Yo le pregunté si él iba a participar. Me dijo que no podía. Entonces le dije que yo tampoco. “Si usted no va, yo no voy”, fue la respuesta de Néstor Lavergne al Che Guevara ante su propuesta de incorporarse a la guerrilla de Masetti en Salta

Juan M. Martiren

Universidad de Buenos Aires, Argentina

Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

 

Recibido: 27-09-2019
Aceptado: 30-10-2019

 

 

La presente entrevista fue realizada en diciembre de 2018 en la ciudad de Buenos Aires. El entrevistado, Néstor Lavergne, fue un actor directo del proceso cubano cuando la revolución daba sus primeros pasos. En la década de 1960 trabajó en la Secretaría de Industria del Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA), en el Ministerio de Industria junto a Ernesto “Che” Guevara y luego como Director de Inversiones en el área de planificación de ese ministerio. Posteriormente ocupará cargos en el Ministerio de Transporte y en el Ministerio de Comercio Exterior junto a Alberto Mora, y finalmente en el Ministerio de Industria Alimenticia. Autor de una gran cantidad de escritos entre los que se destacan, en esos años ´60s, El intercambio mercantil en el socialismo y Sobre problemas de la economía del modo socialista de producción.[1] Tuve la posibilidad de conocer a Néstor Lavergne a partir del seminario que dictó en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires en el año 2018 titulado “El marxismo latinoamericano y el Che en el siglo XX, desde el siglo XXI”.

Néstor Lavergne en 2014
Imagen 1. Néstor Lavergne en 2014. Cortesía de Laura Lavergne.

P. ¿Militabas en el Partido Comunista de la Argentina?

R. Sí, en la juventud. Yo iba a apoyar a Frondizi en la elección del ´58.[2] Tenía 18 años. Por la posición de Frondizi. Cuando lo apoya el PC, yo digo bueno radical no soy… así que si tengo que hacer política mejor me afilio en el PC. Y le pido la afiliación al único tipo que nunca me había pedido que me afilie al PC en el movimiento estudiantil donde estaba yo que eran básicamente comunistas o marxistas sin partido.

P. ¿Quién fue esa persona que te afilió al PC?

MarcosSzlachter, Chileno.[3] Él estaba en contra de la dirección del partido e intentaba armar una fracción interna. Así que yo me afilié y entré directamente en la fracción. Yo después me voy a Cuba y ahí pierdo contacto.

P. Vos estabas en la Revista Mar Dulce en tus épocas de estudiante, que era una revista del PC…[4]

R. No, no era del PC. Después se afiliaron todos al PC, que es distinto. Porque cuando yo entro el jefe de Mar Dulce era Manuel Mora y Araujo.[5] Cuando yo entro todavía no era comunista. Todos éramos marxistas y desconfiábamos del Partido Comunista. Estaba Caparrós… La revista era muy buena. No éramos comunistas. Después sí nos afiliamos al comunismo. El primero que se afilia fue Mora y Araujo, y es el que inclina la revista al comunismo. Yo era muy amigo de Manolo. Hicimos muchos viajes con mochila a dedo. Éramos muy amigos. Después se hizo liberal.

P. ¿Cuál fue el motivo de tu viaje a Cuba?

R. Yo me acababa de recibir de ingeniero y había muerto un tío-abuelo mío que vivía entre España y Cuba. Había ido a combatir a Cuba desde Argentina por España contra los independentistas, y el tipo se enamoró de Cuba. Cuando se murió, la familia me mandó para enterarme de cómo estaba el asunto y me pagó el pasaje. De tal manera que yo avisé al partido que me iba a Cuba.

Bueno, estaba la Revolución Cubana y el partido a mí no me daba ningún tipo de información de la revolución. Me decían que era una revolución democrática… en fin, no le daban mucha pelota.

Antes de ir a Cuba paso por Chile, ahí estaba mi amigo Manolo Mora y Araujo. Él estaba estudiando en Chile. Yo conocía a gente comunista de Chile, por el lado de la que después fue mi mujer. Muchos se alojaban en la casa de ella, en la casa de su padre. Por ejemplo, la mujer de Neruda, Delia del Carril (le decían “la Hormiga” porque ayudaba mucho… a nosotros nos ayudaba, nos conseguía cosas y nos cuidaba), Venturelli, que era un gran pintor chileno comunista, la mujer de él… en fin había una cantidad de gente que yo conocía en Chile de aquí de Buenos Aires. Además, mi amigo también conocía, de tal manera que tenía los teléfonos y todo. Los vi, me quedé dos o tres días o una semana en Chile, no me acuerdo… y me dijeron que había una delegación del partido comunista chileno, de técnicos, que habían ido a Cuba. Los comunistas chilenos, no como los argentinos, estaban muy informados de lo que estaba pasando en Cuba. Me dieron la dirección. Yo entonces sigo viaje. Pero antes paso por Perú y me quedo unos días. Ahí me reúno con Juan Pablo Chang.[6] Yo lo conocía aquí, de cuando estaba exiliado en la Argentina. Perón lo detuvo y lo mandó a Perú donde estaba Odría creo.[7] Juan Pablo era del APRA y aquí se afilió al PC. Cuando lo veo me cuenta que él ya no estaba en el partido, que lo habían expulsado. Me dice “ese no es un partido revolucionario”. Él estaba actuando antes de que se supiera lo de Cuba… estaba organizando la lucha armada. Él muere con el Che… un tipo fabuloso. Realmente era un tipo muy inteligente, muy buen tipo. Entonces me lleva a conocer Lima, los lugares donde estaba militando… la gente.

Yo llego a Cuba con la doble información. Desde Argentina, del partido, me habían dicho que era una revolución pequeño-burguesa, no le habían dado mucha importancia, pero para los chilenos no. Cuando llego a Cuba tomo un ómnibus para ir al hotel y en el ómnibus veo un conjunto de jóvenes llevando de manera horizontal una bandera cubana pidiendo dinero para comprar aviones para luchar contra el imperialismo.

P. ¿Eran del 26 de Julio?

R. Sí, del 26 de Julio. Y así era el ambiente… yo veo eso, viejo y digo… “¡¿Qué cojones de revolución democrática?!”. Llegué al hotel, me instalé e inmediatamente me fui a ver a los chilenos. Conversando con ellos me preguntan a qué me dedicaba y les cuento que soy ingeniero. Y me preguntan si no me quiero quedar en Cuba. Y yo encantado. Entonces los tipos le dicen al Che, que estaba encargado del problema industrial, que me contraten… y efectivamente me contratan.

Los estudiantes de la Federación de Estudiantes Cubanos me piden, como yo venía del extranjero, que vaya a verlo al Che, que estaba en el Banco Nacional, para ver si él podía darles pasajes para un congreso que armaba la FECH [Federación de Estudiantes de Chile]. Me arreglan la cita y voy. Le explico de qué se trata y el tipo inmediatamente acepta, me dice que me da los pasajes y le diga cuántos necesito. Entonces nos quedamos hablando de Argentina, como dos horas hablando, cómo estaba la cosa, yo le cuento. Estaba como la mierda, había asumido Frondizi y había hecho lo contrario de lo que decía en el programa. Y ahí me quedo. Además, me quedo trabajando. Me dan un trabajo en el departamento de industrialización del INRA, del Instituto Nacional de Reforma Agraria.

