la Nueva Conquista.[4]

• 1930. Para la carátula de la revista Eurindia, números 7 y 8, el célebre dibujante Ernesto García “Chango” Cabral hizo un espléndido retrato del Libertador atendiendo con esmero todas las particularidades expresivas de su rostro.

• 1930. Para la revista de crítica Crisol, núm. 24, publicación mensual del bloque de Obreros Intelectuales de México, Fermín Revueltas hizo un diseño de carátula poco afortunado del Libertador, valioso sólo por la firma del dibujante.


1930. Portada de la revista Eurindia. Ilustración de Ernesto Cabral
• 1930. En el Paseo de la Reforma y la avenida Campos Elíseos se yergue un obelisco dedicado al Libertador, obsequio de la República de Colombia a México en 1930, durante la conmemoración del centenario de la muerte de Bolívar. La placa escultórica que se encuentra en el pedestal fue realizada por E. Guerra.

• 1930. A. Gómez R. pintó un Bolívar ecuestre, a punto de ser coronado de laureles por una musa de calendario, que mereció el reproche del crítico Francisco de la Maza.


1930. Bolívar ecuestre, de A. Gómez
Don Francisco de la Maza, historiador y crítico del arte, escribió sobre esta pintura:

El puro retrato del héroe parecería fotografía oficial y obligada en las presidencias municipales, juzgados, escuelas y oficinas gubernamentales. No. El héroe debe ser inmortal y nimbado de gloria, como los santos […] el héroe venezolano retocado y hermoseado el semblante, monta en un caballo blanco, casi plata, que nos mira fijamente con mirada humana, más inteligente y decidida que la del caudillo. Al fondo, soldados, y banderas. Una señorita, entre ángel, musa, bailarina y modelo de salón de belleza, vuela a su espalda: va vestida con túnica blanca y manto verde. Esta musa, o victoria o fama o lo que sea, corona a Bolívar con una diadema de hojas que pretenden ser de laurel.[5]

• 1938. El escultor colombiano avecindado en Yucatán, Rómulo Rozo realizó en bronce una poco frecuente representación de Bolívar en decadencia, con el título de "Bolívar en la gloria de la derrota". Rafael Pineda la incluye en su obra Las estatuas de Simón Bolívar en el Mundo, Caracas, 1983, y también se reproduce en el catálogo de la exposición Bolívar en México, Museo Nacional de Historia, Castillo de Chapultepec, 1983, página 34. Originales del vaciado en bronce los conservan las familias Fontanals y López de la Fuente.

• 1938. Luis Ortiz Monasterio realizó en bronce una escultura de Bolívar de 30 por 34 centímetros exhibida tardíamente en 1955 dentro de la colección del Lic. Antonio Noriega.

• 1939. Con motivo de la visita a México, en 1983, del presidente de Venezuela, Jaime Lusinchi, se inauguró el recinto Simón Bolívar en Ciudad Universitaria a la entrada de la Facultad de Filosofía y Letras. Allí debía funcionar una biblioteca bolivariana que fue generosamente dotada por el gobierno de ese hermano país. Abandonado, arrinconado, debido al escultor E. Prati, existe un busto del Libertador fechado en 1939.

• 1940. En el mural Unidad Panamericana expuesto en el City College de San Francisco, California, se ve a Bolívar junto con Hidalgo, Morelos, Washington, Jefferson y Lincoln, a la derecha de una versión inmensa y moderna de la Coatlicue. El pintor fue Diego Rivera, y con él colaboró la pintora Emy Lou Packard. El mural estuvo cubierto durante diez años después de muerto el muralista, y aunque se quiso develar fue escondido dos décadas más por los cambios arquitectónicos del City College.

• 1941. “Para el General M. Avila Camacho”, entonces presidente de México (1940-1946), reza la dedicatoria que David Alfaro Siqueiros escribió en la pintura al óleo de un Bolívar inspirado en la conocida imagen de José María Espinosa; sin embargo, destaca la expresividad de la mirada y la fuerte plasticidad del rostro, propia de toda la obra de Siqueiros.


1930. Bolívar, por David Alfaro Siqueiros.
• 1946. Manuel Centurión (1883-1952) creó la conocida estatua ecuestre del Libertador que durante treinta años engalanó la puerta principal de acceso al Bosque de Chapultepec. Inaugurada el 24 de julio de 1946 con la asistencia de los presidentes de México, Manuel Ávila Camacho y de Venezuela, Rómulo Gallegos, con memorable y emotivo discurso de Andrés Eloy Blanco, que en parte decía:

Desde hace más de un siglo y medio, no se han separado ni un instante ese hombre que está allí sobre ese gran caballo, y ese hombre que está allí bajo ese gran sombrero. Y porque he venido aquí a hablar del primero en nombre del segundo; y porque relataros, siquiera en forma condensada, la vida entera de cualquiera de los dos, seria repetir lo que sabéis y gastar todo el sol de este gran día, quiero limitar mis palabras al comentario de las relaciones actuales entre el hombre del sombrero de palma y el hombre del caballo de bronce […]

