José Martí y la guerra necesaria

Estas breves líneas que se encuentran a continuación, representan una primera aproximación al sentido de la guerra que desarrolla José Martí en base a sus escritos y accionar en el campo de batalla.

Palabras clave: Martí, guerra, independencia, literatura, Cuba

 

Introducción

Muchos son los adjetivos que han caracterizado a José Martí, entre los que se destaca el de “apóstol de la independencia cubana”, lo cual lo remite directamente a una praxis. No fue sólo el poeta o escritor, periodista o cronista, fue también el líder de la Guerra de Independencia de 1895, gesta a la que él mismo significó como "necesaria".

Esto nos lleva a reafirmar los conocimientos de la guerra y las milicias que Martí poseía, algo muy claro de ver entre sus apuntes y lecturas: el estudio crítico de las guerras de su propia tierra para poder concluir y avanzar en su objetivo primordial, como fue su Cuba libre. En otras palabras, su pensamiento sobre la guerra lo fundó en análisis sobre la Guerra de los Diez Años, los errores que culminaron en el Pacto del Zanjón, la Guerra Chiquita y el Plan Gómez – Maceo[2] , entre otros.  Pero también se preocupó por considerar detalladamente disputas independentistas fuera de su geografía natal, como fue el caso de las hispanoamericanas, la de las trece colonias norteamericanas y la guerra de Secesión, entre otras.

Todos estos estudios construyeron un pensamiento en el que se evidenciaba que la guerra no era más que una vía “necesaria e inevitable” para alcanzar determinados fines sociopolíticos: en el caso cubano, la independencia de España y la construcción de una república “con todos y para el bien de todos”.

 

Contexto

José Martí
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Para 1509, la isla hoy conocida como Cuba fue conquistada por los españoles. El dominio ibérico sobre ella se vio amenazado en reiteradas oportunidades por otras potencias. Un claro ejemplo lo representa el hecho de que en 1762, La Habana, fue tomada por los ingleses. La presencia inglesa no duró más que un par de meses hasta que las fuerzas españolas lograron, por medio del Tratado de Versalles, la reconquista. De esta manera, Cuba logra la entidad de Capitanía General, dependiendo del virreinato de Nueva España.

Para la primera mitad del siglo XIX los movimientos independentistas en Nuestramérica alcanzaban grandes logros frente a las fuerzas colonizadoras. Era la época de los primeros gobiernos patrios como punto de partida para obtener la independencia definitiva del poder metropolitano. En Cuba, la concesión del libre comercio con diversos países extranjeros, la gran cantidad de españoles en la sociedad cubana, entre otros factores, retrasaron por casi un siglo las ansias emancipadoras.

Las relaciones entre colonia y metrópoli llegan a un punto de inflexión hacia 1837, momento en el que las Cortes de España rechazan a los diputados cubanos. El fundamento de tal decisión tomaba como base la idea de no considerar a Cuba como una provincia, sino como una colonia. A partir de aquí, los conflictos serán frecuentes, y desde 1868 hasta 1898 los enfrentamientos armados entre el ejército revolucionario y la armada española atravesarán diversas situaciones. Los posicionamientos ideológicos de dichas fuerzas versan en función del status colonial. Es decir, por un lado nos encontramos con separatistas, y por otro con autonomistas. Mientras los primeros ansían la independencia o, en menor medida, la anexión a Estados Unidos, los segundos dejan clara su pretensión de continuar ligados a España.