P. Claro, porque todavía el Ministerio…

R. No, no había. Se crea un año y pico después. Pero el Che, con todo, estaba encargado de industria. En ese Instituto Nacional de Reforma Agraria había un departamento de industrialización. Bueno, todo recién organizado. Industrias tenían algunas estatizadas que eran de bienes malversados, que era todo un despelote. No había muchas cosas.

En la primera reunión que comparto con él tengo dos o tres intervenciones buenas. Con cosas elementales. Por ejemplo, había como bienes malversados como 20 empresas productoras de fósforos. Entonces había que buscar 20 empresarios y era todo un lío. ¿Cómo encontramos 20? Entonces yo levanto la mano y digo: “pero no, lo que hay que hacer es crear trust, una sola empresa, un solo empresario y ese que se encargue de reunir a los que dirigen las otras 20 fábricas”. Al Che le gustó la idea, pero en lugar de llamarlas trust, que era un nombre en inglés, las bautizó empresas consolidadas. De tal manera que yo propuse las empresas consolidadas que se siguen llamando todavía.

P. Y eso también encajaba bien en la percepción, en la idea, que tenía el Che…

R. Sí, el Che se puso muy contento por la noticia, le resolvió el problema. Porque a nadie se le ocurría la cosa más elemental del mundo. Segundo, había como 40 personas o 30 personas ahí… yo simplemente aplicando Taylor y Fayol que son elementales de ingeniería, organizadores industriales, pero ingenieros los tipos, lo más simple del mundo. Los tipos aconsejaban que un jefe mande nada más que a cinco personas. Cada una de las cuales manejaba a otras cinco y así, pero nada más. Con cinco personas vos te podés reunir frecuentemente y tenés un equipo de dirección. Y por supuesto el jefe va donde quiera, va a ver una fábrica, que es lo que hacía el Che. El Che visitaba fábricas y todo eso. Pero una vez por semana había una reunión de viceministros, que eran cinco, y cada viceministro tenía cinco directores. Después de un tiempo me nombran director… primero estoy en planificación.

P. Esto ya con el Ministerio de Industria creado…

R. Sí, con el Ministerio de Industria creado. Yo primero estoy en planificación industrial. Y después paso a dirigir la Dirección de Inversiones, de todas las inversiones industriales. Estuve un año ahí. Entonces participo de esas reuniones semanales con el Che. De tal manera que yo me compenetro mucho con lo que pasa en la dirección, además lo veo actuar mucho al Che y él me ve actuar a mí.

P. ¿Y cómo eran esas reuniones?

R. Las industrias le tenían que presentar un informe que él los leía a fondo. Una vez por mes una industria iba a dar cuenta de su funcionamiento. Entonces casi todo el día era con esa industria. Empezaba a las ocho de la mañana y terminaba a las seis de la tarde… comíamos ahí. Nunca comíamos peor que cuando comíamos con el Che, era terrible. Ya había desabastecimiento. Pero te digo la comida era, por ejemplo, arroz hervido con fideos hervidos sin ninguna salsa, nada, ni aceite ni nada. Esa era la comida. Con un postre que eran unas latas que habían sobrado de no sé qué… ananá, lo que sea… bueno no le llaman ananá en Cuba, pero sí una cosa por el estilo. Café, por supuesto, no había. Y bueno era una hora de comida, donde comíamos todos juntos con el Che.

Era un tipo muy moral, muy ético. Una ética del carajo y una moral del carajo. Es decir, muy fuerte. Un ejemplo. Eso causaba una influencia enorme en toda la población, en la gente que lo conocía. Y te diría que los dirigentes, ministros, etc. se cuidaban porque estaba el Che. De tal manera que si hacían algo que no iba el Che pedía cuentas. Y las hacía todos los días, o sea… controlar la moral del Estado. A mí primero me parecía exagerada, pero hacía que se tuviera un respeto y un cuidado de no meter la pata. Es decir, podías meter la pata, pero no la mano. Era realmente un dirigente como si fuera el ministro de la moral en Cuba. Pero te digo, no era ningún mojigato. Es decir, este era un problema político. Además, yo creo… un tipo muy porteño. Entre el grupo este, por ejemplo, de los que nos reuníamos, él utilizaba constantemente bromas tipo porteño, que son jodidas, y recibía bromas. Se aguantaba bromas pesadas de la gente que estaba con él. Amigos de él, gente que había luchado con él, que hacía unas bromas pesadísimas del mismo tipo que las que él hacía.

P. Vos estabas en Cuba cuando ocurre el intento de invasión norteamericana en Playa Girón. ¿Qué consideraciones tenía el Che sobre la invasión?

R. Al Che le tocó hacer, con respecto a Playa Girón, el informe militar. Era un informe secreto, creo que nunca se publicó. En las reuniones de trabajo que teníamos con él (yo era Director de Inversiones), en una de esas reuniones la gente más cercana a él empezó a hinchar para que cuente algo del informe… lo que se podía contar sin dar confidencias. Y el Che contó lo que se podía contar. Lo que podía contar era que estuvo perfectamente planificada la operación a Playa Girón. Pero que el problema de la estrategia norteamericana era que los mercenarios no tenían entrenamiento militar, capacidad militar. Es decir, si la invasión la hubiese hecho la infantería de marina norteamericana con las mismas condiciones (las mismas armas, la misma cantidad de combatientes) ganaban. Así lo dijo. Hacían la cabecera de playa. Eso estaba bien pensado por las condiciones geográficas del lugar. Había una sola carretera para avanzar militarmente.

P. Vos te llegaste a movilizar en lo de Playa Girón, pero no combatiste…

R. No, porque yo estaba en el batallón que custodiaba La Habana. Yo a las dos de la mañana me desperté con una antiaérea… viendo que comenzaba la invasión. Pero me fui a dormir hasta las siete. Cosa que después me reprochaba hasta que después recordé que el Che en Santa Clara cuando tenían que tomar el hotel de Santa Clara mientras en el piso de arriba combatían el Che en la planta baja dormía. No es un asunto de negación, sino de prepararte para estar en las mejores condiciones para el combate.

