Tacubaya: Historia de un Barrio entre Ríos, Palacios y Modernidad

Rodrigo Pomar
Especialista en Estudios Latinoamericanos Rodrigo Pomar Verified profile Ultima actualización:: November 19, 2025

Para quien hoy se sumerge en el bullicio caótico de la estación de metro Tacubaya, un laberinto de comercio informal y multitudes apresuradas, es difícil imaginar que este mismo lugar fue alguna vez un apacible refugio aristocrático, un paraíso de villas campestres y huertos frondosos. La historia de Tacubaya es la historia de una de las transformaciones más radicales de la Ciudad de México: la de un antiguo pueblo de indios que se convirtió en el Versalles del Porfiriato, para luego ser devorado por la mancha urbana y renacer como un epicentro de la vanguardia arquitectónica. Este es el retrato de un barrio que es, en sí mismo, un microcosmos de la historia de México.

Orígenes Prehispánicos: “Donde se tuerce el agua”

El nombre mismo de Tacubaya revela su esencia original. Proviene del náhuatl Atlacuihuayan, que significa “lugar donde se toma el agua” o “donde se tuerce el arroyo”. En la época prehispánica, Tacubaya era un pequeño asentamiento en la ribera del Lago de Texcoco, de vital importancia por los ríos y manantiales que descendían de las colinas cercanas. Su ubicación estratégica, entre la capital tenochca y los bosques de poniente, lo convertía en un punto de descanso y abastecimiento. No era una gran ciudad, sino un lugar definido por el agua, un recurso que marcaría su destino.

La Época Colonial: Refugio Aristocrático y Esplendor Barroco

Tras la Conquista, mientras la Ciudad de México luchaba con inundaciones y enfermedades, las élites españolas y criollas buscaron en las afueras lugares más salubres y apacibles para construir sus residencias de verano. Tacubaya, con su clima templado y sus abundantes aguas, se convirtió en el destino predilecto. Órdenes religiosas, como los dominicos, establecieron conventos y huertos, sentando las bases de un desarrollo señorial.

Durante los siglos XVII y XVIII, la zona se llenó de suntuosas villas y palacios barrocos, donde las familias más ricas del virreinato pasaban largas temporadas. El mejor ejemplo que sobrevive de esta época de esplendor es la Casa de la Bola. Esta magnífica mansión, con sus jardines escalonados y sus salones conservados como una cápsula del tiempo, es el testimonio de una era en que Tacubaya era sinónimo de opulencia y retiro campestre.

El Siglo XIX: Escenario de la Historia Nacional

Con la Independencia, Tacubaya dejó de ser solo un lugar de recreo para convertirse en un escenario crucial de la turbulenta vida política de México. Su cercanía a la capital la convirtió en un punto estratégico para conspiraciones y levantamientos militares. El episodio más famoso es la proclamación del “Plan de Tacubaya” en 1857, un manifiesto conservador que desconocía la nueva Constitución liberal y que desató la sangrienta Guerra de Reforma.

Durante el Porfiriato, a finales de siglo, Tacubaya vivió su segunda edad de oro. La llegada del tranvía la conectó definitivamente con la ciudad, y la élite porfiriana la eligió para construir sus palacetes de estilo europeo. Se convirtió en un municipio próspero y elegante, con un hipódromo, parques y una vida social vibrante que competía con la de la propia capital.

El Siglo XX: Urbanización, Contrastes y Vanguardia Arquitectónica

El siglo XX fue el de la transformación total. La explosión demográfica de la Ciudad de México terminó por absorber al antiguo pueblo. Los ríos que le dieron nombre fueron entubados, las huertas y los jardines fueron fraccionados para dar paso a viviendas populares, y el carácter campestre se desvaneció para siempre.

Tacubaya se convirtió en un barrio de profundos contrastes sociales. Por un lado, el área alrededor de la nueva estación de metro se transformó en un caótico centro de transporte y comercio popular. Por otro, en sus calles aledañas, sobrevivían los vestigios de su pasado aristocrático, a menudo en un estado de decadencia.

Fue en medio de este paisaje de contrastes donde surgió una de las mayores revoluciones de la arquitectura de Tacubaya y del mundo. En una discreta calle, el arquitecto Luis Barragán construyó en 1948 su propia casa y taller. Esta obra, hoy declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, es un manifiesto de la arquitectura emocional. Barragán rompió con el funcionalismo imperante para crear espacios de serenidad, introspección y belleza, utilizando magistralmente la luz, el color, el agua y los materiales locales. La Casa Luis Barragán no solo puso a Tacubaya en el mapa de la arquitectura mundial, sino que demostró que, incluso en el corazón del caos urbano, era posible crear un oasis de silencio y espiritualidad.

Tacubaya Hoy: Un Mosaico de Realidades

Visitar el barrio de Tacubaya en la CDMX hoy es una experiencia de inmersión en las contradicciones de la megalópolis. Es el bullicio del mercado informal junto a la quietud de un convento colonial. Es la majestuosidad decadente de un palacio del siglo XIX frente a la funcionalidad brutalista de un paradero de autobuses. Es un laberinto de puestos ambulantes que esconde, a pocos metros, la obra maestra de un ganador del Premio Pritzker. El barrio Tacubaya es un palimpsesto, un lugar donde cada esquina revela una capa distinta de la historia de la ciudad: la prehispánica, la colonial, la porfiriana, la moderna y la hiper-contemporánea.

Conclusión: Las Múltiples Vidas de un Barrio

La historia de Tacubaya es la historia de muchas muertes y resurrecciones. Murió el pueblo de indios para dar paso a la villa aristocrática. Murió la villa para ser absorbida por la ciudad. Pero en cada etapa, Tacubaya ha sabido reinventarse, conservando en sus calles y edificios las cicatrices y los tesoros de sus vidas pasadas. Es un recordatorio de que la historia de una ciudad no solo está en sus grandes monumentos, sino también en las complejas y a menudo caóticas capas de sus barrios.

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