Un debate sobre las “herencias” católicas en la cultura política de Montoneros[1]

A debate on Catholic “inheritances” in the Montoneros political culture

Um debate sobre a "herança" católica na cultura política dos Montoneros

Laura Palma

RECIBIDO: 25-11-2016 APROBADO: 12-12-2016

 

A partir del triunfo de la Revolución Cubana en enero de 1959, comenzaron a aparecer en el escenario político de casi todos los países de América Latina numerosas organizaciones armadas que se desarrollaron y alcanzaron especial relieve, durante las décadas del sesenta y setenta en el Cono Sur, y poco después cobraron fuerza en Centroamérica. En Argentina, el paso decisivo para su expansión fue la instauración de un gobierno de facto a partir del 28 de junio de 1966, al ser derrocado el gobierno constitucional del presidente Arturo H. Illía y asumir el poder el general Juan Carlos Onganía. Este régimen disolvió el parlamento y los partidos políticos, intervino las universidades y canceló la vigencia de la Constitución Nacional. Tres años después de su implantación, el 29 de mayo de 1969, un levantamiento popular, en la ciudad de Córdoba, daría paso a la huelga obrera y estudiantil que se conoció como el “cordobazo”. Este hecho de protesta colectiva, conformó un amplio movimiento de oposición política y social con eje en la clase trabajadora y en el movimiento estudiantil, que expresó con huelgas y manifestaciones callejeras, su repudio a la dictadura militar autoproclamada como “Revolución Argentina”.

En este contexto, a principios de la década del setenta, apareció en la escena pública la agrupación político-militar Montoneros, que condensó varios rasgos característicos de otras organizaciones que surgieron en América Latina, aunque estaba suscripta a aspectos específicos inherentes al desarrollo histórico nacional. Muchos de sus jóvenes  fundadores provenían de agrupaciones cristianas y estaban fuertemente influenciados por la Revolución Cubana, por las luchas anti-coloniales en África y por la heroica  resistencia del pueblo vietnamita a la invasión norteamericana. La mayoría de estas expresiones de la nueva izquierda confrontaban la tradición reformista y la estrategia parlamentaria de los partidos marxistas históricos – socialistas y comunistas - y reivindicaban la lucha armada como un camino válido para la transformación social. En el caso de Montoneros se vinculó desde su origen a una lectura del pasado en “clave” revisionista y nacionalista-popular, desde esa perspectiva identificaron al peronismo como movimiento revolucionario, y reinterpretaron al mismo enlazándolo con objetivos socialistas.

¿Quiénes conformaron esta organización? ¿Cuáles eran sus objetivos políticos? ¿Cuáles fueron las causas por las que luchaban sus integrantes? Estas suelen ser  algunas de las preguntas que aparecen en la bibliografía académica y en algunos textos testimoniales, a la hora de definir una organización una de cuyas consignas principales fueron “La vida por Perón; Evita y la Patria Socialista”, y que reunió a miles de jóvenes en la década del setenta.


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Con el propósito de explicar algunas de las preguntas mencionadas, las investigaciones académicas han puesto especial atención en la búsqueda del origen de la organización y a partir de ello intentar definir su carácter. La primera aproximación en este sentido, aunque su trabajo no se limita solo al origen, es la hipótesis sostenida en el texto Soldados de Perón, los Montoneros, publicado en 1987 por el politólogo inglés Richard Gillespie, a los pocos años de finalizar la dictadura. La tesis que articula el trabajo de este  del autor, afirma que la génesis de Montoneros se debe esencialmente a la evolución interna del “nacionalismo autoritario” argentino, que respondía a los modelos conservadores europeos, y a los postulados del catolicismo conservador en Argentina.[2] Esta idea fue aceptada como válida durante años, por escritores y académicos y ha pasado al sentido común de algunas franjas de la sociedad. Pero su importancia radica, principalmente, en que ha sido fuente de inspiración de buena parte de las investigaciones, interpretaciones y ensayos que hacen referencia al surgimiento de la organización Montoneros.

