El debate por el petróleo en México, 1910-1946. Disputa nacional e internacional

The debate over petroleum in Mexico, 1910-1946. Dispute national and international

O debate sobre o petróleo no México, 1910-1946. Disputa nacional e internacional

Martha Eugenia Delfín Guillaumin

RECIBIDO: 20-06-2014 ACEPTADO: 09-07-2014

 

Imagen 1.
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La extracción petrolera en México comenzó a mediados del siglo XIX para poder fabricar queroseno. (Álvarez de la Borda, 2005: 20) En realidad, al principio el petróleo era exportado de los Estados Unidos para ser refinado en Tampico, México, en donde se había construido una refinería en 1887 de la Waters Pierce Oil Company, subsidiaria de la Standart Oil Company de la familia Rockefeller. (Zarauz López, 2004: 105) Posteriormente, la invención del motor de combustión interna con el uso de la gasolina y el diesel ocasionó que el país se convirtiera en uno de los principales sitios de extracción petrolera para que las compañías extranjeras pudieran fabricar dichos combustibles:

En la transición del siglo XIX al XX, los países industrializados experimentaron una transformación radical en sus estructuras productivas. El carbón mineral comenzó a ser desplazado como principal energético por el petróleo y la electricidad caracterizando de esta manera al proceso denominado como la Segunda Revolución Industrial. Por sus características especiales –bajo costo, mayor poder calorífico, facilidad de manejo, menor volumen de almacenaje, entre otras– el petróleo se convirtió rápidamente en elemento indispensable y estratégico no sólo en los procesos industriales productivos, sino también para el tráfico y distribución de mercancías, pues posibilitó el desarrollo de combustibles para medios modernos de transporte, ferrocarriles y transporte marítimo, elementos indispensables en una época de notable expansión del comercio mundial. (Álvarez de la Borda, 2005: 31)

Imagen 2.
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Los socios estadounidenses Edward L. Doheny y C.A. Canfield, de extraer el petróleo en California, se pasaron al lado mexicano en donde crearon la Mexican Petroleum Company of California en 1900 al comprar 20,000 hectáreas en El Ébano, San Luis Potosí Allí construyeron una refinería para la producción de  pavimento para las carreteras. También hicieron negocios contratistas con la Compañía Ferrocarril Central de México lo que ocasionó que posteriormente compraran más terrenos en la llamada Faja de Oro, campos petrolíferos muy ricos en la región de Tampico-Tuxpan. Fue entonces que acudieron al geólogo mexicano Ezequiel Ordóñez quien localizó el lugar en donde se construyó un pozo llamado La Pez N° 1 en abril de 1904. De él se obtenían 1,500 barriles de petróleo diariamente lo que significó un verdadero negocio para los empresarios estadounidenses. Edward L. Doheny y C.A. Canfield, quienes fundaron la Huasteca Petroleum Company, la Tamiahua Petroleum Company y la Tuxpan Petroleum Company, también se encargaron de la construcción de una refinería en Mata Redonda. Más adelante, en 1908, llegaron los industriales inversionistas ingleses como Weetman D. Pearson y Cecil Rhodes. El primero de ellos, Pearson, creó otro pozo en la hacienda de San Diego de la Mar de donde obtenían 2,500 barriles de petróleo por día. Compró extensos terrenos en los estados de Veracruz, Tabasco y Campeche, alrededor de 267,000 hectáreas. Por su parte, Cecil Rhodes, que representaba a la London Oil Trust, formó la Mexican Oil Company en la región de Papantla, Veracruz. La Standard Oil Company y la Royal Dutch Shell; ésta última era un consorcio de empresarios inversionistas holandeses e ingleses que llegaron a Tampico en 1910.[1]

Imagen 3.
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            Weetman D. Pearson creó en el año de 1912 a la Eagle Oil Transportation Company para llevar con sus buques el petróleo a Inglaterra. Asimismo, fundó la Compañía Mexicana de Petróleo El Águila que tuvo como parte de sus concejales a diversos porfiristas como Enrique Creel, por ejemplo. (Zarauz López, 2004: 108) Además, hay que considerar otro aspecto importante: la política económica liberal del presidente Porfirio Díaz y el imperialismo económico representado por Estados Unidos e Inglaterra. Según refiere Rodrigo Borja:

Hacia 1770, en el marco de las reformas borbónicas, Carlos III determina que serán propiedad de la Corona “todos los bienes del subsuelo”, en obvia referencia a los metales pero también a las sustancias que “trasude” la tierra en los dominios del imperio español. Siglo y medio después, en 1859, el coronel Edwin L. Drake abre en Pensilvania el primer pozo petrolero del mundo.

