Las trampas del pensamiento dualista amigo/enemigo desde América Latina: la experiencia de Leonardo Boff

The pitfalls of dualist thinking friend / foe from Latin America: the experience of Leonardo Boff

As armadilhas do pensamento dualista amigo / inimigo da América Latina: a experiência de Leonardo Boff

Roberto Mora Martínez[1]

 

Introducción

La presente investigación aborda el tema de las trampas, esto es, los equívocos a los que induce una concepción dualista del mundo, ya que el ser humano al considerar dos opciones, contrapuestas, como si fueran las únicas opciones válidas, no considera la amplia diversidad del comportamiento humano.

Como ejemplo actual de la concepción dual, en el trabajo se presenta la postura del expresidente norteamericano George Bush (2016), quien declaró una guerra total contra los enemigos de los Estados Unidos, una postura en la que la postura que la sustenta era clara: “quien no está conmigo o con nosotros está contra mí o nosotros”, la cual es una muestra clara de una tendencia que, en materia de política internacional, fuerza a otros seres humanos a adoptar una posición que no responde a sus intereses.

Con esta base se expone como la concepción dual, provoca distanciamientos entre los seres, pues únicamente se puede ser amigo o enemigo. De tal modo que para señalar lo equívocos en los que se incurre al calificar a alguien como enemigo, se presenta la experiencia del Teólogo brasileño de la liberación Leonardo Boff, debido a que permite exponer las características que se le atribuyen a la persona que se considera como adversaria, además de señalar quién lo califica y cuáles son su motivaciones.

Sin embargo, es necesario evitar reduccionismos en el tratamiento del tema, pues únicamente exponer la dualidad amigo/enemigo, implica caer en el error de privilegiar una concepción dual, por lo que se estaría dejando de lado, el hecho de que la diversidad de las conductas humanas están relacionadas. De tal modo que, para ampliar el campo de percepción se expone la manera como el primer dualismo señalado, se relaciona con otros pares de opuestos: bueno/malo y yo/otro, cuyas concepciones interactúan al momento de decidir quién es amigo o enemigo.

 

El pensamiento dual y la experiencia latinoamericana

Antes de comenzar con el tema sobre cómo se presenta el tema de la dualidad en américa Latina es necesario señalar desde ya el objetivo central de este trabajo, que consiste en señalar como el pensamiento dicotómico, limita la amplia diversidad de comportamientos en los seres humanos, por lo que limita la comprensión de opciones y formas diferentes de considerar la interacción humana. Acciones que se pueden percibir principalmente en grupos de poder cuyo interés principal está en mantenerse en el poder, por lo que todo aquél que atente contra su continuidad será signado como otro, enemigo  y malo.  Así, para exponer la manera como el pensamiento dualista prevalece en la mente de uno de los grupos en el poder, se emplea la experiencia de Leonardo Boff, quien fue un teólogo reconocido, pero que por ofrecer una versión  diferente a la propuesta por el Vaticano fue sancionado y posteriormente expulsado.

Leonardo Boff
Imagen 1. Leonardo Boff. www.trotta.es

Ahora, iniciando con el tema del pensamiento dual, es oportuna señalar que en la historia de las construcciones teóricas que defienden la construcción dual del ser y el mundo es amplia. Sin embargo, esta investigación se acota a abordar desde la experiencia histórica de América latina, la manera cómo dicha concepción dualista ha limitado, de manera negativa, la diversidad de concepciones que se pueden construir sobre la diversidad del comportamiento humano.

Con base en los enfoques generados en la reflexión filosófica latinoamericanista, es posible señalar que fue en la época de la conquista, cuando en nuestra América el pensamiento dual se hizo presente, signando de manera negativa y permanente, tanto al ser humano, su cultura y la naturaleza.

Para el argentino Arturo Andrés Roig (1983), es importante destacar que el pensamiento comparativo entre Europa y América latina dio por resultado una superposición de concepciones, por ello para este filósofo es importante percatarse que la conciencia latinoamericana comenzó con una

definición por negación: simplemente, las Indias Occidentales, no son las Indias Orientales y el Nuevo Mundo, no es el Viejo Mundo. La negatividad de la definición adquiere toda su fuerza en particular respecto de lo segundo; en cuento que el mundo nuevo por oposición al viejo tuvo permanente como trasfondo axiológico los contrarios “ser no ser”, “lleno-vacío” “contenido-continente”, “historia-naturaleza. (Roig, 1983: 26).

 

Debido a que se ha consolidado una concepción negativa de lo latinoamericano, frente a una concepción positiva de lo europeo y norteamericano, es necesario exponer la manera como el pensamiento dualista ha limitado la difusión de diversas ideas que brindan la posibilidad de concebir lo humano diverso.

En este punto, es necesario abordar, de manera breve, las características principales de lo dual.

 

La dualidad

Es importante señalar que la concepción dualista del mundo, se ha generado a través de la transmisión de conceptos

Un concepto es, por lo tanto, una unidad cognitiva de significado. Nace como una idea abstracta (es una construcción mental) que permite comprender las experiencias surgidas a partir de la interacción con el entorno y que, finalmente, se verbaliza (se pone en palabras). (Word Reference, 2005).

 

Así, los mensajes transferidos explican las percepciones del entorno físico y social, en otras palabras, la sensación de los estímulos que el mundo externo causa en las personas. De tal modo que, de manera preponderante, lo que el ser humano capta son los opuestos, esto es: calor/frío; día/noche, cielo/tierra; mujer/hombre, amor/odio, etcétera, los cuales no son irreconciliables, pues uno es complemento del otro.

En la manera de construir las explicaciones sobre el entorno físico, los seres humanos incluyen su sentir, atribuyendo significaciones y objetivos a los objetos y sucesos de la naturaleza, con lo cual, como señala Baruch Spinoza, se agregan finalidades que no poseen, como ejemplo es posible señalar la supuesta lucha entre la luz y la oscuridad, la cual, evidentemente, tiene connotaciones religiosas.

En lo correspondiente a lo social, la oposición y división humana, se forma con base en intereses tanto personales como institucionales. De tal modo que la dualidad, por ejemplo amigo/enemigo, tiene como fondo, la necesidad que tiene el ser humano de proveerse de seguridad y bienestar, para sí y su entorno familiar y posteriormente social.

Sin embargo, en opinión de Joaquín Sánchez Macgrégor, la percepción dualista que se ha instalado en la mentalidad de las personas y en general de las ciencias sociales y las humanidades, en gran parte se debe a que se ha instalado en la mente el paradigma establecido por las ciencias naturales, cuyo aporte ha sido el haber establecido sucesos regulares del mundo físico, signándolas como leyes.