La idea que inspira esta interpretación, sostiene que existe una “línea evolutiva”   que identifica sus inicios con la aparición de agrupamientos más lejanos como la  organización paramilitar Liga Patriótica fundada en 1919, más tarde con la “uriburista” (por el general José F. Uriburu), denominada Legión Cívica (1930-1932), y que tendrá una prolongación durante los años cincuenta con la falangista Tacuara. Esta lectura ha sido cuestionada por otros autores que prefieren poner el acento en factores más vinculados a la tradición del nacionalismo popular y al revisionismo histórico. No obstante, algunos investigadores y estudiosos de los años setenta, insisten con la idea de vincular el origen de la organización con la evolución del catolicismo conservador integrista argentino, y derivado de él, el tema que desarrollaremos en este ensayo, acerca de la supuesta preservación de elementos de dicha tradición en la cultura política de Montoneros.

Como mencionamos, muchos de los jóvenes que formaron Montoneros habían tenido una militancia previa en organizaciones cristianas de base, en particular de aquellas agrupaciones del mundo católico que realizaban labores de ayuda en las barriadas pobres, con los trabajadores rurales y pobladores de zonas marginadas.  Sin embargo, el origen de Montoneros se inscribe y está vinculado al proceso “renovador” dentro y fuera de la Iglesia, que surgió sobre todo en la década del sesenta, gestado a partir del Concilio Vaticano II, entendido en términos de ruptura con las tradiciones presentes en el mundo católico institucional de ese entonces: el integrismo, la línea liberal y la democratacristiana. Una serie de organizaciones respondieron no sólo a los llamados del Concilio, sino también al proceso de radicalización política e ideología que atravesaron amplios sectores de la población en América Latina durante los años sesenta y setenta, que se evidenció, en el caso argentino, con el ya citado “cordobazo” de mayo de 1969, pero que también estaba marcado por fenómenos externos, de manera notoria el triunfo  de la Revolución Cubana y que dentro del cristianismo aparecía representado por la figura del cura colombiano y combatiente guerrillero, Camilo Torres.

Un grupo de diversas organizaciones, fracciones de ellas o referentes políticos que actuaron de manera personal, comenzaron un proceso de revisión dentro del catolicismo, que incluía al Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo (MSTM), curas obreros y otros que actuaban en las villas miseria (barrios urbanos marginados), también integrantes del laicado católico, de organizaciones que pertenecían a la Iglesia (Acción Católica)[3], y otras que mantenían su autonomía, dentro de las que se incluyen a varias agrupaciones universitarias, así como una franja de la Democracia Cristiana y los debates y propuestas de la revista Cristianismo y Revolución. Dentro de esta constelación de organizaciones el origen de Montoneros está vinculado al sector laico, en particular sus expresiones más radicalizadas.

 Durante los años sesenta, se produce, dentro de la Iglesia, un proceso de radicalización relevante que se hace explícito en el enfrentamiento entre gran parte de la juventud y la jerarquía eclesiástica, que se expresa en un fuerte anticlericalismo, y que comienza tempranamente en la etapa pre-concilio (1955-1963). Este descontento juvenil se traduce en dos fenómenos principales. Por una parte en la deserción de muchos militantes de Acción Católica que comienzan a buscar otros ámbitos de participación en organizaciones políticas, en primer lugar en grupos de izquierda, y más tarde una fracción relevante se orienta hacia el peronismo, en la forma de “peronización” mediante la reinterpretación y rescate político de ese movimiento social como identidad popular mayoritaria. Mientras que, por otro lado, comienza tempranamente, en la etapa  pos-golpe de Estado contra el gobierno de Perón (1955) un proceso de “relocalización” de militantes en otras organizaciones del catolicismo de base.[4]