Ese mismo año, Matías Romero, embajador de México en Estados Unidos, le escribe a Benito Juárez: “El aceite sustituirá dentro de poco al carbón de piedra y a la leña y será el único combustible que llegue a usarse. Esta nueva fuente de inmensa riqueza descubierta en este país, ha hecho pensar a los especuladores de mayor espíritu de empresa que en México debe haber veneros más ricos que los de Pensilvania”.

El presidente Manuel González promulga en 1884 el Código de Minas que, en oposición a la reforma borbónica, reconoce al propietario de la tierra como dueño de las “sustancias inorgánicas (…) distintas de las rocas” que haya en el subsuelo.[2]

Imagen 4.
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A esto habría que sumarle que Porfirio Díaz dicta una ley que exime del pago de impuestos a las empresas petroleras en 1887 y, el 24 de diciembre de ese mismo año, expide la primera Ley del Petróleo, según la cual sólo se podrán explotar concesiones otorgadas por el gobierno y los permisos de exploración “causarán un impuesto de 5 centavos por hectárea”. En 1892, Díaz establece la ley minera que autorizaba la plena propiedad privada del subsuelo”. (González, 2006: 679) Además, nos dice Borja, “para reducir su dependencia de los estadunidenses, Díaz concede terreno a empresas canadienses, holandesas, francesas, inglesas y alemanas a lo largo de la Faja de Oro del Golfo, que abarca el norte de Veracruz y el sur de Tamaulipas.”[3]

            Obviamente, al iniciarse el período revolucionario mexicano, la situación privilegiada en la que se encontraban las compañías petroleras extranjeras comenzó a cambiar. Se empezó a dar un proceso legislativo y reglamentario más estricto que repercutió, por ejemplo, en el cobro de los impuestos. A esto habría que añadir la Constitución de 1917 que considera a la industria petrolera como un bien de la Nación. Esto sumado a la inconformidad del proletariado mexicano que se vuelve más fuerte para enfrentarse a las disposiciones arbitrarias de las compañías petroleras. De hecho, previo a la nacionalización del petróleo realizada por el entonces presidente Lázaro Cárdenas del Río, hubo una fuerte huelga de los obreros de las refinerías y pozos petroleros que estaban en manos de los empresarios estadounidenses e ingleses. A lo anterior habría que sumar los efectos provocados por la Primera y la Segunda Guerra Mundial. En el caso de la guerra de 1914-1918, ésta se combina con la Revolución Mexicana y la Constitución de 1917. Durante las vísperas de la segunda confrontación mundial es cuando Cárdenas hace la nacionalización del petróleo. 

Imagen 5.
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            Vale mencionar que autores como Héctor Zarauz López, Lorenzo Meyer, Víctor Bulmer Thomas, Ricardo Pozas Horcasitas brindan una excelente información sobre los aspectos políticos, económicos, sociales e internacionales para poder abordar el tema del petróleo en México y el debate que se dio entre los gobiernos de México y los Estados Unidos e Inglaterra entre 1910 y 1946 para explotar dicho recurso.