En opinión de Sánchez Macgrégor (2003), la preponderancia de la visión de las ciencias naturales, obedece, entre otros factores, a que no se cuenta con:

una verdadera teoría acerca de las revoluciones sociales que haya sabido recoger las aportaciones inductivas de la historiografía y la so­ciología, a fin de combinarlas en un enfoque unitario iluminado por epistemologías seminales como las de Popper, sobre todo en su contra­posición de ley y tendencia. (Joaquín Sánchez Macgrégor, 2003: 19).

 

Así, el aspecto más problemático de la dualidad es que se ha establecido un antagonismo entre las partes, lo cual no debería existir, pero lo cierto es que se ha instalado en el trato humano provocando divisionismos sociales, las más de las veces, irreconciliables. Así, el siguiente tema a abordar es el de la construcción conceptual del enemigo.

 

La construcción del enemigo

Uno de los primeros aspectos que se debe destacar con relación al tema del enemigo, es que a quien se designa con dicho calificativo, representa peligro y riesgo para quien así lo considera, por lo cual éste debe cuidarse y, de ser posible, acabar con el conflicto, por lo general se tienen tres opciones: 1) mediante acuerdos, lo cual es el ideal; 2) prescindiendo de la relación, lo más común; 3) eliminando a la persona que encarna la enemistad, que es el grado extremo.

En el presente la construcción de argumentos mediante los cuales se designa a alguien o a un grupo como enemigo, cobra vital importancia. Como ejemplo de un caso extremo, es dable citar el trabajo de Carlos Frade (2002), quien apunta que en la guerra contra “el terrorismo” de George Busch, presidente norteamericano, éste criminalizó y deshumanizó totalmente al enemigo, signándolo como criminal e inhumano, al que no sólo hay que derrotar sino aniquilarlo completamente. (Carlos Frade, 2002: p. 0).

Las palabras del presidente estadounidense, es cierto, son representativas de un pensamiento exagerado, sin embargo, como señala Frade (2002), es la expresión de una concepción de guerra escatológica contra el mal, la cual no acabará hasta la extirpación de éste sobre la tierra. Con dicha intención se elimina la posibilidad, en quien no forma parte del conflicto, de mantenerse neutral, pues ello implicaría la aceptación del enemigo y por tanto, el alineamiento con éste.

Así, se está frente a una situación aparentemente indirecta, no política, de ejercer la dominación, de controlar la riqueza natural así como a las personas y grupos de población. Por lo cual, lo increíble es que dicho comportamiento está asociado a valores de paz y libertad, claro en la lógica del capitalismo salvaje, en cuya concepción de las capacidades humanas se exalta es el individualismo competitivo, que promueve la preponderancia del Yo sobre el Otro.

Como se echa de ver, el calificativo de enemigo, está asociado a otros términos, como el de maldad o malo, así como el de otro. Debido a ello considero importante destacar que para evitar un reduccionismo en el tratamiento de la dualidad Amigo/Enemigo, se deben sumar los pares no dialécticos,[2] Bueno/Malo y Yo/Otro, así es importante destacar la estrecha relación que guardan en su tratamiento.

Por lo general, cuando una persona se refiere a alguien como enemigo, se le suma el concepto de otro, que se asocia con lo malo. Como ejemplo, es oportuno citar a Umberto Eco (2013), quien señala que una de las principales características de los enemigos es que son distintos a nosotros, debido a que tienen formas de comportamiento que no son las propias.

Por otra parte, Eco señala que además de quienes son diferentes y que se considera que amenazan directamente, también se considera enemigos a aquellos que alguien tiene interés en representar como amenazadores, aunque no amenacen directamente a una población. De tal modo, no se resalta su carácter de amenaza, sino que sea su diversidad misma se convierte en señal de amenaza.[3] Por tanto, la diferencia por poseer una concepción de vida o visión del mundo diferente a la aceptada socialmente, determina en grado sumo, la asignación del calificativo de enemigo.

En este trabajo se aborda la manera como se calificó a una persona, quien formó parte de un movimiento de religiosos católicos, quienes basándose en las enseñanzas bíblicas, construyeron una interpretación diferente a la transmitida comúnmente por el Vaticano, por lo cual fueron considerados enemigos de la fe. De tal modo que, para exponer la manera como se construyó la concepción de enemigos, elegí la experiencia de Leonardo Boff, uno de los principales teólogos de la liberación, movimiento latinoamericano de suma importancia.

 

Leonardo Boff[4] y la Teología de la liberación[5]

Para iniciar esta sección del trabajo, me apoyo en las ideas de Luis Gerardo Díaz Núñez, debido a que formula una serie de reflexiones que me permiten abordar el trabajo realizado por el ex sacerdote brasileño. El autor referido se pregunta ¿por qué abordar nuevamente a la Teología de la liberación? A lo que responde, principalmente porque a más de treinta años de su surgimiento, quienes forman parte de dicho movimiento, siguen trabajando por cambiar la situación de pobreza y marginación prevaleciente en América Latina.

Los teólogos de la liberación, comienzan sus actividades después del Concilio Vaticano II (1962-1965)[6] y la Conferencia de Medellín (Colombia, 1968). Para Leonardo Boff, la misión que se programan tanto en Medellín 1968, como posteriormente en Puebla 1979, fue la consolidar la idea con base en la cual afirmaron que “El mejor servicio que puede hacerse a los hermanos y hermanas es una evangelización que los disponga a realizarse como hijos de Dios, los libere de las injusticias y los promueva integralmente” (Boff, 1992: 13).

Para llevar a cabo la obra de Dios, se considera necesario un cambio de actitud hacia los pobres por parte de los padres católicos, debido a que estos últimos diariamente experimentan la injusticia en todos los ámbitos del quehacer humano. Por lo que sólo ellos pueden convertirse en artífices de su liberación.

No está de más, apuntar que los teólogos de la liberación señalan que para responder a los problemas sociales se requiere de una Teología actualizada, que cumpla con los preceptos de: libertad, razón crítica e individuo; triada utilizada para signar a la práctica religiosa que hasta entonces se llevaba a cabo como un eco del pasado, lo no racional. Así, buscan responder a un mundo que se ha hecho adulto. Sin embargo, a pesar de sus buenas intenciones, enfrentan un grave reto, sus interlocutores, ya que no son sujetos de mentalidad moderna, ya que son “aquellos que no son considerados personas y que por lo tanto son vistos como seres humanos inferiores. El no-persona, el marginado, el pobre y oprimido, [que] es producto de todo el mundo económico, social y político del que surge la mentalidad moderna” (Ídem.). Por tanto, deciden apoyarlos, debido a que se percatan que los pobres no dirigen su crítica a la religión, sino contra la sociedad en la que están insertos.