Fuera de la Institución, aunque también en su interior, sobre todo entre las corrientes liberales y democratacristianas -punta de lanza del proceso renovador-, aparecen grupos, individuos y fracciones que comienzan a cuestionar sus postulados doctrinarios al calor de la apertura provocada por el Concilio Vaticano II; las Encíclicas sociales referidas a la región latinoamericana y la Conferencia General del Episcopado Latinoamericano realizada en Medellín (agosto y septiembre de 1968). Estos referentes doctrinarios introdujeron – como tema de reflexión teórica y fuente de preocupación política– el problema del desarrollo desigual entre naciones, el neo-colonialismo, la idea de “liberación” nacional y social, junto a la difusión de la recién enunciada “Teoría de la Dependencia”, la legitimidad de la “lucha de los pueblos” y la utilización de la violencia, como instrumento aceptado, para combatir al imperialismo y a las clases dominantes.[5]

La idea de que Montoneros conservó en su cultura política elementos de una tradición católica conservadora y lo tradujo en su práctica política, es una idea que aparece en muchos textos que examinan a esta organización. En este sentido aparece la hipótesis que la menciona portadora de un “mesianismo redentor”, traducido en su práctica política, como una especie de apostolado destinado a salvar a los pobres.

Al respecto algunos autores han sugerido que el militarismo y el uso de la  lucha armada, tienen su origen en la raíz católica de la organización. Por ejemplo, un politólogo como Carlos Altamirano, afirma que el “mesianismo católico” es el elemento que explica el proceso posterior de militarización.[6] Sin embargo, éste fenómeno, se extiende también a otras organizaciones político-militares que tenían su filiación política en los principios del marxismo-guevarismo, como es el caso del PRT-ERP (Partido Revolucionario del Pueblo-Ejército Revolucionario del Pueblo). En esta tesis está implícita la idea que afirma que Montoneros portaba valores heredados del integrismo católico. La operación intelectual de este tipo de análisis, consiste en plantear un proceso de traducción de contenidos cristianos a valores seculares, privilegiando la continuidad de esos postulados doctrinarios.

El integrismo católico era la corriente dominante dentro de la Iglesia y del mundo católico en general, y en términos doctrinarios sustentaba filosóficamente, una mezcla de conservadurismo tomista y doctrina social, y en el campo político había sido el sustento de una de las vertientes principales del autoritarismo de perfil conservador, aquella que privilegiaba el corporativismo y el nacionalismo.


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La Iglesia argentina, desde los primeros tiempos de la conformación del Estado Nacional, había entablado un fuerte vínculo con las Fuerzas Armadas y se pronunció en favor de los golpes de Estado que atravesaron más de medio siglo de historia local. Se alineó con los sectores oligárquicos que provocaron el primer pronunciamiento militar, en septiembre de 1930, contra el presidente Hipólito Yrigoyen, propició después la conspiración que derrocó al gobierno de Juan D. Perón en 1955, apoyó más tarde el golpe encabezado por el general Juan Carlos Onganía (junio de 1966) y colaboró activamente, con la peor dictadura de la historia argentina, la que se instauró en marzo de 1976.[7] Sin embargo, en términos políticos y filosóficos el integrismo, que practicaban algunos de los jóvenes militantes, era esencialmente, una doctrina anti-moderna y su política había sido durante casi todo el siglo veinte, la de postularse como rectora de una contra-sociedad que combatiera principios, ideas y elementos culturales de la modernidad, entendida como la sociedad del consumo y el reinado de valores materiales efímeros.

La enorme fisura que significó el “movimiento renovador” responde a que éste movimiento expresaba una apertura a la modernidad y a la idea de impulsar una profunda reforma económica y social sobre bases populares. En este sentido hay que considerarlo en términos de ruptura no sólo con la tradición integrista, sino también con otras líneas que actuaban dentro del catolicismo: el liberalismo y el socialcristianismo. Durante estos años sectores, fracciones y dirigentes de este movimiento aceptaron y adoptaron ideas que les eran “ajenas” y que pertenecían a la modernidad: la peronización de muchos de sus miembros, movimiento que fue interpretado en términos “revolucionarios o reformistas” según su propia definición, el socialismo, el marxismo como marco conceptual, la experiencia cubana como confirmación de la justeza y viabilidad de la revolución en nuestro continente, la guerra de Vietnam y la lucha armada. La amplitud y profundidad de los renovadores radica en que estas ideas-fuerza eran parte de la modernidad. Y en este movimiento se inscribe el proceso originario de Montoneros.