            Particularmente, Héctor Zarauz López, en su texto “Petróleo, revolución y conflicto internacional en México, 1915-1920”, ofrece valiosa información sobre los aspectos sociales y laborales que implicó la presencia extranjera en la industria del petróleo en la República Mexicana. Pozas Horcasitas brinda un excelente análisis económico y político del país en su escrito “La consolidación del nuevo orden institucional de México (1929-1940)”, particularmente la transformación económica e industrial derivada de la expropiación petrolera. Víctor Bulmer Thomas, en su libro La historia económica de América Latina desde la Independencia, ofrece un panorama muy preciso y completo para reconocer la situación económica y política de México y sus vínculos con las potencias extranjeras durante ese período de tiempo (1910-1946). Lorenzo Meyer es un autor clave por los múltiples documentos que ha creado para entender la política económica mexicana y, en particular, acerca de la industria del petróleo en obras como México y los Estados Unidos en el conflicto petrolero 1917-1942,por ejemplo.

            Resultaría muy provechoso trabajar los derechos laborales de los trabajadores del petróleo antes de la expropiación petrolera de 1938 y, por otro lado, indagar acerca de la deuda externa y el impacto en la economía nacional del Estado Mexicano que significó la indemnización a las compañías extranjeras, pero que afortunadamente contó con el apoyo, por lo menos en los primeros años, del pueblo mexicano para poder solventarla.

Imagen 6.
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            Es necesario observar que en el período en el que da inicio esta disputa nacional e internacional sobre el petróleo, México se encuentra en un proceso de cambio muy importante, la dictadura porfirista troca a su fin al iniciarse el período revolucionario, esto sumado a la confrontación bélica mundial de 1914-1918, a los cambios políticos importantes derivados de la ideología marxista comunista que da nacimiento a nuevas potencias como la URSS desplazando el sistema absolutista obsoleto de los zares rusos, los cambios tecnológicos en los que se cambia el suministro energético como fuente de energía empleando como materia prima la extracción petrolera y las disputas diplomáticas derivadas del propósito de los jefes revolucionarios de poder controlar el suministro del petróleo. Un ejemplo interesante lo proporciona Berta Ulloa cuando hace referencia a que la Constitución Mexicana de 1917 acarreó las protestas del gobierno estadounidense porque los artículos 3°, 27, 30 y 130 lesionaban los intereses extranjeros. (Ulloa, 2006: 817) De esta forma, comenta Rodrigo Borja:

Los revolucionarios, que tratan de organizar el nuevo Estado mexicano, observan que los altos precios del petróleo, debidos a la Primera Guerra Mundial y al auge de los automóviles fabricados en serie, hacen que las empresas obtengan ganancias multimillonarias, pero no atinan a someterlas a ninguna forma de control.

El 7 de abril de 1916, la Comisión Técnica del Petróleo, dictamina que es “justo” restituir a la nación la riqueza del subsuelo. Diez meses más tarde, ese criterio inspirará la redacción del artículo 27 de la nueva Constitución, que rescata el espíritu de las reformas borbónicas, deroga las disposiciones de Díaz y faculta al Ejecutivo a revisar y cancelar, en caso de que el interés público así lo exigiera, toda concesión y contrato petrolero celebrado a partir de 1876.[4]


Imagen 7. CPEUM, artículo 27, últimas reformas del 13 de octubre de 2011.
Fuente: www.slideshare.net/sararesendiztrejo/constitucion-ref-2011,
(Consultado el 2 de julio de 2014).

            Efectivamente, en la Constitución Mexicana de 1917 se estipula en la fracción IV del artículo 27 que se separa la propiedad del suelo de la del subsuelo, restituyendo éste último a la Nación, anulando en consecuencia las disposiciones asumidas por el régimen porfirista. En este sentido, el petróleo es una pertenencia del Estado mexicano como lo establece la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos (CPEUM):

El 13 de abril de 1917 el gobierno carrancista emitió un decreto estableciendo un Impuesto Especial del Timbre con un aumento en un 10% sobre el valor de la producción de petróleo. El impuesto era sobre la exportación de petróleo puesto que el gobierno tenía control sobre ello. Más adelante, en julio de 1918, se emitió la Circular 28, relativa al mencionado impuesto del timbre a la exportación del petróleo. En función de la calidad del combustible se establecían las tablas de pago a este impuesto. Las compañías extranjeras, que contaban con el apoyo de sus respectivos gobiernos, se ampararon para evitar el pago de tal impuesto. De esta forma, refiere Héctor Zarauz López, en la «Nota del gobierno inglés al de México, con motivo de la cuestión petrolera», aparecida en El Universal el 13 de agosto de 1918, Cunnard Cummins, representante del gobierno inglés llegó a decir que:

El Gobierno de su Majestad, formal y enérgicamente protesta contra la ejecución de las disposiciones del Decreto (referente al petróleo) de que se trata, en cuanto concierne a los súbditos y capitales británicos, y hace responsable al gobierno mexicano de todas las pérdidas y daños que puedan resultar a los súbditos y capitales ingleses, como consecuencia del Decreto (Zarauz López, 2004: 114)

Desafortunadamente, el asesinato de Carranza acaecido en mayo de 1920 provocó que estas medidas tributarias no se concretaran. A mediados de 1923, el presidente de México, Álvaro Obregón, llevó a cabo los Acuerdos de Bucareli con los representantes diplomáticos estadounidenses, lo que tuvo como resultado que en materia petrolera fuese aceptada por parte del gobierno mexicano la no retroactividad del artículo 27 constitucional a cambio de que las compañías refrendaran sus títulos adquiridos antes de 1917 por medio de “concesiones confirmatorias”. Los estadounidenses aceptaron implícitamente la propuesta del gobierno mexicano y las relaciones entre los dos países se reanudaron a fines de agosto de ese año. (Álvarez de la Borda, 2005: 104-105) En este sentido, dichos Tratados “pretendieron zanjar todas las disputas importantes con Estados Unidos y allanar el camino a una renovada inversión extranjera en minería” (Bulmer-Thomas, 2010: 193)

            Por otra parte, el movimiento obrero también tuvo que esperar por una coyuntura favorable para emerger con mayor fuerza, lo cual se concretó durante el período presidencial de Plutarco Elías Calles, en el que la política gubernamental permitió un fortalecimiento del proletariado. En mayo de 1926 se puso en vigencia el Código Minero que federalizó la minería. (Pozas Horcasitas, 1985: 263) En 1935 se fundó el Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM). Luego de una azarosa huelga petrolera durante el año de 1937, el entonces presidente de la Nación, Lázaro Cárdenas, realizó la expropiación de los bienes muebles e inmuebles de 17 compañías petroleras a favor de la Nación el 18 de marzo de 1938. Según Lorenzo Meyer, el Decreto en virtud del cual el Estado Mexicano tomaba los bienes de 16 compañías petroleras, entre ellas la Standard Oil Co., la Royal Dutch-Shell y la Sinclair Oil Corporation, fue más una nacionalización que una simple expropiación; es decir, la toma de las propiedades de las compañías petroleras no consistió tan solo en una acción individualizada y particular, sino fue una medida encaminada a operar un cambio sensible en la estructura económica de México, característica primordial de la nacionalización. Incluso, al dirigirse por radio a la nación, el presidente Cárdenas justificó esta audaz decisión como una medida necesaria para evitar que las decisiones de los más altos tribunales mexicanos fueran anuladas, por la sola voluntad de las partes mediante una simple declaración de insolvencia. (Meyer, 2006: 837)  De esta forma, el presidente Cárdenas consideraba que el conflicto:

[…] había amenazado el interés nacional tanto en su aspecto económico como en el político; de no haberse procedido a la nacionalización, la soberanía nacional hubiera quedado a merced de las maniobras del capital exterior. La decisión del presidente Cárdenas causó gran conmoción, tanto en México como en los círculos extranjeros conectados con el problema. A la sorpresa siguió el júbilo, la duda, el temor o la ira, según el caso. (Meyer, 1972: 348-349)

El debate e inconformidad provocados por esta ley se registraron tanto en México como en el extranjero; según informa Lorenzo Meyer, la nacionalización recibió un apoyo casi general, pero no fue unánime puesto que en algunos sectores se la vio con alarma o con franca hostilidad. De hecho, en palabras del cónsul norteamericano en Monterrey, los círculos empresariales estaban en contra de la medida porque sólo aquellos sectores "que no tenían nada que perder" apoyaban plenamente al presidente Lázaro Cárdenas. Por otro lado, aunque no se esperaba una intervención armada, de todas formas el comandante militar de la región petrolera recibió la orden de incendiar los pozos en caso de que fuerzas extranjeras intentaran desembarcar en esa zona. (Meyer, 1999: 465-467)