Es necesario retomar los acontecimientos de Cuba desde 1868 y analizarlos con el objetivo de comprender el contexto real sobre el cual Martí planteó su idea de la guerra, y en la que también dejó su vida. Por ello, tengamos en cuenta la Guerra de los Diez Años o Guerra Grande (1868 – 1878), la Guerra Chiquita (1879 – 1880) y la Revolución del 95. Bajo la dirección de Carlos Manuel Céspedes, un grupo de patriotas pertenecientes a la central azucarera de La Demajagua se levanta contra la dominación española. Luego de unos días atacan el caserío de Yara, lugar emblemático ya que allí se llevó a cabo lo que se conoce como el “Grito de Yara”,[3] el 10 de octubre de 1868. A menos de un año, logran la conformación de una Asamblea Constituyente en la provincia del Camagüey con Céspedes como presidente. Después de completar su trabajo, la Asamblea se reconstituyó como Cámara de Representantes, eligiendo a Salvador Cisneros Betancourt como Presidente de la misma, a Miguel Gerónimo Gutiérrez como Vicepresidente, y a Agramonte y Zambrana como Secretarios. Céspedes entonces fue electo, el 12 de Abril 1869, como primer Presidente de la República en Armas y el General Manuel de Quesada (quien había peleado en México bajo Benito Juárez durante la invasión francesa de ese país), como Jefe de las Fuerzas Armadas.

Una serie de desacuerdos políticos al interior de la naciente república, entre los que se destaca la conflictiva sucesión de presidentes, culminaron en negociaciones por la paz con España, enmarcadas dentro del conocido Pacto del Zanjón[4] , que para muchos representa, realmente, la claudicación de los ideales libertarios. El 10 de Febrero de 1878, en Puerto Príncipe, se firma dicho pacto que da como resultado la pacificación de la isla. El general Antonio Maceo no está de acuerdo con los términos de la supuesta paz y lleva a cabo la conocida Protesta de Baraguá, manifiesto en donde el líder revolucionario sostiene la no consecución de los objetivos principales de la revolución: independencia y abolición de la esclavitud. La misma, le dio al Zanjón un carácter de descanso; parafraseando a Mesa Falcón, fue el inicio de un paréntesis que se cierra en la Guerra de 1895. De esta manera quedaba bien claro que los ideales libertarios y abolicionistas serían defendidos hasta las últimas consecuencias. Pero los hechos se sucedieron de una manera desfavorable para los cubanos. El gobierno provisional de Cuba no puedo sostener las contiendas y renunció.[5]

Meses más tarde se reaviva el fuego independentista con Calixto García, José Maceo y Guillermo Moncada, pero el deseo de paz del pueblo cubano no da lugar a grandes operaciones: la conocida como Guerra Chiquita sólo fue un intento fallido que no llevó a ningún lado. De todas formas es claro que el Zanjón no representaba el punto final.

El referente inmediato anterior del ‘98 cubano, entendido como el proceso de enfrentamiento entre Cuba, España y Estados Unidos que culmina con la independencia tutelada de la primera de ellas bajo la dirección de la potencia del Norte, lo encontramos en los sucesos que se desarrollan a partir de 1895. José Martí, Máximo Gómez y Antonio Maceo, entre otros, como baluartes de la revolución, realizan acciones en contra de la dependencia de España y en pos de la libertad, independencia y abolición total de la esclavitud. Una de estas acciones es el recordado Plan Fernandina. Su nombre hace alusión al puerto de Florida desde donde saldría una flota con destino a la Isla con el objetivo de llevar hacia Cuba revolucionarios y armas para poder dar el golpe contra las fuerzas españolas. La expedición estaba compuesta por tres yates llamados Amadís, Lagonda y Baracoa.

Los miembros que tendría esta flota simularían ser trabajadores agrícolas, lo que justificaría la presencia de herramientas que en realidad eran armas para la guerra, sobre todo machetes. El 25 de diciembre de 1894 Martí le anuncia a Maceo la inminente partida de los yates. Pero uno de los tripulantes reveló el plan de Martí y para el 14 de enero de 1895 se confiscaron los yates. El fracaso preocupó mucho a los independentistas. Pero un mes después, el 24 de febrero de 1895 se produce el Grito de Baire, [6] que da inicio a la conocida como Segunda Guerra por la Independencia de Cuba. Esta continuación de la contienda de 1868 se caracterizó por la presencia de pequeños ejércitos insurrectos, mal armados y con escasas provisiones. Pero ello no fue un obstáculo y se enfrentaron exitosamente en reiteradas ocasiones a las superiores fuerzas españolas.

