Reseña: Rivera Mir, Sebastián, Militantes de la izquierda latinoamericana en México, 1920-1934. Prácticas políticas, redes y conspiraciones

Zwuany Castro Vaca

Universidad Autónoma Metropolitana, México

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México: El Colegio de México; Secretaría de Relaciones Exteriores; Dirección General del Acervo Histórico Diplomático; 2018.

 

El tema del libro es la historia de las condiciones políticas, administrativas, culturales y sociales que un conjunto de militantes de izquierda latinoamericanos encontró en México. Los susodichos arribaron al país como exiliados políticos o por voluntad propia, en el periodo de institucionalización de la revolución (1920 a 1934). Las páginas de la obra de Sebastián Rivera Mir hacen inteligible la historia de las estrategias de sobrevivencia, la formación intelectual, las prácticas políticas y las redes que los militantes de izquierda formaron en México; con sus pares y autoridades gubernamentales relacionadas a los sectores educativo, cultural, social y económico. Según el autor, los flujos de militantes de izquierda en este periodo procedían especialmente de Centroamérica, el Caribe, Colombia, Ecuador, Bolivia, Perú y Venezuela.

El contenido del libro es importante porque se inserta en una línea temática de investigación actual, que es la historia de la cultura de izquierda en nuestra región. Entendida ésta como una historiografía que analiza las prácticas y proyectos políticos, las redes políticas y sociales, la sociabilidad y las búsquedas ideológicas de los militantes de izquierda; va dirigido a un lector informado y ávido de conocer nuevas miradas y metodologías sobre el carácter de la política de izquierda en América Latina.  En ese sentido, Sebastián Rivera Mir va más allá de la historiografía que clasifica las ideologías de izquierda entre las siguientes opciones: anarquista, socialista, reformista o populista, para después plantear que las iniciativas y la forma de organización de los militantes obedeció de manera mecánica a una postura ideológica.

En lugar de ello, la perspectiva general del libro es historizar la sociabilidad, la construcción de redes y las prácticas políticas de los militantes de izquierda latinoamericanos; cuyo resultado puede observarse en la publicación de revistas, manifiestos, panfletos y prensa; la formación de partidos políticos, federaciones o ligas; así como en la realización de actividades tan diversas, que van desde mítines hasta expediciones armadas. Gracias a lo cual se cumplen muy bien dos promesas enunciadas en la introducción de la obra. La primera: el análisis del contexto personal de sobrevivencia de los actores involucrados, sus prácticas cotidianas y sus intercambios culturales. La segunda: la aplicación de los cuatro niveles propuestos por Luis Roniger y Mario Sznajder para entender el exilio político: 1) el propio emigrado, 2) el país receptor, 3) el país expulsor, y 4) el espacio transnacional.

Dicho lo anterior, es posible afirmar que el libro de Sebastián Rivera Mir es la historia de las condiciones que México ofreció a un contingente de militantes de izquierda latinoamericanos, en un momento particular de su política posrevolucionaria y de su relación con el norte y con el sur del continente. También habría que subrayar el uso de conceptos dúctiles, como dice el autor, que hacen posible el desarrollo del tema.  Militante de izquierda es un concepto que permite conocer a figuras que no fueron líderes de las organizaciones políticas que se construyeron en México, que tampoco fueron “profesionales de la política”, incluso provenían de clases bajas y, en algunos casos, fueron proclives a cambiar de organización política. En otras palabras, militante de izquierda permite valorar las actividades políticas de simpatizantes, colaboradores ocasionales y activistas, junto con las figuras centrales o más conocidas, como es el caso de Víctor Raúl Haya de la Torre o David Alfaro Siqueiros, por mencionar algunos.  

Otros conceptos clave del libro son: sociabilidad, entendida como mecanismo de encuentro,  politización y formación de redes que repercutirían en sus proyectos políticos; exilio, que permite al autor establecer las alianzas y los conflictos que se dieron entre las distintas oleadas de exiliados, sobre todo cuando provenían del mismo país, así como sus  construcciones simbólicas, la adaptación de sus proyectos, la lectura que hicieron de la Revolución Mexicana, su forma de involucrarse, pues, a las condiciones políticas y sociales del país refugio. Por último, el concepto de redes que se derivan en políticas, culturales y laborales, según la aplicación que hace el autor, con su respectivo núcleo de profesionales de la política. Al recorrer las páginas del libro se encontrará lo dicho hasta el momento y muchos aspectos más de acuerdo a cada capítulo.