Los teólogos de la liberación consideran que no es posible predicar las enseñanzas de un Dios que ama y protege a sus hijos, cuando éstos son explotados y sufren toda clase de maltratos. Así, deciden que para iniciar un correcto trabajo pastoral y ser un buen cristiano, es necesario elegir el camino de la opción preferencial por los pobres. En este sentido, enseñan que la pobreza no es producto del designio divino, sino que proviene del error humano, de la avaricia.


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Para lograr un cambio verdadero de amor y libertad para el prójimo, los teólogos se dan cuenta de la importancia de trabajar en sus respectivas comunidades. La experiencia adquirida, los motiva a llevar a cabo una implacable acusación moral y social contra el capitalismo, sistema injusto e inicuo, considerándolo como un pecado estructural.

El objetivo que se plantean, es vencer un mundo de estructuras opresivas, lo cual implica una lucha contra las nuevas idolatrías, es decir, el consumismo, la riqueza, el poder, la seguridad nacional, el Estado, los ejércitos, etcétera, que conforman a los enemigos principales de la cristiandad. Por ello, promueven la necesidad de un despertar político de los pueblos oprimidos.

Por lo escrito en el párrafo anterior, entonces, es conveniente preguntar, ¿cuál fue la objeción del vaticano?, ¿porque les molestó la actividad de los teólogos latinoamericanos, sino contradicen el mensaje cristiano y, muy por el contrario, la interpretación y el camino que ofrecen se dirigen a consolidar una mayor fe en Dios?

En este punto del trabajo, es justo recordar que Leonardo Boff es el primer teólogo en ser cuestionado, debido a que publica su tesis doctoral, dirigida por Karl Rhaner (teólogo consultor del Concilio Vaticano II). Así, el libro publicado lleva por título: Iglesia: carisma y poder. Ensayos de eclesiología militante. Lo cual provoca que Boff sea sometido a un juicio, presidido por Joseph Ratzinger, quien señala que las afirmaciones de Boff ponen en peligro la sana práctica de la doctrina de la fe católica. Debido a ello, entre otros cuestionamientos, se le dictó sentencia de guardar silencio por un tiempo, por lo que se le prohibió predicar e incluso publicar. Acciones fortalecidas con su posterior expulsión de la iglesia católica. Debido a ello, más adelante, Boff se declara en estado laico.

Por otra parte, la historia de los cuestionamientos de los representantes del vaticano a los teólogos de la liberación latinoamericana, siguen un mismo patrón, tachándolos de malos cristianos y hasta de ignorantes de las verdades establecidas en la Biblia.

Ahora bien, antes como en el presente, los teólogos de la liberación siguen enfrentando retos y problemas, no sólo porque como señaló Leonardo Boff, América latina es el único lugar en donde la policía y el ejército vigilan a los teólogos, sino porque además como señala Luis Gerardo Díaz Núñez, tienen que enfrentar a las autoridades eclesiásticas que han contribuido a obstaculizar y deformar la producción intelectual. Además, apunta “vale la pena mencionar que en muchos seminarios y facultades de teología de la región, se ha limitado o incluso prohibido la enseñanza de esta teología” (Díaz, 2006: 157).

Por otra parte, padres católicos han tratado de desarticular el trabajo desarrollado en las Comunidades Eclesiales de Base (CEBs).[7] Además de que “otro dato que no se debe perder de vista son los controles que desde el Vaticano se han ejercido sobre las Conferencias Nacionales y la Latinoamericana, así como en las asociaciones de religiosos y religiosas de la región a través de la imposición de obispos y dirigentes de corte conservador previamente aprobados por el Vaticano” (Díaz, ob. cit.: 156).

En este sentido, es dable preguntar ¿cuál es la molestia de las autoridades eclesiales, si tanto las ideas como el trabajo realizado en las CEBs, apunta que la difusión de las enseñanzas bíblicas se pueden difundir mejor si se mejoran las condiciones de vida de los pobres? Para responder a esta pregunta, es importante citar a Luis G. Díaz, quien en su opinión señala que el clero conservador prefiere que el cambio social proviniese de las ideas de izquierda y no de la doctrina de Jesús. El último autor citado, apoyándose en Boff, escribe que la incomprensión y la calumnia de las autoridades doctrinales de Roma hacia los teólogos de la liberación, obedece a que tienen temor de que los cristianos pobres puedan afirmar que a causa de Dios es posible pedir la transformación de la sociedad, suceso en el que ellos son los protagonistas (Cf. Ibid,: 154).

Por tanto, las características de la teología de la liberación Luis G. Díaz la resumen de la siguiente manera, como:

un intento porque el fenómeno religioso y la fe abandonen el sin-sentido de fórmulas mágicas, ritos vacíos, y se encarne en una realidad candente de la que no es posible sustraerse si se quiere ser coherente y conservar los pies sobre la tierra, dando a la fe y a los ritos un sentido auténticamente cristiano (Ibíd.: 148).

 

Dicho cambio se proyecta al largo plazo, aunque algunas experiencias sean fallidas, el objetivo es lograr que la “utopía como práctica devenga en topia” (Ibíd.: 159).

En este punto, considero que debo incluir el tema, sobre el pensamiento dualista, pues como se expuso, la actitud adoptada por la cúpula del Vaticano fue la de considerar como disidentes y malos cristianos a las personas que se adhieren a la Teología de la liberación; en otras palabras de enemigos de la fe. Por tanto, toda persona que acepte, sin un cuestionamiento serio o crítico, lo postulado por la Iglesia católica, será bienvenido como “amigo”, lo que no deja lugar a otras opciones.

Así, se llega al problema del pensamiento dualista, esto es la oposición irreconciliable, con el cual se evita la ampliación de ideas y de conocimientos que pueden contribuir a mejorar la convivencia humana. Por lo cual, es necesario abrir un espacio, para abordar el tema de la dualidad.