A un mes del estallido de la guerra José Martí firma junto con Máximo Gómez el conocido Manifiesto de Montecristi el cual representa una síntesis de lo que debía ser la guerra contra España y la futura conformación de la república. Las discusiones giraron en torno del peso de la milicia y lo civil en el gobierno representativo. El 19 de mayo de 1895 Martí por primera vez entra en combate. Máximo Gómez le sugiere que se quede en la retaguardia pero él desobedece y avanza con un solo compañero. Al instante es herido de muerte.

Carlos Manuel de Céspedes
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El 16 de septiembre de 1895 con representantes de los distintos sectores de la isla, se firma en Jimaguayú una Constitución de carácter temporal. Su duración sería de dos años si antes no se conseguía la libertad. Se estipulaba la presencia de un presidente, un vicepresidente y cuatro secretarios, todos con sumo poder en la revolución.[7] La mayor hazaña a destacar es la extensión de la guerra hacia occidente. En los primeros 90 días, según Foner, se habían cubierto 1696 kilómetros, se disputaron 27 batallas, se tomaron 22 ciudades importantes, se capturaron más de 2000 rifles, 8000 cartuchos de munición y 3000 caballos. Una hazaña impensable para un puñado de patriotas cubanos que se enfrentaron a 124 batallones de infantería, 40 escuadrones de caballería, 16 baterías de artillería de campaña, 6701 generales y otros oficiales, 183571 tropas individuales en línea, más de 60000 voluntarios y guerrilleros y un sistema de trochas. [8] Las consecuencias políticas de estos logros cubanos las pagó el delegado español en Cuba, Martínez Campos, quien dimitió de su puesto y fue suplantado por Valeriano Weyler.

El nuevo representante español, llevó a la práctica una feroz política de reconcentración, por medio de la cual recluía a la población causando efectos devastadores para la economía de la isla. De manera paralela, el Senado y el Congreso de los Estados Unidos, esgrimieron resoluciones separadas reconociendo la Revolución Cubana. Esto provocó tensiones entre los Estados Unidos y España, lo que desembocó en la desvinculación del General Weyler de la isla, el nombramiento por parte del Presidente español, Práxedes Mateo Sagasta, del nuevo delegado, Ramón Blanco, quien concede la autonomía a Cuba en asuntos domésticos en 1897. Pero las reformas llegan tarde y el Gobierno en Armas de Cuba no las acepta. La inestabilidad vivida en la isla llevó a que el Cónsul de Estados Unidos en La Habana, Fitzhugh Lee, aconsejara al Presidente McKinley a que mandara refuerzos. En este contexto llega a aguas del Caribe el acorazado Maine. En la noche del 15 Febrero 1898, una tremenda explosión destruyo completamente al barco, matando a 2 oficiales y 264 marineros.

El siniestro de Maine, para muchos autores el “casus belli”, fue el acontecimiento que provocó, el día 24 de abril de 1898, la declaración de guerra de Estados Unidos a España. La guerra continúo hasta julio del mismo año, momento en el que la destrozada potencia española comienza con las tratativas de paz. La misma se firma en París el 10 de diciembre de 1898 dando como resultado la culminación de la dominación de España sobre Cuba, Puerto Rico, Guam y el archipiélago de Filipinas. Finaliza una dominación, pero surge otra, la de Estados Unidos, claramente interesada en el rédito económico del Caribe. En 1898, por primera vez una potencia que no era europea, y que incluso había sido colonia del añejo continente, emprende el camino de “comandar” los designios de un continente.