P. Tengo entendido que discutiste con el Che en varias oportunidades en cuestiones de trabajo y política…

R. Lo primero que te diría es que trabajar con el Che fue realmente espectacular para mí, aunque yo muchas veces no estaba de acuerdo con él, ni con la línea militar, que era el foquismo, ni con la línea económica del método presupuestario, así se llamaba… y el incentivo moral. Además, se lo dije. No lo hablábamos con gente adelante, ahí yo no le discutía. Pero cuando estábamos solos yo le decía en lo que no estaba de acuerdo. Por ejemplo, Yo le planteé al Che que no estaba de acuerdo con la política militar del foquismo… porque lo del Che no era de una revolución agraria, era de una revolución agreste. Era estar en una zona donde el ejército no pudiese utilizar sus mejores recursos (ni tanques ni cañones ni ametralladoras pesadas), sino que tenía que andar por senderos como andaban los guerrilleros. Y entonces podía pasar una cosa que el Che consideraba que podía ser un aporte de la Revolución Cubana a la teoría de la guerra, que era que un grupo pequeño (de quince revolucionarios) podía liquidar a una compañía entera.

En otra discusión le dije: —“no estoy de acuerdo que usted decida qué es lo que tiene que hacer cada empresa, cada fábrica. Así hacen los planes, usted lo decide todo”; —“yo soy el ministro de industria” me dice. —“Sí, pero usted no es el dueño de la industria, de tal manera que usted no tiene derecho a decidir por todos”. Me responde —“Ah… estás por el incentivo material”. —“No, yo no estoy por el incentivo material, estoy porque la decisión sobre la propiedad social sea ejercida por todo el mundo. De tal manera que, en este caso, más derecho tiene para decidir qué va a hacer con la industria la gente de la industria que usted que es Ministro”. Me dice, —“Ah… interesante… ¿esto no es incentivo material?”. —“No, no es incentivo material. Usted gana menos que yo porque yo soy ingeniero y me parece muy correcto”. Pero en la práctica, cuando había que poner a alguien para organizar determinada empresa, no había nadie para poner. No había gente en quien descentralizar, es decir, para socializar los medios de producción… de modo tal, que siempre me terminaba ganando las discusiones.

P. ¿En 1964 viajás a los países del ex bloque socialista?

R. Sí, por Comercio Exterior. Ya me había ido del Ministerio. Yo le pedí al Che que me cambie. Yo me pasé un año diciéndole que no estaba de acuerdo con el plan de inversiones que quería hacer el Che. Había conseguido una cantidad enorme de financiamiento soviético sobre todo, además de Alemania, Checoslovaquia… y para mi estaba muy claro, como Director de Inversiones que estudié el problema, que Cuba era incapaz de hacer las inversiones. Es decir, todos los equipos, todo eso, se lo financiaban. Pero había que organizar la inversión, formar los trabajadores, negociar la inversión, construirla, capacidad de construcción que por ahí era lo que más había, pero organización ninguna. Es decir, una inversión significa conseguir quién va a dirigir la industria, quién la va montar técnicamente, al personal quién lo va a entrenar, etc. No había capacidad para eso. Entonces yo me pasé todo el año discutiendo con el Che que ese plan no se podía hacer y había que reducirlo a la tercera parte a mi juicio. Y bueno no lo convencí y me pasé un año sin convencerlo. Siempre me dijo que no, que había que hacerlo, que estaba el financiamiento. Entonces le pedí que me reemplazase.

Mientras tanto hice muchas cosas que fueron muy útiles como inversiones. Cree la figura del inversionista, por ejemplo. Es decir, las inversiones se las daban a las empresas, pero las empresas… ¡imaginate!, los cubanos no tenían empresarios, entonces algunas empresas más mal que bien lo que podían hacer era producir lo que estaba instalado. Si a eso le metían una inversión, era imposible. Y se las metían las inversiones y no se hacía un carajo. Entonces yo le planteé al Che que cree una figura que es un responsable de la inversión, que es el inversionista, que se encarga de toda la inversión. Me hizo caso, le pareció bien la cosa. De tal manera que él estaba conforme conmigo y disconforme con mi crítica a la política de inversiones. Él consideraba que en eso hay que tener decisión como en la guerra y que, con decisión, de diez veces menos tropas que el enemigo, ganás. Pero esto no es la guerra, es ingeniería, esto no anda. No tiene nada que ver la decisión con la posibilidad concreta de organizar una inversión. Entonces le pedí que me reemplace. El Che no quería que me fuera, pero le insistí para que me saque de inversiones y me vuelva a mandar a planificación. Entonces me manda de segundo de un amigo mío, un chileno, Alban Lataste, que estaba al frente de planificación. Quedo de segundo de él nuevamente y dejo inversiones. Mientras estoy en planificación también trabajo en la universidad con Mansilla y escribo el libro El intercambio mercantil en el socialismo.[8] Mansilla me convoca a trabajar en la facultad de economía, que había sido creada recientemente, en el área de economía socialista. Claro, lo único que había sobre el tema era el manual de la URSS, que era una porquería. Entonces ahí yo me pongo a escribir ese libro, que por lo que me dijeron todavía se usa en la universidad.  

P. Cuando viajás a los países del este en Cuba se estaba desarrollando lo que se conoció como el “Gran Debate Cubano”. En ese debate, además de discutir la cuestión de incentivos materiales y morales, también se estaba discutiendo la aplicación de la ley del valor en el socialismo o en la transición al socialismo. Bueno, vos escribís este libro en el ´64 (El intercambio mercantil…) donde en el prólogo especificás que tu trabajo no pretende tomar parte en esa polémica, que no está relacionado con ese debate, pero, sin embargo, discutís la aplicación de la ley del valor…

R. Pero yo no digo absolutamente nada sobre el método presupuestario del Che o el método económico del cálculo económico que tenían los soviéticos y que querían sobre todo los socialistas, una parte del partido comunista cubano hacerlo… Carlos Rafael Rodríguez.[9] Esto genera una impresión de que, primero, que el debate fue muy importante políticamente… no, no lo fue. No tuvo la menor importancia política. El único dirigente que había ahí era el Che, porque el otro ministro que aparecía discutiendo, además de Carlos Rafael, era Mora que es el que por último me pide que vaya a trabajar con él.[10] Era amiguísimo del Che, del grupo del Che políticamente. Y además era un tipo de menor importancia, que no era del nivel del Che, Raúl o Fidel. Entonces no hay… no tiene importancia el debate escrito. Porque Bettelheim es un investigador, científico francés.[11] Está Mandel que es un trotskista que vive en Bélgica, creo…[12] y después cubanos tipo, precisamente Mora y algunos otros más que escriben en contra y otros que escriben a favor del Che.

Che Guevara
Imagen 2. www.cubasocialista.cu

P. También escribís, en el mismo año, un informe sobre los problemas de la economía socialista, para Comercio Exterior, producto de tu viaje. En ese informe vos planteás que hay una incapacidad, en el campo socialista, de medir el valor y que eso distorsiona los precios. ¿Vos sabés si el Che llegó a leer ese informe?

R. Sí, lo llegó a leer y le interesó mucho.[13] Es más el informe era para Mora. Él me manda a los países socialistas a visitar las organizaciones encargadas de métodos matemáticos en economía. Yo ya en ese momento estaba organizando un equipo de métodos matemáticos en planificación. Muy bueno el equipo, excelente. Muy buenos resultados, además. Bueno, el Che estaba interesado en métodos matemáticos en economía, me llamaba, hablábamos de eso. Él estudiaba, por ejemplo, sabía programación lineal, que te digo que no es nada evidente.

