Lenguas y escrituras de la créolité: ejemplos de la utilización del francés y del créole en Joseph Zobel y Patrick Chamoiseau[1]

Este artículo aborda el conflicto lingüístico entre el francés y el créole en las llamadas Antillas menores a través del examen de dos novelas de escritores de la Martinica: La Rue Cases-Nègres de Joseph Zobel (1915-2006) y Solibo Magnifique de Patrick Chamoiseau (nacido en 1953). El análisis de los textos estás antecedido por una introducción que sitúa la problemática cultural de la lengua en un contexto político e histórico signado por la colonización.

Palabras clave: créole, lenguaje, Antillas, diglosia

 

Marie-Christine Hazaël-Massieux (2003) sostiene que la cuestión de la lengua es “particularmente insoslayable” en el caso de la literatura de las Antillas, lo que explica “la necesidad de aferrarse a la lengua” en todo trabajo sobre esta literatura. Nuestra propuesta se inscribe en el argumento de Marie-Christine Hazaël-Massieux. Si nos interesamos en los escritos de Joseph Zobel, Françoise Ega o Maryse Condé, o incluso en los de Patrick Chamoiseau y Raphaël Confiant, dos de los autores del Éloge de la créolité (1989), no puede sino constatarse que están profundamente anclados en la realidad lingüística y cultural antillana y que la lengua es una preocupación central para el escritor, así como también para los personajes de las novelas. Aun cuando la cuestión de la lengua sea común a estos autores, se observa que los dos últimos tienen una actitud diferente sobre este aspecto. Para ilustrar esta afirmación, compararemos el uso del francés y del créole en dos autores martiniqueños: Joseph Zobel y Patrick Chamoiseau. Nos ocuparemos, en el caso de Joseph Zobel, de Rue Cases Nègres (1974), y en el de Patrick Chamoiseau, de Solibo Magnifique, su segunda novela, que apareció en 1988. Este análisis contrastivo nos permitirá ingresar en la problemática lingüística de las Antillas e ilustrar de qué modo ésta inspira, influencia y afecta al escritor créole en su escritura.

 

Un acercamiento a la situación lingüística en las pequeñas Antillas.

Como parte de las más antiguas colonias de Francia, Martinica y Guadalupe (llamadas “pequeñas Antillas”) son desde 1946 dos de los cuatro departamentos ultramarinos (DOM)[3] franceses. Esta “departamentalización” comprometió una reorganización administrativa que permitió estrechar los lazos entre Francia y sus colonias conquistadas en el siglo XXVII. El estatus de DOM de estas dos islas implica que su lengua oficial será en adelante el francés. Sin embargo, por su historia, las dos islas constituyen zonas de habla créole.  En el caso de Martinica y de Guadalupe, el créole hablado es un créole de base lexical francesa nacido de la colonización en el mar Caribe, pero también en el Océano Índico y en América continental. Estos créoles, a los que Valdman se refiere como “habla franco-créole”,[4] se concentran en dos grandes zonas: por un lado, la zona americano-caribeña que cubre el estado de la Luisiana, la Guayana francesa y las grandes y pequeñas Antillas (que incluyen Haití, Martinica y Guadalupe); por otro lado, la zona del Océano Índico que engloba las islas Reunión, Mauricio, Seychelles y Rodrigues. En estas antiguas colonias, la colonización forzó el contacto de lengua francesa con las lenguas  locales habladas por los pobladores de las islas al momento de la conquista —quienes fueron rápidamente diezmados— y las lenguas habladas por esclavos traídos del África. Por ese motivo, como lo advierte Robert Chaudenson, los créoles son “variedades de lenguas […] que, aun siendo manifiestamente surgidas de la lengua de los colonizadores, constituyen sistemas lingüísticos particulares y  autónomos”.[5] Agregaremos que el término créole es comúnmente utilizado como término genérico, ya que hace referencia a créoles distintos (créole guadalupeño, créole reunionés, créole haitiano, etc.).