¡Pueblo de México! Refugio de la Democracia perseguida; pueblo de la trinchera contra las usurpaciones domésticas y contra las codicias internacionales: aquí te dejamos tu Bolívar de bronce; hecho de hoy para mañana; tiene el olor de las muchedumbres costeras, tiene el aroma de las altas altitudes montañosas, tiene el perfume de las profundas llaneradas. Hazlo bien tuyo, útil y familiar; alguna vez desmóntalo de ese caballo alto, recordando que el pueblo de Venezuela, para resumir a su Libertador, lo expresa siempre en una vieja frase que le alivia de cada pisotón: "Más abajo pisó Bolívar". Alguna vez desmóntalo y llévalo a tu casa y que tus hijos jueguen y suban a sus hombros, mientras les hablas de su primera carta, que él escribió de Veracruz a Caracas, con espantosa ortografía de niño y con aquella frase tan de pueblo: "Ha sido el tiempo muy corto para hacerme más largo". Hazlo tuyo, de tierra, de cristal, de aire, de pan, de luz; hazlo de modo que su estatua no te obligue a torcer el camino; hazlo de modo que puedas pasar todo por dentro de la estatua. Y con tu Hidalgo, tu Morelos, tu Juárez, tu Madero, tu Obregón, con tus héroes y con tus apóstoles, dale oficio de trabajador a cada estatua. Mil estatuas que tengas, mil bronces que poseas, sean las mil campanas de tu Cholula histórica; de bronce a bronce, sacude tus efigies a la hora de sus grandes somatenes; y cada vez que se reclame una convocatoria del espíritu americano, como el badajo de las campanas, repique el corazón de las estatuas.

Y hagan su oficio para las patrias que queremos. Estén ellos, bien metida la cabeza allá arriba, en los cielos azules, pero bien metido y faenero al pie de los surcos que todavía tienen que sembrar. Y caminen con nosotros para hacer esas patrias como las que querían los hijos de Bolívar y los hijos de Hidalgo, los lanceros de Páez y los gauchos de Martín Güemes, los federales de Ezequiel Zamora y los surianos de Emiliano Zapata.

Como las quieren, santo México, los llaneros de mis llanos y los rancheros de tus ranchos; con los arribas de gloria y los abajos de justicia.[6]


1946. Estatua ecuestre de Bolívar, de Manuel Centurión
El bello monumento fue trasladado a Nuevo Laredo, Tamaulipas, por orden del entonces presidente Luis Echeverría en 1976, ubicado como vanguardia de América Latina frente a Estados Unidos. Las placas en bronce incrustadas en el pedestal se deben a J. Albarrán, quien las había elaborado dos años atrás.


1951. Portada de la revista América, núm. 66.
Ilustración de Francisco Moreno Capdevila.

• 1946. En la escasa producción numismática mexicana consagrada a Bolívar, destaca la belleza de la medalla conmemorativa a la estatua de Bolívar en Chapultepec. Se batió en bronce y fue acuñada por la Casa de Moneda en México y en el anverso reproduce el monumento de Centurión, en el exergo la fecha 24 de julio 1946, y comparten el reverso los escudos estilizados de Venezuela y México.

• 1951. Del maestro grabador Francisco Moreno Capdevila hay muchas representaciones del Libertador. América, revista antológica, publicación de la SEP, número 66, incluyó en su carátula un magnífico grabado en madera donde cabalgan juntos de nuevo Don Quijote Bolívar y Simón de la Mancha. Al fondo el lztaccíhualt y el Popocatépetl equilibran un paisaje de molinos de viento que sirve de señero marco a la gran marcha que hace mucho emprendieron los dos ilusos. En la página 13, Capdevila asoció a Hidalgo y al Libertador, los dos padres de naciones con alegorías del fuego y de la libertad.

• 1965. Bolívar aparece a media luz en un grabado de Adolfo Quinteros para ilustrar la semblanza del Libertador escrita por el poeta tabasqueño Carlos Pellicer, publicada por la Secretaría de Educación Pública. En la misma obra y en páginas interiores, el artista José Julio Rodríguez dibujó un Bolívar que no por su sencillez deja de ser un acierto plástico.

• 1976. Refundido en los talleres de Bruni, en Roma, en copia de Carlos Añez Moros, se inauguró en el cruce de Paseo de la Reforma y la calle de Violeta, muy próximo a la Cancillería mexicana, una estatua ecuestre de Bolívar por el presidente Echeverría. En el pedestal aparecen los escudos y fechas nacionales de los países liberados por el genio de Bolívar. El taller de Bruni fue fundidor original de Pietro Canonica en donde se hizo la primera fundición en 1934.


1965. Bolívar, de José Julio Rodríguez
• 1983. El artista canadiense Arnold Belkin, nacionalizado mexicano, pintó en 1983 para la Casa de América de La Habana, Cuba, y en homenaje a Haydée Santamatia, un singular Bolívar ecuestre muy decorativo con el efectismo que caracterizó su obra pictórica, muchas veces reproducido en serigrafías y en timbre postal, que incluso sirvió de ilustración para la carátula de mi libro Reflexiones sobre el sueño bolivariano de la Patria Grande, México, Domés, 1985.