El interés geográfico del país del norte sobre el resto del continente era claro desde 1823 con los movimientos hacia el sur. Ya para 1824, las bases de la política expansionista de Estados Unidos sobre nuestra América quedaban claras en las palabras del por entonces presidente Monroe. Su doctrina consideraba que ninguna potencia europea debía tener soberanía sobre territorio americano. Así, Estados Unidos extiende su frontera hacia el oeste, ocupando territorios limítrofes de potencias europeas en la región. [9] El plan era claro, ocupar una franja considerable desde el Atlántico hasta el Pacífico. Luego de obtener Hawai, una de las adquisiciones que más funcionalidad tenía para su plan fue Filipinas: pasan a ser el centro geográfico de los imperios de Asia oriental. Si a esto le sumamos que la victoria sobre España también les permitió apoderarse de Cuba y Puerto Rico, la conclusión es obvia: se ha cumplido con el Destino Manifiesto, doctrina que avalaba y justificaba el accionar imperialista a través de argumentos sustentados en basamentos morales, políticos, estratégicos y filosóficos. Y en este sentido tenemos que entender la guerra hispano – cubano – americana como un enfrentamiento imperialista que tenía como objetivo el control de territorios y mercados. Ya desde hacía por lo menos 40 años que el capitalismo, base ideológica de la globalización, había alcanzado carácter hegemónico como sistema mundial económico, lo que llevó a Estados Unidos a poder lograr sobre nuestra América el incremento de las tareas de subordinación tanto económicas como políticas materializadas en el neocolonialismo propio del siglo XX, y en un lapso de tiempo no muy largo.

 

Cargando las tintas: la guerra en el papel

Cuando José Martí hace referencia al tema de la guerra lo hace desde pares de conceptos dicotómicos estableciendo, de esta manera, una visión muy original del tema: castigo / perdón; agresión / caridad; ofensa / amor. Dentro de su vasta obra poética podemos encontrar el sentido a esta idea de la guerra, como es el caso del poema XXXVI de sus Versos Sencillos:

“…Ya sé: de carne se puede

Hacer una flor; se puede

Con el poder del cariño,

Hacer un cielo, ¡y un niño!

De carne se hace también

El alacrán; y también

El gusano de la rosa,

Y la lechuza espantosa…" [10]

De esta manera, y por medio de la metáfora vemos como para Martí de la guerra, así como de la carne se puede hacer una flor debido a la complejidad de su esencia. Así como en la poesía, en gran parta de su intercambio epistolar con personalidades del mundo o en sus columnas en diarios de toda América, deja siempre en claro su idea de la guerra: "…la guerra es poética y se nutre de leyendas y asombros. La guerra no es serventesio repulido con ribete de consonante y encaje de acentos. La guerra es oda. Quiere caballos a escape, cabezas desmelenadas, ataques imprevistos, mentiras gloriosas, muertes divinas…" [11]


Grito de Yara
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Y de esos pares dicotómicos de conceptos sobre la guerra, Martí decide resaltar el aspecto positivo. Por eso es que rescata como característica esencial el tema de que la guerra debe ser, sobre todo, breve. Su idea de las acciones en 1895 iban en ese sentido pero Fernandina fracasó y la brevedad de la guerra se dio en el sentido anverso al de Martí. En una de las cartas que le escribe a Figueredo le comenta acerca del fracaso de la Guerra Chiquita y su idea de “una guerra fuerte, breve y republicana". Incluso en una carta a Gómez escrita en Montecristi sostiene: "... usted verá como a guerra rápida y amor encendemos el país".[12] El 15 de abril de 1895, en una carta a Gonzalo Quesada reafirma su idea de brevedad en el conflicto, "…mil armas más, y parque para un año, y hemos vencido…" [13] Y en uno de sus documentos más claros y ricos como es el Manifiesto de Montecristi deja más que clara su idea de la guerra:

“… la guerra no es el insano triunfo de un partido cubano sobre otro, o la humillación siquiera de un grupo equivocado de cubanos; ni la tentativa caprichosa de una independencia más temida que útil, (…) sino el producto disciplinado de la resolución de hombres enteros que en el reposo de la experiencia se han decidido a encarar otra vez los peligros que conocen, y de la congregación cordial de los cubanos de más diverso origen, convencidos de que en la conquista de la libertad se adquiere mejor que en el abyecto abatimiento las virtudes necesarias para mantenerla…” [14]

Y añade para concluir: “… en la guerra que se ha reanudado en Cuba no ve la revolución las causas del júbilo que pudieran embargar al heroísmo irreflexivo, sino las responsabilidades que deben preocupar a los fundadores de pueblos…”. [15]