No nos detendremos aquí en las particularidades lingüísticas del créole martiniqueño o guadalupeño. Son numerosos los estudios sobre este tema, ya sea gracias a trabajos desarrollados por lingüistas como Jean Bernabé,  Guy Hazaël-Massieux, Marie-Christine Hazaël-Massieux, Robert Chaudenson y Albert Valdman o por grupos como el G.E.R.E.C (Groupe d’études et de recherche en espace créolophone). En cambio, insistiremos en la coexistencia, dentro de las Antillas, del francés y del créole y en la relación que el francés mantiene actualmente con el créole. Como ya señalamos, el francés es la lengua oficial de Martinica y Guadalupe; por lo tanto, es utilizado en la administración, en el ámbito educativo, en los periódicos, en la mayoría de las cadenas de televisión y radio y en situaciones de comunicación formal.[6] El créole es generalmente usado en conversaciones informales, en familia o entre amigos y en la cultura popular (cuentos, canciones, etc.). La mayoría de los antillanos adquiere el francés y el créole como lenguas maternas —el francés en la escuela y el créole en el hogar— con excepción de un pequeño porcentaje de la población que todavía es monolingüe en créole. Al 1º de enero de 2010, se contaban 407.205 habitantes en Guadalupe y 402.000 en Martinica (cfr. sitio oficial del Ministère de l’Outre Mer: http ://www.outre-mer.gouv.fr). En 2005, los francófonos parciales, es decir personas “con una competencia reducida en francés, que les permite enfrentar un número limitado de situaciones” representaban el 14,9% en Guadalupe y el  14,5% en Martinica.[7]

 

¿Diglosia o continuum?

En un artículo publicado en 1959, Charles Ferguson utilizó el término “diglosia” [diglossie] para describir la situación en Haití, donde francés y créole coexisten en una misma área geográfica pero desempeñan funciones distintas y complementarias y tienen estatutos desiguales, siendo el francés la variedad de lengua “alta” y el créole la variedad “baja”.[8] Menos de 30 años más tarde, Albert Valdman desarrollará esta noción en su artículo titulado “Diglossia and language conflict in Haiti” (1988). Numerosos especialistas contemporáneos en créole insisten, sin embargo, en la idea de que en el caso de países de habla créole, hay dos lenguas distintas —y no dos variedades de la misma lengua— en presencia, lo que revela el carácter inadecuado del concepto de “diglosia”. En el caso de las Antillas, las nociones de “zona interlectal”[9] o de “continuum lingüístico”[10] han sido presentadas como más aptas para describir la situación lingüística en las islas. Estas nociones refieren, así, a una zona de producciones lingüísticas intermediarias (“lectos”) que se desarrollan entre dos polos: el “acrolecto”, o sea, el francés estándar —que goza de un estatus superior—; y el “basilecto” que designa la variedad de créole más alejada del francés, es decir la variedad hablada por las personas mayores del ámbito rural. El término “créole acrolectal” suele ser utilizado para designar la variedad de créole más cercana al francés, mientras que la designación “francés regional” (o “francés local”) refiere a una variedad de francés muy marcada por el créole.

 

Francés y créole en Rue Cases Nègres

Rue Cases Nègres (1974) es la novela más conocida del escritor martiniqueño Joseph Zobel. Llevado a la pantalla por Euzan Palcy en 1983, el libro —publicado por primera vez en 1950— alcanzó un gran éxito. Considerada como novela autobiográfica, relata la infancia modesta de Joseph Hassam, llamado José, que es criado por su abuela M’man Tine en la Martinica de los años 30. La familia es pobre y vive en una cabaña en el borde de la plantación donde M’man Tine trabaja cortando caña de azúcar.

Joseph Zobel escribe en un francés que podemos calificar de estándar y las palabras créoles presentes en la novela son generalmente utilizadas para aludir a la realidad local, ya se trate de personas, de objetos, de vestimenta o de especialidades culinarias. Éstas pueden aparecer acompañadas de una nota al pie que brinda la definición de la palabra:  mornes (11), canari (13), coui (15), béké (19), manger-coulie (25), cabouillat (35), igname (41), iche (46),  akras (61), gombos (187), toloman (74), corosol (141). A veces pueden estar citadas entre comillas: « aiguille » (33), « bel air » (141). Es menos frecuente que los términos créoles sean puestos entre comillas y acompañados por una nota al pie: « lélé » (42), « quimboiseuse » (49), « gaule » (60), « coulée » (80), « mabi » (141). En algunos casos raros, la definición o sinónimo aparece entre paréntesis junto al término: « mamans-violons » (violoncelles) (55).