P. ¿Estudiaba por su cuenta?

R. Estudiaba con un profesor, con un tipo que sabía, que no sé si era cubano. Eso yo lo aprendí aquí en la Argentina 8 años después de que Estados Unidos lo desclasificó porque era un conocimiento secreto de la Rand Corporation hecho durante la guerra. Que era la primera vez que se podía calcular el teorema de Lagrange, que es el teorema fundamental de la economía. Maximizar o minimizar una función condicionada a una serie de restricciones. La mejor producción que podías hacer con esas restricciones. La maximización con la restricción de la capacidad de los equipos. Y te da una cantidad de información, los precios sombra, es decir el costo de oportunidad, el lucro cesante de la restricción. Es decir, que si vos amplias esa restricción podés ganar más. En cambio, hay otras restricciones donde tenés capacidad sobrante y no tiene el menor sentido invertir. Es un modelo muy útil que lamentablemente no se utiliza.

P. ¿En Cuba lo utilizaron?

R. Sí, nosotros fuimos los primeros que lo utilizamos, nuestro equipo, con gran éxito. Boti, que fue el primer ministro de economía, que era amigo mío me contó que yo produje, con los modelos que yo hice, en el ´80 más o menos, 60 millones de dólares que serán como, yo que sé… 200 millones de ahora, una cosa así.[14] Los modelos que yo personalmente hice, que es mucha plata para una sola persona, para mí… que por supuesto no me quedé con un solo peso del resultado de eso… era para Cuba.

P. ¿Cuándo comienza el problema del desabastecimiento en Cuba?

R. Cuando yo llego todavía no había desabastecimiento. Yo llego en diciembre del ´59. Prácticamente no había desabastecimiento, pero rápidamente comienza a haberlo. Me acuerdo que el primer desabastecimiento fue el jamón cocido que provocó un escándalo en la población porque estaban acostumbrados a comer sánguches de jamón cocido (los cubanos le llamaban bocadillos, riquísimos, fabulosos, un invento cubano)… entonces no podían comer bocaditos y era toda una revolución porque no se podían comer bocaditos… y después empezó a faltar todo.

P. ¿Y a qué se debía eso?

R. Mirá, la versión de los cubanos es al bloqueo norteamericano. Mi opinión era debido al proceso revolucionario por el cual en primer lugar se fueron el 60, 70% de los dirigentes empresarios. De tal manera que las empresas estaban dirigidas por gente que no tenía idea cómo se dirigía una empresa. De tal manera que era un problema de dirección y lo mismo los ministros. Casi todos los ministros. El Che era un tipo que no sabía nada de industrias pero que era un excelente ministro comparado con los demás. La forma en la que trabajaba, la manera de organizar, la manera de cómo incentivaba a la gente. Pero en otros lados eran pésimos, desde el ministro para abajo todos malos. Y segundo que, como decía Marx, si no hay coerción los trabajadores huirían del trabajo como de la peste. Claro, Marx decía eso en el ´48, en los escritos económicos y filosóficos, y este planteamiento de Marx era para un trabajo no mecanizado, brutal como era en el ´48 con niños trabajando en las minas, mujeres trabajando en las minas, era un trabajo bestial. No es el trabajo actual, ahora es peor no trabajar que trabajar. Ha disminuido el sufrimiento en el trabajo, aunque con todo continúa. Si no trabajás con máquinas, el trabajo sigue siendo jodido… y en Cuba lo era, digamos cortar caña, trabajar en la construcción llevando ladrillos a mano… entonces cayó totalmente la intensidad del trabajo. La gente no trabajaba.

P. Y los dirigentes revolucionarios tampoco tuvieron la intensión de aplicar la coerción para que la gente vaya a trabajar…

R. Claro, no aplicaban la coerción y yo creo que esto era una decisión política no dicha. Pero el problema principal que tenía Cuba, y tiene Cuba hasta ahora, es el ataque norteamericano. De tal manera que la no coerción es una forma de tener el apoyo popular. Es decir, aunque la gente sufre, en el sentido que la economía es una mierda, no trabajan. Pero del otro lado tenés salud gratis, educación gratis, jardines de infante gratis, vacaciones un mes, en fin… una cantidad de cosas. Tenés trabajo siempre, no hay desocupación -no había desocupación-… bueno ahora se está poniendo distinta la cosa, ha llegado a un límite que están cambiando, pero yo vi eso en los ´80 por ejemplo. Iba bastante seguido a Cuba. Durante el gobierno de Alfonsín… yo trabajaba en Naciones Unidas, entonces pasaba seguido por Cuba porque mi proyecto, entre otras cosas, tenía que ver con Cuba también. Entonces yo visitaba y yo me acuerdo que el ambiente. Por más que la gente se quejaba (cuando tomaban algo de confianza te decían que esto era una mierda), del otro lado todos estaban dispuestos a luchar contra el imperialismo si llegaba a haber un ataque.

P. Y lo mismo pasaba en los ´60…

R. Claro, lo mismo pasaba en los ´60, pero en los ´80 también pasaba, con una situación mucho peor que en los ´60. Y había lo mismo, seguía habiendo un ambiente de que todo mal, pero el imperialismo no.

P. ¿Y la posición del Che de los incentivos morales para ir a trabajar funcionaba como una oposición a la coerción?

R. Al Che se le ocurrió escribir que la dictadura del proletariado podía ser también para el proletariado. Y recibió un aluvión de críticas de los dirigentes. Blas Roca, por ejemplo, el Secretario del Partido Comunista, lo criticó… “cómo va a ser para el proletariado”. Tenía la experiencia del sandinismo y, además, como te digo, tenían un motivo político que era el problema de tener a la gente apoyando a la revolución. Apoyando a la revolución en última instancia, es decir, por más que no estuvieran de acuerdo, con que no tenían comida, todo esto… ante un ataque norteamericano iban a pelear contra los norteamericanos.

P. ¿Y el trabajo voluntario funcionaba?

R. No, no funcionaba. Yo lo discutí con el Che que no iba a funcionar el trabajo voluntario. Porque una cosa es… si lo convoca el trabajo voluntario, lo convoca, no es espontáneo. Entonces si el que lo convoca es un tipo honorable, que incluso va al frente del trabajo voluntario como era el Che, entonces la gente iba y no la pasaba mal. Es decir, yo trabajé con 50 grados en el corte de caña, era agotador, pero había un ambiente de camaradería y sabías que el Che estaba cortando caña.

