Al fondo, a la izquierda, en el 22 (el Movimiento Inquilinario de Veracruz en seis fuentes primarias)

In the background, on the left, in 22 (the Tenant Movement of Veracruz in six primary sources)

No fundo, à esquerda, no 22º (o Movimento do Inquilino de Veracruz em seis fontes primárias)

Arturo E. García Niño[1]

 

In the next room a man fightin' with his wife/Over dignity.

Bob Dylan

Portón

Si un aporte central pudiéramos reconocerle al Movimiento Inquilinario del puerto de Veracruz, iniciado en febrero de 1922, es haber sido representativo de las condiciones sociales prevalecientes por aquel entonces en la ciudad, en el estado y en el país,[2] así como de haber generado posibilidades para la creación de organizaciones sociales -obreras y campesinas- que serían decisivas en la entidad federativa durante las décadas de los veinte y treinta del siglo pasado -la Liga de Comunidades Agrarias vendría a ser el ejemplo más claro de una organización generada por el tal Movimiento Inquilinario (De la Mora, 2002)-, sin olvidar que la tercera década del siglo pasado en el estado de Veracruz fue revulsiva y se vio  inundada por una gran cantidad de movimientos sociales de variado cuño (Fowler Salamini, 1979; Falcón, 1977; Agetro, 1942; Salazar y Escobedo, 1972; Gil, 1960; Domínguez Pérez, 1986; Skerrit Gardner, 1989; García Morales y Falcón, 1986; Reyna Muñoz, 1996; Corzo Ramírez/ Skerrit Gardner/ González Sierra, 1986; De la Mora, 2002 y 2002a).

Dadas sus características -la espontaneidad;[3] la participación de las mujeres, y de las prostitutas en específico, nucleadas en el Grupo de Mujeres Libertarias que trascendería en el tiempo al movimiento, como se verá páginas adelante; su fuerte presencia en la vida cotidiana del puerto, su incidencia en el estado;  su resonancia más allá de nuestras fronteras; la figura emblemática de Herón Proal y el haber dividido tajantemente a la población- el Movimiento Inquilinario provocó que los acercamientos en torno a su proceso hayan ido de un extremo  al otro: de la mitificación al anatema; no en balde logró integrar en su seno a más del 80% de la población porteña, habitante de más de cien patios de vecindad existentes por entonces -para dimensionar lo anterior es pertinente tomar en cuenta que la población total de la ciudad en 1921 era de casi 55, 000 personas (García Mundo, 1976; Taibo II, 1986)-. 1922 es, entonces, en el puerto de Veracruz, el año del Movimiento Inquilinario, que vino a romper la cotidianidad porteña, instalándose en las calles y en las plazas y convirtiéndose en tema que polarizaba las sobremesas familiares y las tertulias en los cafés y bares.

Recuerdo que durante los tiempos del movimiento inquilinario no pagaba uno en los tranvías ni en los camiones, porque Proal y su gente habían decretado que el transporte era del pueblo y de nadie más. ¡No’mbre!, todo los chamacos nos subíamos a dar de vueltas por toda la ciudad nomás por puro gusto y, cuando nos bajábamos, le quitábamos “el trole” y salíamos corriendo con el tranviario detrás de nosotros bien encabronado y mentando madres. También recuerdo que al principio sí hubo temor por los proalistas y no nos dejaban salir, pero luego la cosa cambió, porque la gente se dio cuenta, eso creo yo, que también los beneficiaba a ellos, digo, me refiero, a la gente de abajo, porque los ricos pues sí temían. (Rodríguez Saborido, 1999)

Vista de un patio de vecindad en Veracruz en la década de 1920
Imagen 1. Vista de un patio de vecindad en Veracruz en la década de 1920. https://efacico.wordpress.com/   

A fin de cuentas un novísimo ejercicio del espacio urbano se manifestaba en el puerto de Veracruz como saldo del Movimiento Inquilinario, el cual convocaba ya, y lo seguiría haciendo en los tiempos por venir, tanto alabanzas como detracciones. Y acudiendo al llamado de éste -del movimiento, pues-, y al través de las líneas por venir como resultado de una pesquisa en seis fuentes primarias,[4] revisaré los sucesos del primer y decisivo año en la vida del Sindicato Revolucionario de Inquilinos del puerto de Veracruz, enfatizando la atención en lo referente a su creación, crecimiento y apogeo, hasta llegar a los hechos sangrientos del 5/6 de junio y la posterior promulgación de la Ley Inquilinaria por el Gobierno del Estado. Mi objetivo central estriba en contrastar y criticar las interpretaciones y versiones que aparecen en cada una de las seis fuentes señaladas, analizando sus posiciones e intentando precisar su “veracidad” respecto a los acontecimientos, lo que se irá desgranando en el propio ejercicio narrativo, en el tal relato que le dicen; únicamente eso.

Adelantó que el cuestionamiento de las fuentes no se llevó a efecto con la intención de ofrecer una nueva versión ni enmendarle la plana a las que considero las tres obras más serias sobre el tema en orden de aparición: las de García Mundo,[5] Taibo II (1986) y De la Mora (2002a), esta última la más puntual -asimismo, es justo señalar que la primera obra que trató el tema fue la de Salazar y Escobedo (1923; 1972) y que el primer historiador que se acercó a él desde la academia fue Gill (1960)-, sino de interrogarlas con el fin de especificar las particularidades informativas de cada una de ellas y al final, basado en el diálogo establecido con las seis fuentes en cuestión, precisar las diferencias y contradicciones detectadas entre ellas mediante el contraste interdiscursivo, atendiendo por supuesto a las circunstancias espaciales y temporales incidentes en la producción de los discursos. Ello, no sobra reiterarlo, con seguridad no modificará las interpretaciones contenidas en las tres obras citadas líneas atrás -García Mundo, Taibo II, De la Mora-, cuyas conclusiones generales considero válidas todavía -con la salvedad de lo ya asentado respecto a García Mundo-, aunque sí precisará las diferencias que entre sí manifiestan las fuentes objeto de mi approach: El Dictamen; Blázquez Domínguez; Bolio Trejo; Agetro; García Auli; Salazar y Escobedo.

En concreto y para matar cualquier equívoco: las líneas venideras, producto de una especie de vocación para el trabajo de albañilería, de levantamiento de andamios y de pavimentación de caminos, pretenden sólo, y siempre sólo, poner a disposición de quienes se interesen en el tópico mi lectura del conjunto de fuentes elegidas; en este sentido el trabajo es más heurístico -una exposición del descubrimiento de detalles/diferencias- que hermenéutico -un análisis, a la luz de una interpretación macro, de los detalles/diferencias encontradas-, lo que considero es opción valedera y legítima en el hacer historiográfico. Metafóricamente hablando el texto se acerca a la dactiloscopia, porque busca precisar las diferencias existentes en las fuentes que, como las huellas dactilares, son únicas por manifestar de siempre inmutabilidad, inalterabilidad y variabilidad; y vienen a ser  los usos y apropiaciones diferentes que de ellas hacemos -desde variadas matrices de entrada investigativa acordes con los paradigmas científicos a que nos adscribamos- los que generarán variopintas interpretaciones de las mismas, tal y como lo hacen en su caso y para el tema en cuestión, los ya multicitados García Mundo, Taibo II y De la Mora.

Más allá del cumplimiento de lo anunciado en los renglones precedentes y teniéndolo como basamento informativo, al final de la pesquisa aventuraré la opinión que, a la luz de lo hallado en las seis fuentes abordadas, considere pertinente respecto al movimiento inquilinario, independientemente de que a lo largo del texto iré asentando aquellas precisiones/opiniones que aclaren mi posición, ya que esto, insisto, es una lectura/contrastación de fuentes tendente a precisar las particularidades discursivas de cada una de ellas frente a las demás; y por supuesto es una crónica, acompañada de apostillas que contienen lo extraído del aparato crítico utilizado y emanado de lo vuelto evidente al través de mi lectura, “un relato, y no un análisis… que pude hacer y consideré pertinente… entretejerlo en el relato, de manera que apareciera en el momento conveniente para comprenderlo.” (Womack Jr., 1969: XII) Espero valga y logre lo dicho.

 

El 22

El mundo asiste, en 1922, al cambio de poderes en El Vaticano: muere Benedicto XV y asume el trono pontificio Pío XI, casi a la par que Benito Mussolinni asume el poder en Italia y desde donde impulsara en octubre la gran marcha a Roma, que reunirá a 40 000 fascistas y demostrará la fuerza de éstos para, en noviembre, asumir “plenos poderes” mediante el acuerdo del parlamento; los ingleses encarcelan a Gandhi por convocar a la desobediencia civil, como acto magno de resistencia frente al colonialismo británico en India; en la todavía Rusia -hasta diciembre de este año adoptará el de Unión de Repúblicas Soviéticas y Socialistas- José Stalin es elegido Secretario General del Partido Comunista; el IRA ejecuta en julio al mariscal Wilson, responsable del orden en el Ulster, contradiciendo a quienes apostaban a que el tratado de Londres, firmado un año antes, acabaría con la lucha entre católicos y protestantes, y poco después, en agosto, ejecuta a Michael Collins, signatario del tratado y primer jefe del Estado Libre de Irlanda; en Monza, Italia, se corre por vez primera una carrera de automóviles y gana la marca Fiat; Howard Carter, arqueólogo inglés, descubre la tumba del faraón Tutankamon; muere Marcel Proust, autor de una obra seminal en la literatura de todos los tiempos: En busca del tiempo perdido; un conjunto de sismos en Chile dejan como saldo dos mil muertos y treinta mil heridos; Albert Einstein gana el Premio Nobel de Física y Jacinto Benavente el de Literatura; James Joyce publica Ulises y genera la transformación definitiva e integral de la concepción y el ejercicio de la literatura universal con la irrupción del monólogo como el ejercicio de la racionalidad que arrincona a la concepción mítica del mundo y del ser, “el giro lingüistico” se manifiesta así como acto social de la modernidad. En México es aprobada la construcción del tramo ferrocarrilero México-Tampico, que tendrá una extensión de 480 kilómetros; David Alfaro Siqueiros, José Clemente Orozco y Diego Rivera, entre muchos artistas, fundan el Sindicato de Pintores, Escultores y Grabadores Revolucionarios de México; Rivera pinta los murales de la escuela Nacional Preparatoria, donde también participarán Carlos Mérida, Luis Escobar, Xavier Guerrero, Jean Charlot y Amado de la Cueva; se publican Actual No. 1, Actual No. 3 y, a mediados del año, Andamios interiores, de Maples Arce, dejando en claro que el Estridentismo es y será la impronta artística de la década; se firma el convenio entre Adolfo de la Huerta, Secretario de Hacienda, y Thomas Lamont, miembro del Comité Internacional de Banqueros, referente a la deuda externa mexicana; asesinan a Lucio Blanco y Ricardo Flores Magón fallece prisionero en Estados Unidos, luego de cuatro años de reclusión, que fue lo que duró ésta su novena entrada a la cárcel; se crea la Comisión Nacional Agraria; es fusilado el general Francisco Murguía en Durango, acusado de rebelión; el antropólogo Manuel Gamio inicia las excavaciones que pondrán al descubierto la pirámide de Cuicuilco, en la Ciudad de México; en diciembre se publica La señorita Etcétera, de Maples Arce.

El 2 de enero de 1922 toma posesión como Presidente Municipal de la ciudad y puerto de Veracruz Rafael García Auli –apodado “El Negro-, trabajador de los muelles, miembro de la Unión de Estibadores,[6] y quien luego de una enconada campaña electoral contra Natalio Ulibarri, dueño de la tienda de ropa “La Galatea”, como principal contrincante, se vería envuelto en el tráfago del acontecimiento más importante del año en la ciudad: el Movimiento Inquilinario, así como se vería también enfrentado a una campaña adversa por parte de los grupos de poder económico al través de la prensa local, la cual, según el propio García Auli, a unas horas de haber tomado posesión del cargo fue a intentar sobornarlo, solicitándole un grupo de reporteros un “subsidio” que, según los solicitantes, abreviaría el trabajo tanto de ellos como del Ayuntamiento. Y según el propio alcalde, él les respondió que la información comprada nunca decía la verdad y que no utilizaría el dinero público para recibir falsas glorificaciones.

