Las batallas de un caballero (neo) liberal de fina estampa

[inset image="images/stories/pacarina/0029.jpg" imgwidth="185" side="left" title="" width="185"][/inset]Desde principios de los años setenta, el escritor peruano Mario Vargas Llosa realiza la titánica tarea de defender la causa neoliberal en su país y en el mundo hispánico en general. Él asume que su labor como emisor de una ideología y sus intervenciones políticas como intelectual prestigiado, son indispensables para construir una opinión pública favorable a su causa, debido a la ausencia o ineptitud de los políticos locales quienes tendrían que desarrollar esa tarea y a la indiferencia de las instancias internacionales que tendrían la capacidad de intervenir de manera más activa y coherente en los procesos nacionales para impedir que los países latinoamericanos queden a merced de los caudillos populistas, demagogos y corruptos. Más que analizar los soportes teóricos de su discurso o su carácter contradictorio, mostraré la sistematicidad con que ha desarrollado tu tarea de ideólogo del neoliberalismo, que no formula ideas o interpretaciones originales sino que digiere para los legos argumentos técnicos, filosóficos o de las ciencias sociales sobre realidades complejas, las vuelve comprensibles y coherentes en textos ligeros y las pone a disposición del gran público o de un sector medianamente instruido, para ser retomadas por otros que las difundirán ahora sí masivamente, a través de la radio y la televisión.

El escritor interviene a título de conciencia universal en las coyunturas políticas especialmente electorales, donde se juega el futuro de las sociedades en los países de la región. La presencia ubicua y oportuna de Vargas Llosa y sus correspondientes análisis políticos, se intensificaron desde fines de la década del 90, cuando emergieron procesos políticos de cuestionamiento del neoliberalismo por parte de los sectores sociales afectados por él, sea bajo la forma de movilizaciones populares, por la expresión electoral de las mismas, o por la combinación de ambas. En todas ellas Vargas Llosa aparece oponiendo su prestigio de intelectual de talla internacional, al de los líderes emergentes, cuestionando sus programas, estrategias, liderazgos, debilidades personales, contradicciones, o lo que el escritor considera como tales. El tono asumido en su discurso insolente, soberbio y despectivo, subraya la abismal distancia social que lo separa de ellos a través de imágenes y epítetos nada respetuosos, que evidencian su negado racismo. Pues no provienen de las élites políticas tradicionales de sus países, ni pertenecen a las élites criollas, por el contrario tienen en común el provenir de la periferia del sistema, de los sectores medios o pobres y están marcados en su fenotipo por ese origen, Chávez es mulato, Evo Morales es indio, Humala es mestizo, igual que Ortega y Correa. Y todos subrayan ese hecho a través de la reivindicación explícita de su condición étnica y de su formación profesional y origen socioeconómico, de su vestimenta y de su lenguaje oral y corporal, el desacatamiento de la etiqueta, lo que evidentemente favorece la identificación de las mayorías populares de sus respectivos países.

Los ejercicios analítico-ideológicos del escritor generalmente terminan cuestionando también a los ciudadanos que han favorecido con su voto a tales personajes llevándolos al poder o muy cerca de él: desmemoria, inconciencia, ignorancia, etc. son adjetivos con los que Vargas Llosa suele calificar a las mayorías populares identificadas y representadas por ellos.

 

La derrota electoral de 1990 y las victorias ideológicas en América Latina

Tres años antes de las elecciones presidenciales peruanas de 1990, el exitoso escritor aparecía en las encuestas como el candidato favorito[nota]2[/nota], pero sorprendentemente fue derrotado en las urnas por un ilustre desconocido, el ingeniero de origen japonés Alberto Fujimori, con un improvisado partido, muy pocos recursos económicos y mucho ingenio.[nota]3[/nota] La humillante derrota llevó a Vargas Llosa a prometerse no participar más en la “política profesional” y no criticar al nuevo gobierno y todavía más, adoptó la nacionalidad española subrayando así su alejamiento de su país, al que no volvió sino siete años después. No obstante su promesa, el golpe de Fujimori al Congreso en abril de 1992, le despertó la obligación moral de cuestionar la dictadura y la cuestionó sistemáticamente hasta su colapso en el año 2000. También denunció a la comunidad internacional, los organismos financieros, el gobierno norteamericano y la Organización de Estados Americanos por usar un doble rasero para evaluar al gobierno de Fujimori, que aceptó su autoritarismo y corrupción, como el costo necesario de sus éxitos contrainsurgentes y de su implacable y eficaz aplicación del ajuste neoliberal[nota]4[/nota] y en la práctica apoyó su gobierno.

Decepcionado de la política, el escritor regresó a su actividad de siempre y publicó, entre muchos otros, dos libros que expresan en distintos niveles, el ajuste de cuentas de su traumática derrota electoral: El pez en el agua. Memorias (1993) y La utopía arcaica. José María Arguedas y las ficciones del indigenismo (1996), ambos textos ofrecen un material rico e intenso para calibrar la profundidad de su desencuentro con su país y con los sectores populares a los que como candidato presidencial no logró seducir y su plena adhesión al neoliberalismo.

En sus memorias, Vargas Llosa presenta los hechos como si su ingreso a la política profesional en 1987, constituyera un giro inesperado y radical en su vida por el que sacrificaba su exitosa carrera de escritor y aspirante al Nóbel, por el bien de la sociedad peruana y como si su candidatura fuera su bautizo político, justificando su deficiente actuación como candidato presidencial y su derrota frente a Fujimori en 1990, en su supuesta condición de político improvisado.

En realidad las intervenciones de Vargas Llosa en la vida política peruana e hispanoamericana, han sido constantes desde 1971 hasta hoy, aprovechando su condición de escritor prestigiado, carismático e influyente para promover la visión neoliberal y conservadora del mundo desde su literatura, sus artículos periodísticos[nota]5[/nota], cursos en universidades y conferencias en todo el mundo, programas de televisión, encuentros internacionales de dirigentes políticos, etc. Esas intervenciones no afectaron su carrera de escritor, por el contrario lo colocaron en un conveniente grado de visibilidad que contribuyó a potenciar el éxito comercial de su obra literaria, tampoco redujeron su alta productividad.

