Una semblanza de la rebelión yaqui de 1740

A semblance of the yaqui rebellion of 1740

Um esboço da rebelião Yaqui de 1740

Martha Delfín Guillaumin

Recibido: 07-03-2015 Aceptado: 19-03-2015

 

Con este escrito pretendo identificar los principales brotes de rebeldía yaqui ocurridos en el siglo XVIII, particularmente las causas principales que determinaron los movimientos de resistencia indígena y el tipo de liderazgo que se dio en cada uno de ellos. También el tratar de conocer las condiciones socioeconómicas y políticas en que se desarrollaron esas rebeliones.

            En particular el término rebeliones lo tomo de Alicia Barabas quien dice que son aquéllas que “Aglutinaban varias comunidades de una misma etnia. En ellas se exaltaban los vínculos que unían a las diferentes unidades constitutivas del grupo étnico: las creencias comunes, una noción de territorialidad compartida, el reforzamiento de las alianzas parentales y/o políticas, etc.”[1]

 

Antecedentes históricos del pueblo yaqui

Las principales características del pueblo originario yoreme yaqui[2] al momento del contacto con los conquistadores y colonizadores españoles nos muestran que se ubicaban en el Valle del Yaqui, al sur del actual Estado de Sonora, en el siglo XVI. Eran un pueblo con un alto nivel de sedentarismo, en lo que ahora se denomina oasis América, perteneciente a  la familia lingüística yuto-azteca del grupo cahíta. Se ubicaban en 8 parcialidades divididas en alrededor de 80 rancherías dispersas; eran asentamientos ribereños y en el Valle del Yaqui. Sus principales actividades económicas eran el cultivo del maíz, la pesca, la  caza y la recolección. Entre los demás pueblos indígenas vecinos tenían fama de “valientes guerreros”.

Imagen 1. Río Yaqui y Río Mayo en el mapa del jesuita Eusebio Francisco Kino de 1710
Imagen 1. Río Yaqui y Río Mayo en el mapa del jesuita Eusebio Francisco Kino de 1710

            Los primeros contactos se dan desde 1538 cuando el fraile franciscano Marcos de Niza acompañado por el negro Estebanico -superviviente junto con Cabeza de Vaca, quien habló de ciudades llenas de riqueza en el norte de la Nueva España, es decir, Cíbola y Quivira- fueron en la búsqueda de dichas poblaciones. Más adelante, en 1564-1566, el colonizador vasco Francisco de Ibarra organizó un grupo de soldados y mineros con los cuales siguió el curso del río Mayo y parte del río Yaqui en busca de minerales como los que posteriormente se hallaron en Álamos, al sureste de Sonora, a fines del siglo XVII. Hacia 1591 llegan misioneros jesuitas a Sinaloa en la parte sur de Sonora, pero es hasta 1617 que se da la entrada del misionero jesuita Andrés Pérez de Ribas y cerca de treinta mil yaquis se empiezan a concentrar en 8 pueblos o comunidades.

Imagen 2. Los ocho pueblos yaquis
Imagen 2. Los ocho pueblos yaquis

Este personaje escribió más tarde su Historia de los triunfos de nuestra santa fe entre gentes las más bárbaras y fieras del nuevo orbe.El capítulo quinto de esa obra está dedicado a narrar las guerras que enfrentaron los conquistadores españoles contra los indígenas yaquis y de la reducción a la fe cristiana y sometimiento al rey de España de esta nación india debido a la labor de los misioneros jesuitas en la primera mitad del siglo XVII.

 

La rebelión yaqui de 1740

Las causas de este alzamiento son explicadas por los diversos autores consultados como resultante del deseo de los yaquis de emanciparse del yugo jesuita; esto era debido a que los socios de la Compañía no permitían a los yaquis salir de las tierras de misión para ir a trabajar en otros sitios agrícolas, ganaderos, de pesca o mineros pertenecientes a españoles particulares. Por otra parte, la casa dinástica de los borbones envió autoridades civiles que los representaban y que comenzaron a restarle poder a los misioneros jesuitas. En consecuencia, había contradicciones al interior del grupo español local, es decir, entre los jesuitas, los mineros, los comerciantes y las referidas autoridades civiles en relación al manejo de la mano de obra yaqui. Sumado a lo anterior hubo pérdida de cosechas en las tierras de misión por las crecidas del río Yaqui y los jesuitas querían enviar parte del mermado excedente agrícola a las misiones de la Península de Baja California, cosa que molestó a los pobladores yaquis.