Aunque sea poco empleada en el texto y con frecuencia como algo “pintoresco” —retomando un cometario de Marie-Christine Hazaël-Massieux—,[11] la lengua créole mantiene un lugar importante en la historia. Se comprende, por ejemplo, que José es hablante de créole y que habla “patois” con su abuela y sus amigos. Es cercano a la cultura popular créole. Gracias a  su amistad con M. Médouze, el contador [conteur], conoce las veladas [veillées], las adivinanzas y los cuentos. Mam’zelle Abizote, la “curandera” [quimboiseuse],  le hace descubrir las creencias y supersticiones populares.  Es en la escuela —a la que M’man Tine lo manda al precio de grandes sacrificios— donde José conocerá el francés y la cultura francesa: “pour aller à l’école, il fallait être complètement et proprement habillé, et on y parlait français” (90). Se advierte que José es un asiduo alumno que aprende rápido y llena de orgullo a su abuela: “M’man Tine suivait mon discours avec un visage […] plus rayonnant que lorsqu’elle fumait sa pipe” (109).

La escuela separa a José de sus amigos de la calle Cases: “depuis que j’allais à l’école [...], nous avions des scrupules réciproques à nous fréquenter. Nous étions, me semblait-il, frappés mutuellement d’une sorte de complexe d’infériorité” (132). José toma consciencia de que el créole es percibido como vulgar y poco digno de la gente educada. Así, hijo de M. Justin Roc, “bâtard d’un vieux béké” y encargado de una plantación, y de una câpresse, confiará a José que su suegra, una béké, le prohíbe hablar “patois”. Agrega que Mam’zelle Mélie, la empleada doméstica de los señores Roc, que habla créole ella misma, critica a Jojo por no hablar más que en créole con José, quien —según ella—, enseñaría “gros mots” a Jojo (176).

No será entonces sorprendente que José no exprese ninguna oposición cuando Carmen, un hombre joven que no ha ido a la escuela y a quien José  enseña francés, “decrete” no volver a hablar “patois” (274). De hecho, se comprenderá que José tenía el mismo deseo, pero “dudada” en proponérselo a Carmen. Así,  José renunciará al créole, su único lazo con la calle Cases, con su infancia, con sus raíces créoles.

A través de la experiencia de José, el lector penetra en una Martinica colonial dividida por el color de la piel y por la lengua. Es evidente que la piel clara y la lengua francesa son allí instrumentos de triunfo social. M’man Tine lo entiende muy bien, pues se opone a que, como los demás niños, José trabaje en la plantación y se sacrifica para mandarlo a la escuela.

 

Del francés al créole: el ejemplo de Solibo Magnifique


Solibo Magnifique, la segunda novela de Patrick Chamoiseau, traza la muerte extraña de Solibo, un narrador martiniqueño, un “Maestro de la palabra” [Maître de la parole]. La muerte del narrador es objeto de una investigación policial, en la cual serán involucrados numerosos personajes. Si bien esta novela contrasta con Rue Cases Nègres en muchos aspectos, mostraremos que la cuestión de la lengua y de la cultura ocupa también un lugar central.

Originario de Martinica y co-autor, junto con Jean Bernabé y Raphaël Confiant, de Éloge de la créolité (1989), Patrick Chamoiseau es uno de los representantes de la literatura de le créolité.  La novela de la créolité saca su expresividad de lo que los miembros de cabecera del movimiento han descripto como la “riqueza” del escritor créole,[12] riqueza lingüística y cultural heredada del cruce de pueblos, de culturas y de lenguas que marca la historia de los países de habla créole del Caribe. Es en este contexto que se inscribe la literatura antillana contemporánea bautizada “créole”:

Appelle-la tout simplement littérature créole. Cela témoigne que, née ici, aux Amériques, elle a connu la créolisation qui, dans le creuset  des îles ouvertes, a mélangé tout le Divers monde.[13]

Para el escritor créole de las pequeñas Antillas (Guadalupe, Martinica) que vive en lo cotidiano la tensión créole-francés, la búsqueda de créolité se traduce en un rechazo del monolingüimos y una reanudación con la oralidad créole tradicional (Bernabé et al, 1989: 28,34). Solibo Manignifique es un buen ejemplo de esta búsqueda, ya que Chamoiseau privilegia, en la novela, una expresión plurilingüe que juega con registros del créole y del francés y también con modalidades  de la oralidad y de la escritura. Chamoiseau quiere resaltar la multiplicidad lingüística del universo antillano, universo donde se reúnen no solamente créole y francés, sino también diversas variedades de créole y de francés. En Solibo Magnifique, el autor-narrador-marqueur de paroles se ocupa de hacer aquello que lo seduce del narrador:

...Solibo Magnifique utilisait les quatre facettes de notre diglossie:

le basilecte et l'acrolecte créole, le basilecte et l'acrolecte français, vibrionnant enracinement dans un espace interlectal que je pensais être notre plus exacte réalité sociolinguistique.[14]

Los diálogos nos ofrecen numerosos ejemplos del talento de Chamoiseau para jugar con las “facetas aristas” de la diglosia antillana:

—Solibo est mort, alors? (Là c'est Sucette qui s'inquiète.)

—Si son rhum de carnaval a rencontré le chocolat de son baptême cela peut seulement l'avoir étourdi... comment savoir?

—An Kay chaché an jan mèdsin!... (Là, c'est Doudou-Ménar qui tranche à la recherche d'un médecin.)

—Un docteur? Ah oui, un docteur peut le réveiller!... (C'est Sucette qui approuve là.) Va le chercher, ma fi!

—Ha lan-ô yé?

—Paix-là, Congo! Solibo n'est pas mort car on ne meurt pas comme ça (s'y refuse Sidonise).[15]

Las réplicas de los cuatro personajes ilustran el abanico lingüístico que los especialistas prefieren llamar “continuum lingüístico”: Doudou-Ménar se expresa en un créole donde la influencia del francés es sutil (“dòktè” es el término créole para “médecin”), mientras que Sucette y Sidonise hablan un francés regional marcado particularmente por calcos de expresiones créoles (“paix-là”, traducción literal de “pé-la” que significa “silencio” en créole; “réveiller” calco de “lévé” utilizado en el sentido de “poner de pie”, “reaminar”…) y de formulaciones con “sabor” créole (“Si son rhum de carnaval a rencontré le chocolat de son baptême…”). En cuanto a Congo, un antiguo esclavo, que conoce cosas hoy olvidadas, se expresa en una variedad de créole difícilmente comprendida por los otros:

—Ha lan-ô yé? (Qu'est-ce-que la mort? ___ Là c'est Congo qui parle, et qui doit répéter quatre  fois sa question car sa manière de dire la langue est en disparition par ici).[16]

Congo es probablemente el único personaje de Solibo Magnifique que, a lo largo de la novela, será sólo evocado en créole. En cierto modo, representa uno de los polos del continuum lingüístico, mientras que Évariste Pilon, el inspector principal que se expresa únicamente en francés estándar, simboliza el otro polo.

Con excepción de Congo y  de Évariste Pilon, los personajes de las novelas de Chamoiseau no están limitados a una sola lengua ni a una sola variedad. Del modo en que ocurriría en la realidad cotidiana del antillano contemporáneo, los personajes alternan francés y créole, cambian frecuentemente registros en una y otra lengua, incluso en una misma réplica, en un mismo diálogo o en distintos momentos de la novela. Es claro que estas alternancias permiten rendir un efecto muy real del “abanico” lingüístico, lo cual —sin duda alguna— contribuye a hacer de la novela “un tejido de elementos variados, típico de la créolité”, tal como lo sugiere Delphine Perret.[17]

Al jugar con las alternancias de lenguas, Chamoiseau insiste en la dualidad lingüística e identitaria del antillano: ciudadano francés, escolarizado en francés, que pertenece también al mundo de la lengua y de la cultura créoles. Esta dualidad es reforzada en la novela por la doble identidad de la mayoría de los personajes[18] que cuentan con un nombre francés y un sobrenombre que pone en relieve la faceta créole del personaje (por ejemplo, Lolita Boisdevan con el alias Doudou-Ménar y Sosthene Versailles llamado Ti-Cal, etc). Por otro lado, las alternancias testimonian  la inseguridad del personaje que, ubicado entre el francés y el créole, no deja de interrogarse sobre su relación con las dos lenguas: ¿Quién soy cuando hablo créole o francés? ¿Puedo decir las mismas cosas en las dos lenguas? ¿Acaso, cuando hablo en francés o en créole, trabo el mismo vínculo con la realidad?[19] De manera constante, el créole es vehículo privilegiado de las emociones. Cólera, miedo, afecto, alegría se dicen en créole. Así, cuando el guardia la paz Figaro Paul, también llamado Diab-Anba-Feuilles, se enfurece con Doudou-Ménar, profiere malédictions dans un créole qu’il ne pouvait plus réprimer.[20] Por oposición, el francés, lengua de la educación, es el vehículo de lo racional: hablar francés se vuelve sinónimo de autoridad. En tal sentido, el cabo primero  Bouaffesse, quien interroga a Congo, exige que el interrogatorio se desarrolle en francés:

—Bien. Maintenant, Papa, tu vas parler en français pour moi. [...] nous sommes entrés dans une  enquête criminelle, donc pas de charabia de nègre noir mais du français mathématique.[21]

Cuando Congo le responde, en créole, diciéndole no habla francés (“Han pa jan halé fwansé”), el cabo primero le hará entender, a su modo, su desprecio por la ignorancia: “Tu n'es jamais allé à l'école? Donc tu ne sais même pas si Henri IV a dit «Poule au Pot» ou «Viande-cochon-riz-pois rouge»”.[22] Dicho esto, la exigencia de conducir el interrogatorio en francés por parte de Bouaffesse es más una manera de afirmar su autoridad o de mostrar su educación. Se trata de una estrategia. En efecto, las sospechas del cabo primero Bouaffesse recaen principalmente sobre Congo porque éste no habla más que créole. Se comprende, en este punto de la novela,  que hablar créole es también expresión consciente o inconsciente de resistencia, afirmación de su diferencia y de su rechazo  a la identidad dominante. Por eso Congo se vuelve sospechoso ante la mirada de la autoridad administrativa que representa Bouaffesse, quien quiere entonces “acorralar” a Congo “en el francés”.[23] Bouaffesse conoce probablemente el proverbio créole lang sé on baton (se puede dañar con la lengua) ya que describe su técnica como “aussi efficace que les coups de dictionnaire sur le crâne, les graines purgées entre deux chaises et les méchancetés électriques qu'aucun médecin (assermenté) ne décèle”.[24]

En un contexto lingüístico conflictivo, justificar su lengua y su identidad es una preocupación constante del antillano.[25] En tal sentido, no es sorprendente que los personajes de las novelas de Chamoiseau debatan tan seguido sobre su relación con la lengua materna y el valor de ésta:

—Quelle manière de te crier ta maman a donné à la mairie, traduit Bouaffesse.

—An pa save..

—Il dit qu'il ne sait pas, inpesteur...

—Merci, Brigadier, mais je comprends le créole.

—Je dis ça pour te rendre service! Tu es un inpesteur, tu dois pas fouiller dans ce patois de vagabonds...

—C'est une langue, Brigadier.

—Tu as vu ça où?[26]

Aunque no se exprese jamás en créole en ningún momento de la novela, el inspector principal defiende el estatus del créole como lengua, lo que le valdrá la dura crítica de su asistente.[27] Sabemos, en otra parte, que Évariste es partidario de la enseñaza del créole en la escuela, aun cuando le sorprenda que sus propios hijos utilicen el créole para dirigirse a él. De todos los personajes de la novela, el inspector principal es el perfecto arquetipo del antillano que “vive a dos velocidades”[28] un pie en la cultura francesa, y otro en la cultura créole.

El dilema del escritor créole

A diferencia de Raphaël Confiant que escribió varias novelas en créole antes de publicar en francés, Patrick Chamoiseau nunca optó por escribir sus novelas en créole. Se forjó, como lo destaca Hazaël-Massieux (1993: 234), su propia lengua escrita en la cual un francés regional fuertemente créolisé domina la narración y el créole aparece sobre todo en los diálogos. En su recorrido, Chamoiseau quiere respetar la enseñanza del contador Solibo Magnifique y estar en concordancia con la vibración del otro: el otro aquel de quien se habla, pero también el otro a quien se dirige, el lector antillano tanto como el lector no antillano.