            El 7 de junio de 1938 se expide el Decreto que funda Petróleos Mexicanos, organismo al que se le dotó de las facultades necesarias para realizar todos los trabajos relacionados con la exploración, explotación, refinación y comercialización del petróleo. Posteriormente, el 20 de julio inician las labores de Petróleos Mexicanos. Finalizada la Segunda Guerra Mundial, en 1946 se inauguró en el Distrito Federal la refinería "18 de Marzo", en las instalaciones originalmente construidas por la Compañía Mexicana de Petróleo El Águila.

            Lo anterior me lleva a preguntarme cómo impactó en los aspectos legales, sociales, políticos y económicos la Primera Guerra Mundial durante el desarrollo de la Revolución Mexicana en relación con la explotación de petróleo mexicano por compañías extranjeras, qué implicaciones tuvieron sobre la producción petrolera los acuerdos de Bretton Woods luego de finalizada la Segunda Guerra Mundial, qué ocurrió con el pago por la indemnización a las compañías petroleras extranjeras luego de la nacionalización del petróleo en marzo de 1938 y, por otra parte, qué aconteció con las actividades laborales y el pago a los obreros petroleros.

Imagen 8.
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            Ante esto podría intentarse identificar los grupos de terratenientes mexicanos rebeldes e inconformes por la Constitución de 1917, en particular por el artículo 27, y que apoyaron a las compañías petroleras extranjeras por medio de grupos armados a cambio de una remuneración económica. Específicamente los casos de Manuel Peláez y Cástulo Pérez. Asimismo, buscaría analizar el proceso de creación de la clase obrera mexicana dedicada a la explotación petrolera y la conformación de su sindicato de trabajadores que fue uno de los puntales para la elaboración de la Ley de expropiación petrolera. Abordaría el modelo económico y social mexicano luego de la expropiación petrolera y el pago de las indemnizaciones a las compañías extranjeras supuestamente afectadas.

            Supongo que las compañías extranjeras se habían mantenido explotando el petróleo mexicano a pesar de los conflictos bélicos nacionales e internacionales en las dos primeras décadas del siglo XX, pero hay un cambio fundamental luego de la Constitución de 1917 y  de la llegada de Lázaro Cárdenas al poder presidencial a fines de 1934, particularmente con el decreto de expropiación petrolera de 1938. A esto habría que sumar que la producción petrolera en México había descendido entre 1921 y 1932, (Meyer, 2006: 836)  y que, por otra parte, Venezuela estaba convirtiéndose en el principal proveedor de petróleo para los Estados Unidos. Por otra parte, la indemnización de la expropiación petrolera fue una carga económica para el Estado Mexicano que duró hasta 1962 cuando se realizó el último pago anticipado para cubrir el adeudo.  La crisis económica mundial derivada de la Primera Guerra Mundial, la crisis capitalista de 1929 y el inicio de la extracción petrolera estadounidense en Venezuela, sumado a la víspera del segundo conflicto bélico mundial, fueron varios de los factores que influyeron para que el gobierno mexicano, aunado a su política obrera y campesina,  realizara la expropiación del petróleo en 1938.

            Al tratar de saber más acerca de este tema resultaría idóneo el revisar los expedientes que se encuentran en el Archivo Histórico de Petróleos Mexicanos para conocer el tipo de documentos de tipo fiscal y administrativo que se elaboraban antes de la expropiación petrolera de 1938. O en  la Biblioteca Daniel Cosío Villegas se podrían consultar los trabajos realizados por los especialistas del tema político, económico y petrolero como Lorenzo Meyer, Carlos Marichal y Héctor Zarauz López.

            Para terminar esta reflexión sobre el petróleo en México quisiera decir que ojalá este proyecto utópico le pueda servir de ejemplo a los lectores interesados en el actual drama que vive México con los cambios políticos globalizadores de la reforma energética que volverá a privatizar el petróleo y darlo a compañías nacionales y extranjeras sin considerar los intereses de salud, seguridad y buen vivir de los ciudadanos mexicanos.