 

Más allá de la concepción dualista

a) bueno/malo

Un autor que permite ampliar la concepción dualista cuando se aborda el tema de lo bueno y lo malo, es Baruch Spinoza en su libro Ética (2005). En el capítulo titulado “De la servidumbre humana, o de la fuerza de los afectos”, inicia con una interesante reflexión en la cual señala que los seres humanos han generado la tendencia a pensar en ideas universales y, con esa base, a aceptar modelos ideales como representativos de la realidad.[8] Debido a ello, se ha incurrido en el error de establecer como verdaderos esos modelos ideales y denominar perfectas o imperfectas, buenas o malas, a las cosas de la naturaleza, si se ajustan a dichos paradigmas y, en este sentido, lo mismo se puede decir de los actos humanos.

Así, pues cuando ven que en la naturaleza sucede algo que no se conforma al concepto ideal que ellos tienen de las cosas de esa clase, creen que la naturaleza misma ha incurrido en falta o culpa, y que ha dejado imperfecta su obra (Spinoza, 2005: 174).

 

Para Spinoza, se ha llamado perfecto o imperfecto a las cosas, más en virtud de un prejuicio que por verdadero conocimiento de ellas, ello se debe a que las obras de la naturaleza no tienen ningún principio, objetivo o finalidad para obrar. Así, lo que las personas denominan “causa final”, sólo surge por el apetito humano de imponer sus modelos ideales.

Para Spinoza, los seres humanos son conscientes de sus acciones y apetitos, pero inconscientes de las causas que los determinan a apetecer algo. Lo perfecto e imperfecto o, me permito incluir, lo correcto o incorrecto, son modelos de pensamiento, o sea, nociones que se forman a partir de la comparación de las cosas.

Spinoza, avanza y se aventura a presentar definiciones de bueno y malo, por lo que escribe:

Así, pues, entenderé en adelante por “bueno” aquello que sabemos con certeza que es un medio para acercarnos cada vez más al modelo ideal de la naturaleza que nos proponemos. Y por “malo”, en cambio, entenderé aquello que sabemos ciertamente que nos impide referirnos a dicho modelo. Además diremos que los hombres son más perfectos o más imperfectos, según se aproximen más o menos al modelo en cuestión […]. Para concluir: entenderé por “perfección” en general, como ya he dicho, la realidad, esto es, la esencia de una cosa cualquiera en cuanto que existe y opera de cierto modo, sin tener en cuenta para nada su duración (Ibid: 175-176).

 

Hay que aclarar que cuando Spinoza refiere el tema del “modelo ideal de la naturaleza”, indica que éste es el que cada quien se construye de acuerdo a sus modos de pensar, de allí que en las “Definiciones” apunte: “I.- Entiendo por bueno lo que sabemos con certeza que nos es útil. II.- Por malo, en cambio, entiendo lo que sabemos con certeza que impide que poseamos algún bien” (Ibid: 176).

Para avanzar en las reflexiones de Spinoza, es oportuno señalar que en su opinión, expresada en la “Proposición II”, apunta, “Padecemos en la medida en que somos una parte de la naturaleza que no puede concebirse por sí sola, sin las demás partes” (Ibíd.: 178).[9] Más adelante, en la “Proposición IV”, escribe que es imposible que el ser humano no sea una parte de la naturaleza, por lo cual experimentará del mundo aquellas situaciones inteligibles en virtud de ella, esto es de la naturaleza que le corresponde, conforme a su género, por lo que en el “Corolario” de la misma, aclara que es preciso tener en cuenta que las personas siempre están sujetos a las pasiones.

En resumen, es posible argumentar que para Spinoza, los seres humanos experimentan el mundo de acuerdo a su género y no puede ser de otra manera. Debido a ello, es que avanza en su propuesta de bien y mal, escribiendo en la Proposición VIII que “El conocimiento de bien y el mal no es otra cosa que el efecto de la alegría o de la tristeza, en cuanto que somos conscientes de él” (Ibíd.: 182). Para este pensador, lo bueno o malo se designa o es valorado así, de acuerdo a lo que es útil para la preservación de la persona o porque causa daño a la misma.

Es oportuno detener el análisis que llevo a cabo de las ideas de Spinoza, debido a que considero que efectivamente las situaciones o acciones que aumentan o disminuyen la propia potencia de obrar, serán calificadas como alegres o tristes, de acuerdo a las ideas que tengamos de lo que es bueno y malo. Sin embargo, también considero oportuno señalar que sí es posible calificar como malo, dañino, perverso, etcétera, a toda decisión, acción o situación en la que una persona obtenga privilegios y favores en detrimento de otra. En este sentido, el daño realizado nunca se convierte en su contrario.[10]

Con base en las ideas de Spinoza, es oportuno señalar que, entonces las más de las veces, las situaciones consideradas como buenas o malas, dependen de los resultados, esto es, de ser beneficiados o perjudicados. Sin embargo, para que una persona, no cometa errores que afecten a otra u otras, debe actuar con base en lo justo así como con prudencia. En este sentido, proceder con base en reglas morales, códigos y leyes, que de una u otra manera tienden a la neutralidad, esto es, a no tomar partido de manera intencional y decidir, respetando los preceptos establecidos, los cuales fueron creados para llevar a cabo una mejor convivencia humana.

Ahora, es necesario abordar el tema de las personas en la dualidad yo/otro.

 

b) Yo/Otro

Cuando se hace alusión a esta perspectiva, por lo general se hace mención de dos autores Tzvetan Todorov y Emmanuel Levinas. Empero, antes de analizar las dos ´propuestas, considero importante citar a Carlos Ham quien señala que por lo general el tratamiento del Otro, se lleva a cabo con base en una postura subjetivista. Así, escribe: “La reducción y el sometimiento del Otro, se hace desde una teoría subjetivista o desde la objetividad del sistema; en ambos casos el papel del otro no es sino soslayado y, en el mejor de los casos asimilado y puesto al servicio de los intereses del sujeto o del sistema cosificante” (Ham, 2015: 19).[11] Por tanto, importancia de los autores citados, es que tratan de avanzar sobre la postura egoísta de yo.

