Reseña: El zapatismo en el imaginario anarquista norteño: Regeneración, 1911-1917[1]

Mario Pavel Díaz Román[2]

 

La bastedad documental de la obra que reseño es ingente. Testigo de más de 20 años de tesonero trabajo emerge como renovada propuesta analítica en la interpretación de la Historia de la Revolución Mexicana en un entorno de remisa celebración centenaria; retomando y potenciando así el interés y la discusión en torno a una de las figuras más atractivas de la Revolución: el Partido Liberal Mexicano (PLM). En conjunto, la obra de Ricardo Melgar El zapatismo en el imaginario anarquista norteño: Regeneración, 1911-1917 (en colaboración con Perla Jaimes y Luis Adrián Calderón) dialoga con la historiografía reciente  sobre el particular, en especial en un entorno de creciente producción dónde destacan los trabajos de compilación y análisis de Jacinto Barrera Bassols[3], las investigaciones de Javier Torres Pares en referencia a la difusión anarquista  de la Revolución en la prensa  francesa, los trabajos de Javier Gámez Chávez sobre las relaciones entre los Yaquis y los Magonistas y, por último, la re lectura de Ricardo Flores Magón (RFM) por parte de Claudio Lomnitz. No obstante, la obra de Melgar Bao se diferencia de todas ellas, pues el autor sabe trazar con maestría los vínculos entre el PLM y la Rebelión zapatista a partir del análisis del órgano oficial de difusión del partido: Regeneración.

La obra se divide en dos tomos. Básicamente el autor compila artículos, notas, crónicas, posicionamientos, manifiestos y demás publicados en Regeneración entre 1911 y 1917. El tratamiento de la información permite dos cosas, por un lado presentar  documentos completos cuando éstos versen en su totalidad sobre zapatismo y, por el otro, la exposición de fragmentos, extraídos con pulcra exactitud, dónde se hace referencia puntual al tema.[4] Un aspecto no menor a resaltar es la calidad de las notas al pie de página, pues éstas localizan al lector en el marco de   los personajes, eventos, organizaciones y publicaciones  que dan vida a la obra con base en un  serio trabajo de investigación que  muestra no sólo la referencia a lo comentado, sino que además  incluye una nota bibliográfica para el lector interesado en profundizar en el tema. El criterio ordenador de la compilación es la autoría en orden alfabético, a pesar “de que varios [autores] escondieron su identidad en el anonimato y muy pocas veces tras el seudónimo” (Melgar, 2016, p.15)[5] El texto incluye un índice onomástico que agiliza la lectura para el investigador con intereses particulares.

El objetivo global de la investigación es claro. En palabras de Melgar consiste en “atender el campo de modelación del imaginario” (Ibid., p. 14) anarquista en torno a la rebelión zapatista a través de la detallada exposición de Regeneración; así se propone “que la recepción norteña del movimiento zapatista  no buscó tanto seguir con objetividad sus avatares revolucionarios, sino modelar simbólicamente a través de sus hitos la ratificación  de sus convicciones, muchas de ellas caras al peculiar anarquismo de los Flores Magón” (Ibíd., p. 17) Las claves interpretativas para la cabal comprensión de la  obra se encuentran en el estudio introductorio, mismo que tiene funciones múltiples. En primer lugar comenta la obra globalmente; en segundo lugar señala los derroteros  de travesía, situación que posiciona al estudio introductorio más allá de la acartonada exposición de los áridos marcos teóricos sin interés ni asidero empírico, en oposición se presentan los principales campos de significación ideológica y cultural del repertorio anarquista, con lo que se prepara al lector para el debate de horizontes  simbólicos entre el movimiento anarquista, la rebelión zapatista y los posicionamientos de la prensa burguesa.

Para los anarquistas, y en especial frente a sus contemporáneos liberales (que en algunos casos fueron ex partidarios), el punto central a discutir es el problema de la propiedad privada cosificada, literalmente, en la tenencia de la tierra en manos de unos cuantos. En el caso de los zapatistas el eje central de su reivindicación es la demanda de la tierra. Luego entonces “la cuestión de la tierra y el comunalismo indígena constituyeron dos bisagras ideológicas que permitieron enlazar perspectivas y problemáticas regionales” (Ibíd., p.17) mediante de Regeneración. [6]

Es a través de Regeneración “que se muestra nítidamente la lógica del Magonismo y adquiere un sentido unitario la diversidad aparente de sus aspectos” (Bartra, 1972, p.15). Puesto que se concibe al periódico como “estructurador ideológico, político y orgánico de una corriente revolucionaria de masas, como la forma fundamental de propaganda, agitación y organización colectivas.” (Ibíd., p. 16). Los colaboradores despliegan en sus páginas una campaña informativa a favor de la causa zapatista de talante marcadamente crítico a las figuras de autoridad y, sobre todo, siempre tratando de modelar la acción del Ejército Libertador del Sur en clave libertaria.