Pero después el último trabajo que hice fue en un astillero que producía barcos para pescar mariscos que se vendía en dólares. Entonces, en un 26 de julio o una fecha así, a Fidel se le ocurre que la gente va una semana a trabajar al campo. Entonces prácticamente paran todas las fábricas y los administrativos para trabajar al campo. En el astillero aplicamos un modelo que empezó a dar muy buenos resultados. Bajamos un 30% el tiempo de producción de un barco la primera vez. Así que los tipos adoptaron el modelo contentísimos. Entonces me comunican que había que suspender el modelo porque había que hacer el trabajo voluntario. Era una locura porque iban al trabajo voluntario de día y a la noche iban a trabajar en el astillero, con lo cual había que usar luz artificial y los equipos se iban a desorganizar. Y finalmente eso pasó.

P. Ya que mencionás a Fidel… ¿tuviste alguna reunión con él?

R. Sí, a solas con él. Pero no cuando trabajaba en Cuba. Sino para evitar la guerra civil en Chile, si Pinochet se quedaba, y evitar la invasión a Nicaragua de Estados Unidos.

P. ¿Te manda el gobierno de Alfonsín a hablar con Fidel?

R. Yo lo convenzo a Alfonsín, yo lo conocía. Había estado en mi casa, cuando viví en Perú durante la dictadura, antes de ser Presidente. Yo lo conocía bastante, además era amigo íntimo de Caputo, Ministro de Relaciones Exteriores de su gobierno. Éramos amigos íntimos. Y yo lo convenzo a Dante [Caputo] de que una cosa es verla venir y otra cosa es mandarla a traer. Es decir, si nosotros no hacemos nada para que la “ultraizquierda” no haga una revuelta antes de la elección, considerando que la elección es una trampa en Chile o haga algún disparate en Nicaragua, Estados Unidos invade. Ya había oficiales argentinos enseñando torturas a los mercenarios que estaban en Honduras.

P. Con “ultraizquierda” chilena te referís a…

R. Parte del partido comunista, no la dirección. Ahí estaba en la dirección un tipo que era amigo mío, un tipo magnífico, extraordinario, el tipo venía a casa. Era muy amigo de mi actual mujer, que es Chilena, de la familia de mi mujer, Volodia Teitelboim.[15] Un tipo fantástico, un tipo totalmente abierto. Entonces, parte del partido comunista, MIR y el Frente Patriótico Manuel Rodríguez, que venía del Partido Comunista. Volodia tenía al jefe del Frente Patriótico que era el hijo de su mujer, y el tipo le pidió a Volodia si le puede conseguir entrenamiento militar en la Unión Soviética y él le consigue el entrenamiento en la URSS. Se entrena en la Unión Soviética pero es el jefe del Frente Patriótico. Y está por esa posición, la de que esto es un engaño y que Pinochet va a hacer fraude.

Nuestra información, la información que tenía Alfonsín de la inteligencia militar argentina, era que primero la elección la perdían. Segundo, el ejército y la Marina y la Aviación… las fuerzas armadas iban a impedir a Pinochet que diera un golpe de Estado, que hiciera una maniobra. Sin embargo, Pinochet preparó la maniobra para interrumpir las elecciones con tipos disfrazados de agitadores. Militares que salieran a hacer quilombo, tirar bombas y al carajo… se suspendía la elección. Y efectivamente nosotros nos comunicábamos desde la Cancillería, por teléfono, con la gente que dirigía la elección por el NO… Demócratas Cristianos que eran muy amigos personales de mi mujer porque habían estado exiliados ellos también en Alemania, cuando mi mujer estuvo exiliada. Alfonsín le hace comprender a Fidel, que por ahí él tenía la misma información, de que Pinochet no va a poder hacer trampa. Entonces Fidel citó a los dirigentes, a este dirigente del Frente Patriótico, los cita a Cuba. Fidel tiene autoridad, tiene fuerza suficiente como para convencerlo que en un mes no hagan nada antes de la elección y se dejen de joder con eso de la guerra. Porque los tipos decían que iban a utilizar la campaña electoral para entrenamiento de guerra. Y, sobre todo, el día de la elección no se les ocurra hacer nada, no salgan de la casa. Y al día siguiente tampoco. Hasta que quede totalmente confirmado que Pinochet perdió. Y los convenció. Paró a la ultraizquierda Fidel. Si no, no la ganaban. Esta fue una cosa que yo le planteé a Alfonsín a través de Dante Caputo. Dante estaba de acuerdo. Y es por eso que Alfonsín viaja a Cuba a verlo a Fidel.

P. ¿En el marco de ese proceso es que ves a Fidel?

R. Ahí lo veo a Fidel, pero lo veo porque llega después un mensaje del Departamento de Estado de Estados Unidos felicitando a la Cancillería argentina porque tenían una información mucho más correcta que la que ellos tenían. Ellos pensaban que Fidel iba a actuar para “salvadorizar” Chile. Y comprueban ellos, por supuesto, de que Fidel actuó en el sentido contrario. Entonces mandan esa felicitación a Argentina diciendo que efectivamente Fidel se comportó como decía Argentina que se iba a comportar. Entonces a mí me manda Alfonsín a hablar con Fidel para trasmitirle esto, porque era muy importante para Cuba. Digamos que Estados Unidos felicita a Cuba por haber impedido que la “ultra” arruine la elección. Y yo voy y hablo con Fidel. Tengo una conversación como de cuatro horas. En media hora le cuento esto, pero después aprovecho para seguir hablando. Entonces le planteo, le digo —“bueno, esto ya no es opinión de mi presidente, mucho no he hablado con él de esto, pero supongo que no es una cosa con la que él estaría en contra. Yo creo que si esto permite un acercamiento entre Cuba y EE.UU., ya que ha mandado este mensaje Estados Unidos, sería un buen momento para que Argentina y Cuba pidan a Estados Unidos que organice un Plan Marshall para América Latina. Sobre todo para Argentina y Cuba, porque no hay dos países menos soberanos en economía que Argentina y Cuba”. Imaginate Fidel, me dice —“¡¿cómo Cuba?!”. —“Sí –le digo- no hay moneda más deleznable que el peso cubano y el austral argentino. No tener moneda es no tener soberanía”. Porque el plan Marshall fue un préstamo para que los países de Europa, sobre todo Alemania, reciban una cantidad de préstamos, no cobrables después por EE.UU., para financiar una emisión monetaria sin inflación. Yo había trabajado con eso porque yo planteaba hacer eso en América Latina, con Nicaragua que empezaba a entrar en una gran inflación… que hicieran un Plan Marshall con América Latina. Es decir, podían perfectamente, Argentina, Brasil y México financiar a Nicaragua. Pero no me dieron pelota.