Tzvetan Todorov, aborda el tema de la otredad desde el análisis sobre el comportamiento que observaron Bartolomé de Las Casas y Hernán Cortés, en su relación con los indígenas, en el mal nombrado “Descubrimiento de América”. Encuentro entre hispanos e indígenas de culturas completamente desconocidas hasta el momento. Para ello señaló tres ejes en lo que situó la problemática de la alteridad, experimentada por los recién llegados:

Primero hay un juicio de valor (un plano axiológico, el otro es bueno o malo, lo quiero o no lo quiero […] es mi igual o es inferior a mi [ya que por lo general, y eso es obvio, yo soy bueno, y me estimo]. En segundo lugar, está la acción de acercamiento o de alejamiento en relación con el otro (un plano praxeológico): adopto los valores del otro, me identifico con él; o asimilo al otro a mí, le impongo mi propia imagen, entre la sumisión al otro y la sumisión del otro hay un tercer punto, que es la neutralidad, o indiferencia. En tercer lugar, conozco o ignoro la identidad del otro (éste sería un plano epistémico); evidentemente no hay aquí ningún absoluto, sino una gradación infinita entre los estados de conocimiento menos o más elevados” (Todorov, 1992: 195).

 

Así, Todorov, distingue entre las actitudes de amor y sacrificio que lleva a cabo Las Casas a diferencia de la actitud de Cortés, quien busca riqueza. En otras palabras, el primero sabe que el otro es un yo igual a él, a diferencia del segundo que considera al otro como un objeto del que puede servirse.

El otro autor citado en América Latina, con referencia al tema de la alteridad es Levinas. Un libro en donde se reúnen cuatro de sus ponencias es El tiempo y el Otro, en éste señala que siempre estamos rodeados de seres y cosas con las que nos relacionamos de manera transitiva. Sin embargo, a pesar de que el yo vea, escuche y toque al otro “yo no soy el Otro. Soy en soledad” (Levinas, 1993: 80). Por ello el existir del yo es intransitivo, sin relación ni intencionalidad, debido a que los seres humanos pueden intercambiar todo, menos su existir.

Pero Levinas, al lado del yo se encuentra el Otro, quien revela su rostro, por lo que no es un dato ni una cosa, sino que muestra su alteridad, existiendo y, con ello hace revelar el rostro del yo, en su interpretación irreductible, lo que permite darse cuenta del yo. En este punto, coincido con Paula Gil, quien señala que “Levinas subrayaba la idea de alteridad, rechazando de este modo lo anunciado por la ontología. Ésta se caracterizaba por reducir a lo Mismo todo lo que se oponía a ella como Otro. El conocimiento representaba, así, una estrategia de apropiación, de dominación” (Gil, s/f).

Una idea en la que se puntualiza la postura de Levinas con respecto a la alteridad, es en la que señala que “nosotros llamamos rostro al modo en el cuál se presenta el otro, que supera la idea del otro en mí” (Levinas, 1987: 208).

La crítica a la tendencia subjetivista, tanto de Todorov como de Levinas, me permite enfatizar que la crítica a la dualidad Yo/Otro, ha surgido en América Latina con autores como Arturo Andrés Roig, Carlos Lenkersdorf y Mario Magallón, entre otros.

Para el argentino Roig, el ser humano es valioso, incluso antes de lo que se reflexione y se exprese alguna referencia sobre él, por ello escribe “el hecho de que el saber filosófico sea una práctica, surge con claridad justamente de la presencia del a priori antropológico, cuyo señalamiento restituye a la filosofía su valor de ‘saber de vida’, más que su pretensión de ‘saber científico’” (Roig, ob. cit.: 11).

Roig destaca que el pensamiento dual aplicado en América Latina, negó la humanidad de los habitantes, por lo que es necesario una autoafirmación del sujeto colectivo latinoamericano, por ello, afirmó la validez del “nosotros”, esto es personas relacionadas con una realidad histórico-cultural, quienes deben considerarse valiosos. Sin embargo, no se detiene y afirma la importancia de que el nosotros alcance a toda la humanidad.

Otra interpretación del “nosotros” fue expuesta por Carlos Lenkersdorf, ésta gira en torno a la práctica discursiva de los tojolabales, pueblo que emplea la palabra “Tik” cuya traducción es el plural “nosotros”. Así, los y las integrantes de esa población en su lenguaje cotidiano emplean el “Tik” para expresar decisiones, acciones, comportamientos, etcétera que se llevan a cabo en esa población. Por lo cual, es la pluralidad la que participa en la toma de decisiones, no es el yo, que se apropia del Otro (Cf. Lenkersdorf, 1996). 

Otro autor quien apunta la importancia de la nosotridad es Mario Magallón Anaya, quien al desarrollar su propuesta de Filosofía política de la educación, señala que en el presente el proyecto educativo se ha relacionado directamente con los intereses políticos, por lo que se ha instalado una tendencia a la alienación humana. Por ello, es necesario proponer modelos alternativos que preparen a los estudiantes como sujetos capaces de asumir los problemas de su presente, que critiquen las políticas públicas e incluso los programas escolarizados que dañen o impidan su desarrollo. Por ello los filósofos de la educación no pueden rehuir a su responsabilidad social, porque

Éste es un ser situado que filosofa y dialoga en la nosotridad y en la alteridad, de otro igual entitario pero diferente, histórica, social y cultural, pero no ontológicamente, porque la nosotridad y la alteridad constituyen el modo del ser del ente, de la humanidad entera. Se filosofa o reflexiona sobre las cosas y el mundo como entes situados” (Magallón, 2012: 84).


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Además, Magallón señala que requerimos una ontología crítica del “nosotros”, y del sujeto social comunitario,[12] entendido como un ethos, porque requerimos de una vida ético-política en libertad, que es la condición ontológica de la ética.

Como se echa de ver, la dualidad Yo/Otro encuentra en el nosotros, que se propone desde América Latina otra opción para pensar las relaciones sociales.

 

c) Amigo/Enemigo

El desarrollo que se lleva a cabo del par amigo/enemigo, se basa principalmente en la manera cómo se construye la imagen del segundo, esto es, del enemigo, el cual se puede apuntar desde ya, que es una reelaboración reactiva de un “yo” o “nosotros” bueno(s) frente al “otro” o “ellos” malo(s).

Uno de los aspectos que se ha destacado con relación al sujeto considerado como adversario, es su cualidad de ser diferente, sin embargo, no es la única y tal vez, ni siquiera la más importante. En este sentido, es conveniente señalar que en el presente, entre los puntos que se consideran en la construcción del enemigo, se destaca el tema del conflicto, el cual se puede agrupar en tres aspectos: 1) aquella que ejerce una persona o grupo que agreda con la intención de arrebatar los bienes de otra u otras; 2) luchadores sociales que buscan el establecimiento de un orden social diferente al establecido, ya sean guerrilleros, religiosos o activistas sociales de cualquier tipo; 3) los inmigrantes, que buscan refugio y bienestar en otras naciones, pero que son portadores de diferentes prácticas culturales y políticas, las cuales se considera que, a veces, violan las propias del lugar de recepción.