Retomando el tema sobre la lectura de las guerras de su patria, Martí recuerda el levantamiento de Céspedes dejando en claro otro de los aspectos de su ideal de guerra: “…sí, aquellos tiempos fueron maravillosos. Hay tiempos de maravilla, en que para restablecer el equilibrio interrumpido por la violación de los derechos esenciales a la paz de los pueblos, aparece la guerra, que es un ahorro de tiempo y de desdicha, y consume los obstáculos al bienestar del hombre en una conflagración purificadora y necesaria…” [16]

El mismo discurso citado anteriormente muestra también los inconvenientes a la hora de reorganizar las fuerzas y la reserva que algunos hombres tenían con las ideas de Martí: "…No nos compunge andar un poco solos, en lo que se ve, sabiendo, como sabemos, que nuestro ejército está debajo de la tierra, y saldrá a su hora, y bajará del cielo, pronto y bien armado. Y del cielo lo bajó Martí, y lo sacó de debajo de la tierra…”[17] Era evidente el empeño de José Martí en la guerra y en unir a los cubanos, porque esas situaciones eran amalgamas. Él sostenía que la guerra era el fundamento de la unión y no la unión el fundamente de la guerra.

 

Cargando las armas: la guerra en la acción

No sólo en la teoría Martí se relacionó con la guerra. El conocido como Apóstol de la Independencia de Cuba también fue un osado militar que dejó su vida en el campo de batalla el 19 de mayo de 1895 en Dos Ríos. Llevó a cabo un movimiento insurreccional y creo el Partido Revolucionario Cubano (PRC), con el objetivo de dirigir la guerra y la revolución. En esta organización de tinte multiclasista incorporó veteranos y jóvenes apodados “pinos nuevos”. De esta manera considera también que la guerra es un procedimiento político, que se encuentra a cargo de un partido político como fue el Partido Revolucionario Cubano. [18]

En la práctica, Martí tenía claros los objetivos de su lucha en la guerra: la unión de los cubanos y la negación a cualquier tipo de anexión a Estados Unidos, ya que para él esto significaba la expansión imperialista por las tierras de nuestra América. De hecho él lo dice claramente: “…viví en el monstruo, y le conozco las entrañas; y mi honda es la de David. [19] El accionar de Martí en la guerra se circunscribe, sobre todo, a los hechos acaecidos hacia 1895, a los cuales los consideró una continuación de las contiendas de 1868. Entre las principales actividades se destaca el fracasado Plan Fernandina y la firma del Manifiesto de Montecristi junto Máximo Gómez. Pero los preparativos para llevar a cabo la Guerra Necesaria son anteriores.


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Ya desde la firma del Pacto del Zanjón, por medio del cual culmina la Guerra de los Diez Años hacia 1878, Martí busca la liberación de Cuba por medio de la Guerra Necesaria, a través de, por ejemplo, la reorganización del PRC, como comentamos anteriormente, porque considera que las mayores concesiones que ese escrito esgrime no se acercan en nada a su idea de Cuba. Es por eso que desde el exilio exclama: "¡Creen que vuelvo a mi patria! ¡Mi patria está en tanta fosa abierta, en tanta gloria acabada, en tanto honor perdido y vendido. Yo no tengo patria hasta que la conquiste. Voy a una tierra extraña donde no me conocen, y donde, desde que me sospechen, me temerán…". [20]

Sus aliados incondicionales en la lucha fueron Máximo Gómez y Antonio Maceo, a los cuales se suman la lealtad de viejos combatientes y nuevos, blancos y negros todos bajo el objetivo único de la libertad. Como le escribiera a Rodolfo Menéndez, el 3 de mayo de 1894:

“…se produce hoy en nuestra Patria  una situación revolucionaria ya madura, no por capricho de nuestro deseo ni pujo intenso de la emigración, sino por la confianza, aunque justa, por mi mismo inesperada, de la gesta activa y virtuosa del país en la obra desinteresada y ordenada de la emigración, y por las persecuciones ya apenas encubiertas del gobierno que amenazan, si no se les estorba a tiempo, mermar o desmigajar en el país las fuerzas de la revolución…”  [21]

