a Pacarina del Sur, con este nuevo número, cierra una etapa e inicia otra. La edición será trimestral y asume a partir de ahora, una gestión colectiva, acreditada por un reconocido y prestigiado consejo consultivo y un consejo editorial, ambos muy comprometidos con la problemática regional, su memoria y su futuro deseable. En concordancia con nuestra primera declaración, ratificamos nuestra adhesión a los cauces del pensamiento crítico comprometido con las causas justas en este continente, sin desobligarnos de las que demandan los pueblos en el escenario mundial.

A lo largo de este recorrido fundacional, nuestra revista, gracias a la entusiasta participación de sus colaboradores y lectores, se ha ganado un lugar en el espacio virtual. Las consultas abarcan casi 70 países y su número crece día a día. Va nuestro agradecimiento a todos los que han depositado su confianza o expectativas en este proyecto que ha probado ser viable y congruente.

América Latina vive los fastos del bicentenario de la Independencia en algunos países de la región, dando inicio a un ciclo conmemorativo que se proyectará hasta el 9 de diciembre de 2024, que conmemora la victoriosa batalla bolivariana que dio por concluida la dominación hispano-colonial, salvo en las Antillas. Reveses neoconservadores en Chile y en Honduras deberían preocuparnos, tanto como lo que sucede en Haití, no sólo por los costos diversos en la economía, la sociedad, la política y la cultura que han generado los embates de la naturaleza y el proyecto de ocupación militar, con la complicidad de la mayoría de nuestros países. El primer país en obtener su Independencia y ser solidario con los procesos de otros países de la región, a doscientos años, merece más atención de nuestra intelectualidad, de nuestros sectores democráticos. Menos silencios cómplices, menos distracciones-coartadas.

El próximo número, el cinco, estará en línea a finales de este accidentado año de 2010, que todavía dará que hablar. En su conjunto, las celebraciones oficiales dejan mucho que desear, se siguen escamoteando las grandes urgencias nacionales. Las juventudes de las capas medias y de otros sectores populares han sido despojadas de horizonte de futuro, de trabajo, de calidad de vida; vaya legado republicano. Persistimos en continuar por la senda urbanocéntrica, es decir, de la modelación de monstruópolis no sustentables, autoritarias, racistas e inequitativas, mientras que en el campo se renuncia a la soberanía alimentaria y a la defensa de la biodiversidad, a favor del impulso irresponsable a la difusión de los transgénicos, así como al despojo de los bienes comunitarios y la expulsión de las poblaciones originarias. Se borronea la memoria de los agravios a los pueblos amerindios para continuar con más de lo mismo en México, Chile y Argentina, haciendo profilaxis autoritaria y neoliberal análoga la que viene siendo cumplida en Paraguay, Colombia, Perú, Guatemala y otros países. Las poblaciones afroamericanas no son ajenas a agravios parecidos. Y la mayoría mestiza, la que coloreó a las clases subalternas, ya no se contenta con las retóricas de la mestizofilia nacional, anda urgida de otras propuestas de país y continente diverso, libertario y justo.

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