Entendemos como errónea la idea de atribuir –como factor unicausal a un pasado católico conservador ciertas prácticas políticas– el papel detonante de la vanguardia armada en los procesos sociales - que interpretamos como una deriva  otras tradiciones, en este caso a una “cultura de izquierda”, derivada principalmente de la Revolución Cubana. En la lectura, demasiado lineal del movimiento revolucionario cubano, hay que buscar las causas de los inconvenientes que trajo consigo, por ejemplo, la “militarización” de las instancias organizativas, y en la falta de problematización de la propuesta de la lucha armada y su vínculo con la política.

Sin embargo, si nos acercamos a la experiencia de vida y militancia de los ex-integrantes de Montoneros y específicamente al sector que provenía del pensamiento social-cristiano, podemos confrontar lecturas y enriquecer el análisis, ya que si recordamos, la organización se nutrió más tarde, de otras vertientes, lo que plantea la posibilidad de pensar en una “segunda fundación” que modificó la homogeneidad nacional-popular original. Mediante la realización de entrevistas se pueden identificar elementos que aparecieron en los testimonios y que consideramos presentes en la cultura política de la organización, entendida como formas de concebir la política, valores, identidad y compromiso militante.

En primer lugar, hay que señalar que la formación cristiana de los militantes que conformaron más tarde Montoneros, fue la base que permitió el acercamiento hacia los sectores desplazados de la sociedad. En este sentido Ignacio Vélez – integrante de uno de los grupos fundadores en la provincia de Córdoba - menciona que: “la formación cristiana fue la base primaria, sensible, esencial, de nuestro compromiso con las clases explotadas. El viejo ‘amar al prójimo como a ti mismo’, el compromiso evangélico hecho carne y sangre en la comunión con los pobres nos convocaba a ser la levadura en la masa”.[8]


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Uno de los elementos que se expresa de manera enfática en algunos testimonios recogidos, es el “ascetismo”. Un estilo de vida austero, una práctica que rechazaba las comodidades, elementos materiales y de consumo. Por ejemplo, uno de los entrevistados menciona que durante el proceso de fusión con las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), que tenía un pasado distinto, más vinculado a ciertos sectores de la izquierda tradicional (Partido Comunista y Partido Socialista), aparecieron diferencias en los códigos y en la forma de abordar la militancia: “ellos se reían de nuestros códigos de ética que eran muy estrictos. Nos cargaban, porque nosotros teníamos un modo de vida muy…exigente. En cambio ellos eran más laxos”.[9] Al respecto, Ignacio Vélez cuenta que junto al debate sobre la necesidad de formar el grupo armado apareció el de las formas de vida: “había que terminar con la costumbre… de perder el tiempo en discutir politiquería hasta la madrugada entre vinos y empanadas. Había que vivir ascéticamente. Ser fríos, eficientes y selectivos. Rigurosos en nuestras vidas privadas y totalmente solidarios entre nosotros”.[10] 

Mencionamos que el ascetismo aparece como un factor importante en los grupos fundadores, sin embargo hay que señalar que también estaba presente, aunque se manifestara de diferente manera, en la “cultura guevarista” y en el concepto del hombre nuevo, muy difundido en esa época. Del mismo modo, aparecen otros elementos, por ejemplo la entrega en el esfuerzo y compromiso militante y en la actitud ante la muerte: “dar la vida por la revolución”, “la vida por el otro”, “patria o muerte”, y sin embargo, vale preguntarse si estos elementos pertenecían también a una “tradición de izquierda” que asumieron como propia las agrupaciones surgidas en las décadas de los sesenta y setenta.