Por tanto, aquella persona que pone en riesgo la tranquilidad y continuidad de otra persona o de una comunidad, es considerada como enemigo, por lo que entonces, quienes procuren una continuidad social tranquila, son considerados como amigos. Sin embargo, esta concepción dualista dista mucho de explicar el comportamiento humano en lo referente al trato amigo/enemigo, pues a lo largo de la historia se han tenido experiencias en que los adversarios pueden tornarse en algo diferente.

En la Segunda Guerra Mundial, la entonces Unión Soviética fue aliada de los Estados Unidos. Así, es posible establecer pactos entre estados antagónicos, debido al interés de lograr un objetivo común que permite obviar las oposiciones, estableciéndose un punto intermedio.

Otra caracterización que permite las relaciones entre adversarios es la noción del socio. Como ejemplo, es oportuno citar la expresión de John Fuster Dulles, Secretario de Estado de Dwight Eisenhower, quien declaró que “los Estados Unidos no tenían amigos sino intereses”. Con ello aclaraba que tanto las naciones como los empresarios con los que mantenía relaciones económicas, tenían como objetivo común la obtención de ganancias, así se destacan las interdependencias del denominado mercado libre, las cuales deben estar por encima de la amistad así como de la enemistad.[13]

Así, la dualidad amigo/enemigo, sólo es una manera de ver el mundo de las relaciones sociales. Una vez que se han abordado los tres pares duales de contrarios irreconciliables, como lo expresó Joaquín Sánchez Macgrégor; así como las propuestas con las cuales se puede avanzar sobre dicha tendencia reduccionista, es oportuno abordar la experiencia de Leonardo Boff,

 

Boff y su experiencia con la Iglesia católica

En sus investigaciones, así como en el trabajo llevado a cabo con la sociedad, uno de los objetivos de Leonardo Boff, consistía en contribuir a la liberación del ser humano que experimentaba una crisis en todos los sentidos, opinión compartida con otros teólogos de la liberación. Dicho, trance obedecía a la fragmentación de las relaciones entre los seres humanos, pues éstas se basan en la reificación, en el interés por la obtención del lucro y la ganancia, así como del bienestar de unos cuantos afectando a las mayorías.

Las reflexiones de Boff y sus propuestas de cambio, las desarrolla con base en la experiencia de vida de los pobres, seres humanos que han sido marginados, además de que son explotados por el capitalismo. En este sentido, es oportuno preguntar ¿qué ocasionó la molestia de la Iglesia católica? Para responder la pregunta, es importante citar a Luis Gerardo Díaz Núñez, quien señala que lo que ocasiona la molestia católica, fue que el pobre fue considerado como sujeto de su propia liberación, como constructor de su mundo. A diferencia de la concepción tradicional, en la que era persona con la que se tenía que ser caritativo, ayudándolo de cualquier manera. Por lo que entonces para Núñez, nunca podría dejar la pobreza.

Por lo tanto, la reacción de la Iglesia Católica con relación a personas que como Boff, tratan de ayudar, es paradójica, principalmente porque de acuerdo con el documento: La Naturaleza de la Enseñanza Social de la Iglesia del Compendio de Doctrina Social, del Card. François-Xavier Nguyên Van Thuân, Presidente del Pontificio Consejo Justicia y Paz (Nguyên, s/f), se señala que esta institución no tiene modelos para proponer, sino que “La enseñanza social de la Iglesia contiene un cuerpo de doctrina que se articula a medida que la Iglesia interpreta los acontecimientos a lo largo de la historia, a la luz del conjunto de la palabra revelada por Cristo Jesús y con la asistencia del Espíritu Santo” (ídem.).

Por lo que es posible que surjan divergencias entre los mismos católicos de sincera intención, por ello, se indica en el escrito, es necesario que se observen y testimonien la mutua estima, y con esa base se examinen los “puntos de coincidencia a que pueden llegar todos, a fin de realizar oportunamente lo que las necesidades pidan. Deben tener, además, sumo cuidado en no derrochar sus energías en discusiones interminables, y, so pretexto de lo mejor, no se descuiden de realizar el bien que les es posible” (ídem.).

Por tanto, ¿por qué en lugar de reunirse y dialogar, así como de obtener las mejores ideas para la salvación de los seres humanos, algunos dirigentes católicos proceden a construir una imagen de enemistad de aquellas personas que buscan mejorar las interpretaciones y prácticas de la fe en la población?

Para responder, no está de más señalar que uno de los criterios que por lo general han sido más utilizados para designar a alguien como enemigo, es el concepto de violencia, ello obedece a que la agresividad, ya sea física, verbal, emocional, instrumental, entre otras, por lo general se adjudica a personas cuyo objetivo es causar daño intencional, constituyéndose en una amenaza a futuro, por lo que es necesario detenerle, frenar dichas actividades con el objetivo de salvaguardar la integridad humana y/o de un grupo.

De tal modo que, quien designa a un enemigo es, por lo general, un grupo de personas que se consideradas como directamente afectadas. De manera más común, es en las instituciones en donde es un grupo, instalado en el poder, el que decide quién ha de ser considerado como enemigo, ya que pone en riesgo, en primer lugar la permanencia de las personas que ejercen el control y en segundo lugar, la tranquilidad o continuidad de las personas que forman parte de la institución, lo que incluye el modo de vida y cosmovisión, incluso de un país.

En este sentido, las propuestas de Boff, destinadas a difundir y mejorar la creencia en las enseñanzas de cristo, fueron consideradas como una herejía, porque de acuerdo con Rubén Aguilar Valenzuela, la información que difunden no contribuye a transformar la vida de los creyentes, por lo que este último escribe que los teólogos de la liberación plantearon una manera diferente en que la Iglesia debía relacionarse con los pobres así como con el poder político, por lo que se cuestionó el orden económico, político y social. En este orden de ideas, refiriéndose a Benedicto XVI escribió que existe

un modo de usar la razón que es autónomo, que se pone por encima de Dios, en toda la gama de las ciencias, comenzando por las ciencias naturales donde un método que se adopta para la investigación de la materia debe ser universalizado: en este método, Dios no entra, por lo tanto, Dios no existe (Aguilar, 2013).