Se pusieron furiosos [cuenta el aludido], se retiraron y al día siguiente apareció un Pasquín, diario que entonces circulaba, con un Editorial en primera plana con este título: ‘LA BALA QUE MATE AL ALCALDE SERÁ HISTORICA Y GLORIOSA’. De ahí en adelante sólo 40 días de los 730 que computaron los dos años  del mandato, me dejaron descansar; gocé con sus insultos, los aproveché para burlarme de ellos. (García Auli: 45)

 

El alcalde tendría, unos meses después, un importante papel en la elección de Juan Ochoa Díaz, estibador también, como diputado local ante la H. Legislatura del Estado, ganándole con un amplio margen al candidato opositor, Domingo Ramos. Irónicamente, Ochoa Díaz contribuiría dos años después a la caída de García Auli, cuya labor al frente del municipio durante este su primer año de gobierno se manifestó en actuar en obras de teatro en pro de obtener recursos económicos para la Cruz Roja; defender y rescatar como propiedad del municipio al ”Teatro Principal” -que luego se llamaría Felipe Carrillo Puerto y terminaría siendo Francisco Xavier Clavijero- en contra de la Casa Villa Hnos. S. A.; ser homenajeado con un baile en su honor que organizaron en el salón Villa del Mar las prostitutas, a las cuales defendió y ayudó a organizarse en contra de los propietarios de casas y padrotes, como un español apodado “El Chato” Montero y el francés Bergeron -la zona de tolerancia estaba en la calle de Guerrero y abarcaba cuatro cuadras desde Canal hasta Velásquez de la Cadena, en lo que por entonces era el segundo cuadro de la ciudad-, en un caso que requirió la intervención del Cónsul Español ante el presidente Obregón y el apoyo de éste a las acciones de García Auli, heterodoxo alcalde de un puerto donde se notaba ya la existencia de una elite político económica y de una cultural, organizada en comités, asociaciones o clubes, la cual se encargaba de llevar a efecto tertulias en las cuales se manifestaban expresiones artísticas de variada índole -música, lecturas de poesía, declamación, disertaciones- y a las que asistían, en calidad de invitadas, todas aquellas personalidades del arte y el espectáculo que se presentaban en el puerto. Asimismo, mediante los anuncios de servicios profesionales y venta de productos, se observaba la conformación de una clase media en ascenso: médicos, abogados y notarios, parteras, dentistas, tenedores de libros, diseñadores de ropa de moda[7] y la existencia de, por ejemplo, una oferta musical al través de casas de discos y fonógrafos, como la casa A. Wagner y Levien Sucs., S. en C., que editaba el semanario dominical El Arte Musical. Existían también casas distribuidoras de revistas nacionales y extranjeras, así como librerías[8] -se anunciaba, por ejemplo, el número especial para otoño, con precio de $150.00, de Fashion Book-, y las tiendas distribuidoras de automóviles, de llantas y refacciones para los mismos, de aparatos de línea blanca en general, de ventiladores y enfriadores iban introduciéndose paulatinamente en la cotidianidad de las clases media y alta porteñas.[9]

Adalberto Tejeda, gobernador de Veracruz en 1922
Imagen 2. Adalberto Tejeda, gobernador de Veracruz en 1922. https://mediateca.inah.gob.mx   

Y esa clase media que podía y quería comprar se convertía en codiciado objeto clientelar de los comerciantes edificadores del mercado local -y regional dada la importancia de la ciudad de Veracruz en lo geográfico ampliado como espacio convocante de consumidores e irradiador de ofertas-; vaya y valga un ejemplo: La Soriana, tienda de ropa establecida en Independencia 34 y con número telefónico 75, había informado el 2 de marzo de 1921 en la página 7 de El Dictamen que su gran barata “para los proletarios”, con precios de 1912, la obligó a cerrar a las cinco de la tarde por ya no caber más gente, y anunciaba que pronto habría otra barata especial para la clase media que durante el movimiento inquilinario manifestaría una distanciada posición/oposición a éste, sin que hubiera conflictos graves originados en dicha postura. El diario veracruzano, por cierto, asumiría una férrea oposición al movimiento y mantendría una permanente campaña de desprestigio del Sindicato Revolucionario de Inquilinos, acciones que se insertaban como un eslabón más en su larga cadena de batallas contra el gobernador Tejeda y contra todo aquello que el periódico considerara sospechoso de ser, según el argot de entonces, bolchevique.

Éste era, pues, el ambiente prevaleciente en la ciudad, donde la lectura de los artículos y columnas periodísticos en los cafés y bares informaban del movimiento de notables en la ciudad: quiénes llegaban y quiénes salían, quiénes morían, qué lugares se inauguraban, el nombramiento de funcionarios, mismo ambiente que veía acercarse ya los vientos que traerían al movimiento de los inquilinos y la revulsión de la cotidianidad porteña, así como el incremento de las fricciones entre el alcalde García Auli y  El Dictamen -de aquí en adelante ED para todo los efectos.

 

De accesorias y vecindades[10]

A fines de enero de 1922 se convocó a una asamblea con el objeto de formar un sindicato de inquilinos, dicha reunión se celebraría en la Biblioteca del Pueblo el 2 de febrero a las  20:30 horas. El llamado -excitativa, en el argot de la época- estaba firmado por La Comisión, así nomás, y terminaba diciendo: “¡Basta ya de abusos! Todo el que no concurra a esta junta es que está conforme con seguir soportando el peso de la explotación. ¡Vecinos y vecinas! ¡Concurrid!” (ED, 02/02/22[11]). En la misma nota se mencionaba una iniciativa del Ayuntamiento para aumentar en un 10% el costo del agua, con el objeto de comprar otra caldera para las bombas de El Tejar[12]: “Parece que los propietarios quieren cargar a cuenta de los inquilinos el nuevo impuesto y ya algunos han comenzado a elevar el precio de los alquileres.” (ED, 02/02). Ésta fue una de las causas por las cuales se empezó a hablar de la necesidad del sindicato; otra, en las cual coinciden Agetro, García Auli y Bolio Trejo -éste de manera textual con Agetro, coincidencia que merece atención especial y que en su momento comentaremos-, así como ED, es que ya en Yucatán y Campeche existían leyes inquilinarias, de las cuales dieron cuenta a los veracruzanos tres marineros del vapor “Tehuantepec” y miembros de la Unión de Marineros y Fogoneros del Golfo. En este sentido,

Nicolás Sandoval, José Serralta, Macario López y Pedro Ruiz -este último ejecutado en Mérida con Carrillo Puerto, el 3 de enero de 1923-, trasplantaron la idea de la reivindicación inquilinaria a Veracruz. Y el 22 de enero de 1922, en la Biblioteca del Pueblo, bajo los auspicios de la primera autoridad del puerto, se celebró el primer mitin que encabezó el doctor Roberto Reyes Barreiro y que captó en esta misma fecha Herón Proal.

Pedro Ruiz... hizo copartícipe de sus planes al Alcalde Rafael García y de esta guisa nacieron las pláticas preliminares celebradas a principios de enero de 1922, que debían culminar con la designación de un Comité  Provisional encargado de convocar a los trabajadores e inquilinos a una asamblea general de la cual saldría electo el Comité definitivo... El primer Comité quedó integrado por Nicolás Sandoval, como Presidente; Secretario, José Serralta y Tesorero, Macario López; y asumió el carácter de Director del movimiento, por insinuaciones de Rafael García, el doctor Roberto Reyes Barreiro...

El Comité provisional convocó a una asamblea general para el 22 de enero del año citado, a las ocho de la noche.” (Agetro: 68-70)

 

Por su parte, Bolio Trejo agrega que “Los organizadores... hicieron copartícipe de sus planes al Alcalde Don Rafael García Auli.”, y continúa diciendo exactamente lo que señala Agetro en el primer párrafo que ya citamos (Bolio Trejo: 75). En el caso de García Auli:

La Liga  Autónoma de Trabajadores de la Zona Marítima apareció y tuvo sus Oficinas en el Local de la Unión de Estibadores, Zaragoza 44. En una de sus asambleas, los compañeros Fernando Otañez, Nicolás  Sandoval, Delegados de la Unión de Marineros y Fogoneros del Golfo de México, propusieron la constitución del SINDICATO DE INQUILINOS DE LA CIUDAD DE VERACRUZ...

Se integró la Comisión organizadora del sindicato, sus miembros no cumplieron, necesitaban trabajar. (72)

 

Tanto Agetro como Bolio Trejo coinciden en que la fecha de la asamblea fue el 22 de enero a las 20:00 horas. Sin embargo, ED señala, en nota publicada en su edición del 3 de febrero, que fue el día 2 de este mes, en la Biblioteca del Pueblo: “Nicolás Sandoval, miembro de la ‘Unión de Marineros y Fogoneros del Golfo’, habló de que ya en Yucatán y en Campeche existían esas leyes proteccionistas. [El alcalde dijo] que estaba satisfecho porque al fin el pueblo se compenetraba de la necesidad ingente de hacer algo por impedir los abusos de que son víctimas los trabajadores.” (ED, 03/02) Es posible, que en un primer momento se haya tomado el acuerdo de celebrar la asamblea el 22 de enero, que no se haya celebrado ésta por motivos que desconocemos y que se haya reprogramado para el 2 de febrero, como lo consigna el diario veracruzano; no hay pruebas en contra y así lo asumo para efectos de este trabajo.

 

Entrada en escena de Herón Proal

Respecto a cómo fue que Herón Proal -reconocido activista radicado en el puerto, “propagandista soviet” o “popularísimo dinamitero”, como desde siempre había sido definido en las páginas de ED- las versiones del diario coinciden con las de Agetro y Bolio Trejo, no así con la de García Auli. En el primer caso, la crónica de lo acontecido en la Biblioteca del Pueblo, citada líneas atrás, se asienta que luego de que el doctor Reyes Barreiro fue elegido presidente del sindicato “llegó Herón Proal al pie de la tribuna, con un rollo de periódicos intitulados ‘El Obrero Comunista’, que se dedicó a vender al precio de cinco centavos”. (ED, 03/02) Algunos asistentes pidieron que hablara y el aludido subió a la tribuna, pero hubo quienes gritaron que no hablara. Proal bajó y salió, seguido por la mitad del público. A continuación se anunció

…que como no se había podido nombrar la directiva, ésta se constituiría bajo la presidencia de Barreiro y que se abriría un registro de inscripción para todos los inquilinos explotados…

Mientras esto sucedía, Herón Proal se encaramaba en la ventana de la Casa Cibert y Roustand y acomodando su rollo de periódicos en la reja, habló al nutrido grupo que le había seguido. Echó rayos contra los propietarios de casas; dijo que los que habían convocado a la reunión eran unos políticos que querían aprovecharse del sentimiento latente del pueblo contra los arrendatarios con fines políticos y que eso no debía ser… [Dijo] que se formarán dos sindicatos de inquilinos, los inquilinos rojos a quienes él convocaba y que debían reunirse a las ocho de la noche de hoy [el reportero se refiere al 3 de febrero, fecha de publicación de la nota] al pie de la estatua del licenciado Benito Juárez y los ‘amarillos’ sin color,[13] encabezados por un médico que había ido en busca de reclamo para hacerse de clientela que no tenía.” (ED, 03/02)

 

El 4 de febrero ED informa que el Comité Ejecutivo de la Local Comunista había distribuido un volante en el cual se adhería a la convocatoria de Proal, cuestionaba al sindicato presidido por Reyes Barreiro y proponía que se regresara al costo de las rentas de 1910 -Proal era miembro de la Local, según el diario-. Se constituyó así el Sindicato Revolucionario de Inquilinos, con Proal como Secretario General, en un mitin donde éste atacó a la Legislatura del Estado y al Ayuntamiento (ED, 04/02).

Herón Proal. Foto de Agustín Casasola, 1922
Imagen 3. Herón Proal. Foto de Agustín Casasola, 1922. https://mediateca.inah.gob.mx

 

Leafar Agetro cuenta que:

…como a las nueve y media [del 22 de enero, en su versión] irrumpen en el Salón, Mateo Luna, José Ortiz, Miguel Salinas, José Olmos, Julián García y Porfirio Sosa, de filiación comunista, pretendiendo apoderarse de la asamblea y eliminar al otro grupo que tenía el control; fracasados en su intento, optaron por retirarse para llamar en su auxilio a Herón Proal, quien tranquilamente se encontraba en su pequeño taller de sastrería, ubicado en Landero y Coss.