Notas:

[1] Héctor Zarauz López, Petróleo mexicano, Revolución mexicana y dialéctica de imperios http://nodulo.org/ec/2007/n070p04.htm

[2] Rodrigo Borja, “Dos mil años de chapopote”, Martes 19 de marzo de 2008, http://www.jornada.unam.mx/2008/03/19/nota12.php

[3] Rodrigo Borja, “Dos mil años de chapopote”, Martes 19 de marzo de 2008, http://www.jornada.unam.mx/2008/03/19/nota12.php

[4] Rodrigo Borja, “Dos mil años de chapopote”, Martes 19 de marzo de 2008, http://www.jornada.unam.mx/2008/03/19/nota12.php

 

Bibliografía:

Álvarez de la Borda, Joel, Los orígenes de la industria petrolera en México 1900-1925, México, Archivo Histórico de Petróleos Mexicanos, PEMEX, 2005.

Bulmer-Thomas, Victor, La historia económica de América Latina desde la Independencia, México, FCE, 2010, 2da. edición en español.

González, Luis, “El liberalismo triunfante”, en Historia General de México, Versión 2000, VVAA, México, COLMEX, 2006, pp. 633-705.

Meyer, Lorenzo, México y los Estados Unidos en el conflicto petrolero 1917-1942, México, El Colegio de México, 2da. edición, 1972.

Meyer, Lorenzo, Su Majestad Británica contra la Revolución Mexicana, 1900-1950: el fin de un imperio informal, México El Colegio de México, 1991.

Meyer, Lorenzo, “La institucionalización del nuevo régimen”, en Historia General de México, Versión 2000, VVAA, México, COLMEX, 2006, pp. 823-879.

Pozas Horcasitas, Ricardo, “La consolidación del nuevo orden institucional de México (1929-1940)”, en América Latina: historia de medio siglo. 2. Centroamérica, México y el Caribe, coordinación Pablo González Casanova, México, Siglo XXI Editores, 1985, pp. 259-327.

Ulloa, Berta, “La lucha armada (1911-1920)”, en Historia General de México, Versión 2000, VVAA, México, COLMEX, 2006, pp. 757-821.

Zarauz López, Héctor, “Petróleo, revolución y conflicto internacional en México, 1915-1920”, en Actividades, espacios e instituciones económicas durante la Revolución Mexicana, coordinado por José Mario Contreras Valdez, María Eugenia Romero Ibarra Romero, Pablo Serrano Álvarez, México, UNAM, 2004, pp. 103-125.

 

Fuentes electrónicas:

Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, CPEUM, Constitución publicada en el Diario Oficial de la Federación el 5 de febrero de 1917, TEXTO VIGENTE.Última reforma publicada DOF 13-10-2011.Cámara de Diputados del H. Congreso de la Unión,Secretaría General, Secretaría de Servicios Parlamentarios, Dirección General de Servicios de Documentación, Información y Análisis, 2011.

http://www.slideshare.net/sararesendiztrejo/constitucion-ref-2011 (Fecha de consulta el 2 de julio de 2014).

Rodrigo Borja, “Dos mil años de chapopote”, Martes 19 de marzo de 2008, http://www.jornada.unam.mx/2008/03/19/nota12.php (fecha de consulta27 de junio de 2014).

Héctor Zarauz López, Petróleo mexicano, Revolución mexicana y dialéctica de imperios http://nodulo.org/ec/2007/n070p04.htm (fecha de consulta 30 de junio de 2014).

 

Cómo citar este artículo:

DELFÍN GUILLAUMIN, Martha Eugenia, (2014) “El debate por el petróleo en México, 1910-1946. Disputa nacional e internacional”, Pacarina del Sur [En línea], año 5, núm. 20, julio-septiembre, 2014. ISSN: 2007-2309.

Consultado el Jueves, 28 de Marzo de 2024.

Disponible en Internet: www.pacarinadelsur.comindex.php?option=com_content&view=article&id=983&catid=14