P. ¿Y qué te dijo Fidel?

R. “Bueno, si es un préstamo cómo no… pero nosotros seguimos siendo socialistas”. Y le agregué: —“mire, yo, como le dije, no hablé de esto con Alfonsín, pero me imagino que Alfonsín estaría de acuerdo. Lo conozco, a él le gustaría el socialismo si no es que se derrama sangre en la Argentina. De tal manera que no se opondría a que Cuba siguiera siendo socialista pero sí que terminara de una buena vez con la libreta de abastecimientos. Acabo de hablar con Carlos Rafael Rodríguez de con cuántos recursos se necesitan para que Cuba deje la libreta de abastecimiento”. Y Carlos Rafael Rodríguez lo había calculado. —“No me dijo nada Carlos Rafael así que lo voy a consultar”, dice Fidel. Claro, Carlos Rafael no le decía nada porque Fidel lo iba a mandar a la mierda… la forma como manejaba Fidel la economía…

Fijate que en esa reunión Fidel me cuenta que estaba muy enojado con un periodista cubano que había publicado cuánto costaba una máquina que estaba poniendo Cuba en una fábrica nueva de biología, de productos biológicos, que era 5 o 6 veces el precio real, el precio efectivo, pero que es lo que habían contabilizado las cuentas de Fidel y de planificación. Entonces esa fábrica aparecía como una fábrica rentable, hecha por un país pobre que estaba a la vanguardia de la producción de productos biológicos… que no era un carajo rentable, estaba a pérdida. Lo que yo no sé si tenía que ver con seguridad porque Cuba había sufrido ataques biológicos de EE.UU. De tal manera que a lo mejor estaba bien hecho, pero si encima era de seguridad para qué iba a hacer propaganda un pequeño país que construyó una fábrica que es lo más adelantado del mundo que hay.

Hace como unos diez años me encontré acá en Argentina con Pombo, que combatió con el Che en el Congo y en Bolivia.[16] Él era custodia del Che. Me conocía del Ministerio de Industria. Le pregunté cómo estaba la situación en Cuba y me dice —“bueno Néstor como siempre: la guerra contra Estados Unidos, el principal problema que tiene Cuba”. La principal política: la guerra y siguen teniéndola. Como la Unión Soviética, siempre fue la guerra contra Estados Unidos, con el imperialismo. El único que zafó fue China con el pacto entre Mao y Nixon. Entonces pudieron no tener como primer punto de la agenda China la guerra. Aunque siguieron, pero pudieron dedicarse entonces a un desarrollo económico muy grande. Desarrollo económico que utilizó las inversiones extranjeras. Cosa que con Mao no lo iban a hacer si no tenían este acuerdo. Y efectivamente el acuerdo con China hizo que Estados Unidos dejara de actuar con su flota en el pacífico chino y los chinos desarmaran todos los partidos comunistas pro-chinos del mundo.

P. ¿Vos hablaste de esto después con Alfonsín?

R. No, no lo hablé. El problema es que alguien tenía que tener una actitud activa… podía ser Cuba y Argentina, pero primero tenía que haber una relación entre Cuba y Estados Unidos. Y ahí no había ningún interés de Fidel de tener una relación con Estados Unidos, salvo para pedir la plata. Pero había que crear condiciones, no podía ir a pedir la plata directamente, por lo menos conversar… conversaban en secreto sí, siempre conversaron en secreto.

Néstor Lavergne en Cuba
Imagen 3. Néstor Lavergne en Cuba (1960’s).
Fuente: Archivo familiar.

P. Te llevo un poco de vuelta para atrás… ¿vos llegaste a discutir con el Che sobre su proyecto continental? ¿Él te ofreció participar en lo de Salta, en lo de Masetti?

R. Sí. Yo le pregunté si él iba a participar. Me dijo que no podía. Entonces le dije que yo tampoco. —“Si usted no va, yo no voy”. Con esto te quiero decir que si él iba y me decía de llevarme yo iba sabiendo que iba a la muerte, porque tenía un carisma suficiente y una capacidad suficiente como para ser tan atractivo como para ir incluso a combatir en una cosa que vos sabías que era un disparate.

Pero además el Che armaba, creo yo, en las reuniones (Borrego me dice no, que de ninguna manera)[17] durante las comidas que teníamos… el Che promocionaba a mi juicio discusiones entre los que estaban ahí acerca de hacer una guerrilla en Perú, Bolivia. Y yo ahí hablaba abiertamente, el Che no participaba, hacía que estaba escribiendo, pero en realidad estaba escuchando para ver con quien contaba. Contaba con todos menos conmigo. Yo decía que era un disparate. Ahí sí discutí en voz alta y el Che me escuchaba que yo decía que era un disparate eso de hacer el foco en Argentina, en Bolivia o en Perú.

Cuando después de unos años vuelvo a la Argentina de vacaciones, me entero que el que me había afiliado al partido, Marcos Szlachter, había sido expulsado del partido y se había incorporado al grupo de Masetti. Murió en Salta. ¡Qué Paradoja! El mismo tipo que me afilia al partido es el que termina muriendo con Masetti, mientras yo le digo al Che que no voy a lo Salta porque consideraba que era una política completamente equivocada.

Yo converso con el Che diez días antes de que se fuera, no sabía que se iba [se refiere a su partida al Congo]… yo venía de Argentina, había estado con la madre del Che y le llevé una carta de la madre. Y la madre le pide verlo. Yo le transmito que la mande a llamar porque ella quiere verlo. Y el Che me dice —“me agarra sin plata”. El ministro de industrias no tenía plata para pagar el pasaje… y hacía así, no es esa la única vez.

P. ¿De qué hablaron en ese último encuentro?

R. Hablamos sobre la situación argentina. Y también me llama la atención porque él sabía que yo estaba con China. Iba a visitar la embajada China, me parecía una cosa totalmente solitaria, era una cosa de locos. Un día me hacen conocer, como una cosa importante no muy pública pero pública en otros lados, que Mao Zedong había nadado en el río Yangtzé tantos kilómetros en tanto tiempo. Yo saco la cuenta y era a ¡60 kilómetros por hora!… les digo que es imposible que alguien nade a 60 kilómetros por hora… ¡y los chinos, viejo! Muy molestos por esto que les digo.

P. ¿Y qué te dice el Che con respecto a China?

R. “Mao Tsetung es un emperador, ahí no hay revolución cultural ni nada que se le parezca… este hombre no camina en ningún lado que no sea con una alfombra roja”. Él acababa de llegar de China. Mao no lo había recibido. Es decir, él se había negado a verlo. El Che no se junta con Mao por decisión del Che, me lo dijo a mí.

P. ¿El Che se había negado a verlo?

R. Porque no lo recibe Mao sino que lo recibe Zhou EnLai.[18] Y le ofrece indirectamente, cuando el Che se despide, no consigue nada de los chinos… y cuando el Che se despide los chinos le dicen —“¿no necesita alguna otra cosa?” ¿Y qué otra cosa va a ser que ver a Mao? Y el Che dice, —“no, no necesito nada más”. Además, en ese momento estaban mal las relaciones de Cuba con China. Había habido una reunión de partidos comunistas latinoamericanos en La Habana. Entonces ahí decidieron visitar Moscú y Pekín para pedir que se dejen de joder con la ruptura. En Pekín los mandaron a la mierda, creo que estaba Carlos Rafael Rodríguez o algún dirigente cubano… entonces de ahí la reticencia con Cuba. Además, Fidel había hablado mal de China. Él había pedido, después eso se falsificó, que Cuba se especializara en azúcar y produjera todo el azúcar que China necesitaba y no produciría arroz para comprárselo a China. Los chinos dijeron que no, que ellos iban a seguir produciendo azúcar. China tenía una posición de autoabastecimiento, de tal manera que no le iban a mandar el arroz que Cuba pedía. Además, no lo tenían porque era el “período del gran salto adelante”. Y bueno… Fidel habló contra China. Los chinos no le contestaron, pero no trataban amablemente a los cubanos.