[Proal] resistía hábilmente a sus compañeros, pretextando la escasa significación -según él- del acto que se celebraba en la Biblioteca, pero  a la postre tuvo que condescender y acompañarlos. Su presencia en la Biblioteca, con Proal a la cabeza, desconcertó a los directores… la asamblea se dividió en pro y en contra de Proal. [Éste] siempre seguido de los suyos, se abrió paso entre la abigarrada multitud y salió a la calle arrastrando parte de esa misma muchedumbre. Se encaramó en una ventana del edificio situado frente por frente de la Misma Biblioteca [y] lanzó graves cargos contra los promotores de aquella asamblea… particularmente [contra] Rafael García y terminó su incendiaria arenga invitando al grupo que lo escuchaba a asistir la noche siguiente al Parque Juárez, donde se formaría el verdadero plan de ofensiva contra los dueños de casas (Agetro: 71)

 

Respecto a lo anterior, García Auli hace una breve descripción en torno a Proal y sus circunstancias cotidianas:

Herón Proal vivía en la calle Zaragoza [lo que no es cierto, ya que su Casa estaba en la calle de Landero y Coss no. 5 y medio, donde también estaba su sastrería y estaría a la postre el local del Sindicato, según coinciden varias fuentes], cerca del local de Estibadores; enterado del abandono en que se hallaba el Sindicato, juzgó urgentísimo echarlo a andar; todas las noches sacaba de su casa una mesita chica, la colocaba junto a la estatua del Benemérito Don Benito Juárez… parado sobre la mesita discursiaba [sic.] exhibiendo los abusos de los caseros protegidos por las Autoridades… Primero habló ante unas 10 personas que diariamente aumentaban, cuando asistían más de mil, DECRETO NO PAGAR RENTA… [y que] cualquier atropello que sufrieran hablaran enseguida a Estibadores para que ella y Proal los defendieran. (72)

 

Al respecto, Bolio Trejo reproduce de manera exacta la versión de Agetro. Coincide también, de manera textual, en lo referente a la desaparición del otro sindicato:”A la postre y debido a la popularidad que vino adquiriendo el grupo de Herón Proal, la facción encabezada por el Doctor don Rafael Reyes Barreiro se disolvió; inmediatamente se dio paso al desbordamiento de las pasiones, que posteriormente trajo como consecuencia una serie de choques entre el pueblo y las autoridades.” (Bolio Trejo: 79) Agetro dice que “trajo como consecuencia una serie de sangrientos ataques que mutuamente se dirigieron Herón Proal y Rafael García, es decir, el Alcalde del puerto y el jefe del movimiento inquilinario.” (73) Ambos vuelven a coincidir en que fue aquí donde Bolio Trejo aparece: “Poco a poco iba poblándose de mujeres, niños y gente de overol aquella escueta perspectiva de cemento y mármol [la estatua de Juárez] y las voces de los oradores se sucedían interminables, desde Proal, hasta Arturo Bolio, que comenzaba sus ‘pininos’ de orador.” (Agetro: 73) Respecto a sí mismo, el autor de Rebelión de mujeres dice que luego “de determinar que la nueva organización de los inquilinos quedara bajo los auspicios del grupo ‘Antorcha Libertaria’[14] y no de la local comunista… los primeros acuerdos consistieron en formular las bases del programa de lucha [y que él fue nombrado] con carácter de Secretario Administrativo, especie de juez interior.” (78-79)

Bolio Trejo señala, respecto a Proal, que éste era el Secretario General del grupo “Antorcha Libertaria” -de filiación anarquista- y que con el movimiento vio la posibilidad de revivir a esta organización (77). Asimismo, afirma que durante “la huelga inquilinaria ninguna agrupación obrera del puerto le impartió apoyo oficial, debido a que sus dirigentes no comulgaban con sus ideas y manera de actuar.” (27) García Auli dice que Proal “como agitador era inimitable, un orador natural cuyo léxico llegaba al corazón de las masas. Como organizador era errático, pero el pueblo lo siguió. Los excesos de Proal indignaron a la Prensa… pero [que] sin esos excesos, faltando ese desorden Proal no hubiera contado con la fuerza popular que acumuló…Si Proal evitara el desorden, habría perdido la fuerza del Sindicato.” (72-73) Cierto es, como afirma Bolio Trejo, que las organizaciones obreras no apoyaron “oficialmente” al movimiento, pero que éste acrisoló la participación individual de trabajadores de todos los gremios en su papel de ciudadanos. Aunque también es cierto que el 19 de marzo coincidieron y llegaron a acuerdos:

LOS DOS SINDICATOS  de inquilinos, el Revolucionario encabezado por Herón Proal y el de la Cámara del Trabajo formado por las agrupaciones obreras, se unieron anoche, con motivo de las dos manifestaciones que organizaron…

[Proal se lamentó, desde un balcón del Hotel Diligencias] de que los inquilinos estuvieran divididos y propuso que se enviara una comisión a invitar a los de la Cámara del Trabajo, a fusionarse… [Llegaron los del otro sindicato, subieron al balcón y se abrazaron con Proal, quien arremetía contra el alcalde y] siguió narrando que García había dicho en su informe que los propietarios se negarían desde el próximo mes a pagar sus impuestos [por la huelga de rentas que había estallado y]…que García se preocupó hondamente de ello, porque no habría dinero con qué pagarle sus seiscientos toletes. (ED, 20/03)

 

Las fricciones entre el alcalde y el dirigente inquilinario se agudizarían aún más con el paso del tiempo y cada uno iría quedando en el extremo del otro: García teniendo que cumplir la ley como autoridad municipal y Proal respondiendo al vendaval que ya era el movimiento, y al cual él había contribuido en grado sumo. Pero antes hubo algunos acontecimientos importantes en los que se verían involucrados ambos.

 

Las “hermanas putas” queman colchones y estallan la huelga

El 3 de febrero ED publicaba que “EL SEÑOR ANTONIO MADERA, regidor de Sanidad ha dado un plazo de 15 días a… los propietarios de los patios y casas… para que procedan a hacer las modificaciones que se señalan… los que no arreglen las irregularidades… serán consignados al presidente municipal, para que les aplique el castigo que señalan los códigos sanitarios.” (03/02) Ello dejaba ver que el problema de la vivienda era de actualidad en el puerto y que las autoridades municipales estaban tomando cartas en el asunto, a tal grado que impulsaron la formación de un sindicato de inquilinos. Agetro señala que “El problema  de la habitación en el puerto jarocho, nació con la ocupación constitucionalista en 1915” (67), y que tal situación llevó a la promulgación de un decreto en julio de 1915, bajo el gobierno de Cándido Aguilar. (Corzo, Skerrit y González, 1986; Blázquez, 1986; Blázquez y Corzo, 1997)

Desatado el movimiento con la consolidación del Sindicato Revolucionario de Inquilinos el 26 de febrero se reunieron, en la estación de policía, las prostitutas con los propietarios de las casas que estaban en la zona de tolerancia -zona de fuego, según ED-, sin llegar a ningún acuerdo porque sólo asistió un arrendador, Enrique Gómez, el cual aceptó rebajar un peso el alquiler; las prostitutas pagaban el doble de alquiler porque, según los dueños, utilizaban las casas para negocio. (ED, 27/02) Ante esta situación, las mujeres decidieron declararse en huelga de pagos, lo que llevó a que dos de los dueños, José María Montero y Luz Estrada, aceptaran rebajar el alquiler en un peso con cincuenta centavos a partir de 1 de marzo y motivó que Proal se presentara,

…a eso de las dos de la tarde… en la calle de Guerrero y entrándose a la cantina ‘El Bosque’ pidió al señor Mariano García que convocara a las mujeres de mal vivir a una gran asamblea que tenía el propósito de celebrar en el patio de la Vega, situado entre Progreso y Juan Soto. En menos que canta un gallo se reunieron como ochenta mujeres… [Proal arremetió contra los burgueses explotadores y clamó] que estalle la revolución social, que tiemble el mundo, que se desplomen los cielos, que se estremezca la humanidad, que se despeñen las cataratas del Niágara, que se subleven los mares, que se rompa el drenaje, que se apague la luz, que se paren los tranvías, que exploten los automóviles, que se arrase el globo terráqueo, pero que no se queden sin que se les haga justicia…(ED, 28/02)

Marcha de mujeres en Orizaba, 1922
Imagen 4. Marcha de mujeres en Orizaba, 1922. https://edicioneslasocial.wordpress.com   

Propuso ahí mismo no pagar rentas, lo que fue aceptado por las mujeres; al terminar el mitin éstas apedrearon a José Montero, quien llegó a cobrar alquileres. Tal sería el preámbulo de la huelga general que estallaría unos días después, cuando las prostitutas del barrio de La Huaca -las hermanas putas, que habitaban el patio de vecindad “San Salvador”, harían una quema simbólica de colchones en la esquina de Gómez Farías y Escobedo, siendo secundadas por los vecinos de cuartos y accesorias y asumiendo que desde ese momento estaban en huelga y no pagarían renta alguna. Después de la pira de colchones Bolio Trejo asegura que

A las once de la noche,  del cinco de Marzo de 1922, se hizo la Declaración de huelga, ocurrió al pie del monumento que perpetúa la memoria del indio de “Guelatao”; días después, el cuarenta por ciento de la población la secundaba. Julio Rodríguez Pelaez…se dirigió a Proal en los siguientes términos: ‘Venimos a informarle que en junta celebrada esta noche y que acaba de terminarse, acordamos la suspensión del pago de rentas de los cuartos y accesorias que ocupamos en el patio San Salvador”. (55-56)

 

Leafar Agetro comenta que

Para el cinco de marzo del propio año, el ochenta por ciento de la población porteña secundaba la huelga cuya novedad rebasaba las fronteras del Estado y del país…tarde a tarde, noche a noche, día con día se les veía discurrir alrededor de la broncínea estatua del Benemérito… Esto ocurría treinta veces al mes…

Una de esas noches tropicales de marzo…Julio Rodríguez… se dirigió a Proal en los siguientes términos: -¡”Camarada: Venimos a informarle que en junta tenida esta noche y que acaba de terminarse, acordamos la suspensión del pago de rentas de las casas que ocupamos en el Patio ‘San Salvador’ ”. (72-74)

 

ED daba cuenta de lo mismo mediante una nota fechada el 7 de marzo, en la cual aparecía como personaje central el patio ubicado en el barrio de La Huaca:

…ayer los vecinos del patio San Salvador, ubicado en la calle de Gómez Farías declararon que no pagarían los alquileres a los dueños de la casa, señores Cangas Hermanos hasta que éstos rebajaran los alquileres… [Enviaron una carta] al presidente municipal, en la que le notificaban que en lo sucesivo no pagarían las rentas en vista del abuso que con ellos se estaba cometiendo, ya que los dueños de la casa estaban cobrando $35.00 y $45.00 por unas pocilgas inmundas… Las horizontales que ahora ven la suya, se dirigieron por la vía telegráfica Al Presidente de la República haciendo varios cargos a los dueños de las Pocilgas que rentan, y a quienes acusan de vivir a costa del esfuerzo de dichas mujeres. María González [dijo] que recibió ya contestación al mensaje, y ha manifestado que el presidente les contesta que ya las autoridades dictaron órdenes para la aprehensión de esos individuos que viven explotándolas.

 

García Auli no señala al respecto más de lo que ya citamos. La huelga había estallado cubierta por un programa de acción consistente en cuatro puntos centrales: 

I.-Suspensión inmediata de pago de rentas hasta tanto los propietarios acepten el dos por ciento sobre el valor catastral de la propiedad, mediante la práctica de un avalúo.

II.-Abolición total de las fianzas y celebración de nuevos contratos de  arrendamiento.

III.-Suspensión de los juicios de lanzamiento y revisión de contratos.

IV.-Reconocimiento del Sindicato Rojo de Inquilinos por los  propietarios de Casas. (Agetro: 74; Bolio Trejo: 57)

 

Ciudad tomada

Los acontecimientos se sucederían con gran velocidad, los carteles con la leyenda “estoy en huelga y no pagó renta” aparecerían por todo el puerto y el Sindicato crecería día con día:

COMO EPIDEMIA ha cundido en Veracruz la ‘huelga de los inquilinos’, de patios de vecindad… Ayer fueron doce patios los que declararon la huelga… hay más de cinco mil inquilinos inscritos. (ED, 09/03)  PARA SER ENVIADO a la Legislatura del estado para su estudio, presentó el alcalde Rafael García a consideración del Ayuntamiento, un proyecto de Ley de Inquilinato, formado de dieciséis artículos y tres transitorios… está inspirado en la ley vigente en los estados de Yucatán y Campeche. (11/03)

La mayor parte de los propietarios de fincas firmaron un memorial que enviaron al Presidente de la República, manifestando que están dispuestos a bajar el valor de las rentas, pero que esto será cuando los gobiernos del estado y la federación disminuyan el monto de los propietarios. El alza de rentas tiene origen en los impuestos que pagan actualmente.

MUY NUTRIDA fue la manifestación celebrada anoche contra los propietarios de casas y organizada por el Sindicato Rojo de Inquilinos Revolucionarios.

[Proal] Se refirió a los que han intentado formar sindicatos de inquilinos y habló de que aparte de la calamidad gobierno, había aparecido otra cámara legisladora chiquita, aquí en el puerto, que es el Ayuntamiento, donde García lanzó un proyecto de ley de inquilinato capaz de dejar admirada a la humanidad.