El tema de las similitudes entre una “cultura cristiana” y una “cultura de izquierda” de origen marxista es un tema muy presente en la bibliografía sobre la organización. Por ejemplo, Ignacio Vélez se pregunta si la actividad que practicaban sus militantes era una “imitación a Cristo o al Che. Sacrificio testimonial o lucha redentora. Jesús el salvador de las almas o los salvadores de la patria. Dar la vida por la salvación del otro, o “patria o muerte”. Iglesias distintas de una misma religión”.[11] En todo caso podría señalarse que los puentes que las unen se deben a que ambas pertenecen en términos “culturales” a la “cultura cristiana occidental”.

La idea que encuentra los orígenes de la organización unidos al integrismo católico, es el fundamento principal que sitúa a Montoneros como una estructura clandestina, vinculada a un pasado “oscuro”, cargado de valores propios de una vanguardia “iluminada”, portadora del proyecto emancipador.  Esta lectura cobró fuerza en ciertas corrientes académicas y buscar, en ese pasado “turbio” cargado de componentes épicos y dominado por la pasión del sacrificio personal, se ha vuelto un ejercicio repetitivo para ciertos estudiosos del tema.[12] El fenómeno que rodeó el nacimiento de esta organización político-militar fue, sin duda, el “movimiento renovador” dentro y fuera de la Iglesia católica, entendido en términos de ruptura con las tradiciones católicas que lo precedieron.

Con la reformulación doctrinaria y su identificación con el peronismo como bandera política de la clase trabajadora, Montoneros  se expresa como una  organización moderna, contemporánea. Y esa contemporaneidad estaba marcada, por diversos referentes, entre otros, por la Revolución Cubana, la exaltación del referente utópico del “hombre nuevo” guevarista y una  propuesta radical de  transformación social. Su principal motor de acción política, estaba orientado por las “ideas-fuerza” que se desprendían de estos acontecimientos, y que marcaron la práctica y el compromiso político  de toda una generación.

Por el contrario, la tesis con la que debatimos, se limita a encontrar en un pasado en un pasado “antimoderno”, las causas de sus formas de actuar y especialmente la explicación de sus errores políticos posteriores (confrontación con el aparato sindical y con las estructuras formales del peronismo; gradual aislamiento de los frentes de masas; vanguardismo ideológico y preeminencia del factor militar).

Por nuestra parte, entendemos que el estudio acerca de los orígenes así como el derrotero que marcó el vertiginoso surgimiento y derrumbe de Montoneros, requiere de un estudio y análisis ponderado de un conjunto de variables. Algunas de ellas fueron expuestas en este ensayo.

 

Notas:

[1] Este trabajo es parte de la tesis de Doctorado titulada “Montoneros: representaciones políticas identitarias y cultura política”, presentada recientemente en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

[2] Gillespie Richard, Los Montoneros, soldados de Perón, Grijalbo, Buenos Aires, Argentina, 1982.

[3] Sobre la renovación católica véase, Touris, Claudia, “Profetismo, política y neo-clericalismo en el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo (MSTM) en Argentina”, en Anuario IEHS, n°24, año 2009, Buenos Aires, pp. 477-499; y Lenci, Laura, “La radicalización de los católicos en la Argentina. Peronismo, cristianismo y revolución (1966-1971)”, en Cuadernos del CISH, 1998, Año 3 N° 4, pp. 174-200.

[4] Sobre este proceso véase, Habegger, Norberto, “Apuntes para una historia”, en Mayol, Alejandro, Habegger, Norberto y Arturo Armada, Los católicos posconciliares en la Argentina, Editorial Galerna, Buenos Aires, 1970, p. 91-197; y Lenci, Laura, ídem.

[5] Respeto a las Encíclicas y la Conferencia del Episcopado en Medellín, véase Touris, Claudia, ídem.

[6] Altamirano, Carlos, “Cazadores de utopías, el film y la historia. Montoneros”, en revista Punto de Vista n° 55, agosto de 1996, Buenos Aires, Argentina.