El pintor explicó así el origen de este lienzo: “La primera vez que vi a Haydée estaba plantada en el centro del gran salón de la Casa de las Américas observando una exposición de pinturas mías que estaba a punto de inaugurarse esa noche de marzo de 1979”[7] (El Universal, viernes 9 de agosto, 1985).

• 1983. También con motivo del bicentenario del nacimiento de Bolívar, la Secretaría de Relaciones Exteriores de México hizo imprimir el cartel Bolívar en México, promocional de la exposición llevada a cabo en el Museo Nacional de Historia del Castillo de Chapultepec. Como motivo principal aparece la imagen central del mural de Fernando Leal pintado en 1930 que decora el anfiteatro del mismo nombre, situado en San Ildefonso 16 en la Ciudad de México.


1983. Bolívar ecuestre, de Arnold Belkin.
• 1983. El escultor colombiano Rodrigo Arenas Betancourt, largo tiempo avecindado en México, fundió la espléndida estatua Bolívar Desnudo, que engalana el Parque Central de la ciudad de Pereira.

• 1983. El Bolívar ecuestre que en este año pintó Arnold Belkin sirvió para un sello de correos por valor de $21, a su vez resellado en 1990 durante las Jornadas Bolivarianas organizadas por el Museo de la Ciudad de México del 23 al 26 de julio.

• 1983. También en este año de conmemoraciones bicentenarias, el pintor colombiano avecindado en México Ariosto Otero, con el nombre de "Nueva Iconografía del libertador", presentó una exposición de más de treinta pinturas, dibujos, serigrafías de Bolívar, destacando sus ancestros negros, el uso de armas modernas, sus tareas relacionadas con la liberación latinoamericana en el presente y su vínculo con las acciones guerrilleras contemporáneas.

• 1998. Al cumplirse el décimo aniversario del establecimiento de la Cátedra Bolivariana, convenio de colaboración entre el gobierno de Venezuela con la Universidad Nacional Autónoma de México, se editó un cartel en serigrafía con diseños de Gustavo Amézaga Heiras, en donde el Héroe destaca con uniforme azul tomando de las bridas a su caballo blanco.

 


Notas:

[1] Iconografía del Libertador, por E. Uribe White Lerner, Bogotá, 1983, p. 111.

[2] Retratos de Bolívar y Sucre, por Ángel Grisanti, Caracas, 1969, p. 115.

[3] El rostro de Bolívar, por Alfredo Boulton, Caracas, 1982, p. 109.

[4] Revista Eurindia, núms. 7 y 8, México, 1930, pp. 474 Y 475.

[5] FUENTE: Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas, núm. 39, lámina 8, México, UNAM, 1970, pp. 33-50.

[6] Andrés Eloy Blanco, Discurso: Bolívar en México, México, Publicaciones de la Embajada de Venezuela, 1967, pp. 3 Y 14-15.

[7] Me preguntó que por qué no pintaba a Bolívar. Cuatro años después tuve el agrado de complacerla.

 

Bibliografía:

América, revista antológica, México, SEP, núm. 66, 1951.

Belkin, Arnold, "Haydée Santamaría y Bolívar", en el Universal, viernes 9 de agosto, 1985.

__________, Contra la amnesia. Textos 1960-1985, México, UAM/Domés, 1986.

__________, Bolívar en México. Catálogo de la exposición, México, Museo Nacional de Historia, Castillo de Chapultepec, 1986.

Dávila, Vicente, Bolívar intelectual y  galante, México, Imprenta R. Ros e hijos, 1942.

El Museo Mexicano o Miscelánea pintoresca de amenidades curiosas e instructivas, México, Imprenta de Ignacio Cumplido, 1944.

Eurindia, núms. 7 y 8, México, 1930.

Galeana, Patricia, Cronología Iberoamericana 1803-1992, México, FCE, 1993.

__________, Guía de Murales del Centro Histórico de la Ciudad de México, México, UlA/CONAFE, 1984.

Hernández de Alba, Guillermo, "La Primera Estatua", en Cromos, Bogotá, julio, 1983, 81 pp.

Homenaje a Simón Bolívar en el bicentenario de su nacimiento, México, SEP, 1983.

Méndez, José Ignacio, El ocaso de Bolívar, Mogollón, Santa Martha, 1928, 155 pp.

Pineda, Rafael, "Bolívar en las esculturas (o el arte mexicano)", en El Universal, 6 de abril, 1975.

__________, Las estatuas de Simón Bolívar en el mundo, pról. de Rafael Caldera, Caracas, Centro Simón Bolívar, 1983.

Reforma, 4 de enero, 2001.

Simón Bolívar. Homenaje en el bicentenario de su nacimiento, México, SEP, 1983.

Urdaneta Brachi, Ezequiel, Bolívar en la numismática conmemorativa y en las condecoraciones, Caracas, Comité Ejecutivo del Bicentenario de Simón Bolívar/ Banco Central de Venezuela, 1983.

Urdaneta, Alberto, "Esjematología, esjemología o ensayo iconográfico de Bolívar", en Papel Periódico Ilustrado, año II, núms. 46-48, Bogotá, 1883, 412 pp.