El primer capítulo abunda en la noción de militante de izquierda latinoamericano, a grandes rasgos, fue un grupo reducido de exiliados latinoamericanos, en su mayoría varones, que cumplían una abnegada labor en la construcción de programas políticos y prácticas orientados a la transformación de sus propias sociedades; siendo América Latina su referente simbólico y programático. Debido a esta noción, el autor no se detiene a observar las distintas posturas ideológicas (antiimperialista, comunista, anarquista, socialista, reformista, indigenista, marxista), ni los diferentes géneros literarios que se cultivaron (artículo, crónica, carta, ensayo, manifiesto, memorias, panfleto). Aunque hay un claro señalamiento a los oficios, como son, estudiantes, periodistas, diplomáticos o políticos profesionales.

Además, el primer capítulo ilustra cómo es que se formó una “red de redes” en México, que involucró a presidentes, líderes sindicales y agregados culturales de las embajadas, con los militantes de izquierda latinoamericanos. Por cuestión de supervivencia, las redes fueron muy importantes para estos últimos. Por su parte, México prestó apoyo mediante becas de estudios, trabajo en dependencias del gobierno o financiamiento de sus proyectos; pero también, se desarrollaron mecanismos de represión. Precisamente, el segundo capítulo da cuenta de cómo se implementó la vigilancia y el espionaje. Se explica cómo se involucraron, tanto los países expulsores de militantes, como el Departamento Confidencial de México, que por entonces comenzaba a estructurarse, así como Estados Unidos y la Internacional Comunista, para quienes era imprescindible evaluar al movimiento de izquierdas por razones geoestratégicas. También, se demuestra qué militantes verdaderamente trabajaron para la Secretaría de Gobernación y quienes fueron señalados como “espías” por sus compañeros debido a diferencias políticas.

El tercer capítulo hace hincapié en los militantes de izquierda que desarrollaron sus actividades políticas en la Universidad. Pues a partir de 1922, Álvaro Obregón y José Vasconcelos impulsaron una política de becas a estudiantes de la región, que después pudieran fungir como propagandistas de la Revolución Mexicana. El capítulo analiza el rol diplomático y político que México jugó al recibir a militantes de izquierda latinoamericanos, quienes tenían proyectos políticos propios, orientados a sus países de origen. Se analizan los lugares de sociabilidad: salones, cines, cafés, teatros; algunos de ellos emblemáticos, como el Anfiteatro de la Escuela Nacional Preparatoria. Se profundiza en las dificultades personales y económicas; en la confluencia con otros sectores, como campesinos; en los casos de adaptación a la sociedad, al ejercer la profesión que adquirieron en la Universidad y los casos de retorno a sus países de origen, que el gobierno favoreció.  Lo anterior en el marco de que el movimiento estudiantil en América Latina cobraba fuerza como actor de impacto en la política.   

El cuarto capítulo es el más ambiciosos. Sebastián Rivera Mir analiza la práctica de informar que llevaron a cabo los militantes de izquierda; a través de la revista, el panfleto, la conferencia, la carta, el periódico y el afiche. Cada una de estas herramientas fue parte de su estrategia política; sus bases, respondían a una concepción leninista de los medios de comunicación, agitación y propaganda; así como a ideales de José Carlos Mariátegui, González Prada y los propios participantes. Vale la pena profundizar en la noción de flujos de información que se utiliza a lo largo de este capítulo.

La noción de flujo informativo da cuenta de los implicados en la edición y circulación de los medios impresos. También tiene que ver, según el autor, con cómo se da la comunicación en una sociedad de masas y con las dinámicas de poder; lo cual supone procesos de interacción entre la prensa de los militantes de izquierda y la prensa masiva, el vínculo con la sociedad y los discursos en boga con los que se relacionaron. El capítulo podría ahondar en las variables que se acaban de referir. Los ejemplos que sirven para ilustrar el flujo informativo, sólo muestran la forma en que los militantes de izquierda se organizaron, las expectativas que tenían para sus proyectos y los debates sobre el carácter que debía tener la prensa.

Buena parte de los datos empíricos que sustentan la noción de flujo informativo son cartas. Los militantes de izquierda se quejaban en su correspondencia sobre los problemas de edición y de comunicación entre ellos mismos, lo cual no hace parte de su estrategia política, ni de los procesos de comunicación en una sociedad de masas, sino de sus lazos afectivos y amistosos. Por otra parte, el autor plantea que existió una red de publicaciones, en donde incluye, entre otras: El Bonete y El Libertador de la LADLA (Liga Antiimperialista de las Américas), Cuba Libre de la Asociación de Nuevos Emigrados Revolucionarios de Cuba, Indoamérica del APRA (Alianza Popular Revolucionaria Americana) y Bandera Roja del Órgano Político Electoral de Obreros y Campesinos.  Lamentablemente no se aclara en qué consistió esa red o porque se puede afirmar que existió una red de publicaciones.