El Che me dijo lo de China para advertirme a mí. Porque yo estaba en una posición pro-china. Y viniendo del Che yo lo tomé en cuenta. Es decir, continué en mis relaciones con China, leyendo Xinhua, pero te digo, entre los disparates que escuchaba en la embajada y lo que me dice el Che comencé a no tener la misma confianza de que eso fuera cierto.[19]

P. Sin embargo siempre me dio la impresión de que el Che podía tener una posición más cercana a China en su disputa contra el “revisionismo”…

R. Yo un día estoy de guardia militar como miliciano, en el Ministerio, entre el piso del Che y el piso de abajo. No pasaba nadie por ahí. Entonces yo dejo el fusil al lado y me pongo a leer. Un libro que era una edición, medio mimeógrafo o cosa por el estilo, de Un día en la vida de Iván Denísovich, de un soviético que había estado en el gulag y que denuncia los campos de prisioneros. Me encuentra el Che leyendo este libro, yo manoteo rápido el fusil… no me dijo nada por estar desarmado. Pero me pregunta qué estaba leyendo y me dice —“yo ya lo conozco ese libro”. Sin decirme nada, pero con un gesto de regaño, se va. A los quince minutos llega mi jefe de guardia y me dice dejá el fusil y andate para tu casa. Pero yo tenía que estar hasta el otro día. Obviamente el Che le dijo que me cambiaran, pero que no me hicieran ninguna sanción ni reproche. El Che se muestra estalinista. Es un testimonio mío de que el Che era estalinista en ese momento.

P. ¿El PC argentino nunca intentó ponerse en contacto con vos mientras estabas en Cuba?

R. Cuando yo estaba en Cuba el PC argentino intentó ponerse en contacto conmigo. Viene a Cuba Ernesto Mario Bravo, que era un tipo que fue torturado por el peronismo y que provocó una huelga importante por esto.[20] Me viene a ver a casa y me pregunta qué pensaba del partido, de la dirección y esas cosas. Yo le digo que estoy en contra de la dirección del partido… se enojó mucho. A partir de ahí empezó a venir a casa una vez por semana a ver cómo andaba y a hablar de política, de la Unión Soviética, y así. Ernesto [Bravo] viene hasta último momento y finalmente me dice que no puede admitir esta situación y que va a informar mis disidencias a la dirección del partido.

P. ¿Qué hacía Bravo en Cuba?

R. Estaba trabajando. Lo manda el partido a trabajar. A trabajar como químico. Creo que la mujer era cineasta. Bueno él me dice que va a tener que informar de mi posición a la dirección del partido. Nunca nos peleamos. Pero la conversación era así, en buenos términos en el sentido del modo, pero yo le decía —“hacé lo que se te dé la gana”. El partido había mandado como cien personas y los habíamos ganado nosotros, nuestra fracción. Un día se hace una asamblea. Ahí estaba Ernesto Mario Bravo, en esa asamblea. Gente del partido lo acusa a Bravo y a su mujer de que estaban trabajando para el imperialismo porque la mujer, que era norteamericana, había ido a dar a luz a Norteamérica en lugar de parir en Cuba. ¡Imaginate! Se armó un revuelo terrible. La gente del PC argentino se tuvo que ir, los echamos. Me acuerdo que Bravo se puso a llorar, —“cómo me van a hacer esto mi” decía. Después de eso Bravo se fue del partido y se hace completamente pro-cubano.

P. Una última pregunta Néstor… ¿Creés que es posible hoy en día construir una sociedad más justa?

R. Bueno, más justa es un término impreciso. Vos lo que me querés preguntar es si es posible construir una sociedad comunista…

P. Bueno, el comunismo…

R. Yo creo que con ese nombre no. Por lo menos para empezar. Está muy desprestigiado el comunismo por todo lo que pasó en el siglo XX, aunque yo sigo siendo comunista. Creo que hay que hacer una corrección de la hermenéutica marxista o comunista… o leninista: que las cosas no siempre avanzan para el progreso o que históricamente la humanidad progresa. No, ahora por primera vez estamos en la posibilidad de que la vida desaparezca. Y no te digo del calentamiento global, te digo de las bombas atómicas. Hay suficiente cantidad de explosivos atómicos para hacer desaparecer la vida sobre el planeta tierra. No el género humano, la vida. Gobiernos manejados por locos… nunca existió tanto peligro. Y hay demasiados países con bombas atómicas y muchos manejados por locos. ¡Qué ibas a imaginar que un Trump iba a manejar Estados Unidos! Yo creo que, si esto no pasa, que es el peligro mayor, el capitalismo va a caer.

 

Notas:

[1] Entre la prolífica obra de Lavergne se puede destacar: Lavergne, N. (1964). “La automatización y sus posibilidades de desarrollo en Cuba”. Revista Trimestral del Ministerio de Comercio Exterior de Cuba (La Habana), octubre-diciembre; (1964). El intercambio mercantil en el socialismo. La Habana: Ministerio del Comercio Exterior; (1964). Sobre Problemas de la Economía del Modo Socialista de Producción. Informe. Memo de viaje. La Habana: Ministerio de Comercio Exterior; (1997). “Nuestra Identidad Latinoamericana”. IADE. realidad económica (Buenos Aires), N° 151; (1999). “La época del manifiesto”. IADE. realidad económica (Buenos Aires), N° 160; (1999). “La situación mundial y de la Argentina a principios del siglo XX”. II Congreso Nacional de Historia Militar, Vol. I, Buenos Aires: Instituto de Historia Militar Argentina; (2001). “Reforma, Revolución y Socialismo. El Pensamiento Originario y la Revolución Cubana”. Ciudadanos. Revista de Crítica Política y Propuesta (Buenos Aires), año 2, N° 4; (1972). Crisis de una burguesía dependiente. Balance económico de la Revolución Argentina (1966-1971) [bajo el seudónimo de Carlos Ramil Cepeda], Buenos Aires: La Rosa Blindada; Lavergne, N. y Sáenz, P. (1965). “Experiencias, en Cuba, en la aplicación de métodos matemáticos en el análisis económico y en la aplicación de empresas”. Revista Trimestral del Ministerio de Comercio Exterior de Cuba (La Habana), octubre-diciembre.

[2] Arturo Frondizi fue presidente de Argentina entre 1958 y 1962. El Partido Comunista de la Argentina (PCA) apoyó, en un primer momento, a la Unión Cívica Radical Intransigente que impulsaba la candidatura presidencial de Frondizi.