[Hizo un reconocimiento a las prostitutas] porque fueron las primeras en decretar la huelga que hoy ha tomado proporciones gigantescas: ustedes son en realidad verdaderas heroínas… son las iniciadoras, y por lo tanto, merecen un estrechísimo abrazo de confraternidad. (03/03)

 

Y si las mujeres, quienes representaban el 58% de los 54 mil 225 habitantes del puerto (INEGI, 1996), fueron importantes al inició del movimiento, su presencia y participación sería decisiva en los momentos más duros en la vida del sindicato. “Sin duda alguna podemos asegurar que la huelga inquilinaria de Veracruz la hicieron, en su mayoría, las mujeres.” (Agetro: 75) A tal grado fue central su protagonismo que Bolio Trejo definió el título de su obra a partir de ellas. Por su parte, Salazar y Escobedo, retoman esta postura de reconocimiento a las mujeres: “Las fuerzas del Sindicato Rojo de Inquilinos Revolucionarios se la daban los hombre; pero indudablemente que quienes lo hacían invencible, eran las mujeres, que en gran número llevaron al lado de sus compañeros, invictos, su energía, su inteligencia, su emotividad.” (365) Y ya en pleno movimiento, cuando los paros y la huelga habían sentado sus reales en la cotidianidad porteña, nucleadas en el Grupo de Mujeres Libertarias mantendrían una red de comunicación interna e intervecindades, sustentadora de las acciones de vigilancia/resistencia en los patios, y sería decisiva cuando  en la cárcel se formara el Sindicato Revolucionario de Presos,[15] primera organización de este tipo imitada por los participantes en el movimiento inquilinario xalapeño presos en la capital de estado, así como por los presos de la ciudad de México. (De la Mora, 2002) 

Según ED (23/03), el 22 de marzo Proal sería llevado ante el alcalde y encarcelado, acusado de hacer propaganda subversiva contra el mismo alcalde y el gobierno federal, lo que provocaría un motín de los miembros del sindicato; al final, y luego de negociaciones, saldría libre y se iniciaría una manifestación con la gente que lo había ido a sacar. Así, “al llegar a la esquina de Arista y Allende, cuatro jinetes se acercaron a Proal, y le cedieron un caballo en el que montó, llevando en la mano derecha la bandera roja del Sindicato de inquilinos.” (ED, 23/03) Esta última parte del relato Bolio Trejo la describe como la culminación de una estancia de una semana en la cárcel, a causa de la muerte accidental, el 2 de junio, de un miembro del sindicato y de la Unión de Cargadores -apodado “El Milongo”-: mientras discutía con Proal por cuestiones económicas éste le aventó una bolsa de dinero en la que también había una pistola, la cual se había disparado y había matado al inquilino. “Aquella muchedumbre [pasaría] por la calle Francisco Canal, luego por la de ‘Guerrero’ hasta la de ‘Arista’; y al llegar al parque ‘Ferrer Guardia’… un individuo tipo ranchero, expendedor de leche a domicilio, espontáneamente se [apearía] de su cabalgadura, ofreciéndosela a Herón Proal.” (61-62) Agetro afirma casi textual lo dicho por Bolio Trejo y coincide en la fecha del 2 de junio, pero omite lo concerniente al paseo en caballo. (76) ED no señala por esas fechas ningún incidente como el descrito por Agetro y Bolio Trejo; Salazar y Escobedo tampoco.

Pasados los días el Movimiento Inquilinario empezaba a ganar también algunas batallas en el terreno legal: “Hoy por la mañana, la legislatura celebró sesión. En ella y después de algunas discusiones, se aprobó la proposición presentada por el diputado Cortina, relativa a que se derogara la Ley de Inquilinato en vigor, restableciéndose la observancia de la ley que derogó el ex gobernador Nava[16].” (ED, 26/03) Asimismo, la huelga afectaba las arcas hacendarias:     

…el monto de las contribuciones ha disminuido de tal manera que comienza a pensarse en la necesidad de buscar un camino expedito para allanar las dificultades que existen y las que se presentarán con carácter de mayor gravedad cada día.…por el día veinte del primer mes en que se hacen efectivas las contribuciones se tenía en caja, una cantidad que fluctuaba entre ochenta y noventa mil pesos... en este mes… han ingresado a las cajas del tesorero municipal, apenas unos once o doce mil pesos. (ED, 25/04)

Herón Proal y la Colonia Comunista, 1922
Imagen 5.  Herón Proal y la Colonia Comunista, 1922. https://efacico.wordpress.com/   

El sindicato llevaba a cabo acciones espectaculares, que le atraían la atención de la gente e incrementaban el número de afiliados, como la formación de la comuna de Pocitos y Rivera, proyecto que, según Bolio Trejo, sólo benefició a Proal, y del cual  ED daba cuenta en su momento: “La colocación de la primera piedra de la Colonia Comunista se llevó a cabo ayer en la mañana… se eligió un terreno, por allá por Pocitos y Rivera.” (02/05) De la Mora (2002a) recupera un telegrama de Álvaro Obregón dirigido a un grupo de inquilinos el 9 de mayo del año de referencia, donde el Presidente de la República expone que las tierras que querían para establecer la comuna eran propiedad de la Nación y “les recomienda dirigirse a las autoridades agrarias correspondientes” (121); Proal obvió el contenido del telegrama y no cejó en afirmar “que los terrenos no pertenecían a nadie más que al mismo pueblo.” (121). En el mismo sentido, los miembros del sindicato actuaban conforme a la estrategia guía, la cual les otorgaba vía libre para que incluso actuaran atropellando a la gente; la autogestión se volvía indigestión y rebasaba peligrosamente los límites y a la propia dirección; por ejemplo: la señora Manuela Córdoba, dueña de predios en el número 85 de la calle Revillagigedo, había intentado echar a Feliciana Hernández, quien se había instalado en ellos, pero fue detenida por los inquilinos y paseada por las calles, hasta que llegaron a rescatarla los gendarmes. (ED, 09/05) “UNA NUEVA FASE DE LA ACTUACIÓN DE LOS SINDICADOS. Mientras estaba ausente el inquilino de una vivienda la abrieron y dieron a otros posesión de ella. Querían darle caballo porque no permitió que se llevaran sus materiales de construcción.” (ED, 06/05) Un memorial de la Asociación de Propietarios de Hoteles y Casas de Huéspedes informaba al alcalde que “individuos que tomaron cuartos en arrendamiento… escudados en la huelga… se han negado a hacer el pago de alquileres. Citaba casos ocurrentes en las casas de huéspedes ‘París’, ‘La Sirena’, y en el Hotel Arista.” (ED, 09/05) En su momento, Proal había manifestado que él no había autorizado tales acciones.

Los dueños se resistían a ceder y decidían, ante el gobernador del estado y los diputados, no hacer las rebajas en los alquileres acordadas con el alcalde García Auli (ED, 09/05). Llegaban de Xalapa los enviados del gobernador Adalberto Tejeda -Ing. Benigno A. Mata y Salvador Gonzalo García- para hacer inspecciones en los patios de vecindades y accesorias, invitando al alcalde a que los acompañara y motivando que éste les respondiera:

-¿Para qué voy?-dijo- demasiado conozco, como conocemos todos los que vivimos en Veracruz, lo que son esos infiernos.- Y esta frase del alcalde era repetida después por el Ing. Mata, quien en el primer recorrido que se hizo, pudo comprobar que efectivamente aquello que se afirmaba era cierto. Las accesorias son de madera, comprada hace probablemente un millar de años; no tienen puertas. El robo allí sería lo más fácil del mundo; los pisos son de tablas viejísimas que se levantan con el menor esfuerzo. Estas accesorias en la actualidad ganan de $30.00 a $35.00. Para una población de alrededor de ciento cincuenta personas, hay sólo dos inodoros que guardan un estado de asquerosidades inenarrable, y dos baños en malísimo estado. (ED, 14/05)

 

La visita de los funcionarios gubernamentales abría la posibilidad de acuerdos o, por lo menos, permitía acercamientos entre éstos y el sindicato:

ANOCHE presentaron los miembros del Sindicato de Inquilinos las bases, según las cuales creen que puede resolverse la actual situación creada por la cuestión de la huelga de inquilinos.

Una comisión de sindicados, al frente de la cual iba Herón Proal, se presentó en el alojamiento del Ing. Benigno Mata, comisionado del gobierno para tratar de resolver la cuestión…

…no se aceptará la proposición que hicieron los propietarios de las rentas de 1910 más el cincuenta por ciento, porque no es aplicable esto a todos los casos y en muchos resultaría excesivamente gravada la habitación.” (ED, 18/05)

 

En informe enviado con fecha 7 de junio de 1922 por el gobernador Tejeda al presidente Obregón aquel dejaba asentado que sus enviados reconocían”las condiciones de insalubridad e inseguridad en que vivían los habitantes del puerto.” (De la Mora, 2002a: 49)    

Para fines de mayo las negociaciones avanzaban entre la dirigencia del movimiento y los dueños de accesorias y patios de vecindad, a la par que los repartidores del diario El Dictamen, pertenecientes al Sindicato de Papeleros porteño, llevaban a  efecto un paro de labores en pro del aumento de sus salarios. De inmediato el dueño del periódico, Juan Malpica, enemigo de siempre del alcalde García Auli, acusó a éste de ser el instigador del movimiento de los repartidores, haciéndose eco de lo mismo el diario Excelsior, de la ciudad de México, el cual apodaba al puerto como “la ciudad de las huelgas” y haría campaña en contra de los inquilinos en huelga de rentas, acusándolos de lo que se acusaba a todos aquellos gremios, grupos o ciudadanos organizados que se enfrentaban a los patrones: ser bolcheviques.[17] Asimismo, el propio Excelsior celebraría, en noviembre del mismo año, la fundación en Xalapa del Partido Fascista Veracruzano, integrado “por elementos sanos que están muy lejos de considerar que las doctrinas exterminadoras que han convertido a Rusia en un país de sangre, de miseria y de exterminio, puedan salvar a las clases trabajadoras de México.” (Lombardo García, 2007: 39)[18]

A partir de los acercamientos entre los enviados gubernamentales y la dirigencia del sindicato de inquilinos, se logró la firma del primer convenio entre los dueños y el sindicato:

Se reunieron los señores José Rivero Cueto, José Álvarez Campalleja, Adolfo Álvarez, Everardo Sousa, por parte de los propietarios; Herón Proal y varios miembros del Sindicato de Inquilinos y dos regidores, quienes después de hablar con el alcalde se encaminaron a la administración de rentas…

…esperarán a que se señale el valor efectivo de sus patios, para que de acuerdo con ellos se fijen las rentas, según reza el mismo convenio.

…sólo una insignificante minoría en la que están comprendidos los pequeños propietarios está dispuesta a secundar la acción de los señores Rivero Cueto y demás firmantes del convenio.

Ayer comenzaron a cobrarse rentas en los patios de los que, según manifestó Proal, firmaron ya contrato con el Sindicato de Inquilinos, y pagarán únicamente el dos por ciento sobre el valor catastral. (ED, 02/06)

 

Mientras lo anterior ocurría en la ciudad de Veracruz, en Xalapa los señores Antonio Moreno y Manuel Díaz Cueto, presidente y secretario de la Unión de Propietarios del Puerto, hacían gestiones para que se les rebajaran las contribuciones a cambio de aceptar la disminución de rentas; pedían también la derogación del Decreto de 1915 de Cándido Aguilar. Pero a la par que  ambas partes empezaban a encontrar puntos de negociación, al interior del sindicato se manifestaba una escisión que terminaría en los sangrientos sucesos del 5 y 6 de julio, los cuales afectarían al movimiento y a la propia ciudad, dada la amplia participación de sus habitantes en él.

 

Conflicto interno, escisión y tragedia

Uno de los elementos articuladores del Movimiento Inquilinario era, sin duda, la figura carismática de Herón Proal, sin que ello signifique ponderarlo por encima de las condiciones reales de existencia que fueron incubando y generaron la movilización y demandas centrales. Aunque con todas las condiciones objetivas” existentes quizás la dimensión no hubiera sido de la magnitud que fue sin la presencia del caudillo, que cribó y sintetizó, al través del discurso y la acción, la inconformidad y los deseos de la gente. En este punto coinciden tanto Salazar y Escobedo como Agetro, García Auli, Bolio Trejo y ED. Los primeros señalan que “Proal era entrevistado por reporteros de periódicos, diarios y revistas de fama mundial; su retrato era publicado profusamente, haciendo apuntes del mismo conocidos dibujantes, que lo pintaban con barbas y cabellera nazarenas, y los cronistas serios y festivos hablaban de él como un apóstol de la fe nueva:” (365) El segundo señala que Proal utilizó de manera efectiva ”la arenga, la promesa utópica y el tumulto [lo que le] dio magníficos resultados… ducho en golpes teatrales y poses dramáticas, apeló a estos recursos que fueron su tabla de salvación. La gente sencilla acudía atropelladamente, jadeante, para informarse cuándo se dejaría de pagar renta.” (73) Agetro afirma que “como agitador era inimitable, un orador natural cuyo léxico llegaba al corazón de las masas.” (72), así como un hombre proclive a las acciones radicales, excesivas, sin las cuales “no hubiera contado con la fuerza popular que acumuló. (García Auli: 73)

 [Proal] fue no sólo cabeza visible del Sindicato, sino especie de símbolo de esa causa; en que los intereses y las conveniencias de las multitudes se sitúan por encima de los ideales y firmeza de convicciones de los hombres que abanderan las aspiraciones de un pueblo.