            El desarrollo de esta rebelión se puede resumir de la siguiente manera: En los años 1738 y 1739 Juan Ignacio Usacamea, el Muni, gobernador yaqui de Huíribis, y Bernabé Basoritemea, gobernador yaqui de Ráhum viajan a la ciudad de México para entrevistarse y exponer sus quejas con el virrey arzobispo Juan Antonio de Vizarrón y Eguiarreta. De febrero a mayo de 1740 hubo asaltos yaquis a ranchos y propiedades de españoles exclusivamente, no fueron atacadas las misiones jesuitas. En julio de ese año el gobernador español de la Provincia de Ostimuri, Manuel Bernal de Huidobro, entregó el mando militar para someter a los yaquis al sargento Agustín Vildósola; meses más tarde, en diciembre, los yaquis nombraron capitán general del Yaqui a Juan Ignacio Usacamea, el Muni, quien ya había regresado de la ciudad de México. Este puesto significaba que los gobernadores de los ocho pueblos yaquis quedaban bajo sus órdenes para rebelarse. En marzo de 1741, Vildósola  apreso al Muni, a Basoritemea y a otros “caudillos peligrosos”, quienes después de un juicio sumario fueron ejecutados. El siguiente levantamiento yaqui sería en 1771 comandado por Calixto bajo el pretexto de un problema de aguas, pero no tuvo mayor impacto.[3]

Imagen 3. Portada de <em>Historia de los triunfos de nuestra santa fe</em>… y primera página del libro quinto sobre los enfrentamientos y sometimiento de los yaquis
Imagen 3. Portada de Historia de los triunfos de nuestra santa fe… y primera página del libro quinto sobre los enfrentamientos y sometimiento de los yaquis

            Como consecuencia de esta rebelión de 1740 fue sustituido el gobernador español Huidobro por Vildósola que era “hechura de los reverendos padres jesuitas”. Además, se crearon dos nuevos presidios en 1741, el de San Pedro de la Conquista en Pitic, Provincia de Sonora, y el de San Felipe de Jesús de Gracia Real de Guevavi o Terrenate en la Pimería Alta sonorense. En 1748 se dio la visita a Sonora del licenciado José Rafael Rodríguez Gallardo quien luego realizara su Informe sobre Sinaloa y Sonora (1750) a los monarcas borbones que lo habían enviado para inspeccionar la región. Entre otras cosas, su visita determinó la destitución del gobernador Vildósola, incentivar una política de poblamiento y aconsejar la secularización de las misiones norteñas, cosa que ocurrirá en 1767 con la expulsión de los jesuitas por mandato del monarca Carlos III.

            Por otra parte, vale señalar que la constante en los alzamientos yaquis del siglo XVIII fue la de mantener la autonomía de su territorio y sus formas de gobierno, es decir, la elección de autoridades indígenas sin la intervención del yori (español) y la libertad de emplearse en otros centros de trabajo aparte de las misiones jesuíticas.

            Las rebeliones yaquis continuaron a lo largo del siglo XIX independiente, son famosos los líderes rebeldes Juan Banderas, Cajeme y Tetabiate. A principios del siglo XX, Porfirio Díaz ordenó la deportación de los yaquis alzados y fueron enviados a lugares lejanos como Yucatán para trabajar prácticamente como esclavos. Luego de la Revolución Mexicana, en la década de 1920, muchos yaquis pudieron retornar al Valle del Yaqui. Su lucha no ha finalizado, actualmente defienden su territorio y el agua de su río en contra de la construcción de acueductos ajenos a sus intereses como lo evidencia esta nota periodística:

Vicam, Sonora. La tribu yaqui reafirma la defensa de sus aguas ante el nuevo gobierno federal encabezado por Enrique Peña Nieto, involucrado en el despojo y en la asignación de recursos para la construcción del Acueducto Independencia. En esta lucha los yaqui seguirán “hasta donde no deshonremos la lucha de nuestros antepasados”, afirma Tomás, poblador de Vicam, donde esta semana sonaron los tambores tradicionales y se instalaron mantas de protesta en la carretera federal, en medio de la ola de frío más intensa que se ha sentido desde hace 20 años.

[…] La tribu yaqui enfrenta la amenaza más grande contra su existencia como pueblo en los últimos tiempos: el despojo de las aguas que les dan sustento, tanto económico como cultural, debido al megaproyecto que el gobierno estatal intenta imponer pese a las resoluciones judiciales en su contra, apoyado por Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT).[4]



Notas:

[1] Alicia M. Barabas, “Rebeliones e insurrecciones en Oaxaca: la trayectoria histórica de la resistencia étnica”, en Etnicidad y pluralismo cultural. La dinámica étnica en Oaxaca, México, INAH, 1986, pp. 213-256.

[2] Yoreme, hombre; yaqui, el que habla fuerte.

[3] Evelyn Hu-DeHart, “Rebelión campesina en el Noroeste: los indios yaquis de Sonora, 1740-1976”, en Friedrich Katz, compilador, Revuelta, rebelión y revolución, México, Editorial Era, 1999, Tomo 1, pp. 135-163.

Patricia Escandón, “Fuego en el Yaqui: rebeliones y movimientos de resistencia (1740, 1771 y 1826-1833)”, en Nuestra América, México, CECYDEL-UNAM, N° 22, enero-abril 1988, pp. 155-165.

 

Cómo citar este artículo:

DELFÍN GUILLAUMIN, Martha, (2015) “Una semblanza de la rebelión yaqui de 1740”, Pacarina del Sur [En línea], año 6, núm. 24, julio-septiembre, 2015. ISSN: 2007-2309.

Consultado el Viernes, 19 de Abril de 2024.

Disponible en Internet: www.pacarinadelsur.comindex.php?option=com_content&view=article&id=1185&catid=6