El libro, La utopía arcaica… se propone analizar “lo que hay de realidad y ficción en la literatura y la ideología indigenistas” a partir de la obra del novelista peruano José María Arguedas (1911-1969), el único escritor peruano al que le reconoce méritos literarios, y por cierto, el héroe cultural de la izquierda y los sectores populares desde su suicidio.[nota]6[/nota] En el libro no aparece el ejercicio de autocrítica al factor central de su derrota electoral: su incomprensión y desencuentro con el “Perú profundo”, lejos de ello, lo que hace es construir una teoría sobre el problema étnico peruano que refuta la de Arguedas, que descalifica como arcaico y utópico, es decir, como inexistente, el mundo rural andino y el urbano marginal que la literatura arguediana se propuso expresar y explicar. La versión que construye Vargas Llosa sobre la problemática étnico-popular del Perú es tan subjetiva como la que critica en Arguedas pero de signo opuesto: liberal, modernizante y mestizofílica, construye una versión de la realidad peruana a la medida de sus deseos, en un ejercicio inconsciente que extirpa, destruye y anula un mundo al que no pertenece, que no comprende y que votó en su contra. En una operación semejante a la de sus memorias, que elude el reconocimiento de su responsabilidad por la derrota electoral.

La utopía arcaica que Vargas Llosa construye como categoría para desvalorizarla y anularla, no representa sólo la cultura y las fuerzas subalternas del Perú que propiciaron su derrota electoral, sino que incluye todas las formas de acción y resistencia popular, cultural, política, económica o social, pacífica o violenta que se oponga o cuestione el proceso de globalización capitalista, el predominio del mercado, la vigencia de la libertad individual y la expansión de la democracia occidental a todo el mundo, particularmente en América Latina. Causas a las que descalifica como fenómenos utópicos y arcaicos, antidemocráticos, totalitarios, nacionalistas y que representan un obstáculo para salir de la pobreza en los países del tercer mundo. Esta línea argumental es la que retomará en sus intervenciones de la última etapa como veremos más adelante.

En El pez en el agua, Vargas Llosa declara enfáticamente no ser racista, pues el no cree en la desigualdad natural entre los hombres basada en las diferencias de raza. Dice que procuró eliminar el factor racista en su campaña, introducido en ella por sus correligionarios y usado muy eficazmente por su adversario Fujimori, aunque no lo logró[nota]7[/nota]. Vargas Llosa ve la otra cara de la luna, el racismo del que dice son víctimas los blancos en el Perú. Y este racismo en sentido inverso es producto del resentimiento social del indio o mestizo hacia el blanco, de abajo hacia arriba, del que es víctima la elite criolla y lo fue él mismo como candidato presidencial:

…la enfermedad nacional por antonomasia, aquella que infesta todos los estratos y familias del país y en todos deja un relente que envenena la vida de los peruanos: el resentimiento y los complejos sociales…una efervescente construcción de prejuicios y sentimientos –desdén, desprecio, envidia, rencor, admiración, emulación- que es, muchas veces, por debajo de las ideologías, valores y desvalores, la explicación profunda de los conflictos y frustraciones de la vida peruana… (Vargas Llosa, 1993:11-12)

Así, más que el rechazo popular hacia su programa, su derrota fue para él consecuencia de la envidia y el resentimiento de la intelectualidad de izquierda hacia su persona, animadversión contra él de los mediocres, surgida décadas atrás con sus primeros éxitos literarios. Conclusión que elude el hecho de que las deficiencias de su campaña y su debilidad como candidato fueron la expresión de un problema no resuelto todavía: la inconsistencia política e ideológica de la derecha peruana, su incapacidad para apelar a las masas étnicamente diferentes de la élite, y la falta de voluntad para incorporar sus demandas históricas a su programa, debido al origen y persistente tradición oligárquica de la derecha peruana, que mantiene un abismo entre gobernantes y gobernados sustentado en las diferencias étnicas, sociales y regionales, entre indios y mestizos frente a los criollos, entre pobres y ricos y entre la sierra andina y la costa urbana. La ausencia de canales de incorporación a la élite de los sectores populares, persiste y se acentúa debido a la clausura por el neoliberalismo de los escasos mecanismos de ascenso social que existieron antes, como la educación[nota]8[/nota]. La candidatura presidencial de Vargas Llosa era un síntoma de esa debilidad de la derecha para conformar liderazgos políticos legítimos con capacidad de convocatoria frente al electorado que no pertenece a la élite y su derrota fue consecuencia de la incapacidad para modificar esa realidad.[nota]9[/nota]

 

Literatura y política una fórmula propia

En el mito que el escritor construye sobre sí mismo en sus novelas y memorias, reivindica un pasado izquierdista, que en su etapa peruana duró apenas un año y meses. Inició en 1954 cuando ingresó a la Universidad Mayor de San Marcos para estudiar Letras y Leyes[nota]10[/nota], y terminó en 1955, cuando se afilió al Partido Demócrata Cristiano.

En 1959 instalado ya en París, vive otra etapa de identificación con la izquierda, al incorporarse al grupo de escritores latinoamericanos que protagonizaron el boom, que combinaban la defensa de la revolución cubana, con el ejercicio de una literatura progresista que daba cuenta de la compleja realidad social de la región, de sus luchas y de su heterogeneidad cultural. Como periodista, Vargas Llosa estuvo en Cuba y escribió reportajes sobre la revolución, y entre 1965 y 1971, participó como jurado del premio y como miembro del comité editorial de la revista Casa de las Américas. Como atenuante de esa pasado radical, Vargas Llosa afirma que mantuvo siempre una distancia frente al gobierno de Fidel Castro, mayor que la de Cortázar, Fuentes o García Márquez y que su identificación inicial con la revolución no fue como marxista, sino como liberal en ciernes, atraído no por la radicalización del proceso, sino por el proyecto democrático frustrado, que una parte de su vanguardia defendía.