Martí enfrenta la guerra junto con representantes de los sectores más radicales de las capas medias de la sociedad, en donde los trabajadores cubanos participaban activamente generando un proceso democrático revolucionario y de liberación nacional. Con el comienzo de la Guerra de 1895, estas ideas de tinte republicanas y democráticas a las que se asocia la lucha, se encuentran en íntima relación con un sentimiento latinoamericanista y antiimperialista. Y así como no comulga con el naciente imperio del Norte, sabe también que con España no hay negociación posible, que el único camino es el enfrentamiento armado, ordenado, breve y necesario, y esto queda muy claro en un poema dramático llamado Abdala, escrito a sus 15 años:

"¡A la guerra corred! ¡A la batalla,

Y de escudo te sirva, oh patria mía

El bélico valor de nuestras almas";

(…)

"Quien a su patria defender ansía

Ni en sangre ni en obstáculos repara";

y ya herido en el combate confiesa ante la muerte:

"¡Oh, qué dulce es morir cuando se muere

Luchando audaz por defender la patria!" [22]

En algún punto pareciera que a tan temprana edad estaba escribiendo su propio futuro, principio y fin que entremezcla ficción y realidad.

 

Conclusiones

La guerra de liberación nacional iniciada en Cuba el 24 de febrero de 1895 fue uno de los acontecimientos más importantes de nuestra América en el siglo XIX. Bajo un proyecto político ideado por José Martí, el objetivo general rondó en torno a la concepción nacionalista de independencia para la defensa de los pueblos del continente de fuerzas opresoras. La idea principal de Martí hasta el día de su muerte fue la de una guerra relámpago, teniendo a su vez en el frente de combate al “tiempo”, entendido como la posibilidad de reacción del atacado.

La idea de guerra de Martí también está vinculada con concebir la “necesidad” de la misma como un acto de justicia inmerso en un proyecto emancipador tendiente a generar modificaciones estructurales en la vida de los hombres. Y esas modificaciones se vinculan con el disfrute de derechos y una vida digna como eje central del desarrollo del pueblo cubano. Y esta reivindicación de la dignidad propia de un pueblo se daría inevitablemente, para Martí, por medio de la guerra, esa es la vía. Y bien claro lo dice: “…esta no es la revolución de la cólera, es la revolución de la reflexión…” [23]

Las acepciones que Martí le imprimió a la guerra se vieron frustradas en la praxis por una serie de acontecimientos. El primero de ellos fue su propia muerte al inicio de las contiendas, a lo que se suma la muerte de Antonio Maceo y la intervención en el conflicto armado de los Estados Unidos desatando una guerra hispano – cubano – norteamericana, con la consiguiente ocupación de la isla y la mediatización de la república, que nacería el 20 de mayo de 1902, con el apéndice neocolonial de la Enmienda Platt. [24]

Y resaltemos que José Martí fue un, pensador, un luchador civil devenido en soldado, a diferencia de Bolívar, San Martín u O’Higgins, quienes eran soldados, y no extraña que vieran en las armas el medio mejor para la liberación. Lo que si tenía bien en claro era que: "… una revolución es necesaria todavía: la que no haga presidente a su caudillo, la revolución contra las revoluciones, el levantamiento de todos los hombres pacíficos, una vez soldados, para que ni ellos ni nadie vuelvan a serlo jamás!..." [25] Pero mientras llegaba esa revolución de "pacíficos", para lograr la independencia de Cuba, comprendió que era necesario recurrir a la fuerza.

 


Notas:

[1] Claudio Gallegos - Universidad Nacional del Sur –(CONICET) – República Argentina.

[2] Si bien los hechos marcados serán explicados en el siguiente apartado es menester considerar que el Plan Gómez - Maceo fue un conjunto de actividades desarrolladas por antiguos jefes mambises y emigrados cubanos bajo la dirección de los mayores generales Máximo GómezAntonio Maceo, entre 18841886, con el objetivo de iniciar una nueva guerra por la independencia de Cuba, el cual, debido a numerosos factores adversos, culminó en el fracaso.

[3] Expresión que remite al inicio de la Guerra de los 10 Años o Guerra Grande, representa el primer enfrentamiento armado con los españoles.