Zobel también se dirige al lector no antillano. Tanto en  Rue Cases-Nègres como en Solibo Magnifique se constata que las palabras o réplicas en créole suelen ser traducidas o explicadas. Las traducciones y explicaciones se dirigen claramente al lector no hablante de créole. No obstante, mientras —como hemos visto— Zobel utiliza principalmente la nota al pie de página, Chamoiseau varías sus técnicas: en algunos casos la réplica créole provoca la reacción de un personaje que, en su intervención, da el sentido de la réplica precedente en créole; en otros casos, la traducción aparece más lejos en el texto o al final de la página; incluso puede ocurrir que la traducción siga directamente la réplica en créole y está algunas veces acompañada de un comentario del narrador. Esta técnica es la más frecuente en Solibo Magnifique. En cambio, se constata que contrariamente a Zobel, Chamoiseau se dirige también —aunque menos frecuentemente— al lector hablante de créole salpicando su novela con reformulaciones en créole que aparecen al final de la página, como ocurre con  “Le brigadier se métamorphosa” que remite a la nota  “Ou mofwaza, si ça t’aide”.[29]

 

Conclusión

El estudio comparado de Rue Cases-Nègres y de Solibo Magnifique revela que, como sus personajes, el escritor antillano vive plenamente la problemática lingüística en las Antillas francesas, problemática hecha de pluralidad y de conflictos lingüísticos e identitarios. A pesar de los casi 40 años de distancia entre estas dos publicaciones, expresan el mismo dilema y esclarecen para nosotros lo que Patrick Chamoiseau llama  “la relación problemática” que tienen los antillanos respecto de la lengua francesa:

...donc il fallait, pour être quelqu’un, pour exister et briller, maîtriser la langue française. Tout le monde avait une peur terrible de faire ce qu’on appelle un carreau, c’est-à-dire de créoliser.[30]

Atrapado en el créole y luego en el francés, José no logra reconciliar las dos facetas de su identidad y decide, como Carmen, renunciar a la lengua créole para aferrarse mejor a la lengua y la cultura dominantes. Chamoiseau, chamoiseau, surnommé chambizié, ti-cham, realiza la elección consciente  de créoliser la lengua y de involucrar a sus personajes en un debate sobre la lengua y la cultura antillana. Podría decirse sobre esta cuestión que algunos personajes de Solibo Magnifique (Évariste Pilon, por ejemplo) son, de diversas maneras, los portavoces elocuentes de los sentimientos del autor. Sin embrago, el cuestionamiento de Chamoiseau se sitúa en otro nivel, el de la escritura. En su obra titulada Écrire en pays dominé (1997), Chamoiseau escribirá:

Je devais écrire avec ce pays, happé en sa totalité, redessiné avec mes rêves. Ma prime douleur fut dans ce drama des langues: entre langue et langue française. Le vieil enjeu de l’authenticité. Dans laquelle Écrire juste, et comment ? (248) .

La escritura de Chamoiseau es una bella ilustración de cómo el escritor créole encuentra no solamente una posible solución al “drama de las lenguas”, sino también un compromiso interesante entre oralidad y escritura. Dominique Deblaine habla con acierto de una literatura “del mestizaje y de la autenticidad” (1982:81), subrayando así la originalidad de esta escritura que trae consigo la complejidad de la identidad créole y de la búsqueda de la créolité.

 


Notas :

[1] Traducción de Francisco Aiello. UNMdP/CONICET, Argentina.

[2] York University, Toronto, Canada

[3] Département d’Outre Mer

[4] 1978: 27-35

[5] 1995: 4

[6] Valdman, 1978: 314-343; Aub-Busher 1993: 205-207

[7] OIF, 2007: 17

[8] 1959: 325-340

[9] Prudent, 1981

[10] Carayol et Chaudenson, 1978

[11] 1993: 234

[12] Bernabé et al., 1989: 43

[13] Chamoiseau et Confiant, 1991: 13

[14] Chamoiseau, 1988: 45

[15] Chamoiseau, 1988:41

[16] Chamoiseau, 1988: 40

[17] 1994: 836

[18] Esta observación corresponde también al narrador, que se presenta como chamoiseau, surnommé chambizié, ti-cham cuando se identifica entre los testigos del la investigación.

[19] Deblaine, 1992: 82

[20] Chamoiseau, 1988: 94

[21] Chamoiseau, 1988: 105

[22] Chamoiseau, 1988: 105

[23] Chamoiseau, 1988: 105

[24] Chamoiseau, 1988: 105

[25] Deblaine, 1992: 82-87

[26] Chamoiseau, 1988: 143

[27] “Et si c’est une langue, pourquoi ta bouche roule toujours un petit français huilé”, Chamoiseau, 1988: 143

[28] Chamoiseau, 1988: 119

[29] 1988: 85

[30] Chamoiseau, 1997: 36

 

Bibliografía

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