Esta campaña informativa es, naturalmente, en oposición a la prensa burguesa. Así, “le retornaron al gobierno, a los terratenientes y a la burguesía nacional y extranjera los epítetos de ladrones, asesinos y salvajes con argumentos nada desdeñables.” (Melgar, 2016, p.17). Para ello, comentaban las referencias al zapatismo publicadas en diarios nacionales, como El Imparcial, El Diario, El País, El demócrata, Nueva Era, e internacionales, principalmente norteamericanos, como Herald y Examiner.  La lógica expositiva era muy sencilla, consistía, básicamente, en poner en duda permanente los editoriales, las noticias y los cables de la prensa y espetarle argumentos que ponían en duda la hipotética derrota del zapatismo, además de finalizar con exaltadas arengas a favor de la causa ácrata y en patente denostación del orden burgués. En esta campaña informativa cobra particular importancia el papel de los viajeros, los trabajadores del sistema ferroviario y  las cartas de militantes, ya que éstos fungieron como “sistema de triangulación” de noticias que pone en duda vigilante a la prensa oficialista y dota de veracidad al órgano del Partido; ejemplo de ello es la publicación del viajero a territorio zapatista Jhon O´Dwyer Creaghe[7], quién sostiene que “yo, entre muchos otros, dudaba de que fuera una realidad lo que leíamos” [no obstante] He llegado a convencerme que todo lo que dice Regeneración,  y todo lo que ha dicho anteriormente, ha sido siempre la pura verdad respecto a la marcha del movimiento. Todos los hechos han confirmado sus previsiones.” (Ibíd., pp. 113- 114 ).

En términos analíticos, el contenido de Regeneración hacia el zapatismo se puede dividir en tres grandes grupos de acción[8]: política, social y económica. Cada una de estas tipologías tiene una valoración propia, siendo la política el objeto de defenestración perpetúa; en oposición la acción o Revolución económica es de alta valía en la medida en que cosifica a pie juntillas la destrucción de la propiedad privada: fundamento del orden burgués.

La crítica central a la acción política radica en el no cuestionamiento del principio de autoridad. Bajo esta tesitura se cuestiona tesoneramente a Francisco I. Madero por buscar solamente un cambio en la composición del grupo de poder y no una acción contunde en contra del capital, además de ser fiero represor del movimiento zapatista en manos de “El Weyler mexicano” Juvencio Roblés. Por otro lado, se comenta despectivamente y con escarnio atroz a Victoriano Huerta, Venustiano Carranza, Álvaro Obregón e inclusive a Francisco Villa puesto que se le acusa de garantizar el orden. En el caso de Emiliano Zapata se le vigila de cerca, sobre todo en los supuestos intentos de rendición y negociación ante las fuerzas del Estado.

Con la quema de archivos públicos, el fusilamiento de jueces, administradores y sacerdotes, la voladura de puentes, el sabotaje de las vías férreas y plantas eléctricas, además del incendio de cañaverales, se subvierte el orden de dominación caciquil siempre con la amenaza latente de la dinamita libertaria. Esto es, pues, la Revolución social que trastoca las centenarias relaciones de opresión. No obstante, para el PLM la Revolución social es condición necesaria, más no suficiente, puesto que el ideal a seguir es la Revolución económica.

El basamento de la Revolución económica es la destrucción de la propiedad privada, en específico de la tenencia de la tierra a través de la expropiación. La toma de la tierra se convierte en toda una proeza cargada de horizontes de significación y simbolización que pueden “expresarse en tres direcciones: como acción directa, como figura discursiva y como ficción artística.” (Ibíd., p.33). De hecho, las apreciaciones en torno a la toma de tierra son un elemento toral en la caracterización de la situación en territorio zapatista, situación que llevo al anarquista Inglés  William C. Owen, entre otros tantos, a sostener que México se encuentra en:

Una verdadera Revolución económica; y una que la historia clasificará junto con la trascendental lucha por medio de la cual se derrocó al feudalismo en Francia y que estará por encima de la Revolución Rusa que levantó tanta simpatía en los Estados Unidos, apenas hace 10 años. Los mexicanos son mejores luchadores que los pacíficos rusos, su visión es mucho más clara y su odio por la esclavitud económica en todas sus fases es mucho más intensa” (Ibíd., p. 385).