Lo que afirma el autor es que hubo constantes repeticiones y falta de coherencia entre las publicaciones. Quizá sería pertinente explicar las ideas que se repetían y las que se contradecían, para conocer más acerca de las principales preocupaciones de los militantes de izquierda y del contexto con el que interactuaban. Al final, el capítulo hace una evaluación escueta de las publicaciones: Hacer el análisis de las portadas, ilustraciones, staff de colaboradores, periodicidad, tiraje y difusión resulta muy interesante. El capítulo incluye láminas relativas a la diagramación de las publicaciones; quizá habría valido la pena incluir un anexo al final del libro de carteles, grabados y fotografías, pues el autor menciona que los militantes de izquierda los utilizaron como parte de sus herramientas de propaganda.

La parte más consistente del capítulo cuarto es la relativa a las redes políticas, culturales y laborales, que permitieron la participación de los militantes de izquierda en editoriales, diarios de circulación nacional, agencias de noticias y revistas latinoamericanas. Considerando, como dice el autor, que buena parte de ellos pertenecía a una elite letrada, por lo que no tuvieron problemas para ubicarse en las estructuras administrativas, como la Secretaría de Educación Pública. Debido al periodo que abarca el capítulo, el autor muestra la repercusión, en la práctica de informar, de los virajes en la política mexicana. En general, al iniciar la década de 1920, algunos diplomáticos apoyaron a los militantes de izquierda entregando cartas o difundiendo sus publicaciones, por medio de las embajadas de México en el continente; después de 1929, los militantes de izquierda tuvieron que enfrentar la censura, los arrestos, el saqueo de oficinas de periódicos, en fin, un espacio reducido para la circulación de sus recursos propagandísticos.

El quinto capítulo aborda la formación de organizaciones políticas, programas políticos, expediciones armadas e intentos de magnicidio por parte de los militantes de izquierda, que tenían como objetivo derribar a las dictaduras de sus países de origen y tomar el poder; ya que muchos de ellos veían a México como el lugar donde se podía establecer la coordinación. El examen hecho por el autor abarca, tanto el sentido de generar un programa político, las organizaciones que lo hicieron, las condiciones organizativas de las prácticas políticas, los militantes que se involucraron aun estando fuera de México, el apoyo de las autoridades mexicanas y hasta la forma en que intervinieron los espías. En este capítulo también se explican los debates que se generaron alrededor de nociones, como son: “política de masas”, “unidad latinoamericana”, “antiimperialismo”, “frente amplio” o “frente único”; la agudización de dichos debates se aborda en el último capítulo.

Es el sexto capítulo y último de la obra donde se revisan los conflictos políticos entre los militantes de izquierda latinoamericanos; tanto a nivel discursivo, como táctico y estratégico. Es sabido que “los comunistas acusaron a los apristas de reformistas” en el periodo que estudia el autor, en parte, de esto trata el presente capítulo, pero introduciendo el riguroso manejo de las fuentes que hay en cada página. El autor explica las diversas posturas, que fueron de la mano con determinadas prácticas políticas, a partir de 1928, cuando la política mexicana comenzó a reducir el apoyo a los militantes de izquierda latinoamericanos y a recrudecer la represión contra el comunismo. En consecuencia, cambió la evaluación de aspectos de la Revolución Mexicana que antes habían sido aplaudidos, como la reforma agraria, entre muchos otros. Asimismo, se pusieron en práctica nuevas tácticas como la huelga de hambre o el paso a la clandestinidad. Los debates en torno a la Internacional Comunista, a la inmigración china y a los proyectos continentales, se convirtieron en fuente de enconados conflictos entre los militantes de izquierda latinoamericanos. A grandes rasgos, como señala el autor, se trató de una búsqueda de aliados en medio de una realidad heterogénea y cambiante.

Sebastián Rivera Mir trabajó un Epílogo, en el cual revisa la trayectoria de algunos militantes de izquierda latinoamericanos al dejar de vivir en México, a la par que lanza hipótesis sobre los aprendizajes y el significado general de la etapa mexicana para los susodichos. También se puede disfrutar de una nutrida sección de biografías antes de cerrar el libro. Todo lo cual hace que su trabajo sea indispensable para comprender cómo es que se han generado las alternativas políticas revolucionarias y progresistas en nuestra región.

 

Cómo citar este artículo:

CASTRO VACA, Zwuany, (2020) “Reseña: Rivera Mir, Sebastián, Militantes de la izquierda latinoamericana en México, 1920-1934. Prácticas políticas, redes y conspiraciones”, Pacarina del Sur [En línea], año 11, núm. 43, abril-junio, 2020. ISSN: 2007-2309.

Consultado el Jueves, 25 de Abril de 2024.

Disponible en Internet: www.pacarinadelsur.com/index.php?option=com_content&view=article&id=1893&catid=12