Hombre del medio, nadie mejor que él pudo encauzar aquel movimiento económicamente revolucionario; no había en tal circunstancia otro igual, con los defectos y atributos necesarios para controlar a una multitud desenfrenada. (Bolio Trejo: 26-27)

 

Pero así como sembró vientos cosechó tempestades. ED lo llenó de epítetos a lo largo del movimiento y lo convirtió en el personaje en torno al cual giraba la vida del sindicato, dejando en el anonimato al resto de participantes y dirigentes; casi siempre eran Proal y un grupo de” quienes se enfrentaban o negociaban con los propietarios, de los cuales sí se daban nombres. Lo mismo vio Juan Ramón Avilez, reportero de paso por Veracruz, quien entrevistó a Proal y lo bautizó como El Lenin Mexicano”, del cual, escribía: “el continente... no es interesante. Tiene un aire de sastre remendón; pero al hablar se transfiguraba por la fe y por el ademán enérgico. Los que lo acompañan, oían con un recogimiento casi místico cuanto él decía. Y Tras los cristales opacos su único ojo relampagueaba.” (Zalazar y Escobedo: 369). Las cuatro últimas fuentes coinciden por igual en lo tocante a su manejo patrimonial de los recursos del sindicato, a su carácter irritable e intolerante y a la concentración de las decisiones, lo que, a fin de cuentas, llevó al conflicto con el grupo encabezado por José Olmos, Secretario del Exterior del sindicato y dirigente de la Local Comunista; Salazar y Escobedo no mencionan nada de esto, sólo transcriben la denuncia pública que el grupo de Olmos hizo y hacen notar que la hoja volante portadora de la denuncia “produjo no sólo expectación, sino ira entre los inquilinos, que tenían por Proal afecto, casi apasionamiento.” (365)


Imagen 6. Tomada de: García Mundo, 1976

Las diferencias entre Olmos y Proal se hicieron públicas el 1 de julio, mediante un “Manifiesto a los miembros del Sindicato Revolucionario de Inquilinos y al pueblo en general”, ello como respuesta a la acusación de traidores que Proal había lanzado en contra de Olmos y un conjunto de miembros del sindicato. La disputa se dio porque Olmos pidió a Proal cuentas acerca de las finanzas, mismas que, según el manifiesto, no eran claras. Los recursos del sindicato provenían de las kermesses llevados a efecto en el parque Ciriaco Vázquez -en las cuales, siempre según el manifiesto, se cobraba a los vendedores por el espacio y ello lo manejaba el dirigente en contubernio con el Tesorero, de nombre Mateo Luna-, de las cuotas de los miembros, de los boteos, de las contribuciones para la construcción de la comuna de Pocitos y Rivera; acusaban también a Proal de haber intentado que los mil doscientos pesos de la fianza cuando estuvo en la cárcel, producto de una colecta, se depositaran en el banco, en una cuenta a su nombre, lo que no aceptaron y ello irritó al dirigente. Por tal motivo habían solicitado que una comisión revisara los fondos, Proal los acusó de traidores y provocó que se reunieran “en una accesoria de la calle de Escobedo con el objeto de hacer la petición en forma, para evitar que Proal siga siendo el todopoderoso en el Sindicato… lo que [deseaban era]…la completa unificación del inquilino del puerto.” (Agetro: 77-79; Bolio Trejo: 126-130) Anunciaban que convocarían a una asamblea pública para nombrar nueva directiva.

En respuesta al manifiesto de la disidencia la dirección del sindicato convocó a una asamblea para el 5 de julio, a las 20:00 horas, en el Parque Ferrer Guardia. En ella Proal acusó de traidores a Olmos y su grupo, pidió su expulsión y logró que la multitud, exacerbada en su animadversión, fuera en pos de Olmos.[19] Éste se encontraba en casa de su hermana, a unas tres cuadras del parque. Fue localizado, sacado de la casa y golpeado. Intentó huir armado con un revólver pero fue detenido y continuaron golpeándolo, hasta que llegaron seis gendarmes y dispararon al aire intentando disolver a la gente, pero ésta no cedió, se enfrentó a la policía y desarmaron a uno de ellos. En esos momentos llegó un piquete de soldados y un camión lleno de elementos del 32 Regimiento de Infantería. Los inquilinos se replegaron por avenida Madero rumbo al Ferrer Guardia, a dos cuadras del lugar de los hechos, donde continuaba el mitin con Proal en el estrado. Llegó el coronel López Manzano, Jefe de la Guarnición, y la tropa se quedó a media cuadra del parque. Las mujeres empezaron a avanzar lanzando vivas a la revolución social y a “los hermanos soldados”. Una de ellas, Simona Aguirre, avanzó con su bandera roja en las manos hasta el auto del coronel y le reclamó su intervención en asuntos civiles, ante ello un soldado le arrebató la bandera y le asestó un culatazo, lo que provocó la indignación de los ciudadanos, quienes avanzaron hacia los soldados. Éstos dispararon y le dieron en las piernas a Enrique Orduña, miembro de la Cruz Roja. El grupo de inquilinos creció, al igual que el de los soldados. La tropa se retiró, enmedio del barullo creado por sus disparos, hasta la esquina de Vicario y Madero. López Manzano, acompañado de sus ayudantes Rafael Valtierra y Ángel Varela, fue al parque para hablar con Proal. Se introdujo entre la multitud y ésta intentó desarmarlo; Valtierra fue apuñalado y murió en tanto Varela resultó herido. El coronel se replegó con la tropa y esperó. Un grupo de representantes obreros se desprendió del mitin y solicitó prudencia a López Manzano. Proal exigió el retiro de los soldados y echó a caminar por Madero rumbo a Serdán, acompañado de los inquilinos. La marcha dobló en Lerdo hacia Independencia, dio vuelta en ésta, se detuvo en Plaza de Armas para realizar un breve mitin y continuó hasta Vicario, aquí dobló hacia Landero y Coss para terminar en el local del sindicato. “Los manifestantes desfilaron rumbo a su domicilio, excepto un grupo que montó guardia para proteger al líder. Las fuerzas federales quedaron acuarteladas y sólo treinta y cinco hombres patrullaron la ciudad; después de la manifestación fueron detenidos José Martínez, Pedro García, Juan Calderón, Jesús Medina, Donato Montero, Ramón Rodríguez y Trinidad Cruz.”[20] (Agetro: 84)

De la Mora (2002a) da a conocer que desde el 19 de junio de ese año el alcalde García Auli había solicitado al presidente Obregón el suministro de “50 rifles con municiones”, que éste le había respondido felicitándolo por su disposición a velar por el orden público y que prefería que los rifles fueran empuñados por miembros del ejército federal. (162)

Al filo de la medianoche de 5 de julio se dictó orden de aprehensión contra Proal, acusándolo de ser el responsable de todo. López Manzano giró instrucciones para que se cumpliera la orden y envió a cien soldados para ello. El grupo se dividió en dos: una parte se apostó en la esquina de Zamora y Landero y Coss y la otra en la esquina de esta avenida con Vicario -el local sindical estaba a la mitad de la avenida-. Al ver lo anterior, los inquilinos que se encontraban custodiando el local echaron a correr rumbo al interior de éste. Los soldados, según testigos, abrieron fuego, matando a varios ciudadanos. Cerradas las puertas del local el fuego se suspendió y el coronel Ezequiel Mateos ordenó que abrieran para entregar la orden de aprehensión. Al no obtener respuesta decidió hacer fuego sobre la casa, en la cual estaban unos sesenta inquilinos. Las puertas fueron derribadas y apresados Proal y ochenta y tres miembros del sindicato, entre los que se encontraban Porfirio Sosa, Mateo Luna y Rodolfo Mercado, este último administrador de El Frente Único, periódico del sindicato que era dirigido por Manuel Almanza. Acerca del número de muertos y heridos producto de la represión los datos son contradictorios, ya que en tanto los informes oficiales asientan cuatro muertos y veintidós heridos, la información dada a conocer por el sindicato habla de un número mucho mayor de víctimas, las cuales, según esta fuente, fueron sepultados en el interior del Cuartel Morelos o arrojadas en al mar. (Agetro: 86; Bolio Trejo: 142)

Salazar y Escobedo lo cuentan de manera distinta a Bolio Trejo y Agetro:

En esta tragedia, ocasionada por inconscientes jueces e irritados militares, el saldo de sangre fue el siguiente: cinco muertos, entre losque se contaba el gendarme Domingo Ramos, y veintiún heridos, que fueron llevados para ser atendidos a las instituciones que se mencionan: Hospital “Aquiles Serdán”, Feliciano Juárez, Antonio Aguilar, Francisco García, Tobías Herrera, Margarito Varela, Gil Hernández, Tiburcio González, María Ramírez, Juan Castillo, Ángel Varela, Alfonso Defés, Juan Cruz, Jenaro Ferrero y Guadalupe Aguilar; Hospital “Madero”, para mujeres Matilde Romero, Manuela Gallardo, Silveria Hernández; Hospital Militar, subteniente Ángel Varela, Cabo Martín Pérez, soldado Anastasio Osorio y Lorenzo Hernández. (Salazar y Escobedo: 367)

 

De la Mora (2002a) asienta un hecho que se revela importante en el conjunto de circunstancias presentes en la represión a los inquilinos ese día: 

En  el momento del ataque, el responsable de las operaciones militares, López Manzano había prohibido al jefe de Telégrafos local transmitir los mensajes depositados por el SRI y organizaciones aliadas, en los cuales pedían la rápida intervención de Obregón para poner fin a la matanza, arguyendo que se trataba de ‘telegramas verdaderamente alarmantes, desnaturalizando los hechos’. Posteriormente, al enterarse el presidente de la República de las arbitrariedades cometidas castigó al responsable de teléfonos destituyéndolo de su cargo.” (175)

 

Vendrían luego, con Proal en la cárcel, una serie de intentos por asumir la conducción del sindicato:

CUATRO son las personas o grupos que se están disputando la jefatura del Sindicato de Inquilinos…Carlos Palacios, que llegó ayer de Jalapa [pero] no logró que Proal le confiara el mando de sus huestes… Manuel Almanza, a quien Proal nombró jefe del sindicato… José Olmos y el grupo que le sigue, y por último, los que manejan las uniones de trabajadores.

La Unión de Estibadores hizo una invitación a todas las demás uniones para que se celebre una reunión en la que se trate el asunto, con el fin de continuar los trabajos del Sindicato de Inquilinos, bajo el auspicio de las mismas uniones.

Los del Comité del Sindicato de Inquilinos también anuncian que reanudan sus actividades.

[Desde ayer] los inquilinos han agregado a las cláusulas de sus peticiones esta otra: Es condición indispensable para entrar en negociaciones para solucionar el conflicto del inquilinato, que todos los que están detenidos, sean puestos en libertad.” (ED, 08/06)[21]

 

La versión más certera es la que otorga a Manuel Almanza la responsabilidad en la conducción del movimiento. Éste es reconocido por Bolio Trejo como un “hombre pacífico y amante de las letras.” (123) Asimismo, Agetro le reconoce una decisiva actuación en el movimiento y, junto a Úrsulo Galván, en la formación de la Liga de Comunidades Agrarias (97-120). Nuestra afirmación tiene sustento en la nota de ED  publicada el 9 de julio, la cual informa que Miguel Salinas y Manuel Almanza enviaron el día 6 un telegrama al presidente Obregón, denunciando el asalto al local del sindicato y la detención  de Proal y más de ochenta ciudadanos: “Pueblo de Veracruz, indignado este hecho, confía usted ordene libertad presos.” (ED, 09/06),  así como en la correspondiente al 18 de julio, la cual se verá más adelante.

Obregón respondió por la misma vía, diciendo que, según la información con que contaba, producto de un informe enviado el mismo día 6 por el alcalde García Auli, “relacionada con el motín donde fue villanamente asesinado el C. Olmos y con los acontecimientos que se desarrollaron por la actitud asumida por Proal y sus coasociados… ponen en condición al Ejecutivo de mi cargo, de declarar que las fuerzas federales se han limitado a cumplir con su deber.” (ED, 09/06) El informe referido decía a la letra:

Anoche tumultuosa manifestación celebrada Sindicato de Inquilinos, fue herido José Olmos, miembro prominente sindicato, quien retiróse de las filas inquilinas mandadas por Proal, por no estar conforme con la dictadura de éste, que fue acusado públicamente por malversación de fondos y por haber cometido infinidad abusos seno sindicato; lo que causó indignación entre filas proalistas, al grado de llamar traidor a Olmos.

Proal, en manifestación, exhortó sus huestes lincharan Olmos, orden que consumaron, hiriéndolo en compañía de su hermana y otros sus partidarios…la calma se ha logrado restablecer, presumiéndose, dada la energía de las tropas, que no se registrarán nuevos desórdenes. (ED, 09/06)

 

El Presidente de la República respondió a García Auli el 8 de julio: “Con verdadera pena me he enterado de su mensaje de ayer, en que me comunica los motines registrados en ese puerto, en uno de los cuales fue asesinado el C. Olmos, y de la actitud discreta y enérgica asumida por los jefes de las fuerzas federales y de la policía.” (ED)

Esta fue la versión recibida en México, misma que, hasta donde sabemos, no fue corregida nunca por el alcalde.[22] Sí fue aclarado por el Secretario de Gobernación, Plutarco Elías Calles, en plática sostenida con Pedro García, delegado del sindicato, argumentando aquel “que si el Presidente de la República había aprobado los procedimientos de las fuerzas federales, era porque estaba bajo la impresión que le causó el informe del alcalde Rafael García, quien le dijo en extenso telegrama, que los inquilinos habían sido los que provocaron al ejército.” (ED, 18/06) Lo anterior sería informado por Pedro García el 17 de julio, “en el mitin que se llevó a cabo… en la glorieta del Parque Juárez, y al que convocó previamente el nuevo jefe del comité, Manuel Almanza.” (ED, 18/06) Éste también informó ahí de su plática con el gobernador Tejeda, quien le manifestó apoyo para la celebración, el día 30, de una convención con la presencia de los Sindicatos de Inquilinos de todo el estado, así como reconoció que los inquilinos no eran los culpables de los hechos violentos. 