 

En este sentido, se busca frenar la libertad de investigación e interpretación, por el hecho de que es posible que se generen las más diversas interpretaciones que podrían desintegrar a la comunidad católica, ya que se construirían interpretaciones que irían de abajo hacia arriba, esto es de la población hacia los sacerdotes, arzobispos, obispos, etcétera y no al revés, como tradicionalmente se ha hecho. Por lo tanto a la población lo que le queda, es la aceptación de los cuestionamientos y críticas, por ejemplo, al empleo de métodos anticonceptivos, el aborto, los matrimonios y adopción de hijos en personas del mismo sexo, etcétera.

 

A manera de conclusión

El pensamiento de pares opuestos no dialécticos, ha construido una concepción del mundo y de la vida, en la que el pensamiento dicotómico impide vislumbrar horizontes de concordia, pues por lo general el ser humano individualista busca imponer su visión del mundo, sus intereses debido a una visión reduccionista y, debido a ello, deja de lado el trato interpersonal. De tal manera que por parte de los seres humanos que han institucionalizado las diversas esferas de la vida como la religiosa, la política y la economía, sólo pueden considerar como buenas personas a aquellas otras, que no cuestionan, que no buscan cambiar los sistemas, ya que así no se pone en riesgo la permanencia de los grupos en el poder.

De tal modo que los discursos en los cuales las autoridades señalan la necesidad de mejorar el sistema social, en realidad son alocuciones a su permanencia en el poder. Esto es, que todos los cambios se deben llevar a cabo, toda vez que sean ellos quienes dirijan, manteniéndose así en el poder.

Así, la permanencia en el poder parte de grupos, quienes deciden qué personas deben consideradas como óptimas o negativas. Construye una visión de la vida social, en la que se viven en el mejor de los mundos posibles, por lo que sólo las personas que no han sido beneficiadas por el sistema, deben mejorarlo, esto es, ampliar los beneficios que el sistema ofrece, sin cambiarlo. Lo cual es riesgoso para la sociedad, pues se impide la creatividad para la construcción de un mundo armónico y de convivencia.

Sin embargo, si se únicamente se indica que en el trato dicotómico, las personas sólo conciben al otro como enemigo, entonces se cae en otro tipo de reduccionismo. Debido a ello, se amplió el campo de visión para señalar que quien parte de un yo, entonces debe signar a otro, quien de no aceptar sus dictados, entonces se convierte en malo y, por tanto, en enemigo. De ahí que, se hayan abordado tres pares yo/otro, bueno/malo, amigo/enemigo, ya que ello, permite ampliar el análisis reduccionista, que al relacionarlo con una perspectiva abierta, de asimilación, justicia e igualdad, entonces permite comprender las trampas de los dualismos reduccionistas.

En la presente investigación, se abordó el caso de uno de los teólogos de la liberación latinoamericana, Leonardo Boff, quien junto con otros sacerdotes señalaron la importancia de responder a los problemas sociales, para lo cual se requería de una Teología actualizada la cual tenía que cumplir con tres preceptos: libertad, razón crítica e individuo. Dicha triada sería útil para corregir la práctica religiosa que hasta entonces se llevaba a cabo como un eco del pasado, lo no racional.

 Así, siguiendo las ideas de Boff, para ser cristiano, es necesario seguir de corazón las enseñanzas de Cristo, lo cual implica una transformación de vida, alejamiento de pasiones terrenales egoístas y soberbias, adoptando actitudes que contribuyan a mejorar la convivencia y servicio a la sociedad. Por lo que se invita a experimentar una metamorfosis existencial que conduciría a la humanidad hacia una relación de concordia y paz.

De tal modo que, se considera como paradójica la actitud asumida por las autoridades del Vaticano, en contra de los teólogos de la liberación, es un indicativo de que al presentar una concepción del mundo y de Dios, diferente a la tradicional, fue la causa por la cual se les consideró como peligrosos, como otros, malos y enemigos. En este sentido, la visión dualista común, según la cual se designa que quien no está conmigo está contra mí, aún prepondera en la mente de grupos sociales, quienes detentan un cierto poder, en este caso religioso.

De tal modo que, es necesario pasar de una visión dualista no dialéctica, en la que los pares Bueno/Malo, Yo/Otro y Amigo/Enemigo, se transformen en pares dialécticos positivos, esto es, como lo señala Joaquín Sánchez Macgrégor en una búsqueda en la que no sólo la verdad es importante, sino que como lo señaló Tzvetan Todorov, para avanzar en el bienestar social también hay que incluir una búsqueda sobre lo bueno o lo mejor en la convivencia humana, lo cual es una tarea que se debe cumplir en la producción del conocimiento.

             

Notas:

[1] Se agradece a la DGAPA-PAPIIT de la UNAM, por su apoyo al proyecto: La construcción simbólica del enemigo en el imaginario latinoamericano: orígenes, continuidades y rupturas (IN401216), ya que gracias a ello se hizo posible la elaboración del presente artículo. 

[2] Como denominó Joaquín Sánchez Macgrégor.

[3] Cf., Ídem.

[4] Leonardo Genésio Darci Boff, Teólogo brasileño, nacido en 1938, ex sacerdote franciscano, ingres a la orden de los Franciscanos en 1959, se ordenó como sacerdote en 1964, curso estudios de filosofía en Curitiba y Teología en Petrópolis, ello le permitió viajar a la Universidad de Múnich, Alemania en donde se Doctoró como teólogo en 1970, bajo la dirección de Karl Rahner.

Fue profesor de Teología Sistemática y Ecuménica en el Instituto Franciscano de Petrópolis, asimismo, fue profesor invitado en diversas universidades de Brasil y de otras partes del mundo como  Salamanca en España, Harvard en Estados Unidos, Heidelberg en Alemania, Basilea en Suiza y Lisboa en Portugal.

Algunas de sus obras, previas al movimiento de Teología de la liberación, en la que se plasma su opinión sobre la obra de cristo son Pasión de Cristo, pasión del mundo (1977), Eclesiogénesis, Las comunidades de base reinventan la Iglesia (1979),  La vida religiosa en el proceso de liberación (1979), Y la Iglesia se hizo pueblo, La fe en la periferia del mundo, El caminar de la Iglesia con los oprimidos (1980)

En 1982, publicó el libro Iglesia, carisma y poder, lo cual fue el inicio de sus conflictos con el Vaticano que más adelante se detalla.

participó del consejo editorial de la Editorial Vozes entre 1975 y 1985. También fue redactor de la Revista Eclesiástica Brasileira (1970-1984), de la Revista de Cultura Vozes (1984-1992) y de la Revista Internacional Concilium (1970-1995)

Debido a su amplia y profunda labor como docente e investigador, entre otros reconocimientos se le otorgaron: Doctor honoris causa en política por la Universidad de Turín en Italia y en Teología por la Universidad de Lun en Suecia, así como Doctor Honoris causa en ecumenismo, direitos humanos, ecologia e entendimento entre os povos, pelas Faculdades EST de São Leopoldo. También se le concedió el  Dr. Honoris causa de la cátedra del Afua por la Universidad de Rosario en Argentina y Profesor Honorario por la Universidad de san Carlos de Guatemala.