[3] Marcos Szlachter integrará la guerrilla encabezada por Ricardo Masetti en Salta, Argentina. Morirá por inanición en esa experiencia. Su contacto con Néstor Lavergne se lleva adelante producto de que ambos eran estudiantes de ingeniería en la Universidad de Buenos Aires.

[4] Según Isidoro Gilbert la revista Mar Dulce fue creada en 1955, luego de la caída de Perón, siendo el vocero de los estudiantes comunistas en la universidad, principalmente en la Facultad de Buenos Aires (UBA). Sin embargo, la revista nunca fue financiada por el partido ni por la juventud comunista como tampoco éstos tuvieron injerencia en su sumario. “Eso sí, Mora y Araujo se afilió a la Fede [Federación Juvenil Comunista] junto con otros muchachos y muchachas de talento, atraídos por la novedad, como el estudiante de Económicas, Arturo O´Connell; los de Medicina, Antonio Caparrós y Hugo Bleichman; etc. Se trató, junto con Francis Korn, estudiante de Filosofía que ya militaba desde 1955, de un núcleo de estudiantes talentosos que terminaron haciendo, cada uno con su propio enfoque del mundo, carreras de éxito o incluso, como en el caso de Caparrós –psiquiatra de renombre-, optando por el camino de la lucha armada” (2009, pág. 353).

[5] Manuel Mora y Araujo fue un reconocido sociólogo argentino. Militante de la juventud comunista en la universidad y el impulsor de la ya mencionada revista Mar Dulce.

[6] Juan Pablo Chang Navarro (Chino) fue miembro del Partido Comunista Peruano y posteriormente dirigente del Ejército de Liberación Nacional de Perú. Integrante de la guerrilla de Ñancahuazú comandada por el Che Guevara aunque de forma inesperada ya que las acciones bélicas lo sorprenden en el campamento guerrillero obligándolo a quedar incorporado en ella. Para una síntesis biográfica ver Tísoc (2010).

[7] Manuel Arturo Odría Amoretti fue un militar y político peruano que encabezó el golpe de Estado de 1948 en Perú que lo mantendría en el poder hasta 1956 imponiendo una violenta dictadura en donde los principales dirigentes de la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA), así como de otras fuerzas de izquierda, fueron encarcelados o desterrados a otros países.

[8] Anastasio Mansilla viajó a Cuba en los años ´60s, a pedido del propio Che Guevara, para dirigir un seminario de El Capital (la obra de Carlos Marx) dictado para los principales cuadros de la Revolución Cubana entre los que se encontraba el propio Guevara (Kohan, 2014).

[9] Carlos Rafael Rodríguez fue un dirigente cubano que ocupó varios cargos en el gobierno revolucionario. Uno de esos cargos fue el de Presidente del Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA) desde donde se desplegó el método de gestión de Cálculo Económico en oposición al método de Financiamiento Presupuestario impulsado por el Che Guevara desde el Ministerio de Industrias.

[10] Alberto Mora fue Ministro de Comercio Exterior del gobierno revolucionario de Cuba en esos años.

[11] Charles Bettelheim, economista marxista francés, especialista en planificación socialista. Participó polemizando con el Che Guevara en el Debate Cubano.

[12] Ernest Mandel fue un economista e historiador belga, y uno de los políticos más reconocidos de la IV Internacional trotskista. También participará del Debate Cubano con posiciones cercanas a las de Guevara.

[13] En la segunda página del informe se puede leer el siguiente fragmento: “Cuando el Comandante Ernesto Guevara lo leyó consideró conveniente reproducirlo y darlo a conocer ampliamente” (Lavergne, 1964, pág. 2).

[14] Regino Boti León fue el Ministro del Consejo Nacional de Economía y posteriormente, con la creación de la Junta Central de Planificación (JUCEPLAN), creada en 1960, fue designado como el primer Ministro de esa institución.

[15] Volodia Teitelboim (seudónimo de Valentín Teiltelboim Voloski) fue el secretario general del Partido Comunista de Chile entre 1989 y 1994. Luego del golpe de Pinochet emigró al URSS para volver a Chile en 1987 de forma clandestina.

[16] Harry Villegas Tamayo (Pombo). Jefe de la escolta del Che Guevara. Combatió junto a él en el Congo y en la guerrilla de Ñancahuazú.

[17] Se refiere a Orlando Borrego, colaborador del Che Guevara en el Ministerio de Industrias.

[18] Uno de los principales dirigentes de la Revolución China junto a Mao.

[19] Xinhua era, y continúa siendo, la agencia de noticias oficial del gobierno de China.

[20] Ernesto Mario Bravo. Militante de la Juventud y luego del Partido Comunista. Fue secuestrado y torturado por la Sección Especial de Represión al Comunismo del gobierno de Juan Domingo Perón en 1951, despertando grandes movilizaciones y una huelga universitaria por su liberación. En 1962 se radicó junto a su esposa norteamericana, la documentalista Estela Sigal, en Cuba. Ver Gilbert (2009, págs. 314-322). La película argentina Después del silencio (1956), dirigida por Lucas Demare y centrada en una crítica antiperonista al gobierno Perón luego de su derrocamiento, parecería estar inspirada en el caso del secuestro de Bravo.

 

Referencias bibliográficas:

Gilbert, I. (2009). La Fede. Alistándose para la revolución. La Federación Juvenil Comunista 1921-2005. Buenos Aires: Sudamericana.

Kohan, N. (14 de agosto de 2014). Che Guevara lector de "El Capital" (Diálogo con Orlando Borrego, su amigo y compañero de estudios). Obtenido de Cátedra Che Guevara. Colectivo Amauta: https://amauta.lahaine.org/?p=2033

Lavergne, N. (1964). Sobre Problemas de la Economía del Modo Socialista de Producción. Informe. Memo de viaje. La Habana: Ministerio de Comercio Exterior.

Tísoc Lindley, H. (2010). Una biografía de nuestro tiempo. Juan Pablo Chang Navarro (1930-1967). Pacarina del Sur. Revista de Pensamiento Crítico Latinoamericano [en línea], 2(5). Obtenido de http://pacarinadelsur.com/home/huellas-y-voces/155-una-biografia-de-nuestro-tiempo-juan-pablo-chang-navarro-1930-1967

 

Cómo citar este artículo:

MARTIREN, Juan M., (2020) “Yo le pregunté si él iba a participar. Me dijo que no podía. Entonces le dije que yo tampoco. “Si usted no va, yo no voy”, fue la respuesta de Néstor Lavergne al Che Guevara ante su propuesta de incorporarse a la guerrilla de Masetti en Salta”, Pacarina del Sur [En línea], año 11, núm. 42, enero-marzo, 2020. ISSN: 2007-2309.

Consultado el Viernes, 29 de Marzo de 2024.

Disponible en Internet: www.pacarinadelsur.com/index.php?option=com_content&view=article&id=1843&catid=5