En 1971 abandona su “militancia de izquierda”, expresando públicamente con otros escritores, su crítica al gobierno cubano por la aprehensión del escritor disidente Heberto Padilla. Aunque él afirma que fue la invasión soviética a Checoslovaquia en 1968 y la aprobación de Fidel Castro a la acción de la URSS, lo que comenzó a distanciarlo de la revolución cubana.

El diagnóstico de la sociedad peruana

Desde principios de los años 70, el escritor postuló en artículos y polémicas la necesidad de aplicar reformas liberales para salvar al Perú. En los años 80 sus pronunciamientos, su autoridad y su presencia políticos en su país se incrementaron.[nota]11[/nota] El presidente de centro derecha, Fernando Belaúnde del partido Acción Popular, le ofreció varios cargos durante su segundo gobierno (1980-85): las embajadas en Londres y Washington, el ministerio de Educación y el de Relaciones Exteriores y el puesto Primer Ministro. El único encargo que aceptó fue la presidencia de la comisión investigadora de la matanza de ocho periodistas en Uchuraccay en 1983, una remota comunidad del departamento de Ayacucho. Allí cumplió la tarea de construir una explicación plausible de los hechos, que exoneraba a las fuerzas policiales y a las autoridades locales, de toda responsabilidad en el crimen ejecutado por los habitantes de la comunidad indígena. (Vargas Llosa; 1993). Para las elecciones de 1985, Belaúnde le propuso a Vargas Llosa ser candidato a la presidencia en una alianza entre AP y el PPC, que los partidos no aceptaron. (Morote; 1998) [nota]12[/nota]

Al inicio de su gobierno, el socialdemócrata Alan García (1985-1990) le propuso ser embajador en España, cargo que rechazó[nota]13[/nota]. Pronto, Vargas Llosa inició una campaña contra del gobierno condenando la masacre de presos senderistas en los penales de Lima, en junio de 1986.[nota]14[/nota] Para Williams el prólogo que Vargas Llosa hizo en 1986 al libro de Hernando de Soto, El otro sendero, fue su primer discurso netamente político, un ensayo económico en el que presenta soluciones políticas. (Williams;2001:70) Luego vino la campaña electoral del 1990, cuyos resultados hemos comentado.

En lo que sigue, reseñaremos las intervenciones políticas de Vargas Llosa en Perú y en otros países latinoamericanos desde el año 1999 al 2007, con especial énfasis en los años 2005-2007 cuando hubo elecciones en varios países latinoamericanos, entre ellos el suyo, que pusieron en juego el destino de la región al confrontarse dos alternativas, la continuidad o la ruptura con el neoliberalismo. También analizaremos la construcción de la realidad latinoamericana que hace el escritor en sus textos.

 

El regreso del hijo pródigo

En agosto de 1997, el escritor volvió al Perú por primera vez luego de su fracaso electoral, para recibir un doctorado Honoris Causa por la Universidad de Lima, institución privada. Tres meses después recibió otro doctorado de la estatal Universidad San Agustín de su natal Arequipa. Su regreso no era inocente, nuevamente, como diez años antes, se planteo la posibilidad de ser candidato presidencial de unidad antifujimorista para el año 2000, manteniendo el programa económico de Fujimori, pero reconstruyendo la democracia aplastada. En esos días se realizó una encuesta para medir las posibilidades de éxito del escritor y el resultado fue muy bajo, sólo 5% de aceptación. La opinión pública no le perdonaba la adopción de la nacionalidad española.[nota]15[/nota]

Las elecciones de abril de 2000 en que Fujimorí se reelegiría por segunda vez, trajeron como las de 1990 una sorpresa: Alejandro Toledo uno de los últimos candidatos en la lista de preferencias[nota]16[/nota] se coló al primer lugar. De manera fraudulenta el Jurado Nacional de Elecciones dio mayoría no absoluta a Fujimori, lo que obligaba a una segunda vuelta electoral, en la que Toledo decidió no participar en protesta por la ausencia de condiciones para una competencia equitativa.

Un día antes de asumir Fujimori su tercer mandato, el 27 de julio de 2000, se congregaron en Lima 100 mil manifestantes en contra de la dictadura, provenientes de todas las provincias del país en lo que se denominó la Marcha de los Cuatro Suyos (como se designaban las comarcas del antiguo Imperio Inca), este fue el principio del fin del fujimorato. El 19 de noviembre de 2000, Fujimori envió su renuncia a la presidencia desde Japón donde se encontraba de gira, fue destituido por el Congreso al día siguiente[nota]17[/nota] y acto seguido, se nombró como interino en la presidencia al presidente del Congreso Valentín Paniagua, de AP[nota]18[/nota], quien convocaría a nuevas elecciones en abril de 2001.

Poco antes de la primera vuelta electoral del año 2000, escéptico todavía, el escritor manifestó su apoyo a Toledo[nota]19[/nota], candidato del partido Perú Posible[nota]20[/nota], quien desde un año antes contaba entre su equipo de asesores al hijo del escritor, Álvaro Vargas Llosa, que en su momento también había sido vocero de la campaña presidencial de su padre. Toledo era hijo de migrantes andinos a la costa, era doctor en Economía por la Universidad de Stanford, funcionario del Banco Mundial y la Organización de Naciones Unidas, su programa era neoliberal, estaba casado con una antropóloga belga que aprendió la lengua quechua [nota]21[/nota]. A decir del escritor, tenía “una espléndida cara de indio”, era un cholo[nota]22[/nota] de Harvard como racistamente le llamaban sus adversarios.[nota]23[/nota] La combinación de ambos atributos, altamente valorada por el escritor, le permitió Alejandro Toledo ganar la presidencia en la segunda vuelta en 2001.