En su informe, correspondiente al periodo entre el 16 de octubre de 1920 y el 16 de septiembre de 1922, el gobernador del estado, Adalberto Tejeda, daba cuenta de lo siguiente en torno al movimiento inquilinario:

Oportunamente se sancionó y promulgó el decreto expedido por esta Cámara bajo el número 274, con fecha 4 de abril del año en curso, por medio del cual quedó derogado el Decreto expedido por el Gobernador, ciudadano Antonio Nava, el 28 de julio de 1920, el cual  a su vez derogó el decreto número 17 de 28 de noviembre de 1917; pero como tal ordenamiento no terminó con las dificultades que se suscitaron entre propietarios e inquilinos, el Ejecutivo, desde entonces, se dedicó a hacer un concienzudo estudio del asunto para enviar el proyecto de Ley a que me refiero en otro lugar. (Blázquez: 5471)

 

La resaca y la ley

En el reacomodo de fuerzas tanto el sindicato como los propietarios hicieron por sus intereses antes y luego de la promulgación de la Ley de Inquilinato. Ésta fue anunciada en ED de la siguiente manera: “EN EL PERIÓDICO oficial del gobierno del estado, acaba de publicarse la Ley del Inquilinato, la que, por lo tanto, está ya en vigor… [se menciona en ella] la fijación del 6 por ciento como tipo de interés, y el señalamiento a los inquilinos de un plazo de cuatro meses para ponerse al corriente de las rentas que adeudan.” (14/06) Frente a la Ley, “Rafael y José Lizán Ramírez, en representación legal de la Unión de Propietarios del puerto, presentaron en el juzgado de Distrito Numerario una demanda de amparo contra actos del gobernador del estado, la legislatura del mismo y los que en alguna forma intervengan en la aplicación” (ED, 26/06) de la misma. Unos intentaban hacer cumplir la legislación y otros rehuían su cumplimiento. Así fue transcurriendo el año y a fines de él Salvador Campa -alcalde anterior a García Auli y quien había apoyado descaradamente con recursos del Ayuntamiento la campaña de Natalio Ulibarri, dueño la tienda “La Galatea”-, presidente de la Unión de Propietarios de Fincas Urbanas de Veracruz, afirmaba que el 6% a pagar por renta de casas no estimulaba la construcción y que la ley estaba destinada al fracaso. (ED, 27/12) Por su parte miembros del sindicato expresaban “que de acuerdo con las resoluciones que habían adoptado en la convención de inquilinos en Jalapa, no volverían a pagar rentas, mientras Proal y los inquilinos que se encuentran detenidos por los sucesos de julio no fueran puestos en libertad.” (ED, 27/12) El último día de 1922, la legislatura había aprobado “hasta el artículo cuatro de la ley, con modificaciones del tipo de rentas, que deberá ser la base de un siete por ciento sobre el valor real de las casas.” (ED, 31/12)

En el informe rendido por el gobernador Adalberto Tejeda ante la Legislatura, comprendiendo el periodo del 16 de septiembre de 1922 al 5 de mayo de 1923, se dejaba asentado que la

H. Cámara envió a principios del mes de enero del año en curso, un proyecto de reformas a la Ley en vigor, y estudiado concienzudamente por el Ejecutivo con acopio de los proyectos, instancias y demás proposiciones que enviaron los Sindicatos de inquilinos y algunas corporaciones obreras, así como el parecer de los propietarios quienes sostuvieron para el efecto conferencias con el Ejecutivo; éste hizo las observaciones que creyó pertinentes, no descuidando que el espíritu de la futura Ley fuera la efectiva conciliación de los intereses de ambos elementos por medio de obligaciones equitativas para las dos partes y sin que, por términos oscuros de la misma Ley, una u otra pudieran evadir el cumplimiento de su deber, sosteniendo con ello el conflicto existente. Dichas observaciones fueron enviadas a esa H. Cámara, con fechas 6 y 12 de abril del año en curso, y recibida más tarde la Ley respectiva, fue promulgada por el Ejecutivo y puesta en vigor. (Blázquez: 5711)

 

El Ejecutivo del Estado informó también que se trabajaba en un proyecto de Ley Fiscal, que buscaba “gravar los arrendamientos y subarrendamientos de bienes inmuebles, pues esto se [consideraba] como una operación netamente mercantil, distinta al derecho que los particulares tienen para usar y explotar personalmente la tierra que ocupan... El impuesto sobre arrendamientos [vendría] a constituir uno de los ingresos principales del ramo de Hacienda, dada la importancia que cada día adquieren estas operaciones con motivo de la explotación de petróleo.” (Blázquez: 5716) Y así sería, consiguiendo el gobierno con el gravamen contenido en dicha Ley Fiscal un aumento en sus recaudaciones.

La bandera de los inquilinos en huelga, 1922
Imagen 7. La bandera de los inquilinos en huelga, 1922.  https://mediateca.inah.gob.mx

 

Traspatio

Si los ciudadanos aprendieron del movimiento inquilinario las autoridades también lo hicieron, sobre todo el ejecutivo del estado, y se cuidarían mucho de volver a cometer el error de no haber intervenido a tiempo para mediar y resolver un conflicto iniciado por demandas tan básicas y elementales como pagar rentas justas y acordes a la calidad de las viviendas y de sus servicios, omisión que había catapultado el crecimiento geométrico del Movimiento Inquilinario por el simple hecho de que la avaricia de los propietarios de las casas de alquiler de todo tipo perjudicaba a más del noventa por ciento de la población que vivía en ellas, pero especialmente a quienes vivían en las accesorias y los patios de vecindad, donde por las condiciones y características propias de estos lugares se habían ido construyendo relaciones horizontales y de lealtades compartidas en la vida diaria, en el face to face a que obligaba el vivir unos frente a los otros en esa suerte de privacidad pública” por las puertas abiertas a que obligaban las condiciones climáticas del puerto; asimismo, dada la necesidad de compartir espacios como los baños y los lavaderos de ropa habían construido una embrionaria organización para su uso, lo que generaría una organicidad expresada en el movimiento inquilinario.

No volverían las autoridades, por lo menos no sería ésa su intención, a dejar que trabajadores y patrones, desposeídos y poseedores, arreglaran solos y entre ellos sus conflictos, lo que le ganaría al ejecutivo estatal la oposición de los sectores económicamente poderosos durante sus dos periodos de gobierno y su campaña en pos de la presidencia de la república en 1934. Por su parte la gente paria de siempre había visto y aprendido en su integración al movimiento una opción para cambiar no el sistema político nacional, sino para hacer habitable el espacio inmediato en  el cual transcurría su vida privada: la o las habitaciones en que vivía. Asimismo, la visión de una vanguardia anarquista, con Proal a la cabeza, había visto en la formación del sindicato de inquilinos y en su dinámica social los rieles sobre los cuales desarrollar acciones tendentes al debilitamiento de la burguesía”; su discurso ácrata, y las prácticas de él derivadas, habían caído en terreno fértil no porque los inquilinos porteños compartieran esos principios ideológicos, sino porque las acciones concretas llevadas a efecto por los activistas -tranvías gratuitos, predios y casas ocupados y un casi autogobierno ciudadano- llamaron la atención, entusiasmaron y representaron la posibilidad de ser protagonistas a los históricamente habitantes de los amplios terrenos de la anonimia: a la gleba, a la plebe, a esa mayoría de la ciudadanía porteña que se había involucrado en el movimiento por la premisa fundamental de que el costo de los alquileres era exagerado e inversamente proporcional al estado y calidad de sus viviendas, y que volvería de cuando en cuando a salir a las calles para defender sus intereses y para solidarizarse con los paros y huelgas que se sucederían en los meses y años venideros. El corto verano del anarcosindicalismo porteño que había sido la primera mitad del año de 1922 llegaba a su fin luego de haber manifestado dos facetas en su estrategia general: una primera decididamente anarquista, que abarcó de febrero a mayo y que había tenido como guía de actuación la acción directa con la toma del transporte colectivo, de las casas habitación y del ejercicio de un ¿gobierno? fáctico personificado por “el movimiento” o “el sindicato”, así como el no pago de rentas; y otra negociadora decididamente liberal, que empezó a manifestarse en mayo, como resultado de la atención que el gobierno del estado había puesto en la cuestión, al llegar los representantes gubernamentales como mediadores y generadores de las primeras reuniones entre las partes, de las cuales surgieron los primigenios acuerdos que detonarían las reformas legales. Sin embargo, ello no sería el fin de la vida del sindicato de inquilinos ni de la  sección femenina del mismo, el grupo Mujeres Libertarias, que serían actores y actrices cotidianos(as) de la vida social en el puerto, como lo demostrarían en la huelga general del siguiente año y por lo menos en ocho o nueve años más de la década en la cual volverían a manifestarse las dos tensionadas facetas señaladas en la estrategia esgrimida por los sectores subalternos porteños en sus luchas: la acción directa, propia del anarquismo, y la negociación con los mediadores gubernamentales representantes de la instituciones del Estado, propia del liberalismo.  

Más allá de lo que significó el movimiento inquilinario como catalizador de inconformidades producto de las relaciones sociales existentes en su momento,  de elemento detonador/generador de movimientos sociales posteriores y del trastocamiento de la vida cotidiana porteña, y más acá de ponderaciones o desdenes, es prudente y pertinente dejar asentado que el cuestionamiento de las seis fuentes utilizadas nos arroja algunas certezas, pero también interrogantes en torno a ellas. La contrastación/enfrentamiento de las mismas  y su lectura entre líneas corroboraron afirmaciones ya sabidas y propuestas por otros autores y me permitieron arriesgar algunas propias; van.

Las sorprendentes semejanzas entre las obras de Bolio Trejo y Leafar Agetro -en realidad el diputado Rafael Ortega-, al grado de ser idénticas en la mayoría de su contenido, nos colocan en la situación de preguntarnos ¿quién  plagió a quién? Una primera interpretación, fácil y que nos saca del paso, nos lleva a afirmar que el segundo fue plagiado por el primero: el libro de Agetro se publica en 1942 y el de Bolio Trejo en 1959. Además, el afán protagonista de éste contrasta con la mesura de aquel; Bolio Trejo no ceja en utilizar su texto para lanzar epítetos en contra de Proal -parecería ser, en muchos momentos,  que el libro está escrito con el fin de ajustarle cuentas al dirigente inquilinario. Pero hay algunas observaciones de Bolio Trejo que incitan a la duda:

Algunos escritores, mal documentados, antes de tiempo diéronse a la tarea de relatar lo que ocurrió en el curso de aquella huelga; mas la verdad es que, algunos de esos trabajos dejan muchas lagunas que llenar. Resultan pura literatura romántica, y no una conversación fiel y amena; sus autores se alejaron mucho de lo que debe ser el relato llevado con sencillez y claridad. Carecen del realismo necesario, y de ese colorido histórico que debe imprimirse a esta clase de narraciones. (42)

 

La alusión es directa a Leafar Agetro, aunque no mencione su nombre, quien utiliza una prosa abigarrada para dar cuenta del movimiento inquilinario y de otros movimiento sociales -incluso, en la parte correspondiente al nacimiento de la Liga de Comunidades Agrarias, echa mano de un posible diálogo entre Almanza y Galván, cuando éstos trabajaban en una compañía petrolera, del cual surge la Liga-, pero Bolio Trejo también recurre a tales instrumentos narrativos. Dos párrafos después del anteriormente citado se refiere a otros autores: “De todos los trabajos que conozco, sólo dos merecen tomarse en cuenta: la breve descripción que hace Rosendo Salazar en su libro ‘Pugnas de la Gleba’, y la ‘Jornada Trágica’ de la que es autor José Manuel Benítez, del cual soy partícipe a través del Comité Editorial ‘LUX’.” (42) De la primera obra es coautor José G. Escobedo, fue publicada en 1923 y reeditada en 1972; de la segunda no sabemos si fue publicada, dado que nuestro andar en pos de ella fue infructuoso. No habla tampoco aquí Bolio Trejo del libro de Agetro, el cual tenía ya diecisiete años de haber sido publicado.

Agetro también hace referencia a otros autores, entre ellos el mencionado Benítez y el propio Bolio Trejo: “Mi libro… se ve enriquecido con la aportación de citas de otros libros de innegable valor histórico, entre ellos, y de manera prominente por no haberse publicado aún, ‘La Jornada Trágica’, de los buenos amigos Manuel Almanza, Arturo Bolio y José María Benítez -el triunfador en el concurso de literatura Lanza Duret-, a los cuales hago público mi profundo reconocimiento.” (15) Todo lo anterior nos provoca emitir las siguientes hipótesis: que Bolio Trejo, junto a Almanza y Benítez, dio a conocer sus borradores a Agetro y éste los utilizó con autorización de ellos, quizás por tal motivo la alusión del primero a los escritores mal documentados” que dieron cuenta de la huelga antes de tiempo”; o que hubo en un principio la intención de publicar un libro conjunto y por diferencias en algún momento cada uno decidió publicarlo por separado -Bolio cuenta, en su introducción, que anduvo tocando puertas para editar su libro y nadie respondió-. Nos inclinamos por la primera, atendiendo a lo expresado por Agetro en la Justificación de su libro. Estamos seguros que ambos consultaron El Dictamen y el libro de Salazar y Escobedo -aunque éstos sólo dedican dos páginas y media al movimiento, además de otras dos páginas y media con la crónica ya señalada, creemos que su obra, a pesar de haber sido la más inmediata a los acontecimientos en el tiempo, es la más alejada en  el espacio, que utilizó versiones orales de algunos participantes y posiblemente algunos diarios al respecto-, para precisar sus notas, ello a pesar de que el diario mantuvo una caótica exposición de hechos y de que su posición fue contraria al movimiento. En todo caso, serían las tres fuentes primarias fundamentales para la reconstrucción general del primer año en la vida del Sindicato Revolucionario de Inquilinos de Veracruz y del movimiento social que generó en el puerto.