 

Con estos tres elementos los territorios bajo control zapatista en Morelos, México, Guerrero, Distrito Federal, Oaxaca, y Puebla, principalmente, se les dotó de un cariz cuasi místico donde imperaba “la justicia en acción”. No obstante, desde la prensa burguesa se denostaba al zapatismo al calificarlo como acción criminal, horda de bandidos comandada por el “Atila del Sur”. A ello respondieron tanto el PLM como el zapatismo. En el primer caso devolvió potenciado el apelativo criminal, de hecho RFM sostiene que “crimen llamamos los revolucionarios al hecho de que los ricos tengan todo para ellos, dejando en la miseria y en la ignorancia al resto” (Ibíd, p. 233). Llama la atención la descalificación entre opuestos a partir del uso del mismo término, lo que denota un campo de disputa entre representaciones simbólicas de raigambre netamente moral que captan y visualizan los referentes axiológicos de los actores. Es, pues, el carácter polisémico del discurso lo que modela el imaginario del uno sobre el otro, lo que hace posible la imputación de propiedades sobre el otro.

En cuanto al tilde criminal, el zapatismo desarrollo una respuesta singular, ahondaré en ello. Según un problema historiográfico planteado por Jhon Womack, una de las múltiples versiones sobre el origen del Plan de Ayala radica, precisamente, en el deslinde frontal del zapatismo frente a la criminalidad machaconamente sostenida por los acólitos del régimen. En ese sentido, Womack sostiene que Zapata “le pidió a Montaño que trazara un programa para demostrar que los zapatistas no eran simples bandidos.” (Womack, 1985, p.389). El señalamiento no es trivial, pues según un artículo de El Imparcial, comentado por Regeneración, Montaño “ejerce una gran influencia en el ánimo del revolucionario suriano, y a él debe de seguro el Atila las citas que de grandes autores, como Victor Hugo y Kropotkin, hace en sus cartas y documentos.” (Melgar, 2016, p.546). No obstante, desde el periódico se sostiene que el “maestro está en el extranjero” y que desde tiempo atrás el PLM había hecho ya difusión de la Conquista del Pan, dando a entender la influencia del partido sobre Emiliano Zapata. El señalamiento refiere, pues, a la composición ideológica del Plan dónde se deja ver la influencia del PLM en “muchos de los conceptos y de las frases en que más intensamente insistieron los liberales, sobre todo en el manifiesto de septiembre [1911] aparecen repetidas veces en el Plan de Ayala.” (Womack, 1985, p.391). Lo anterior supone un vínculo que trasciende la modelación del imaginario, de hecho el compilado da nota de presencia de militantes anarquistas en territorio zapatista, además del ofrecimiento de Zapata de todo el papel requisado en caso dado de que Regeneración se estableciera en territorio controlado por fuerzas surianas.

Sobre la representación de Emiliano Zapata ésta varía entre una desconfianza inicial a una paulatina aceptación; no obstante, siempre bajo alerta ante una posible rendición o en su defecto frente a un eventual exceso autoritario. En ese sentido, RFM califica al zapatismo como partido autoritario “que busca el poder para poner en práctica sus programas, mientras que el nuestro confía únicamente en la acción revolucionaria de los proletarios.” (Melgar, 2016, p. 246). En lectura anarquista el móvil revolucionario no es la admiración a Zapata, antes bien lo que se observa es una “manifestación del instinto de conservación del individuo y de la especie; lo que hay es la desesperación de las masas desheredadas cansadas al fin de soportar este fardo pesado y miseria” (Ibíd., p.,241), es por ello que en caso de muerte, traición o claudicación de Zapata la rebelión en contra del capital debería proseguir, sobre todo si se toma en cuenta que se caracteriza al “pueblo mexicano, en su mayoría, […] comunista por instinto.” (Ibíd., 236). Esta singular lectura hace que se rechace, a toda costa, el apelativo “zapatista” y se opte por el de comunistas surianos, entre otros. Por último, las posibilidades de rendición o traición confinarían a Zapata no sólo a la defenestración directa y sin reservas, sino a la vejación total, tal y como se presenta en el compilado a antiguos militantes del PLM, como el “liberticida” Jesús Moncaleano, el “bandido” Jesús Flores Magón y a “Toñita la Villarreala” Antonio Villarreal.

Un último punto que me gustaría destacar son las disputas en torno a la conceptualización del zapatismo en la prensa anarquista internacional. El texto ofrece abundante material sobre el tema y advierte ya un tema transversal a la izquierda y a una parte de las ciencias sociales latinoamericanas del siglo XX, a saber: la caracterización del desarrollo y las líneas tácticas y estratégicas a seguir. En ese sentido la postura de Jesús M. Rangel sintetiza la discusión que me interesa posicionar:

“¿Cómo los líderes del socialismo internacional, tan eruditos, tan versados en Ciencia Social., no han podido levantar sus masas civilizadas y los campesinos desarrapados del Sur se mueven por millares y mueren en una Revolución Social y económica? Es que a pesar de todo lo dicho por los reformistas que es necesaria una educación social para poder asentar definitivamente sobre una base sólida cualquier triunfo del proletariado y de los dicho por socialistas y anarquistas, que antes de llegar al comunismo anárquico, los indios mexicanos deberán seguir la lenta evolución de los pueblos europeos, haciendo su educación política y después social, y de lo asentado por otro, que la única solución del movimiento del sur es la compra de tierras, la propaganda científica huelga, dónde está la necesidad apremiante.”[9] (Ibíd., p. 475)

 

La discusión postulada tiene varios frentes de batalla. Desde la polémica entre RFM con Jean Grave, que llevo incluso a la intervención de Kropotkin, hasta la discusión de Enrique Flores con Galleani sobre la acción zapatista, pasando por el llamado colectivo con carácter urgente a convocar a un Congreso Internacional Anarquista donde se declare que “el peón mexicano está en lo justo al sostener que la libertad económica puede ser ganada solamente recobrando la posesión de la tierra; de que él está en lo justo al expulsar a los acaparadores de la tierra; de que vosotros urgís a los desheredados de todos los países a imitarlo ” (Ibíd., pp710-711).

En suma, El zapatismo en el imaginario anarquista norteño: Regeneración, 1911-1917 es muestra de un delicado trabajo de investigación histórica. Dialoga y discute con lo más cribado de la historiografía sobre el particular y muestra interesantes sendas de discusión e interpretación. El estudio introductorio posee la cualidad de la rigurosidad analítica sin caer en la petrificación teórica, además de postular las orientaciones generales para la lectura pensada del compilado. Considero que un elemento que en definitiva potenciaría a la obra, sobre todo pensando en el lector no especializado, sería el acompañamiento con una detallada cronología tanto de Regeneración (por sus clausuras e interrupciones continúas) como del movimiento zapatista, pues en muchos casos la lectura se hace vertiginosa por las temporalidades tan dispares que se manejan en cada uno de los autores, sea porque interrumpen su producción por seguir un proceso judicial o por las esporádicas contribuciones. Quizá el criterio de ordenar la obra por autor pueda ser fatigoso y en algunos casos confuso, ya que hay muchas pausas, no obstante, considero que sí es el más práctico, sobre todo porque presentar la documentación cronológicamente dispersaría por completo la unidad autoral y cada año se encontraría salpicado de una cantidad poco manejable de autores; por tanto, sugiero al futuro lector acompañar la lectura con las cronologías sugeridas.

Se espera otra obra de Ricardo Melgar Bao dónde se estudie a profundidad las redes del PLM y sus construcciones imaginarias.

 

Notas:

[1] Melgar Bao, Ricardo (Jaimes, Perla y Calderón, Luis, colab.). México: Secretaría de Cultura, INAH, 2016.

[2] Doctorado en Ciencia Social con especialidad en sociología por el Centro de Estudios Sociológicos de El Colegio de México. Especialista en violencia y delincuencia. Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

[3] Con 18 tomos publicados entre 2000 y 2014.

[4] Por economía de espacio.

[5] Pensando en la extensión hago referencia al compilado sólo como Melgar 2016. Sin embargo, el estudio introductorio va de la página 11 a la 45, así cualquier referencia a Melgar 2016 que no sean estas páginas se refiere a algún colaborador previamente identificado en el cuerpo del texto.

[6] Con tiraje semanal, siempre y cuando no estuviera clausurado. Con 16 página en pequeño formato y 8 en gran formato en su segunda época. El periódico fue fundado el 7 de agosto de 1900; no obstante, su fase abiertamente anarquista se formaliza con la publicación del manifiesto del 23 de septiembre de 1911 (Bartra, 1972).

[7] Anarquista irlandés con trabajo político en Los Estados Unidos, Argentina e Irlanda.

[8]  Para Regeneración estos grupos de acción son formas de Revolución.

[9] Resaltado mío.

 

Bibliografía:

Bartra, Armando. Regeneración 1900-1918, la corriente más radical de la revolución de 1910 a través de su periódico de combate: Ricardo Flores Magón, Práxedis Guerrero. México: Hadise, 1972.

Womack, John. Zapata y la Revolución Mexicana. México: Secretaria de Educación Pública, 1985.

 

Cómo citar este artículo:

DÍAZ ROMÁN, Mario Pavel, (2017) “Reseña: El zapatismo en el imaginario anarquista norteño: Regeneración, 1911-1917”, Pacarina del Sur [En línea], año 8, núm. 30, enero-marzo, 2017. ISSN: 2007-2309.

Consultado el Jueves, 28 de Marzo de 2024.

Disponible en Internet: www.pacarinadelsur.com/index.php?option=com_content&view=article&id=1448&catid=12