El apoyo a Toledo fue la gran oportunidad para Vargas Llosa de afirmar nuevamente su presencia en la política peruana sin los riesgos de ser él el candidato. Los afanes del gobierno de Toledo por restablecer la democracia luego de 10 años de autoritarismo, sin alterar significativamente el modelo neoliberal aplicado por Fujimori y sin impedir la presencia de los fujimoristas incrustados en la escena política, pusieron de manifiesto nuevamente la debilidad crónica que padece la derecha peruana y su incapacidad para garantizar bajo instituciones democráticas los intereses dominantes. Su desempeño presidencial fue crecientemente cuestionado y su popularidad cayó, alcanzando al final de su gobierno el 5% de aceptación. A principios de 2004 el escritor retiró su apoyo a Toledo y comenzó a cuestionarlo por el “desgobierno, descomposición, metidas de pata descomunales, incoherencia e irresponsabilidad.”[nota]24[/nota]

 

Las batallas del escribidor

En la etapa reciente, el blanco central de Vargas Llosa ha sido el presidente de Venezuela Hugo Chávez y detrás de él los candidatos presidenciales y presidentes que han propuesto revertir las políticas neoliberales y que por ello han sido asumidos por sus adversarios como seguidores del militar venezolano: Evo Morales, Rafael Correa, Ollanta Humala, Daniel Ortega, López Obrador y Kirchner. La batalla de Vargas Llosa contra Hugo Chávez comenzó en 1999, menos de un año después de que iniciara su gobierno. El 8 de agosto, luego de los resultados favorables obtenidos por Chávez en las elecciones a la Asamblea Constituyente, el escritor publicó un artículo titulado "El suicidio de una nación" en el que cuestionaba la democracia venezolana y calificaba a Chávez como demagogo e ignorante:

“Que un número tan elevado de venezolanos apoye los delirios populistas y autocráticos de ese risible personaje que es el teniente coronel Hugo Chávez no hace de éste un demócrata; sólo revela los extremos de desesperación, de frustración y de incultura cívica de la sociedad venezolana.”

 

A fines de noviembre de ese año, el escritor dictó una conferencia en Caracas titulada: “Corrupción y Estado de Derecho en una Sociedad Libre”.[nota]25[/nota] Y es que dos semanas después, el 15 de diciembre, se realizaría el referéndum sobre la nueva Constitución. En la conferencia y en sus entrevistas con los medios de comunicación, Vargas Llosa llamó a los venezolanos a votar en contra de la nueva Constitución. El presidente Chávez, en su programa dominical "Aló Presidente" se refirió al escritor, como "ex peruano" y criticó su opinión sobre el proceso político venezolano. Vargas Llosa se defendió argumentando que jamás había renunciado a su nacionalidad peruana y que la amenaza del régimen de Fujimori de privarlo de su nacionalidad, lo había obligado a pedir al gobierno español la doble nacionalidad. Expresaba su preocupación por que la democracia venezolana se resquebrajaba debido al acercamiento de Chávez a Fidel Castro y a que asumiera como modelo a la Revolución Cubana, posiciones incongruentes con el origen democrático del gobierno de Chávez.[nota]26[/nota]

Probablemente los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Washington, distrajeron la atención del escritor de la problemática latinoamericana y la atrajeron hacia los países occidentales donde los conflictos nacionalistas se convirtieron en un peligro. En torno a ellos se pronunció en el texto “La amenaza de los nacionalismos” de octubre de ese año, allí establecía que el socialismo ya no era una amenaza para la democracia y que la amenaza estaba encarnada ahora en los nacionalismos. Se refiere sólo a los conflictos nacionalistas en Europa, España, Gran Bretaña, con sus movimientos separatistas y los conflictos bélicos de Europa Oriental pero no hay todavía una reflexión sobre América Latina, sólo hay una mención al nacionalismo mexicano de la etapa de hegemonía priista.

“El socialismo que existe, y que goza de excelente salud, afortunadamente para la cultura democrática, ya no es socialista sino de nombre. Acepta que la empresa privada produce más empleo y riqueza que la pública, sobre todo en un régimen de mercado, y es un convencido valedor del pluralismo político, las elecciones, la libertad y el Estado de Derecho. Este socialismo ha dejado de ser ideológico y se ha vuelto ético. En vez de preparar la revolución está empeñado en la defensa del estado del bienestar, de políticas públicas de asistencia social a los parados, los ancianos, las minorías desvalidas, y en una redistribución de la riqueza a través del impuesto para corregir lo que llama desequilibrios del mercado. En muchos casos, estas políticas, en el campo económico y social, resultan poco diferenciables de las que promueven los liberales o los conservadores”

Mientras que “…toda doctrina nacionalista es un acto de fe, no una concepción racional y pragmática de la historia y de la sociedad. Un acto de fe colectivista, que imbuye a una entidad mítica —la nación— de atributos trascendentales, capaces de mantenerse intangibles en el tiempo, indemnes a las circunstancias y a los cambios históricos, preservando una coherencia, homogeneidad y unidad de sustancia entre sus miembros y elementos constitutivos, aunque, en la contingencia, aquella unidad sea invisible y pertenezca al dominio de la ficción.”

Postula que en la ideología nacionalista, en su concepción del hombre, de la sociedad y de la historia, anida una semilla de violencia, que germina sin remedio cuando se vuelve acción de gobierno, y deriva inevitablemente en el totalitarismo. No hace referencia explícita al terrorismo que Busch colocó a partir de esos acontecimientos como la preocupación cotidiana de la humanidad.

El fortalecimiento del liderazgo de Chávez en la región, sus triunfos electorales, la radicalización de sus medidas de gobierno y de su discurso denominado socialismo del siglo XXI, y la emergencia de candidatos populares que se acercaban a su protección política, intensificaron los ataques a Chávez, que fue declarado por Vargas Llosa como un “mal ejemplo para la región”. El 10 de noviembre de 2003, en la Feria del Libro de Miami el escritor cuestionó nuevamente al gobierno de Venezuela, por populista y corrupto y a los venezolanos por cometer la "monumental irresponsabilidad" de elegir al comandante Chávez y darle “poderes casi de amo absoluto", luego de su reelección. También apuntó sus dardos los gobiernos corruptos de México (los anteriores al 2000) y Argentina.[nota]27[/nota]

 

La batalla contra Ollanta Humala

En diciembre de 2005 el escritor llegó a Lima, en esos momentos iniciaba el proceso electoral en su país, el 3 de enero de 2006, en Caracas, Hugo Chávez y Evo Morales en medio de una conferencia de prensa, presentaron como invitado sorpresa a Ollanta Humala, dando con elocuentes discursos su total apoyo al candidato. El presidente Toledo denunció la injerencia de Chávez en los asuntos internos del país y retiró a su embajador en Venezuela.