[5] Algunos datos que se ofrecen sobre la Teología de la liberación, fueron presentados inicialmente en: Mora, 2012.

[6] Convocado por el Papa Juan XXIII en 1959, tuvo su primera reunión en 1962, desafortunadamente el papa falleció un año después, por lo que las reuniones tuvieron que esperar hasta la llegada del nuevo Papa Pablo VI quien llevó a cabo las otras reuniones culminando en 1965. La asistencia a dichos a las reuniones fue ejemplar, pues asistieron representantes de la mayoría de los países católicos. Incluso hubo participación de ortodoxos. Los principales objetivos del concilio fueron: a) Promover la fe católica; b) Renovación moral en la vida de los fieles; c) Actualizar la disciplina y el modo de presentarse ante los fieles de acuerdo a las necesidades de su tiempo. También se propusieron interactuar con otras religiones, específicamente las orientales.

En suma se trata de una puesta al Día, de una renovación de la Iglesia  en todas sus actividades. Así, abordaron los temas de la carrera armamentista, la paz, la dignidad de todas las personas del mundo, reclamando reconocimiento y respeto a los derechos humanos, la igualdad de todas las personas ante Dios. Así, el concilio se dirigió a avanza en la manera de cómo explicar la fe y hacerla más comprensible para los seres humanos. Señalando que la santidad podía ser alcanzada por cualquier ser humano, que no era exclusiva de frailes, obispos, arzobispos, etcétera. Designó a los creyentes como el “Pueblo de Dios que peregrina en la tierra hacia la casa del Padre”. Entre los distintos documentos que se publicaron es dable citar el Gaudium et Spes, en donde se lee: “El Concilio defendió la libertad del hombre a pensar como quiera, teniendo en cuenta de que hay que diferenciar y no confundir “el error, que siempre se ha de rechazar, con el hombre equivocado, pues éste conserva siempre su dignidad como persona. Solo Dios es juez y examinador de los corazones” (GS, n. 28). Este es un ejemplo de la dualidad no dialéctica que se cuestiona en este trabajo de investigación, debido a que los representantes del Vaticano, cuestionaron la libertad de pensamiento expuesto por los teólogos de la liberación, como fue el caso de Leonardo Boff.

[7] Son grupos cuyos integrantes encuentran la fuerza de vivir en comunidad, celebrando su fe y ayudándose mutuamente para vivir, de manera plena y acercarse al reino de Dos. Así como señala Gregorio Iriarte, en el artículo “Qué es una Comunidad Eclesial de Base”:

Las Comunidades Eclesiales de Base reproducen, en cierto modo, la estrategia pastoral de la Iglesia primitiva y algunos rasgos de la primera evangelización latinoamericana. Ellas quieren ser la expresión actualizada más parecida a las primeras comunidades cristianas descritas en los Hechos de los Apóstoles:

“Acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, a la convivencia, a la fracción del pan y a la oración… Todos los creyentes vivían unidos y compartían todo cuanto tenían. Vendían sus bienes y propiedades y se repartían de acuerdo a lo que cada uno de ellos necesitaba” (Hch. 2, 42-46).

Página electrónica http://www.redescristianas.net/%C2%BFque-es-una-comunidad-eclesial-de-base-gregorio-iriarte/  fecha de consulta 27 de abril de 2018.

[8] Como ejemplo señala la construcción de una casa que para algunas sólo será perfecta o construcción acabada cuando cumpla con ciertos requisitos impuestos por alguien o algún grupo, esto es, acabados, instalaciones de luz, agua, etcétera, sin importar que alguna persona la considere acabada cuando cumpla su función de habitar en ella, pues con ello no cumple con lo establecido marcado por el modelo ideal.

[9] Para aclara más las ideas de Spinoza, es oportuno señalar que en el “Axioma”, apuntó “En la naturaleza no se da ninguna cosa singular sin que se dé otra más potente y más fuerte. Dada una cosa cualquiera, se da otra más potente por la que aquélla puede ser destruida” (p. 177). Así, apunto esta idea debido a que permite aclarar el punto de una naturaleza interrelacionada, lo cual no explico, debido a que desvía el curso de la investigación, que emplea las ideas de Spinoza para aclarar su postura sobre el bien y el mal.

[10] De entre las ideas que más adelante apunta Spinoza, considero importante señalar que en la Proposición XIX expresa que “Cada cual apetece o aborrece necesariamente, en virtud de su naturaleza, lo que juzga bueno o malo”, (p. 189) En otras palabras, somos conscientes de nuestros afectos de alegría o tristeza, por lo que entonces se aceptará o rechazará aquello que nos apetezca, que para Spinoza lo mejor es la obtención de conocimiento, pues ello permite al ser humano decidir. Así escribe en la demostración de la Proposición XXVII, “Por consiguiente, sólo sabemos con certeza que es bueno aquello que conduce realmente al conocimiento, y, al contrario, que es malo aquello que puede impedir que conozcamos”, (p. 193).

[11] No está de más señalar que para Ham, en Levinas se establecen los marcos teóricos necesarios para evitar el ingreso a esa relación cosificante.

[12] El empleo de la frase sujeto social comunitario, Magallón la emplea para no utilizar la palabra Yo, debido a que hace alusión a la tendencia dominante del Otro.

[13] No está de más señalar que la agrupación de intereses que permite la economía capitalista, exige necesariamente un acuerdo de confianza entre los integrantes, el cual se basa en la seguridad de que la obtención de ganancias brinda la certeza de que todos actuarán, sino éticamente, por lo menos si de acuerdo a lo establecido en los contratos.

 

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Cómo citar este artículo:

MORA MARTÍNEZ, Roberto, (2018) “Las trampas del pensamiento dualista amigo/enemigo desde América Latina: la experiencia de Leonardo Boff”, Pacarina del Sur [En línea], año 9, núm. 36, julio-septiembre, 2018. ISSN: 2007-2309.

Consultado el Miércoles, 11 de Diciembre de 2024.

Disponible en Internet: www.pacarinadelsur.com/index.php?option=com_content&view=article&id=1629&catid=14