Varias son las condiciones objetivas de existencia” -económicas, políticas, sociales- que dieron origen al movimiento inquilinario, varias son las matrices de entrada para su narración y comprensión y varias son las historias existentes detrás de sus principales protagonistas para entender algunas de sus posiciones. Por tal motivo, por tales historias de vida personales, es que la enemistad de García Auli y Proal fue llevada a la arena pública y, en específico, al seno del movimiento, distanciamiento  producto de que el primero era miembro de la CROM y el segundo de la CGT; que el alcalde intentó, desde el inicio, conducir al sindicato, apoyado por el gobernador Tejeda, quien vio en el movimiento una manera de fortalecerse frente al gobierno central con el apoyo de las uniones obreras -sus diferencias con el presidente Obregón se acentuarían con el transcurrir del movimiento, a causa de las enfrentadas ópticas de uno y otro acerca de la solución al mismo-, pero García no lo consiguió y terminó mal informando a Álvaro Obregón acerca de los hechos del 5 y 6 de julio, no sabemos si por falta de claridad en su informe o de manera deliberada, quizás también ahondando la brecha entre Tejeda y el sonorense; que Proal, gracias a su carisma, a su decidido caudillismo y a su capacidad agitadora, logró darle al alcalde y a las uniones, con el apoyo de los mejores cuadros de la Local Comunista, un golpe de mano” y conducir sin oposición los destinos del sindicato hasta la escisión del grupo de Olmos, haciéndolo de manera discrecional y con un desaseado manejo de las finanzas, cierto, pero con acciones efectivas para la consecución de los objetivos que guiaban a los participantes, quienes no cejaron en su lucha ni le dieron la espalda al dirigente; que  El Dictamen, opositor al gobernador Adalberto Tejeda y que ya venía desarrollando una campaña contra el alcalde García Auli, estuvo siempre en contra del movimiento y del Sindicato Revolucionario de Inquilinos; que la cotidianidad del puerto antes que verse afectada por las acciones y movilizaciones de los inquilinos las integró al arsenal del ejercicio diario de una ciudad con una cultura rampante que continuaba nutriéndose de lo que producían y reproducían aquellos que le definían el rostro: los ciudadanos que  habían descubierto que la calle podía ser el espacio para el ejercicio de la libertad de expresión, de manifestación, de reunión, y que estas acciones podían, como lo habían visto en los días del movimiento, integrarse al actuar diario de su vida social, generando un cultura específica asentada y sustentada en las necesidades vitales como los elementos cohesionadores y compartidos de esa mayoría poblacional integrada por ellos mismos; que... hasta ahora, hay ya pocas fuentes directas a las que cuestionar y que las seis utilizadas por mí sólo pudieron generar las líneas que aquí concluyen, aunque cierto es que el puerto de Veracruz y su devenir tienen aún muchos tiempos más para contarse.

 

Notas:

[1] Doctor en Historia y Estudios Regionales. En 2007 fue galardonado con Mención Honorífica por el Premio Nacional de Investigación Histórica José C. Valadés, convocado por el Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México. Actualmente es Profesor Investigador de Tiempo Completo de la Universidad Veracruzana.  Ha publicado en revistas de divulgación y especializadas mexicanas y extranjeras. Más recientes libros: (2014). Convertimos la lucha en patrimonio. Testimonios de Don Manuel García Amador, un dirigente seccional en el movimiento ferrocarrilero de 1958-1959. México: Universidad Veracruzana. ISBN: 978-607-502-353-3; (2017). ¿Atípicas narrativas o expresiones inherentes al espíritu de los tiempos? (Postales para un reacercamiento autocrítico a la narconarrativa). En: Ainhoa Vázquez Mejías (edit.).  Narcocultura de norte a sur: una mirada cultural al fenómeno del narco. México: CISAN-UNAM/ UACH, pp. 17-45.  ISBN 978-607-8529-12-4. Contacto: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo. Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

[2] Ya en 1916 se había creado en el Distrito Federal el primer sindicato de inquilinos en México, el cual a mediados de 1921 presentaría una serie de demandas ante el gobernador defeño y el presidente de la república (Pino Hidalgo, 2005); y en diciembre del mismo año se crearía un Sindicato de Inquilinos del Puerto de Veracruz, que demandaría legislar acerca de los aumentos en el pago de alquileres y llevaría al gobernador Cándido Aguilar a legislar al respecto un año después (García Mundo, 1976).

En 1922 el Sindicato de Inquilinos del Distrito Federal, promovido por la Juventud Comunista y que llegaría a tener más de 35 mil afiliados en su momento cimero, impulsaría a partir de marzo paros y huelga de pago de rentas. En el estado de Veracruz se generarían movimientos inquilinarios en  Xalapa, Córdoba Orizaba, Alvarado, Santa Rosa, Río Blanco, Tlacotalpan, Tuxpan, Minatitlán, Nogales y Soledad de Doblado; y también en las ciudades de Villahermosa, Mérida, Puebla, Tampico, Celaya, Guanajuato, Ocotlán, Guadalajara, Zacatecas, Aguascalientes, San Luis Potosí, Ciudad Juárez y Monterrey. En cada una de ellas la relevancia de los movimientos tendría distintos grados de incidencia política local/regional, en la vida cotidiana y en los beneficios para los participantes. Sólo en algunos estados los gobiernos respectivos legislarían sobre el inquilinato y destinarían parte del fundo legal para la creación de colonias obreras. (Durand, 1989) Los más importantes, por su alta densidad demográfica respecto a los demás centros urbanos, por el desarrollo y presencia de las organizaciones gremiales de artesanos y obreros y por su importancia geopolítica y comercial, serían los movimientos de las ciudades de Veracruz y México.

Para al caso de la ciudad de México puede verse Taibo II (1984; 1986) y Valadés (1986), este último participante activo y miembro en su momento de la Juventud Comunista. Y una visión de conjunto puede verse en el ya citado Durand.

[3] Tal es la postura de Castells (1983), aunque Durand considera que cada uno de los movimientos inquilinarios de 1922 en el país deben verse como expresiones conformadoras de una huelga nacional, resultante de “la determinación política asumida [en 1921] por los congresos anarquista [de la Confederación General de Trabajadores] y comunista [del Partido Comunista Mexicano] de organizar sindicatos de inquilinos en todo el país y lanzarse a la huelga.” (69)

[4] El Dictamen, correspondiente a 1922; Blázquez Domínguez, Carmen (comp.). (1986). Estado de Veracruz. Informes de sus gobernadores 1856-1985. México: Talleres Gráficos de la Nación/Gobierno del Estado de Veracruz; Bolio Trejo, Arturo. (1959). Rebelión de mujeres. Versión histórica de la revolución inquilinaria de Veracruz. Veracruz: Editorial Kada; Agetro, Leafar. (1942). Las luchas proletarias en Veracruz. Historia y autocrítica. Jalapa: Editorial Barricada; García Auli, Rafael. (1977). La Unión de Estibadores y Jornaleros del Puerto de Veracruz ante el movimiento obrero nacional e internacional de 1900 a 1977. Veracruz: Tipográfica Reforma; Salazar, Rosendo y Escobedo G., José. (1972). Las pugnas de la gleba. Historia del movimiento social en México. México: Comisión Nacional Editorial del PRI -originalmente fue publicado por editorial Avante, en 1923. Utilizaré también, por la calidad de las fuentes consultadas, la obra de Rogelio de la Mora (2002a) para hacer apostillas que contribuyan a precisar algunos hechos.

[5] Vale dejar asentada, sin dejar de reconocer su aporte como pionero, mi distancia con García Mundo y su conclusión de que el problema del movimiento y de su aparente fracaso se debieron a su esencia anarquista, misma que lo llevó a carecer de una dirigencia clara y una estrategia política, las cuales al estar ausentes lo hicieron, según nuestro autor, caer en el caos y la desorganización; interpretación que, siendo justos en la hora de los justos, debe enmarcarse temporalmente y precisar que tal postura era la prevaleciente en la mayoría de los académicos de filiación marxista de la época en que fue escrito el libro, lo que hizo a Durand (1989) afirmar que es “la versión más objetiva y profesional de los hechos acaecidos.” (61) Dichas conclusiones, es obligado decirlo, son acordes y consecuentes con los objetivos y procesos derivados del paradigma investigativo asumido por el autor.

[6] García Auli, electo en 1921, fue el segundo y hasta donde sabemos último Alcalde obrero del puerto; era dirigente de la Unión de Estibadores. El primero fue Domingo Ramos, albañil electo en 1916. (García Auli: 42)

[7] Ejemplos de ello son los siguientes: odontólogos como el Dr. Piñán (5 de mayo 57); Pedro F. Correa (E. Morales 41); Vicente Ortega (5 de mayo 97); el Gabinete Dental de Francisco Rodríguez Jiménez, quien vende Dentaduras Completas a sólo cincuenta pesos en Serdán 44 (entresuelo). Por el lado de las parteras estaban Juana L. Vera (Arista 54, altos; tel. 230), proveniente de la Facultad de México; Adelaida Palma Vda. de Ibancobichi (Independencia 6, altos), quien da consultas gratis los lunes y jueves de 2 a 3 de la tarde. Fernando Soria daba clase de música, teoría musical, solfeo… (Vicario 72). ópticas como “La Gafita de Oro”; el Gabinete de Óptica de Alfonso E. Palacios (5 de mayo 70, junto a la bomba); o Donald Cover, óptico experto. Entre los abogados estaban la  Notaria 1 de Andrés Baca Aguirre e Ildefonso Consejo (Emparam 18); la Notaría de Rafael H Loperena (Zamora 5, bajos, tel. 609); la Notaría Pública 8 de José Castilla (5 de mayo 19); Emilio Sedas Rivera (Zamora 5, bajos, tel. 609); la Notaría 9 de M. Martínez Urquiola (5 de mayo 37); Eliezer Espinosa, abogado y notario, en Juárez 19. Entre los médicos Espinosa R. (Juárez 44, tel. 285); Lucio Gutiérrez, Homeópata (Madero 46 entre Serdán y Vicario); el Dr. Antonio Espinosa, cuyo consultorio estaba en Juárez 44. Todos estos anuncios aparecieron entre 1920 y 1922 en las páginas de El Dictamen y El Arte Musical.

[8] Ejemplos: El Kiosko Oriental, Agencia Gral. de publicaciones, Librería y Papelería. Según ABEILLE, quien firma la columna “Del Ambiente Porteño” -título Libros y Socialismo-, en la librería de José Franqueza, calle Zamora, vio a una mujer, aparentemente una sirvienta, pedir obras de Le Bon, esto le sorprendió y concluyó: “hay que convenir, haciéndole merced, en que nuestra sujeta era tal vez una mandadera de don Herón Proal o del Negro García”; durante ese 1922 se publicó el folletín El Vizconde de Bragelone. Estos anuncios y notas aparecieron entre 1920 y 1922 en El Dictamen.

[9] Vayan los ejemplos: Relojería y Joyería Alemana -Independencia 28-, plumas Waterman y botellas thermo. Joyería y Perfumería París -Independencia 36-. La Nacional -Vicario 7-, llantas para coches, lámparas eléctricas. Todos estos anuncios aparecieron entre 1920 y 1922 en las páginas del El Dictamen y El Arte Musical -este semanario dominical, por cierto, no dio cuenta en sus páginas del movimiento inquilinario.

[10] Los patios de vecindad, que devinieron en el sello distintivo de muchas grandes ciudades       -como sería el caso de Veracruz puerto-, tienen/tenían una disposición de sus elementos conformadores que obligaban a compartir algunos de éstos, como los baños y los lavaderos, por ejemplo. Por lo general, y dependiendo de su tamaño -algunos llegaban a ocupar una manzana completa con varias salidas desde el patio hacia las calles-, estaban constituidos por un conjunto de viviendas -cinco, como mínimo- llamadas accesorias -casas pequeñas de altas paredes y techos de tejas cuadrada oriunda de Marsella, Francia, y que llegaba al puerto cumpliendo funciones de lastre en los barcos- con una puerta y una ventana alta que daban a la calle y su interior constaba de un pasillo, que iba desde la puerta de entrada hasta la del patio, y a lo largo del cual se distribuían la sala, una recámara y la cocina; arriba de la sala se construía un tapanco que hacía las veces de otra recámara y se abría una pequeña ventana, casi rozando el techo, hacía la calle. En uno de los de ese conjunto de accesorias visto desde la calle, algunas de las cuales compartían el patio trasero -las que no lo hacían era porque sus habitantes delimitaban y privatizaban con una pequeña barda su espacio y construían un baño para ellos solos-, estaba un pasillo por el que se entraba al patio de vecindad propiamente dicho, alrededor del que se distribuían los cuartos de vecindad, que eran dos habitaciones y un tapanco encima de la del fondo.