En este contexto, el 15 de enero Vargas Llosa publica el artículo de titulado “Raza, botas y nacionalismo” en el que se lanza con igual virulencia contra Chávez, Morales y Humala, desarrollando una argumentación similar a la del artículo de 2001 “La amenaza de los nacionalismos”, aplicada ahora a la región latinoamericana que propone que el socialismo ya no representa una amenaza sino que la nueva amenaza es el nacionalismo de Chávez, Morales y Humala. A quienes acusa de promover el racismo, “como un valor que determina la bondad y la maldad de las personas, su corrección o incorrección política”. Afirma que “plantear el problema latinoamericano en términos raciales es una irresponsabilidad, que simplemente reemplaza los prejuicios de los latinoamericanos que se creen blancos contra los indios, por otros, igualmente absurdos, de los indios contra los blancos”. Considera que “por razones de elemental justicia e igualdad, los prejuicios raciales deben ser erradicados como una fuente de discriminación y de violencia.” Retomando su tesis de La Utopía arcaica… de la existencia de un racismo a la inversa del que son víctimas los blancos.

También cuestiona el nacionalismo que promueven, al que califica como “la cultura de los incultos, una entelequia ideológica construida de manera tan obtusa y primaria como el racismo (y su correlato inevitable), que hace de la pertenencia a una abstracción colectivista -la nación- el valor supremo y la credencial privilegiada de un individuo.” Propone que “si hay un continente donde el nacionalismo ha hecho estragos, es América Latina.”

Reconoce sin embargo, la existencia de “otra izquierda, más responsable y más moderna” -la de Ricardo Lagos, Tabaré Vásquez o Lula da Silva-, que se distingue nítidamente de la de Chávez, Morales y Humala. Pero que, por desgracia, es mucho menos influyente que aquella.[nota]28[/nota]

En marzo, el candidato nacionalista Humala se coloca en el primer lugar en las encuestas con 32%, seguido por Lourdes Flores con 28% y Alan García con 21%. La estrategia del expresidente García, quien inició su campaña con muy baja intensión de votos se centró en atacar a Lourdes Flores, cuestionando su programa de derecha, sin cuestionar a Humala.

El 6 de abril, tres días antes de la primera vuelta electoral, la Defensoría del Pueblo le entregó al escritor la medalla por los Derechos Humanos, el momento era perfecto para “romper el silencio” y pronunciarse a favor de su otrora archi-enemigo Alan García. Y es que la gravedad de la situación lo ameritaba, pues lo que se jugaba era “no sólo un cambio de Gobierno, sino un cambio de régimen”. El aval del escritor y otros elementos[nota]29[/nota], inclinaron la balanza a favor de García y lo colocaron en el segundo lugar con el 24.4% de la votación, Humala alcanzaba el primero con el 30.6%. La candidata de la derecha que había quedado con 23.8%, apenas 6 décimas por debajo de García quedaba fuera de la segunda vuelta, ella con menos experiencia política y carisma que García, y con un programa de derecha, era según los cálculos de los expertos una segura perdedora frente a Humala. García tenía una ventaja adicional, contaba con el único partido de masas que sobrevivió a todas las circunstancias políticas del país y gran experiencia electoral.

Era un resultado semejante al de 2001, entonces la favorita, la misma Lourdes Flores, perdió en la primera vuelta ante Toledo y ante García, en aquella ocasión le preguntaron a Vargas Llosa su opinión sobre el hecho de que García hubiera quedado en segundo lugar y él respondió:

“Demuestra que los pueblos tienen una memoria corta porque el gobierno de Alan García fue un gobierno desastroso para este país, desde el punto de vista económico, desde el punto de vista de los derechos humanos, desde el punto de vista de las instituciones, así que uno hubiera creído que el electorado recordaría eso y habría una cierta sanción pero no, un cuarto del electorado lo ha respaldado.”

En su artículo del 23 de abril, titulado “Razones para una alianza”, el escritor advertía

“La victoria de Ollanta Humala sería una catástrofe para el Perú y para América Latina, una regresión brutal, en un continente que parecía en vías de democratización, hacia las peores plagas de nuestro pasado: el caudillismo, el militarismo, el populismo y el autoritarismo.”

Postulaba que García era “el mal menor” frente a Humala y llamaba a una alianza del partido de la derecha de Flores con García, como única posibilidad para derrotar a Humala en la segunda vuelta

“Lo digo sin la menor alegría, como saben todos los que conocen mis críticas a lo que fue el desastroso Gobierno de Alan García entre 1985 y 1990. Pero, a estas alturas del partido, lo que debe primar no son las simpatías o antipatías políticas personales, sino la defensa de la democracia en el Perú, que, con Ollanta Humala en la presidencia, corre el riesgo de desplomarse mediante un acto de fuerza (al estilo Fujimori) o de irse degradando a pocos hasta la extinción, a la manera de la Venezuela de Hugo Chávez.”

Proponía “…una gran concentración de todas las fuerzas democráticas, aunque para ello sea preciso vencer escrúpulos, olvidar agravios y votar tapándose la nariz.”

Pedía no sólo una alianza electoral sino de gobierno, el programa que proponía era, por cierto, el de la derecha neoliberal.

“un programa de largo alcance en el que, además de la profundización de la democracia, se preserven ciertas instituciones básicas de una sociedad abierta a las que tanto democristianos como apristas dicen respetar: políticas de mercado, promoción de la empresa privada y las inversiones extranjeras y difusión de la propiedad entre los sectores que aún no tienen acceso a ella.”