[7] Sobre la historia de la Iglesia argentina véase, Di Stefano, Roberto, Zanatta Loris, Historia de la iglesia Argentina. Desde la conquista hasta fines del siglo XX, Sudamericana, Buenos Aires, 2009; Caimani, Lila, Perón y la Iglesia católica. Religión, Estado y sociedad en la Argentina. (1943-1955), Emecé, Buenos Aires, 2010; Verbitsky, Horacio, Cristo Vence. La iglesia argentina. Un siglo de historia política (1884-1983), Tomo I, De Roca a Perón, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 2007, La violencia evangélica. De Lonardi al Cordobazo (1955-1969), Tomo II,  Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 2008, Vigilia de armas. Del Cordobazo de 1969 al 23 de marzo de 1976. Tomo III, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 2009.

[8] Vélez Ignacio, “Montoneros. Los grupos originarios”, en revista Lucha Armada, n° 2, marzo-abril-mayo, 2005, Buenos Aires, p. 4-25.

[9] Entrevista a Elvio Alberione; Ciudad de Córdoba; Argentina; marzo de 2014.

[10] Vélez, Ignacio, ídem.

[11] Vélez, Ignacio, ídem.

[12] Hugo Vezzetti, Sobre la violencia revolucionaria, Buenos Aires, Siglo XXI, 2009, pp.131-196.

 

Bibliografía:

Gillespie, Richard, Los Montoneros, soldados de Perón, Grijalbo, Buenos Aires, Argentina, 1982

Touris, Claudia, “Profetismo, política y neo-clericalismo en el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo (MSTM) en Argentina”, en Anuario IEHS, n°24, año 2009, Buenos Aires, pp. 477-499

Lenci, Laura, “La radicalización de los católicos en la Argentina. Peronismo, cristianismo y revolución (1966-1971)”, en Cuadernos del CISH, 1998, Año 3 N° 4, pp. 174-200

Habegger, Norberto, “Apuntes para una historia”, en Mayol, Alejandro,

Habegger, Norberto y Arturo Armada, Los católicos posconciliares en la Argentina, Editorial Galerna, Buenos Aires, 1970, p. 91-197

Altamirano, Carlos, “Cazadores de utopías, el film y la historia. Montoneros”, en revista Punto de Vista n° 55, agosto de 1996, Buenos Aires, Argentina

Di Stefano, Roberto, Zanatta Loris, Historia de la iglesia Argentina. Desde la conquista hasta fines del siglo XX, Sudamericana, Buenos Aires, 2009

Caimani, Lila, Perón y la Iglesia católica. Religión, Estado y sociedad en la Argentina. (1943-1955), Emecé, Buenos Aires, 2010

Verbitsky, Horacio, Cristo Vence. La iglesia argentina. Un siglo de historia política (1884-1983), Tomo I, De Roca a Perón, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 2007

_____, La violencia evangélica. De Lonardi al Cordobazo (1955-1969), Tomo II,  Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 2008

_____, Vigilia de armas. Del Cordobazo de 1069 al 23 de marzo de 1976. Tomo III, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 2009

Vélez, Ignacio, “Montoneros. Los grupos originarios”, en revista Lucha Armada, n° 2, marzo-abril-mayo, 2005, Buenos Aires, p. 4-25

Vezzetti, Hugo, Sobre la violencia revolucionaria, Siglo XXI Editores, Buenos Aires, 2009

Entrevista a Elvio Alberione; Ciudad de Córdoba; Argentina, marzo de 2014.

 

Cómo citar este artículo:

PALMA, Laura, (2017) “Un debate sobre las “herencias” católicas en la cultura política de Montoneros”, Pacarina del Sur [En línea], año 8, núm. 30, enero-marzo, 2017. ISSN: 2007-2309.

Consultado el Martes, 16 de Abril de 2024.

Disponible en Internet: www.pacarinadelsur.com/index.php?option=com_content&view=article&id=1438&catid=13