Una de las características fundamentales de los patios de vecindad en el ámbito específico de la cultura es que posibilita la interacción cotidiana de los habitantes en planos horizontales, en igualdad de condiciones y circunstancias, lo que favorece al acto comunicativo face to face, en tiempo real”, de manera simultánea y no dilatada en el tiempo -como acontece en cualquier proceso de información masiva-,promoviendo el intercambio de experiencias y contribuyendo a tejer un conjunto de redes de solidaridad. Asimismo, al tener que compartir los espacios comunes como el patio en sí, los lavaderos de ropa y los baños, se ven impelidos esos habitantes a un mínimo proceso de organización para el uso cotidiano de tales espacios comunes. Quizás por ello es que cuando los patios de vecindad empiezan a desaparecer y ceden su lugar a los edificio de condominios llamados de interés social -o sea para las clases subalternas-, éstos edificios se convierten en una especie de patios de vecindad verticales y los balcones se llenan de macetas colgantes y ropa tendida sostenida en el vacío por garrochas apoyadas en los marcos de las ventanas, porque la práctica cultural histórica de estos sectores sociales hacen que viajen con su cultura a cuestas y la reproduzcan en los nuevos espacios habitacionales. Quizás por ello también los patios de vecindad, por las tales redes de solidaridad tejidas y por su retícula laberíntica, han servido de guarida de ilegales, los que son, en muchos casos, protegidos por sus vecinos, aunque éstos no vivan en la ilegalidad; y  muchos movimientos sociales de carácter urbano se han articulado y cobrado organicidad ahí: por ese conjunto de redes de solidaridad creado y existente por fuerza y como resultante de un ejercicio compartido de su propia existencia cotidiana en su espacio primario: el inmediato familiar y vecinal.

[11] En adelante obviaré el año de edición y el nombre del diario será identificado únicamente, como señalamos líneas atrás, por sus iniciales: ED.

[12] Este poblado, muy cercano al puerto de Veracruz, está a las orillas del río Jamapa, el cual, desde el siglo XVIII, ha abastecido de agua a la ciudad. (AyBHCV).

[13] El rojo y el amarillo eran los colores utilizados para referirse a la CGT y a la CROM, respectivamente. En la primera central se aglutinaban los sindicatos anarcosindicalistas, partidarios de la acción directa; y en la segunda los sindicatos bajo la égida del obregonismo, al través de su ariete Morones, que sentaría las bases del subsiguiente sindicalismo corporativizado devenido en uno de los pilares del sistema político mexicano a partir de la creación del PRM -el abuelo” del PRI-, proceso que se había iniciado cuando los Batallones Rojos de la Casa del Obrero Mundial hicieron suyo el proyecto carrancista. (Meyer, 1971; CEHSMO, 1979)

[14] En un texto inédito de Manuel Almanza -Historia del agrarismo en el estado de Veracruz-, se informa que Proal asistió, durante 1919, a clases de inglés en una escuela nocturna para trabajadores, a cargo de Manuel Díaz Ramírez, donde coincidió con García Auli, Úrsulo Galván y el propio  Almanza, y que de ahí surgió el grupo anarquista “Evolución Social”, que luego se convertiría en “Antorcha Libertaria”; tres de sus miembros -Galván, García Auli y Proal- apoyarían y promoverían la formación del sindicato de molineras La Fortaleza, que sería derrotado. (Taibo II: 66-67) García pasaría luego a la CROM y Proal continuaría en la CGT (158-162). En la nota 87 de la Segunda Parte del libro  de Taibo II, incluida en la página 332, cuando se mencionan datos biográficos de Proal el autor señala como fuentes el texto de Mario Gill "Revolución y extremismo en Veracruz", publicado en Historia Mexicana no. 8 de abril-junio de 1953, y, textual, "las notas biográficas de Rogelio de la Mora", mismas que no sabemos dónde estén contenidas ya que ¡no aparece ningún texto escrito por De la Mora en la bibliografía del libro del Taibo II!; quizás, especulamos, De la Mora se las facilitó a Taibo II cuando aún eran parte de las entrañas” de lo que sería su libro publicado en 2002.Recientemente el propio Rogelio de la Mora Valencia, sin duda el más acucioso historiador en torno a la figura de Herón Proal, publicó una biografía del dirigente inquilinario vuelta ya de consulta obligada para quienes se interesen en este personaje (2011).

[15] En 1923 esta organización de mujeres tendría una destacada participación en la huelga general que los gremios obreros realizarían en el puerto, además de promover la sindicalización de las trabajadores domésticas desde entonces. Después, y hasta fines de la década de los veinte, seguirían en la brega y saldrían a recorrer el estado para impulsar y formar, junto a Úrsulo Galván y Manuel Almanza e integradas a las Ligas Femeniles, la Liga de Comunidades Agrarias. Un dato más: cuando Herón Proal fuera a la cárcel en diciembre de 1924, sería una mujer, María Luisa Marín, quien asumiría el cargo de Secretaria general del Sindicato Revolucionario de Inquilinos, desarrollando acciones que mantuvieron viva la radicalidad de la acción directa en el movimiento y a éste mismo, hasta que, amenazada por el gobierno municipal, se vio obligada a dejar la ciudad en febrero de 1926 y regresaría en 1928 para encontrar un movimiento agonizante; Grand Wood (2005) afirma, en el único esbozo biográfico existente de esta combativa mujer, que en sí misma la trayectoria “de María Luisa [Marín] marcó el principio y el final del movimiento radical de inquilinos en México” (34), postura que puede matizarse, pero no rechazarse.

Para un recorrido puntual de la participación política y social de las mujeres en Veracruz durante la primera mitad del siglo XX puede verse Becerra Núñez (2011); respecto a la incidencia del Movimiento Inquilinario en la formación de la Liga de Comunidades Agrarias puede verse De la Mora (2002); acerca de de la participación de las mujeres en un movimiento similar, y específicamente en New York, puede verse Lawson y Barton (1980).

[16] Se refiere al Decreto del 10 de julio de 1915, promulgado por Cándido Aguilar, en el cual se prohibía que los dueños aumentaran en más del diez por ciento las rentas (Blázquez y Corzo, 1997: 471-474). Un año después, el gobernador provisional Miguel Aguilar derogaría el citado decreto; Cándido Aguilar volvería a expedir el decreto en 1917, durante su segundo periodo a cargo del poder ejecutivo del estado, y Antonio Nava lo derogaría de nueva cuenta en 1920 al través de una ley civil que protegía a los casatenientes, quienes podían ampararse antes de echar a un inquilino de su vivienda nomás porque se había vencido el contrato.

[17] Para un seguimiento del conflicto entre El Dictamen y García Aulí en Excelsior y la postura de éste ante el movimiento inquilinario pueden verse De la Mora (2002a: 99-101) y Lombardo García (2007: 33-37). De la Mora señala que el dueño del diario acusó, mediante una carta fechada el 21 de mayo del año en cuestión, ante el presidente Obregón, al “Sindicato de Inquilinos de ser el principal instigador de la huelga.” (2002a: 100) Tejeda envió al otro día a Obregón un telegrama donde se comprometía a llevar a efecto tareas de mediación conducentes a garantizar la seguridad del dueño de El Dictamen. (101)

[18] Acerca del Partido Fascista Veracruzano Lombardo García, tomando como fuente el diario Excelsior, señala que influyó para la formación de organizaciones similares en Colima, en el estado de Jalisco y en Tampico, y que su dirigencia, asentada en Xalapa, estaba integrada como sigue: “presidente, Carlos Méndez Alcalde; vice-presidente, Rodolfo Cerdán; primer secretario, Guillermo Tamboreil; segundo secretario, Enrique Méndez; tercer secretario, Andrés Villegas; cuarto secretario, Gabriel Cházaro; quinto secretario, Carlos Nachón; tesorero, Narciso Jiménez Guerra; sub-tesorero, Ramón Amézcua, más 16 vocales.” (39) Dicho partido era por entonces, junto a -como ya se dijo- El Dictamen, al ya señalado diario capitalino y a los sectores económicamente poderosos en el Estado de Veracruz, un furibundo enemigo del gobernador Adalberto Tejeda y de sus políticas, contra quien mantenían una campaña permanente.

[19] Para la reconstrucción de los hechos seguimos a Salazar y Escobedo (366-367), Agetro (79-87), Bolio Trejo (130-145) y ED (06/06), quienes coinciden en lo general; sin embargo, la posición del diario es acusadora contra los inquilinos. Vale aclarar que la parte correspondiente a la madrugada del día 6, cuando es apresado Proal, le fue narrada a Bolio Trejo por el dirigente Porfirio Sosa Osorio, Secretario de Actas del sindicato, ya que Bolio “a la una de la madrugada, cuando iba en busca del Juez de Distrito para interponer un recurso de amparo… en la esquina que hace la calle Aquiles Serdán y avenida Independencia [fue] aprehendido.” (Bolio Trejo: 139)

[20] En esta lista no aparece el nombre de Bolio Trejo, quien afirma en su obra haber sido apresado, como ya se indicó líneas atrás.

[21] Según Agetro, quedó “al frente de la lucha inquilinaria, mientras el jefe permaneció en el encierro, el Diputado local por Veracruz, Carlos Palacios” (87) Por su parte, el alcalde García Auli intentó, como deja entrever la nota del diario, reconducir al movimiento, sin lograrlo. Bolio Trejo reafirma su protagonismo: “contrariando la voluntad de Herón Proal, cuando se encontraba preso en la Cárcel de Allende, fungiendo yo como primera autoridad del inquilinato, se organizaron en diferentes zonas del puerto comités pro colonias” (38) Sin embargo, se contradice más adelante: “Herón Proal, sus mejores capitanes y 84 personas más están en cautiverio, nadie sabe cuándo recobrarán su libertad; la representación del Sindicato de Inquilinos está acéfala, y los camiones repletos de soldados siguen patrullando la Ciudad.” (151)                                                                                                                       

[22] Actualmente en el Archivo y Biblioteca Históricos de la Ciudad de Veracruz se están clasificando expedientes administrativo del Ayuntamiento correspondientes al siglo pasado, donde será posible rastrear si en algún momento el alcalde aclaró el ¿equívoco? De la Mora expone que en telegrama enviado por Obregón a Tejeda el 11 de julio el presidente solicitaba el apoyo del gobernador veracruzano a las acciones del gobierno federal, y que en respuesta Tejeda -vía telegrama el 16 de julio- cedía ante tal petición. (2002a: 176)

 

Bibliografía: 

Fuentes primarias confrontadas

  • AGETRO, L. (1942) Las luchas proletarias en Veracruz. Historia y autocrítica. Jalapa, Veracruz: Editorial Barricada.
  • BLÁZQUEZ DOMÍNGUEZ, C. (comp.) (1986). Estado de Veracruz. Informes de sus gobernadores. 1856-1985. México: Talleres Gráficos de la Nación/ Gobierno del Estado de Veracruz, 22 volúmenes.
  • _____ y CORZO RAMÍREZ, R. (1997). Colección de leyes y decretos de Veracruz, 1824-1919. México: Universidad Veracruzana.
  • BOLIO TREJO, A. (1959). Rebelión de mujeres. Versión histórica de la revolución inquilinaria de Veracruz. México: Editorial “Kada”.
  • CEHSMO. (1979). Pacto celebrado entre la Revolución Constitucionalista y la Casa del Obrero Mundial (facsimilar). México: Autor/AGN.
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  • SALAZAR, R. y ESCOBEDO G., J. (1972). Las pugnas de la gleba. México: Comisión Nacional Editorial del PRI.

 

Archivos:

  • Archivo y Biblioteca Históricos de la Ciudad de Veracruz (AyBHCV). Ayuntamiento, 1789, caja 32, vol. 34; 1801-1802, caja 70, vol. 80; 1790-1804, caja 39, vol 4; 1778-1790, caja 30, vol. 31.

 

Hemerografía:

  • El Dictamen de Veracruz: 1920, 1921 y 1922.
  • El Arte Musical: 1920, 1921 y 1922.

 

Entrevista:

  • Don Joel Rodríguez Saborido, llevada a efecto de manera formal y ordenada durante 1999 para los efectos del presente trabajo, aunque las pláticas con él se fueron dando periódicamente desde 1976, para efectos diversos acerca de la vida en el puerto de Veracruz a partir de los años veinte.     

 

Fuentes secundarias:

  • CASTELLS, M. (1983). La ciudad y las masas: sociología de los movimientos sociales urbanos. Madrid: Alianza Universidad.
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Cómo citar este artículo:

GARCÍA NIÑO, Arturo E., (2018) “Al fondo, a la izquierda, en el 22 (el Movimiento Inquilinario de Veracruz en seis fuentes primarias)”, Pacarina del Sur [En línea], año 9, núm. 34, enero-marzo, 2018. ISSN: 2007-2309.

Consultado el Viernes, 19 de Abril de 2024.

Disponible en Internet: www.pacarinadelsur.com/index.php?option=com_content&view=article&id=1594&catid=9