El 23 de mayo luego de la presentación de su último libro, Vargas Llosa reiteraba que Alan García era “el mal menor”, y que ante el riesgo de caer en una eventual dictadura había que votar por el. Argumentaba en su favor que durante su gobierno García permitió la libertad de prensa y respetó el resultado de las elecciones de 1990. Declaración a su favor de la que el aludido al ser consultado tomó distancia llamándola “opiniones no consultadas ni requeridas” y recordó que anteriormente ya había rechazado la propuesta de Vargas Llosa de unir todas las fuerzas políticas para vencer a Humala en la primera vuelta electoral y advirtió que “no seguirá sus consejos”. García protestó públicamente por las expresiones de su nuevo aliado, pero el apoyo resultó invaluable en una campaña, donde la estrategia de un viejo lobo de mar fue fundamental para ganar en contra de todo pronóstico. En la segunda vuelta el 4 de junio la alianza entre el centro y la derecha, bajo la consigna “todos contra Humala”, permitió el triunfo de Alan García, con el 52.6%.

El programa neoliberal propuesto por el escritor como base de la alianza fue acatado al pie de la letra por Alan García, como reconoce satisfecho Vargas Llosa el 20 de mayo de 2007 en una entrevista

“Es interesante ver cómo las ideas que yo defendí y que fueron recibidas con gran hostilidad, hoy han generado un consenso general, pues, salvo una izquierda minúscula y completamente anacrónica, ya nadie pide en el Perú que se nacionalicen empresas ni que se cierre la frontera a las inversiones extranjeras. Parece como si los peruanos finalmente hubieran aprendido la lección.”

Finalmente, en enero de 2008, el presidente Alan García y el escritor se reunieron en el Palacio de Pizarro, sellando su acuerdo político, el escritor declaró que "Hoy Alan García es responsable, sus políticas son políticas que defiendo desde hace años…Defiende al mercado, a la empresa privada, la democracia. Me alegra saber que sobre eso hay un consenso más vasto que hace 20 años". Otros temas que resaltó fueron el adecuado manejo del diferendo marítimo pendiente con Chile, que ha representado un trauma histórico luego de la pérdida de los territorios de Tacna y Arica a manos de Chile en la Guerra del Pacífico en 1879 y que ha sido bandera del nacionalismo peruano desde entonces, cuya solución “está en el lugar correcto: la Corte Internacional de La Haya.” Y que “no debería ser obstáculo para que Perú y Chile continúen su colaboración en todos los campos, principalmente el económico, en el que hay intereses mutuos.”, negó la posibilidad de un conflicto bélico entre ambos países, que es “pura especulación demagógica y chauvinista, pues no hay ninguna razón para que la nación sureña desconozca a una institución de la que forma parte…Hay que esperar el veredicto, pero doy por hecho que ambos van a reconocerlo, y creo que el derecho en este caso asiste al Perú, y si es así, estoy seguro de que el gobierno chileno lo va a acatar”. Reconoció también que el juicio contra Alberto Fujimori se lleva de manera impecable y en estricto respeto de la legalidad y que “el proceso es un ejemplo para el país y América Latina.”[nota]30[/nota]

En el texto “Tambores de guerra” del 9 de marzo de 2008 el escritor acusa a Chávez de “pisotear la soberanía de los demás países latinoamericanos, financiando movimientos y candidatos extremistas, publicaciones revolucionarias, subvencionando huelgas y paros armados”, en Colombia con su apoyo a las FARC y en Perú, donde

“su larga mano y su dinero están detrás de toda la violencia social que los grupúsculos extremistas desatan en el Perú, manipulado a los sectores marginales y desfavorecidos con huelgas, levantamientos, paros y toma de locales y empresas que sólo sirven para retrasar el desarrollo y paralizar la vida económica del país. Las casas de ALBA, que el Gobierno de Chávez ha sembrado por toda la sierra peruana, están lejos de ser esas instituciones humanitarias que pretenden: en verdad son focos activos de propaganda revolucionaria cuyo objetivo es socavar en los sectores campesinos y marginales toda forma de adhesión al sistema democrático y ganar adeptos para las fuerzas que se empeñan en derribarlo.”

De manera que el descontento popular y las movilizaciones contra el gobierno de García no tienen para el escritor fundamentos reales, ni los actores locales tienen fuerza propia y capacidad para decidir sus demandas y sus acciones, ni legitimidad, todo les viene de afuera, de la perversidad de Chávez o de Humala.

 

Comentarios finales

La distinción planteada en el artículo de enero de 2006, “Raza, botas y nacionalismo” entre el socialismo potable de Lula, Vázquez y Bachelet y el peligroso socialismo nacionalista de Chávez y sus aliados, fue reiterada y ampliada como eje de su argumentación en otros artículos posteriores entre 2006 y 2008, despertando respuestas airadas de varios intelectuales de izquierda como el argentino Atilio Borón, quien señaló que esta diferenciación no era una idea original del escritor, sino que era la nueva doctrina oficial de la democracia postulada por Washington.[nota]31[/nota] Detrás de esa doctrina podemos identificar intereses materiales y políticos claros, la alianza estratégica establecida entre Busch y Lula en marzo de 2006 en torno al común interés de promover el desarrollo de la producción de etanol en toda la región, lo que augura la profundización de la desigualdad social, del despojo de los recursos naturales a los sectores mayoritarios de los distintos países, grandes ganancias para las empresas trasnacionales y mayor conflictividad social.

Las líneas de interpretación de la realidad latinoamericanas propuestas por el escritor se reiteran en sus artículos desde 1971 hasta hoy, sin contribuir a esclarecer la problemática existente en los distintos países y a formular soluciones viables y justas a ellas. Es un discurso circular que se reitera y recicla de acuerdo a las nuevas circunstancias de una confrontación que sigue siendo la misma: la de los intereses de los sectores populares latinoamericanos, indios, mestizos o blancos pobres representadas por programas y liderazgos que adaptados a las nuevas circunstancias, en particular la pérdida del referente socialista, buscan enfrentar y revertir las condiciones de opresión y explotación impuestas por las fuerzas económicas dominantes a nivel internacional, que reestructuran los procesos productivos para mantener su condición hegemónica y mantener, renovar e incrementar los procesos de expropiación de la riqueza generada en los distintos países.