[4] Para algunos representaba la derrota de la idea de una república independiente y sin esclavos, mientras que para otros era el comienzo de un nuevo tiempo en donde primaba el esfuerzo por incorporar de manera definitiva a Cuba dentro del Estado español.

[5] Foner, 1975; Fusi y Niño, 1996; Mesa, 1990.

[6] Baire es una ciudad cubana cercana a Santiago de Cuba.

[7] Foner, 1975: 80 - 81.

[8] Foner, 1975: 95.

[9] En 1803 Francia cedió la Louisiana; la península de Florida fue comprada a  España  en 1821; en 1867, Rusia vendió Alaska. Anteriormente, entre 1845 y 1848 ocuparon por la fuerza California, Nuevo México y Texas.

[10] En Versos Sencillos, Publicaciones de Aula de Letras (2002),  http://www.telefonica.net/c/aulasdeletras.

[11] “El general Sheridan ¡Felipín!”, en La Nación, Buenos Aires, 3 de octubre de 1888.

[12] Martí, 2000: 768, tomo 8

[13] Carta a Gonzalo Quesada y Benjamín J. Guerra, Jurisdicción de Baracoa, 16 de Abril de 1895. Epistolario. La Habana, 1931; 3 vols. III, págs. 181 – 185.

[14] Id. ant.

[15] Id. ant.

[16] Discurso en conmemoración del 10 de octubre de 1868, en Hardman Hall, Nueva York 10 de octubre de 1889.

[17] Id. ant.

[18] Martí, 1992:84 (El Partido Revolucionario Cubano).

[19] La carta inconclusa de Martí a su amigo Manuel Mercado. “Viví en el monstruo y le conozco las entrañas” 18 de mayo de 1895.

[20] Cartas de amistad. Biblioteca Ayacucho, 2003, pág. 45.

[21] Carta a Rodolfo Menéndez, 3 de mayo de 1894.

[22] Martí, 1869.

[23] Martí, 1988: 107.

[24] Ley del Congreso de Estados Unidos impuesta como apéndice a la Constitución cubana a principios del siglo XX, bajo la amenaza de la ocupación militar permanente de la isla.

[25] Martí, José. “Alea jacta est”, en El Federalista, México, 7 de diciembre de 1876, en Obras Escogidas, 1992: 99.

 

Bibliografía:

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Biagini, Hugo (2000).  Luchas de ideas en Nuestramérica. Buenos Aires: Leviatán.

Forner, Philip (1975). La guerra hispano - cubano - americana y el nacimiento del imperialismo (1895 – 1902), 1. Madrid:  Akal, volumen I.

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Gallegos, Claudio, “Colonialismo vs Imperialismo en el proceso independentista cubano”, en Cuadernos Americanos. Nueva Época, Universidad Autónoma de México, Año XXIV, N° 132,  (abril-junio del 2010a), pp. 117-136.

Lawrence Tone, John. (2006). Guerra y genocidio en Cuba: 1895 – 1898. Madrid: Turner.

Martí, José (2002). Versos Sencillos. Publicaciones de Aula de Letras, http://www.telefonica.net/c/aulasdeletras

__________, (2000). Obras Completas (9 tomos). La Habana: Crítica.

__________, (1869). Abdala. Escrito expresamente para la patria. La Habana: La Patria Libre.

__________, (1988). Cuadernos de Apuntes. La Habana: Editorial de Ciencias Sociales.

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Ripoll, Carlos (s/f). Martí: político, estadista, conspirador y revolucionario. En: http://eddosrios.org/marti/Marti_politico/politico_inevitable.htm

 

 

[div2 class="highlight1"]Cómo citar este artículo:

GALLEGOS, Claudio, (2012) “José Martí y la guerra necesaria”, Pacarina del Sur [En línea], año 3, núm. 10, enero-marzo, 2012. ISSN: 2007-2309.

Consultado el Viernes, 29 de Marzo de 2024.
. Disponible en Internet: www.pacarinadelsur.comindex.php?option=com_content&view=article&id=369&catid=14[/div2]