La democracia representativa que el escritor reivindica como la forma óptima de acuerdo social, ha sido el marco político que ha permitido la reestructuración neoliberal conteniendo el descontento popular desde los años 80, pero este ha reaparecido aprovechando o desbordando los marcos de esa democracia, que no ha contribuido como lo ofreció, a lograr la justicia social y la equidad en los países latinoamericanos. En el siglo XXI, los mayores esfuerzos de las movilizaciones populares han sido todavía canalizados por los propios sectores populares a través de estrategias electorales, lideradas por elementos provenientes de fuera del sistema, pero estos procesos están mostrando también sus estrechos límites para revertir los efectos de las políticas neoliberales y transformarlos. El desenlace de la confrontación vigente es impredecible.

Discursos como el de Vargas Llosa no apuntan a destrabar la confrontación a través de salidas negociadas donde ambas partes cedan, más bien enmascaran la intolerancia y cerrazón de las élites para conceder los derechos formalmente reconocidos y aceptar sacrificar una pequeña parte de sus ganancias en aras de un poco de bienestar de las mayorías y la gobernabilidad de las sociedades dependientes latinoamericanas, ellas van por todo como siempre. La miopía de la élites es la miopía de nuestro afamado escritor, que sataniza las opiniones y las reivindicaciones de izquierda como fanatismo, chovinismo e ignorancia sin advertir su propio fanatismo y el de los sectores que representa, que están tensando la cuerda de manera irresponsable. La batalla ideológica no se detendrá, continuara exacerbando los ánimos y polarizando a los sectores en lucha. Nuestro autor esta colocado en uno de sus polos.

 

Bibliografía

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Escárzaga, Fabiola. (2002) “La utopía liberal de Vargas Llosa”, en Política y Cultura, No. 17, Primavera 2002, UAM-X. México.

(2005) “La utopía arcaica y el racismo del escribidor” En Rossana Cassigoli y Jorge Turner (Coords) El debate latinoamericano Volumen 5 Tradición y emenacipación cultural en América Latina México, FCPyS, UNAM, Siglo XXI. 2005.

(2007) “Ollanta Humala y el etnocacerismo: los alcances de su desafío a la hegemonía neoliberal en Perú.” En prensa.

Gutiérrez, Miguel. La generación del 50: Un mundo dividido. Ediciones Séptimo ensayo 1, Lima, 1988.

Martin, Gerald. “Mario Vargas Llosa: caballero errante de la imaginación liberal”. Argumentos, No.10-11, México, dic. 1990. UAM-X.

Morote, Herberl. Vargas Llosa, tal cual. Lima: Jaime Campodónico, 1998. (Colección del sol blanco)

Poole, Deborah y Gerardo Rénique. “Movimiento popular, transición democrática y la caída de Fujimori”. En http://www.andes.missouri.edu/andes/especiales/DPGR-Caida Fujimori . html 20pp.

Riera, Miguel. “En Perú hay una posibilidad.” Entrevista a Manuel Monereo. El Viejo Topo, No 227, Barcelona, diciembre de 2006.

Turra, Julio. (2007) “Lula en Brasil: un gobierno en contradicción con su base social.” En Beatriz Stolowicz (coord.). Gobiernos de izquierda en América Latina, un balance político. Bogotá, Ediciones Aurora, 2007.

Vargas Llosa, Mario. Contra viento y marea (1962-1982). Seix Barral, Barcelona, 1983.

Contra viento y marea, III (1964-1988). Seix Barral, Barcelona, 1990.

Conversación en La catedral. México, Seix-Barral, 1992.

El pez en el agua. Memorias. Seix Barral, México, 1993.

Desafíos a la libertad. Ediciones El País-Aguilar, Madrid, 1994.

La utopía arcaica. José María Arguedas y las ficciones del indigenismo. Fondo de Cultura Económica, Colección Tierra Firme, México, 1996.

“Prólogo a Hernando de Soto”, El otro sendero. Op. cit. 1986.

Williams, Raymond L. Vargas Llosa. Otra historia de un deicidio. Taurus-UNAM, México, 2001.

 


[notar]1[/notar] Socióloga y latinoamericanista mexicana, profesora investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Xochimilco, Área Problemas de América Latina. Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo..

[notar]2[/notar] Del Frente Democrático (FREDEMO) alianza electoral integrada por su Movimiento Libertad, el partido Acción Popular (AP) y el Partido Popular Cristiano (PPC).

[notar]3[/notar] Los resultados de la primera vuelta el 8 de abril de 1990 fueron: Vargas Llosa 27.6% y Fujimori 24.5% Alva Castro 19,17%, Barrantes 6,97%. Como ninguno obtuvo la mayoría absoluta se hizo una segunda vuelta con los dos candidatos más votados. En la segunda vuelta Fujimori obtuvo el 56.53% y Vargas Llosa el 33,92%. Fujimori derrotaba a Vargas Llosa sumando los votos del aprismo y de la izquierda.

[notar]4[/notar] Que era el programa de gobierno de Vargas Llosa, para ello incorporó a su gobierno al asesor del escritor Hernando de Soto.

[notar]5[/notar] La columna semanal Piedra de Toque en el diario madrileño El País, aparece desde 1980 hasta hoy, es difundida en otras publicaciones de veinte países de América y Europa, muchas de ellas son parte de la cadena Prisa a la que pertenece El País. Los libros que compendian sus crónicas, ensayos y artículos desde 1962 llegan a la media docena, en ellos se puede leer el proceso de su evolución ideológica y el de su formación económica, filosófica y política y lo que constituye su visión neoliberal del mundo. Ver (Escárzaga:2002)

[notar]6[/notar] El texto es un ensayo y no ofrece la perfección propia de la obra literaria de nuestro autor, incorpora textos escritos en distintos momentos sin un cuidadoso trabajo de revisión, por lo que aparecen a lo largo del texto, juicios contradictorios en temas centrales. Por su temática muy particular está dirigido a un público más restringido que sus novelas, el tiraje fue más reducido, lo que habla de motivos personales más que editoriales para publicar una obra polémica, dirigida a sus detractores.

[notar]7[/notar] Los partidarios del escritor cuestionaban a Fujimori por ser hijo de japoneses y por tanto un peruano de primera generación. Fujimori, por su parte, apeló a la condición de blanco, hijo de la oligarquía y cosmopolita del escritor para marcar su distancia social y cultural respecto a los estratos mayoritarios del electorado: indígenas, mestizos, negros y asiáticos, y construir la identificación de ellos con su persona, en su condición de ajeno a las élites tradicionales, estrategia que le dio el triunfo en las elecciones. (Vargas Llosa. 1993:320-321,504-508)

[notar]8[/notar] Probablemente la etapa formativa del escritor fue la de mayor apertura de la educación como vehículo de movilidad social para sectores de clase media y baja, y provincianos. Como subraya Morote (1998) y afirma el escritor en sus memorias, cursar sus estudios preuniversitarios en el estatal y pluriétnico Colegio Militar Leoncio Prado y estudiar en la universidad pública, no fueron decisiones propias sino imposiciones de su padre que quería alejarlo del mundo elitista de la familia Llosa y reprimir su vocación literaria. La incursión en su juventud en mundos ajenos y más amplios que los de su provinciana experiencia como hijo de la élite oligárquica, le reportaron traumáticas confrontaciones, pero también grandes temas para su obra literaria.

[notar]9[/notar] Hay que recordar que el sufragio universal que incorporó a la población indígena a la vida electoral fue establecido muy tardíamente en Perú, en la Constitución de 1979 y ejercido a partir de 1980.

[notar]10[/notar] Como subraya Morote y afirma el propio escritor en sus memorias, cursar sus estudios preuniversitarios en el estatal y pluriétnico Colegio Militar Leoncio Prado y estudiar en la universidad pública, no fueron decisiones propias sino imposiciones de su padre que quería alejarlo del mundo elitista de la familia Llosa y reprimir su vocación literaria. Para no contradecir al padre se matriculó en Leyes. La incursión en su juventud e mundos ajenos y más amplios a los de su provinciana experiencia como hijo de una élite oligárquica provinciana le reportaron traumáticas confrontaciones, pero también grandes temas para su obra literaria. (Vargas Llosa; 1993) (Morote;1998)

[notar]11[/notar] Entre 1974 y 1990, su residencia oficial fue Lima pero vivió allí sólo por temporadas pues sus compromisos académicos lo hacían viajar constantemente a Europa y Estados Unidos.

[notar]12[/notar] Este dato no lo comenta el escritor en sus memorias.

[notar]13[/notar] García puso en marcha un programa populista y antiimperialista con una serie de medidas destinadas a aumentar la demanda interna: aumento de salarios, congelamiento de precios, fijación del tipo de cambio, aumento de la emisión monetaria, etc. Lo que exacerbó el desequilibrio macroeconómico y provocó un proceso hiperinflacionario.

[notar]14[/notar] “Una montaña de cadáveres: carta abierta a Alan García”. El Comercio, 13 de junio de 1986. (Vargas Llosa; 1983).

[notar]15[/notar] “El pez vuelve al agua” En Caretas, noviembre de 1997.

[notar]16[/notar] Que por lo mismo y a diferencia de los otros candidatos no había sido blanco de una campaña de desprestigio en los medios de comunicación adictos al régimen.

[notar]17[/notar] Más allá de la movilización popular que suscitó, el factor determinante de su caída fue el retiro del apoyo del gobierno norteamericano que había sido víctima también de la corrupción de sus protegidos, Montesinos había vendido en 1999 10 mil fusiles de asalto AKM-47 a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

[notar]18[/notar] La crisis del régimen impidió que los fujimoristas Fernando Tudela, primer vicepresidente y Martha Hildebrandt, presidenta del Congreso, asumieran la presidencia provisional.

[notar]19[/notar] En su columna Piedra de Toque. MVL “¿Una Luz en el Túnel?” En Caretas, Nº 1613, Lima, 7 de Abril de 2000.

[notar]20[/notar] Título de un artículo del escritor de 1985. (Vargas Llosa: 1990).

[notar]21[/notar] El título de la penúltima novela de José María Arguedas, Todas las sangres (1964) fue utilizado como lema de la campaña de Toledo en 2001 y durante los primeros años del gobierno su esposa estuvo a cargo de la estrategia de cooptación de dirigentes indígenas al gobierno para su legitimación.

[notar]22[/notar] Mestizo.

[notar]23[/notar] Pocos días antes de la primera vuelta electoral, en una entrevista, el padre de la candidata de derecha Lourdes Flores, llamó a Toledo auquénido de Harvard, expresión racista que probablemente le costó la presidencia.

[notar]24[/notar] El hijo del escritor se había distanciado de Toledo desde la primera vuelta electoral de 2001, acusándolo de “incapacidad ética y moral” debido a la negativa de reconocer una hija que tuvo fuera del matrimonio. El escritor tomó partido por Toledo y esgrimió que era víctima de una "guerra sucia" para favorecer a su rival, el ex mandatario Alan García. La discrepancia mantuvo distanciados al escritor y su hijo durante ese lapso.

[notar]25[/notar] Dentro del Seminario Internacional “Corrupción y Estado de Derecho. La Batalla de la Próxima Década”, el evento realizado en el hotel Caracas Hilton fue patrocinado por el Centro de Divulgación del Conocimiento Económico (CEDICE) y el Atlas Economic Research Foundation.

[notar]26[/notar] El Comercio, Lima, 25 de noviembre de 1999.

[notar]27[/notar] http://www.eldia.es/2003-11-10/VENEZUELA/VENEZUELA1.HTM

[notar]28[/notar] Vargas Llosa, Mario. “Raza, botas y nacionalismo”, Madrid, El País, 15 de enero de 2006.http://www.elpais.com/articulo/opinion/Raza/botas/nacionalismo/elpepiopi/20060115elpepiopi_6/Tes/

[notar]29[/notar] Se especuló sobre la posibilidad de un manejo fraudulento de los resultados que favoreció a García y que Lourdes Flores fue convencida de no protestar contra el fraude cometido en su contra. (Riera, 2006:25)

[notar]30[/notar] “Vargas Llosa está seguro de que Chile acatará fallo”, Correo, Lima, 31 de enero de 2008.

[notar]31[/notar] “Vargas Llosa y la democracia: breve historia de una relación infeliz”, 24 de junio de 2006.